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CARTHAGINENSIA Revista de Estudios e Investigacién Volumen XVI Instituto Teol6gico de Murcia O.F-M. —_Julio-Diciembre 2000 Universidad de Murcia Niimera 30 SUMARIO ESTUDIOS, Antonio Gémex Cobo Elordo verborum en la Homeli de Sevilla, Incidencia en su teologia. laude Reelesiae de Leandro os aag.are Francisco Chavero Blanco “iscite « me”. El sermo V de sancto Francisco y la tologia dean Buenaventura. Gurmén J. Manzano Elprimado absoluto de Cristo. Fundamentos y valoracién dela posicion de Escoto. Ignacio Jeried Bermejo ‘«Credere et dicrederes. Sobre la problemética del articulo de fe en los comentarios impresos de Pedro de Arag6n (1584)... 363-408; 4. Silvio Botero Giraldo Prtagonismo de pareja. Un ministerio a gjerctar. 400-431 NOTAS ¥ COMENTARIOS Miguel Alvarez Barredo Lalniciativa de Dios. wo 833.497 Guzmén 1. Manzano Estudios sobre el conocimiento en Escot apa BIBLIOGRAFIA. 443.465, NOTAS BIBLIOGRAFICA’ 407679 LIBROS RECIBIDO: ve 481-88 INDICE GENERAL. 47-492 PROTAGONISMO DE PAREJA. UN MINISTERIO A EJERCITAR J, SILVIO BOTERO GIRALDO Introduccién La participacicién de los laicos en la reflexién y en la accién de la Igle- sia era una energfa que dormfa, que vegetaba a la sombra de 1a jerarquia hhasta hace poco tiempo. Comienza ahora a hacer eco el reclamo de te6lo- ‘208 como H. Ernst, quien en el Sfnodo sobre la familia (1980) se pregunta: ba si no ha Hlegado el momento de que la jerarquia de la Iglesia asuma en el ‘campo de la ética la voz de Ios laicos, eomo ya lo hace en el campo de la doctrina social! ‘La Iglesia, que en el viejo Cédigo de Dereche Canénico (1917) emple- ‘aba términos como ‘exclusidn’, ‘separacién’ para indicar la distincién neta entre clérigos y laicos?, 50 afios después con el Concilio Vaticano II repien- sa Ta situacién creada y devuelve al laico el puesto de corresponsabilidad ‘que le compete dentro de la comunidad eclesial. El Sinodo de obispos "Chr H Bans, (ntervencin en el sido) en G. Cara. 1 sinodo dei vescovi 1980, Civils Catoica, Roma 1982, 159-163: [o., posible un nove approccio?” 11 Regno-doc. 21 (4980) 504-505, "Hay un elemento signiticativo que merece destacare: mientras en el viejo ego se alia al pena de "reduce al estado Inia, como una sane (ec. 211 y 2305), nuevo eédig, (c. 1336) solo alude a “expulsion del estado clerical”. Cf. E. Zocca, “L Pade latins line He MT seco)” en Lait elacitd nei prin seco dela chiesa acura di E. dal Covoloy ots, Paolne, Milano 1995, 201-202: "Riduzione al laicato come misura nia” (1988) sobre la vocacién y misiOn de los fieles cristianos, que tendré una cexpresién oficial posterior con la exhortaci6n apostdlica Christifideles aici (30 Dic. 1988), es un signo de esta nueva perspectiva’ Dos voces en sentido complementario se hacen sentir: B. Bennassar alude a la “afonfa’ de los laicos en teologia moral y K. Rahner subraya de otra parte que “el cristiano es una persona mayor de edad. Por 'mayoria de edad’, entendia Rahner “lisa y Hanamente el conjunto de aquello que se texige de la expresa y libre responsabilidad de una persona en una determi nada situaci6n social o individual; conjunto que, por supuesto, puede variar de individuo a individuo y de sociedad a sociedad... Devolver “la vor a los laicos”, “reconocer su mayorfa de edad” fue una de las serias procupaciones del concilio, y sigue siendo tarea priocitaria de la Iglesia, La raz6n fundamental no deberd ser la de experimentar una cre~ ciente escasez de ministros ordenados, sino la de una conciencia de la capa- cidad ministerial de los laicos en base a su sacerdocio bautisma El objetivo nuestro en estas paginas es trazar unas Lineas sobre la histo~ ria de Ia partcipacién de los laicos dentro de la Iglesia e intentar una fun- damentacién de su derecho a participar mas activamente en la tareaeclesial, incluso en la reflexién teoldgica y en la accidn directriz de la Iglesia, 1. BL PORQUE DE UNA MARGINACION Hay una constante en la pedagogia vétero y neotestamentaria: Yavé comenz6 la historia formando un pueblo, y de en medio de él escogié a algunos para designarlos dirigentes. Igualmente, Jess de Nazare: llama a formar el “nuevo pueblo de Dios”, y del grupo de los llamados elige doce. para hacerlos “apdstoles”. Sea en el pueblo de los elegidos, sea entre los “doce” no aparece en un principio la norma del celibato. Seré més tarde ‘cuando comience a caracterizarse el estamento clerical. CP. Coucitan, La vid y lor sarmientos. Comentario a la Exhortacén Apostle sobre os lacos de duan Pablo Il con materials de trabajo para grupos de etude, Natees, Madd 1990, © Clic B. Benassan, “El lico,sujeto activo de Ia teologia moral, Moralia 92 (4987) 133-182. Cir K. RawseR El ristano, mayor de edad”, Razin y fe 208/1004 (1982) 33-43. ‘Hace unos ailos Hortelana comentaba con ciera gracia a propésto de a fala de sacerdtes: "No sera que el Espira Santo est haciendo hue conta la Iglesia negindo- Tes saendotes que necesita pra que se abra ala partcipaidn de los lacos?™. F. D'Atteo hace una presentaci6n sintetica de los laicos que conocié la Iglesia primitiva ocupando puestos de responsabilidad dentro de Ia comuni- dad ereyente. Seré mirando a la organizacién del viejo pueblo de Dios en el AT. (archiereus, hiereus, fevitas) como la comunidad cristiana primitiva estructura su propio gobierno enfatizando cada vez mas la funciGn sacerdo- tal. Olvidaba, escribe Nardi, que Jess no se hizo llamar “sacerdote’, que socialmente aparecié como un ‘Iaico’, Esta segunda anotacién no agradaba ‘mucho a Clemente Romano, Nardi deja entender que se opens nna cierta rivalidad entre el clero naciente y los laicos en tomo al ejercicio de unos rministerios o funciones’, una rivalidad que atin no se hace sentir en el Dis: ‘curso a Diogneto. ‘Al presente se manifiesia dentro de la Iglesia una clara preocupacién por Jo que P. A. Bonnet llama “recuperaracién del protagonismo humano del fiel cristiano”, lo que ha dado pie para que algunos estudiosos se pregun- ten por la fundamentacién teoldgica de la condicién de ‘laico” dentro de la Iglesia’, La recuperacisn de este protagonismo se inscribe dentro de la evolucién del método teoldgico que aparece claro en Ix maduracién de la doctrina social de la Iglesia, En la Rerum novarum (1891) ta ensefianza de la Iglesia se evela dominada por la filosoffa cristiana y planteada con el método rigu- rosamente deductivo que no dejaba espacio a las ciencias humanas, y cuya claboracién estaba a cargo de la jerarquia con total exclusiGn de los laicos. Cuzrenta afios después, con Pio XT y Pio XII se comienza a enfatizar la ‘mportancia del ‘momento hist6rico’ y se inicia la re-evaluacién del papel de los laicos en el proceso de transformacién. Finalmente, Juan XXIMI opta por cambiar el método deduetivo por el método inductive y pone como punto de partida el “momento histérico” Cos signos de los tiempos’). A par- tir de este momento Tos laicos ya no serin meros ¢jecutores de la ensefian- za social, sino que deberdn participar en su misma elaboracisn'™. Este mismo proceso se deberd realizar en otros campos de la teologia moral © Cis C. Nao, “Patrsticnelact ilepgendo la Lttera a Diogneto”, Nicolaus 20/2 (1993) 108-151. Ver I Ci PA, Bower, “h, "Christidis reeuperato protagonists umano nella chess en Vaticano I. Bilancie¢ prospetve, 25cm dopo 1962-1987, Ia cura di R. Latourele, Citadel, Assisk 1987, 471-492. Cit G. Macha, “La cosidetatelogia del Inicato ha uno stauo teologico™, en Vaticano 1. Bitancio¢ prospenive.. 