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JEAN PIAGET La psicologia de la inteligencia CRITICA Barcelona CapituLo 1 INTELIGENCIA Y ADAPTACION BIOLOGICA Toda explicacién psicolégica termina tarde o temprano por apoyarse en la biologia o en la Idgica (o en Ja sociologia, aunque ésta también termina, a su vez, en la misma alternativa). Para unos, los fenémenos mentales no se hacen inteligibles si no se los relaciona con el organismo. Este criterio se impone, efectivamen- te, cuando se trata de las funciones elementales (percepcién, mo- tricidad, etc.), de las que la inteligencia depende en sus primeros movimientos. Pero nunca se ha visto que la neurologia explique por qué dos y dos son cuatro, ni por qué las leyes de la deduccién se imponen al espfritu con necesidad. Ahi se origina la segunda tendencia, que considera irreductibles las relaciones Iégicas y ma- tematicas, y vincula al andlisis de las mismas el de las funciones intelectuales superiores. La cuestién que se plantea consiste en saber si la Idgica, concebida como inasequible a las tentativas de explicacién de la psicologfa experimental, puede legftimamente explicar a su vez algo de la experiencia psicolégica como tal. La Idgica formal, o logistica, constituye simplemente la axio- miatica de los estados de equilibrio del pensamiento, y la ciencia real que corresponde a esta axiomatica no es otra que la psico- logia misma del pensamiento. Distribuidas asi las tareas, la psi- cologia de la inteligencia debe seguir teniendo en cuenta los descubrimientos logisticos, pero éstos no legardn nunca a dictar al psicélogo sus propias soluciones: sélo se limitardn a plantearle problemas. 14 LA PSICOLOG{A DE LA INTELIGENCIA Habremos de partir, por consecuencia, de esta doble natura- leza, bioldgica y légica, de la inteligencia. Los dos capitulos que siguen tienen precisamente el fin de delimitar estas cuestiones’ previas y buscar, sobre todo, Ja reduccién a la mayor unidad po- sible —dentro del actual estado de los conocimientos— de esos dos aspectos fundamentales, aunque aparentemente irreductibles, de la vida del pensamiento. SrTUACIGN DE LA INTELIGENCIA EN LA ORGANIZACION MENTAL Toda conducta, trétese de un acto desplegado al extetior, o interiorizado en pensamiento, se presenta como una adaptacién 0, mejor dicho, como una readaptacién. El individuo no acttia sino cuando experimenta una necesidad, es decir, cuando el equilibrio se halla momentdneamente roto en- tre el medio y el organismo: Ja accién tiende a restablecer ese equilibtio, es decir, precisamente, a readaptar el organismo (Cla- paréde), Una «conducta» constituye, pues, un caso patticular de intercambio entre el mundo exterior y el sujeto; pero, contraria- mente a los intercambios fisiolégicos, que son de orden material y suponen una transformacién interna de los cuerpos que se en- frentan, las «conductas» que estudia la psicologia son de orden funcional y operan a distancias cada vez mayores en el espacio (percepcién, etc.) y en el tiempo (memoria, etc.), y siguen trayec- torias cada vez mds complejas (retornos, rodeos, etc.). Asi concebida en términos de intercambios funcionales, la conducta supone dos aspectos esenciales y estrechamente inter- dependientes: uno afectivo, otro cognoscitivo. Mucho se ha discutido acerca de las relaciones entre la afec- tividad y el conocimiento. Segtin P. Janet, hay que distinguir la «acci6n primaria», o relacién entre el sujeto y el objeto (inteli- gencia, etc.), y la «accién secundaria», o reaccién del sujeto frente a su propia accién. Esta reaccién, que constituye los sentimientos elementales, consiste en regulaciones de la accién primatia y ase- gura el fluit de las energias interiores disponibles. Pero junto a estas regulaciones, que determinan efectivamente INTELIGENCIA Y ADAPTACION BIOLOGICA 15 la energética o la economfa interna de Ja conducta, nos parece necesario reservar un lugar a las que reglan su finalidad 0 sus valores, valores que caracterizan un intercambio energético 0 eco- némico con el' medio exterior. Segtin Claparéde, los sentimientos asignan un objetivo a la conducta, en tanto que Ia inteligencia se limita a propotcionar los medios (la «técnica»). Pero existe una comprensién de los objetivos como de los medios, la que incluso modifica incesantemente la finalidad de la accién. En la medida en que el sentimiento dirige la conducta