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= t3a co . : cn Sea a & Qe ale loera . "ey benpusye, Alfredo Jerusalinsky y colaboradores cap PSICOANALISIS EN PROBLEMAS DEL DESARROLLO INFANTIL | Una clinica transdisciplinaria | \ | | | \ Ediciones Nueva Vision. Buenos Aires | | | se interroga el terapeuta? Durante un tiempo nos conformamos con algu- ‘Ras respuestas piagetianas a todos estos interrogantes. Nos conforméba- mos con algunas respuestas-piagetianas que nos explicaban la constitu- cin del sujeto como efecto de la accién. Era el choque entre un cierto or- ganismo y el medio lo que daba como resultante una coordinacién progre- siva. Esto, nosotros lo sabemos, tiene una parte de verdad, nuestra précti- ca de alguna manera lo confirma. Pero el problema de este plantco, tam- bién Jo sabemos, es que toca la parte menos esencial de lo que a un sujeto Je compete. Esto quiere decir, toca solamente aquello que como proceso automatico se va desplegando; simplemente por el efecto de las resisten- cias objetivas que un organismo y un medio se oponen. “Pero en esto no hay sujeto, ya que el sujeto viene de otro lugar. Entonces, en la préctica psicopedagégica también se incluye lo que se pregunta acerca de: de dén- ° de viene el sujeto? De este lugar-otro, del lado del significante, del lado de io simbélico, que tampoco se puede amar (como en una época se la- maba) afectividad, 0 “lo emocional Los afectos no son-constituyentes, sino meros epifenémenos de lo que a través del significante se operaen el deseo. Lo que permite que el deseo se constituya es el hecho de que Otro coloque en juego una marca (el Nombre), que aliena’al sujeto-de su objeto, que lo.separa: esa marca es del orden del lenguaje. Lenguaje no ya como funcién psicolégica, sino como estructura que captura al sujeto y lo sitia en relacién a la cultura, Esen estas fracturas del significante donde nuestra atencién se est concen- trando. ,Hoy nuestra tarea es continuar en esta interrogacién.. Continuar en la interrogacién de saber ante qué problemas clinicos este punto de vis- ta nos coloca, 0 mejor: a qué problemas clinicos nos arroja. Cémo juc- gael carnpo de la transferencia en la especificidad de los problemas del de- sairollo infantil y en cadajespecialidad clinica de la rehabilitacién. Los trabajos que siguen wratan acerea de este recorrido. Capitulo I DESARROLLO Y PSICOANALISIS Vamos a hablar de un problema: el problema es ¢! desarrollo” infantil. Porque hoy en dfa tropezamos en este campo con un verdadero caos con- ceptual, En efecto, nos encontramos con conceptos tales como evolucién’ del tono muscular, reflejos y esquemas de accién, coordinaciones, habi- tos, adaptacién, dependencia-independencia, integracién del yo, individua- cin, castraciones sucesivas, maduracién neurolégica, ctc, Estos innume- rables conceptos se superponen y se amiontonan sin que a ciencia cierta se sepa cudl es el lugar y la importancia que le cabe a cada uno de ellos. Siendo, por otro lado, habitual que tal nivel de importancia sea definido simplemente por la profesign, cl interés 0 la ideologia del obsorvador de circunstancia. Asi, un neurdlogo tomaré ciertamente a la maduracién y, quién sabe, los reflejos y coordinaciones, como ejes del desarrollo. Si se. trata de un psicoanalista, no vacilard en tomar la cuestién del sujeto, o tal ‘ez las fases libidinales, 0 qitizd los complejos sucesivos (depende de la escucla psicoanalitica de que se trate) como el centro del asunto, En cam- bio si fuese un psicélogo, los habitos, la adaptacién o la intcligencia lo mantendrdn ocupado. Ya, cuando un fonoaudidlogo se pregunia acerca del desarrollo infantil, tienden a aparecer ante él el progreso fonatorio y de la estructuracién lingiiistica. Lo que estoy intentando subrayar