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36 Encuestas en la sociedad de masis " de previamente, no se podré prestar buena atencién a los principios metodoldgicos, extrafios en muchos sentidos. El desagrado se basa en un malentendido, en Ia ap! cacién de los’ modos de pensar, de las ideas, experien- cias y valores del mundo de los fenémenos individuales al démbito estadistico; erréneas aplicaciones, que mar- chan también en sentido contrario; Los métodos de la investigacién mediante encuestas permanecen incompren. sibles si no nos ejercitamos en este cambio de perspec. tivas, si no podemos distinguir estas dos esferas. La estadistica necesita también, en consecuencia, su. propio Jenguaje, he language of variables, como se ha Mamado en Norteamérica. Propiamente, no deberfa sernos tan extrafia la coexis. tencia de estos dos dmbitos; pues nuestra lengua posce ya—gdesde hace cudnto tiempo?—la necesaria facul tad de diferenciaci6n entre una afirmacién sobre cada uno y una afirmacion sobre todos. La estadistica moral y las encuestas representativas pueden hacer afirmacionee soxprendentemente fidedignas sobre todos, sobre el grupo, sobre el agregado, pero no sobre cada cual. Sobre los individuos no saben nada; no afectan a la personalidad humana, que es ajena. 1. La entrevista demosedpica Reale, Olirabeth Ercxrles on le Beiedd ch wags Arrow Sd-onal Va dye En el verano de 1961, el 7 por 100 de los habitantes adultos de la Reptblica Federal de Alemania dijeron que habian sido entrevistados una o varias veces pata una encuesta. Asi, pues, tres millones de personas, aproxi- madamente, habfan'tenido hasta ese momento una en- trevista demosedpica. ‘Qué es una «entrevista demoscépica»? Una consulta oral, tipificada, de personas escogidas segtin principios estadisticos.~\ Esta f6rmula encierra diversos conceptos clave de la investigacién mediant= encuestas que de momento no dicen nada y no serdn aclarados hasta mis tarde. +, Es caracteristico del procedimiento de Ia «entrevista demoscdpica» el modo tan diverso en que lo ven los participantes. Para Jos entrevistedos cs, generalmente, una conversacién viva, personal, entablada extrafiamente ) por medio de la anonimidad; para el entrevistador, una consulta cesqueméticas fijada en todos sus detalles; y, desde la perspectiva del investigador situado twas el en. trevistador, una situacién experimental, trazadn del modo ~ 37 rr Incuestas en Ia Sociedad de masas 38 mis uniforme posible, en In que reaccionan Jos entre. vistados. La entrevista demosceépica, con cuya ayuda el inves. tigador social empfrico recoge su material primario, pa rece a los ajenos tan extrafia que se la clasificé a menu. do como «americana» y se suponia al mismo tiempo que Jos americanos quizé estuviesen dispuestos a dejarse con. sultar de esa manera, pero que ello no seria posible en Alemania. En realidad, podemos visitar en cualquier regién de la Repiblica Federal a cien personas escogi- das al azar, y sélo de seis a ocho, por témino medio, negardn una entrevista. Encontramos casi la misma bue. na disposicién que en Estados Unidos. Cambio en la forma de pensar: la conversacién no es una conversacién EI acceso a la comprensién de la investigacién me- diante encuestas se abriria mds facilmente si sus métodos de trabajo no tuviesen, Gir piiric, una semejanza tan engafiosa con las incidencias y experiencias de la vida cotidiana. La entrevista demoscépica parece semejar engaiios: mente una conyersacién entre dos personas, caracteri zada sélo por una serie de descortestas. No es nada raro que mucha gente ala que se explique el método de consulta declate espontdneamente: «Pues si a mi me pteguntase alguien, yo no contestaria.» TE} entrevista. clos Hama a la puerta, como los vendedores-¥ represen: iantes ambulantes;-y-pide-tma entrevista, roba el tiempo del consuliado, lo interrumpe €a sit trabajo o tastorna sus planes-de-tiempo libre. Aunque generalmente es un extraio; se sienta ante Ia mesa de Ia cocina o del cuarto de estar y hace preguntas sobre cosas completamente privadas —pot ejemplo, sobre la salud, los ingresos, pla- nes para el futuro, opiniones polfticas, recuerdos de la infancia—, cambia bruscamente de temas, no aborda en absoluto personalmente a su interlocutor, sino que mide La eatrevista