Dleichmor Scloig. “La Rudacics ¢
Ja case, cocinando para él u ocupéndose de sus cosas —se-
ita y que sube donde localizarla—,
1 yo epensaras en él miantras estaba
cado a lo suyo.
po después me dijo que no queria venir mas los
viernes habia usado, ocasionalmente, este espacio—. Se
guimos entonces trabajando un tiempo mis a dos sesiones
ra esa etapa aparecian como resueltas, y el nifio del
pezar a recibir una ayuda psicopedayigiea para comy
algunas nociones cuyos deficit arrastraba. Me preguntal
yo cual era el camino mas adecuado a temar: sabia, por una
parte, que Alberto necesitaria muchos afios de ayuda ana-
Iities hasta que los aspectos mas seriamente perturbados
rales pudieran producirse?
‘Acordé con él, y luego con sus padres, una interrupeién
del tratamiento. Le ofreet garantias de que nos seguiriamos
viendo —me habia dicho, en muchas ocasiones: «Cuando
‘yo sea grande voy a seguir viniendo?s; en otras, mas opti-
Iista: «Cuando sea grande te voy a tracr a mis hijites para
‘que los atiendas..»
__ Convinimes, también, en que periédicamente me lama-
rrian ante las dificultades que se les plantearan, o ante eual-
‘quier situacién que consideraran digna de ser comunicada.
‘Algxin momento seré propicio para retomar el tratamiento;
ppositlemente, los embates de la pubertad sometan aAlberto
primera etapa, asi como la instalacidn de un espacio trasfe-
rencial sin forzamientos, espero que constituyan su garan-
tia de analizabilidad futura,
176
. eq" ®
5, El concepto de infancia en psicoandlisis
(prerrequisitos para una teoria de la
clinica)
Jos padres, entrevistar a los hermanos, no son meras cues
tiones relativas a la «téenicas; cada una de estas opciones
esta determinada por una concepcién del funcionamiento
psiquico, un modo de «entender» al sintoma. Mas 0 menos
fundamentadas, mis o menos intuitivas, las respuestas que
vy vasta cuando
tuna u otra estrategia terapeut
«Queria ver un poguito mai
guntd por Jas razones que lo
vista familiar con los padr
tee de nueve mfos. «€
ne», responde quien hu
‘uno de los progenitores en el tratamiento. Es posible, pero:
char iqué?, ver igué? (Sen todos los discursos, todas 1as
todos los actos del sctnejante algo que tiene
‘¢ parentales y las determinaciones
lares, especificas, que hacen a la neurosis,
Si lx relaciones entre teoria y clinica implican la defini
cion de un métode, sabemos ya que el método ne puede con-
cebirse al margen de las correlaciones con el objeto que se
trasformar. Es osta, la cuestiin del objeto,
de nifios, la que debemos poner hoy en el
-as preocupaciones.
WTpracticante ni, tampoco, que intente un tr
tico mediante un forzamiento en el cual no se diseutan,
He tomado partido hace ya varios afios por la propuesta,
freudiana que concibe al inconciente como no existente des-
de los origenes, definido su pesicionamienta por relacion @
Ia barrera de la
sintomales por re
quicos —sister
in de lo originario. La precisién de psicoandlisis «de»
nifios —o «eon nifios, como una cierta perspectiva contem-
porénea propone— no puede ser retomada sin sefialar el
jcamente: es en.
ynoen iio. Se
Jo cual supone en-
dice que se trata siempre
tonces un método de conocimiento
es sin embargo tan |
de ser explorado, en
neurosis, una ver, est ato psiquico que da
‘origen al sintoma, y ello no es posible antes de que se hayan
producido ciertos movimientos de estructuracién marcados
por la represién originaria,
Volvamos a la definicién ofrecida por Freud en 123 en
\Psicoanilisisy y Teoria de Is libido» para, a partir de ello,
inawgurar algunos problemas que hacen a nuestro tema:
y por relacién ala
«Psicoandilisis es el nombre: 1) de un procedimiento que sir-
ve para indagar procesos animicos dificiimente accesibles
por otras vias; 2) de un método de tratamiento de pertur-
178
suréticas, fundado en esa indagacién, y8) de una
Jeociones peieolégieas, ganadas por ese camino,
{que pooo a poco se han ido ooligando en una nueva disciplina
clentificas.
