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Antropologia ““asfronteras Alteridad, historia e identidad més alla de la linea Miguel Olmos Aguilera coordinador quel 25 Colegio of Ane, deta Fr afios IN Net Porraa MEXICO 2007 Esta investigaci6n, arbitrada por pares académicos, se privilegia con el aval de la instiucion coe Primera edicin, junio del aito 2007 © 2007 EL. Coueoto nz La Frowrena Nowe ISBN 978.968-7947.50-1 © 2007 Por caracteristicas tipogricas y de disefio editorial Micuet Ancet Posts, librero-editor Derechos reservados conforme a la ley ISBN 978-970-701-939-3 Fotografia de portada: “Judfo mayo de Semana Santa”, Mochicahui, Sinaloa, por Xilonen Luna Ruiz, 1987 Queda prohibida la reproducti6n parcial o total, directa o indirecta del contenido de Ia presente obra, sin contar previamente con la “atoriaacin por excite de los editores, en términos dela Ley Federal del Derecho de Autor y, en su caso, de los tatados internacionales aplicables. impaso eNéxico Nl Pruvre tw sexi Amargura 4, San Angel, Alvaro Obregsn, 01000 i QUINTA PARTE ISTORIA, REGION Y FRONTERA Lawrence Douglas Taylor Hansen* El concepto histdrico de la frontera izas como drea de estudios histéricos La historia de las regiones fronte especializados es relativamente joven. Los estudios histéricos de la di- némica de las regiones fronterizas datan desde hace apenas medio siglo, aproximadamente, con las obras de Owen D. Lattimore sobre aspectos de la historia fronteriza de naciones del Lejano Oriente, de las cuales se destaca el libro Inner Asian Frontiers of China (Lattimore, 1940). El que los historiadores en general no presten més atenci6n a este fascinante aspecto del pasado se debe a los problemas que enfren- tan para conceptualizar el significado del término “frontera” para los propésitos de sus estudios. El campo de la historia fronteriza es bastante complejo debido a los numerosos elementos de interaccién que con el tiempo se han combinado para transformar las regiones estudiadas en las entidades con las caracterfsticas y elementos de identidad que tienen hoy en dia. Para moverse adecuadamente en esta disciplina, el historia- dor no sélo debe ser un integrador de datos provenientes de su propia Area de conocimiento, sino también ser capaz de aprovechar lo que puedan aportar especialistas de otros ramos de las ciencias sociales; por ejemplo, la antropologia, la sociologia y la geografia. El objetivo del siguiente trabajo es analizar el desarrollo hist6rico del concepto de frontera, al notar en particular los cambios en el significado del concepto en determinadas épocas. Se enfoca particularmente en las ideas sobre la frontera presentadas por el historiador estadounidense Frederick Jackson Turner durante la viltima década del siglo xix, asi como en el impacto de sus obras en la historiografia de las regiones fronterizas a lo largo del siglo siguiente. También se dedica atencién especial a los efectos del proceso de la globalizacién en las relaciones El Colegio de la Frontera Norte. a 1R)_Lawsonve Douglas Taylor Hansen internacionales después de la Segunda Guerra Mundial, a la decadencia del concepto turneriano y al surgimiento de nuevas ideas en torno a la frontera como lugar de “interaccién” entre grupos de personas de dife- rentes orfgenes étnicos y culturales. Fronteras y limites Con mucha frecuencia se utilizan los términos “fronteras” y “limites” indistintamente, como si significaran la misma cosa. Si bien estos tér- minos se derivan de palabras con significados que en algunos aspectos son semejantes, y aun cuando no existen en todos los idiomas ciertas palabras para diferenciarlos, en realidad se refieren a dos conceptos dis- tintos. La palabra “frontera” proviene del latin frons o frontis, que significa la frente o Ia parte delantera de algo. No es un concepto abstracto ni se refiere a una Ifnea; al contrario, designa un Area que forma parte de una totalidad, especfficamente la que esta en las orillas de la regidn interior de un pafs. Durante la época del imperio romano se desarrollaban los términos fronteria y frontaria, que se empleaban para indicar una tierra limitrofe, marca o Ifnea de batalla. De estas palabras rafces se derivaron las palabras utilizadas por los idiomas modernos europeos: frontera, Srontiére, frontier, etcétera. El término “limite”, por su parte, originalmente se referia a un ca- mino que corrfa paralelamente a una linea de propiedad; en el sentido militar, significaba “camino fortificado” (con sus murallas, trincheras, fortines y torres de vigilancia) en una zona fronteriza. También legé a ser aplicado a la zona fronteriza en si misma, “una zona en donde todo esta organizado para la proteccion del imperio” (Mood, 1948: 78; Jones, 1959: 246; Kristof, 1969: 269). Mientras que “limite” o “limite internacional” se refieren a una “Ifnea que separa dos territorios sujetos a soberanfas diferentes”, “frontera” se refiere a una regién o zona que tiene cierto grado de profundidad asi como un caracter lineal (Boggs, 1940: 23; Septilveda, 1983: 171-173). “La frontera lineal, como se indica convencionalmente en un mapa", observa Lattimore, “siempre muestra ser, cuando es vista en la tierra, 0 concept nistica dia tantra 