demosedpica 3 a todos Jos consultados con la misina vara, Heva tod Ia coaversacién siguiendo «el mismo patron» y chee. asi contra todas las normas de una conversacién culza. Si se malentiende Ja entrevista demoscépica en est sentido como una situacién social, como conversacion si se la juzga segtin los valores y convenciones genera Bizados para ella, ha de provocer resistencia, efectiva mente: «Pues si a mf me preguntase alguien, yo ne contestarfa.» Los cientificos que introdujeron el método de encues. tas en Alemania incluso opinaron en parte que [a en- trevista tendria que parecerse todo lo posible a una coiversacién cotidiana normal. Segin la «escuela de Nuremberga», de la «Sociedad de Investigacion del Com. sumo», que ha realizado encuestas en Alemania desde 1934, se consideraba deseable que las «corresponsales», para obtener informacin sin teservas, entrevistasen. a conocidos y que realizasen sus entrevistas sin cuestio- nario, como conyersaciones lo més naturales posible, in. cluso quizé de forma que ni sigeicta hiciese ver a los consultados que eran «entrevistados» 1 Asf se evitaban varias de las cualidades chocantes, descritas antes, de la entrevista cemoscdpica —la inva. sién del dmbito personal del corsultado por parte de un extrafio, el corte por el mismo patrén—. Los clien. tes que habian de ser convencides sobre los nuevos mé todos de Ja investigacién de meccados, e incluso los mismos cientificos, supusieron que de este modo se ob. tendrian las informaciones més fidedignas y més sin- ceras. Esta suposicién no se ha confirmado. Los motives de cllo serén examinados mds tarde. Ademds, esta conver. saci6n-entrevista «tipo Nuremberga» no puede aplicar. se como aticleo de las encuestas representativas porgue | prescinde de un tratamiento estadistico inreprochable. (Ni se puede asegurar la representatividad del grupo de consultados ni la homogeneidad del mosaico, la compren. | sidn y limitacién homogéneas de las «cazacteristicacs (ejemplo: ingresos familiares, inclinacién po: una mo. emer ree ec 40 Encuestas en la ‘sociedad de masas ién de la vivienda, saber médico). Esto significa que no se han cumplido varias condiciones de] cémputo y del andlisis matemstico-estadistico. Por parte de la poblacién, de Ia que el investigado: | social quisiera conocer algo, y que, por lo tanto, es la que importa, apenas hay motivo alguno para enmas. carar de «conversacién entre conocidos» Ia entrevista demoscdpica: La visita de un extrafio, 12 anonimidad, el brusco cambio de temas, la unilateralidad de ia con. versacién (cl entrevistador ‘solamente lee sus preguntas al entrevistado), todo el proceso es aceptado con una rara buena disposicién si se dan algunos supuestos que expondremos més abajo, pero que indicaremos aqui ya sumariamente: en todo el proceso de la entrevista de. mosedpica, desde la presentacin de! entrevistador y des. e sus primeras palabras, han de ser incluidos unos mo. tivos que hagan al consultado aceptar sinceramente le prueba. Efectivamente, quizd sca mds dificil proveer de tales motivos a una «conversacién entre conocidos» —por no hablar de Jos estimulos a la insinceridad en tales conversaciones—. La entrevista demoscépica tic- ne algo de la falte de coaccin social, de la soltura de Ja conversacién entre dos extrafios en el tren. Entrevistador y entrevistado: los eslabones mis frdgiles de la cadena Abandonada la idea de que la entrevista es una com versacién privada, o de que ha de parecerse a ella todo Jo posible, podemos aclararnos sin trabas las reglas de la «entrevista de investigacién cientifico-social, esparci- da de modo estadistico-representativer, Han de deriva: Gnicamente de la misién que recae sobre el entrevista. dor en el curso de una investigacién empirica. Una investigacién tal es casi siempre una gran reali- zacién en la que participan numerosas personas en fases sucesivas: el cliente o patrocinador (sporsor) del estu- dio, el investigador —la mayor parte de las veces, un La entrevista demasedy 4 grupo de investigadores: socidlogos, psicélogos, econo istas, estadisticos, matemticos—, el director de la or ganizacia de entrevistadores, los entrevistadores, los en trevistados, los especialistas en la elaboracion electrdnic: de los datos. La entrevista ha de suministrer, en general, el