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Cy 3 Ls a i S 3 i i i 2 s i= ie Be] g S bs Fy 3 | iad Enrique X. de Anda - indice Primera parte: La arquitectura en el México prehispanico .. 15 1. Elakiplano mexicano. .... e Cuicuilco .... Teotihuacan La ciudad y sus piramides 20 Talud y tablero 23 La Giudadela 24 Los médulos habitacionales 26 Tula . 29 Tenayuca 32 México-Tenochtitlin 35 tras ciudades del altiplano 38 Xochicalco ..... Malinalco .... 2. La arquitectura del mundo maya 41 Palenque .... El estilo palencano Los edificios ... Dos estilos peninsulares del periodo clisie yel Puuc 49 El estilo Rio Bec 50 La region del Puuc . 53 Uxmal ...... 57 Elaltiplano mexicano y su influencia en Ja peninsul Chichén Iwa . 3. La arquitectura de la regién de Oaxaca 63 Monte Alban . 63, Mita ... 12 Inpice 4. La arquitectura de la costa del golfo de México 69 Taj ... 69 Segunda parte: La arquitectura del virreinato 75 1. La arquitectura monistica del siglo XVI 77 2. Eleclipsamiento del clero regular . 3. Los modelos arquitect6nices religiosos del siglo XVII. 95 4. Los conventos de mujeres 5. El criollismo y su repereusién cultural 6. Laesencia del barroco mexicano 7. Las catedrales .. 8. La arquitectura barroca El retablo ... El barroco en las portad: El azulejo 9. Los palacios del siglo XVII 10. Colegios y otros edificios civiles . Tercera parte: La arquitectura del academicismo 1. La fundacién de la academia .. 2, Primer periodo: el neoclasico en el virreinato (1783- 1810) ... sisi 3, Segundo periodo: el academicismo republican (1811- 1876) ... 4, Tercer periodo: la arquitectura del porfiriato (1877- 1910) .... Cuarta parte: La arquitectura después de Ia Revolucion Me- xicana ..... seat . 163 1. El proyecto nacionalista 163 El yasconcelismo. ..... 168 %. José Villagrin Garcla'y Caries Obregon Santacl meras respuestas a favor del cambio ...... La influencia estética del decd... El vértigo del rascaciclos La arquitectura funcionalista . 3. La arquitectura de los cuarentas 4. Quinta década La Ciudad Universitaria ...... 171 175 180 181 190 194 194 ixoice 13 La integracién plastica 197 Las cubiertas direccionales 199 5. Elrechazo al funcionalismo 202 La arquitectura emocional - 202 Luis Barragén 203 6. La transformacién del funcionalismo . E] internacionalismo 7. El periodo de los sesentas sssssssssssssssssesssessee 210 La imagen del estado 210 Los edificios para la Olimpiada 212 8. La década de los setentas . 213 Concreto: plasticidad y textur: 213 La verticalizacion de las estructuras .. 219 El regionalismo .. 221 La vivienda colectiva . 224 Otros caminos plisticos en los sesentas y setentas .. 9. La década de los ochenta y los primeros noventas La moderidad sesenta aitos después a Los indicadores ... Los nuevos argumentos, 233 La pluralidad de formas 238 10. Elenlace can el siglo XXI (1994-2004) 246 La cultura arquitectnica 246 Motivaciones y cualidades 251 Obras y autores 254 Bibliografia basica ... Primera Parte La arquitectura en el México prehispanico 1. El altiplano mexicano /Dos mil aiios hace que en gran parte del territorie que ocupa la Republica Mexicana y extendiéndose hasta Centroamérica, se de- sarrollé una de las mas grandes epopeyas culturales que registra la historia de la humanidad. Dispersas en la geografia de lo que hoy se conoce como Mesoamérica (una extensién que avanza del centro de México hasta Honduras y parte de El Salvador) brillaron Jas llamas del ingenio humano, que abrazando causas profunda- mente religiosas dieron lugar al surgimiento de una serie de cule turas independientes entre si, pero con gran identidad de principios tecnoldgicos, econémicos y espiritualgs: Las grandes hazanas del mundo prehispanico en México se resolvicron cn lo material a través de una extraordinaria produccién arquitectoni- ca, acompafiada de otras manifestaciones plasticas que hoy en dia, amén de ser clasificadas como obras artisticas por el juicio occi- dental moderno, son ademas los tinicos elementos tangibles dis- ponibles para penetrar la nube de misterio que sigue envolviendo este escalén de la historia del mundo, La nobleza de la técnica constructiva ha permitido en cier- tos casos, la supervivencia centenaria de algunos edificios que son Jos Ginicos ejemplos representativos de la concepcidn espacial del mundo prehispanico. El desconocimiento casi absoluto de las condiciones de utilizaci6n y el significado ritual de esta arquitec- tura en su propio contexto social, nos impide en la mayoria de los casos, intentar siquiera una interpretacion en torno al contenido expresivo original de las construcciones; en muchas ocasiones en- contramos estructuras de diversos periodos que por distintas ¢ir- cunstancias coexisten en la actualidad, siendo que en la época de SSE SEE 16 La ARQUITECTURA EN EI. MEXICO PREHISPANICO ELA su utilizacion social seguramente presentaban otro modelo de re- cas! laciones fisicas y ambientales. Por ello, establecemos el antece- ron dente de que las referencias que se expresarén a continuacién dete quedan sujetas en principio al aspecto actual de los edificios, va- visic lorandolos de acuerdo a un juicio estético contemporaneo y que gios seguramente nunca en el tiempo en que sitvieron a sus usuarios, feri« fue siquiera visumbrado por las sociedades que los crearon; cree- pro mos que al menos la arquitectura que tuvo cometido religioso se Jas) concibié como entidad totalmenie sacralizada, ajena seguramente das a los parametros de composicién y apreciacién visual que rigen en lap laactualidad. En tal medida nuestra aproximacion sera directa so- mo bre el yestigio fisico (las ruinas) celebrando su contenido plastico- me estético y sobre todo intentando en la medida de lo posible, la sen comprensién de los significados