933 al nivel del suelo, una zona més que una linea”. Cita como ejemplo la Gran Muralla de China, que constitufa parte de un esfuerzo politico que se mantuvo durante siglos con el propésito de hacer la distincién por medio de un Ifmite linear entre los territorios t’sien hsia de los chinos y los de los pueblos barbaros de las regiones interiores de Asia. La existen- cia en la misma regi6n de restos de otras Ifneas fortificadas anteriores a la Gran Muralla, que indican sucesivas etapas en la construccién de dicha obra, comprueba que no se logré cumplir con tal propésito en la préctica “Lo que fue concebido politicamente como un borde bien delineado -con- cluye Lattimore- fue transformado por las vicisitudes de la historia en un margen relativamente ancho y vago”. Otro ejemplo semejante es el de la denominada Durand Line (Linea Durand), que los briténicos inten- taron establecer como un limite politico fijo en la frontera noroeste de la India durante el siglo xix. Con el tiempo, la Linea Durand Hleg6 a ser una zona de demarcacién entre las dreas de territorio tribal “administradas” y “no administradas”, que eran muy parecidas a la Mongolia Interior y a la Mongolia Exterior en la historia de China (Lattimore, 1940: 238-239, 481, 496 y 507). Las observaciones de Lattimore y otros investigadores que han realiza~ do estudios sobre las regiones fronterizas sefialan otra diferencia importante entre los dos conceptos. Como el ge6grafo alemdn F. Ratzel expresé en su destacada obra Politische Geographie, editada a finales del siglo pasado, “la zona fronteriza es la realidad, y la linea divisoria, la abstraccion de ella” (citado en J.R.V, Prescott, 1978: 14). Para esclarecer un poco Ja observacién de Ratzel, se puede conside- rar que el término “frontera natural”, sobre todo hoy en dia, es algo vago y ambiguo. En primer lugar, cualquier peculiaridad orografica de una nacién puede ser denominada como tal. Anteriormente se consi- deraba que las denominadas “fronteras naturales” constitufan barreras fuertes o estratégicas al permitir que un ejército se aprovechara de las irregularidades topogréficas, por ejemplo, los rfos caudalosos o las cadenas de montafias altas y agrestes, como apoyo para preparar una defensa 'Véase en particular el artfculo “Origins of the Great Wall of China: A Frontier Concept in Theory and Practice”, del mismo autor (Lattimore, 1962: 97-118) {Lawrence Doulas Tayo Hanson militar adecuada del territorio de un pafs. Los enormes avances logra- dos referentes al desarrollo tecnolégico del armamento, especialmente los que han ocurrido desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, han hecho que esta idea se haya vuelto anticuada en gran parte, Ademas de su connotacién militar, la expresién también puede tener cierto signifi- cado polftico, puesto que en ocasiones los gobiernos de los estados, para satisfacer sus ambiciones territoriales o extender su control sobre grupos de poblacién de un origen étnico comiin, etcétera, opinan que los terri- torios sobre los que ejercen soberanfa deberfan incluir ciertas “fronteras naturales”. Durante el periodo entre la independencia de Texas (1836) y la guerra de 1846-1848, por ejemplo, el gobierno estadounidense con- sideraba que el golfo de México y el rio Bravo constitufan la “frontera natural” de Estados Unidos. Las “fronteras naturales” son en realidad artificiales las que se consti- tuyen por una linea u obstéculo artificial-, puesto que sdlo existen aquellos Iimites que se buscan en determinados lugares geograficos y momentos de la historia. Dicho de otro modo, un limite territorial no existe en la naturaleza o por sf solo, sino que su existencia depende del hombre; espectficamente, del diplomatico o de quien toma las decisiones politicas y de quien indica por dénde se debe trazar la Ifnea divisoria. No sélo las “fronteras naturales”, sino todos los limites asignados aun drea, son siempre subjetivos y definidos antropocéntricamente; tanto la region y sus limites estan vistos a través de los ojos del hombre y concebidos en términos de conceptos humanos de la vida (Boggs, 1940: 24; Septilve- da, 1983: 175; Kristof, 1969: 275-277). A diferencia de los limites que pueden surgir de un momento a otro a consecuencia de acuerdos polfticos, las fronteras, en el caso de cualquier nacién o grupo de naciones, son producto de una evolucién hist6rica, que pugde tener sus periodos contflictivos y dolorosos. Existen otras distinciones entre los dos. El Ifmite territorial se orien- ta al interior de un pafs 0 nacién. Creado y mantenido por la voluntad del gobierno central, representa la linea exterior del control efectivo ejer- cido por éste. Tampoco esté ligado inextricablemente al pueblo residente en las regiones fronterizas y, como tal, no refleja en lo més minimo los deseos y aspiraciones cambiantes de esta gente. Mas bien, ha sido EL conceptahistrco de la tantra. 