tora de la matetia prima del estudio. Nada mas que las pre tas de los entrevistadores, Jas respuestas de los con sultados, la anotecién por los entrevistadores de sus observaciones sobre el consultadc y su ambiente consti tuyen el fundamento de los resultados de la investiga én, en los que se apoyan, por ota parte, reflexione: y decisiones, con frecuencia, de largo alcance. ~ Tenemos que hacernos verdaderamente presente cuén. to depende cle la modesta incidencia de una conversaciér cara a cara para comprender la severidad de las regles metodolégicas. En la cadena de los colaboradores en ut estudio de este tipo, el aporte de la «materia prima» corresponde precisamente a las Gnicas personas que no son especialistas en la materia: Ics entrevistadores y Io: entzevistados. De ello deriva una regla importante: los entrevista. dores y los entrevisiados han de sez exinidos en las encuestas representativas, de cualquier esiterzo de tipo intelectual, psicolégico, lingtifsticc y técnico, que no sea a toda costa necesario. En el cutso de la exposicién de métodos, y tanto mis ea la préctica, encontraremos muchos ejempios de cémo el estadistico, al planear el estudio, puede cargar mucho srabajo sobre sf mismo —o sobre ‘el entrevistado:— en In seleccién de los entrevistados; de cudnto esfuerzo pucden asumir los realizadores del cuestionario y los es- pecialistas de la calificacién y claboracién de datos, de cémo pueden cargar ese esfterzo sobre entrevista. dores y entrevistados, y la decisién siempre habré de correr a cargo de los estadisticos, de los realizadores de les cuestionatios, del grupo de codificadoxes, de los té-- nicos de la claboracién de datos. Retener bien este principio es tanto mas necesario cuanto que, al proyec 42 Encuestas en Ia sociedad de masis Y La entrevista demoseépica B tar un estudio, los estadisticos, los realizadores del cues. tionario, los elaboradores de jos datos, los analistas. los entrevistadores y los entrevistados estén ausentes. Asi, pues, se desarrolla una tendencia, por lo demds na. tural, a endosarles las dificultades. Ei que se haya exi. gido demasiado a los entrevistadores y a los entrevista. dos queda la mayor parte de las veces oculto. Asi, el investigador social, de momento, puede tensar el arco con relativa comodidad e impunidad, y rara vez surge alguien tan cutieso como aquel grupo de cientificos que realizaron una encuesta entre dos mil cuatrocientos ca. vedréticos universitarios norteamericanos y, seguidame: te, hicieron consultar a entrevistadores y catedraticos por el socidlogo David Riesman para hacerse informar criti camente sobre el procedimiento de estas entrevistas de su estudio principal ?, Esa fue, en aquel caso, una interesante soluciéa del dilema de que el proceso’ de las entrevistas sea la fase més importante y, al mismo tiempo, la més diffcilmen. te controlable de una encuesta. NY AU, Separacién radical del papel de investigador y entrevistador Estamos de nuevo en un¢piints ‘muy extrafio, del méco- do demoscdpico. Los entrevistadores y los entrevistados son los eslabones mis frdgiles de la cadena, se ha dicho; no son especialistas. Lo cual es comprensible en cuanto a los entrevistados—aunque ain nos tendremos que ocupar més tarde de este tema, de si verdaderamente hemos de consultar a «Fulano y Mengano» 3, en vez de ditigirnos a los mas listos. Un ejemplo de ello: en Ia preparacién de una reforma de la ley del Seguro de Enfermedad, por encargo del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, ha de ser ave- siguada mediante una encuesta representativa la actitud de Ta poblacién frente a tres propuestas distintas. Para ello hay diversas posibilidades: Caso A: Un investigador viaja dos meses vés de la Republica Federal y habla con 500 personas seleccio- nadas estadfsticamente, les explica los tres planes y ano- ta lo que le dicen. Ea ocasiones le declaran que ninguno de los tres planes es verdederamente bueno, Entonces se informa a fondo (a veces, cree, la opiniéa de un consultado sdlo puede comprenderse efectivamente co- nociendo sus circunstancias especiales y anotdndolas también). También anota el investigador las contrapro- puestas que le hacen. Cuando se encuentra con ideas sin sentido explica inmediatamente por qué no se pue- de realizar nada