atribuyendo un valor a sus fines, hay que limitarse a decit que proporciona las energfas necesatias a la accién, en tanto que el conocimiento le imprime una estructura. De ahi la solucién propuesta por la psicologia llamada de la Forma: la conducta supone un «campo total» que abarca al sujeto con los objetos, y Ja dindmica de ese campo cons- tituye los sentimientos (Lewin), en tanto que su estructuracién se halla asegutada por las percepciones, la motricidad y la inteli- gencia. Nosotros adoptaremos una férmula andloga, sin perjuicio de precisat que ni los sentimientos ni las formas cognoscitivas depen- den tinicamente del «campo» actual, sino también de toda la his- toria anteriur del sujeto activo. Diremos, pues, simplemente que cada conducta supone un aspecto energético o afectivo, y un as- pecto estructural o cognoscitivo, con lo que se retinen, en realidad, rlos diversos puntos de vista precedentes. Todos los sentimientos consisten, en efecto, sea en regulacio- nes de las energias internas («sentimientos fundamentales» de P. Janet, «interés» de Claparéde, etc.), sea en ajustes de los intercambios de energia con el exterior («valores» de todos los gé- neros, reales o fiduciarios, desde las «deseabilidades» propias del «campo total» de K. Lewin y las «valencias» de E. S. Russell, hasta los valores interindividuales o sociales). La misma voluntad debe concebirse como un juego de operaciones afectivas, es decir, energéticas, refetidas a valores supetiores, a los que hacen suscep- tibles de reversibilidad y de conservacién (sentimientos morales, etc.), paralelamente al sistema de las operaciones Idgicas en telacién con los conceptos. Peto si toda conducta, sin excepcidén, implica asi una energé- 16 LA PSICOLOG{A DE LA INTELIGENCIA tica o una «economia» que constituye su aspecto afectivo, los intercambios que provoca con el medio comportan igualmente una forma o una estructura determinante de los diversos citcuitos que se establecen entre el sujeto y los objetos. Es en esta estructura- cién de la conducta donde reside su aspecto cognoscitivo. Una percepcién, un aprendizaje sensorio-motor (habito, etc.), un acto de comprensién, un razonamiento, etcétera, equivalen todos ellos a estructurar, de una manera u otra, las relaciones entre el medio y el organismo. En eso es donde presentan cierto parentesco entre sf: parentesco que los opone a los fenémenos afectivos. Sobre este particular hablaremos de las funciones cognoscitivas en sentido amplio, incluyendo las adaptaciones sensorio-motrices. La vida afectiva y la vida cognoscitiva, aunque distintas, son insepatables. Lo son porque todo intercambio con el medio supo- ne a la vez una estructuracién y una valorizacién, sin que por eso sean menos distintas, puesto que estos dos aspectos de la con- ducta no pueden reducirse el uno al otro. Ocurre, pues, que no se podria razonar, ni siquiera en mateméticas puras, sin experi- mentar ciertos sentimientos, y que, a la inversa, no existen afec- ciones que no se hallen acompafiadas de un minimo de compren- sién o de discriminacién. Un acto de inteligencia supone, pues, una regulacién energética interna (interés, es{uerzo, Lacilidad, etc.) y una externa (valor de Jas soluciones buscadas y de los objetos a los que se ditige la btisqueda), pero ambas regulaciones son de naturaleza afectiva y son compatables a todas las demés regula- ciones del mismo orden. Reciprocamente, los elementos perceptivos o intelectuales que se encuentran en todas las manifestaciones emocionales afectan a la vida cognoscitiva del mismo modo que cualquier otra reaccién petceptiva o inteligente. Lo que el sentido comin llama «sentimientos» e «inteligen- cia», consideréndolos como dos «facultades» opuestas entre sf, son simplemente las conductas relativas a las personas y las que se refieren a Jas ideas 0 a las cosas: pero en cada una de esas con- ductas intervienen los mismos aspectos afectivos y cognoscitivos de la accién, aspectos siempre unidos y que en ninguna forma caracterizan facultades independientes. INTELIGENCIA Y ADAPTACION BIOLOGICA 17 Més aun, la inteligencia no consiste en una categoria aislable y discontinua de procesos cognoscitivos.