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El Abominable Marcos y yo decidimos ir un dia en busca de El Abominable Hombre de las Nieves. Esto puede Parecer extrafio, pues ni él ni yo teniamos pasta de explorador o cazador, estabamos en Lima y no teniamos la menor intencién de ir hasta el Himalaya. Marcos habia Ilegado a la conclusién de que E] Abominable Hombre de las Nieves se habia establecido en los nevados de la sierra central, a unos doscientos kilémetros de la capital. Convencerme de su idea no fue dificil. Para empezar, yo me encontraba sin trabajo, abandonado por una mujer hermosa que se casé6 con un imbécil, entregado a la bebida y a la cavilacion, viviendo a expensas de una madre caritativa, a punto en suma de malograr definitivamente mi vida y convertirme en uno de esos solterones vagonetas y borrachines que pueblan los bares de Lima. Cualquier propuesta que se me hiciera para salir de esa situacion, por descabellada que fuese, encontraria en mj a un voluntario entusiasta. Marcos, por su parte, habia ensayado sin fortuna diversos trabajos y oficios, entre ellos el de pilotin de barco mercante, lo que lo llev6 durante afios por todos los pueblos del Pacifico. Al fin habia retornado a Lima y vivia, como yo, en casa de su familia, sin renta ni porvenir, entregado a lecturas idiotas y salidas nocturnas que terminaban siempre en barrios mal afamados, donde infaliblemente se daba de golpes con algtin maton. La ultima vez estuvo dos meses en la carcel por haberle roto un par de costillas a un mozo de una cantina. 33 Fue precisamente en la carcel, segun me dijo, donde al azar de a existencia de EI Abominable y descubrig ida era la de capturar y librar a |g 1 ser tan repugnante. je la ganancia. Una asociacién o erie de primas crecientes por inable, desde mil dolares una lectura se enterd de I que si un sentido tenia su v humanidad de la presencia de ur Haba, claro esta, el atractivo d fundacién norteamericana ofrecia una s es fidedignas sobre El Abom a veinte mil por su captura. raia a Marcos. Su vieja vocacton de navegante ncontraba en esta empresa un aliciente 0 menos insensato por cuanto, segtin plazarse hasta el Himalaya, lo que e, sino simplemente hasta unos fa sierra central, lugar donde a informacion por una foro hast Pero aparte de esto era la aventura lo que ati varado en tierra firme ¢ Y el proyecto era tant Marcos, no era necesario des; estaba fuera de nuestro alcanc doscientos kilémetros de Lima, a | su juicio debia encontrarse El Abominable. Si me eligié para la expedicién fue porque nos conocfamos desde el colegio y porque dado mi caracter indulgente sabfa que no pondria mayores reparos en acompaiarlo en la gran aventura. :Por qué en los Andes centrales? Esto seria largo de explicar, pero sus investigaciones lo habian Ilevado a esa conclusién. En resumen, segun me refirid, el misterioso humanoide, cuyas huellas solo habfan sido vistas en el Tibet, habfa emigrado por el estrecho de Bering hacia América, siguiendo la ruta de los primitivos pobladores de nuestro continente. Su refugio tibetano no le parecia muy seguro. Mas tranquilo se encontraria en un nevado peruano que rodeado de mil millones de chinos. En cualquier momento, Mao 0 quien le sucediese podia ordenar que lo capturasen y entonces no tendria salvacibn, su muerte segura constituirfa un capitulo mas en la historia gloriosa de algtin Plan Quinquenal. Antes de entrar en los pormenores de nuestra expedicién debo decir algo mds sobre Marcos. En el colegio fue al comienzo mi peor enemigo, Como era uno de los mayores en la clase y uno de los mas corpulentos, tenia la tendencia a tiranizar a los menores esmirriados como yo. Durante algunos meses me traté como una piltrafa, n° habia recreo en el que no me diera de puntapiés en las canillas ni ropa nueva que llevara que no me la «bautizara» con algun desgarron 34 o mancha de tinta. Yo vivia aterrorizado y tuve que fraguar alianzas con otros grandes de la clase para poder defenderme, provocando peleas entre los forzudos, en las cu: palizas. Pero finalmente llegamos a hacernos amigos, pues tenfamos algunos gustos comunes, por ejemplo, la astronomia o las peras almibaradas —aquellas que vendian a la salida del colegio con mosca garantizada— y los paseos por el malecén. Fue asi que nos volvimos inseparables, al menos hasta que terminamos el colegio. Luego lo vi solo ocasionalmente, a pesar de que vivia cerca de casa. Marcos fue uno de los pocos que renuncidé a entrar en la universidad y prefirié lanzarse desde temprano por el vasto mundo, sin titulos ni estudios, en busca simplemente de la vida. Se habfa casado una vez, divorciado, después viajé por el Pert vendiendo telas y relojes despertadores, enseguida vino su ciclo de marinero, hasta que lo encontré en un microbiis. El atlético colegial era ahora un hombrazo de barba cerrada que usaba unos sacos anchisimos y de corte antiguo, probablemente de su padre y que, aparte de beber y trasnochar, era capaz de comerse todo lo que le pusieran por delante. Pesaba ciento diez kilos, Antes de que nos pusiéramos en marcha pasaron algunos meses. Los Andes estaban més cerca que el Himalaya, pero de todos modos necesitabamos un poco de dinero y