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~ MARIO BELLATIN Lecciones para una liebre muerta ANAGRAMA Narrativas hispénicas Mario Ballatin es autor de las novelas cortas Mujeres {ie sal, Efecto invernadero, Canon porpetuo, Salon dd betieza, Damas orinas, Poota clogo, Eljardin de Ia seftora Murakamm, Shiki Nagaoks: una nanz de fe ‘ion, Ploras, La Esciela dal dolor humano de Se: ‘hun, Jacobo el mutante y Perros heroes. Se han tradueido al francés y al alaman Poeta ciego y Salén 49 aleza; esta iitma fue nominada al Premio Mi Gils @ la mejor novela exranjera edtada en Franc fn el afo 2000. Mario Bellatin gand el premio Xavier Villaurula 2007 con la novela Flores, y en 2002 ob lua la Deca Guggenheim, En 2000 funda la Escue la Dinamica de Esortores, que constiuye una forma fiovedosa de aproximarse al hecho creative, Con Flores hemos iniciado la publicacicn de las novelas {de Balatin en Anagrama eon una acogida ertea ex: {raorsinania: «Sus historias son maquines Insenst bles, fragmantes helados de eveosos insignieantes sSometidos al montaje de a pesadilan (van Becerra, Glarin, Buenos Aires); «Los libros de Bellin siem bre san cistntos y muy hermosasn (Javier Gofl, El Pais) «Una de las mas notaples novelas de Mario Boliatins (Alejandro Zamora, Hoja por Mola, México): ‘Un vale penturbador por el museo del mal. Fuerza Fipnética» (Pang Puigdevall, Presenoia) Un ritmo Unico que tanta norreriza como sorprende y trai ‘sar (Roaigo Pinta, El Mereurio, Chie); Una delica- ‘deze heladaw (Mathieu Lindon, Liberation). Mario Bellatin Lecciones para una liebre muerta EDITORIAL ANAGRAMA BARCELONA, SBD-FFLCH.USP sai Dist dee olen Julio Von Tae: The Morgee (Child Abuse, 1992, foro D Andes Seas (© Maso Balin, 2005 (© EDITORIAL ANAGRAMA, S.A, 2005, Pode dela Cre, 58 8034 Beresians ISBN: 84-39-6678 past Lea 8 1304-2005 singed in Spin ibealuples, $1, Conse, 19, 08014 Bureona mélia, adjindulillah DEDALUS - Acervo - FFLCH 20900026486 Aparecieron también wna serie de palabras dichas en ‘otra idioma, el quechua. 1 En uno de los escritos del cuaderillo de las cosas dift- ciles de explicar, el pocta ciego habla de cierto suceso ‘ocurtido en una institucién conocida como la ciuda- dela final. Ese edificio ubicado en las afueras, donde internan forzosamente a las personas afectadas por ‘enfermedades transmisibles, fue creado con el fin de evitar que cl contagio se difunda entre el resto de los habitantes. El escrito menciona una sociedad en la que los pobladores, por razones bastante complicadas que tienen que ver principalmente con cierto per- fil de cardctet politico, aceptan de buena gana la re- clusién y rechazan, a veces con manifestaciones algo violentas, el libre albedrio, Algunos ciudadanos, es- pecialmente los llamados universales, incluso piden set confinados de manera perpetua a pesar de no pa- cer enfermedad alguna. Lo hacen porque, en lineas sgenerales, las condiciones de vida dentro de la insti- tucién son menos duras que en el exterior, pues para 9 acallar las posibles protestas que un método de reclu- sién as suscitaria se doté a los internados de ventajas con las que no cuentan las personas sanas. Las peti- ciones de los no enfermos nunca son escuchadas. Muchos internos son jévenes adictos a las drogas, pese a que en la ciudadela final escé coralmente pro- hibido el consumo de estupefacientes 2 Casi todos han ofdo hablar de la puntualidad del servicio de ferrocarriles de los estados unidos. Todos menos el amigo de la infancia que se oftecié genero- samente a acompafiarme esa mafiana a penn station, donde supuestamente debia tomar un ren que ha- bia partido media hora antes. Yo debfa llegar a la re- sidencia de escritores de ledig house, ubicada en el valle de rfo hudson, a casi tes horas de la ciudad de nueva york. Meses atrés habia recibido una notifica- cién donde se me invitaba a disfrutar durante un tiempo de los servicios que oftecta la casa, En medio de una quietud casi toral, la insticucién aportaba todo lo necesario para que sus huéspedes trataran de hacer fteratura con la menor interferencia posible. Acepté de inmediato. Envié un correo electrdnico pidiendo el tiempo méximo de permanencia que tu viesen contemplado, Lo hice olvidando, por supues- to, las fallidas e innumerables oporcunidacles en que habia tratado de encontrar un lugar propicio para escribir sin ser molestado. Traté de no recordar, por 10 cjemplo, las esporédicas huidas de la casa paterna. Hastiado de los ruidos domésticos, en cierra ocasién me puse de acuerdo con una tla soltera que vivia sola para que me rentara en las tardes una especie de estudio que tenia desocupado. Por supuesto que no acepté el dinero que le ofteci, La primera ver que me hice presente, con mis manuscritos y una vieja maquina de escribir underwood portétil que habia pertenecido a mi abuelo, la tia me esperaba con la comida servida, Fue en vano tratar de explicarle que no tenia hambre, que lo tinico que necesitaba era sentarme a escribir, Tuve no sélo que comer nueva- mente sino que pasé la tarde escuchando una serie de historias que versaban, casi todas, sobre las sefio- ras que se reunfan en la parroquia de la zona para hacer obras de caridad. Si bien hubiese podido apro- vechar Ja situacién y recolectar algo de material para narraciones fururas, en ese momento lo nico que deseaba era un espacio de silencio donde poder con- 3 El traductor se sienta a su mesa de trabajo. Acaba de recibir una llamada de su pais de origen anunciando que Ia hermana lierata, que lo crié desde que era nifio, acaba de morit. Hubiera querido olvidar el trac bajo pendiente y salir al malecén a caminar el resto de la tarde, Pero debia mantencrse cerca de su mesa. quel era el aio en que franz kafka quedaba libre de ul los editores que habfan monopolizado su obra. Katka se convertia en patrimonio de la humanidad. Del mismo modo como beethoven y vivaldi servian para anuncios de publicidad, asi también kafka iba a estar al alcance de cualquiera. Bl traductor habia recibido el encargo de hacer la primera traduccién liberada del esctitor. Algo similar le habia sucedido algunos afios atrés con thomas mann, cuando los traductores oficiales de muerte en venecia perdicron sus derechos y la editorial para la que trabajaba le pidié una tra- duccién inédita de ese autor. 4 Los atardeceres en times square tienen una exaltacién particular, que no se sabe bien si proviene de los cientos de personas que cruzan la esquina de broad- way y la calle 42, 0 de los monstruosos avisos de pu blicidad que hacen de la gente real seres insignifican- tes y de los personajes que aparecen en los carteles el simbolo de la exacerbacién de lo humano, Casi nun- a las personas elegidas para que vean representadas sus imagenes, en una dimensién casi cien veces ma- yor que la real, son cotizados supermodelos. Sencilla- ‘mente se trata de gente que aparece tal como es en la vida diaria, quiz4 como una reafirmacién de que los paraisos ofrecidos estén al alcance de cualquiera, 5 CCierta maftana de verano me encontré de pie junto a mi abuelo, Estébamos en ef zooldgico. Delante de nosotros habfa una serie de camellos. Eran animales vigjos, Tristes. Aburtidos quiz4. Tenfan el tipico co- lor cenizo que suelen mostrar. Mi abuelo me sujeta- ba con fuerza la mano. Nunca més volv{ a verlo. Se- guramente murié al poco tiempo. Pero yo en ese entonces no me enteré de nada. Sélo dejé de tenerlo 2 mi lado y en algtin punto la ausencia se convirtié ‘en una costumbre. Mi historia con él reaparecié afios después. Durante una sesién en [a que estaba sumer- gido en otro plano de Ia realidad vi de nuevo a mi abuelo enfrente de aquellos camellos. No s6lo apre- i la escena sino que senti también, en toda su ru- deza, la carga emocional que su muerte quizi trajo consigo. Cai en una tristeza profurnda. Empecé a re- cordar las historias que contaba. Principalmente la de macaca: mujer a la que mi abuelo, lo adverti en ese momento, aludia con frecuencia. Junto a la ima- gen del abuelo y el relato de macaca apatecieron también una serie de palabras dichas en otto idioma, el quechua, lengua de mis antepasados. 6 En realidad el poeca ciego explica en el cwadernillo de las cosas dificiles de explicar cémo se produce el trifico de sangre infectada en la ciudadela final, Reciben cxa sangre, que los propios drogadictos internados depo- 13 sitan en jeringas, quienes desean tener un motivo real para ser ingresados en la insticucién. Deben dar a cambio remesas de anfetaminas que entregan a través de los rombos de las alambradas. Durante la noche de verano a la cual se refiere el poeta ciego en su fa- moso cuadernillo, un miembro de la banda de los universales se acerca a la ciudadela acompafiado de tuno de sus més viejos perros de pelea 7 Al decidirme a enviar el correo electrénico con mi aceptacién a ledig house, traté de no acordarme tam- poco de la vez en que para escribir decid apartarme definitivamente de fa ciudad, para To cual renté una cabafia al lado de la casa donde un amigo auserfaco vivia con su familia. La cabaia estaba ubicada en tuno de los lugares mas interesantes de las afueras Llegué con dos miquinas de escribir. Con la under- wood heredada del abuelo y con una olympia de fie- sro macizo. Salud al amigo que me rentaba la caba- fia, a su esposa y a los hijos del primer matrimonio de la mujer. También al pequefio nifio que tenfan juntos. Todo parecfa ideal. La vista desde la cabafia casi no tenia limites. A un extremo se extendia la te- rraza que daba a la casa del austriaco y a la piscina alimentada con agua de manantial. Llegué un do- mingo soleado. Luego de instalarme comt con mis anfitriones. Al atardecer comenz6 el primer drama. La esposa debia partir esa tarde pues al dia siguiente “4 trabajaba en la ciudad. Bl resto de la familia se que- daria en el campo. No volverian a ver a la madre sino hasta el prdximo fin de semana. La madre y los nifios comenzaron a llorar. No querian sepatarse. Culpa- ban al austrfaco, que obligaba a teabajar a la mujer ‘en lugar de permitisle quedarse con la familia. Los hijos fo acusaban ademés de golpearlos apenas la ma- dre los dejaba solos. En esos momentos el austriaco solla tomar una pequefia caja donde guardaba sus adminiculos para fumar la marihuana que él mismo cosechaba. Luego de prepararse unos cigarros carga- ba a su hijo menor y se iba rumbo a la colina que se levantaba detrés de la casa. La escena terminaba con los esposos alejéndose en direcciones opucstas. 