‘Vemos que es en principio la relacién entre objeto y méto-
do la que aparece enunciada, cuestidn que se soslaya on
muchas ocesiones cuando se intentan establecer correlacio
nes generales entre teori yelinica. Es imposible establecer
tuna correlacidn entre teoria y clinica sin definir previamen-
‘te este problema del objeto y el método; cuestién que
presa de modo parsdigmatico en el campo del psicoandl
ics, pero que no deja de jugarse permanentemente
ellos otros espacios que hacen a Ja elinica ps
a cuando se trata del abordaje de los estados no new
de Ia mente.
sma podria resumirse en los siguientes térmi-
aparato psiquico constitui
ge como formacién del in:
mente, los earninos de la
Jo secundariamente reprimido—
Pero para que ello ocurra
in clpreconeiente se hayan
renciado en tanto sistemas y, atin mai
haya estructurado en el marco de la
darias residuales del complejo de Edipo sepultado,
‘&De qué modo ocurre esta, en cambio, cuando al incon-
cienteno ha terminado atin de constituirse? {Cuando las re-
presentaciones primontiales de Ia sexualidad pulsionl ori-
ginaria ne han encontrado un lugar definitive, no han side
‘ijadase ol inconeiente? Se abre acd una dimensién clinica
nueva, Ia cual sélo puede establecerse a partir de ubicar la
estructura real, existente, pura luego
Giante Ia cual debe operar el psicoandl
ciente no ha encontrado atin su topos definitivo, cuando el
ssujeto se halla en constitucis,
Conocemos las diversas soluciones que se han ofrecido a
lb largo de la historia del psicoandlisis a esta cuestién y las
+ Sigmund Freud,Rloinismo abrié
ya que analizar ai
lo en la perspec
win sometida a la prueba de fa clinica abstener-
snte de la experiencia acumulada por lo que po-
Griemos denominar «el psicoandlisis de nitios clisico»?
sstard ausente. Porque
papa de quien se asté eoleso, ni es a mamé a quien se odia,
sino que ellos estan atravesados por un posicionamiento
respacto de aquellas repersentaciones de mama y P
Jos eonstitayen en tanto sujotos sexuados, de aquellns re-
presentaciones de mamd y papé atravesadas por el deseo
que se encarna —sin ningtin tipo de espiritualismo— en el
180
sujeroe, en ef vientre y los pechos, en cada uno
tifica eu vigencia p
Anna Freud) como el primer «retorn
imponen frente
punea mas olvidar la ensehanza de Klein, que lo llevard a
aif introduzea un dedo en un agujero
torio, en le tierra de une maceta o en un
agujeronoes un simple recorte material en
ina algo que, jugado entre su cuerpo y el
cuerpo materno, pone en marcha una f
ivacién erdgena de una int
que haya transitado seriamente por su ani-
lisis, un analista que se haya reconocido on sus estallidos
deseantes amorosos y hostiles, que haya sufrido la pasion
trasfereneial desconsciéndose y reconociéndose, incluso, en
el atravesamiento que lo introduce en el ciclotrén desmem-
brante de un espacio en el cual se borran los limites de lo
real y del fantasma, sabe que el nitio al cual se enfrenta en
54 tarea no deja de activar, al mismo tiempo, y permanen-
temente, loa fantasmas a los cuales él mismo fuera confron-
2 Melanie Klein, Contribucines al pscoandlsis, Buenos Aires: Pai,
1964,
181tado, Pero sabe tambiéi
formadora dei ana
maulada sin hij
descriptive cuyo
phi
ilidades del sujeto mismo de adueria
desconocidos que desde su inconciente insisten bajo} cel medio
de ataque de la compuisién de repeticisn.
no queria dormir
do que tampoco de}
también hacia ruido durante Ja siesta,
‘cuando su padre queria descansar; su padre se enojaba y 10
azotaba, Reaccisn: El pequerio Hans se precipité sobre el
aparador, tomé un “Krampus"® y su bastén que se encon=
traba all, y comenzé a golpearme el brazo mientras deci
inué: "Rudi no amaba en absoluto
rounta en Viena con su familia durante sus breves
ins... Al dia siguiente, sus deseos de muerte dirigido
tra su padre se manifestaron mas claramente. Jugaba con
hoy un censultaro denis en
queen una Limina de «Caper
qu, por otras
‘Stunde beyan sie eradioadse de le crianza sctual.
182
oe
estaba ahora muy triste porque, no obstante sus deseos, en
verdad queria mucho a su padres.