996, definido y regulado por las leyes nacionales ¢ internacionales que le dan un cardcter impersonal. El limite también acttia como una fuerza centrfpeta sobre los habitantes de un pafs. Aunque tiene una funcién estratégica en el sentido de ser una linea defensiva que evita que los enemigos penetren al territorio nacional, también actda para retener a los ciudadanos y recursos de una nacién (Lattimore, 1940: 240 y 480- 483; Kristof, 1969: 272-273). La frontera, en cambio, se orienta hacia el exterior, es decir, hacia las Greas remotas o distantes que constituyen una fuente a la vez de peligro y de oportunidades. Los habitantes de las regiones fronterizas no se sienten atrafdos hacia el centro ni circunscritos por los limites territo- riales de su autoridad; a menudo desarrollan sus propios intereses, que no siempre coinciden con los del gobierno central. En este sentido, la frontera es una manifestacion de fuerzas centrffugas. Desde luego, los habitantes o “fronterizos”, en ocasiones, pueden Hlegar a depender del apoyo del gobierno central -o pedir su ayuda en distintas ocasiones-, dado que las fronteras reflejan las condiciones peculiares en las que fue- ron creadas y operan actualmente La frontera también es un factor integrante, en vista de que, por ser una zona de transicién entre el mticleo de un pais y el territorio de otro, asi como por su incorporacién de elementos que no estén comple- tamente asimilados 0 contentos con el control 0 soberanfa ejercidos por sus respectivos gobiernos nacionales, fomenta o alienta la interaccién mutua entre sus habitantes. El grado de esta interaccién depende de la calidad de atraccién para los fronterizos del estilo de vida de sus contra- partes del otro lado. El gobierno central, por su parte, se esfuerza por evitar el debilitamiento de lealtad entre los fronterizos, asi como la dis- minuci6n de distinciones entre la gente de los dos paises; siempre inten- ta reemplazar las regiones fronterizas semiauténomas con una linea de demarcacién entre los pafses bien delineada y controlada. Como factor que promueve la separacién, en muchos casos los limites territoriales o politicos son més restrictivos en términos del movimiento de personas, cosas ¢ ideas que los obstéculos naturales (Kristof, 1969: 271-273). Ademés de ser territorio limitrofe, 0 territorio vecino y adyacen- te a la Ifnea divisoria, la frontera constituye una zona o ambiente de 185 Lamence Douglas Taylor Hansen transici6n y cambio en medio de la cual se encuentra el limite entre dos pafses. Las fronteras cumplen con:una funcién dual de ser barreras y membranas permeables a la vez. Bajo ciertas circunstancias, acttian como particiones para bloquear el movimiento de personas de un lado a otro, y en otras ocasiones sirven como un:tipo de filtro o tamiz cuyo propésito, hasta cierto punto, es controlar el movimiento a través de sus limites (Gottmann, 197. 38; Ranfla Gonzdlez, 1984: 68; Stod- dard, 1991: 6-7). Evolucién del concepto europeo de la frontera y de la territorialidad entre las naciones Si bien la frontera es un fenémeno que ha existido a lo largo de la his- toria, desde los tiempos mas remotos hasta la actualidad, las lineas de demarcaci6n territorial entre naciones, tal como se conocen en la mo- dernidad, datan de épocas relativamente recientes. Antes del siglo xix no se utilizaba el término “frontera” para referirse a un limite; mds bien, la palabra significaba una region periférica. La nocién de “frontera” no se originéd como concepto jurfdico, politico o intelectual, sino mas bien representaba el margen de cada Estado -en el caso de las sociedades se- dentarias 0 agricolas~ durante el proceso de su crecimiento y expansion (Juricek, 1966: 12). Desde los comienzos de la sociedad humana los pueblos han dividi- do el espacio en que viven como reconocimiento del hecho de ser parte de un grupo social con costumbres similares y que poseen el control de una fraccién del drea total que puede estar abierta a las visitas y actividades de sus miembros. En otras palabras, una comunidad en particular acepta limitarse en el sentido geogrdfico por ciertos motivos, el més importan- te de los cuales ha,sido la seguridad, primero contra los extranjeros y posteriormente para proteger a los miembros del grupo. Respecto a los pueblos prehistéricos en general, a pesar de la escasa poblacién de entonces, asi como del caraécter némada de la sociedad dictado por la necesidad de seguir las manadas de animales de una re- gion a otra como fuente principal de alimento, existfa la idea de limites territoriales, aun cuando tal nocién distaba mucho de lo que'se conoce concept histico deta onlera 937 actualmente como tal. Entre los amados pueblos “primitivos” de hoy existen casos del empleo de limites para la delineaci6n y demarcaci6n de territorios; por ejemplo, entre los aborigenes de Australia, los indios boro del Amazonas occidental, los maidti de California y los vedda de Sri Lanka, que utilizan centinelas, cercas, los cursos de los rfos, etcétera, para delimitar el espacio. Las tribus némadas también hacen uso de I- mites territoriales en el sentido de que ejercen soberanta y control militar sobre el territorio requerido para sostener sus manadas. Aunque estos limites se cambian con el tiempo, las tribus vecinas siempre los respetan (Jones, 1959: 242; Prescott, 1978: 23; Gottmann, 1973: 7 y 12; Peter- son, 1976: 2-10; Ratzel, en G6mez Mendoza, 1982: 195 y 200). Con respecto a las civilizaciones de la antigiiedad, como