8 Cuando el traductor se enfrenté al texto original de thomas mann, constatd que sus antecesores habfan ‘omitido picrafos enseros. Desde entonces se jactaba de que previamente nadie habfa leido munca la ver- dadera versién de muerte en venecia, Pero ahora, an- tes de pensar en la importancia de su propio trabajo, le deberia preocupar que la hermana literata estaba muerta. La misma hermana que lo sacé de la ime da ciudad en Ja que habfa nacido y lo subié a un bar- co. La que desde muy temprano supo de su capaci- dad particular para traducir textos de lenguas que no 9 De pie en la esquina de broadway y la calle 42, obs- truyendo con mi cuerpo un devenir de personas ran- tas veces calculado en distintas oficinas de publicidad, se me ocutrié pensar, no tengo idea de por qué, aun- que quizé se debié 2 que Hevabe conmigo un ejemplar de sripsico de carnaval, en los recursos que suele utili- zar el escritor sergio pitol para consteuir sus persona- jes, basindose casi siempre en prototipos cotidianos que en la vida diaria incluso rehuitiamos con sélo co- nocer un minimo porcentaje de sus caracterfstica. 10 Nunca he comentado el trance de percepcién tan particular que me produjo escuchar a mi abuclo ha- blar en quechua. Tampoco cuento con nadie a quien actualmente le pueda consultar la relacién que puede cxistir entre su figura en el 200légico y la historia de macaca. ;Se trata sélo de un mito que mi abuelo so- fa relatar y quedé escondido en algiin recodo de mi cerebro? Aunque, tal ver, la historia de macaca suce- dié en realidad y pertenecia, en la época en que mi abuelo me llevaba al zoolégico, a una suerte de ima- ginario social u El poeta ciego denomina banda de los universales a los grupos de jévenes que, principalmente en las ciu- 16 dades industrializadas, el sistema relega a los subur- bios. El universal que aparece en el cuadernlla de las «cosas dificiles de explicar wna vex que esté delante de los tombos de la alambrada se quita la camisa, as bo- tas militares y el estrechisimo pancalén amarillo que lleva puesto. El pilido cuerpo queda desnudo bajo la luz de una luna que ilumina el campo desierto. Lo {inico que conserva son unas mufiequeras de las que sobresalen afiladas puntas de acero. De pronto, el pe- sro que lo acompafia comienza a grufir levemente. Lo hace sefialando con el hocico el interior de la ciu- dadela final. Sélo tiene un ojo. En el lomo luce una setie de tajos ocasionados seguramente en alguno de los tantos enfrentamientos a los que ha sido someti- do, El animal esté inquieto, percibe la cercania de gente por el otro lado de la alambrada. Apatecen cfectivamente tres jévenes internos de edades pareci- das a las del universal. Como todos los recluidos, es- tin vestidos con un mameluco azul oscuro en el que csté cosida la insignia de la institucidn. Le preguntan al universal si ha levado las drogas. Dicen ademas ‘que no era necesario quitarse las ropas por completo. EL universal no contesta, Le da al perro la orden de calmarse y entrega luego una serie de frascos. Ofrece inmediatamente la vena del brazo derecho, para lo cual acerca ain més su cuerpo 2 la alambrada. Uno de los recluidos saca del bolsillo una jeringa con una sustancia oscura, Es entonces cuando, a través de los rombos, el universal recibe la sangre sin hacer nin grin gesto. Los recluidos desaparecen poco desputs 7 ‘Antes le aseguran al universal que no cabe posibili- dad de error. Han mezclado la sangre de los tres. El perro da un brinco. Quiere perseguirlos. Emite un par de gemidos antes de callar nuevamente. El uni- versal mira 1a huella que la aguja ha dejado en su brazo. Después de repasar los dedos sobre el punto escogido, espanta al perro y se viste con lentitud, Se demora al ponerse las botas. Recoge luego la jeringa abandonada en el suelo y, con un movimiento brus- co, la arroja al otro lado. 12 Dias después me despertaron unos ruidos en medio de la noche. Casi de inmediato alguien comenzé a llamar a mi puerta. Se trataba de la mujer del aus- triaco, a quien su marido acababa de golpear. Que- ria que intercediera por ella. Que en ese mismo mo- mento fuera donde mi amigo y le dijera que su esposa era una buena mujer. Aparte de ese inciden- te, durante la semana habia tenido que esconder més de una vez. los nifios debajo de mi cama para salvatlos de la ira del padrastro. Pese a todo, conti- nnué en mi empefo ¥ prosegui el texto que no habia podido conchuir por falta de un lugar adecuado don- de redactarlo. Sin embargo mi estado de dnimo em- pews a disminuir en forma notable. No creo que fueran los sucesos externos los que me Hevaron a tal condicién, Creo més bien que la cteciente depresién que me iba tomando se debia a la soledad y al ais- 18 lamiento, Durante algunos dias dorm{ casi toda la jornada, Otros los pasaba totalmente despierto. Ha- momentos en que comia s6lo productos del campo y otros en que deseaba alimentarme con algo enlatado, La decisién definitiva, fa de dejar para siempre ese lugar, no creo que haya sido del todo 13 Al traductor le sucedié con el escritor elias canetti un hecho curioso que le gustaba mucho repetit. El autor no sélo podia revisar por sf mismo el trabajo del tra~ ductor —hablaba su misma lengua ya que su familia cera judia sefardi-, sino que le pedia ayuda cuando queria cosregir algunos poemas dedicados al mar. Por alguna extrafta razén, para el traductor el mar de la infancia que elias canetti solfa afiorar comenzé a parecerse al mar de su propia infancia, 4 Existe una discateca ubicada cerca de los muelles del rio hudson que funciona al lado de uno de los depé- sitos de carne mas grandes de la ciudad, Se la conoce como she mother, aunque algunos asistentes la aman con otros nombres atin més simbélicos. En algunas cocasiones la diversién consiste en ver a unos tipos apalearse como demostracién del gozo maximo que cs posible alcanzar. Al final del espectéculo suelen 19 llevar a escena un gigantesco corazén de vaca que es ‘mordido futiosamente por los participantes. Pese a Jo que algunos pudieran suponer, la presentacién in- cita més a lo jocoso que a lo perverso. De alguna ma- nera esta escena puede guardar relacién con el traba- jo del artista aleman joseph beuys. 15 Seggin mi abuelo, macaca acostumbraba nombrar incansablemente a cierto amante asesinado algunos afios atris por accién de la policia. Mi abuelo me dijo en el zooldgico que ese hombre habla sido un luchador de asia que al final de su vida se vio obliga- do a dedicarse al oficio de zapatero. Después del cri- men, macaca Se convirtié en una mujer sola. Para so- brevivir comenz6 a vender casas para una compafiia inmobiliatia de cierto prestigio. En ese momento cuidaba de los jardines y del parque que rodeaban las propiedades que comercializé en su dia, Precisamen- te acababa de terminar de pintar un cartel para atraet nuevos jardineros. Queria que fuera lo suficiente- mente Hamativo como para conseguir aspirantes comprometidos de forma absoluta con su trabajo. Lo ds l6gico es que hubiera estado escrito en castella- no. En ese cas0 incluso mi abuelo lo podria leer sin dificultad. Fue bilingiic toda su vida. Pero desde rio tuvo casi totalmente reprimida su lengua ma- terna. El quechua sélo podia ser urilizado dentro del niicleo doméstico. Cierta vez que desobedecié cl 20 mandato fue objeto de burlas entre sus compaticros. Huyé de la escuela y caminé desconcertado algunos kilémetros, Finalmente se arrojé a la mitad de un campo sembrado de maiz y le pidié a dios que le concediera la muerte. 16 Existen muchas teorfas sobre los origenes del poeta ciogo. La que tuvo més arraigo era la que aficmaba ue habia sido recogido de nino por una familia de pescadores que lo crid como a un hijo mas. Cuando advirtié que sufria ceguera, [a familia parecié arre- pentirse por no haberio dejado morir tranquilamen- te, Sin embargo el nifio muy pronto se convirtié en el centro de la atencién de los habicantes del puer- to. La sabiduria que demostré desde la infancia hizo ue la gente se reunicra en las noches a escuchatlo ‘Alumbrados por dos lamparines colgados en la puer- ta de la choza que habitaba, los pobladores forma~ ban un clzculo y después del discurso dejaban algu- nas monedas en unas latas colocadas junto a la entrada, 7 En esos dias unos campesinos me obsequiaron un perro al que bauticé como jess, cosa que desagradé mucho a Ja esposa del austriaco. El caso fue que cier- to amanecer, después de haber pasado despierto toda ai la noche, me levanté de la cama y sali de aquella ca- bafta sin despedirme siquiera del perro. 18 Alios después le explicaron a la hermana literata que la habilidad especial del traductor de interpretar tex: tos de idiomas desconocidos, era practicada de ma- neta regular por los estudiantes de lingiistica. 19 En una sucesién interminable sobre el escenario de la Aisooteca she mosher se suele retraca la selacién entre el amo y el esclavo, el enmascarado sidico y la debit ctiacura, el nifio torturado en la infancia o la mucha- cha violentada en un solitario terraplén. 