trascendentes de las formas a tra- esti vés de la voluntad mitica que las alumbré. en A partir de la division que los historiadores han hecho de de las grandes regiones culturales de Mesoamérica, hemos agrupado ver nuestro material de anilisis en funeién de cuatro marcos geogri- ficos: E] Altiplano Central, la regién Maya, el Valle de Oaxaca y la seg Costa del Golfo. Para cada uno de ellos hemos hecho una selec- ha cién de ciudades que consideramos representativas, pero que de cla ningiin modo y en virtud de la extensién de este ensayo, agotan luc la totalidad de los focos de desarrollo arquitecténico reconocidos tec hoy en dia por la ciencia arqueolégica. Por otra parte, el orden m en el que se presentan obedece a una secuencia cronolégica de Es tal suerte que aparecen en primer término las ciudades de es- lay plendor cultural mas remoto, para concluir con las manifestacio- ge nes mas recientes, algunas de ellas como en el caso de la gran Er Tenochtitlan, floreciente y en el momento de mas intenso brillo ce artistice cultural y cientifico, a la llegada de Cortés al valle de Ana- | su huac. e el a Cuicuilco e « EI surgimiento de las primeras manifestaciones culturales en los e grupos humanos asentados en las orillas de los lagos de México, =| Ic data de por lo menos 2.000 aiios a.C., cuando en las aldeas de El | vw Arbolillo, Zacatenco y Tlatilco, tuvicron lugar expresiones plasti- p EL ALTIPLANO MEXICANO 7 cas y tecnolégicas que corresponden a sociedades que organiza- ron su cotidianeidad, tanto dentro de un modelo econémico determinado fundamentalmente por la agricultura, como por una vision de la existencia estructurada con elementos de orden reli- gioso. Los vestigios materiales de estas culturas del preckisico in- ferior (2.000 a 1.300 aitos a.C.), consisten en un rico conjunto de productos de barro, algunos de uso cotidiano (ollas, platos, vasi- jas) y otros descubiertos cn los enterramientos funcrarios, lo cual da cuenta de una sensibilidad orientada fundamentalmente por la practica religiosa. La cultura de las «mujeres bonitas», como Ila- mo Rail Flores Guerrero a este momento de la historia mesoa- mericana en yirtud del prototipo de estatuilla con repre- sentaciones femeninas que la caracteriza, plasmo6 su concepcion estética a través de rasgos absolutamente distintivos, que juzgados en los tiempos presentes confieren a la armonia y la sensualidad de la figura humana, el valor de simbolos que expresan la pervi- vencia del alma mas alla de la muerte. La arquitectura de estos asentamientos de ceramistas fue seguramente de tipo perecedero, de tal suerte que hoy en dia no han quedado yestigios de ella; no ¢s sino hasta el horizonte pre- clisico superior (entre 700 y 100 anos a.C.), cuando la natural evo- lucién de los conceptas religiosos consolida los principios de una teocracia, que demanda de la comunidad la edificacién de es- tructuras pétreas dispuestas a perdurar frente al paso del tiempo. Es asi que en Tlapacoya y Cuicuilco, aldeas en las orillas de los lagos, tiene lugar en esta Epoca la construccién de los mas anti- guos edificios del Altiplano Central dedicados al culto religioso. En Cuicuileo, se construyé un soberbio basamento de_planta cir-_ cular de 135 -metros-de-diametro y altura de dieciocho metros en sus cuatro cuerpos escalonados. Hacia el oricnte, el edificio pre- senté tina escalinata (perdida en la actualidad), y una rampa por el poniente, de la cual apenas subsisten restos. La generatriz, curva del yolumen expresa una voluntad de forma que bien podriamos entender como vinculada a lo organico de la existencia, a dife- rencia de la arquitectura que se desarrollara en ctapas posteriores, en donde ¢l predominio sera el de la abstracci6n como ilusién de lo atemporal. La piramide circular de Cuicuileo con su rotundez volumétrica y el gracil ensamble de la rampa poniente, se des- prende de la tibieza del subsuelo animada por los mismos con- Is LA ARQUITECTURA EN EL MEXICO PREHISPANICO ceptos de armonia y sensualidad que prevalecieron en las estatuillas femeninas del preclasico, al Gempo que se presenta como medio de vinculacion entre la vida terrenal y la dimension de lo divino, mantiene como condicién geométrico-arquitecté- nica el caracter de una cultura que encontré en el fragil moldeo del barro la manera de perpetuarse frente a la marcha del tiempo. Teotihuacan Se dice que cuando atin era de noche, cuando ain no habia luz, cuando ain no amanecta, dicen que se juniaron, se llamaron unos a otros los dioses, alli en Teotihuacdn, con este recuerdo de la convocatoria di- vina se inicia la leyenda de la creacién del quinto sol, cuya cele- bracién se sefala segtin la historia del mundo azteca en Teotihuacan («el lugar donde los hombres se convierten en dio- ses»). Cuando los informantes indigenas narran sus historias a Fray Bernardino de Sahagiin pocos aiios después de la Conquista, han pasado ya por lo menos eatorce centurias del inicio de la cons- Teotihuaccin (estado de México), la Calzada de los Muertos vista desde la pirdmide de la Luna. Foto: Enrique X. de Anda A TT EL ALTIPLANO MEXICANO 19 truccién de las grandes pirdmides teotihuacanas y nueve desde que los tiltimos pobladores de la mas importante metrépoli del Altiplano Central, la abandonaron por causas que a la fecha si- guen siendo desconocidas. Hoy en dia, hay veinte siglos desde la fundacion de Teotihuacan y el asombro ante la gran epopeya constructiva del hombre no ha disminuido en la sensibilidad de la civilizacion de la fision atomica; si bien el dominio de la natu- raleza a través de la intelectualizacion de sus leyes, ha permitido ala humanidad el aeceso a lo intangible del microcosmos y llevar su presencia fisica mas alla de la biosfera, no existe en el mundo