1, 493-58. Wo" Cle R.A. McConmick, Moral Theology’ in the Year 2.000 Tradition in Transition” Americ 165 (1992) 312318 Noes facil describir ol hilo conductor de Ia evolucién del laicado dentro de la Iglesia, como anota Faivre, por varios motives: son raros los docu- ‘mentos en Ia antigtiedadl que hagan uso del término ‘Iaico”, los estudios sobre el origen del laicado no son numerosos y las mismas particularidades ‘seminticas que ofrece el vocablo ‘Iaico’ dificultan Ia investigacién' Dos obras de la antigedad cristiana nos revelan las posiciones diversas de la comunidad en torn alos laicos: el Discurso a Diogneto!? que pone de ‘manifiesto la participacién y animacién de los lsicos en la didspora y en todas las esferas, y la Primera Carta de Clemente Romano a los corintios cen la que ya comienza a percibirse Ia divisidn de funciones que correspon- den al obispo, al sacerdcte y a 10s laicos. Los dos documentos mencionados nos delatan una posicién asumida al comienzo del cristianismo y el cambio {que se opera poco después. Una posicién asumida en la que se mira a toda la comunidad de bautizedos en su relacidn con el resto del mundo; 1a Igle- sia ofrece la imagen de una comunidad misionera que se expres con la figura de ‘ser alma para el mundo’: “lo que es el alma en el cuerpo, eso son los cristianos en el mundo”, ‘Cuando Ia Iglesia ya no mira tanto a sf misma cuanto a la funcionalidad interna de los diversos estamentos, entonces se comienza a contraponer clero y laicado, $. Cipriano empleaba los términos ‘ordo’ para hacer referencia a los ‘patricios’ y ‘plebs’ para hacer relacién al ‘pueblo’. Asi dejaba entrever ya una contraposicién Dentro de la ‘plebs’ ipueblo) se destacardn algunas categorias: los eon- fesores, las diaconisas, las virgenes consagradas, las viudas, los ascetas, Ios monjes y monjas, 10s conversos y los ‘seniores laici"*. Fl vocablo ‘cle- ici’ en cambio aparece sefalando un ministerio puiblico que se desempefia cen la Iglesia, mientras que a los laicos se les indica la condicién de subor- dinados al clero. Esta subordinacién se expresa mediante la invitaci6n a CfA. Pave, "Aux opines do lala, L'Aunde Camonigue 29 (1985-86) 19-54; ‘Vauowan, "Emergenza del cleo e problema de lac nella patristic eeca”en Lic, lata Popolo di Dio. L'Eewmenismc in questione. Napoli 1988, 65-73, "© Discurso a Diogneto Vl, en Padres Apostlics.Ineodueciones, nots y version spaola por Daniel Ruiz Bueno, BAC., Madrid, 1950, 880: "T neque regimine neque ser ‘one neque politics vitae insite a ceteris hominis sunt esting" C. NaRO, “Paris cite lieth. 111, nota 26. Discurso a Divgneto Wh Che S. Cummins, Epist IP ad Comelium Papam, PLL 3.884 'S Cf PG. CaKon, I poterisiridiet del laicato nella chieso primiiva, Dot. A inte, Milano 1975, 44:48 ‘obedecer y respetar a quienes detentan ta funcién de gobierno, llamados Es Clemente Romano quien en su Primera Carta deja constancia de las, funciones que competen al obispo, al sacerdote y al digcono, contrapuestas a las obligaciones que corresponden a los Iaicos de obedecer a las normas ‘emanadas de la jerarqu’a. Un testimonio semejante aparece en las cartas de S. Ignacio de Antioquia”. Afirma Carén que la stumisién de los fieles a la jerarqufa no impedia una participacion en una medida limitada en el zo no de la Iglesia. El e6digo de Derecho Canénico (1917) en el canon 742 prevefa Ia a Gn al laico de administrar el bautismo ‘necessitate cogente”. Li cién del bautismo por el Iaico ya aparecta antigua- ‘mente como una excepeién a la norma general que esablecia que fuera Iministro el saceadute v el diécono. El Sinodo de Elvira (afio 305) autoriza ba también al laico “necessitate cogente” a la administracién del bautismo. En Jo que respecta al sacramento de la eucaristia se admitia que el Iaico, cen determinadas circunstancias, pudiera ser el portador de la comunién, Aparece testimoniada esta costumbre sea en la tradicién de las diaconisas, ‘sea.en las cartas de S. Ignacio de Antioquia y de S. Jerénimo, como también cen las Constituciones Apostolicas'*. Muy pronto, en los concilios de Laodi- cca (aiio 365) y de Trullo (aiio 687) aparecera la prohibiciépn a los laicos de distribuir la comunin. Cardin, estudiando la posible participacién de 10s laicos en la “potestas magisterii afirma que si en la actual organizacién de la Iglesia dicha pos- testad no hace parte de la ‘potestas jurisdictionis', con mayor raz6n debe pensarse que en la Iglesia primitiva era ejercida la mayor de las veces por “eooperadores carismiéticos’ sin necesidad de la “missio candnica’ de modo estable y continuo”. ‘Car6n pretende dar una raz6n de esta participacién que posteriormente desapareceri; aude a la presencia de élites de Iaicos bien preparados euan- do la comunidad cristiana era todavia un grupo reducido, Con el crecer de la masa de fieles estas élites desaparecen. No parece l6gico, pues el crecer "© Chi P.G, Canon, I poter glurdit.. 68: “Quicumgue algud publicum manus in [Ecclesia gersbant”. "Similiter adolescentes subi estote senioribus, . Pedro 5.5. E. 2o0cn, "| Pa latin. 192-195: “Tl nico: idemificazione, dover, apport con I gear hia Cf Cxewente Rosas, XI, PL, 1287-290; Texans of ANTIOQUIA, Elst. a Smymnacone 8, PO. 5,714 echt PG, CARON, I port gridit. 138, nots 81, 82y 83, Cir. PG. CARON, I pote! grid. 146. de la comunidad hubiera exigido con mayor razén la participacién de los Iaicos capaces de ejercer este ministerio de la ensefanza. Aumenté el rngimero de los fieles pero bajé la calidad. Esta fue la ocasi6n para que el clero tomase una mayor importancia y asumiese con exclusividad los, ministerios en que antes participaban también Ios laicos®, {En raz6n de que se daba esta triple participacién a los laicos? Diversos autores (G. Otranto, J. Lécuyer, A. Nocent) han fundado estos ministerios de los laicos en la participacién en el sacerdocio comin. Caso tipico de un Tico que ha predicado el “verbum Domini” antes de que le impusiesen las ‘manos fue Pablo (Fechos 9,27). Un testimonio de esta ‘potestas magisteri Jo encontramos en las Constituciones Apostélicas (1.8, ¢. 