{Hablando con propiedad, no es una estructutacién entre ottas: es la forma de equilibrio hacia la cual tienden todas las estructuras cuya formacién debe buscarse a partir de Ja percepcién, del habito y de los mecanismos sensotio-motores elementales: Hay que comprender, en efecto, que, si la inteligencia no es una facultad, esta negacién implica una continuidad funcional radical entre las formas superiores del pensamiento y el conjunto de los tipos inferiores de adaptacién cognoscitiva o motriz: la inteligencia no serfa, pues, mds que la forma de equilibrio hacia Ja cual tienden estos tltimos. Ello no significa, naturalmente, que un tazonamiento consista en una coordinacién de estructuras perceptivas, ni que percibir equivalga a razonar inconscientemente (aun cuando ambas tesis hayan sido sostenidas), pues la continuidad funcional no excluye en forma alguna la diversidad ni tampoco Ja heterogeneidad de las estructuras. Cada estructura debe concebitse como una forma particular de equilibrio, m4s o menos estable en su campo testrin- gido y susceptible de ser inestable en los Ifmites de éste. Peto esas estructuras, escalonadas por sectores, deben considerarse como sucediéndose segdn una ley de evolucién tal que cada una asegure un equilibrio mds amplio y més estable a los procesos que inter- venfan ya en el seno de la precedente. La inteligencia no es asf més que un término genérico que designa Jas formas superiores de organizacién o de equilibtio de las estructuraciones cognosci- tivas. Este modo de hablar implica primero una insistencia sobre el papel capital de la inteligencia en la vida del espiritu y del mismo organismo: equilibrio estructural de la conducta, més flexible y a la vez més durable que ningtin otro, Ja inteligencia es esencial- mente un sistema de operaciones vivas y actuantes. Es la adapta- cién mental més avanzada, es decir, el instrumento indispensable de los intercambios entre el sujeto y el universo, cuando sus cit. cuitos sobrepasan los contactos inmediatos y momentdneos para alcanzar las relaciones extensas y estables. Por otra parte, este mismo lenguaje nos prohfbe delimitar Ja inteligencia en cuantc a su punto de partida: ella es un punto de Iegada, y sus fuentes 18 LA PSICOLOGIA DE LA INTELIGENCIA se confunden con las de la adaptacién sensorio-mottiz en genetal, asi como, més all4 de ella, con las de la adaptacién biolégica misma. NATURALEZA ADAPTATIVA DE LA INTELIGENCIA Si Ja inteligencia es adaptacién, convendrd que ante todo quede definida esta ultima. Ahora bien, para alejar las dificultades del lenguaje finalista,‘la adaptacién debe caracterizarse como un equilibrio entre las acciones del organismo sobre el medio y las acciones inversas. «Asimilacién» puede lamarse, en el sentido més amplio del término, a la accién del organismo sobre los obje- tos que le rodean, en tanto que esta accién dependa de las con- ductas anteriores referidas a los mismos objetos o a otros andlo- gos. En efecto, toda relacién entre un ser viviente y su medio presenta ese catdcter especifico de que el primero, en lugar de sometetse pasivamente al segundo, lo modifica imponiéndole cierta estructura propia. Asi es como, fisiolégicamente, el organismo absorbe sustancias y las transforma en funcién de la suya. En el terreno de la psicologia sucede lo mismo, salvo que las modifica- ciones de que se trata no son ya de orden sustancial, sino tinica- mente funcional, y son determinadas por la motricidad, la percep- cidn y el juego de las acciones reales o virtuales (operaciones conceptuales, etc.). La asimilaci6n mental es, pues, la incorpora- cién de los objetos en los esquemas de la conducta, no siendo tales esquemas més que la trama de las acciones susceptibles de tepetitse activamente. Recfprocamente, el medio obra sobre el organismo, pudiendo designarse esta accién inversa, de acuerdo con el lenguaje de los bidlogos, con el término de xacomodacién», entendiéndose que el set viviente no sufre nunca impasiblemente la reaccién de los cuerpos que le rodean, sino que esta reaccién modifica el ciclo asimilador acomodandolo a ellos.