La interveneidn precedente —que no dejaré de sobreco-
mmades y voluntarios».> iQue
ante resonancia, In de estas ultimas frases, luego de
ientas histéricos vividos pocos alos mis tarde
perspectiva mistificadora y atemperante, Aplacar, educa,
mostrar queel odio produce culpa, generando, a su vez, mis
odio...” he aqui el modelo de intervenciéa con el cual Hug-
‘nmorelinelueoasesine, que éebie er edueado, El polimerfsma parvorsa
183al nifio pasible de ello, y por supuesto, de trasferencia:
¢He querido probar que un trabajo
analitico yun trabajo : 9 mis argumen-
tos diciendo que una de estas actividades anula de hecho a
Ja otra, Si el analista, aun cu lo fuera temporaria:
mente, deviene el representante de {as in
vvas, si torna el rol del supery6, sicierra la ruta
a las tende
sentante de
de conservarse impasible y abstis
ajeno. «Mis critices no recaen sobre ef he
Areudiano oes comprendido por algunos di
‘Stackel, en El lenguoje del suc, de
Aperturas e impasses de la propuesta kleiniana
Es indudable que
sade, en lo que a la teoria
propuesta que tiende a t
cs Tustin, han puesto el acento en la
suencias de esta para la evo
intrar textos que remitan sus exp
ta constitucion morbida a conceptos como «la envi, «al
instinta de muertes, o eel sadismo precom*
‘Sin embargo, lo que resulta dificil de concebir por los
analistas es que el inconciente mismo no sea un existente
desde les origence, que sea un producto de relaciones huma-
nizantes en las cuales la cria humana se constituye; que no
esté dado desde el comienzo, Porque, aun para quienes, si
guiendo una propuesta inaugurada por Lacan, lo conciben
como efecto de cultura, el cardoter trans-individual y ahists-
185ple
Be dabeirel analista: nie nes traera muchas fantasios
eee ee
a =
expresiva, tanto
forme en la cual hay que bu:
pacidad de «
xiones entre los fenémenos manifiestos, el inconciente y 1
situacién analitica). Desde esta concepcidn, de un incon~
ciente universal y existente desde los orfgenes, las phantar
‘sies no pueden ser sino extrafdas en forma directa sin dem=
ssiado miramiento por los sistemas secundarios.
10 «Simposiam sobre ant
ia infantile op. it, pig, A
186
wrspectiva tal se puede «hacer conciente lo
io implique ellenar las lagunas mné-
del sujeto singular, inscrita en los
da origen al fantasma; por el con-
‘una p posicién en la cual los términos son a su veo
soliderios, articuldndose y desarticulandose en razén de las
Yicisitudes fantastaaiticas mismas. En este movimiento, el
fantasma no es efecto sino origen; y es aeste a quien se dirk
derun agotamient de ste Jo comcebie come pura conjun-
janos Heuer,
posteriormenta, a durer eco, seis,ocho aes ena fn
Esta concepcién del inconciente, constituide por
versalidad de la phantasy, no lleva nunca x Klein,
.conciente con el del pat
encontramos en sus snilisis esa formula
posterior, de ssenti
187ciacidn no ocupa un lugar central en razén de que el sistema
demediaciones que esta inaugura, a partir de los retofios de
Joreprimido, no implica sino un huger defensivo y obturante
‘muis dudloso en cus fundamentos, que toma jem
pos de intervenciones de Klein con nifies muy pequet
con pacientes graves, para demostrar que las interpretscio-
nes no siguen el métode fr
rngafiomos:
de apelar a estos modos de intervencién, sobre todo cus
tes graves o trastornos muy precoces se
con Dominique que formula: defini de! objeto
La perspectiva que ensayamos se ofrece, por el contra!
stent de corvelacionar el método a partir de |
cocién de ajuste>,
‘cosa del mundor. Lo graficamos de la manera siguiente:
fefiniclda dal objeto > etablecimiento del método
Dado que el méto
‘en lo psiquico o determi
al nifio sea como faloe soporte del deseo materno, sea como
sintoma de la pareja conyugal. Entre ambos se despliegan
les dificultades de un psicoandlisis que no puede dejar de
teorizar acerca de los orfgenes a medida que construye una.
dimensién clinica,
‘Aunque mas no fuera que a modo provisional, una defi-
nicién de do infantils enel interior del psicoanalisis se torna
imprescindible, con vistas a cercar nuestro campo de trabajo,
192
nese neni scab Si Hse EAR
‘Un lugar para lo infantil
in primer lugar,
(dejando de
y las nourosis
no podemas hoy
histeria de conver
roser)—!8 Que
térico implica el
freudinna: se trata
inserito en forma per
sexualidad que en-
1 en el conilicto edipieo bajo
je es en principio auto
4 inscripejones pulsionales de
Lo infantil se inseribe asi, para el psicoandlisis, en el in-
conciente, y una formulacion general que se planteara la
wT esperanza tar lo inconciente, de
to libre de todo ineonsiente y, por ende, libre
ue haciendo obsticulo, lo que
ir en el interior del psico-
conciente. Y las diversas co-
' Denemninacin que proferimos a ln de meuretie sbaesivan dado que
permite conzervar ldgicamente el je an aquella que compu,
Toque se impone al rujeto, mas que las obsesfonesresutantes que emer.