Egipto, Mesopotamia, Grecia, etcétera, y antes del surgimiento de los grandes imperios, las divisiones territoriales correspondfan a las tierras que pertenecian y que eran administradas por un pueblo o ciudad. Durante este periodo, después del desarrollo de técnicas agricolas que permi- tieron una forma de vida mas estable y sedentaria, las fronteras entre estas ciudades-Estado se volvieron més politicas en cardcter, pero no tenfan la connotacién de un Area o region que marcara el limite o fin de un territorio polftico. Indicaban, més bien, zonas de influencia (Kristof, 1969: 70; Gottmann, 1973: 8 y 16-24). La utilizacién de limites fortificados para delimitar territorios sur- gieron durante los primeros siglos de la era cristiana en Europa con la instituci6n de los limes imperii durante el reinado del emperador romano Augusto como parte de un sistema administrativo y defensivo para el imperio. Los limes imperii, que eran caminos fortificados en una zona fronteriza, cumplfan con una funcién militar y aduanera (los adminis- tradores del Imperio también designaron ciertos rfos, sierras montafio- sas y otras barreras topogréficas como parte de este sistema de Ifmites). Otro ejemplo destacado de la frontera fortificada de esta época es el de la Gran Muralla construida por el emperador Ching, de la dinastia Tsin, de China (215 a.C.), De hecho, la construccién de este tipo de muralla de extremadamente grandes. proporciones formaba una ex- presiOn del deseo de estas sociedades de tener Ifmites lineales que los separaran de los barbaros. Asimismo, representa su concepto politico y 299 Lewence Douglas Tylor Hansen filos6fico. de que deberfa existir en el mundo un solo Estado, el Estado Universal. De esta manera, la frontera constitufa el frons del imperium mundi, que estaba en proceso de expansién hacia los unicos limites que reconoce, es decir, los limites del mundo, No era la cola sino el princi- pio (la frente) del Estado, “el punto de lanza de luz y conocimiento que se expande hacia el dominio. de la oscuridad y de lo desconocido”. Se puede argumentar, aunque no de manera definitiva, que estas murallas constitufan de hecho fronteras mas que limites, puesto que forma- ban la primera ~o en algunos casos la tltima~ linea de un sistema de defensa en profundidad, en lugar de representar el-Iimite de la soberanfa de estos imperios. Ademés, ni los limes romanos ni la Gran Muralla china pudieron bloquear intercambios humanos y culturales entre los ciudadanos del imperio y los “barbaros”; en algunas circunstancias podian servir como limites defensivos para la proteccién y seguridad del Estado, pero en otras ocasiones actuaban como particiones terri- toriales entre comunidades de sistemas sociales diferentes, permitiendo cierto grado de interaccién entre las poblaciones de las areas colindantes (ones, 1959: 246-247; Kristof, 1969: 270; Gottmann, 1973: 26-27; Prescott, 1978: 40-41). Durante el milenio que siguié a la desintegracién del Imperio roma- no en el oeste, los limites fronterizos en Europa tenfan un carécter muy fluido. En parte, esto se debié al nomadismo que caracterizaba a este largo periodo, con las constantes migraciones de pueblos germanos y las posteriores incursiones de varios grupos (vikingos, arabes, magya- res, mongoles y turcos), y en parte al Estado descentralizado del domi- nio feudal, con el correspondiente debilitamiento del poder central. Este, a su vez, fue debilitado todavia més por la idea y esperanza sostenidas durante mucho de esta época (hasta 1300, aproximadamente) de poder establecer una monarquia cristiana que tendrfa el poder y la autoridad sobre todos los-soberanos europeos. Bajo el sistema feudal, la sobera- nfa de reyes y principes dependia de la lealtad de individuos y cuerpos organizados mas que de la posesién de Areas de tierra. El sefior otorgé tierras a sus vasallos, y con el transcurso del tiempo estos feudos ten- dieron ‘a convertirse en propiedades hereditarias. Esta combinacién de principios territoriales-y hereditarios finalmente legé a poner fin a los EL conceptahistrico dela kontera 799 lazos personales; también dio lugar a una situacién en la cual el noble podria tener feudos que pertenecfan a varios sefiores. Este sistema resul- té en una fragmentacién de las tierras de la nobleza europea, y asi cada sefior terminé siendo el duefio de varios pedazos de terreno o feudos. El principio hereditario del feudalismo permanecio mucho después de la absorcién de éste, durante la Baja Edad Media y la época moderna tem- prana en Europa, por la centralizacién del poder politico. Los factores mencionados retardaron el desarrollo de entidades politicas con Ifmites territoriales formalmente establecidos como tales. Hubo excepciones, sin embargo, como en el caso del Tratado de Verdtin, de 843, que dejé Imeas de delimitacién precisas en su divisién de los territorios del im- perio carolingio entre los sucesores de Carlomagno. Asimismo, a partir del siglo x1, Inglaterra y Francia habfan comenzado a transformarse en estados poderosos organizados politicamente con una base geogrdfica definida (Jones, 1959: 247-248; Kristof, 1969: 278; Gottmann, 1973: 17 y 27-40). EI Tratado de Westfalia, firmado en 1648 y que