32). Requisitos para el ejercicio de este ministerio eran la pericia oratoria y la prodidad de costumbres. Sabemos por Ia informacién que nos ha dejado S. Cipriano que en el Coneilio de Cartago (afio 250) se sentaron junto a los obispos y clérigos también algunos confesores y laicos (‘laci stantes’ que no habfan renegado de la fe)”. Existen otros testimonios de la parti pacidn de los laicos en los concilios; por ejemplo, el Sinodo de Tarragona (aio 516) prescribia a los obispos hacerse acompaftar de sacerdotes y de fieles laicos a fin que estos se informasen sobre las decisiones que alli se tomarian®. ‘Hacia el aio 398, con ocasién del Concilio de Cartago comienza a apa recer en forma explicita la marginacién de los laicos: se les prohbe enseftar las cosas sagradas en presencia de los clérigos, a no ser que se les autorice; 4 las mujeres de ninguna manera se les permitird, asf se trate de una mujer instruida y santa (cc. 98 y 9), ‘También los papas, como en el caso de S. Leén Magno quien, escribien- do al patriarca Maximo de Antioquia y al obispo Teodoreto de Ciro, ordena que sco los pastores oficiales de la grey puedan predicar, excluyendo a los, dems, sea monjes 0 laicos. Esta medida la tomaba por raz6n de la difusin, de las herejfas que entonces dividian la comunidad, Che P.G.CaKos, poten guid... 15% * Cf G. Orkanto, “I sacerdorio comune di feel ne Fess del Vetera Chrisianorum 7 (1970) 225-2246; 1. Lécuven, “Saceroce des fides et sacerdoce rminstel chez Origine”, Veter Chvstanoram 7 (1970) 253-264; A. Nocenr, “I sacerd io dei feel eecondo Giovanni Crisstomo”,Vetens Christianorum 7 (1970) 305-328 (Ce B.G. Canons I poter ari. 170 y 172. (Ct P.G. Canons I poterigiuridiel.. I6I.F. Zocca, "1 Pade lati.”, 208-2200: ‘Ruol dei lai nele decision ecclesia” Chr. PG. CARON, I poteri eric. 163. Consta también en la historia de Ia Iglesia la participacion del ‘populus fidelium’ en la “potestas jurisdictionis’o ‘potestas regen’. Era una partici- pacign diversa segin se tratase de las distntas rama (legislativa, adminis- trativa o coercitiva), Podria pensarse en una posible contradiccin entre el principio de lajerarqua y el principio de la igualdad de todos los bautiza- ds frente a Dios, pero no era as. Se entendia estas competencias en plena armonfa, scribe Caron, Las dos primeras formas (legslativa y admini trativa) aparecen més patentemente, mientras que la tercera menos. Formas concretas de! ejercicio de esta “potestas regen aparecen en la asamblea plenaria de la comunidad en la que los laicos participaban. Ejemplo de este tipo de asamnblea es el caso en que la comunidad elige Tos siete disconos Gechos 6,1), Otro ejemplo lo tenemos en el modo de proceder de algu- nos conciios (Tarragona, Epaon)*. El problema de ‘las investiduras’ que se present en tiempo de Gregorio ‘VIT (altos 599-604) cuando se dio prevalencia al principio de ‘investir de lo alto’ con menoscabo del principio demoerético era como un reflejo no remoto de lo que ya en el siglo IV habia sucedido cuando los emperadores, romanos pretendieroninflur en la elecién de los papas. A pair de enton- ces, de una farticipacién directa se pasard a un simple compromiso en que el pueblo ya no elie, sino que se limita a expresar su satisfaccién popular ‘con una aclamaciGn, porgue Ia eleccién ha pasado a manos dela jerarquia (abispos y sacerdores)” Existen testimonios, afirma Caron, en los que se confirma Ia partici- pacidn del pueblo en la eleceién de los obispos a manera de ‘estimonium’, decir, como aprobacién o reconocimiento de las virtudes del candidato Interveir en Ja eleccién parece haber sido la forma més clara de partici- pacidn en la “potestas regendi’, porque la participacién en la funcién disci- Plinar ojurisdiccional Guicial) fue ain mds reducida. Parece que ya desde el comienzo la ‘potestas coercitiva’ fue puesta en ‘manos de lo: “oficiales” (la jerarqufa) a juicio de Caron, pero con la anuen- cia de los presbiteros y de los laicos. Un caso tipico de participacion en las Cf PG, CaRos, I potertgluridic.. 19. % Chr bi, 199-200. 2 Ci Pb, 224; P SrocRaIER, “La scela del vescovo parte del cero e del popo- Jo nella chiesapimitva", Conciinm 7 (1980) 1125-1136; J. Gaubeser, “Dalla eezione alla omnia dei vescovi", Conia 7 (1980) 1137-1147, E. Kusaern I dist det a ato nea elezione del vescovo", Conclim 7 (1980) 1186-1194. decisiones de toda la comunidad fue el de la readmisién de los “lapsi’ a la ‘comunign eclesial después de las persecuciones romanas’*. Con el hecho de que los emperadores dejaran en manos de los obispos ejercer justicia, y que el juicio de los eclesidsticos no debia quedar en poder de os Iaicos, Ia potestas regendi’ se va afirmando en las manos de la jerar- quia, La Novela 83 de Justiniano daba a los obispos el derecho de castigar los clérigos y de deportarios, y de imponer penitencias a los laicos, ‘Caron atribuye al crecimienio de la comunidad el hecho de que la triple potestad termine en manos de la jerarqufa, Somos del parecer que més bien son los abusos de autoridad que se presentaron, y sobre todo el hecho de (que la jerarquia se va convirtiendo en élite, 1o que explica la marginacién del pueblo en lo que respecta a las competencias que tuvo en un comienzo. La “reforma gregoriana” nos da la razén: la ingcrencia de los poderes civiles dentro de la Iglesia, la exaltaciGn del poder del papa, la imposicién del celibato a los eclesidsticos, hace que el poder de a jeranquia se forta: lezca y se afirme, Posteriormente vendra la centralizacién de los poderes en Roma? durante el HI milenio, lo que definira 1a participacién de los laicos hasta el pre-Concilio Vaticano TL Durante el Il milenio habri momentos en que el laicado aparezca como tuna fuerza representativa, Noonan alude al tiempo de Denys Le Chartreux cuando en tomo a él se reunié un grupo de laicos cultivados que se preocu- paban por la vida matrimonia®, La actividad de este grupo es un modelo de lo que puede ser hoy la participacién de los laicos en la reflexién teol6gica de la Iglesia sobre la vida conyugal. En las comunidades protestantes se ha mantenido la fuerza laical como una proyeccidn de la época en que S. Juan Cris6stomo se referfa a la pare- {ja-familia cristiana como “iglesia doméstica”, como “pequedia iglesia”. La % Chic R. Maca, “un mod2le pour lier les dives remarié: admission provisoire es “Taps par Cypeien de Carthage (H_258)", Le Supplement. Revue d'Ethique et Théoogie Morale 165 (1988) 94-134 > Cit M, Macanone, “Sacramental indissolubilia del matrimonio nella dourina 4 Innocen II", Larranumm 4472 (1978) 449: G. FRansin, "Les lai dans I'Bglise au Moyen Age", L’Année Canonique 29 (1985-86) 35-69 "Cle J.T. Noonan, Contraception et mariage. Evolution ou contradiction dans la ensée chétienne, Cert, Pats, 1969, 388-390, D. DIONYSit CaRTUSIAN, Opera Oni, Opera Minora VI Typis Carusiae, Torn 1909, "De laudabil vita coniugatrum”, $9-120. Ce 1.8, BOTERO ., Per wna teologa della famiglia, Bora, Roma 1992, 69-74; Suu, "La famille chrtienne comme sanctuaire scion la tradition de a Réforme”, Commumauiés et liturgies 3 (1986) 239-286; F Frost, “Les lacs dans Ianglicanisme Année Caneonique 29 (1985-86) 183-192; 1. Jourr#o¥ “Les aes dans "Elise reformée”, année Canonique 29 (1985-86) 193-200. polémica entre la Iglesia catdlica y la Reforma protestante en el Concilio de ‘Trento contribuyé en buena forma a radicalizar mas la posicién en favor del sacerdocio jerirquico con detrimento del sacerdocio de los fieles que las comunidades protestantes han abonado positivamente™, Es significativo que ya en el siglo pasado el Cardenal H. Newman (con- vertido del protestantismo al