‘ Psicolégicamente, encuéntrase de nuevo el mismo proceso, en el sentido de que la presién de las cosas concluye siempre, no en una sumisién pasiva, sino en una simple modificacién de la accidn que se refiere a ellas. Dicho INTELIGENCIA Y ADAPTACION BIOLOGICA 19 esto, puede entonces definirse la adaptacién como un equilibrio entre la asimilacién y Ja acomodacién, que es como decir un equi- librio de los intercambios entre el sujeto y los objetos. En el caso de Ja adaptacién orgénica, tales intercambios, cuan- do son de naturaleza material, suponen una interpenetracién entre tal o cual parte del cuerpo viviente y tal o cual sector del medio exterior. En cambio, Ja vida psicolégica comienza, como hemos visto, con los intercambios funcionales, es decir, en el punto en que la asimilacién no altera ya de modo fisico-quimico los objetos asimilados, sino que los incorpora simplemente en las formas de actividad propia (y donde Ja acomodacién modifica sélo esta acti- vidad). Compréndese entonces que, a la interpenetracién directa del organismo y del medio, se superponen, con la vida mental, inter- cambios mediatos entre el sujeto y los objetos, los cuales se efec- téan a distancias espacio-temporales cada vez més grandes y segtin trayectos cada vez mds complejos. Todo el desarrollo de la acti- vidad mental, desde la percepcién y el hébito hasta la represen- tacién y la memoria, como Jas operaciones superiores del razona- miento y del pensamiento formal, es asf funcién de esta distancia gtadualmente creciente de los intercambios, o sea, del equilibrio entre una asimilacién de realidades cada vez més alejadas de la accién propia y de una acomodacién de ésta a aquéllas. Es en este sentido que Ja inteligencia, cuyas operaciones ldgi- cas constituyen un equilibrio a la vez mévil y permanente entre el univetso y el pensamiento, prolonga y concluye el conjunto de los procesos adaptativos. La adaptacién orgdnica no asegura, en efecto, m4s que un equilibrio inmediato, y consecuentemente li- mitado, entre el ser viviente y el medio actual. Las funciones cognoscitivas elementales, tales como la percepcién, el habito y la memoria, la prolongan en el sentido de Ja extensién presente (contacto perceptivo con los objetos distantes) y de las anticipa- ciones o reconstituciones préximas. Unicamente la inteligencia, capaz de todos los rodeos y de todas las vueltas por Ja accién y por el pensamiento, tiende al equilibrio total, con vistas a asimilar el conjunto de lo real y a acomodar a él Ia accién, que ella libera de su sujecién al bic y al nunc iniciales. 20 LA PSICOLOG{A DE LA INTELIGENCIA DEFINICION DE LA INTELIGENCIA Si se procura definir la inteligencia —y ello, evidentemente, interesa para delimitar el dominio del que nos ocuparemos bajo esa designacidn—, basta Ilegar a un acuerdo sobre el grado de complejidad de los intercambios a distancia, que se convendré en llamar, a partir de este momento, «inteligentes». Pero aqui surgen las dificultades, ya que la linea inferior de demarcacién sigue sien- do arbitraria. Para algunos, como Claparéde y Stern, la inteli- gencia es una adaptacién mental a las circunstancias nuevas. Cla- paréde opone asi la inteligencia al instinto y al habito, que son adaptaciones, hereditarias o adquiridas, a las circunstancias que se repiten; pero la hace partir del tanteo empirico més elemental (fuente de los tanteos interiorizados que caracterizan ulteriormen- te la btisqueda de la hipétesis). Para Bihler, que divide también las estructuras en tres tipos (instinto, adiestramiento e inteligencia), esa definicién es dema- siado amplia: la inteligencia sdlo aparece con los actos de com- prensién stibita (Aha-Erlebnis), en tanto que el tanteo pertenece al adiestramiento. Koehler reserva igualmente el término de inte- ligencia a los actos de reestructuracién brusca, excluyendo el tanteo. Es innegable que éste aparece desde la formacién de las costumbres més simples, las cuales son en s{ mismas, en el mo- mento de su constitucién, adaptaciones a las circunstancias nue- vas. Por otra parte, la proposicién, la hipétesis y el control, cuya reunién caracteriza también la inteligencia segtin Claparéde, se encuentran ya en germen en las necesidades, los ensayos y errores y en la sancién empirica propias de las adaptaciones sensorio-mo- trices menos evolucionadas. Por consiguiente, 0 nos conformare- mos con una definicién funcional, a riesgo de abrazar la casi tota- lidad de las estructuras cognoscitivas, 0 escogeremos como critetio una estructura particular; pero la eleccién no deja de ser conven- cional y trae consigo el peligro de descuidar la continuidad real. Queda, sin embargo, la posibilidad de definir la inteligencia por la direccién en que est4 orientado su desarrollo, sin insistir sobre las cuestiones de fronteras, que se convierten en cuestién INTELIGENCIA Y ADAPTACION BIOLOGICA 21 de etapas, o de