presente ninguna posibilidad de aproximarse a la esencia de la sensibilidad teotihuacana, que en los albores de nuestra era y ha- ciendo uso de tecnologia litica dio cuerpo en Ia arquitectura, la pintura y la escultura, a una compleja cosmogonia que fue prin- Gipio y fin de la produccién material de este pueblo a lo largo de casi mil aitos. A medida que la civilizacién occidental avanza en el tiempo y es capaz de calcular el peso y la edad de los cuerpos ce- lestes, tal parece que se aleja con mayor rapidez de una estructura de pensamiento que como la mesoamericana entendi6 a la pre- sencia humana y la dinamica estelar como parte indisoluble de una sola realidad en el tiempo. La poesia mexica incorpora a su historia el pasado teotihuacano y explica divinizandola que su mo- numentalidad fue la cuna donde se levanté el quinto sol: al siglo veinte con su carga racional y refractaria al pensamiento mitico indigena, tal parece que tan solo le qued6 la posibilidad de contar, medir e inventariar los vestigios arqueologicos de la Ciudad de los dioses. En Teotihuacan (nombre impuesto por el pueblo mexica) se consolidé el pensamiento religioso que en Cuicuilco y Tlapa- coya habia dispuesto desde el ano 500 a.C., la sacralizacién del espacio de las aldeas, mediante la construccion de estructuras que vincularan Ia plegaria humana con Ia presencia de las deidades. Sin Cuicuilco el esfuerzo de la colectividad para la ereccion del basamento se orienta en favor de una suerte de reproduccién del contorno natural, en Teotihuacan tiene lugar un proceso de in- tegracion de una voluntad de forma que pervivira como el ejem- plo mas acabado de la arquitectura clasica mesoamericana; de un lado retoma el perfil y la potencia visual de las montaias circun= dantes, por otro leva a su maxima expresion compositiva la re- 20 Ly ARQUITECTURA EN FL MEXICO PREHISPANICO lacién de lineas y planos del sistema «Talud y Tablero», llegando: con ello a integrar un modo de expresin artistica que se basa en la economia de la abswraccién, para conseguir impactos visuales de extraordinaria calidad plastica. La arquitectura teotihuacana de la etapa de madurez artistica de la ciudad, adopta la abstrac- cién formal como cualidad de un medio expresivo que hace con- vivir al intelecto humano con lo que ¢s esencialmente divino. La observacion del transito celeste da lugar en Mesoamé- rica a la intuicién de la geomeu‘a, a la certeza de que la repeticién de los acontecimientos dentro de los mismos compases de tiempo es designio de los dioses y en tal medida, un campo de decisiones en los que el hombre no tiene posibilidad de intervenir. Sin em- bargo, a pesar de que existe la conciencia de que los grandes ciclos aturales no pueden ni deben ser alterados por la humanidad, al hombre se le presenta una posibilidad tmica para reproducir el ambito divino mediante la aplicacion de una constante de repe- ticidn: el ritmo, El ritmo es ley divina que puede ser usada por los hombres y que al igual que los trazos rectilineos a que ha desem- bocado la abstraccién de las formas, da lugar a una codificaci6n de las manufacturas que si bien son resultado del esfuerzo fisico de los habitantes de este mundo, permiten y dan cabida a la pre- sencia permanente de los dioses en todas las tareas que componen la vida cotidiana del teotihuacano, La arquitectura religiosa surge entonces no s6lo como un apoyo para la celebracion litirgica, sino como la divina transubstanciacién que toma peso y lugar en el espacio mediante la forma rectangular que va mas alla de la conciencia humana, estableciéndose en un nivel de comprensién en el cual la arquitectura ya no «representa» sino «significa», arti- culando la fuerza propia de la geometria lineal con el concepto de divinidad. La cindad y sus piramides Teatihuaean se poblé por lo menos desde el afio 300-a.C., cuando aparccié um niicleo habitacional al noroeste de la actual ciudad (la zona se conoce como «eiudad vieja») con una extensién apro- ximada de cuatro kilémetras cuadrados y constituide por una po- blacién cercana a los cinco mil habitantes. Se piensa que hacia el afio 200 a.C., recibié el impacto de un grupo de emigrantes de la EL ALTIPLANO MEXICANO 21 antigua Cuicuileo (desaparecida bajo la lava del volcan Xitli), que a partir de esta fecha coadyuvé a la expansion de la ciudad. Los yestigios arqueolégicos que han sido rescatados dan cuenta de la extension y complejidad de una metrpoli que hacia el siglo VII AC, inicié su declinacién motivada por circunstancias que no han logrado esclarecerse a la fecha, En el momento de su extin- ci6n, la ciudad contaba con una poblacin estimada en cien mil habitantes, veinte kilémetros cuadrados de extension urbana 3 una influencia cultural extendida hacia todos los rincones de Me- soamérica. La composicién de la ciudad consta hoy en dia de tres reas fundamentales: el niicleo religioso integrado por la Calzada de los Muertos y las piramides del Sol y la Luna (region que tal parece constituyé un sitio de peregrinaje cuya influencia rebas6 las fronteras del Altiplano Central mexicano), la zona «adminis- trativay y el area habitacional El azo urbano se origina en el nticleo religioso central a partir del cual surge un poderoso eje rector de la composicién. Al igual que ki mayoria de las ciudades prehispanicas, la disposicion de los elementos urbanos esta circunscrita a posiciones astrales vinculadas con la geografia del lugar, y relaciones calendaricas en- tre estrellas y las estaciones de Iuvia y cosechas. La eleccién del sitio obedece en este caso a razones de indole religiosa, presu- miéndose que Ia gruta sobre la que est4 construida la pirdmide del Sol, fue el motivo original de peregrinaje. La Calzada de los Muertos («Miccaothli», cuyo