20 Mi abuclo sola decir ~y yo le crefa~ que las palabras en quechua Jo transportaban a dulces sensaciones de ta infancia 21 Uno de los recuerdos importantes que el poeta ciggo guardaba de st infancia era la exploracién, a wavés del tacto, de los extensos lunares que aparecian en los cuer- pos de todos los miembros de la familia de pescadores 2 gue lo recogié. Calificaba la aparicién de tal cantidad de hunares de excrafta casualidad. Cuando cumplié los rucve afios dicté su primer poema. Hizo que lo escti- bieran con letras grandes en la pared principal de la casa donde crecié, El poema se refrla alos relejos ya cémo se hacfan inciertos en los espejas y en el tiempo. Pero habia un punto, los lunares, donde era tal la purcza de la iluminacién que no podia quedar mas rasteo que el sello oscuro que los caracterizaba. 2 No creo tener duda de que el misterio que acompatia ‘mi vida se encuentra en el luger de origen de mi escri- tura, Sélo ahora, después de tantos afios de biisque- dic indagaciones, que el misterio seguird siempre inaccesible. Nunca sabré cudles han podido ser los mo- tivos pot los que, desde mi infancia, me he empefiado cen mantenerme varias horas seguidas frente a una ‘maquina de escribir. En un comienzo crei que el pla- cet podia estar en apreciar emo aparectan pot s i mas as palabras. Me bastaba con verlas materializa- das. Pensé entonces en la posibilidad de convertitme ‘en un dedicado mecandgrafo, deleitado con el sinsen- tido que surgfa del sonido de las teclas, el olor de la tinta, la fucha que debia emprender contra la cinca bicolor de la underwood portitil modelo 191 co legado de mi familia con la que escribi los prime- ros textos. 2B 2B Precisamente por esos dias aparecié en los periédicos «que habfan hallado 2 unos nifios abandonados den- ‘to de una cueva de los acantilados que separan la ciudad del mar. Estaban arropados en una canasta cubierta con una manta. La hermana literata le escri- bié una carta al craduetor informandole que un pes- cador los habia escuchado lorar y al destaparlos en- contré que no tenian brazos ni piernas. Los nifios pasaron unos dias en la estacién de polieia. Lucgo fueron remitidos al orfanato estatal. Desde el primer momento la prensa bautiz6 a aquellos hermanos como los mellizos kuhn. EI orfanato quedaba cerca del mar. Quiz por eso sus rejas mostraban sefiales de hertumbre, Estaba protegido por muros altos y en algunas esquinas se habian construido imagenes de santos en piedra, 2A Fado do meu Después de una noche en the mother y de un paseo por el muclle donde desemboca christopher street, quedan pocas ganas para ocuparse de los aspectos concretos de la vida. Pero tenia pensido atilizar ese dla, después de dormir unas horas, en tratar de des- cubrir, de una ver por todas, cudles son realmente los artificios que usa el escritor sergio pitol para transfor- mar la cragedia en carnaval y viceversa: en hacer que la bufoneria més construida acabe en la més terrible de las desgracias. 24 25 ‘A partir de la aparicién de mi abuelo, macaca conti- rida viviendo, para mi al menos, en la caseta desde donde logré vender las propiedades. Aunque no e cierto, pucs como se veré més adelante macaca afios después fuc obligada precisamente por mi abuelo a retirarse alas regiones quechua, En mi cabeza la case- ta de ventas es en realidad una casa rodante cuyas llantas estin careomidas por la humedad. Cuando la junta de vecinos ~al ver la relacién que macaca habla desarrollado oon las casas que habia tenido a su catgo vender tomé la decisién de que aquel remolque fue- ra su vivienda definitiva lo arrastraron hasta la zona oculta por los drboles. Se permitié ademés que la ‘misma macaca consteuyera al lado una cabata pata el jardinero que iba a tener la obligacién de contratar. Macaca cambié més de una vez el interior de su vi- vienda sin pediele permiso a nadic. Entre otras modi- ficaciones se deshizo del escritorio donde habia con- certado las ventas y en su lugar colocé un sofé. 26 Lacgo de su partida, el poeta ciego emprendié un largo peregrinaje por la costa del pais. 27 Hace tres afios tuve mi primer desvanecimiento. ‘ese entonces no me di cuenta realmente de lo sucedi- 25 do, Ni siquiera estaba seguro de haberme desmaya- do, Senti inmediatamente después una sensacién de nduscas, mareo y suefio, Fui a ver a algunos especia- listas. quienes no encontraron nada anormal en los eximenes que me practicaron. Ese aiio comenzé a hacerse evidente una sensacién como de extratia- miento, como sila realidad fuera algo ajeno, que me tomé durante varios meses. En muchas ocasiones esa sensacién iba acompafiada de una imposibilidad fisi- c@ de hacerme cargo de m{ mismo. Por primera vez en mi vida dejaba de hacer cosas, cancelaba planes, pues no me sentia con las condiciones necesarias pata llevarlos a cabo. En esa época se hizo presente tambign un creciente carécterirascible. 28 Aparte del personal médico y de las nifieras que alli trabajaban, el orfanato al que remitieron a los melli- zos kuhn contaba con un grupo de mujeres volunta- rias que colaboraban adoptando simbdlicamente a al- guno de los nifios recluidos. La hermana literata, una de esas mujeres, le informé al traductor que estaba prohibido sacar a los nifios a la calle. Sin embargo, dentro podian cumplir el papel de madres como me- jor les pareciera, La mayor parte de ellas eran solteras © casadas que no habjan podido concebir. Algunas éjercfan su papel de madre adoptiva con correccién, pero habia otras a las que ningin nie parecia colmar en sus expectativas. Esas madres cambiaban de hijos %6 cen forma constante. Al principio todas eran vigiladas de cerca por el personal. Sélo al cumplirse el afio de Ja adopcidn simbélica eran libres de tratar a los nitios como mejor les pareciera. Podian educatlos por me~ dio de goipes o reprimendas. Tenfan derecho a hacer- les comer, incluso a la fuerza, las comidas que les llevaban en cada una de las visitas. Casi ninguna ha- blaba en sus casas sobre su labor en ese lugar. En las casadas podia ser visto como un reproche a su vida conyugal y en las soleeras la consideracién de la sole~ dad como un castigo. La hermana literata, que logré adoptar a los mellizos kuhn después de una serie de trimites, no estaba en el grupo ni de las solreras ni de las casadas. Desde hacfa un tiempo compartia st: casa con un miisico que habia conocido en una cantina. 29 ‘Antes de sentarme en un café a analizar la obra de sergio pitol debia hacer una llamada a mi casa en méxico, por la cual me enteré de la absurda e invero- simil situacién de que un narcotraficante ciego ~n0 cl pocta ciego-, venido del extranjero durante mi au- sencia, estaba utilizando la mesa de mi comedor como centro de sus operaciones ilicitas. Puede pare- cer mentira, pero este amigo mio cuya ceguera no le impedia ser ademis forégrafo utilizaba mi linea rele- fénica para hacer sus contactos con la mafia y, al pa recer, mi direccién era el hugar convenido pata la en- trega de un importante envio de drogas. a En su dedo metigue bay ses pequerioslunares. 30 Mi abuelo me solia decir que la cabafia del jardinero era atin mds modesta que el remolque donde vivia ‘macaca. Sin embargo la incomodidad no parecia ser el motivo principal por cl que los jardineros renun- ciaban, uno tras otro, al trabajo. Esos hombres casi nunca pudieron expresar en palabras sus razones. Se limicaban a dejar desperdigados los instrumentos al- rededor del parque ¢ irse sin més. 31 En cada poblado al que Hlegaba el poeta ciego pedia conocer al habitante més anciano, con quien se ence- rraba durante varios dias seguidos. Antes de conti- znuar su viaje mandaba estampar en algiin lugar des- tacado un poema de su inspiracién. El recorrido duré cerca de diez aitos. Terminé cuando llegé a la lad capital. No se conace muicho del afio poste- 28 rior al arribo, Se presume que se hospedé en la casa de unos parientes de la familia de pescadores. Se dice que durante esa época no hablé con nadie, Que mu- chos de los vecinos fueron hasta la puerta de la vi- vienda para escucharlo, pero el poeta ciego no rom- pié nunca el empecinado silencio que se impuso. Ni siquiera le dirigié la palabra a los miembros de la fa- milia que lo hosped6, Con parte del dinero que ha- bia conseguido en las arengas realizadas tiempo atrés el cual habia guardado celosamente durante todo el viaje-, pidié por escrito que le compraran una bici- cleta. Escogis después al hijo mayor de fa casa ys hue- go de asignarle una paga, rompid su silencio para de- cirle que lo Hevara a pasear tres horas d 32 Estoy siempre atento, con una intensidad anormal, a lo que sucede a mi alrededor. Tengo reacciones muy ripidas y violentas que, felizmente, se apaciguan de inmediato. Siento ademas que no soporto muchos de los estimulos externos con los que convivo. Debo atender sélo una cosa a la ver. Me cause un enorme fastidio, por poner el caso, que dos personas se diti- jan a mi al mismo tiempo 0 que sene un teléfono cuando estoy hablando por otro, También me siento cextremadamente sensible a ciertas presencias visuales. Debo dormir con codas las luces apagadas y, sobre todo en la playa o en el campo, preferitia muchas ve- ces que el paisaje ante ef que me encuentro no se 29 presentara completo. Esto parcceria ser el retrato de uun neurético 0 algo parecido, pero lo curioso es que se trata de estados que aparecen a manera de chispa- 20s con un muy corto tiempo de duracién, 33 Meses aris la hermana literata habia adoptado a una nifia cuyo comportamiento terminé decepcionindo- la, Se trataba de una criatura silenciosa con el tinico placer evidente de mirar fa televisi6n durante horas Aparte de alimentarla y vestrla, Ja hermana Hiterata solia llevarle libros de cuentos. Sin embargo, pese a cotidar de que fuesen historias impactantes nunca lo- gré que le nia la escuchara con atencién. Los libros se fueron acumulando entre las pertenencias de la hhuésfana, Cuando la hermana literata decidié aban- donarla cargé con los libros sin dejar uno solo. En los dias siguientes siguié acudiendo al orfanato de ‘manera puntual. Parecfa buscar otra eriatura a la cual adoptar. La nifta repudiada se le acercaba al verla lle- gan, pero la hermana literata la separaba con firmeza prefiricndo dedicarse a encontrar 2 un infante que pudiera satisfacerla realmente. 