semejante. Ademds, en el curso de sus entrevistas, va aprendiendo a exp'icar cada vez més cla- ni_y sencillamenté los tres planes del Ministerio de Trabajo. Su éxito a este respecto puede observarlo co- rrectamente él mismo, pues con mayor frecuencia cada vez, recibe opiniones inequivocas en favor de una de las tres soluciones. A veces, por cierto, se topa con per- sonas especialmente concienzudas que desean antes me- ditar sobre el asunto’ o tratarlo con un conocido, por ejemplo, con un médico © con un amigo que es funcio- natio de los Sindicatos. En tales casos, siempre que lo pueda arreglar, el investigador concierta una segunda (citay En sus entrevistas, tiene la sensacién de que com- prende cada vez més répidamente por dénde van sus interlocutores. Va conociendo poco a poco los argume! tos y a menudo necesita ofr sélo media frase para saber cual de los tres planes gusta més. Todavia hay casos en los que alguien no clige ninguna de las tres posibi- lidades; desde el principio ha insistido ante tales perso- nas para obtener contrapropuestas de mejores soluciones para Ja reforma del Seguro de Enfermedad, Pero, en un primer cémputo, después de unas dos- cientas entrevistas, se descubre que, de este modo, no ha sabido cual de los tres planes del Ministerio gustaria mds a una tetcera parte de sus consultados si no hubie- se otras soluciones en discusién, Por ello, insiste una vez més y pregunta: «. aéPuede usted decirme, ayudéndose con esta lista, a qué Caja cel Seguro pertenece usted?» (El entrevistedor entreaa une th, ta con los nombres de las Cajas de! Seguro): Encuestas en Ja sociedad de masas 7 La entre Caja Local General (AOK.) /_Caja Subsidiaria / Caja de Em. esa / Caja Regional / Caja Gremial / Socottos Mincros / Se Baro privat / Seguro’ de hospital (Seguro adicional). . Pregunta informal del entrevistador (es decir, averiguacién sin Pregunta de texto fifo): El entrevistado, El de arriba: «A mi me parece muy bien que todo ef que cat ga enfermo pague una parte de los gastos. Eso es mejor que subir a todo el mundo las cuctas» El de abajo: ¢Ba esto soy de opinidn diferente. Las Cajas del Seguro deen aumentar Tas cuotas ean sta demoseépica 47 Jnmediatamente sigue otra serie de preguntas. Ade. més, al final se anotan unos quince datos estadisticos sobre la persona del entrevistado. “Trescientos entrevistadores han lefdo esas preguntas a dos mil cien personas, han anotado sus respuestas y han cevuelto los cuestionarios a la central del ins- tituto encargado por el Ministerio de ese estudio. En un plazo ce seis semanas disponemos del material. Pero no se trata de uh problema de tiempo, aunque éste tiene Importancia con bastante frecuencia. Lo impor- tance es: una computabilidad irrecusable estd aseguraa por la uniférmidad de las entrevistas; el Ministerio, la Goniisiéa de Ja Dieta, pueden revisar el fundamento de Jos resultados, pueden también repetir la investigacién; pero, hasta donde es posible, se ha excluido el peligro de que —inconscientemente—el temperamento y las convicciones de los investigadores empafien el resultado Peto, jgqué no habremas secrificado a cambio!: la atencién particular al consultado, la adaptacién a su vo- cablario (preguatamos a catedréticos y obretos del mis- mo modo); no se hizo ninguna aclaracién a los consul- tados que tenian ideas _manifiestamente falsas sobre Ja teforma del Seguro de Enfermedad y_no_se hizo ningtin intento para comprender los motiyos particulares, muy personales, de una actirud Las ventajas de los demés_métodos de investigaciéa quedan conscientemente sacrificadas. En parte, ni siqui fa tienen funcién alguna dentro dé una investigacia deinoscépica. La ilustracién de ideas falsas, por ejemplo, fa ayuda para Ja formacién de una opinién inteligente es, en general, metitoria, pero carece de sentido si venemos presente la misiGn de una investigacién estadfstico-repr Sea necesatio para qe tno ro tenga que Dagir | sentativa, a saber: la de dar una imagen fiel de las mada extra cuando caiga enfermo.» circunstancias existentes. Las ventajas sactificadlas se co- En el cuestionario figuran las respuestas preindicadas: no elevar las cuotas), Daria la xaz6n al de abajo (aumentar las cuotas / no pagar sx | locan, en parte, claramente por detrds de las que cons. Daria la razén al de arriba (estando enfermo, pagar una parte / | tituyen "todo el valor de una investigacién de este tipo. En la cima de la escala de valores que hemos de tenes presentes constantemente al proyectar un plan de inves. { lementos). f indeciso, | tigecién, de las categorias de respuestas, la anotacién 48 Encuestas en la sociedad de maiss j ta enttevista demoscdpica 49 uniforme de las reacciones, de las caracterfsticas, la ney iralidad, la facultad de revisin y repeticién por otras personas. En virtud. de estas cualidades aparece un, sultado de la investigacién desligado de Ja subjetividad del_investigador. 