nombre fue impuesto al igual que los de las pirémides, por los aztecas), es una ancha avenida trazada de sur a norte (con un eje desviado cerca de 16° hacia el este, respecto del norte geografico) que desemboca en la denominada plaza de la Luna, elemento urbano que se constituye en expansiGn de la avenida, de tal suerte que da lugar a un dilatado vestibulo abierto ante el cual se inicia Ia ascension de la piramide de Ia Luna; seis basamentos piramidales flanquean los extremos de la plaza, que magistralmente articula el aire del vacio con la presen- cia de Tas masas perimetrales dentro de un juego de relaciones tipicamente teotihuacano, orientado a la consolidacién de un solo concepto: la sacralizacién de la materia mediante la presencia del intelecto humano. La piramide del Sol, con su fachada principal hacia el po- niente y su resonancia de contexto en el cerro Patlachique, se le- 22 La ARQUITECTURA EN EL MEXICO PREHISPANICO vanta en el costado oriente de la Calzada de los Muertos. Es la estructura monumental mas antigua (su construccién se inicié ha- cia el ato 100 a.C.), y la mas grande de la ciudad, con sesenta y cinco metros de altura y una base cuadrangular de 225 metros por lado, domina el territorio urbane y se ha convertido en los tiem- pos actuales en simbolo de la presencia prehispanica en el mundo moderno. La escala dimensional del edificio pone de manifiesto el destino de la construcci6n religiosa teotihuacana: asegurar la presencia constante de la di idad dentro de un contexto creado. para y desde ella, y en donde la figura humana ocupa un lugar totalmente secundario. EI sacerdote-arquitecto teotihuacano no utiliza la vertical como vinculo celestial, el cosmos del Altiplano Central mexicano dista muche de la concepcién catélica occiden- tal que estructura en niveles verticales el camino hacia la gracia divina. En Teotihuacan la divinidad habita un universo paralelo al de la humanidad, en donde como dice Eulalia Guzman: «El concepto del espacio indefinido, vacio, no existe; el universo se ide en regiones, donde habitan dioses y almas, conforme una jerarquia determinada», de tal suerte que Dios no esta arriba, sino coexiste simultaneamente en las cuatro direcciones cardinales; por ello la piramide teotihuacana no busca el despliegue vertical como cualidad formal, en su lugar aparece el vértigo de la linea horizontal que extendida dentro de un margen matematicamente determinado, dilata en el paisaje la comunién hombre-deidad. En Teotihuacan la arquitectura no busca la singularidad del monumento aislado, sino la extension de la masa sobre la geo- grafia dentro de un propésito de transformacién del paisaje re- curriende al desplazamiento de la linea horizontal en dos sentidos: primero, sobre la vertical creando planos y segundo, di- lavindose longitudinalmente dando lugar a cuerpos de tres di- mensiones. La Calzada de los Muertos es un ejemplo notable de esta voluntad de disetio, las fachadas de los basamentos laterales ex- tienden sus planos horizontales de tal manera que dinamizan la visual del contexto. En este caso, como en el resto de la arquitec- tura de la ciudad, aparece un elemente que obrando como con- trapunto contribuye a acentuar la presencia de los ritmos: la escalinata. Ubicada siempre al centro de la fachada principal, la escalinata enmarcada por sus dos alfardas y desprendida hacia el frente, contribuye a elevar el tono plistico de las formas, primero, ons EL ALTIPLANO MEXICANO 23 segmentando las extremidades horizontales a la vez que mediante un cambio de proporcién las densifica con los escalones, y segun- do, dotando al conjunto de la peculiar movilidad que provoca el sombreado de elementos dispuestos con inclinacién diagonal. Talud y tablero Si bien en general el contorno de la piramide se refiere a la silueta de las colinas, la vocacién formal teotihuacana tiende a espiritua- lizar la materia a través de la geometrizaci6n de sus componentes, de esta manera surgen los dos elementos compositivos claves de la arquitectura de la ciudad: el talud y el tablero, Se trata de una combinacién de dos planos horizontales en donde el inferior (ta- lud) reposa hacia el fondo formando un angulo préximo a los cuarenta y cinco grados, y el superior (tablero) enmarcado por una moldura recta, proyecta una sombra sobre el elemento infe- rior. El efecto visual de este birtomio es variable dependiendo de la posicidn del Sol respecto del edificio en cuestion; cuando la iluminacién no es directa los cuerpos del basamento ganan en so- lidez 6ptica, sin dejarse de percibir las lineas profundas que pro- voca la moldura perimetral al enmarcar el tablero. Cuando Ia luz se proyecta frontalmente, los cuerpos horizontales parecen des- prenderse de la masa tectonica y flotar sobre la fachada sin perder nunca posicién (a pesar de la inclinacién de los rayos solares), toda vez que el contexto obedece a una configuracion geométrica pesada. Arte clasico en su expresion atemporal, nada tiene que ver con fantasias que satisfagan propdsitos terrenos; todo en Teotihuacdn aparece enmarcado, sujeto definido, Rail Flores Guerrero referiré en torno a la primacia del rectingulo teotihuacano, manifestada desde el sistema talud-tablero hasta la conformacién general de los edificios: «...rectangulo rigido y ab- soluto, sublime, eterno € infinito, como debia ser la religion en ese Momento...» Biblioveses Universided Susinoma de Ctubed @ateer 24 La ARQUITECTURA EN EL MEXICO PREHISPANICO La Cindadela Al sur de la Calzada de los Muertos y en su margen oriental, se presenta el conjunto conocido como La Ciudadela. Cuadrangulo de cuatrocientos metros por lado y con un sistema de combin ciones que sintetizan en si mismos toda la codificacién arquitec- tonica de la