34 Vivo en la colonia roma en ciudad de méxico, la misma donde esté ubicado el edificio en el que ocu- re un asesinato que se narra en uno de los libros 30 principales de sergio pitol. De ver en cuando apare- ce en mi cabeza la plaza ro de janeiro, lugar del cri men, pero también el balcén donde el escritor liam burroughs solfa celebrar intensas reuniones hasta que maté de un tiro 2 sui mujer. En momentos asi imagino mi comedor rodeado de agentes policia- les armados. 35 Mi abuclo me cont6 que al principio macaca se sin- tié desconcertada con la conducta extrafia de los jar- dineros. Con el tiempo cetminé por acostumbrarse. ‘Tenia un sistema para probar a los aspirantes, que consistia en no separarse durante los primeros dias ni tun centimetro de los hombres que acababa de con- tratar. No s6lo escudrifaba el trabajo que iban reali- zando sino que todo el tiempo les daba consejos. A veces intervenia artebatindoles las herramientas para ponerse ella misma a utilizarlas de la manera debida 36 El poeta ciego fue conducido, en una primera etapa, por los alrededores de la colina donde se ubicaba la casa, Sélo después de unos meses se atrevi6 a dar la orden de internar la bicicleta en la ciudad. Un afio més tarde su nombre aparecié en los principales dia- trios. Habia obtenido el primer lugar en el concurso de ingreso de una de las universidades més prestigia- 31 das del pais. Alertado por la noticia, un matrimonio sumamente adinerado creyé reconocer en cl pocta ciego al hijo secuestrado afios atrés. Lo adoptaron de inmediato. 37 En cierto momento comencé a experimentar los des- -mayos con mayor regularidad. Poco a poco fui din- dome cuenta de sus verdaderas dimensiones. Descu- bat, principalmente porque después de las crisis sentia un intenso dolor en los misculos, que durante los trances habia convulsiones. Camencé asimismo a iden- tificar sus demds caracteristicas, como mordeduras en Ja lengua o golpes en la cabeza. Un hecho curioso es que casi todos se producfan 2 la misma hora y en las mismas circunstancias. Solfan aparecer a media ma- fiana, mientras me preparaba para tomar una ducha Cuando ocurrieron delante de otras personas se die~ ron siempre que me disponfa a comer. 38 Apenas los mellizos kuhn legaron al orfanato, la hhermana literata tuvo que luchar con faria contra las demas madees para conseguir la cutela. Todas se interesaron desmedidamente en esos nifios. Parecia que para las mujeres hacerse cargo de los mellizos kkuhn era la demostracién definitiva de la calidad del amor maternal que buscaban colmar en ese lugar. 32 Durante dos dias dejaron sin atencién a sus hijos temporales y se pasaron unas a otras a los mellizos para darles los cuidados que consideraban necesa- Hos. 39 Hablé a mi casa en méxico desde un teléfono pabli- co ubieado en uno de los parques principales. Debia cante ciego instalado en mi mesa de comedor. Frente a mi se levantaba tuna jaula gigance, reservada para que los perros del vecindario hicieran ejercicio. Cada uno de los due- fios llevaba, a manera de guante, una pequefia bolsa de plistico preparada para recoger el excremento de sus mascotas. Esos tenian que ser los hombres de the mother, me dije antes de que me contestaran la Hla- mada, esclavizados en esta ocasién por los desechos de sus animales. resolver el asunto del narcour 40 Abuelo mio, etey en el mundo de arriba. josé marfa arguedas 41 A partir de entonces el poeta ciego fue visto con mu- cha frecuencia por los pasillos de la universidad. Después de unos meses de adapracién comenz6 a ser 33 conducido del brazo por la mujer con la que luego se 286, quien habia emprendido unos estudios tardios y siempre vestia, a pesar de no tratarse de una perso- na religiosa, una especie de hibito confeccionado con una cela burda. En su dedo menique hay tres pe- quefios lunares, que ef poeta ciego la obligé a cubrir con un dedal de cuero negro. Le prohibié ademés exhibir el perro de peluche que siempre querfa llevar contigo, 2 ‘Todo empicza con un extrafio sabor-sensacién que me toma el cuerpo por completo. También con el fluido incesante de ideas dispararadas. Aparecen en mi cabeza una serie de fiases sin ninguna légica de construccién. De inmediato siento una rigidez extre~ ima en los brazos. Luego pierdo la conciencia. Algu- nas veces los ataques ocurren también mientras du mo. En esas ocasiones me despierta el dolor que me producen las magulladuras en la lengua. Mas de una vez he pensado en la posibilidad de dominar pot mi mismo los trances. Me imagino que, no bien comen- zados los sintomas, debo tratar de sobreponerme a las sensaciones que empiezo a experimentar. Una de las maneras de evitarlas podria ser salir corriendo del sitio donde me encuentre, come si al crear un nucvo contexto lograse modificar las condiciones apropia- das para un ataque. Pienso que asi evitaré aunque sea el desmayo, pues lo mas probable es que las sensacio- 34 nes posteriores se mantengan intactas. Es decir el frfo, el suefio y el mareo. En todo este tiempo, ya que clinicamente no aparecia ninguna anormalidad, no he hecho uso de medicamentos. El ataque mayor, por llamarlo de alguna manera, sucedié en junio pa~ sado. 6 Cuando cumplié cuarenta aos, y utilizando parte del dinero que su hermano el traductor le enviaba desde el extranjero, la hermana literata decidié reu- nir los textos que escribfa en un libro que circu- 16 principalmente entre el grupo autodenominado camantes de la cultura que se juntaba en una casa del centro de la ciudad. Uno de sus propésitos consistia cn detectar cualquier nueva publicacién y conseguir algunos cjemplares para estudiarlos en sus reuniones. La hermana literata logré que los integrantes le fir- maran una constancia donde se mencionaba que ha- bfan dedicado cuatro jueves consecutivos a la lectura y comentario de su obra. Aquel documento basté para que las autoridades del orfanato aceptaran que se convirtiera en la madre temporal de los mellizos kuhn. 44 Pese a todo, el forégrafo y narcotraficante ciego se- guia impartiendo instrucciones desde mi mesa de co- 35 medor. De la misma forma como en las paginas de la novela de sergio pitol el edificio de la plaza tio de ja- nciro deja de ser cl edificio de a plaza tio de janeiro, smi mesa de comedor ya no era mi mesa de come- dor. La perspectiva del tiempo, su forma de medi- cién, suftié una especie de trastocamiento. Quizd en- tré, casi sin queretlo, en el tiempo congelado de los ampliados modelos expuestos en los cartles de times square 45 Hace diecinueve afios que macaca ha vendido la dt. ‘ma casa, dijo con precisién mi abuelo mientras in- tentaba alejarme sin éxito de los inméviles camellos. EI cielo estaba opaco. Una neblina densa transforma- ba la percepcién de los objetos. Habia sido muy cui- dadosa en las operaciones financieras, insistié. Tanto los duefios como os clientes habian quedado satisfe- chos con su trabajo. Pero a pesar de los logros parece que nunca dejé de torturarla el recuerdo del fin tra- gico del luchador de asia. QuizA por eso acepté con cl tiempo la sugerencia de mi abuclo de retratse a las regiones andinas. El amance murié a causa de un dis ato durante el allanamiento al taller donde fabri caba zapatos. Como sospecharis, decia mi abuelo muchas veces al vacio, no todo estaba en orden en su Vida, Ademis del recuerdo de la muerte del aman- te, padecia cl eterno problema de la renuncia de los jardineros. Los slkimos meses habian sido realmente 36 draméticos. La abandonaron hasta tres aspirantes en uuna misma jornada. Los vecinos le lamaban la aten- ci6n una y otra vez. La mortificaban en forma cons- tante. En parte porque los jardines se veian descuida- dos. Pero también porque no querian tener todo el tiempo a extrafios dentro del vecindaio. 4% A pesar de no tener matricula en ningtin curso, la mu- jer del habito escuchaba todas las lecciones a las que asistia el poeta ciego. En su cumpleaiios, que el propio poeta ciego decidis se celebrase en el equinoccio de primavera, la mujer del habito le regal6 un reloj que hizo adaptar especialmente. En esa época el poeta cie- go se refirié muchas veces al amor y ala relacién que & te debia guardar con el celibato obligacorio. Muchas de sus reflexiones figuran en su libro secreto, al que como se sabe habfa bautizado como el cuadernillo de as cosas dificles de explcar, compuesto principalmen- te por noticias de los periédicos pero también por tex- tos de su propia inspiracién. Como un gesto especial el poeta ciego decid ensefdrselo a la mujer del habi- to poco después de conocerla. Tomaron asiento deba- jo de un érbol. Sélo leyeron algunas parts. 47 Los universales suelen caminar acompafiados por pe- sos de raza bull terrier. 37 48 Meses antes habia caldo en una profunda depresién Se traté de una situacién curiosa, pues a lo largo de mi vida he mantenido un estado de dnimo mas 0 menos estable. La mafiana del ataque mayor me e1 contraba en «in festaurante con dos personas. Una cera mi galerista en paris y la otra mi asistente en una instalacién que estaba préximo a inaugurar. En ef preciso momento en que me disponta a dar el primer mordisco a un pan comenzaron los sintomas. Todo fue muy répido. No tuve oportunidad de poner en prictica ninguno de los recursos que habja inventado para evitar esos trances. Segiin el testimonio de mis, acompafiantes, produje un sonido profundo con la garganca antes de que los ojos se me pusieran en blanco, De inmediato eneré en convulsiones, que du- raron cerca de un minuto, Cai al suelo y me puse ri- gido durante un minuto mas. Arrojé saliva y me mordé de forma profunda la lengua. Permanect in- consciente casi un cuarto de hora, Las mujeres que cestaban conmigo afirman que respiraba con dificul- tad y que mi piel lucia morada. Cuando desperté vi a ‘mucha gente a mi alrededor. Noté las sirenas de unas ambulancias. Un enfermero me pregunté por el dia de la semana en que nos encontrébamos. Contesté correctamente y, seguramente fastidiado por la pre- sencia de rantas personas, le dije a mi galerista que busedsemos otro restaurante donde seguir la conver- sacién éon tranquilidad. 