5 Es notable ese valor de «comparabilidad y uniform: dad» de la investigacién. Naturalmente, sabertos en prin. cipio que Ia comparabilidad es el primer imperativo, y el més importante, de cualquier cilculo. Con otras pa. Jabras: no podemos contar sin haber establecido —o su. pucsto—previamente una comparabilidad, trétese de frutas de determinada clase o de accidentes de la circu. lacién, de los habitantes de una ciudad o de respuestas a preguntas de entrevista. El que no se pueda contar sin comparabilidad nos es demasiado evidente, no vemos ningin problema en ello. Asi, el emplear esfuerzo para esteblecer esta comparabilidad esti muy lejos, de mo. mento, de nuestro pensamiento. El investigador, desczito anteriormente, que realiz6 Ja encuesta sobre [a reforma del Seguro de Enfermedad, | aparte de otras faltas on su investigacién, contd despre. ccupadamente las respuestas que habfa anotado, a pesar de haber cumplido apenas la exigencia de la Compars. Lilidad de la investigacién. Las preguntas fueron forme. Indas por é de modo diverso; ademas, con su practica Y experiencia, fueron poco a poco «més clarasn; des | pués de algtin tiempo, aiiadié un suplemento («Supuesto que sdlo existiesen estas tres posibilidades, zcudl de elles Te gustarfa a usted mds?»). En parte, sus preguatas fue. ron contestadas espontdneamente; en parte, permiti un plazo de reflexién y asesoramiento por conocidos (mé. dico, funcionario de los Sindicatos); en parte, dié él in- formaciones a sus consultados; en parte, respondieron sin explicaciones especiales. Se objetaré que el investigador ha aprendido cada ver | més en sus entrevistas, que ha ido mejorando siempre, y que es0 no puede ser un inconveniente en modo alguno Bl aprender més, el mejorar, se estima en mucho ea i t otros terrenos. En una investigacién estadistica —en un proceso en que se ha de calcular algo—, la jerarquia de Jos valores est invertida. Por encima esté la exigencia de la «invariabilidad>. el cutso de la investigacién no debe cambiarse nada; ja uniformidad, la comparabilidac de la investigacion, es condicién previa del cémputo, condicién previa de una afirmacién a la que se refieran los ntimeros obte- nidos. Suponiendo que el investigador descrito anteriormen- te se dejase convencer por estos principios del conoci- miento. estadistico, gno podria entonces aplicarlos él mismo? 2Se han de separar verdaderamente los papeles de investigador y entrevistador? No podria el inve tigador, en sus quinientas entrevistas, seguir estricta- mente ‘todas esas reglas —texto fijo de las preguntas, nada de explicaciones, cte.—, y no estaria, ast, inchiso mejor asegurada la uniformidad de Ja investigacién que con la participacién de cientos de entrevistadores? Cariosamente, no sigue uno siendo el mismo cuando redliza quinientas cutrevistas, Se vive un «proceso de aprendizaje>. En la conciencia del investigador descrizo anteriormente se reflej este proceso, de aprendizaje del modo siguiente: «En sus entrevistas, tiene ¢l sentimien- to de que comprende cada vez mas ripidamente por dénde van sus interlocatores. Va conociendo poco a poco los argumentos y, a menudo, necesita oft sélo media frase pata saber cual de los tres planes gusta més...» Lo que se expone aqui es el temido «oir selectivo» una de las fuentes de error mas peligrosas de la inves. tigscién mediante encuestas. En un apartado posterior describiremos uno de los experimentos $ con los que el socidlogo norteamericano Herbert H. Hyman probs por ptimera vez esie fendmeno en un estudio financiado por hh Fundacién Rockefeller ‘, De modo muy simplificado, podemos zesumir esta lidad en Ia frase siguiente: «Se oye lo que