es que en la cuestiGn del desarrrollo | aparecen inevitablemente recortes, precisamente porque lo qué se desarro- la son las funciones y no el sujeto. Es en la parcialidad propia de la pul- sifi que el objeto adquicre un contomo que lo define,.entonces, siempre coma fragmentario, Alli, en esa parcialidad, surgen los representantes es- 23 pecificos que se van organizando como sistemas: 0 percepti Vo, lo.fonatorio, 1os hébitos, la adaptacish, Estos sienna eye, tes del cuerpo y su funcionamiento en relacién al medio circundante (Unwelt es la palabra utilizada por S. Freud), si bien pasan en su circuito Por Organos especificos, se diferencian, principalmente, a partir de su di- mensi6n mental, Y es esta dimensi6n, propiamente psfquica, 1a que los organiza y Je confiere sus panticularidades. ’ _ Esta dimensién psiquica, si bien parte de los mecanismos fisico-biol6- sgicos de que el organismo sea capaz, reconociendo en estos mecanismos cierta condicién de limite en tanto imposibilidad,! retorna sobre ellos lle-. gndo armodicar hasta su propa mecénic, st, por ejemplo, la organizacién del toné muscular no mente de sinergias y automatismos rieurofisiol6gicos, sino scpo ea. tamiento que el Otro en la posicién materna le otorgue a los estimulos in-, temos que acucian al nifio, Déstacados psicomotricistas tales como A. Lapitnee y B. Aucouturier,” P: Vayer 3 y otros han sefialado como deci siva la intervenci6n del otro en la posibilidad de una efectiva maduracién . arménica del tono muscular. En otra direccién pero convergiendo en este concepto, J. Ajuriagiierra sefiald'la importancia del “didlogo tnico”, 0 sea, la necesidad, para'que se opere un desarrollo en este campo, de que la ‘madre signifique en el campo del lenguaje (dimensién especficamente psf- quica) Jo que el bebé manifiesta en sus variaciones t6nico-musculares. Hasta los fisioterapeutas més organicistas (tales como los Bobath) reco noeen Ia influencia de “lo emocional” en la formacion del tonus, pesar eee para nada en cuenta tal ae en sus propuestas _ Para taxativa demostracién en este campo, tenemos las" i histéricas y los cuadros catat6nicos de'las sicosis coquizolrénicas como expresiones draméijcas del nivel de intromisién de la subjetividad psiquica en la articulacién del funcionamiento corporal a nivel neuromuscular, 4 — 1 Del lado de Jo real lo psiquico trop si Iimit : juico tropieza consi limite '¥y aparece allf “lo imposible”; del lado de lo. simbéli imaginario la. enters Seto tee oat ico y lo imaginario la extensién de lo ite, A, Aucounrier, By Simbolo movin entice ‘Médica, Barcelona, 1977. aia del in 2 Vayer Ps El cilog corporal Cento Mesa, Barcelona, 197 t Hace poco supervisé el caso de una joven madre con unit psico cli BET ec one te on 24 Este ejemplo acerca del tono muscular podria desarroliase en términos ” muy parecidos para cada una de las funciones corporsles, tanto perceptivas ‘como motoras, y también las vitales. 'Asf, en Ja infancia tenemos los trastornos alimenticios, respiratorios, excrementicios, mictorios, 108 vémitos asociados a cuadros: f6bicos 0 anoréxicos, las febriculas recurrentes sin explicaci6n médica y frecuente- mente asociadas a situaciones emocionales violentas; todos estos como demostrativos de hasta qué punto las determinaciones simbdlicas capturan el cuerpo del nifio (y no sélo del nfo), colocdndols al servicio de la ex- presién sintomética psiquica, y desconociendo, 0 contraponiéndose a la funcidn fisiol6gica del organo. i En el plano perceptivo, el ejemplo més ‘drématico del poder de la posi cin de la cadena simbdlica respecto al sujeto tal vez esté dado por el “des- manielamiento sensorial” que ocurre con los nifios autistas precoces. Ciertamente esto que ocurre en la patologia nos esté informando, de un ‘modo que