38 49 La hermana literata era aficionada 2 la bebida, pero socialmente no se la consideraba una aleobélica. Se embriagaba sélo una o dos veces al mes y sola llegar a perder el sentido. Segein el traductor parece ser que en esas circunstancias olvidaba tomar las pastllas que tenfa prescritas para el corazén. La muerte le sobre- vino en una de esas ocasiones. 50 La idea de cémo encarar el asunco del narcotrafican- te ciego se volvié obsesiva. Quise acordarme del nombre del abogado que sacé a william burroughs de la circel tres dias después del asesinato de su mu- jer. Mi preocupacién por el estado de las cosas en mi casa de méxico me impidié regresar a times square para cotejar la relacién enere caminantes y retratados ‘que ctef encontrar. Tampoco asist la tiltima noche a the mother, donde el show iba a tratar sobre aquellos que establecen sus relaciones amparados en la som- bra de los drboles de los parques piblicos. 51 Cierta tarde noté una especie de alivio en el rostro de mi abuelo. Fue cuando me dijo que macaca habia buscado distintas soluciones para resolver el asunto de los jardineros que abandonaban en forma cons- tante sus jardines. Una fue la del cartel, Cuando se le 39 cocurrié aquella estrategia trazé las palabras en una tabla de madera que Tuego colocé en el tronco de un roble algo afiejo. Macaca parecta cener habilidades innatas para el dibujo, que desarrollarfa de una for- ma casi profesional después, cuando se trasladé a las zonas quechua y se dedicé 2 pintar nifios muertos. El letrero se mantuvo al vaivén del viento un par de dias. Pero durante las primeras jornadas, contra to- das las expectativas, parecié ahuyentar a los posibles aspirantes. A diferencia de lo que sucedia en cizcuns tancias normales, cuando ponte un pequefio papel pegado a la ventana de su caseta, no se presenté nin- gin candidato, Macaca estaba a punto de descolgar el cartel cuando sorpresivamente aparecieton dos hom- bres interesadas en el trabajo. Ambos casi al mismo tiempo. Macaca los entrevist6 por separado, 52 Darante el primer afio de estudios, el poeta ciego Fue propuesto para presidir la asamblea de estudiantes de la universidad. Pero no s6lo decliné a postulacién sino que hizo un juramento por escrito en el que ddojé en claro que jamés aceptarla ningtin puesto pu- blico, En ese tiempo comenz6 a redactar el eratado de la austeridad, que una ver editado le significé un considerable niimero de seguidores. Desde exe mo- mento fue cada ver mayor la cantidad de personas que buscaban su compatifa. Incluso tenia adeptos que al no saber leer ni escribir asistfan a unas lecturas 40 ‘que se organizaron en casa de los padres adoptivos. ‘Otro de sus intereses en esa época fue conocer en de- talle cémo estaba conformada la asociacién de scouts de la ciudad. Ese afin se originé cierta tarde en que a mujer del habito le describié a un grupo de esos nfo cuando ve prepanban pare crear una cle 53 Fui trasladado de inmediato al hospital, donde quedé Internado para que me hicieran las prucbas necesa- rias. Desde mi ingreso comenzaron a suministrarme fuertes cantidades de medicamento por via intrave- nosa. A partir de la primera noche entré en una suer- te de ensofiacién, Fisicamente aparecieron dos mani- festaciones en apariencia contradictorias. Al mismo tiempo que sentia una gran euforia mis miisculos tendfan a ponerse rigidos. ‘Tenia ganas, simultines- mente, de dormir y de hacer ejercicio. Dos dias des- ppués caf en una crisis de nervios motivada por una equivocacién de mi agente de seguros. Fue una reac- cin que considero anormal. Si bien aquel error me obligé a pagar integea la cuenta del hospital, las ma- nifestaciones de esa crisis me evidenciaron que se tra- taba de algo de cuidado. Algo que también noré, y me parecié sumamente cutioso, fue que la depresion. que ven{a arrastrando desaparecié por completo. De la misma manera sorpresiva como habja llegado. Yo hhabja tratado vanamente de combatitla con medios 4 psicoanaliticos. Tuve incluso tres sesiones de terapia en un mismo dia, Pesea todo, la depresién habia per- sistido tenaz durante varios meses seguidos. Final- mente dejé el hospital con la prescripcién de tomar wrilepral dos veces por dia, 54 Para ingresar al orfanato, fa hermana literata conta ba con una vieja credencial cuyos datos eran de difi- cil lectura. Nunca se la pedfan. Podia incluso levar invitados. Desde hacia tiempo habia roto el pacto cstablecido entre las madres y le contaba al traduc- tor los detalles de su experiencia en al orfanato. En- tre otras cosas le mencioné las razones por las que Ia decepcioné la primera nifia, Luego le dio porme- nores de la Ilegada de los mellizos kulin y de cémo sa presencia trastorné a las otras mujeres. 55 Cuando al fin, después de un largo viaje emprendido cea medio de los pensamientos mis faalistas,Hegué al comedor de mi casa, el narcotraficante ciego habia desaparecido. En cambio enconeré, a manera de rega- To, una gran foto de mi perro que él habia tomado durante un viaje anterior. En lugar de hallar la casa rodeada por policias, el paso del narcotraficance ciego estaba registrado s6lo en la imagen de una mascora. a2 56 ara sompresa de mi abuelo, macaca acepté contratar al mismo tiempo a los dos aspirantes a jardinero. Al primero, el maestro espin, le ofrecié a cambio de sus labores de jardinerfa ayudarlo a desarrollarcierta teo- fa matematica en la que estaba trabajando y a la cual habia bautizado como métado maridtico. Habia co- menzado a idearla mientras daba clases a los alunos de una escuela publica. Al segundo, el hermano frat cisco, le ofrecié esconderlo de la gente que supuesta- mente lo persegufa. Ambos vivirian en la cabafia le- vvantada junto a la caseta. Macaca habia pegado, en la pared interior de su sala, un viejo péster de cine don- de se hacia publicidad a una pelicula del actor chino bruce lee. Se me hace sumamente curioso que mi abuelo se haya referido a bruce lee durante sus inter- minables discursos sobre macaca. La imagen de mi abuelo data de los primeros afios sesenta, y cualquie- ra sabe que las peliculas con Iuchadores de asia sur- gieron después. Pese a todo, cada ver se me hace més nitida su vor afirmando que en ef lugar mas impor- tante de la caseta estaba colocado el anuncio de la pelicula enter the dragon, mas conocida como operd- itn dragin. 7 Después de un tiempo el poeta ciego se enteré de is detalles relacionados con la asociacién de scouts. Ms de una ver dijo que lamentaba profundamente B no haber podido ser nunca uno de esos nifios. Cul- paba a su ceguera y al haber sido criado en un lejano pucblo de pescadores. Ya en ese entonces habia for- malizado las relaciones que mantenfa con la mujer del habito, Se hablaba incluso de una fecha para el matrimonio, pero los planes tuvieron que ser modifi- cados porque cierta mafiana los padres del poeta cie- {g0 fueron hallados sin vida en su habitacién. Acosta- dos daban la impresién de dormir plicidamente. Para dlisminuir la cristeza del poeta ciego se realizaron unos ripidos funerales, 58 Al principio no toleraba bien los efectos del tilepcal. Sentfa una extrafia rigidez muscular, as{ como una ‘reciente apatia. Me preocupé asimismo el desénimo sexual que comencé a experimentar. También el he- cho de que mis encias sangraban. ‘Traté de explicarle todos esos sintomas al médico, pero no recibi ningu- na respuesta adecuada. Acudi entonces donde otro especialista, quien me recets keppra y un nuevo ence- falograma. Cuando investigé en mi historia clinica descubrié que el médico anterior no habia recogido de los centros de estudios la prueba fundamental, lade resonancia. Habfa basado su diagnéstico sélo en la tomografia. Sin embargo, al revisar el examen de resonancia magnética, que solicits de urgencia, no encontsé tampoco ninguna alteracién. El encefalo- grama al que me sometié después siguié sin detectar “4 nada. Afirmé entonces que quiz todo habia sido provocado por la falta de suefo y el abuso del alco- hol. Me parecié extrafio ese dictamen, principalmen- te porque acostumbro dormir més de ocho horas por diay rara vex me he sentido borracho. Las keppra del nuevo médico me causaron muchos efectos secunda- ros. Peores que los ocasionados por el trileptal. Tuve sticfios sumamente desagradables asf como adormeci- :iento profundo en las extremidades. 59 Una vez concedida la tutela a la hermana lierata, muchas de las madres falsas reclamaron con actitudes histéricas, Hubo las que abandonaron a sus hijos y no se las volvié a ver més. La hermana literata le escri- bid al eraductor cémo a pesar de sus limitaciones los ‘mellizos kha se las fueron ingeniando, poco a poco, para valesse por s{ mismos. EI traductor muchas veces Je pregunté por las razones que la movian a hacerse cargo de esas criaturas. El inicio de la historia se site varios aftos atras. 