catolicismo) se haya manifestado fuertemente interesado por la formacién de Ia conciencia de 10s laicos". Newman se confesaba “persuadido de que ‘la ecclesia dacens' es més feliz cuando se encuentra rodead, como en Bfeso, de partidarios entusiasts, que no cevando aparta a los feles del estudio de sus divinas doctrinas y de participar en su contemplacién divina, y exige de ellos una ‘ides’ implicita en su palabra, que viene a parr, infaliblemente, en Is cla ses instruidas en la indiferencia, y en las clases pobres en la sapers= ‘icin Serd a mitad del siglo XX cuando “la teologia del laicado” resurgiré con vvida nueva, gracias a la obra de Y. Congar". Urge, cuando estamos a las puertas del TIT milenio, repensar Ia posicién del laico dentro de la Iglesia. ‘Muchos teslogos hablan del “estatuto teol6gico del Iaico” hor®. Se hace necesario reelaborar una reflexién teoldgica que piense en funeién de unir clero y laicado, no de dividir; en funcién no de dominio y de superioridad sino de participacién; no contrapuestos sino integrados en la comunidad cclesial, Esta es una tarea que se inserta en el esfuerzo de renovacién del concilio, que se plantea la necesidad de superar una definicién negativa del Taico (aquel que no es clérigo) y quiere proponer una nueva concepcién”. 2» Cf, ©. Kare, "ll principio di susidiaret nella cies” en La chiesu del Vai nn I acura de G. Barna, Firenze 1965, 615; J MBER, Les lacs aps le cecil de Tien 16", L'Annde Canonique 29 (1985.86) 71-82, Cit E, Gurrxieo, “I edee aco nella vision di John Heavy Newnan. Commu io 122 (1992) 58-73; M. A. AcEBAL, El laicado en la vida y en el pensamicnto del Cane nal Newnan”, Sudlum Ovezense 22 (1994) 305-325; J. MORALES, El laicao eistiano en [Newman anglican, Scripta Theologica 29 (1997) 369-388. OOM. A. ACERAL M, "Fl Iieado en la vida. 320. Cis YM. 1, Conca, Jalons pour une rhéologie de laeat, Cet, Paris 1953, © Cf G. Macias, "La cesdetatologia dt lca." 498.3948 Cir M. Toso (acura di, Laie per una nuove evangelizacion, Stal ull’ Esorta- sone Aposolca ‘Christfideles lie’ di Giovanni Paolo I, LDC., Leuann ‘Terino) 1980, 4450, G. Macnan, “La cosidttatologia del licto., 494-516: "Excurasstrico” ¥. Cowon, Jalons.. 1-35 No es desde una contraposicién ‘laico-clérigo’ como podremos com- prender vélidamente quién e el Iaico en Ia Iglesia, sino recuperando la imagen de ‘discipulo’ que aparece ya en el NT para designar a los segui- dores de Cristo, como sugiere Magnani, En esta perspectiva parece con- cebir Schillebeeckx Ia naturaleza del laicado: comunidad, ministerio y teo- logfa son para él como los dngulos de Ia base de una pirémide triangular, ‘Tres instancias, en estrecha relacién pero al mismo tiempo relativizadas, que se consideran ‘discipulos’ en la escuela del inico Maestro, Cristo Testis”. U. von Balthasar concibe ires drdenes o estados de vida (estado de los consejos, estado sacerdotal y estado Iaical) que entiende como “miembros de un organismo” (I. Cor. 1,22-27) en estrecha relacién, cada miembro ‘con una funcién espeeifica cn orden a “la unidad del amor’, “La expresién ‘apostolado seglar’ y ‘sacerdocio de los fieles’ indican bésicamente 10 ‘mismo, escribe Balthasar: que el seglar tiene que reflejar y transmitir den- tro de su radio de acci6n personal, en la medida de sus posibilidades, algo de las funciones eclesiales, del sacerdocio y de Ia vida de los consejos. Pero, objetivamente, esto alcenzaré su plasmacién més pefecta cuando los, Taicos traducen a los campos grofanos los impulsos espirituales procedentes de la ‘Iglesia’ (..) y Ios continan de forma competente precisamente en el lugar en que termina la competencia de Ios estados de eleccién. (..) De la anteposicién del amor a todo lo demas deriva una dltima relativizacién de todas las diferencias fundantes de estado de vida". Pablo VI ve la oportunidad de recuperar algunos “ministerios" que fue- ‘on incluso ejercitados por laicos, que cayeron en desuso, que es itil resta- blecer, y procede a restaurarlos con el Motu proprio Ministeria quaedan (15 ‘Agosto 1972)". Pablo VI atin no aludfa expresamente a los ministerios lai- cales. Sern los te6logos quieres iniciarén la reflexién sobre el sentido y la posibilidad de un ‘ministerio conyugal”® ‘Comienzan a escucharse voces de parte del Magisterio de la Iglesia que (Cf. G, Macnan, “La coset eologia del aiat.. S06. > Cf E. Sonncevescws, Umenid la storia di Dio, Querniana, Brescia 1992, 297 © HU. Wow Ba.sHAasas, Estados de vida del ristano, Bi. Encuentro, Madi 1984, 287 y 288 2” Che, Paoto vi, Mots propio “Ministria qusedam”, Enchiridion Vaticamum, TY, 749.1700. "© Chr B, CaPreLuin'-G. DaLia Torte, Dri e pastoral. Evangelizzacion eli ita dela chica, sacrament e matrmonio, Soviet San Paolo, Milano 1992, 137-140; P.G. Livean, In principio eran tlic, Ave, Roma 1996, 115-118; D. Tertawas, f ministe ro coniugale. Spaio pastorale dellacoppiaeristiana, Ave. Rwta. 1978 turgen esta participacién de los laicos. Ejemplo reciente es a Conferencia Episcopal de Obispos norteamericanos, que en su carta pastoral (Dic. 1998) “sobre la funcién del laico en la vida de la Iglesia en el III milenio” se pro- ponen subrayar la dimensién esencial de la vocacién del laico, una misién social en el mundo, que frecuentemente habia estado marginada”. 2, FUNDAMENTACION DE LA PARTICIPACION DE LOS LAICOS No pretendemos entrar en el campo en que autores como Congar, Rah- ner, De la Potterie, Philippe Schillebeeckx han escrito tan acertadamente sobre Ia fundamentacidn de la teologfa del laicado en general. Nos interesa fundamentar la participacién de los laicos (casados) en materia de ética conyugal ‘Ya es un hecho el reclamo de tedlogos y de laicos de que la ética de la parcja-familia es tarea priortaria de los directamente interesados, como son los mismos fieles casados. Y. Calvez hace un paralclo entre Ia doctrina social de la Iglesia y Ia moral sexual. ;Por qué en la moral sexual aparecen algunos términas que no conoce la doctrina social (lito, iliitoy? {Por qué ‘mientras en la doctrina social el magisterio orienta con criterios y prineipios de reflexién, en moral sexual dicta normas de comportamiento? {Por qué ‘estas y otras diferencias? A. Hortelano, en forma similar, se pregunta por ‘qué en el espacio de 100 afios la doctrina social de la Iglesia, desde Rerum Novarum a Centesimus Annus ha evolucionado enormente, mientras que en ‘el campo de la ética conyugal no se contempla un cambio igualmente sig- nificativo®. Los teélogos han comenzado a interesarse muy seriamente por la parti- cipacién de los fieles laicos en el campo de Ia teologia*, y en modo parti- cular, en la moral sexual y conyugal’. © Cf, Conrenenza Enscorate Stat! UNI, “La missione sociale dei crstian nel mondo”, Oscervatre Romano ld Enero, 199, 7. “Gf ¥. Catv, "Morale sociale et morale sexuelle", Enes 378 (1993) 641-650. Chr, A. Hore. aNo, El amor yl familia en las nuevas perspectvas,Sigueme, Sal mance 1975, 193-194 "® Cf 8, BASTIANEL, Autonoma morale del credent. Senso e motivazion di wn‘atua le texdenca eologica, Morcellians, Brescia 1980; E