alli nos permite una captacién ampliada, de lo que también ocu- are en el desarrollo normal. i ‘La captura, por parte de una cadena significante, del cuerpo, lo ordena en un mirar, escuchar, dirigirse, recibir, entregar, etc., donde las funciones nutricias 0 excrementicias, 0 los principios perceptivo-visuales de Ja Gestalt-Theorie, ceden su lugar a este ordenamiento simbélico del cuerpo, operado-por un Otro, que rearima ese cuerpo en una posicién imaginaria. ‘Ocurre que el individuo de la especie humana es un deficiente instin- tivo. En efecto, nada en su sistema genético-neurolégico le define el ob- jeto capaz de calmar su malestar.° A diferencia de las otras espécies, el ‘bebé humano queda expuesto a sus necesidades sin recursos diolégicos suficientes para definir ni con qué, ni cOmo satisfacerlas. Cuando se trata de estimulos externos, 1os que producen el malestar, una acci6n basta y 2 | razada a los 16 aifos de edad, Su familia la rechazé y la aisi6 por este he- Tho. Eh el sexto mes de su gestacién hizo un brote psicético delirame que Gulmind en un cusdro cataténico consianée. Al producirse el parto, in- Snediatamente sali6 de ese estado y recuperé la “normalidad” por. unos fos dias mientras estuvo totalmente separada del bebé. La familia decidié Suetle al mifo para que lo amamantara, y al-ponerlo en contacto com su pe- cho, la joven volvi6 al estado catat6nico. a. et hombre no tiene objeto que se constituya para su deséo sin al- Wiediacion” (Lacan, J. Acerca de la causalidad pstquica, Buenos Ai- ‘guna res, Homo Sapiens, 1978, p. 98). 25 es eficaz para evitar sis efectos.* Pero. cuando se trata de estimulos iritemos allf el nifio no tiene escapatoria, y s6lo a través del otro ser humano tutelar . podrd operar una tentativa de resolucion. Es por eso. que al objeto ‘humaiio’ Joconstituye el Otro. Lo que define para este objeto su campo dé alteridad ¥. Por lo tanto, la alienacidn del sujeto respecto a él, Este objeto, en lojima- ginario se constituye como idealizado, y en lo Real como imposible. En su lugar, para representarlo, aparece el significante, ‘Veamos en un esquema (p.27) por qué decimos que. en comparacién con las otras especies, el humano es un deficiente instintivo, En el caso del animal, el objeto y la accién correspondientes a la'satis- facciOn de la necesidad est4n preinscriptos por transmisiOn hereditaria en su sistema nervioso. El animal “sabe” biolégicamente lo que conviene a su inguietud, y de_ese “saber” extrae el “reconocimiento” de.lo que se le offe- Ce como presa a su apetito. Reconocimiento que allf se opera aunque nun- calo haya visto antes, porque cierra’ perceptivamente sobre una imago cu- ya eficacia depende meramente de la presencia del objeto asignado como “adecuado”, Su variabilidad en todo caso, est limitada a presentarse en re. Les estimulos exteriores [Umwelt] no plantean més problems que el de su- traerse a ellos, cosa que sucede por medio de movimientos musculares, uno de los uales acabe por alcanzar tal fin y se convierte, entonces, como el més adeci, do en la disposicién hereditaria. En cambio los estimulos pulsionales nacidos’en ¢l interior del soma (Triebreis] no pueden ser suprimidos por medio de este me. fanismo, Plantean, pues, exigencias mucho més elevadas al sistema hervioso le inducen a complicadisimas actividades, fntimamente relacionadas entre si, que modifican ampliamente el mundo exterior hasta hacerle ofrecer la satisfaccién de Ja fuente de éstimulo interna, y manteniendo una inevitable aportacién continiia de estimulos (Konstant-Krafi = flujo de tensién constante, a diferencia de lo bon I6gico que tiene un ritmo. Véase al respecto Lacan, J., Seminario XI, pp: 177 y 185] le fuer2an a renunciar a su propésito ideal de.conservarse alejado de