ciudad, El conjunto plantea en principio una condicién permanente en Ia arquitectura teotihuacana: el domi- nio del espacio abierto como recurso basico para acceder a la mo- numentalidad; el constructor es consciente de la escala colosal del paisaje, y de una manera que se antoja genial perfila un ambito a través de la sucesién de plataformas que sin intentar segregar, in- dependizan el sitio y lo dotan de la fortaleza espiritual a que da lugar la regularidad geométrica. Las plataformas circundantes re- ciben basamentos que simétricamente ubicados respecto del eje central, son una resonancia constante de la letania horizontal que a lo largo del tiempo sigue entonandose cada vez que la luz del sol vitaliza el lenguaje de la piedra. En la regién oriente de la explanada interna se levantan dos piramides, la primera y mas antigua constituye un caso tinico. dentro del estilo teotihuacano al integrar prédigamente escultu- ras a sus elementos arquitectonicos. Una serie de mascarones re- presentando unos a Tlaloc, deidad tutelar de la ciudad, y otres a la hermosa simbiosis de la «serpiente emplumada- (Quetzal céatl), surgen alternadamente de los tableros del edificio. La ca- beza de la serpiente extraiamente dentada y emergiendo de un corona de plumas, se proyecta con sus formas curvas hacia el fren- te del conjunto, mientras en el tablero posterior cuerpo y crotalo se desplazan sensualmente en medio de un ambiente acudtico simbolizado con la presencia de conchas y caracoles. La segunda piramide de fase posterior, representa por un lado la antitesis del barroquismo de la anterior y por otra, ¢l climax del imperio de la abstraccin de la linea y el plano, la luz y la sombra en Teotihua- can. Si bien la Piramide de la Luna presenta en su fachada prin- cipal (la sur) un rico movimiento de voliimenes adosados que gradualmente parecen integrar la escala de la masa a la amplitud de Ia plaza, al igual que en la Piramide del Sol predomina en ella la regularidad absoluta de los taludes, tnicos elementos que se conyecan para el recorte preciso del edificio sobre el horizont en el caso de la piramide a que hacemos referencia, nos encon- 4 LA ARQUITECTURA EN EL MEXICO PREHISPANICO La Ciudadela Al sur de Ia Calzada de los Muertos y en su margen oriental, se presenta el conjunto conocido como La Ciudadela, Cuadrangulo de cuatrocientos metres por lado y con un sistema de combina- ciones que sintetizan en si mismos toda la codificacién arquitec- tonica de la ciudad. El conjunto plantea en principio una condicién permanente en la arquitectura teotihuacana: el domi- nio del espacio abierto como recurso basico para acceder a la mo- numentalidad; el constructor es consciente de la escala colosal del paisaje, y de una manera que se antoja genial perfila un ambito a través de la sucesién de plataformas que sin intentar segregar, in- dependizan cl sitio y lo dotan de la fortaleza espiritual a que da lugar la regularidad geométrica, Las plataformas circundantes re- ciben basamentos que simétricamente ubicados respecto del eje central, son una resonancia constante de la letanfa horizontal que a lo largo del tiempo sigue entonandose cada vez que la luz del sol vitaliza el lenguaje de la piedra. En Ia regin oriente de la explanada interna se levantan dos piramides, la primera y mas antigua constituye un caso tinico dentro del estilo teotihuacano al integrar prodigamente escultu- ras a sus clementos arquitect6nicos. Una serie de mascarones re~ presentando unos a Tlaloc, deidad tutelar de la ciudad, y otros a la hermosa simbiosis de la «serpiente emplumada» (Quewal- céatl), surgen alternadamente de los tableros del edificio. La ca- beza de la serpiente extrafiamente dentada y emergiendo de una corona de plumas, se proyecta con sus formas curvas hacia el fren- te del conjunto, mientras en el tablero posterior cuerpo y crétalo se desplazan sensualmente en medio de un ambiente acuatico simbolizado con la presencia de conchas y caracoles, La segunda piramide de fase posterior, representa por un lado la antitesis del barroquismo de la anterior y por otra, el climax del imperio de la abstraccién de la linea y el plano, Ia luz y la sombra en Teotihua- can, Si bien la Pirémide de la Luna presenta en su fachada prin- cipal (la sur) un rico movimiento de volimenes adosados que gradualmente parecen integrar la escala de la masa a la amplitud de la plaza, all igual que en la Piramide del Sol predomina en ella la regularidad absoluta de los taludes, tinicos elementos que se convocan para el recorte preciso del edificio sobre el horizonte; en el caso de la pirdmide a que hacemos referencia, nos encon- Et. ALTIPLANO MEXICANO. aa Teotihuacein (estado de México), Pirdmide de Quetzalcoatl Foto; Ensique X. de Anda A. 26 La ARQUITECTURA EN EL MEXICO PREHISPANICO, tramos frente al predominio del tablero con sus gruesos perfiles, la escalinata central dispuesta junto con sus alfardas dentro de un marco de proporciones de una grandeza inusual, y la dinamica infatigable del claroscuro en su cotidiano devenir. Excavaciones recientes en el edificio principal de la ciu- dadela, han puesto a la luz de la arqueologia el contenido de por lo mengs 126 enterramientos rituales directamente asociados con la posicién geografica del edificio; la mayoria puede suponerse hayan sido de prisioneros toda vez que aparecieron con las manos atadas a la espalda, aunque también han sido hallades infantes y personajes de alta alcurnia a juzgar por los atributos que les acom- pafian; interesa destacar de todo esto la relacidn entre la sangre tributada, la necesidad de permanencia tectonica del edificio y el sostén simbdlico del mismo, al haberse distribuido los enterra- mientos de acuerdo a las posiciones cardinales del mundo