puso fin a la Guerra de los Treinta Afios y establecié la base de los contornos geograficos de muchos de los estados europeos actuales, constituy6 un parteaguas en el desarrollo del concepto de frontera y de los limites divisorios entre naciones. La gran destruccién provocada por las guerras de religion aceleré la biisqueda de la seguridad entre las naciones. Se quedaron descartadas, como anticuadas, las ideas de la universalidad romana y de la lealtad personal al sefior o principe como base de la organizacion politica, que fueron sustituidas por la nocion del Estado nacional con el derecho de ejercer la soberanfa en sus propios limites territoriales, que deberfan ser reconocidos internacionalmente como inviolables ¢ impe- netrables (Kristof, 1969: 278; Gottmann, 1973: 44-52). EI nuevo concepto de soberanfa nacional fue reforzado por la doc- trina de los limites naturales, que surgié del racionalismo del siglo xvi, con su énfasis en el orden y la sistematizacion. Las mejoras tecnolégicas en la ingenierfa militar, que habfan sido iniciadas y desarrolladas du- rante el siglo anterior, permitieron que los gobiernos europeos, particu- larmente el de Francia, erigieran anillos de fortalezas para proteger los “corredores estratégicos” que daban paso a sus territorios. El afan por 44) Lawrence Douglas Tylor Hansen tener la contigitidad territorial, asf como la aparente seguridad que tal concepto ofrecid, también recibié cierto impulso del gran incremento en el sentimiento nacionalista que surgié en los distintos paises europeos durante el periodo de la Revolucién francesa y las guerras napoleénicas (Jones, 1959: 248-249; Gottmann, 1973: 68-82; Quesada Camacho y Ramfrez Avendafio, 1990: 19). Después de Ja derrota final de Napoleon en 1815, las fronteras eu- ropeas y de otras partes del mundo -particularmente, las de las Amé- ricas~ comenzaron a adquirir cada vez més la caracteristica moderna de ser Iineas de delimitacién diplomaticas y estratégicas. Los gobiernos nacionales se vieron obligados a tener I{mites fijos y precisos, con sus obras de fortificacién y aduanas. A lo largo del siglo xx, que marcé el apogeo del nacionalismo y de la reparticién de territorios, hubo una tendencia a la creaci6n de un nimero mayor de estados nacionales a través de la subdivisién de entidades polfticas mas grandes y la unién de otros estados. La época de la expansi6n imperial, que se inicié en las tiltimas déca- das del siglo xix, proporcioné a las potencias europeas ~a las que pronto se unié Estados Unidos~ un sentido de espacio de caracter global, asi como regiones inmensas para explotar. La tarea de extender la juris- diccién soberana de estas naciones sobre nuevos territorios en Africa, Asia y en los océanos {ndico y Pacifico fue facilitada por los descubri- mientos en las ciencias y la tecnologia que habfan ocurrido a lo largo del siglo xix. Los avances en la elaboracién de mapas y en la medicién de la Tierra, en particular, permitieron que los cartégrafos auxiliaran a los diplomaticos a repartir el mundo. Un caso notable de esta aplicaci6n del concepto de “frontera cientffica” -término inventado por los briténicos lord Beaconsfield y general Hamley en 1878- fue el reacomodo del mapa politico de Africa de acuerdo con los lineamientos establecidos por el Con- greso de Berlin en 1885. De las divisiones coloniales que resultaron de este acuerdo, el 44 por ciento fue producto de paralelos y meridianos dibujados en los mapas y el 30 por ciento fueron curvas y Ifneas rectas arbitrarias. Unicamente una cuarta parte correspondfa a caracteristicas topogrdficas bien definidas, como lagos, rios, montafias o valles, y se ignoraban casi por completo los sistemas y zonas fronterizas existentes lconcepo stron de fa tonera 94 (Jones, 1959: 249-251; Gottmann, 1973: 97-99, 105 y 136; Quesada Camacho y Ramirez Avendafio, 1990: 19-20; Stoddard, 1991: 6). En muchos casos, las fronteras artificiales establecidas de esta ma- nera no han podido permitir que se superen las discrepancias politicas y culturales que tales divisiones provocan, las que, a su vez, han desatado numerosos conflictos y guerras entre los paises. Dos casos particular mente tragicos han sido las guerras civiles que ocurrieron en el Congo y Nigeria durante la década de 1960. Otros ejemplos destacados son las Ifeas de delimitacién y demarcacién politicas impuestas por las grandes potencias en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial y que dividieron en dos a Alemania, Vietnam y Corea. Hasta la fecha, la cuestién de la reunificacién de las dos Coreas queda sin resolverse (Stoddard, 1991: 5). El concepto turneriano de frontera y su impacto Aunque la frontera siempre haya existido como zona o regién que se- para a grupos de personas o entidades politicas, han transcurrido poco menos de 100 afios desde que se iniciaron estudios para analizar su verdadero caracter y funcionamiento. Para finales del siglo xix la geografia cientifica y aplicada habfa al- canzado un grado de sofisticacion que permitié, con el apoyo de ciertos avances cientificos y tecnolégicos, que el mundo fuera dividido en una multiplicidad de Ifmeas de demarcacién politica que coincidieron bien 0 mal con las