equipo adecuado. Ello nos forzé a buscar un trabajo y ambos aceptamos tareas que antes desprecidbamos, él de chofer de colectivo y yo de cobrador a domicilio, hasta que al fin contamos con los medios para organizar la expedicidn. ales Marcos dio y se gané buenas En visperas de la partida nos reunimos en casa de Marcos. Era una casa mintiscula en Miraflores, con su jardin de geranios y su ventana de rejas. El padre de Marcos era un anciano jubilado que hacia por lo menos diez afios que pasaba los dias pegando estampillas en un album y durmiéndose en los sillones de la sala. Su madre era un ser escurridizo que andaba por las iglesias 0 preparando dulces en la cocina. Su hermana casada con un hombre de empresa venia rara vez. a visitarlos. Habia pues terreno libre para los Preparativos. Habiamoscompradodoscarabinas Remingtonde 32milimetros, dos machetes, una pistola Browning 45, morrales, una carpa de 35 escaladores, botiquin de primeros auxilios, campafia, zapatos de veh : a enlatada, vitaminas, binoculares y brijula, ropa de abrigo, comid ante imperfecto de la zona por explorar. currié un pequefo incidente pronto deseché. Marcos, un mapa bast La noche antes de la partida o' in poco, pero que nente aventura, me poner para ello de una pequefia parte de gimos al parque de Miraflores, al café imera cerveza, Marcos me hizo una 0 de El Abominable que fue para 6 algunas de mis tltimas dudas ble habia tenido que atravesar americano. ;Como lo habia que me inquietd U excitado por la inmit un trago. Podiamos dis la bolsa comun y nos diri Haiti, Mientras bebiamos la pri brillante recapitulacién del cas mi iluminadora, pues desvaneci Para llegar a los Andes, EI Abominal Norteamérica y luego el trdpico centro: hecho? ;Habia rastros de su paso? Marcos fue absolviendo todas estas cuestiones apelando a diversas lecturas y teorias. Nos dio la medianoche y de repente cay6 a nuestra mesa un viejo compafiero de colegio con el cual teniamos en comin la aficién a la bebida y con el que Marcos se trenz6 en una discusién destemplada a propdsito de todo. Por poco terminan dandose golpes. Logré calmarlos y conducir a Marcos hasta su casa. A las seis de la mafiana tenfamos que partir rumbo a La Oroya. Nos despedimos con un fuerte apreton de manos. Fuerte, sin duda, pues tardé en dormir acariciéndome las falanges trituradas. ‘A La Oroya llegamos en cinco horas, en una camioneta que hacfa servicio colectivo, en compafifa de una docena de personas. Habfamos previsto partir esa misma noche en camién rumbo a la cordillera de la Viuda, pero no conseguimos movilidad. Y tardamos tres dias en conseguirla. La mayorfa de los camiones iban hacia Tarma o Huancayo, pero eran raros los que tomaban la vieja ruta terrosa que se internaba hacia la pampa de Junin. La Oroya es un lugar siniestro, un centro minero anclado en un paisaje desolado y con un aire pestilente. Altas chimeneas inundaban de humo el poblado, en donde solo vivian peones indios degen apo omen suterg cou tieho de Laci el tinico albergue, una especie de a, donde recalaban agentes viajet©s Y propuso salir a tomar 36 turistas despistados. No habfa bar ni calefaccién ni bafios. Comimos el peor bisté del mundo y lo seguimos comiendo durante tres dias, pues no encontrabamos medios de transporte. Las camionetas y taxis-colectivos iban solo hacia Tarma o Huancayo, pero no hacia la cordillera de la Viuda, que era nuestro destino. Esa ruta de tierra trepaba hasta mas de cinco mil metros de altura y tinicamente la utilizaban algunos choferes de camiones que no querian llevar pasajeros, pues ya varios habfan estirado la pata en la puna y deshacerse de un muerto entrafiaba demasiados problemas. Hasta que por fin conseguimos un camionero que se arriesg6 a tenernos a bordo, previo estipendio y tragos en cantina. No habia sitio en la caseta, pues el camionero viajaba con su mujer y un asistente, sino en la parte de atras, encaramados sobre varios quintales de papas. Fue un proyecto memorable. Marcos y yo teniamos la impresion de estar hollando el techo del mundo. Envueltos en nuestros sacones impermeables forrados en piel, acurrucados en posicién de momia de Paracas, veiamos desfilar ante nosotros inhéspitas planicies, nulas, vacantes, tan misteriosas e inaccesibles como los abismos marinos. No hab/a pastor intrépido ni ganado indigena que se aventurara por esos parajes. Era la tierra maldita, yerma, que solo servfa para atravesarla y llegar a algdin lugar. Y como telén de fondo picos de nieves eternas, cuanto mas frios que el paramo. Marcos, que consultaba su plano, pidid al chofer que se detuviese y ambos desembarcamos en plena pampa, con nuestros bultos y pertenencias. Cuando el camién arrancé y se perdid de vista, Marcos y yo nos quedamos mirdndonos la cara, pero serios, sin ganas de refr, convencidos de que en ese momento empezaba la verdadera aventura. Allf mismo, al otro lado de la ruta, levantamos nuestra carpa, desempacamos nuestras bolsas de dormir y calentamos en el primus nuestras primeras latas de frijoles. Habia oscurecido y soplaba un viento glacial. Extrafia noche aquella, la primera, pues solo entonces comenzaba a conocer a Marcos.

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