ellos, Podemos, pues, concluir que las pulsiones /Triebreiz] y no los estimulos externos fon los verdaderos motores de los progresos que han llevado a su actual desarro- lo al sistema nervioso...” (Freud; Sigmund. O.C., Los instintos y sus destinos, Bi. blioteca Nueva, Madrid, 1948, p, 1028). (Las notas entre corchetes son refeven. clas y comentarios del autor a errores de tradueciGn que figuran en esta version castellanas. Por ¢j.: instintos por Trieb, o estimulos instintivos por Triebreiz) {A este fespecto nos ilustran los conocidos estudios etolbgicos de K. Lorenz y también pueden verse citaciones ilustrativas de J.-Lacan en su texto Acerca de 4a causalidad psiquica, cit., pp. 112-17. En este itimo texto encontramos refe. rehecias tales como: “Primeramente, 1939, trabajo de Harrison, publicado rn los 2 | ciprocidad a dichaimago. Toda contingencia esté totalmente limitada al hé- cho fortiito del encuentro, Fortuidad, sin embargo, bastante reducida tam- “ign por mecanismos biol6gicos que impulsan a tiertos comportamientos: gritos de llamada, sefiales excrementicias, marcas urinarias de congéneré en elo, etc. Ademés de la consabida convergencia de habitat. DETERMINACION, > NECE: 1ON+OBJETO — IMAGEN a (IMAGORECIPROCA) \—— aacoy INSTINTIVA ANIMAL eee tess cccnsnsnse ene CAMPO INSTINTIVO SEMEJANTE NECESIDAD->ACTO+OBJETO<-IMAGO<-SIGNIFICANTE -—-CONTORNOVACIO//Demande<—>deseo HUMANO|} Lj L__ INSTINTO SEMEJANTE OTRO <—___—_——_ DETERMINACION. En cambio, en el ser humano, y para bien ilustrar hablamos del bebé, las cosas de este orden estn por completo indefinidas. El campo instin- lvo se reduce a los rtmos bolégicos, y como tal no recora ninguna fuente corporal tensionada hacia ningin fin. Muchos menos define cual cho que se sabe que la paloma hem- Proceedings of the Royal Society. Hace micho que se sabe gos la paloma hem- i cor . no ovula, Las experiencias de Harri tran que is ovulaion ett deteominada por a vison dela forma especifca oi tcongenere, con exclisin de toda ota forma sensorial de la percepeign y sin qu sea necesario que se trate de la visén de un macho”, ete. 27 quier objeto que pueda vinculérsele, Es precisamente esta insuficiencia la ue deja espacio a una dimensi6n psiquica: Japulsion como representance de lo bioligico (Triebreprdsentanz). Pero ésta, para articularse como re- Presentante requiere del obrar del semejante que, en el caso del humano, No se presenta como imago recfproca a una pre-establecida, sino como quien viene a trabajar ese malestar del bebé en la delimitacién de una fuen- te (corporal, Quelle), direccionar su fuerza (Drang), articular la posicign del objeto (Objektreprésentanz) en relacién a un fin (Zielvorstellung). El Papel del semejante no es, por eso, puramente imaginario conio en el ca- so de las otras éspecies animales, sino significante. Inclusive ese imagi- nario, en el humano, depende de Otro, porque de acuerdo a lo que ef Otro desee, lo que psicolégicamente se legue a constituir como imago del ob- ‘eto faltante seré esencialmente diferente, Ocurre que frente a un Real que Jo arroja a un malestar de lugar vacfo de objeto, la tnica posibilidad que al bebé se le ofrece es desear lo que el Otro-desea en él (que para eso lo én- gendré). Otro que, entonces, no opera una imagen sobre él, sino un dis- curso, Esta es la dimensién significante en la que el semejante no se ofre-| ce como imagen espécular solamente; sino referido a otro lugar: el Iugar' desde donde ese semejante trata incesantemente de recubrir lo que en Io| Real permanece siempre abierto, a saber: el objeto. £1 Ouro primordial, 1a madre, hace en este sentido un verdadero esfuer- z0: toma el pecho como don, la caca como regalo, la voz como llamado, la mirada como interpelacién; costura y recubre lo que incesantemente Teaparece como abertura: la insuficiencia (normal) de su nifio, la cafda in- cesante de los agujeros que en el cuerpo se ofrecen y la Haman para ser Ile- nados. Esos agujeros, lugares de entrada y salida, cargan las marcas sim- bélicas que la madre inscribe en ellos, dibujando asi el borde del objeto gue esencialmente permaneceré vacio (a menos que la psicosis lo lene), .