aspiraciones de los pueblos afectados. Al mismo tiempo, surgié en las universidades de los pafses del mundo occidental el es- tudio profesional de la carrera de historia, factor que dio estfmulo al desarrollo de nuevas Ifneas de pensamiento en torno a la naturaleza de las fronteras. Probablemente, la primera persona en aplicar al término “fronte- ra” una interpretacion que diferfa significativamente de las nociones europeas de la palabra fue Frederick Jackson Turner, joven profesor de historia de la Universidad de Wisconsin. En una ponencia titulada “The Significance of the Frontier in American History”, presentada en una sesiOn de la American Historical Association celebrada junto con la Co- viosa”,.un:“individualismo dominante” y, sobre todo, una “vivacidad y... exuberangia que resultan de la libertad”. El proceso de americaniza- cién fue. producto de una retroalimentacién constante: habfa gente de tipo “pionero” que continuamente se movia de las regiones pobladas a las, que carecfan de colonos. La accién de mudarse y ocupar las tierras virgenes impartié ciertas caracterfsticas nacionales a la poblacién de las zonas de donde provinieron los colonos (Turner, 1987: 202-207). Las palabras finales del ensayo de Turner constitufan un desafio para aquellas personas que miraban hacia Europa en busqueda de las rafces de la civilizacin estadounidense: “Lo que era el Mar Mediterra- neo para los. griegos, rompiendo los lazos de la costumbre, ofreciendo nuevas experiencias, dando lugar a nuevas instituciones y- actividades, fue Ja frontera siempre en retirada para los Estados Unidos, en mayor medida y de manera directa, y remotamente para las naciones de Eu- ropa” (1987: 207). La nueva interpretacién que Turner dio a la palabra “frontera” coin- cidié con un cambio que habia ocurrido en el transcurso del siglo xix respecto al uso estadounidense del término. Durante el periodo colonial de la historia de Estados Unidos, la palabra “frontera” se empleaba igual que en los paises de la Europa occidental, especialmente en Inglaterra, de donde la mayorfa de los colonos provinieron. En Inglaterra, una “frontera” significaba tradicionalmente una tierra limftrofe lejana o un Itmite. En su Dictionary of the English Language, editado en 1755, el des- tacado lexicégrafo Samuel Johnson reconocié estos dos sentidos cuando definié el término contio “Ids pantanos... el limite absoluto de cualquier territorio” y “la frontera... que colinda con otro pais”. Durante el siglo x1x, en Estados Unidos se hacfa hincapié en el segundo de estos senti- dos: es decir, una Ifnea que separaba dos naciones 0 pueblos. En esta definicién estaba impl{cito el concepto de la confrontacién, dado que la frontera constitufa el lfmite a lo largo del cual los colonos blancos se en- frentaban con los indios y también con los mexicanos, més al sur. Con la gradual eliminacién de la resistencia de las tribus de indios, la regi6n despoblada del oeste/llegé a significar, no una barrera, sino una tierra limitrofe atractiva para absorber a nuevos colonos. En The Century Dic- tionary, an Encyclopedic Lexicon of the English Language, publicado entre concep histiico deta fontra 045 1889 y 1891, se definié la frontera como aquella parte de un pafs que forma el limite de sus regiones colonizadas o despobladas. En el Interna- tional Dictionary of the English Language, editado en este mismo periodo, se referfa a la “frontera de la parte colonizada o civilizada de un pats; por ejemplo, la frontera de la civilizacién” (Mood, 1948: 78-82. Véase también Mood, 1945: 24-30, asf como Juricek, 1966: 1-30). Para Turner, el concepto de frontera no tenfa una definicién precisa. “Bl término es elastico, afirmaba y para el objeto que nos proponemos no necesita ser definido con precisin.” En los numerosos ensayos que redacté a lo largo de su vida sobre la historia del oeste més alld del rio Misisipt y del noroeste, utilizaba la expresion para representar a veces una regién geogrdfica y en otras ocasiones como un proceso de adapta- cién 0 una condicién, como en el caso, por ejemplo, de la existencia de tierras virgenes al borde de una region colonizada. De hecho, Turner no querfa que su ensayo fuera aceptado como un trabajo definitive sobre la cuestion; simplemente buscaba sefialar cierto camino para que otros lo siguieran. “Este ensayo -sefial6- no pretende tratar exhaustivamente el tema; aspira simplemente a llamar la atencién hacia la frontera como campo de investigacién fértil y a sefialar algunos de los problemas que surgen en relacién con ella” (Turner, 1987: 188). Sea como fuere, la principal contribucién de Turner al desarrollo del concepto de frontera fue liberarlo de una connotacién puramente geografica y utilizarlo para referirse a una nueva forma de sociedad. Fue precisamente este uso del término aplicado por él y por los que siguieron sus pasos que tuvo enorme impacto en el pensamiento historiogréfico, sobre todo en Estados Unidos, durante el medio siglo que siguio a su presentacién publica. Por ejemplo, Frederic L. Paxson, historiador estadounidense que vivié casi en la misma época que Tur- ner, hizo una observacién semejante cuando hablé de una “...serie de fronteras que la mano del hombre ha reclamado de la naturaleza y el salvaje...” (Paxson, 1922: 1), Everett Dick, otro historiador estadouni- dense, concluyé (en su obra The Story of the Frontier, publicada en 1941) que “la frontera posee la clave de la interpretacion de la historia esta~ dounidense... la lucha de los europeos contra dificultades comunes dio ugar a una nacionalidad coun...” (Dick, 1941: 509-516). Para el 2 aan Ons Tilo Mason escritor John C.