anti- guo. Los médulos habitacionales En torneo al centro ceremonial se despleg6 en Teotihuacan un te- jido urbano sumamente extenso y ortogonalmente trazado. La ciudad se organiz6 en base a nficleos de habitacién y trabajo, li- mitados por andadores en porciones que regularmente median cincuenta y siete metros por lado, las aguas residuales eran ca- nalizadas mediante drenajes subterraneos y las potables se alma- cenaban en cisternas de generosa dimensién (hubo una por lo menos, a 200 m. al noroeste de la piramide de la Luna); amén de los recintos estrictamente habitacionales (algunos de ellos con ca- racter palaciego como Zacuala y Atetelco), laarqueologia ha pues- to al descubierto talleres de artesanos, casas de retiro espiritual, bafios de vapor, y todas aquellas estructuras propias para el ser- vicio de una colectividad tan nutrida come Ia teotihuacana. El es- quema compositivo de estas unidades habitacionales obedece a un mismo patron: estructuras de un solo nivel, azoteas planas, pa- tios internos rodeados de pasillos porticados o de crujfas de ha- bitacion, muros de carga, columnas de seccion cuadrada armadas con morrillos de madera, y sistemas de conexidn entre un ambito y el otro generalmente obtusos y poco claros dentro del esquema de espacios internos. EL ALTIPLANO MEXICANO. 27 Los vestigios analizados han permitido deducir que estos niieleos de vivienda eran generalmente ocupadas por familias 0 “por-artesanos del mismo oficio; la distribucién utilitaria de |: areas observo areas de preparacién y consumo de alimentos, de estancia y dormitorio, de almacenaje y de desecho, y reas fune- Farias. Asimismo aparecen zonas de culto colectivo y de desarrollo ‘del trabajo u oficio que caracteriza a los habitantes. De los palacios que han vuelto a la luz gracias al trabajo arqueologico destacare- mos para nuestra relacién el del Quetzalpapalotl, que se localiza en la esquina sur poniente de la plaza de la Luna, de € se conserva hoy en dia un patio interno con tes flancos de habitaciones la- terales, La forma del patio hace referencia al soberbio manejo de las proporciones que caracteriza a la arquitectura de la ciudad; pilares de generosa seccién sostienen los terrados de las techum- bres y presentan en sus cuatro caras, relieves que hacen alusion al binomio quetzal-mariposa (de donde proviene el nombre del conjunto). E] remate vertical de los paramentos lo constituye un cinturén de cuatro tableros con sus correspondientes moldura- ciones, apareciendo sobre ellos una serie ritmada de elementos que han sido denominados almenas, por ser ésta la imagen aso- va mas proxima. En Teotihuacan el espacio interno se expresé con un con- cepto que no solamente admiti6 el natural alojamiento de activi- dades sociales dentro de los recintos hechos por el hombre, sino que ademas y de acuerdo a la significacién que para la cultura tuvo la arquitectura, los recintos interiores aluden a la integracién del hombre a los ciclos celestes, a la edificacion de las estancias a tra- ves de la ubicuidad divina, y a la concepcién del volumen, el color, lasolidez y el vacio como circunstancias concatenadas en favor del cotidiano devenir de la ciudad. Técnicamente la amplitud de las habitaciones queda resuelta de acuerdo a_la dimensian de los troncos de madera, los cuales apoyados libremente sobre los mu- ros de mamposteria constituyen la cubierta. Simbélicamente el re- Ginto define sus proporciones en funcion de la iluminacion solar que recibe a través del vano unico que da al patio interno, creando asi un sistema de relaciones espaciales que toman al atrio como punto de origen y a las habitaciones como tinicas destinatarias de la vitalidad solar que se genera en el patio. Este modelo de agru- pacidn se repite dentro de un mismo modulo dando imagen de 28 LA ARQUITECTURA EN EL MEXICO PREHISPANICO que la operacién de cada uno de ellos, se realizaba dentro de un margen de total independencia toda vez que las relaciones y co- municaciones entre uno y otro, se daban por tangencialidad y sin dotara estos vinculos de una jerarquia peculiar. El templete o ade ratorio que generalmente aparece al centro del atrio, contribuye a reforzar la idea de que a partir de este local abierto se propit la vida del resto del edificio: el ritmo y el equilibrio como facto- res que permiten a la vida del hombre sublimarse al pulso de los dioses. La presencia divina dentro de las habitaciones se manifies ta a través de la pintura tematica que se aplica en las muros. ET arquitecto teotihuacano vitaliza los muros recreando en ellos el escenario en donde se celebra la existencia de los dioses; media te la aplicacién de un color de base que cubre todo el muro, se rompe la limitante fisica de la materia y se integra ¢l espacio que ha creado el hombre con el espacio donde moran las divinidades. ‘Claro ejemplo de ello se iene en los murales de los edificios de Atetelco, Tetitla y Tepantitla; en el primero, una lazeria sobre fon- do rojo da lugar a subespacios ocupados por sacerdotes qu recen ante el espectador como parte de una sucesi6n sin limite y que de ningiin modo obedece solamente al marco fisico del muro. En Tetitla, las procesiones de jaguares y representaciones fronta- les de dioses o sacerdotes relacionados con el culto del agua, se encuentran completamente alejados del concepio de decoracién al modo occidental, para mostrarse con Ia vitalidad a la que solo puede dar lugar la permanencia de un principio religioso sobre cualquier consideracion de orden terrenal. Tepantitla con la re- presentacién del «Paraiso acuatico» (Tlalocan) al que tienen ac- ceso todas las almas que hayan dejado la existencia terrestre por medio del agua, expresa a través de la organicidad compositiva (ajena a los trazos