- Precisamente ofreciendo lugar a la interminable bisqueda queen 61 se inau- ura. Cuando los manuales de psicoiogia nos indican que los niffos a partir de los 10-12 meses de edad se transforman en verdaderos exploradores del medio ambiente, no hacen mas que recoger la Observacién-de los efectos de_esa estructuracién, En efecto, el nifio abre cajones y muetiles, extrae medias y camisas, ollas y coladores y Iuego sigue hasta la préxima puerta (préxima expresién del contorno del objeto), el préximo enchufe, 0 la préxima rendija, para, asf como el mago tironea de la punta de esa serie interminable de pafiuclos, tironcar de esa scric interminable de repiesen-_ 28 . tantes de representaciones del objeto (Vorstellungreprdsentanz) * cuyo ontomo ninguno legaré a colmar. Pero hay aguf una diferencia impor- - tante: el nifio que se constituye en sujeto deseante se detendré, antes 0 después de extraerlos de su agujero, en ellas, esas cosas, analizéndolas co- mo poniéndoles un interrogante encima, Interrogacién, pausa, que, cierta- mente, alude a sus nombres, a sus destinos en Ja alternancia de presencias, y ausencias que el lenguaje capt6, ordenando ast su percepcién. Ejemplo meridiano dé ello es el fori-da (Oo, Aa) del juego de nifio con el carretel descripto por S. Freud en Mds allé del principio del placer,? 0 sea en el principio de la discontinuidad del significante, Porque en el nifio trabaja esta estructura, que hace de /a ausencia’ de la cosa 10 su posibilidad de tomarse objeto, es que su mirada escudrifia y Sus manos experimentan. Ocurre que en ese nifio el Otro oper una separacién que lo distancié.de su cuerpo real: su madre tomé como regalo su caca pero no la retuvo; Ia cancién y Ja modulacién de su voz hizo ausencia en sus ofdos; el sostén hizo falta en su equilibrio; el pecho hizo nostalgia en su boca; y asf en cada repliegue de su cuerpo. En ese corte, su e¥espo pass a resi 8 Hacer hhincapié en los téminos originalmente usados por S. Freud en atemin porque tn ellos se notan las diferencias conceptueles que Freud Gqueria destacar, diferencias que se diluyen en las traducciones corrientes en Tengve,gatellana inglesa y poruguese Asi por siemplo, der Objlt et ‘bien diferente de das Ding (a cosa). Trétase de algo que la lecrura de J. La- can nos ensefé a escucher en la obra feudiana. 2 Freud, S., Mas alld del principio del placer, cit., pp. 1092-94. 10 Ep esta ausencia Ia que coloca a ls cosa en el nivel de Sachvorstllung (ropresentacién de cosa), 0 sea, reducida al.nombre, ya que la presencia de « Ia rafz “vor” muestra que, en la See ta imagen de la cosa, la palabra su fimeién ya en el:concepto freudiano. one ser Cem or ina engin eo jeto, no podremos ‘sino comprobar que sélo se encuentra al nivel del con oy muy diferente de cualquier nominativo, y que la ‘cosa’, reduciéndose my evidentemente el sombre, se gush en el dble radio dvergente de It cat Ta que se ha refugiedo en nuestra lengua (J. Lacan se.refiere al fiancée chesecause, que constuye ‘una hominimia' folic] dz la nada ~ [Pen] a Ta que abandoné en francés su ropaje latino” [rem cosa} (I. Lacan “La instancia de la letra en el inconsciente”, en Escritos I, cit. pp. 183- 4). ee Bien ees eee ee i Se Hea ee Go 29 imagen, mucho mas en 1a mirada del Otro que en su propiocepeién, anhelo de Colmar esa distancia y ese agujero por el-que su propio-euerpo se desliza cuando el Oiro le falia (lo que R. Spitz lama “angustia de sepa- raci6n”, 0 “angustia de los 6-8 meses") lo tensan en una bésqueds, Cada agujero, cada repligue de su cuerpo, retoma asf, desde el Otro, como tuna evocaci6n de su ausencia, como simbélico de una plenitud perdida aunque renovadamente prometida.’