se espera oir». Los entrevistadores que sdlo tiexen que realizar sieve Neale, « 50. Encuestas en la sociedad dé mases u ocho entrevistas apenas podrén crearse esas expects tivas endurecedoras del ofdo. Naturalmente, ya antes de Ja primera entrevista pueden estar prejuiciados, proble- ma al que volveremos més tarde, pero aun asi es de preferir el que cientos de entrevistadores anoten las res. puestas, con ideas preconcebidas en diversas direcciones, a que sélo lo haga una persona, sea investigador o en. tevistador, Este es uno de Jos pocos principios del método demoscépico inmediatamente evidentes. Pues no contradice, como tantas otras cosas en la demoscopia, las expetiencias personales cotidianas y las convenciones, sino muy al contrario: se sabe ya de sobra que las per sonas se expresan segiin con quién hablen en el mo. mento’, Si hace una persona sola todas las entrevistas de una encuesta, con seguridad es de temer una influen. cia sobre los resultados a causa de la manera de ser y las opiniones de esa persona. Volvemos al principio de la entrevista demoscépica jue hemos establécide: separacién radical de los papeles de investigudor -y' entrevistadar. (91 (ez atione el, invest gador a las reglas de Ja uniformidad estricta de Ia entre. vista demoscépica (el mismo orden, el mismo texto de Jas preguntas y demas), no es de comprender por qué tendrfa que ocupar su tiempo enirevistando. No puede utilizar sus cualidades de cientifico en este tipo de en trevistas Por otra parte, la fuerza probatosia de los resultados | de encuestas es més fuerte si el investigador no ha par- ticipado inmediatamente en su obtencién. En este caso, | Ja influencia de cualquier instancia sobre los resultados queda exchuida. Por Jo demis, el que el investigador adopte tambiéa cl papel de entrevistador desempefia en la préctica un | papel relativamente poco importante. El realizar un gran, ntimero de entrevistas es muy fatigoso. Se conoce incle- so, en el lenguaje de la especialidad, el concepto de la sfatiga del entrevistador» y se califica con él un desté: Ilecimiento del entrevistador, que, frecuentemente, lo incapacita después de algén tiempo para hacer buenas | | i | | La entrevista demosedyica 31 entrevistas. Ya a fines del siglo xvimt, en una de les rimeras «encuestasy que conocemos (1795), el inves- tigador inglés sir Frederic Morton Eden hizo viajar du- rante un aio entero a un entrevistador con sus cuestio- narios para obtener datos sobre la situacién de los pobres, peso él prefizié quedarse en casa. La aplicacién préctica de la xegla de que los papele: del investigador y del entrevistador han de ser separa- dos tiene que realizarse la mayor parte de las veces en direccién inversa. Esto significa: ¢l investigador no pue- de pasar su cometido el entrevistador. Lo tiene que cumplit por sf mismo, a saber, mediante la «traduccion» de su problema cientifico a la serie de preguntas de un cuestionario, mediante Ja traduccién a «preguntas de prueba». Si nos ocupamos mds de cerca de las dificultades de construccién del cuestionario (lo abordaremos en un epi. grafe posterior), comprenderemos la tentacida que exis- te de hacerse la cosa algo mas sencilla mediante las «instrucciones> al entrevistador. ~~En el caso de la encuesta sobre Ia reforma del Segu- ro de Enfermedad, el investigador podzfa enviat a fos enirevistadores el ‘texto del Ministerio sobre los tres planes con el siguiente encargo: «Familiaricese usted bien con estas tres posibilidades, de modo que usted también pueda responder acertadamente a las preguntas de aclaracién que le hagan los entrevistados, Compruc- be cudl de las tres solucioaes halla mejor aceptaciéa, Averigtie pot qué motivos toman los entrevistados su decisidn, Por favor, sea minucioso en este punto. Son- dee usted preguntando varias veces: ”¢¥ no hay otro motivo més por el que usted se haya decidido de esta manera?” En el caso de que la actitud de un entrevis. tado le parezca contradictoria, aclare usted, por favor, esas_contradicciones inmediatamente, Quisiéramos ha. Semos uaa imagen lo mds clara y segura posible sobre Ia actitud de la poblaciém y sus motives...» Tal instruc cién es, sin duda, ffcil de redactar. Peto en esas cim cunstancias no podemos efectuar una investigacién «un.