60 La escritora margo glantz espera, agazapada deeris de las cortinas de su casa la hora exacta en que la mujer amante de los animales, que merodea fa zona donde vive, amarre en la chapa de la puerta principal la bol- sa de comida destinada a su perta lola. Desde hace algunos dias margo glantz. ha prohibido la salida de lola a fa calle. En contraste con la forma fibre en la que ha sido criada desde cachorra, lola debe hacer ahora la vida de un perro faldero cualquiera, La mu- jer que coloca fas bolsas de comida a primeras horas de la tarde tiene que entender que esa perra no es un animal ni callejeto ni hambriento. Es mas, debe dar- se cuenta de que se trata de lola, la perra de margo glantz, que es ademds protagonista de libro de cuen- tos que su ama acaba de publicar. Pero la mujer amante de los animales parece ignorar todos esos de~ talles. Pretende dejar, a fuerza, en la puerta de Ia casa sicuada en la esquina de hornos y tres eruces, el kilo 46 de higados de pollo que est segura se le niega 2 lola cen ese hogar. 6 La mencién del cine de bruce lee me hace recordar el €xito que obtuvieron sus peliculas, principalmente en la regién quechua del pais. Era impresionante la identificacién que se establecia entre quienes utiliza- ban el proscrito idioma de mis antepasados ¥ las peli- culas habladas en chino, Algunos asistentes incluso insertaron en su vida diaria palabras asiticas que so- naban como propias de su idioma natal. Pienso que haber asistido a una de esas sesiones cinematogréficas hhubiera sido de provecho para mi abuelo, aunque por su forma de ser dudo que se entregara a la catar- sis en la que cafan muchos de sus hermanos de len- gua en esas salas de provincia. oe De inmediato el poeta ciego vendié las propiedades que poseian los padses y compré una casa que no contaba con mayores comodidades. La cligié de dos pisos para dormir a cierta distancia de la mujer del habito, con quien se cas6 en una répida ceremonia llevada a cabo poco tiempo después del sepelio de los padres adoptivos, 63 Cuando le informé por teléfono al médico que el keppra me cafa mal, me cambié répidamente la me- dicina, Fsta ver me prescribié lamiedal, sin hacer re- ferencia a los posibles efectos colaterales. Lo tomé por espacio de quince dfas. Los resultados al principio pa- recieron muy buenos. Sentf un fuerte estimulo en el nimo y desaparecieron las sensaciones extrafias en el cuerpo. Sin embargo cai de pronto en una severa cti- sis alérgica. Comenzé con ataques de fiebre de més de cuarenta grados y el cuerpo se llend de erupciones. Suef aquel sindfome una semana completa. No re- cuerdo el nombre, pero tiene algo que ver con smith & johnson, o algo parecido. El médico que me habia recetado el medicamento no quiso hacerse responsa- ble, Incluso neg6, en primera instancia, que el lamic- dal hubiese cenido algo que ver con esa situacién. Vi cen es0s dias a varios médicos generales, pero ninguno acertaba en el diagndstico. Unos decian que se trata- ba de una rubeola, otros que era un caso de escarlati- na. Desesperado, terminé en la sala de urgencias de tun hospital cercano, donde a uno de los doctores reu- nidos se le ocurrié preguntar si estaba tomando me- icinas contra las convulsiones. Al contestar en forma afirmativa fui conducido donde un dermatélogo, quien estuvo a punto de ordenar mi internamiento por la gravedad del cuadro que presentaba. Ordené un tratamiento radical a base de cortisona. Poco a poco los ceribles sintomas fueron disminuyendo. Sin embargo la superficie de todo mi cuerpo quedé que- 48 mada. A los pocos dias cambié totalmente de piel. EL higado también quedé afectado por la intoxicacién, Dejé de tomar medicinas cerca de dos meses. 4 ‘A la hermana literata parecia hacerle falta tan sélo una dosis minima de alcohol para que su conducta se modificara en forma evidente. Comenzaba a beber desde las primeras horas de la noche. No se detenta sino hasta el amanecer. Deliraba principalmence acerca de su pasado. Hablaba ademés de su hermano cl traductor, Eso acurrfa cuando se emborrachaba en su casa, En las visitas a las cantinas las cosas eran di- ferentes. Llegaba a la media noche levando en su bolso los textos redacrados en los dias previos. To- maba asiento y luego de beber dos vasos de aguar- dliente rectaba en vor alta los escrtos. Acostumbraba leer cerca de una hora. Al terminar y darse cuenta de que nadie la habia escuchado, repartia entre los asis- tentes los manuscritos. Iba de una mesa @ otra y pe dia opiniones 0 repetfa fragmentos de memoria. Cuando notaba que segulan sin hacerle caso recogia los papeles, se dirigia a su mesa y, mirando hacia un punto muerto, se ponia a balbucear palabras relacio- nadas con los secretos del trabajo literatio. En los tl- timos tiempos ese final sufrié algunas variaciones. En lugar de hablar de su oficio empezs a pararse en una silla desde donde relataba la supuesta y vetdadera historia de los mellizos kuhn. 49 65 Margo glantz contint escondida esperando. Sabe que, a pesar de la aparente rardanza, fa mujer de los higados no abandonaré ese dia su empefio. No tiene idea de cémo librarse del personaje que ha decidido velar por los canes de la zona central de coyoacén. Pese @ todas sus esfuerzos, més de una ver ha tratado de explicar que cuenta con los recursos econémicos suficientes para evitar que su perra pase hambre, la mujer insiste con una persistencia mayor. do el abuelo querfa siempre desplazarse centre el espacio reservado a los camellos y ka poza destinada a las focas, El mar estaba cerca. Incluso a ratos se podia escuchar con claridad el romper de las clas. En cierta ocasién mi abuelo me hablé de la no- che en que una de las focas escape e intents llegar de nuevo al océano. Estaba a medio camino cuando un taxista se eruzé en su destino. La foca debié volver a su pora y contentarse con ofr la lejanta el sonido del mar. a El poeta ciego se preocupé por contar en la nueva casa con un gabinete de trabajo, En ese lugar dicts la mayor parte de los eratados, incluido el que Mevarfa por titulo necesidad de un celibato obligatorio, Los 50 martes le pedia a la mujer del hibico que Je describie~ ra la revista de cortes y peinados a la que estaban sus- ctitos. Le pedia también, en las noches de luna espe- ialmente, que copiara répidamente en una libreta los poemas que recitaba inspirado por fuereas desco- nocidas. La mujer del habito se hacta cargo de sus funciones con cierta tranquilidad. Sin embargo esa situacién no se mantenia todo el tiempo igual. 68 Cansado del fracaso con Jos neurdlogos visité a una miédico psiquiatra, quien ordené que me hicieran el Ultimo electroencefilograma al que he sido someti- do, Afirmé que necesitaba realizirmelo en una mé- guina sumamente sensible, guiada por una compura- dora. De esa miquina provienen los resultados con los que cucnto. La doctors afirma, en primer lugar, {que funciono con voltios bajisimos, rzén por la cual ningiin equipo normal pudo percibir alguna anoma- lia cerebral. Aparte ve un serio desorden de energias. Pero dice que el mayor problema tadica en mi sen- sibilidad extrema a les medicamentos. Segiin esta doctora, con un tratamiento regular de pastillas la actividad cerebral y el flujo eléctrico quedarian con- trolados en corto tiempo. En el lapso de dos afios aproximadamente no tendria ya necesidad de conti- ‘nuar con la medicacién. 51 0” Ta hermana literata acostumbraba decir en la cantina que los mellizos kubn nacieron como producto de un incesto cometido entre dos hermanos. Afirmaba que lo sabfa por ciertos informantes andnimos que acudicron a la puerta del orfanato para contérsclo. El inicio de la historia se situaba varios afios atris, cuando los padres de los mellizos eran pequeiios. Se trataba de un nifio robusto y de una nifia sumamente delgada, que lucfan Jos cuerpos completamente cubiertos de lunares. Algu- nos eran promuberantes. Otros mintisculos como pecas. En esa época Ia ciudad tenia un alto ntimero de habi- tantes con deformidades fisicas. La hermana literata afirmaba que esa caracteristica la existencia de una se- rie de monstruos, era normal en determinadas etapas dela evolucién de cualquier sociedad. 70 No en vano margo glantz ha comenzado a cancelar tuna serie de citas programadas para el mediodia. No ‘quiere que en su ausencia la mujer cumpla impune- mente con su obra. No esté dispuesta a aceptar que cn la puerta de su casa cuelgue varias horas seguidas tuna bolsa de comida para perros. Prefiere por eso que Jos encuentros con amigos se leven a cabo en su pro- pio comedor, para ast po la siglosa egada de la mi 52 n Mi abuelo me dijo una y otra vex. que los aspirantes a jardinero hacian todo el tiempo preguntas con rela- cidn al péster de bruce lee. Macaca contestaba que lo habla pucsto en la pared principal en homenaje a stt amante muerto. Bruce lee habja sido el actor preferi- do del luchador convertido en zapatero. Macaca in- cluso pensaba que el amante habfa estado inmiscuido en la filmacién de algunas peliculas del actor. Nunca le confirmé si lo habia conocido en forma personal, peto a veces lo dejaba entrever. En més de una oca- sién le habia contado detalles de su vida tanto en la pantalla como en su existencia real. Le hablé de sus telaciones con la mafia china y de cémo esa misma ‘mafia lo habia condenado a muerte, no sélo a bruce lee sino a sus descendientes hasta la tercera genera 2 La mujer del habito no podia atender siempre de la ‘misma manera al poeta ciego, pues a veces caia en un estado de énimo que le impedia incluso levantarse de la cama, Esas crisis podfan comenzar de distintos modos, sin embargo siempre cumplian un ciclo que iba de la actividad desatada a la inmovilidad més ab- soluca para volver nuevamente a la actividad desata- da, Por ese motivo se acondicioné una habitacién es- pecial, oscurecida con telas puestas delante de la ventana. Tanto las paredes como la puerta habfan 33 sido recubiertas con una placa de corcho. Durante esos periodos se hacfa cargo de la rutina doméstica una enfermera que conocfa muy bien las costumbres de la casa. Lo que més resaltaba del fisico de esa mu- jer era el contraste entre su piel oscura y el cabello te- itido de rubio. Cuando el poeta ciego se enteré de aquella caracteristica pregunté por los tintes y eémo cran aplicados. La enfermera sefial6 que al principio le hacfa el tratamiento un estilisa, que tenfa su nego- cio cerca del hospital donde trabajaba, pero que con el tiempo habia aprendido a aplicarselo ella misma. 