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PETER BROWN POREL OJO DE'UNA AGUJA LA RIQUEZA, LA'CAIDA DE ROMA Y LA CONSTRUCCION DEL CRISTIANISMO EN OCCIDENTE (350-550 d:C.)"” TRADUCCION, DEL INGLES DE AGUSTINA LUENGO BARCELONA’ 2016 | ACANTILADO UNA EPOCA DE OPULENCIA. conservaba sus propias cartas, a diferencia de Simag, Agustin, que amontonaba copias en los anaqueles dey Vide blioteca obispal de Hipona. Como buen caballery a vivia para sus amigos y esctibia para ellos, Al Parecey, fe , sus amigos de Aquitania quienes conservaron copias i cartas y poemas. Como ha sefialado Catherine Conybeare i dactaba esas cartas como «textos meditativos» para aie e tar el alma de grupos pequefios de cristianos comprometige” muchos de los cuales eran terratenientes, como é] mnismo habia sido." Hay que confesar que con una pequeiia ran de Paulino basta. Hacia el afio 408, sus amigos probable mente sintieran que ya se habian alimentado hasta la Sacie. dadconesa dieta nutritiva. Sin embargo, era precisamentee, los circulos de cristianos terratenientes y de clase acomodadg donde la poesia de la riqueza propuesta por Paulino Seguia con su obra, moldeando el imaginario de los siglos venideros, Paulino garantiz6 que el debate sobre la riqueza cristina se diera ahora entre las personas realmente ricas. Incluso al- gunos afios antes de que Paulino y Agustin se establecieran en Nolay en Hipona, respectivamente, ese debate habia esta- Mado enla propia Roma. Alli el debate sobre la riqueza apun- taba cada vez més hacia el este, al otro lado del mar, hacia un Outremer imaginario: los asentamientos de ascetas de Egipto y Tierra Santa. La acritud y el dramatismo del debate se acen- tuaron con la intervencién de personas deseosas de conver: tirse en los mentores ascéticos de los ricos de Roma. Dichas personas no siempre eran populares, Para comprendet los motivos, debemos remontarnos hasta casi un siglo atrds para describir la Roma cristiana de los tiempos de Constantino en adelante, dado que los acontecimientos de esa época const tuyeron el telén de fondo de los distintos grupos de cristis- nos de clase alta, entre quienes se contaban los que apoy® banylos que rechazaban al laborioso e inolvidable Jer6nime. © Conybeare, Paulinus Noster, pp. 16, 161-165. 494 5, PROPTER MAGNIFICENTIAM URBIS bMAE®: A CAUSA DE LA MAGNIFICENCIA RO DE LA CIUDAD DE ROMA os ROMANOS RICOS ¥ SU CLERO, DESDE CONSTANTINO HASTA DAMASO (312-384 D.C.) Una vista propia de un decorado yeatral: Roma en el atio 370 d.C. Los palacios, el suburbium y las iglesias En el siglo Iv, Roma segufa siendo una ciudad extraordi- naria. El viajero que entraba en ella por el sur, por la Puer- taApia, tenfa una hora de caminata a buen paso en medio de un continuo paisaje de piedra y ladrillo antes de salir de laciudad por el extremo norte, por la Puerta Salaria, Esel mnismo viajero podia atravesar Tréveris a pie en veinte mi- nutos. El viajero pasaba por éreas monumentales destina- das a anonadar al visitante.' Por todas partes, en el cen- tro monumental, la poblacién de mas de medio millén de personas se apretaba en las edificaciones elevadas y rui- nosas de los valles que iban desde el Tiber hacia las coli- nas. Comparadas con el caos de abajo, las colinas que te- corrian el horizonte oriental, «mostrando una vista propia de un decorado teatral», oftecian «un especticulo que no | Amiano Marcelino, Res gestae 16.10.13-17, sobre Constancio I y Primera vez que entré en Roma. Ojalé el lector haya podido experi- Rentar una caminata imaginaria por la Roma del siglo 1v, semejante ala giesida por Diane Favro para la Roma de Augusto: D. Favro, The Ur Eee Image of Augustan Rome, Cambridge, Cambridge University Press, £25:PD- 255-279. La mejor introduccién sigue siendo R. Krautheimer, oe Profile of a City, 312-1408, Princeton, Princeton University Press, 495 UNA EPOCA DE OPULENCIA se puede dejar de contemplar».’ Coronadas poy : dines, en cuyas profundidades podian atisbarse esi palacios, las colinas de Roma eran el lugar donde oe aristocracia romana. Alli se encontraba el mun doth mus noble, de los complejos palaciegos, muchos d les eran centenatios.’ El otro polo de la vida de los romanos ricos erg d bium. Las tesidencias en el suburbium eran el equi Sub, de las villas que rodeaban las ciudades de otras ete El suburbium era una «cuasiciudad».* Se trataba de mes tensién practicamente ininterrumpida de Roma, un, i eh que, en parte, estaba dedicado a los muertos y que, en ~ te, mostraba una animacién fuera de lo comin. Las ela de generaciones de romanos se extendian alo largo dela Vi Apia (cosa que también sucedia en los demas caminos qe conducfan a la ciudad). Los cementerios cada vez mis idey, tificados con los cristianos (como las catacumbas de San. bastian, el rea funeraria que actualmente visitan los turista) estaban un poco apartados del camino basiltico principi. Pero, en medio de los distintos sitios dedicados a los muet tos, la tierra prosperaba. Era una zona de villas palaciegs, de cultivos intensivos (dependientes, en gran medida, del mano de obra esclava) y de industrias artesanales que pres taban servicio ala ciudad.’ los} do, lovey, 2 Estrabon, Geografia 5.3.8 Led. esp.: Geografia,tradsJ. Vea Ti yJ. Garcia Artal, Madrid, Gredos, 2001, 5.3.8, p-83]. a . Hillner, «Domus, Family, and Inheritance: The Senator Fst Housein Late Antique Rome, Journal of Roman Studies 93 (2003) 0" 14! tichita al medioo® 5. 4 L.Spera Ipacsayio suburbono di Roma dal antici re, Il comprensorio tra le vie Latina e Ardeatina dalle Mura lio, Roma, Breischneider, 1999, pp. 439-442- sie 5 Véase esp. E. Champlin, «The Suburbium of Rome», Ae nalof Ancient History7 (1982), pp.97-1175N. Purcell «TOM 2 page en H. von Hesberg y P. Zanker (eds.), Romische Grier esses stellung, Status, Standard, MGnich, Bayerische Akademie det 496 108 ROMANOS RICOS ¥ SU CLERO gnel suburbium, panies de Roma encontraban un fu- ‘donde descansar en los meses deestio, mientras que una gi pede muerte (debida, principalmente, ala malaria produ- abe el Plasmodiuns falciparum, que domins el valle del cide Pt ante siglos) Se cera por toda la ciudad Simse ee cinco villas en el suburbium, é t También se encontraban alli fas villas destinadas al otium spiritual, como las del Casiciaco de Agustin y las villas his- anas a las que se habia retirado Paulino de Nola antes de su aversion. Dichas villas recibfan los favores tanto de los cris- tianos ricos como de sus colegas paganos. Desde la décadadel so en adelante, Marcela, la piadosa viuda cristiana, dejaba con frecuencia su palacio en el Aventino para dirigirse a una Fea en el suburbiu. Jerdnimo le escribié alien el afio 385, Laimaginaba feliz entre las lechugas frescas mientras recorda- ba, en el tradicional estilo romano, las vanidades de la ciudad que estaba a tan solo una hora a pie de su granja: «Quédese Roma con sus tumultos, que la arena se encrespe, sigan las lo- curas de su circo, sus teatros fomenten Ia lujuriay [...] queel senado de las matronas siga siendo diariamente visitado».’ En eltranquilo refugio de su residencia suburbana, Marcela po- dia leer los salmos en medio del gorjeo de las aves. Gracias a la correspondencia de Jerénimo y a otros do- Simaco ten, 3987 (Bayerische Akademie der Wissenschaften: Philologisch-histo- rische Klasse/Abhandlungen, NF 96), pp. 25-41; P Pergola, R. Santangeli Valenzani y R. Volpe (eds.), Suburbiume: I suburbio di Roma dalla risi del sistema delle ville a Gregorio Magno, Roma, Ecole frangaise de Rome, 2003 (Collection de I’Ecole frangaise de Rome 311). W. Scheidel, «Germs for Rome», en C. Edwards y G. Woolf (eds.), Rome the Cosmopolis, Cambridge, Cambridge University Press, 2003, PP. 159-176, en p. 159. _” Jeronimo, Carta 43.3, ed. 1. Hilberg, Viena, Osterreichische Akade ie Wissenschaften, 1996 (CEL 54.1), p- 320 Led. esp.: Epéstolario, J.B. Valero, Madrid, BAC, 1993, vol. 1, 43:3> P-367]+ En este capitu- 17 los dos siguientes, todas las ctas de las caras de Jerénimo se refe- alos correspondientes voluimenes y piginas de esta edi ti 497 UNA EPOCA DE OPULENCIA cumentos, tenemos mucha informacién sobre determ cristianos ticos de Roma a partir de la década del 33, Rado, equé era marcadamente cristiano en ese Bigantescs ty urbano de alrededor del afio 350? La Fespuesta sorpreng* Jas personas de nuestro tiempo: casi nada, E] Viajero . traba en Roma se encontraba con una ciudad Précticans® carente de monumentos cristianos, Habia, a Jo sumo, = : veinticinco iglesias distribuidas en medio de un tejido bano constituido por catorce mil bloques de viviendas D chas iglesia se mezclaban con los edificios citcundanny ih el mejor de los casos, tenian el aspecto de las casas urbang modestas, como las que poseia la nobleza Menor: una silage recepcién rodeada de unas pocas construcciones subsidiy tias alas que se entraba desde un patio. En una ciudad como Roma, con medio millén de personas, las iglesias exiseng disponfan de espacio para veinte mil fieles. Para los ojos acos. tumbrados a una ciudad tradicional, el cristianismo eta invi sible dentro de las murallas de Roma! No podfa decirse lo mismo del suburbium. Alli, un donan. ,te cristiano ya habia dejado sobre la tierra la huella de une [riqueza inmensa. Se trataba de Constantino. Con la cons. { truccién de santuarios y mausoleos cristianos espectaculs- | Fes, vinculados a lugares cristianos en las afueras de Roma, | Constantino puso de manifiesto su conversi6n al cristiani- mo en el afio 312. Constantino fundé dos basilicas de gran importancia: la de San Pedro, en la colina Vaticana, y la de los jardines de Letrdn, que se extendian por las colinas en el rea sudorier- tal de Roma (actualmente se la llama San Juan de Letrit! A ambas iglesias les entregé vasijas litargicas, connate y altares impresionantes: casi 230 kilos de oro y 5788 k ml de plata. Concedié a la Iglesia romana una renta impo” Lizzi Tes * Curran, Pagan City and Christian Capital, pp. 116-196: Li Senatori, popolo, papi, pp. 105-125. 498 =~ a iit DieTRAN MAPA 3. La Roma cristiana (300-500 d. Obsérvese la naturaleza en gran medida periférica de las construccio- tes eclesiisticas erigidas por Constantino, asi como el lento desarro- ledelas iglesias dentro de la ciudad. Las colinas sefialadas en el mapa stan los principales lugares de residencia de Ia aristocracia. ‘unos veinticinco mil solidi (mas o menos un cuarto del in- eso anual de Simaco). Sin embargo, la mayor parte de esa jaitse destinaba al sostén de las basilicas que él mismo ha- bia fundado, Se dedicaban mas de cuatro mil solidi anuales {cuatro veces la renta estimada de la «pequefia herencia» de “sonio) al mantenimiento de las luces de la basilica de Le- _ "any de su baptisterio? , tage Pietti, Roma Christiana Recherches surl'Eglise de Rome, son orga- "Politique, som idéologie de Miltiade a Sie II (311-440), Roma, 499

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