? En esa excavaciGn cabe’ el sig nificante, allf, desde ése vacfo del Ouro, y por obra delarte de su madre de no dar demasiado ni demasiado poco, aunque dndolo todo como promesa, Por el trabajo del discurso parental dencgando su insuficiencia y su det. tus (“No es que a uno le guste la caca sino que la de mi bebé:.."; “Noes que sea‘un genio, pero su mirada..."), por eso, aunque no diga-una pala bra, ol bebé, allf habla., Habla en la medida en que es hablado por Otrd, Su Iugar simbélico en la cadena significante de los padres-(0 quienes i euiden) roordena su cuerpo en un sistema que nada tiene que ver con biolégico, en un mas alld de la mera subsistencia, Asi, las soparacionesino se constituyen como carencias materiales sino como dafios narcisisticos. ' Heridas que operan sobre esta segunda piel de simbolos que lo recubre como una laminilla,"* y que conticne el ma- a de la, moral sexual de sus padres, En efecto, que la oroja sea tratada diferemtomonte que la vagina, 0 1 ene que la nariz, no se debe a algo del orden de lo Real, sino a la significacién que para los padres tienen las respoctivas partes del cuerpo de su hijo; porque si pene y nariz significasen lo mismo, su tratamientor ~ efectivo 9 imaginario serfa el mismo. Para quien ponga en duda estas afir- 7 gt Spitz, Ru El primer ao de vida del nino, Aguilar, Madrid, 1966, PP. 48:51 : 12 ‘Aquf, la momoria, que también existe on los animales, aparece _no co- ‘mo residuo de signos imaginarios, sino como series de cadenas sigtifican: tes en constante deslizamiento, Esto es lo que hace la diferencia entre el re. encuentro en presente que se opera en el animal, y la reminiscencia que des. ‘Prepde al humano de su presente y lo lanza a funcionar en otros tiempos. Jn St, indicado, acertadamente, que el nino adguicre ya le represenia- ciGn de un daiio narcisistico por pérdida a nivel corporal, con lt pérdida Gel seno matemo después de mamar, por 1a expulsiGn diaria de las heces, e incluso ya por su separacién del cuerpo de la madre en el momento de’su pacimiento.." (S. Freud OC. cit. La organisacién’ genial infantil, ¥ "Véase Lacan J., Seminario XI, cap, XV, pp. 202-3. 30 ‘maciones bastaria con que echase, un vistazo sobre un ejemplo’ famoso ‘en Ia historia del psicoandlisis; famoso no por su excepcionalidad sino por Ja persona que lo soporta: . Fliess,-cl amigo con quien S. Tends Por spondencia, practicé su propio andlisis, Fliess tenfa una que sonenia que “existe una elasin en la membrana mucosa dels na Fiz y las actividad genitales; esia membrana se hincha frecuentemiente con la excitacién genital o durante la menstruaciGn”.'5 Esta teorfa, cierta- mente delirante, y que lleva a Octave Mannoni a comentar que ™.,.allfe- conocemos fécilmente Jos temas clasicos que puede provocar un complejo de,castraciGn mal resuelio”,16 conduce a Fliess a publicar un libro sobre Ja terapia de la “neurosis nasal refleja”. Esto nos demuestra c6mo se constituye el cuerpo en el ser human capturado en una serie simb6lica que opera sobre su propio funcionamien- to. (No cabria, ciertamente, dudar de lo que le ocurria a Fliess con su pro- pia nariz en los momentos de excitacién,) Hasta aqui tenemos las siguientes conclusiones: 1) El desarrollo del bebé humano no se opera por un simple automa- ismo bioldgico. “. Los estimulos extemos no Son el motor de su desarrollo. =< 7 3) Su cuerpo no se organiza por sus funciones mmuspélaes 0 fisiolégi- ‘cas sino por las marcas simbdlicas que lo afecian. ; 4), Esas marcas simbélicas bordean