SCHULEBEECKX, Unni la storia di Dio. », 246-298: "Per un governo democatco della chiesa quale comunia di Dio” * Cf B. BewnassAr, “El lic, sujeto activo de a teologia moral”, Moralia 972 (1987) 133.142 fo, Pensar y vir moralmente, Lo octitud samaritan del pueblo de Dias. Sal tere, Santander 1988, 85 y 87 En orden a esta fundamentacién de la participacién de los laicos casados cn la tarea de pensar, elaborar y difundir una teologfa ética para las parejas ¥ las familias, sugerimos cuatro elementos bisicos: el “sensus fidelium’, la Condicién de *ministros’ en la celebracién del sacramento de! matrimonio, Ja funci6n de a ‘experiencia moral’ en la reflexi6n ético-teol6gica moderna y la conciencia de ser ‘sujeto activo’ en todo aquello que afecta directa- ‘mente a la pareja y a la familia El ‘sensus fidelium’ es una categoria teolégica que vemos reaparecer en el dmbito de la reflexign teol6gica postconciliar. Vaticano II" (LG. n. 12) y Juan Pablo IL (FC. 5) lo han rescatado. La constitucién dogmatica Lumen ‘gentium afirma que “Ia totalidad de lo cles, que tienen la uncién del Espeitu Sunto, no puede equivocarse cuando cree, y esta prerrogativa peculiar suya Ja manifesta mediante el sentido sobrenatural de la fe de todo el pue- ‘lo cuando desde los obispos hasta los tims fieles presta su con- sentimiento universal en las cosas de fe y costumbres” EL hecho ce que el hombre haya sido creado por Dios-Creador a imagen ssuya (Cft. GS, 12) es Ia fuente de Ia valoracién de la persona humana, del reconocimiento de los derechos de toda persona, de la igualdad entre todos Jos hombres; estos son para nosotros elementos bisicos para la valoracién, del laico dentro de la Iglesia, Por “sensus fidei” entiende Vorgrimler la conciencia individual ilumina- dda por la fe, y por tanto por el mismo Dios, que en un sentido ms amplio alude a la conciencia colectiva de fe , dando origen a la expresidn ‘sensus fidelium”®. D, Vitali coloca este ‘sensus fidei’ de los cristianos en “la vida “1 Ios dneuments del Vaticano Il encontramos una sere de referencias al término “sentido.” acompafado de varioe complementor. Ente oo “sentido sobrenatural de Ia fe" (LG. 12), "sido citiano de los eles” (GS. 52} “sentido religoso y moral” (GS. 59), “send religion” (DH. 4, SC. 128, “sentido eatlico"(™. 30, "sentido ccuméaico” (UR. 19, "sentido erstiano de os files” (GS. 52), "sentido dela autonomia® (GS. 58), "sentido cristiano” (GS, 2), "sentido dela fe" (LG, 35), “sentido de nvestra vida temporal” (LG. 48) Cir Pi, DeLnave, M. GUERET, P. ToMBEUR, Concilion Varicamum Il. Concordance, index listes de féquence, tables comparaives, CETEROC, Louvain 1974, 601-602. Ci A. Vix aRE0, El matrimonio la familia en la ‘Familias consort’ Paslinas, Modi, 1984, 36-39, ‘Ci. H, Voroniute, “Dal “sensus fei’ al “consensus fdelium™, Concilium 4 (1985) 16;4.. BoreRo G, Vvere la vert nel'amore.Fondamenteorientament per un'e: ria coniugae, Dehoniane, Roma 1999, 111, not 140, nueva” que se re-crea en el fel cristiano mediante el bautismo, una vida ‘nueva que es vida de fe, esperanza y amor que comporta la paricipacién en la vida de Cristo Una definicién més clara ain nos a ofrece el mismo Vitali: ef ‘sensus Fidei" es un juicio intuitivo sinttico, una eualidad del bautizado inserto en Cristo, que resulta de la gracia y por la cual el fiel es capaz de percibir espontinca y globalmente la trascendencia del dato revelado. Es un sentido {que procede de la fe y que hace relacin a todo lo que concieme a la fe; no ¢s tanto un instinto cuanto una modalidad de conocimiento; un conoci- mmiento que no es frut» de un esfuerzo conceptual sino de una experiencia conereta, El sentido de fe capacita a los esposos cristianos para discemir ala luz del evangelio cudl es la voluntad de Dios sobre Ia pareja en las diversas cit- ccunstancias de la vida matrimonial Juan Pablo I firma que 1a Iglesia no leva a cabo el propio discernimiento evangético dni camente por mecio de los pastores (.) sino también por medio de las seglares. (.) quienes por razén de su vocacisn particular tienen cl cometide espectfico de interpetar a la luz de Cristo Ia historia de este mundo.” (FC. 5). La condicién de ‘ministros’ del sacramento de! matrimonio es un argu- mento de data reciente dentro de la teolog(a, a juicio de Ligier™. El pacto de Ja alianza ya en el AT prevefa unos ‘pactantes’ (Yavé y el pueblo de Israel), ‘unos testigos y el objeto del compromiso. Siendo la alianza conyugal una imagen de la alianza esponsal de Yavé con el pueblo, de Cristo con la Igle- sia, aparece claro que los dos esposos son los que se comprometen delante de Dios y de la Iglesia a formar “una comunidad de amor y de vida”. La misma formula del compromiso esponsal “yo me entrego a t..., yo te reci- ‘bo como esposo, como esposa..” conlleva una sutil insinuacién de seme- Jjanza con la férmula consecratoria eucaristica “tomad y comed que esto es ‘mi cuerpo ...". Cristo celebra la nueva alianza con su esposa la Iglesia en la ‘euicaristia, y los esposos en el contexto de la celebracién eucaristica ratifi- ‘can su alianza conyugal. Cristo toma la iniciativa de ofrecerse como Espo: 1 Cf B vtaLs, Senos fielim, Une furcione eccesate di inelligenca dela fee Morcelins, Brescia 1993, 198, Cie Pid, 202 8 Cis L Lites, 1 matrimonio, Question teologickee pastoral, Citta Nuova, Roma 1088, 108-110. so a la Iglesia en un banquete de alianza con clara referencia esponsal, y los, esposos, a imagen de Cristo, se ofrecen uno a tro como eucarstia cony gal: “yo me entrego a ti. EI Vaticano I, sin aludir a la condicién de ‘ministros’ en forma explici- ta, hace una referencia a ella cuando indica la relacin existente entre el, sacramento del matrimonio y Ia alianza de Cristo con la Iglesia que LG. (LD y GS. (48) reproducen con dos verbos significativos: participar y sig- nificar: JoseGnyugescrstianos, en vrtud del sacramento del matrimonio, por el que significan y participan el misterio de unidad y amor fecun- do ene Cristo y la Iglesia.) poseen su propio don, dentro del pue- blo de Dios, en su estado y forma de vida Que los esposos sean ministros del sacramento que Ios une, no solo en el momento de celebrar Ia alianza matrimonial (‘sacramentum in facto esse"), sino también a lo largo de la existencia conyugal (‘sacramentum in fieri’), implica que tendrén una responsabilidad particular en la tarea de “hacerse una sola came” (Gén, 2,24), de tal forma que, como ensefia la GS (48), consagrados por un sacramento especial, con cuya virtud, al ‘cumpl su misin conyugaly familia (..) Hegan eada vez mis a su propia perfeccién y a su mutua samtificacin..” n la Iglesia latina, ensefta el Catecismo de la Iglesia, se considera hhabitualmente que son los esposos quienes, como ministros de la gracia de ‘Cristo, se confieren mutuamente el sacramento del matrimonio expresando ante 1a Iglesia su consentimiento” (1621). Afirmar que los esposos son “ministros’ del sacramento que celebran conlleva afirmar también una “ministerialidad'® que el concilio reconoce cuando ensefia que 8 Cf 4.8, Borewo G., "Evcarista y matrimonio, Pundamento