axiales caracteristicos de la zona) el fenémeno de la interrelaci6n de la vida terrestre dentro de los recintos con la vida celestial (la que sc expresa en los muros), amén de ser uno de los pocos casos en los que el teotihuacano pinté, no el con- cepto de la existencia, sino la celebraci6n humana de la misma. n= al EL ALTIPLANO MEXICANO 29 Tula Capital de Toltecayou (lugar donde se unen las aries y los artistas), Tula llegé a ser en una fecha proxima al aio 980 d.C., el gran foco cultural que en el Altiplano Central mexicano recogié los vestigios de la epopeya artistica teotihuacana. Fundada por un grupo na- hua que provino del norte y que originariamente se establecié en Culhuacan, Tula es el asiento de un nuevo modelo de organiza- cin politico-social que devino en la transformacién de la estética arquitectonica que habia caracterizado al horizonte clasico en el altiplano, y que a partir del siglo X definira a las culturas mesoa- mericanas dentro del horizonte posclasico. Si bien la actividad re- ligiosa sigue siendo la tarea fundamental que anima la coti- diancidad de los pueblos, se genera un proceso de desfasamiento y sustitucion de valores mediante el cual la vision césmica del al- tiplano se reubica en funci6n de la practica de la guerra. Mientras que en Teotihuacan la arquitectura se plantea como parte inma- nente de la sustancia divina, y la figura del sacerdote representada con la misma persistencia ritmica de las grandes estructuras pé- treas cs un vehiculo fundamental entre la realidad terrena y su 0: Enrique X. de Anda A. ——S$—+——— 30 La ARQUITECTURA EN EL MEXICO PREHISPANICO paralela, la realidad divina, en Tula la figuraci6n se modifica ra- dicalmente; el guerrero es ahora el encargado del enlace divino y, mas atin, el responsable directo de la persistencia de los ritmos vitales que animan la vida del hombre. En la morfologia de la ca- pital de los toltecas, aquellos que «solian dialogar con su propio coraz6n», se presenta no solo la configuracién del nuevo reper » torio pkistico que proporcionara la «religion de la sangre y de la guerra», sino que quedaran plasmados también los grandes acon- tecimientos legendarios en los cuales se interrelaciona el mito con la historia, apareciendo los individues envueltos en conflictos con las deidades dentro de un enfrentamiento dialéctico de oposicién de contrarios; Tula es por ello la ciudad de la lucha entre el yel mal, el ligar en donde el mito cobra forma en la arquitectura, y en donde la estética es protagonista de un drama que subsistira en el valle de México hasta la llegada del conquistador espanol: la persistencia de la vida por medio de la muerte, De Teotihuacan, el arquitecto tolteca asimilé los principios de la traza urbana, el valor formal de los grandes voltimenes equi- librados con las plazas abiertas, la presencia de la columna como elemento primordial del sistema de cobertura, y como adjetivo de una regulacion espacial compartimentada que trasciende la re- serva de los locales de habitacién para convertirse por un lado, en principio rector del centro ceremonial, y por otro, en manifesta- cién de una voluntad creativa que busca en lo artificial un modo de trascendencia. La columnata que flanquea el norte de la plaza central introduciéndose en los wes palacios anexos al edificio de los catlantes», es por su extensa dilatacién espacial y por la segu- ridad constructiva que manifiesta en el dominio tanto de la tec- nologia como de la geometria, el testimonio de una voluntad que, paralela al contexto engendrado por los dioses, da origen a un extenso dambito creado por la sociedad en la forma de un espacio , vinculado con el exterior pero que se modula de acuerdo a la es- cala humana. La imagen del hombre no divinizado y de los atributos ma- teriales que lo vinculan con la deidad, se sublima en la cariatides del templo del Tlahuizcalpantecuhtli, piramide que emerge de la columnata en el flanco norte de la gran plaza. Estas cuatro colum- nas de cinco metros de altura labradas con la figura de guerreros hieraticos, sirvieron para sostencr junto con pilares y seguramente EL ALTIPLANO MEXICANO. 31 muros perimetrales, la cubierta de un templo cuya dimensién casi se equiparé —cosa inusual— con la altura total del basamento. Las cuatro figuras colosales son una clara manifestacion del nuevo simbolismo tolteca que disponc todos sus recursos iconograficos en favor de la «guerra ritual» y la exaltacién de la clase militar. _Estos personajes, custodios del templo, hacen alusion a los gue- rreros muertos cuya misién es acompaiiar al Sol en su transito ce- lestial, por ello portan el ala (lanza dardos) en la mano derecha, flechas en la izquierda, la mariposa solar en el pecho y en la es- palda la representacién del Sol. Las pilastras posteriores se labra- ron con representacién de plumas y el acceso estuve custodiado: por dos columnas en forma de serpiente, con las fauces al piso y el crotalo sosteniendo el dintel de la puerta, todo esto se refiere a Tlahuizcalpantecuhtli («Quetzaledatl, que tras su inmolacion se convierte en el lucero de la mafana») deidad tutelar de la ciudad y poderosamente vinculado a Ce Acat-Topiluin Quevalcéad, sacerdote que vivid a finales del siglo X, y cuya biografia recogida por los cronistas aztecas transgrede constantemente los limites de la leyenda, En el templo de Quewalcéat-Tlahuizcalpantecuhtli se re- presenta plasticamente la lucha de los grandes contrarios que ani- ma los mitos de Tula. En los cuerpos del basamento aparecen placas con figuras de coyotes, jaguares, aguilas y zopilotes reales devorando corazones humanos; en medio de una dinamica pro- cesion, se alternan las figuras y predomina la alusion a la sangre. En la cima, guerreros y serpientes custodian