-Parish la frontera era el borde o margen del movimien- to:hacia el oeste: El movimiento hacia el oeste es la marea, mientras que la frontera es Ja Ifnea de rompientes y oleaje blanco... la linea o zona donde se queda por el momento la vanguardia del progreso... 0, para cambiar la meta- fora, la frontera es la punta de la planta que crece, el punto més Iejano que alcanza la savia; y Ja esperanza para el crecimiento continuo de la plarita (Forbes, 1962: 64). Los estadounidenses, influidos por la experiencia de su propia ex- pansi6n hacia el oeste, llegaron a considerar a las fronteras como fe- némenos que avanzaban y desaparecian. De esta manera, el concepto lleg6 a significar una extensién de espacio siempre cambiante que los colonizadores todavia no dominaban. Durante la década en que Turner presenté su ensayo sobre la importancia de la frontera en la evolucién del pais, los estadounidenses tenfan una fe inquebrantable en la nueva naci6n que les proporcionaba una prosperidad desacostumbrada, acom- pafiada por un nacionalismo impetuoso que se’ tradujo en una politica externa agresiva. De este modo, el nuevo concepto llegé a formar parte de Ja base filos6fica para la adquisicién territorial estadounidense, a fi- nales del siglo xix y principios de éste, de Puerto Rico, Filipinas, Hawai, Samoa y otros grupos de islas. La frontera también se convirtié en una usanza literaria popular identificada con la conquista y colonizacion por parte de las potencias europeas de regiones de Africa y Australasia y la‘imposicion de su autoridad sobre culturas indigenas que eran con- sideradas como inferiores a la Jlamada “civilizaci6n occidental” (Billing- ton, 1974; véase también Juricek, 1966: 32, y Stoddard, 1991: 2). Para 1930, en.el Webster's New International Dictionary se definfa la frontier como “the border, or advance region of settlement and civiliza- tion’. (“la frontera o regién avanzada de. colonizacién y civilizacién”); de esta manera se incorporaba este sentido de la palabra como parte permanente del vocabulario inglés usual.” ‘ >qambién ha llegado a ser muy aceptada la aplicaci6n del término para referirse a fenémenos in- tangibles, como “las fronteras” de un movimiento intelectual 0 artistico, de civilizacién, conocimiento 6 conocimiento potencial, etottera (Forbes, 1962: 65; Kristof, 1969:269), ELconcepto hist dela kontera 947 La escuela turneriana de historiografia alcanz6 su apogeo a me- diados del siglo xx con la publicacién de las obras principales de los historiadores estadounidenses Ray Allen Billington y Walter Prescott Webb. El trabajo de Billington, el més destacado de sus discipulos, ha consistido esencialmente en elaborar y profundizar mas sobre el es- quema planteado por Turner. Billington argumentaba que en realidad existfan varias fronteras en la historia de Estados Unidos. En la medida en que el movimiento hacia el oeste del continente americano tuvo cierto desarrollo, surgieron una serie de “tipos” de pobladores fronterizos, cada uno de ellos con un papel distinto en la colonizacién regional. Estas suce- sivas olas de colonizadores estaban conformados por, en este orden —aun- que hubo variaciones en términos de tiempo y lugar-, tramperos 0 co- merciantes de pieles, vaqueros y ganaderos, mineros, granjeros pioneros, cuya tarea fue conquistar las tierras salvajes y transformarlas en réplicas de las comunidades del este de Estados Unidos y, por tiltimo, “granjeros acomodados", o personas que tenfan cierta cantidad de capital para de- sarrollar sus propiedades. Con sus demandas para servicios adicionales, se creé una division de trabajo que proporcioné la base para las ciudades y pueblos, que fueron el punto culminante del proceso fronterizo (Bi- llington, 1974; véase también Hawgood, 1972: 310-339). A diferencia de ‘Turner, Billington opinaba que este proceso no ter min6 en 1890, y que si bien las olas sucesivas de colonizadores habfan convertido una porcién significativa de los bosques y tierras salvajes en terrenos agricolas y ganaderos, el ambiente social de la frontera perma- necié durante largo tiempo en muchas regiones. Adems, las caracte- risticas y actitudes de los colonizadores del oeste sefialadas por Turner fueron transmitidas de generacién en generacion y todavia influyen en el comportamiento de los estadounidenses.* En su obra The Great Frontier (1952), Webb aplico la tesis de Turner a la historia moderna del hemisferio occidental en general, particular- *Ponencia de Billington titulada “The Frontier in American Thought and Carécter”, presentada en el Segundo Congreso de Historiadores de Estados Unidos y México, Austin, Texas Universidad de Texas, 5 de noviembre de 1958, citada en Walter Rundell (1959: 649-662), Hawgood (1972: 384-412). 