formas sucesivas de equilibrio. Uno puede colo- carse entonces simultdneamente en los puntos de vista de la situa- cién funcional y del mecanismo estructural. Desde el primero de estos puntos de vista, puede decirse que una conducta es tanto més «inteligente» cuanto las trayectorias entre el sujeto y los objetos de su accién dejen de ser simples y requieran una com- posicién progresiva. La percepcién no implica asi mds que tra- yectos simples, incluso si el objeto percibido esté muy alejado. Un habito podria parecer m4s complejo, pero sus articulaciones espacio-temporales quedan soldadas en un todo unico, sin partes independientes ni susceptibles de componerse separadamente. Al contrario, un acto de inteligencia, tal como desentrafiar un objeto oculto o la significacién de una imagen, supone cierto ntimero de trayectos (en el espacio y en el tiempo), a la vez aislables y sus- ceptibles de composicién. Por consiguiente, desde el punto de vista del mecanismo estructural, las adaptaciones sensorio-motrices elementales son a la vez rigidas y de sentido tinico, en tanto que la inteligencia se empefia en la direccién de la movilidad reversi- ble. Alli reside, como veremos, el cardcter esencial de las opera- ciones que caracterizan la Idgica viviente, en accidn. Pero a simple vista se advierte que la reversibilidad no es sino el criterio mismo del equilibrio (como nos lo han ensefiado los ffsicos). Definir la inteligencia por la teversibilidad progresiva de Jas estructuras méviles que ella construye, es volver a decir, aunque bajo. nueva forma, que la inteligencia constituye el estado de equilibrio hacia el cual tienden todas las adaptaciones sucesivas de orden senso- tio-motor y cognoscitivo, asi como todos los intercambios asimi- ladores y acomodadores entre el organismo y el medio. CLASIFICACION DE LAS INTERPRETACIONES POSIBLES DE LA INTELIGENCIA Desde el punto de vista bioldgico, Ja inteligencia aparece asf como una de las actividades del organismo, en tanto que los obje- tos a los cuales se adapta constituyen un sector particular del medio ambiente. Pero, en la medida en que los conocimientos 22 LA PSICOLOGfA DE LA INTELIGENCIA elaborados por la inteligencia realizan un equilibrio privilegiado, como tétmino necesatio de los intercambios sensorio-motores y reptesentativos —en la extensién indefinida de las distancias en el espacio y en el tiempo—, la inteligencia engendra el pensa- miento cientifico mismo, incuido el conocimiento bioldgico. Resulta natural, pues, que las teorias psicoldgicas de la inteligen- cia se incluyan entre las teorfas biolégicas de la adaptacién y las teorfas del conocimiento en general. Nada hay de sorprendente en que exista parentesco entre las teorfas psicolégicas y las doc- trinas epistemoldgicas, puesto que, si la psicologfa se ha liberado de las tutelas filoséficas, mantiénense algunos lazos entre el estu- dio de las funciones mentales y el de los procesos del conocimiento cientifico. Pero que exista un paralelismo, e incluso muy estrecho, entre las grandes doctrinas bioldgicas de la variacién evolutiva (esto es, de Ja adaptacién) y las teorias restringidas de la inteli- gencia, en tanto hecho psicolégico, esto ya reviste mayor interés. En efecto, frecuentemente los psicdlogos no tienen conciencia de las corrientes de inspiracién biolégica que animan sus inter- pretaciones, del mismo modo, por otra parte, que los bidlogos han adoptado a veces, sin ellos saberlo, una posicién psicoldgica particular entre otras igualmente posibles (cf. el papel de Ia cos- tumbre en Lamarck, o el de la concurrencia y la lucha en Darwin); ademds, dado el parentesco de los problemas, puede existir una simple convergencia de las soluciones, convergencia ésta que con- firma dicho parentesco. Desde el punto de vista bioldgico, las relaciones entre el orga- nismo y el medio entrafian seis interpretaciones posibles, segin Jas siguientes combinaciones (todas las cuales han dado lugar a soluciones distintas, cldsicas o modernas): o bien se rechaza la idea de una evolucién propiamente dicha (I) 0 bien se admite su existencia (II); por otra parte, en ambos casos (I y II), se atri- buyen las adaptaciones o a factores exteriores al organismo (1) o a factores internos (2) o aun a una interaccién entre los dos (3). Desde el punto de vista fixista (I), puede atribuirse la adaptacién a una armonia preestablecida entre el