de una relic”, Su sly Moralia 38 (1997) 375-800, F. Manta, “Matrimonio ed eucaristia", Lateranum 56 (1990) 17-142. Cit PA. Bowser, “La ministers laicale, en Teologi Dirt Canonico, Dict ove", Di Felice Liberia Elitrice Vatican, Cit del Vaticano 1987, 87-130, C. ROCCHETTA, “Gli spo sb eonferiecona” il sacramento del matrimonio? Una formulazione del “nuovo Catechismo che fa problema”, Ricerche teologiche 6 (1998) 267-290; C. GiuL10008 “Ministero e ministerial de coiugi", Presenca pastorale 61 (1992) 81-87 “asi como en el conjunto de un cuerpo vivo no hay miembros que se comporten de forma meramente pasiva sino que todos participan fn la actividad vital del enerpo, de igual manera en el cuerpo mistico de Cristo, que es la Iglesia, todo cuerpo crece segin la operacién propia de cada uno de sus miembros” (AA. 2) tra razén que justifica plenamente el hecho de que los esposos sean “ministros’ del sacramento del matrimonio es que el matrimonio es una vocacidn, no destino fatal, como tantas veces se lleg6 a pensar por fuerza de ciertos proverbios populares, fruto de una tradicién mitica y magica ‘La vocacién al matrimonio 2s una especificacién de la vocacién cristia- na, es una forma de la “vocacién de alianza” que caracteriza al fiel crstia- ro: revelar en forma histérica y sensible la alianza de Dios con la humani- ‘dad, de Cristo con la humanidad redimida. La vocacién personal es un pre supuesto de la responsabilidad frente a su propia historia, frente al desarro- Io de su propio proyecto de vida individual y comunitario. ‘Ser “ministros" del sacramerto comporta, pues, una sana autonomia cris tiana para realizar el proyecto que conileva la vocacién a la vida conyugal: articipar cada vez en mayor medida en la fuente de la alianza que es la pareja Cristo-Iglesia, y significar (revelar) en forma visible la riqueza y la profundidad del misterio esponsal. La funcién de la ‘experiencia moral’ en la reflexién ético-teol6gica modlerna es otro elemento que funda el protagonismo de la pareja. La cate- zorfa de la ‘experiencia’ por razén de la cosmovisiGn dicotémica de la cul- tura griega habia sido vista con recelo hasta hace poco tiempo. La concep- cidn tradicional de “leoria-praxis’ marc6 profundamente la reflexién teol6- zgica hasta el punto de que la vida, la situaci6n concreta, la experiencia humana contaran poco delante de la doctrina, delante de la ley, delante de lateoria, La teologia pasa hoy de lo que fue una ‘ortodoxia verbal” (decir la ver- ddad) a una “orto-praxis’ (hacer la verdad)°*. A este propésito escribe Vila nova: “BI correctivo de esta lamentable situacién (la insuficiencie de una cortodoxia verbal), es la ‘praxis’, concepto que no es nuevo. En efecto, 1a praxis, concepto denso, tomado de la filosofia grieza y mal ta puesto a nuestras lenguas modernas, la “prctica’ social de la fe n0 es solo una referencia empfrca oportunista a las situaciones cambiantes 8 Cis Vianova, Historia del teoogi cristina I, Heder, Barcelona 1992, 978- 986. de las comunidades, sino que forma parte dl tejido teol6gico, hasta et punto de ejercer en el mismo una cierta normatividad. Sin perjuicio de Ja ortodoxia, hay en juego una ortopraxis, en una reflexién desarolla- «da en contacto con las situaciones cambiantes de este mundo bajo el {mpulso del evangelio como Fuente de renovacin” “ET resultado, aide, serd una teologia inductiva en ver. de deducti- va, Pero siempre a condicién de que no se considere la praxis como la Sinica hase capaz de fundamentar el discurso de la fe... (..) Bs preciso ‘que induccign y deduccién se articulenen una expresién dialéctica que sdeje espacio, en su mismo proceder, ala fe vivida en la comunidad’ EI mismo concilio abrié espacio a la ‘experiencia’ cuando escribe que “a la luz del evangelio y de la experiencia humana” (..) analizaré los proble- ‘mas més urgentes que afectan al género humano (GS. 46). La experiencia humana se valora desde el momento en que pensamos en ‘una nueva concepcién del hombre como un *hacerse’ (un devenir), dentro de una visién existencialista, Juan Pablo Il ensefia en Familiaris consortio que “el hombre es un ser hist6rico, que se construye dfa a dia con sus opci ‘nes numerosas y libres; por esto él conoce, ama y realiza el bien moral segin diversas etapas de crecimiento” (34), ‘La experiencia moral, pues, tiene un equivalente en la misma teologia hacer la verdad” que comeponde a “hacer historia”. “Hacer la ia el evangelio, escribe G. Gutiérrez, adquiere en esta perspectiva una significaci6n precisa y concreta: 1a importancia del actuar en la existencia cristiana. Es més, dnicamente haciendo esta verdad es como se verificard,literalmente hablando, nuestra fe”, Es necesario entender la praxis como momento constitutivo de la verdad ¥y no como simple consencuencia del acto de fe. Por esta razén el ‘sensus fidei’ camina en estrecha relacién con la experiencia de fe del bautizado. Vitali dice que la teologia tardé en acoger el ‘sensus fidei" precisamente porque mantuvo en la penumbra la experiencia del creyente*, Los casados, que "poseen su propio don, (..) en su estado y forma de vida”, mediante la vivencia de Ia alianza conyugal se convierten uno para el otro en “intérpretes del amor de Dios” (GS. 50) y experimentan la cercania de Dios como "su Aliado”: a través del “otro” sienten Ia presencia del ‘OTR’ © G. Gunn, Teotogta de ta tiberacén, Perspectivas, Ce, Lima 1981, 26 Che D. Vans, Sons ili. 259 La conciencia de sr ‘sujeto activo" en las cosas que competen de modo specific a las parejas de esposos es el cuarto fundamento que nos propu- simos desarvollar en estas paginas. Un tema que soto recientemente ha ‘comenzado a despertar interés, aunque ¢s muy antiguo, porque una estruc- tura machista, una ‘cultura del Uno", dominante y opresora, no dejaba ‘angen para que se legara a afsmar la “conciencia de pareja”. Yael conci- Tio nos da una pista de este tipo de conciencia del ‘nosotros conyugal’ cuan- do en GS. enseiia que los eényuges (..) se esforzarin ambos, de comin acuerdo y ‘comin esfuerzo, por formarse un jucio recto. en un clima de bené= ‘yola comunicacién y unin de propésitos ene los eényuges y una ceuidadosa cooperacién... ivan unidos, con el mismo carifo, un modo de pensar idéntco.. (50 y 52) BB. Hiring escribia a este propSsito que los esposos no deben buscar la verdad fuera del matrimonio, sino en el mbito de la misma pareja. La ver- dadera y propia autoridad en este campo de la formacién de la verdad del ‘matrimonio, en cuanto se trata de formacién de la conciencia conyugal, es Ja pareja. El hombre casado queda plasmado y determinado por el estado ‘matrimonial en cada uno de los sectores de su vida personal, de modo diverso del célibe, aun en sus decisiones personales™ Esta conciencia de pareja no es una intuicién reciente: tiene sus rafces en Jas culturas mas antiguas del oriente, y sobre (odo en la tradicién cristiana, En el paraiso, los primeros paires recibieron como tarea: “serén una sola carne”; por esta razén “Ilegan cada vez mas a su propia perfeccién™ (GS. 48) adquiriendo asf una