gener Incancience.ttenté cerear estos origenes.
jeas 0 educativas que en
criterios relatives a una
1, éAusencia de perversiones en la infancia?
aproximarnos a lo infantil a través de los
jan cuando intentamos un abor-
joa partir de los modelos de la consti-
‘ucién ps Ya via para defini lo infantil, yes en este
marco donde se hace necesario realizar movimientos de or
Jenamiento y toma de partido por relacién a los ejes con
trales propuestos.
Nos detendremos un momento ent una tendenc
aque hace a
‘veces, defini el preceso de la cur
‘Se trata de la tan conocida cuestidn del spolimerfismo
parverso infantil, cial se aborda en muchos ca-
Pos la categoria de infancia, Vegando al extremo de perder
jones perversas espoci-
1s para ello, siguiendo con nuestra pro-
jpaosta de repensar lo originario en Freud, al modelo de la
sexualidad pulsional
‘Esta sexualidad pulsional es considerada como el jroto-
tipo de la sexualidad infantil, y ellono s6lo porque se genera
cn los primeros tiempos de I Jno porque su destino
194
sch steeeee
trasformacién en lo contr
man —on el orden enunciado— movimientos, cada uno de
Jos cuales depende tanta de los momentos que la represion
preside como de la organizacién que encuentre la libido a
partir de su instalacién, Es el proceso de estructuracién de
1 el que define los destinos pulsionales. La pulsién,
‘sma silo va a la bisqueda de la descarga; aquello
taculice esta descarga obligard a movimientas de
én defensiva que culminan en los procesos fun-
ica.
importancia q
in tépica del placer pulsional por relacién al
steal respecto de la clinica,
homologa, a partir de la «disposicién
.cia con potimorfismo perverso.
‘erencia puede ser establecida al res-
‘enwneia del siguiente modo en Tres ensayos
.Pudimes afirmar que la neurosis es, en
das; y dado este hecho, se nos impuso este
disposicién a las perversiones es la
y universal de
Alentamos
esa dlisposicidn originar!
ben la orientacién de la
glienza, el asco, la compas
de Ja moral y la autoridads.1? Subrayamos «disposicién», ya
que con diferencia de pocas paginas Freud afirma: «..bajola
influencia de la seduecién (efectiva, no «generalizada>, aun
\6n sexual, destacamos la ver-
y las construcciones sociales
Ee AE, vol. VI 1978, pi. 211, Loe nibrayados son nuesizes
195cuando Ia seduceién gens
casos cordcter perverso
‘érmino] el nino pueda conv
siendo desvindo a practicar
Esto demuestra que en su disposicion (wv:
Disposieisn 0
radical, en Ja que el sujeto no se
contvario define la perv
op lt, pig 186,
198
vse ube:
a ORR
ia —aquella que
miento del autoerotismno en el fondo del inconcienta—, Nose
trata de un retorna secandario de lo repr
oncierto en los padres y conduci-
spsicologizado» a pensar que el sintoma west
a los padres, y a
momentos de placer
intarse, inmersoen,
La vergtlenza ante extra-
incia al placer por termor a sw
mientras que esta inhibicién no se produce
yilanamente, aun ejerci-
que lo que debiera estar
i, dando pruebas de In insuficiencia del
jeo, ya que Ghasta dénde se extenderia el
esta enuresis un «simple re-
una funcions?
aloperversocs perderde vista que
Ja perversién os una categoria psicopatoldgica que implica
una falla en la estructuracién de la represién, en el sepulta-
miento del autocrotismo, no una etapa de constitueién psi-
cosexual de la infancia.
197-y los memento
‘pos eronologicos de erianza se
constituyen, por recompesieidn estructarante, en tiempos
foci, dese una perspectivarelacionatlacon
cias ideales,
jeado atin por el
la represion de
Destinad esin y moter del progreso psiquico:
son estas dos ewestiones que estén en el centro de 1a pro-
puesta de Freud. Lo infentil, en tanto inseparable de lo pul-
Le, lo que enontra-
fantl, sino uneces-
tructurccisn de otro tipo.