organismo y las propiedades del medio (I1) a un preformismo que permitiria al organismo res- ponder a cualquier situacién actualizando sus estructuras virtua- INTELIGENCIA ¥ ADAPTACION BIOLOGICA 23 Jes (Iz), o también a Ja «emergencia» de esttucturas de conjunto irreductibles a sus elementos y determinadas simulténeamente desde dentro y desde fuera (Is).! En cuanto a los puntos de vista evolucionistas (II), ellos explican patalelamente las variaciones adaptativas, ya sea por la presién del medio (lamarckismo IIx), ya pot mutaciones endégenas con seleccién inmediata (mutacio- nismo Il2),? ya por una interaccién progresiva de los factores internos y externos (IIs). Ahora bien, llama Ja atencién comprobar cémo se encuentran Jas mismas gtandes corrientes de pensamiento en Ia interpretacién del conocimiento mismo, en tanto relacién entre el sujeto pensan- te y los objetos. A Ja armonfa preestablecida, propia del vitalismo creacionista, corresponde el realismo de las doctrinas que ven en Ja razén una adecuacién innata a formas o esencias eternas (Ix); al preformismo corresponde el apriorismo que explica el conoci- miento por estructuras internas anteriores a la experiencia (I2), y a la «emergencia» de las estructuras no construidas corresponde Ja fenomenologifa contempordnea, que analiza simplemente las di- versas formas de pensamiento, negdndose a la vez a derivarlas genéticamente unas de otras y a disociar en ellas la parte del sujeto y la de los objetos (Is). 1, La armonfa preestablecida (1,) es la solucién inherente al creacio- nismo clasico y constituye la tinica explicacién de Ja adaptacién de la que dispone, en realidad, el vitalismo bajo su forma pura. El preformismo (I,) ha sido vinculado a veces con Jas soluciones vitalistas, pero puede llegar a set independiente y se perpettia a menudo bajo apariencias mutacionistas, en Jos autores que niegan a la evolucién todo cardcter constructivo y consi- deran cada cardcter nuevo como la actualizaci6n de potencialidades hasta entonces simplemente latentes, El punto de vista de la emergencia (I,), inver- samente, vuelve a explicar las novedades que surgen en la jerarquia de los setes por esttucturas de conjunto irreductibles a los elementos del estrato anterior. De esos elementos «emetge» una totalidad nueva, que es adaptativa, porque engloba en un todo indisociable los mecanismos internos y sus telaciones con el medio exterior. Aun admitiendo el hecho de Ja evolucién, Ja hipétesis de la emergencia la reduce asf a una sucesién de sintesis irreduc- tibles entre sf, secciondéndola en una serie de creaciones distintas. 2. En las explicaciones mutacionistas de la evolucién, Ia seleccién inme- diata se debe al medio mismo. En Darwin se hallaba relacionada con la concurtencia, 24 LA PSICOLOG{A DE LA INTELIGENCIA Las interpretaciones evolucionistas se vuelven a encontrar, por otra parte, en las corrientes epistemoldgicas que destinan un ca- pitulo a la construccién progresiva de la razén: al lamarckismo corresponde el empirismo, que explica el conocimiento por la pre- sién de las cosas (II1); al mutacionismo corresponden el conven- cionalismo y el pragmatismo, que atribuyen la adecuacién del espiritu a lo real, a Ja libre creacién de nociones subjetivas selec- cionadas inmediatamente segtin un principio de simple comodi- dad (II2). El interaccionismo, finalmente, entrafia un relativismo que haré del conocimiento el producto de una colaboracién indi- sociable entre la experiencia y la deduccién (IIs). Sin insistir sobre este paralelismo, en su forma general, con- viene destacar ahora que las teorfas contempordneas y especifica- mente psicolégicas de la inteligencia se inspiran, en realidad, en las mismas cotrientes de ideas, sea que domine el acento biol6é- gico, 0 que se pongan de manifiesto las influencias filosdficas en relacién con el estudio del conocimiento. No cabe ninguna duda de que existe una oposicién esencial entre dos géneros de interpretaciones: Jas que, aunque recono- ciendo Ja existencia de los hechos de desarrollo, no pueden dejar de considerar la inteligencia como un dato primario, y reducen ast la evolucién mental a una especie de gradual toma de concien- cia, sin construccién verdadera, y las que pretenden explicar la inteligencia por su desarrollo mismo. Notemos ademas que ambas escuelas colaboran en el descubrimiento y andlisis de los hechos experimentales. De