el paso del sol y al norte del edificio, protegiéndolo de la morada de Tezcatlipoca (el dios adverso a Quetzaledatl, y quien hace claudicar a Ce Acatl en sus propésitos de castidad), el coatepanti («muro de las ser- pientes»), estructura simbélica que con sus representaciones de sacrificios humanos, grecas y caracoles partidos, resguarda ma- gicamente el sitio divinizade por Quewalcéaul. La veneraci6n del Sol aparece asociada a las figuras del templo de Quetzalcéatl y sobre todo en las canchas del llamado juego de pelota, actividad ritual presente en la mayoria de las ciu- ‘dades mesoamericanas y cuya celebracidn se Hevaba a cabo en re- cintos abiertos con modalidades locales en cuanto a la dimensién del area de celebracién y a Ja forma de los muros laterales que confinaban el espacio. La silueta generalizada para la cancha obe- 32 LA ARQUITECTURA EN EL MEXICO PREHISPANICO dece a la forma de una «I» con «marcadores» de piedra con em- blemas solares empotrados originalmente en los muros laterales. El edificio llamado El Corral ubicado en las cercanias del centro ceremonial, presenta con su basamento circular una modalidad alusiva al culto de Quetzalzdatl que mas tarde se extendi6 a la ma- yoria de las ciudades del altiplano; su veneracién iniciada a prin- cipios de la era, se mantendra vigente hasta la caida de la gran Tenochtitlan. Tenayuca Fundada en 1224 por uno de los grupos chichimecas que coman- dados por Xolod contribuyeron a la destruccién de Tula, la ciu- dad de Tenayuca representa con su gran pirimide, la presencia de una arquitectura monumental de profundo simbolismo reli gioso en la cuenca del lago de México. Conceptos de indudable origen tolteca tomaron cucrpo en cl templo mayor de la ciudad, para constituir un edificio cuya conformacion plastica se estruc- tura en base al mito de la serpiente y su relacion con el Sol. Asi como el conjunte del Tlahuizealpantecuhtli protagoniza cotidia- namente la lucha del bien contra el mal con la inmolacion de la serpiente emplumada cada veinticuatro horas, el templo principal de Tenayuca de profunda vocacion solar, al decir de Ignacio Mar- quina, es una estructura organiea cuyo ciclo de vida es regido por un calendario divino, y que en tal medida simboliza no s6lo la preeminencia de los dioses en la vida diaria del pueblo, sino tam- bién es una representacién de la dinamica del universo nahuatl, dominado por los ritmos, la lucha de contrarios y la hegemonia del Sol en estrecha uni6n con el espiritu de la guerra. En la pi: ramide de Tenayuca que atin conserva buena parte de su armonia plastica, aparecen los mas importantes antecedentes arquitecté- nicos que retomados aiios después por los aztecas, daran lugar al estilo caracteristico de la conswuccién religiosa de la gran Te- nochtitlin. Partiendo como la mayoria de los edificios prehispanicos de una orientacién regida por la posicién del sol, la piramide emerge de un cinturén magico —el Coatepantli— formado por ciento treinta y ocho serpientes de piedra, consustanciales al edi- EL ALTIPLANO MEXICANO 33 Tenayuca (estado de México), Templo Mayor y Coatepantli. Polo: Enrique X. de Anda A. RR pl. MEXICO PREHISPANICO 34 La aRQU ficio mismo sin ser accesorio decorativo, y que después de ocho- cientos aos siguen lanzando en una suerte de latigueo producido por la torsion del cuerpo, su agresivo rostro hacia el norte, el sur y el oriente. Hoy en dia la vision de ese conjunto de talismanes inméviles es emocionante, tanto por el efecto que produce una secuencia de tan apretado ritmo, como por el contraste entre la pesada sensualidad de sus cuerpos curvilineos, contra la impo- nente geometria rectilinea de la piramide custodiada, Proximas a este Coatepantli, subsisten al norte y al sur das serpientes coro- nadas (xiuhcoatl) de factura monumental, que dirigen su mirada hacia el horizonte senalando los puntos de mayor inclinacién so- lar en los solsticias y los equinoccios; testimonies de la gran in- quietud que animé también a la cosmogonia azteca, un pueblo que segtin sefiala Ratil Flores Guerrero: «... por el Sol y para el Sol vivia... y que también por el Sol moria». La piramide nahuatl como acontecimiento vivo expresaba la marcha de los anos, renaciendo después de morir cada ciclo calendarico de cincuenta y dos afios. Al final del periodo, los fue- gos se extinguian y se rogaba a la misericordia divina para que el sol resurgiera en el horizonte, garantizando de esta manera la per- stencia de la vida terrenal por otro lapso igual de tiempo. El edi- ficio culminaba del mismo modo una etapa de su existencia y pasaba a servir de base a una nueva suiperposicin estructural, sim- bolizando de esta mancra el engrandecimiento de las formas fi- sicas gracias al mantenimiento de los ritmos césmicos. En la arquitectura de Tenayuca se retoma la gran herencia teotihuaca- na de enfatizar la directriz horizontal del basamento, mas atin que el eje vertical; se trata de extender y consolidar mas que de se- pararse del sustento terreno, al que ademas en este caso se vigoriza con la presencia de las serpientes de la base, cuya desnudez es vinculo con la tibieza de la terra. Los cuerpos que integran el ba- samento (que en el caso de Tenayuca, tuvo por lo menos scis su- perposiciones) abandonan la yerticalidad del tablero y presentan tinicamente el suave reposo natural del talud, limpio y continuo consolidado magicamente mediante la presencia de una multitud de cabezas serpentinas que dinamizan virtualmente la abstracci6n geométrica de los grandes planos. La escalinata que conduce a la cima del edificio se vuelve doble, se extiende a casi todo lo ancho. de la fachada y quedan confinadas cada una de las partes gemelas

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