3 El asunto de los efectos secundarios de los medica- mentos debia concemplar también el problema del higado, pues 2 lo largo de mi vida he sultido hepati- tis ay b, Por esa razén la médico psiquiatra estuvo buscando alguna medicina que no atacara ese 6r- gano. Finalmente me receté topomax. La primera toma basté para que perdiera nuevamente la nocién de Ia realidad y sintiera asimismo una serie de males- tares fsicos bastante desagradables. Suri alucinacio- nes, la apaticién de ideas obsesivasy la imposibilidad de ordenar, aunque fuera minimamente, mi rutina diaria, Aquel efecto me dur6 cerca de setenta y dos horas. Luego disminuyé en forma gradual. Sin bargo parece haber quedado hasta ahora un marcado nerviosismo, 54 74 En ese entonces las anomalias genéticas fucron tan evidentes en la ciudad que describfa la hermana litera- ‘a, que incluso se conformé un grupo de personas que a partir de las peculiaridades de sus cuerpos comenz6 a reunirse en las afueras. Le daban el mando a un ancia- no cicgo —no el poeta ni el fotdgrafo-, quien de algtin ‘modo parecfa tener el poder de evitar las deformacio- nes en Ja descendencia, Todos los dias acudfan hasta la sede decenas de parejas que buscaban tener hijos sa- B Las invitaciones a la casa de margo glantz,suelen co- menzar a las dos de la tarde. Acostumbran transcu- rrir en un ambiente perfecto. Pero, desde hace algin tiempo, cuando se esté cercano al postre la anfitriona se levanta de [a mesa con ansiedad. Casi ninguno de sus invitados sabe a qué se debe el repentino cambio de conducta. La raz6n por la que margo glantz deja la mesa y comienza a lanzar diatribas desde Ja venta- nna del comedor. Se trata de la presencia de la mujer de la bolsa que intenta amarrar nuevamente a la cha- pa sus higados hervidos. Lo hace pese a saber que la uefa de la casa le gritars a través de la ventana, que Je pedira que se retire, que la amenazard con llamar a 1a policia 76 Mi abuelo me dijo a escondidas que la perdicidn de bruce Iee se habia originado por estar demasiado comprometido con los objetos materiales que tenia a su alrededor, Cada vez sospecho més que lo que mi abuelo trataba de darme a entender en esas visitas al ro0légico, cra que el amante asidtico de macaca era el mismo bruce lee en persona 7 Cierta noche en que el poeta ciego dictaba sus ver- s05 bajo la huz de la funa, la mujer del habito dejé caer al suelo el lapiz y el papel donde escribia, Lue- 0, sin ningiin control del cuerpo, comenzé a desli- zarse de la silla en la que se hallaba sentada. El poe- ta ciego traté de ayudarla, pero no pudo hacer nada para sacatla de su estado. Se limité a quitarle el de- dal de cuero negro que llevaba en el dedo mefiique. Llamé fuego por teléfono para que la enfermera de! cabello teftido se hiciera cargo de la situacién. 78 La médico psiquiatra terminé recetindome un medi- camento para nifios, Atemperator infantil, Debia to- mar medio gotero en las mafianas y medio gotero en las noches. Es el tratamiento que sigo acttalmente. En el nademecum, que revisé a escondicas, dice que es una de las peores medicinas para el higado. Noto 56 ademds cierta apatia y suefio constante. Me levanto tarde en la mafiana y debo hacer siesta todos los dias. Siento que el medicamenco afecta a mi vida cotidia- na. He dejado de realizar una serie de actividades {que me gustaria seguir haciendo, Noto también que contimian las molestias, principalmente frente a los cestimulos que provienen del exterior, 79 Cansados de las miradas indiscretas de los vecinos, fos padres de las criaturas plagadas de Iunares que ‘mencionaba la hermana licerata Ilevaron a sus hijos a los terrenos de la comunidad dirigida por cl anciano ciego, quien revis6 a los hermanos en forma minu- ciosa. Luego de repasar las manos sobre los cuerpos de las criaturas, el anciano mandé a los nifios afue- ray se retiré a un cuarto donde le dicté a su asisten- te una serie de prescripciones. Dijo que no se podia saber atin de qué clase de mutacién podia tratars. Habia que esperar para que, 2 través de los cxcrpos, el tiempo dijera su verdad. Sin embargo, para lo que hhabfa que prepararse desde ese momento cra para que los nitios se casasen entre si. Lo similar cura lo similar, sefialé, Sélo con la unin carnal entre esos hermanos podia evitarse que en las fururas gencracio- nies los males genéticos llegaran a un grado mayor de desarrollo, 7 80 Cuando la mujer de os higados desaparece, margo glance suele quedar desconcertada. No puede desen- trafiar el verdadero sentido de esa diaria presencia. A veces cree que ella misma, a través de su escricura, es quien produce la situacién. Una légica semejante nos hace pensar que margo glantz asocia el trabajo con Ia palabra a fuerzas desconocidas. Esa mujer pa- rece obligarla a recapacitar en sus planes literarios. Nuestra aurora quiere hacer una biografia de su pa- dre, el poeta jacobo glantz. Quied trata de indagar ‘en lo que se conoce como el alma judia. En caso de llevar a cabo un proyecto semejante puede ser que cobren otro sentido los relatas de kafka, roth, singer © meintik, que a margo glantz tanco le interesan. Seré quiz una biografla llena de historias inverosi- miles donde confluirin verdad y mentiea, realidad invealidad, absurdo y solemnidad, donde cstarén confundidos los tiempos en ritmos ciclicos y eter- 81 Segiin mi abuelo ef maestro espin, uno de los jardi- netos contratados, encontré absolutamente Idgicos los ultimos afios de macaca. Para constatatlo aplicé |a teorla matemética que estaba desarrollando. Dijo que incluso podtia graficartos, con sus ramificaciones y demis, Para el maesteo espin la aplicacién del mé- toda maridrico era quis la tinica manera cuerda de 38 cexplicar cémo una pelicula china de corte comercial hizo posible que un luchador de asia, convertido en zapatero, huyera de sus perseguidores para morit a manos de la policfa de un pais extranjero, No sélo 60, sino que logeaba explicar ademés que su amance, tuna mujer llamada macaca, diera la impresign de haberse enamorado, tras el asesinato, de las casas que tiempo después habia sido contratada para ven der. a2 la enfermera del cabello tefido se quedé en la casa cerca de dos semanas. En las mafianas salia a cum- plir su eurno en el hospital y tegresaba al anocheccr. Permanecié alli hasta que la mujer del hébito superé el estado de postracién en el que se encontraba su- ida. 83 En ciertos momentos veo la realidad desde otro pun- to de vista. No sé cémo explicarlo con propicdad, pero en detcrminadas situaciones aprecio las cosas de tuna manera que podria llamar externa, Em esas cit- cunstancias siento el remor de que esa forma de per- cepcién no sea sino un conato de ataque. Son mu- chos los momentos del dia en los que percibo la inminente aparicién de una situacién anormal. Ese miedo se va acrecentando con el tiempo. Me causa 59 tuna creciente inseguridad vivir bajo estas condicio- nes. He tratado de hablarlo con la doctora, pero dice que tiene el tiempo limitado. Tengo dudas, ademis, de lo efectivo que pueda ser un medicamento pedié- trico tomado en dosis tan bajas. 84 Los mellizos kuhn no fueron los tinicos nifios naci- dos con defotmaciones en la ciudad. Por esas fechas se tuvo conocimiento del nacimiento de otros melli- zos de los cuales nadie supo més. La hermana litera- ta le conté en una carta el caso a su hermano el tra- ductor. La misiva comenzaba situando a la madre embarazada en compafia de su propia madre, en el segundo piso de una tienda por departamentos. La mujer embarazada en cierto momento habia tenido sed y le pidié a su madre que la acompafiara a la ca- feterfa. La mujer embarazada pidié agua y también, aunque su médico se lo habfa prohibido, an pastel de chocolate. Esa mezcla le hizo recordar los atios pasados fuera de la ciudad. En la escucla donde se habia educado existia un programa de intercambio estudiantil, del que hizo uso durante un periodo cs- colar. Al volver inicié un noviaago que terminé en matrimonio y alli se encontraba, sentada en la cafe- terfa de un centro comercial realizando compras para el alumbramiento. 60. 85 La mujer de los higados no dejard de visitar la casa de margo glantz mientras lola contintie con vida. La fucha entre ambas mujeres tendré a la perra como pretexto. Pero Ia batalla final parece haber ya comen- zado, Hay quienes dicen haber advertido, on Ia pues- ta de entrada de la casa de margo glantz, la presencia de ciettos muficcos hechos de barro, quiza en espera de que les den el soplo divino capaz. de transformar- los en una especie de homoides. 86 Hasta el dia de hoy escucho las palabras de mi abue- lo diciéndome que, sentado bajo el péster de bruce lee, el maestro espin sacé un Iépiz y un papel. Empe- 76 a ttazar los iltimos movimientos de la vida de macaca, desde el estreno de la pelicula hasta el despi- do del iltimo jardinero, Se agaché mucho sobre la hhoja. El macstro espin usaba todo el tiempo un som brero de filtro negro. En mis recuerdos mi abuelo se teferia a ese sombrero en forma recurtente. 87 La esposa del poeta ciego se despertd de improviso. Despus de algunos minutos abandoné fa cama con ptecaucién, Se puso la bata y salié del cuarto. En el segundo piso habla una luz encendida. Subié con cautela las escaleras. Llegé hasta el dormitorio y 6 cuando abrié la puerta vio que su marido estaba acostado boca arriba y sobre él cabalgaba desnuda la enfermera del cabello tefido. Minutos después la mujer del habito se encontr6 asestando sin compa- sin una serie de goipes de martllo en la cabeza del poeta ciego, 2 Atemperator pediatric. 88 Mi trabajo exige una concentracién extrema, ast como un estado de énimo determinado para poder set Ilevado 4 cabo con propiedad. Puedo ascgurar «que las sensaciones que experimento con la medicina infanel van en contra de su desarrollo. 