ahf que convenga clasificar objetivamente todas las interpretaciones de conjunto actuales, tanto mds cuanto que han servido para poner de relieve tal o cual aspecto particular de los hechos que deben explicarse: Ja linea de demarcacién entre las teorfas psicolégicas y las doctrinas filoséficas debe buscarse, en efecto, en esta aplicacién a la experiencia y no en las hipdtesis de origen. Entre las teorfas fixistas encuéntranse ante todo las que se mantienen fieles, pese a todo, a Ja idea de una inteligencia-facul- tad, especie de conocimiento directo de los setes fisicos y de las ideas Iégicas 0 mateméticas, por armonia preestablecida entre el intelecto y la realidad (11). Cabe declarar que pocos psicdlogos INTELIGENCIA Y ADAPTACION BIOLOGICA 25 expetimentales permanecen adictos a esta hipdtesis. Pero los pro- blemas planteados por las fronteras comunes a la psicologia y al andlisis del pensamiento matemético, han oftecido a ciertos légicos mateméticos, como B, Russell, la oportunidad de concretar tal concepcién de la inteligencia e incluso de quererla imponer a la psicologia (cf. su obra El andlisis de la mente). Mas corriente es la hipétesis (Iz) segtin la cual la inteligencia esté determinada por estructuras internas, que tampoco se cons- truyen, pero que se explicitan gradualmente, en el curso del desarrollo, gracias a una reflexidn del pensamiento sobre si mismo. Esta cortiente apriorista ha inspirado en realidad buena parte de - los trabajos de la Denkpsychologie alemana, y se encuentta, por consiguiente, en la base de muchas investigaciones expetimentales sobre el pensamiento, mediante conocidos métodos de introspec- cién provocada, que se multiplicaron desde 1900-1905 hasta nues- tros dias. Ello no quiere decir, ciertamente, que todos los empleos que se hacen de tales procedimientos de investigacién hayan de conducir a esta explicacién de la inteligencia: la obra de Binet atestigua lo contrario. Pero en K. Buhler, Selz y muchos otros, la inteligencia ha terminado por convertirse en un «espejo de la 16- gica», que se impone desde dentro sin explicacién causal posible. En tercer lugar (Is), a los puntos de vista de la emergencia y de la fenomenologia (con efectiva influencia histérica de esta tl- tima) corresponde una teoria reciente de la inteligencia que ha renovado las cuestiones de una manera muy sugestiva: la teoria de la Forma (Gestalt). Nacida de las investigaciones experimenta- les sobre la percepcién, la nocién de «forma de conjunto» consiste en admitir que una totalidad es irreductible a los elementos que la componen, mientras se halla regida por leyes propias de orga- nizacién o de equilibrio. Ahora bien, después de haber analizado esas leyes de estruc- turacién en el campo perceptivo, y de haberlas encontrado nueva- mente en los terrenos de la motricidad, de Ja memoria, etc¢tera, la teorfa de la Forma se ha aplicado a la inteligencia, tanto en sus aspectos teflexivos (pensamiento Idégico),-como en los sensorio- motores (inteligencia animal y nifio antes del lenguaje). Asf es como Koehler a propésito de los chimpancés, Wertheimer a pro- 26 LA PSICOLOG{A DE LA INTELIGENCIA pdsito del silogismo, etcétera, han hablado de «reesttucturaciones inmediatas», procutando explicar el acto de comprensién mediante la «pregnancia» de estructuras bien organizadas, que no son ni enddgenas ni exdgenas, pero que comprenden al sujeto y a los objetos en un circuito total. Ademés, esas Gestalt, que son comu- nes a Ja petcepcién, a la motricidad y a Ia inteligencia, no evolu- cionan, sino que representan formas permanentes de equilibrio independientes del desarrollo mental (a este respecto pueden en- contrarse todos los intermedios entre el aptiorismo y la teoria de la Forma, aunque ésta se sittie ordinariamente en la perspectiva de un realismo fisico 0 fisiolégico de las «estructuras»). Tales son las tres principales teorfas no genéticas de la inte- ligencia. Compruébase que la primera reduce la adaptacién cognos- citiva a una acomodacién pura, ya que el pensamiento no es, segtin ella, mas que el espejo de «ideas» hechas; que la segunda la reduce a una asimilacién pura, puesto que las estructuras inte- lectuales son consideradas por ella como exclusivamente endége- nas, y que la tercera confunde asimilacién y acomodacién en un solo todo, ya que sélo existe, desde el punto de vista de la Gestalt, el circulo