21G_tamence Doug or Hanson mente con respecto a Canada, Australia, Nueva Zelanda y Sudéfrica, asi como a las naciones de América Latina. Segtin Webb, a principios del siglo xvi las porciones no colonizadas del mundo constitufan una “Gran frontera”, mientras que Europa era lo que denominaba el “Este” © “Metrdépoli”. La interaccién de estas dos entidades resultd, a lo largo. de un periodo de casi cuatro siglos, en el desarrollo de la civilizaci6n moderna; en efecto, existia la misma relacién entre Europa y la “Gran Frontera” que, en el caso de Estados Unidos, entre la “frontera” descrita por Turner y las colonias de Ja costa del Atlantico. Como Turner, Webb aseveraba que la tierra representaba la esencia de la frontera, dado que en la Metrépoli, antes de 1500, era tan valiosa y escasa que las leyes la protegian a expensas de los derechos del individuo; en cambio, con el advenimiento de la Gran Frontera la relacién entre el hombre y la terra fue alterada de manera radical. En la Metrépoli la tierra escaseaba y los hombres abundaban; en cambio, referente a la Gran Frontera, de repente los elementos fueron invertidos; consecuentemente, en todos los paises fronterizos se abolieron las leyes relativas a la primogenitura y el mayorazgo. Durante los 500 afios que transcurrieron entre el periodo del descubrimiento y los principios del siglo xx, la abundancia de tierras virgenes y otros recursos permitié que el mundo occidental viviera un periodo de auge en que las instituciones, la democracia, la libre empre- sa, la libertad religiosa y los sistemas legales pudieron desarrollarse y extenderse (Webb, 1952: 7-13; Webb, 1965: 111-114, 116 y 119-124; Hawgood, 1972: 413-421). Los historiadores latinoamericanos, en cambio, fueron influidos mu- cho menos por Jas ideas turnerianas que sus contrapartes estadouni- denses. Si bien algunos detectaron cierta semejanza entre el desarrollo histérico de las naciones de América Latina y el que Turner describe ‘Para una vision distinta de la de Webb, véase Gerhard (1959; 205-229). Gerhard argumenta que, si bien algunos de los elementos de la experiencia fronteriza en Estados Unidos que Turner resalté en su tesis -por gjemplo, el fomento de un espiritu de individualismo y de democracia, de movilidad e igualdad social también influyeron hasta cierto punto en la formacion de las sociedades de las colo- nias inglesas en Canadé, Australia y Africa, no constituyeron factores determinantes en este sentido. En el caso de la Alemania medieval y de Rusia, regiones en las cuales ocurrié una expansidn, no hacia el oeste, sino hacia el este, las diferencias en el proceso de colonizacién, comparado con el del oeste de Estados Unidos, son bastante marcadas. El concepto respecto al oeste estadounidense, también argumentaron que existian diferencias importantes. El historiador Silvio Zavala aseveré, por ejem plo, que durante las épocas prehispdnica y colonial la regién septentrio- nal de México constitufa una frontera politica y cultural que separab: al México “civilizado” de las regiones desconocidas del continente y ce la amenaza de invasiones extranjeras. Las caracteristicas geograficas de la regi6n, las relaciones de sus habitantes con los grupos indiget contribuyeron para hacer qin as. asi como sus actividades econdémic esta zona fuera distinta de las demas regiones de la Nueva Espaia Durante las luchas entre las facciones federalistas y centralis liberales y conservadores, durante el primer medio siglo después de la Independencia, agreg6 Zavala, las provincias nortefias parecieron ser los guardianes de los principios liberales y de la libertad en general; con. tal, representaban una esperanza para el fomento de la democracia en c! as, entre pais y la regeneracién de la nacién entera. Siendo escasamente pobladas legaron a constituir una parte clave de los programas de inmigracion y colonizacién del gobierno porfiriano. Zavala también opinaba que la gente y la cultura de los estados centrales de México, siendo una mezcla de las antiguas civilizaciones mesoamericanas y de los colonizadores espaiioles, eran més representativas de lo que él llamaba “tipo nacional mexicano”, dado que, en su opinién, muchos norteiios eran, desde el punto de vista étnico, criollos o descendientes de los colonizadores blan- cos (Zavala, 1965: 48-51; Del Castillo, 1984: 20). Con respecto a la historia de Hispanoamérica en general, el escritor peruano Victor Andrés Belatnde aseveré que, después del periodo de exploracién y conquista, no habfa tierras virgenes que pudieran ser ocupadas por los colonos blancos ni por los otros grupos de pobladores En Sudamérica, argumenté Belatinde, no existfan las mismas condicio- nes favorables para la colonizacién como en el caso del valle del Misisipi en Estados Unidos, dado que la sierra andina y el valle del Amazonas bloquearon el paso de los colonos hacia el interior del continente. Tam- poco existia en las pampas del norte de Argentina y el sur de Brasil una region parecida a las grandes llanuras del centro de Estados Unidos, dado que, para el siglo xvul, ya habian sido colonizadas y ocupadas casi en su totalidad. Asimismo, agregé, la construccién de ferrocarriles

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