conciencia progresiva de ‘persona conyugal rivalidad que despert6 en ellos el primer pecado ech6 a perder aquella cin de profunda y gozosa unién interpersonal, de la que qued6 una nostal- ‘gia por la recuperacién®!. Si la Iglesia en el concilio subrayé la importancia de la conciencia moral de la persona humana, diremos que a fortiori dard relieve a la conciencia moral de Ia pareja. De hecho, en tomo a la promulgacién de la % Ct, J.8. RoreNo G, Eton ceniugole. Per wn vinnovamentodelia morale matrimo- nate San Paolo, Cinislio Balsamo (Milano 1994, 21-32. © Ci A, Sustat, HARING, Leducazione dela coscienza og, Psotine, Roma 1968, set Ct. 1.8, Bomexo G, Hacia una conciencia det “nosotros conjugal’ Intciones y sugerenias para un futuro, Moralia 1/2 (1992) 177-194, Humanae vitae (1968) las conterencias episcopales, al interpretar el pen- samiento de Pablo VI, dieron particular importancia a la “conciencia de los ccényuges"™. Pablo VI, al enfatizar en la Humanae vitae la *paternidad responsable’, afirmaba que “comporta una vinculacién més profunda con el orden moral objetivo, establecido por Dios, cuyo fie! intérprete es la recta conciencia (.) en una justa escala de valores” (10). ‘Conciencia de pareja’ seré, pues, faquel ‘deliberar y decidir juntos’ delante de Dios y de su propia concienci roctamente formada, El magisterio de la Iglesia deberd reconocer autono- ‘mia a esta conciencia del ‘nosotros conyugal’ rectamente formada, 3, UN PROTAGONISMO DE PAREIA {PARA QUE? Los Iaicos casados encuentran I6gico y razonable el protagonismo de pareja dentro de la Iglesia. No es un privilegio que se les concede, sino un derecho que deriva del ‘sensus fidelium’, de su condicién de ‘ministros' del ‘matrimonio, de la valoracién de la experiencia humana dentro del estado ‘matrimonial y de la conciencia de pareja Es un derecho del que ya algunos grupos de laicos promovidos comien- zan a hacer un uso corrécto, lo que constituye un signo de Ia toma de ‘conciencia de su propio protagonismo. Un primer gesto lo encontramos en las manifestaciones de algunos grupos: el grupo de laicos que participaron en el Concilio Vaticano II, el Consejo Pastoral de la diécesis Redona (Ita Jiay*, un grupo de familias de la didcesis de Ivrea (Italia), el grupo llama- do “Noi siamo chiesa” (Austria) Estos diversos grupos en sus manifestaciones a modo de cartas dirigidas ‘los obispos de las diécesis respectivas han llamado la atencién sobre algu- © Ct. vos (Patronato), Lettre pastoral 1968-1969, Bditsce Magsteropastrae, Verona 1970, Ver Indie analiticn, 2128 Chi.G, Matton, Le mariage des crétiens I, Du Concile de Tente@nos jours, Des- ce, Paris 1995, 361-3362; AUHLANS 1. E,"Fecondit nell'amore. Per un superamento dela fensionc tala real dela vitae la doting”, en Dri de seraoe del matrimonio a cua i FV Joannes, Mondadori, Milano 1968, 73.99. Cf 1. Consicuio PastoRaLe Di Reno, "Letera su nostri fatell divorzati", La Famiglia 128 (1988) 91-94. "Cf, Grurso Di FAMIGLie Di IvRéa, “Spunti di iessione sueticaconivgale™, I Regno-doc. 14 (1991) 485-488. "4 Cie woviwesTo "NOL SIAMO CHIESA’ “Letera “more, ero, sessualiti, I! Regn doe, $ (1999) 169-176 ‘nos problemas de sus comunidades: sobre Ia anticoncepcién, sobre la situa cin de los divorciados, sobre algunas perspectivas nuevas, como son. la ‘construceién de una Iglesia de hermanos y hermanas, la igualdad de las ‘mujeres, la valoracién positiva de la sexualidad, el empleo de un lenguaje de solidaridad y no de amenazzs, etc. ueriendo responder a la pregunta ‘un protagonismo de pareja zpara ‘stigerimos tres temas de reflexi6n: valorar Ia condici6n laical en la Iglesia, testimoniar con una vida cristiana la participacién en el sacerdocio de Cristo, y capacitarse para un genuino desarrollo de la vocacién laical como pareja, ‘Valorar la condicién laical comporta revisar algunos conceptos de la teo- Jogia tradicional, como son la distineixin de una ‘ecclesia docens’ y de una ‘ecclesia discens", supesat el miedo, por parte del clero, a renunciar a cier- {as competencias en que puede participar también el teologia de la Iglesia desde La “inclusién’ y no tanto desde la ‘exclus desde la “comunién’ y no tanto desde la ‘contraposicién de clérigo-Iai Juan Pablo If ha invitado varias veces a la Iglesia ha recitar el * colpa”® por muchas negligencias en la historia. Una de estas deberd ser el dolvido & que relegé a los laicos haciendo de ellos “cristianos de segunda clase”, reducidos a una pasivided pasmosa. Adn se percibe en el ambiente la diffcultad que tiene el laicado para rehabilitarse de esta marginacién, ‘Todas las vocaciones son igualmente dignas. La Gaudium et Spes afirma {que “Ia razén mas alta de Ia dignidad humana consiste en la vocacién del hombre a la unién con Dios” (8). Testimoniar la participacidn del laico en el sacerdocio de Cristo en la vida cristiana de pareja supone realizar la triple misién del sacerdocio de Cristo (anunciar, celebrar, compartir) “de forma competente en el lugar en {que termina la competencia de los estados de eleccién”, como sugiere Yon Balthasar, El Vaticano I ensefia que “Ios laicos han sido hechos participes, 1a su modo, de la funcién sacerdotal, profética y real de Cristo, ejercen en la iglesia y en el mundo la misiéa de todo el pueblo cristiano en la parte que ellos corresponde” (LG. 31). Anunciar cl “evangelio del matrimoni ena nueva” porque hoy re-descubrimos la trascendencia de la vocacidn al matrimonio como wn hacer presente la alianza de Cristo con la Iglesia, una alianza que reprodu- © ChB. Fanci, “194 ‘mea culpa del Papa, Setimana 9 di Marzo, 9 (1997) 13. © Chr. CM. Manmnt, Vivere if vangelo del matrimonio, Centro Ambroziano, Milano 1990, ce Ia unidad y la fecundidad de la unién de Dios con la humanidad. El matrimonio ya no es el “itlimo’ sacramento en entrar en el ‘septenario’, sino que es "sacramento desde el principio”, segtn la intuicién de Juan Pablo Il (FC. 65)". Driamos que es el primer sacramento, porque existe ya desde el paraiso terrenal CClebrar en el culto doméstico como ‘pequefa iglesia’, como “iglesia ddoméstica’ la fiesta de la comunisn interpersonal, de Ia comunién conyu- gal, y de la comunién con Dios. La celebracién eucaristica serd un momen- to prvilegiado” para vivir la realidad de alianza esponsal eucaristca, es decir a re-valoracién de la donacién reefproca y total de sus personas. Que la comunién interpersonal en la vida conyugal sea un ‘icono’ de Ia Comcni6n eucarstica eleva la dignidad de Ia elacin intima y profunda de Jos esposos"". ‘Compartir las tareas de la Iglesia, en especial, en la transformacién de la realidad temporal del mundo presente, feniendo en cuenta que “Ios pastores, de la Iglesia no siempre estin en condiciones de poderles dar inmedia- tamente solucién conereta en todas as euestiones, aun graves, que surjan. No es esta su mision” (GS. 43). Una aplicacin conereta de esta funcién de los Iecos (partcipar en la misi6n pastoral de Cristo) deberé consistr en hhacer realidad en nuestra sociedad la Carta de los derechos de la familia (22 Oct. 1983)" y la “doctrna social’ de la Iglesia Capacitarse para el desarrollo de la vocacién laical de pareja es una urgercia, por cuanto el lsico se habia acostumbrado a una vida de pasividad y de marginacién, Un elemento de primera instancia en esta capacitacisa es [a fommacién para actuar en conciencia y con una sana autonomia Aste respecto,siguiendo la historia de la Iglesia, se podria hacer un paralelo significativo: en la medida en que fue desapareciendo del panora- 1ma histrico la figura del laico y se impuso la estructura clerical, va desa~ pareciendo también el sentido de responsabilidad de la propia autonoma en Ja conciencia del pueblo, en la conciencia de seglr. © Che. G. Cannan, If sacramento antce. Matrimonio «famiglia come Tuogo tol sco’, DB. Bologna 1956. % Chr J. 8. BoTERO G., Familia ana vocacién, Indo American Press Service, Bogota 1999, 9496, "Ce R, BaKDELL I sgnificate dell'amore Eide saranno un came sola, LDC. Leumnn Torino) 1994, 172-182, Cir FC. M6; Los derechos de la fala, del hombre, del mito... Documentos de a ‘Santa sede y Declaraciones Internacionales, PPC., Maid 1983, Este paralelo se puede demostrar a través de las vicisitudes que ha teni- do en la historia de la teologia moral la categoria de la “epiqueya"”. Desde esta perspectiva surge la necesidad de educar al laico, a la pareja humana, para el empleo recto de Ia epiqueya como uno de los instrumentos de for- ‘macin de la conciencia conyugal. E] magisterio de la Iglesia mas reciente, sea con el Vademécum para confesores (12 Febrero 1997)', sea con la alocucién del Papa a Ia Peniten- ciara Apostélica (17 Merzo 1997), ha exhortado a “Ia formacién de la cconciencia de los fieles”. Es una Iinea de reflexién y de accién en que se debe empefar la Iglesia entera, porque en este aspecto existe un vacio a Ile- ar Juan Pablo Il asume con decisién este desafio del presente en un caso cconcreto como es la pastoral de la Iglesia frente a las parejas en situacién inregular; “Jos pastores y la comunidad eclesial se preocuparin por conocer tales situaciones y sus causas concretas, caso por caso, se acercarin 4 los que conviven, son discresia y respeto; se empefiarén en una ‘accién de iluminacién paciente, de correcciGn caritativa y de tes ‘monio familiar cristiano que pueda allanarles el camino hacia la regularizacin de su situaci¢n’” (FC. 81). En el campo de la ética conyugal el laico debe tener una amplia compe- tencia. El Cardenal Suenen anotaba ya antes del concilio Ia necesidad del didlogo sobre la materia sexual entre los diversos estamentos de la Iglesia, yy advertia que esta tarea no se Hevaria a cabo si no es a condicién de una amplia apertura a la colaboraci6n con los laicos". Posteriormente al Vaticano TI es Ratzinger quien subraya esta misma apertura: sostienen los padres sinodales (1980) que la doctrina no puede ‘consistir solo en concep.os te6ricos, sino que debe ser considerada en ta historia del pueblo de Dios en camino, Criterio de la doctrina debe ser el sentido de la fe del pueblo de Dios, la experiencia de los esposos, el traba- CB, Hawt, “Epicheia”, en Disinaro encclopedio di teologia morale (a cura iL, Rossi- A Valsecchi, Pain, Rom 1981, 357-365. “Cie pONTIMEID CONSICLO PER LA Fic, Vademécuon para Tos confesores sobre algunos temas de moral conyel. Libera Bite Vaticaa, Cit de Vaticano 1997 Cle Grovawnt Paato 1 "Discos ai patecipant ad un corso promosso dalla Peni tenciaria Apostolica”, Oservtore Romano 18 Marzo, 1997, 7, Che Ls. SUENDNS, Arore e padronanca di sé, Paoline, Roma 1961, ITI Jo de los te6logos y de los fildsofos, el progreso de las ciencias humanas y las valoraciones del Magisterio de la Iglesia”. BB. Bennassar pone de manifiesto que es competencia de la comunidad participar en la elaboracién de la teologia moral, Nosotros aftadimos: deberd ser competencia especifica de los casados una participaciGn especi cn Ia estructuracién de la ética conyugal. La concepcién de la jerarquia ‘como ‘ecclesia docens' hizo que la reflexién teol6gica fuera ‘monopolio’ de pastores y teclogos (varones y célibes)”. Ya comienza a ser una realidad la presencia de :edlogos laicos casados dentro de la Iglesia que se estén inte resando por el campo de la ética matrimonial: J. Dominian®, G. Campan nif, M. Tedeschi®, Incluso hay parejas de esposos que comienzan a cor partir su experiencia teolgica como Jurgen y Elizabeth Moltmann, como Giorgio y Gicna Campanini. Con el paso de una ‘cultura del UNO’ (androcéatrica, machista) a la “cultura del nosotros conyugal’ tampoco sera el vardn casado el que man- tenga el ‘monopolio’ del protagonismo en las decisiones conyugales y fami- Tiares, a todos los niveles, sino que deberd ser “la conciencia de pareja” la {que opere “Ia deliberacién y decisién conjunta”. (Queriendo anotar algunos casos concretos, en que este protagonismo de pareja en el campo de ética conyugal debe ser efectivo, indicamos estos: la paternidad responsable; la asesor‘a y participacién oficial en los tribunales eclesidsticos en orden a iluminar los problemas matrimoniales, que ya el canon 1.421 § 2 del nuevo cédigo de Derecho Canénico prevé, superando asi la probibiein de Trento; la reflexi6n sobre el matrimonio y 1a familia, a diversos niveles: reflexién teol6gica, espiritualidad, pastoral, derecho canénico, consejeria matrimonial y familiar, ete Cf G. Concern, La famiglia cristina nel mondo contemporanco, Logos, Roma 1980, 169. Cf: B Bennassa, Pensary ivi moralnente. 85 87 > Cie J.S.Boreno G., Etieaconiugae. 173. © Cir J. Dowbuns, Te Capacity ro love, Longman, London 1986; fp, Propose per na nuovo eticaeesuale, Clavdiana, Torino 1979; [0., Christan Marriage, Longman, Lon ‘don 1977 "Cie.G. Cawanins Amore, familia, matrimonio, Marie, Casale Monferrato 1992 fo, I matrimona nella sctet®secolare, Ave, Roms 1972 "© "Ott M TeDESCH, La coppia, amore per la vite, Dehonane, Roma 1995. © Che Dens 1822, ROTSCONISMO DEPAREIA UX MINISTERIO A EJERCTTAR a CONCLUSION Fundamentar el protagonismo de los laicos, particularmente de la pareja humana, en tna teologia renovada de la Iglesia, es tarea prioritaria al pre- sente. Para que este protagonismo se haga eficaz es necesario educar al Tico, formar a las parejas de esposos, hacigndoles tomar conciencia de ‘su ser’ y de ‘su quehacer’ o misién dentro de la Iglesia. Es una toma de conciencia valida no solo para los laicos sino también para los sacerdotes, que deberin abrir espacios nuevos dentro de la comu: nidad eclesial. Con razén el documento de Puebla establecié que se impar- ta una suficiente formacién pastoral familiar en los seminarios y en Ia for- ‘maci6n permanente de los sacerdotes (614). Mas recientemente (19 Marzo 1995) la Congregacién para la educacién catdlica ha dado a conocer algu- -as directrices para la formacién de los seminaristas sobre los pro- blemas que afectan al matrimonio y a la familia Quetemos cerra: estas piiginas dirigiendo a los laicos la misma expre- sién con que el Papa arengaba a las familias en su exhortacién apostélica Familiaris consortia (17): “Iaico, s€ lo que eres”.

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