que enlaza los objetos al sujeto, sin actividad de éste ni existencia aislada de aquéllos. En cuanto a las interpretaciones genéticas, encuéntranse las que explican la inteligencia por el medio anterior solo (empitismo asociacionista correspondiente al lamarckismo), por la actividad del sujeto (teorfa del tanteo, cortespondiente, en el plano de Jas adaptaciones individuales, al mutacionismo en el plano de Jas va- tiaciones hereditarias), y por la relacién entre el sujeto y los obje- tos (teorfa operatoria). Ya casi no se sostiene el empirismo (II1) bajo su forma asocia- cionista pura, salvo entre algunos autores de tendencia principal- mente fisioldgica, que piensan poder reducir la inteligencia a un juego de conductas «condicionadas». Peto, con formas menos rf- gidas, encuéntrase el empirismo en las interpretaciones de Rigna- no, que reduce el razonamiento a la expetiencia mental, y sobre todo en la interesante teorfa de Spearman, a la vez estadfstica (andlisis de los factores de la inteligencia) y descriptiva; desde este segundo punto de vista, Spearman reduce las operaciones de INTELIGENCIA Y ADAPTACION BIOLOGICA . 27 la inteligencia a la «aprehensién de la experiencia» y a la «educ- cién» de las telaciones y de los «correlatos», es decir, a una lec- tura més 0 menos compleja de las relaciones dadas en lo teal. Tales relaciones no son, pues, construidas, sino descubiertas por simple acomodacién a la realidad exterior. La nocién de Jos ensayos y de los errores (II2) ha dado lugar a varias interpretaciones del aprendizaje y de la inteligencia. La teorfa del tanteo elaborada por Claparéde constituye a este res- pecto la versién més desarrollada: la adaptacién inteligente con- siste en ensayos 0 hipdtesis debidas a la actividad del sujeto y a su seleccién efectuada posteriormente bajo la presién de la expe- riencia (éxitos o fracasos). Este control empirico, que selecciona al principio los ensayos del sujeto, se interioriza luego bajo la forma de anticipaciones debidas a la conciencia de las relaciones, al igual que el tanteo motor se prolonga en tanteo representativo o imaginacién de las hipétesis. Finalmente, el hacer recaer el acento sobre las interacciones del organismo y del medio, conduce a la teorfa operatoria de la inteligencia (IIs). Segtin este punto de vista, las operaciones inte- lectuales cuya forma superior es Iégica y mateméatica, constituyen acciones teales, bajo el doble aspecto de produccién propia del sujeto y de una experiencia posible sobre la realidad. El problema consiste entonces en comprender cémo se elahoran las operaciones a partir de la accién material y mediante qué leyes de equilibrio es dirigida su evolucién: las operaciones se conciben asi como agrup4ndose necesatiamente en sistemas de conjunto, comparables a las «formas» de la teoria de la Gestalt, pero que, lejos de ser estaticas y dadas desde el principio, son méviles, reversibles y no se enciettan en si mismas, sino al término del proceso genético a Ja vez individual y social que las caracteriza® Este sexto punto de vista es el que desarrollaremos. En cuan- to a las teorfas del tanteo y de las concepciones empiristas, las 3. A este respecto, es de sefialar que, si bien es cierto que Ia naturaleza social de las operaciones no forma sino un todo con su catécter de accién efectiva y con su agrupacién gradual, reservaremos, sin embargo, y en honra a la clatidad expositiva, para el capftulo 6, la discusién de los factores socia- les del pensamiento. 28 LA PSICOLOG{A DE LA INTELIGENCIA discutiremos sobre todo a propésito de Ja inteligencia sensorio- motriz y de sus relaciones con el habito (cap. 4). La teoria de la Forma necesita una discusién especial, que centraremos en el pro- blema esencial de las relaciones entre la percepcién y la inteli- gencia (cap. 3). Finalmente, encontraremos al comienzo del capi- tulo siguiente las dos doctrinas, la de una inteligencia preadaptada a los seres légicos subsistente en si, y la de un pensamiento que refleja una légica a priori. Ambas suscitan, en efecto, lo que podria Iamatse la «cuestién previa» del estudio psicolégico del intelecto. ¢Puede esperarse una explicacién propiamente dicha de la inteli- gencia, o constituye ésta un hecho primario irreductible, como espejo de una realidad anterior a toda experiencia, y que serfa la légica?

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