- 52 forme, comparablen; tampoco podrfamos revisar lo que propiamente se hablé en la entrevista. Y, finalmente, Ja dificil misién de la investigacién de motivos, no rea. lizable la mayor parte de las veces mediante preguntas directas («por qué piensa usted de este modo?»), se Je endosa al eslabén més frégil de la cadena: al entre. vistador. el piiblico, que de comprender, Mas de un malentendido corre entre no ve hoy todavia claramente, como es la divisién de trabajo entre investigador y enttevistador, y que, en todo caso, se orienta segtin el concepto de aquel entrevistador que, por encargo de un periddico, consulta a un politico prominente. Se Ieva, por ejem. plo, a un entrevistador demoscépico, como «especialis. ta ‘de la investigacién de la opinién», a un estudio radiofénico para hacerle pronunciar una conferencia so- bre Ja demoscopia. El valor informative para los oyen- tes cn este caso cs, desgraciadamente, reducido, Ww , Viv od, La tipificacién determina ‘la prueba previa intensiva En cualquier punto en que transgredimos las normas de la conversacién individual para campliz las condicio- nes de la valoracién estadistica, comienzan nuevamente las dudas de principio sobre la propiedad del método. En la descripcién del investigador que hizo quinien tas entrevistas sobre cuestiones de la reforma del Segu- ro de Enfermedad se decia: «Ademds, en el curso de sus entrevistas, va aprendiendo a explicar cada vez mis clara y sencillamente los tres planes del Ministerio de Trabajo. Su éxito a este respecto puede observarlo co rrectamente él mismo, pues cada vez con mayor fre cucneia recibe opiniones inequivocas en favor de unt de las tres soluciones.» Enouestas en 1a sociedad de mcsas y La entrevista demosedpica Hemos aclarado ya en el epigrafe anterior que la correcciones en el curso de una investigaci6n 20 sot admisibles porque el principio de la invariabilidad tient rimacia. La senc'llez y claridad de las preguntas, k comprensibilidad 2 prueba de tontos, han de ser ase guradas anes de empezar la investigacién. De Ia necesidad de fijar rigidamente todos los detalle de una investigacién demoscdpica deriva la extraordina tia importancia de las entrevistas anteriores de prueba fa tipificacién determina una prucha anterior intensiva Las entrevistas de prueba han de scr realizadas po! gran mémero de expertos; unos, que han de haber par ticipado en el proyecto de investigacién, y, otros, qu no han de tener conocimiento alguno del fin del’ estu dio. Elan de tealizarse bajo condiciones verdaderas, ¢ decir, que, en general, han de realizarse con descono cidos, y, ademés, con personas de todos los niveles dk Ia poblacién Ya vemos: lo que el investigador aislado aprencic en el curso de dascientas entrevistas, y lo que ide¢ sobre correcciones, ha de ser realizado’ por el grupo dé Jos entrevistadores de prueba en un lapso relativament: corto y utilizando gran mulviplicidad de puntos de vista El investigador se avergiienza En In obtencién de su materia prima, en el Hamad «trabajo de campo», el investigador tiene que dejar so Jos a entrevistadores y entrevistados, Tanto més vivo se supondrd, sera su deseo de hacer él mismo entrevis tas de prueba, Efectivamente, nadie puede privarle de esta importante experiencia, Ia observacién personal: @Se entienden esponténeamente las preguntas? ¢Se las responde con natvralidad? O hay signos de evasiva de malentendido, de irritacién, de cansancio, de fatiga’ ¢Faltan preguntas clave? Después de algunos cientos de entrevistas de prueba con proyectos de cuestionarios s: obtiene un fino ofdo para tales percepciones. 34 Encuestas en Ia sociedad de masis Para mmuchos investigadores sociales, sin embargo, le prueba previa supone un verdadero escollo profesional, como pueda suponerlo para un joven estudiante de Me. dicina el trabajo en anatomfa, en la sala de disecciones, El joven investigador social se avergiienza de lamar q Jas puertas de casas extrafias (como un «buhonerom). El lo sabe teéricamente: no se debe malentender !q entrevista demosc6pica como situacién social, como con. |. versacién («la conversacién no es una conversacién»), Pero, involuntatiamente, se ve a sf mismo como un intruso («Por qué habria de contestarme la gente?» «@Quién sabe lo que estaban haciendo en ese momen. to?