«en peicoanilisis no se presenta entonces co-
mo cinfantilizacién», en el sentido psicotdgico del término;
tampoco se contrapone a lo adulto, en el sentido evolutivo,
Su ostetuto esta determinado por el anudamiento, en tiem-
pos primerfsimos de la vida, de una sexualidad destinada a
Ia represin, vale decir, a su sepultamfento en el ineonciente
198
asieengngavenamsiess
2. Regresion y progresién en el aparato pstiquico
un esta cuestién de lo infantil desd
también bastante fuerza en psicoans
incepta de regresién. Ein cierta época,
Iohacen de este modo, el concepta de regre-
fue retomado en su sentido més simple, como re-
gresién temporal. Sin embargo, el modelo propuesto por
Freud, tomado del sueo, explorable en el capitulo VII,
{ngulo queda invertido,
un sujeto que vivird la amenaza cons:
sera plausible de anali-
andi
En segundo lugar, al concebir este ineonciente
por aprés-coup, el
ca para dar cuenta de sus i
Gionales del aparato, momentos ligadores tendientes @ ins
taurar lo no constituide, momentos interpretantes para ha-
cor conciente lo inconciente. La corroboracién de su nccionar
tn Ios tiempos de estructuracién del psiquismo sera enton-
es, en muchos momentos, correborada por grandes movie
(niontos estructurantes del psiquismo y no puntuslmente
por in respuesta asociativa del paciente.
El movimiento que estamos deseribiendo marca el pass-
jehacia la constitucién de lo intrasubjetivo; paradéjicamen-
qo, lo que se ha constituide como intrasubjetivo —intersisté-
mrloo-- se manifiesta como intersubjetivo: econflicto con»,
mnodo de expresién del «conilicto entre»: conflicto con el cole-
fi, cuando se trata de conflicto entre las represent.aciones
Emorosas, preconcientes, hacia la madre y las representa
ae etait
cesplazadas sobre la macstra;
‘dando cuenta del conflicto entre
igan a la representacién paterna de-
ciente, emergiondo del lado del yo
‘por descapturarse activamente, me
‘enfrentamiento, de la pasivizaciin a la cual este
puerie someterlo,
ntento despleyar un madelo en e] cual podamos precisar
‘que hacen a In constitueién det
‘Un modelo que permita avanzar
‘ologisme como del yenetismo
mnista, pero que ‘deje sometidos al formalismo
faa y a laa consecuencias ahistérieas que de él
se derivs
"Sempos de constitucién del aparato psiquico definides
structural y abiertos a
que esta estructaracién est en vias de constituirs
monte, en los siguientes términos: la infancia es el tiempo
de instauracién de la sewolidad humana, y de la cons
Gisn de los grandes movimientos que organizan sus destinos
on el interior de un aparato psiquico destinado al aprés-
coup, abierto a nuevas resignificaciones y en vias de trasfor
acid hacia nuevos niveles de complejizacisn posible.
‘Los tiempos originarios de esta fundacién deben ser cui-
dadosamente explorades por el analista, porque de ello de-
ponders la eleccidn de Iineas clinicas y los modos de inter-
Yencién que propulsen su accionar
ploracien, los modelos freudianos constituyen Ia apoyntura
Fandamental: a oje tépico es la cuestién mayor que hace»
Jos prerrequisites de la clinica.
‘Una propuesta tedrico-cliniea para el psicoandlisis de
nifios puede construirse hoy si ponemos en revision los fun-
anedamentos de nuestra préctica, sinos proponemos seriamen-
te vevisar los ejes directrices que nos fueron legados, a casi
cien aftos de la indacién del psicoandlisis, en el marco de
los avances y las impasses que obstaculizan ain nuestra
imposibilidad de generar paradigmas de base acerca de los
origenes del ser humano.
i
t
:
i
z
6. Hacia una teoria traumética de las
neurosis, Correlaciones entre la estructura
edipica, de partida, y la historia
significante
De las dificultades en Ja exposicién de un.
material clinico
Bn varios registros, como si se tratara de varios penta:
gramas de una partitura, he tenido
lidad disruptiva —por apasionante que sea—, de un
camiento, Por otro, los diseursos —aun cuando no explicita-
dos— que se despliegan en la mente del analista: «Mientras
Ta madre hablaba pensé si ella se daba cuenta...», «Me pre-
sruntaba si cuando la nifia neci6..», 0, ain «No parece haber
otros indicadores de psicosis, entonces... 2por qué un mu-
tismo electivo?.
Con dos ofdos, uno que apunta a Ja ubjeacién de indicios
que den cuenta de la estructura del nifio, y otro que busea
que lo capturan en cierta trama,
niendo la direceién del diagndstico y
Jncura.
‘Tratando de remitir cada enunciado a su orden de per-
tenencia propio, tratando deno tomar un orden de determi:
proceso eventual de
217