89 ‘Como en esos meses las piernas de la mujer embara- zada han sufrido una ligera hinchaz6n, leva puestas tunas medias especiales. Por esa misma razén los za- patos son de tacén bajo. Dos dias antes ha visto pot ilkima ver a su ginecdlogo, quien le informé que no advertia ninguna complicacién y que dentro de poco seria madre de mellizos. 63 90 EI golem creado por margo glancz crecerla de una manera desoomunal y, leyado el momento, ni su propia duefia alcanzarfa su frente para quitarle las le- tras que seguramente levarfa grabadas. De no ser po- sible arrancar esos simbolos, la horrorosa creacién hhuiria para recotrer calles cada vex més alejadas. En su camino se alimentaria principalmente de los pe- 1105 con los que se cruzase. a Era curioso que mi abuclo conociera tan bien cl sombrero del maestro espin, pues él siempre llevé la cabeza descubierta. Por eso era visible en todo mo- ‘mento una pelusa rubia que le crecia sobre las orejas. Més de una vez me dijo que, uno a uno, habia ido perdiendo los sombreros que comenzé a usar inme- diaramente después de su Tlegada a la ciudad capital Parecia que la imposibilidad de usar sombrero se tra- taba de una suerte de castigo. El nunca lo pens6, por supuesto, O por fo menos nunca me lo dijo. Pero lo Vi aparecer fugazmente. Fra el espiritu de un castigo motivado quizé por no haber podido volver a pro- nnunciar una palabra en su lengua materna 92 El territorio donde viven los universales, aquellos personajes que tanto interesaron al poeta ciego, suele 64 ser incierto. Generalmente escogen conserucciones abandonadas, antiguas estaciones de metro, © zonas campestres no demasiado alejadas de la ciudad. Hay una extrafia necesidad de lo urbano. Las autoridades lo saben, ral vez por eso la ciudadela final fue cons- tmuida en medio del desierto. 93 No lo he mencionado antes, pero experimento tam- bin problemas de memoria y de confusién de tiem- pos. En muchas ocasiones no puedo dar una crono- lgéa exacta a los hechos del pasado. Siento también que no estoy lo suficientemente insertado en las si- tuaciones que se desarrollan normalmente. Eso lo noto principalmente durante los viajes. 94 La madre de la mujer embarazada, que ha pedido un pastel de manzana y una taza de té, hubiere preferido ue su hija fuera tratada por el médico que siempre ha visto los problemas femeninos en la familia. Los paquetes de la compra, articulos para recién nacidos ‘asi todos, han sido colocados en una tercera sila. Las dos mujeres se quedan en la cafeteria cerca de media hora, Salen después con direccién al estacio- rnamiento del centro comercial. 95 ‘A esas alturas el musieco de barro habria adquirido un particular libre albedrio, Nadie podrla detenerlo Se aduefiaria de las plazas, de los puentes, de las ave- nnidas que recorren de extremo a extremo la ciudad. Las balas de la policfa necesariamente serfan inocuas. Nadie se atreverfa a ponérsele delante y menos a tra- tar de desvietuar el mensaje de su frente 96 ‘Me gustarfa saber con qué palabras fie hecha la pe- ticidn que, tirado en un extenso campo de mai. des- pus de que sus compafieros de escuela se burlaron de sus expresiones en quechua, le hizo mi abuclo a su dios para que le concediera la muerte. Quiz esas palabras no existan y estén sélo representadas simbé- licamente en cada uno de los sombreros que mi abuelo fue perdiendo a lo largo de su vida. Eso lo vi tuna tarde de julio cuando la familia me organizé la celebracién de cumpleafios en mi cuarto de enfer- mo. Yo acababa de sufrir una grave crisis asmatica. Habjan lenado las paredes de mi habitacién con globos y con figuras de cartén que representaban 2 tuna serie de payasos. Se entoné la cancién de cum- pleafios con lx preocupacién reflejada en los rostros. Recuerdo que no me encontraba capacitado para res- pirar plenamente. Pero creo, sin embargo, que lo verdaderamente insoportable eran los efectos secun~ darios de las pastillas que debia tomar. Los sintomas 66 principales se manifestaban como una serie de néu- seas y mareos. ” El universal vivia con su mujer y su hijo en una zona apartada. La casa estaba constituida por una sola ha- bitacién de techos altos. Cuando el universal legs, cen aquella época no tenéa mujer ni hijo, la habitaba un grupo de nifios. El universal convivié con ellos durante alsin tiempo. Pero de un momento a ot70 se qued6 solo. Los nifios emigraron, pues de pronto se vieron involucrados en el asesinato de un anciano ciego fundador de una excrafia organizacién de seres malformados. 98 Durante los viajes que suelo realizar me viene la idea persistence de que lo que esté sucediendo en mi inte- rior es més fuerte que lo que ocurre en ese momento afuera. Por la natutaleza de mi trabajo debo ir de una ciudad a otra con regularidad. A principios de di- ciembre, por ejemplo, tengo que estar fuera por un par de semanas. Me gustaria por eso tencr la seguti- dad de un diagnéstico que me permita saber qué es lo que significa el desordlen de energias aparecido en el clectroencefalograma, y estar seguro también de que Ja medicina recerada es realmente la que necesito o 99 Segtin lo previsto, un mes después la mujer embaraza- da dio a luz, Por tratarse de mellizos se realiz6 una ce- sirea. No se presentaron complicaciones mayores en ef momento del parto, Sin embargo una vez que las criataras nacieron hubo confusién en la sala. Se llamé a otros médicos, pediatras especialmente. Después de que los recién nacidos fueron examinados se ordené su traslado a una seecidn especial de la cuna maternal. 100 Alertado por los destrozos del homoide, tal vex llega- se a la casa de margo glantz. un escuadrén completo de investigadores. Algunos vecinos la habrian delata- do y seguramente seria acusada de la desaparicién no sélo de la mujer de los higados sino de la mayoria de Tos perros de la zona. 101 Posiblemente, y como resultado del asma, en los aos de mi nice las sensaciones del cuerpo parecie- ron ocupar casi todo el espacio que me rodeaba. Frente a los globos y los payasos de cartén mi abuelo me hablé ~cuando los demés parientes salieron del cuarto para respirar un poco de aire puro— de una danza antigua que se practicaba en la zona donde ha- bfa nacido. La danza de las tijeras, sefial6. Lo timo que recuerdo, antes de caer dormido a cause de los 68 medicamentos, es que los danzantes eran preparados desde niios para cumplir una misién trascendente. Para ellos las sijeras tenian un significado absoluto. De una fuerza parecida a la que seguramente adqui- rieron las herramientas de talabartero con las que el luchador de asia trat6 de detener la entrada de la po- licia en su taller. 102 Por algunos vestigios que hallé durante su estadta, la casa donde vivia el universal parecia haberse utiliza- do en algiin momento como local destinado a la fax bricacién clandestina de alcohol. El universal encon- 16 alambiques enterrados, asi como algunas garrafas ‘ocultas debajo de un falso piso ubicado en Ia parte posterior. Una vez que lievé a su mujer a vivir en aquel lugar, el universal cort6 con cuidado las garra- fas -se habia hecho de un cortador de vidrios~ y las convirsié en vasos y fuentes. 103 Medicinas experimentadas: Trilepral Keppra Lamicdal Topamax Atemperator pedidtrico. Ninguna funcion6. 3) 104 Los mellizos quedaron en observacién y a la espera de los resultados de los andlisis clinicos a los que fe- ron sometides. Lo que tenia tan alarmado al perso- ral médico era que habfan nacido con unas extremi- dades incipientes 105 Como es de suponer, en fa puerta de la casa de mar- go glantz ya no hubo bolsas de comida. Lola pudo recorrer las calles aledafias sin temer encontrarse con perros vagabundos y sin ser considerada un animal carente de cuidados. En los momentos que st escri- tura le dejata libte margo glantz verfa, a través de la television, las imagenes del ser que supuestamente habia creado, el golem casero, causando estragos por la cindad. 106 ‘A ini abuelo parecia indignarle profundamente que macaca hubiera legado tarde a la escena del erimen. El taller del zapatero contaba con dos secciones te- chadas. La anterior servia para mostrar los zapatos en venta. Se trataba de modelos pasados de moda, sim- ples, que buscaban sin embargo respetar cierta linea clisica. Estaban expuestos sobre unos anaqueles de ‘madera, En esa misma habitacién se encontraban los litiles de trabajo. Habja herramientas de talabartero, 70 tunas descomunales tjeras, hilos, y materiales de cos- cura, En el suelo se arrumbaban una serie de suclas de distintos tamafios. La trastienda estaba acomoda- da como dormirorio. A un lado habja una cama cu- bierta con un ul que cafa del cecho. Enfiente un cordel pendia de un extremo a otro de la pared. Se- parados por una distancia de mds 0 menos metro y medio, colgaban de ese corde! trozos de carne cruda. Debajo de cada pedazo habia unas cajas de metal con tuna compuerta en la parte superior. Las ratas, con ccuya piel estaban hechos les zapatos, trepaban en las noches por esas cajas, seguramente atrafdas por cl olor de la came colgada y, gracias al mecanismo de la ‘compuerta, caian dentro, 107 El universal fillé la ocasién en que llev6 a su casa los primeros cachorros de bull rerrier. Cometié el error de ctiarlos como si se trataran de cualquier animal do- méstico. Dejé que su mujer y su hijo los consintieran, Permitié que los animales desarollaran instintos que iban en contra de su naturaleza. El universal sabe que a es la razén por la que los pertos no llegaron a la edad adulta. Se mataron uno al otro. Sucedié cuando los cachorros estaban cercanos a los diez meses de edad y-ala mujer del universal se le ocurrié lanzarles un hue- ‘0 para ver cudl de los dos lo alcanzaba primero. n

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