lo que en los agujeros del cuerpo ‘excav6 el objeto faltante, remodelando esos agujeros como contomos fantasmaticos (significantes que anudan lo real). Esas series significantes se organizan como sistemas (visual, auditivo, fonatorio, motor, habitos, etc.) que tienden a mantenerse estables en la medida en que cada marca simbélica tiende a mantenerse en su lugar (cada s{gnificante hace resisten- i plazamiento). Sin embargo: ; “ ‘Tarecmorgecin constants de la falta de objeto por no haber ningu- no que resuelva definitivamente Ja carencia originaria y la distancia al 1S Jones, E., Vida e obra de Sigmund Freud, Zahar, Rio de Janeiro,1979, PP Mamnoni, Ou Freud, El descubrimieno del inconsiente, Noova Vi sign, Buenos Aires, 1975, p. 43, 31 Otro (en cuya mirada el nifio se reconoce) movilizan-al nifio tensando-sus posibilidades en lo motor y organizando su percepcién en una seleccién simbélica, El ojo errante del antista se étiene cuando lo que el Otro mi- ra se toma significante para él. : 6) La memoria no est4 en funcién puramente acumulativa, sino que cn ella trabaja el deslizamiento significante intercambiando los tiempos ¥ Jos acontecimientos y daindo asf lugar a los fenémenos de aprés-coup (re~ significacién por efecto de una nueva intersecciGn significante, a priori 0 a fortiori). 7) Lo que marca el ritmo del desarrollo es el deseo del Otro que opera sobre el nifioa través de su discurso, Lo madratvo se mantiene simple- mente como limite, pero no como causa. 8) El Oto, que por un lado le ofrece al nifio una imagen-en la que re- conocerse (el moi), al mismo tiempo interrumpe esta identificacién pre- gunténdose por su destino (acepta el no saber sobre este nifio), En este vaivén entre el je y el moi bascula la autoimagen. Pendulacin entre un saber imaginario y la ignorancia radical que lo afecta; oscilacién que le causa angustia, La angustia necesaria para agresivizar su relaci6n al Otro e imentar apropiarse de sus insignias y sus significantes, Esto transforma al nifio desde la pasividad y la indiferenciacién inicial hacia la postura de querer conocer, Es asf como penetra al mundo, armado de inte- rrogaciones acerca de lo que aparece como un agujero Ifeno de promesas, cuyo cumplimiento demanda en Otro. '9) El sujeto es el efecto de la obra del lenguaje; como tal esté antici- pado en el discurso parental, Que tal estructura opere en-el nifio depende en parte de la permeabilidad que lo constitucional y lo madurativo le ofrez~ can desde el plano bioldgico. Pero en forma decisiva depende de la insis- tencia con qué los personajes tutelares del nifio sustenten estd estructura en la region de su limite. Hablar de desarrollo del sujeto es, por ello, un contrasentido: en la funcién matema, formadoraespecular del yo, esté pre~ sente desde el inicio la Funcién patema. Por un lado, por el desdobla- anleno de as propio demo (hci al hijo y hacia el padre), y, por otro la- do, porque en su discurso (en las accione8 de cuidad6 con su nifio) ya esté presente el “mapa” de la significacién sexual y social del cuerpo del pe- quefio, Lo que se desarrolla es la capacidad def nifio de apropiarse de estas instancias y, consecuentemente, del uso de los sistemas simbélicos que organizan sus relaciones de objeto en el campo fantasmatico y, por efecto de éste, en 1 campo de la realidad. 32 4 | - i 7 os | | 10) La aparicign del jugar, en él sentido propio de lanzar el ‘objeto le- jos de si, de distanciarse de él, y retener la significacién del acto en rela- ién al Ouro, es capital en el desarrollo, porque es a través de esa significa- cién que el nifio se apropia imaginariamente de la ‘realidad: en el ejereicio de su fantasmética siempre velada por el despliegue de su fantasfa,

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