> «Yo no puedo preguntar, as{, simplemente, por sus ingresos»). Su inseguridad provoca también insegu- ridad entre las personas que le abren la puerta; por eso obtiene al principio muchas negativas, Necesita algvin | tiempo para libetarse del papel de persona privada y ponerse a la altura del papel del socidlogo que prueba sus_disposiciones experimentales. El joven estudiante de Medicina se supera porque Ja necesidad Te es furzosamente evidente. El sociélogo, por de pronto, no considera necesario hacer él misrno en- | trevistas con su cuestionario. En su mesa de despacho le parece que est4 perfecto. Y raramente corre el peli gro de que los resultados que presente al final de un es. tudio puedan ser conttolados en Ia realidad. Pues, zquicn habra de probar que la poblacién piensa sobre los tres planes de reforma del Seguro de Enfermedad de maneta distinta a Ia que él explica en su informe? Para el socidlogo, Ia falta de controles no es una ven- taja, pues facilmente le produce una seguridad engafio. sa. El que empleemos los métodos adecuados al pro- blema cepende, en estas circunstancias, de la moral de trabajo, de la conciencia cientifica, que exige también, como hemos dicho antes, aligerar ‘a los entrevistadores a los entrevistados, por ser los eslabones més frégiles de Ia cadena, El investigador carga sobre sf los estuer- zos cuanto le sea posible, lo que tambiéa exige la tante disposicién —libre de soberbia intelectual. Ia entrevista demoscdpica 3 ponet Ia posibilidad de error propio, Este es ¢l estado qe, junto con la pasién por el trabajo, con 1a curio- sidad cientifica, ayuda al investigador social a traspasar fos umbrales con mayor seguridad cada vez y con una capacidad de observacién més aguda. Y tener siempre presente en ello: la prueba previa es Ia diltima etapa anterior a la fijacién del esquema de preguntas, con ella comienza inmediatamente el trabajo de campo con cientos © miles de entrevistas tipificadas La entrevista demoscépica es un experimento de reacciones Pasamos ahora a un sasgo de Ja entrevista demos- cdpica tan significative como extrafio: la anonimidad de Jos entrevistados y su intercambiabilidad. No son entre. vistados como personas, sino como miembros de grupos —dicho mas secamente: como «portadores de catacteris- ticas»—. Fn el capitulo «La muestra representatives volveremos sobre este aspecto. En las entrevistas demoscépicas, zinvestigamos las opiniones o—como se objeta con frecuencia— las he- cemos surgit? Tomemos de nuevo el ejemplo de I encuesta sobre la reforma del Seguro de Enfermedad. Tres posibles regulaciones fueron presentadas a los en- trevistados para su seleccién: 1. Cuando uno enferma, paga por cada visita al médico 1,50 mateos; el coste restaate lo aboaa la Caja, 2. Cuando uno enferma, paga uno mismo el 20 per 100 de los gastos; el resto lo paga Ia Caja. 3. Cuando uno enferma, paga uno mismo al trimestre hasta 15 marcos de los gastos} lo que supera esa cantidad lo page la Caja, Indudeblemente, la gran mayorfa de los entrevista dos, antes de la entrevista, no tenfa todavia una opinién, por decitlo asi, dispuesta, sobre cual de esas regulacio- (rere eeerreseemrsmeerereeerneeerereeerereec es ual 36 Encuestas en la sociedad de masas nes fuese Ia mejor. Las diversas propuestas eran en. tonces * casi desconocidas a la opinidén ptblica. La for. mulacién de preguntas sobre cuestiones acerca de las cuales los entrevistados no se han formado opinién al. guna antes de la entrevista no es excepcién. En conse. cuencia, en las «encuestas de opinién», con frecuencia, no recogemos opiniones formadas, sino que examina mos reacciones. Los entrevistados «reaccionan» en Iq situacién experimental de prueba respondiendo a las preguntas de prucba (preguntas indicativas). Quizé no tengan antes de la entrevista ninguna opinién clara so. bre cudl fuese la mejor regulacién del Seguro de En. fermedad, pero las ideas que expresan entonces no sur gen por casualidad, Son manifestacién de conocimien. tos, de experiencias, actitudes y criterios personales, de intereses personales que constituyen el fondo real, muy dificilmente transformable, de las opiniones. La opinién en sf quizd no se haya formado hasta el momento mis- mo de la entrevista, pero las predisposiciones de las cuales la opinién es indicativa existen yay. son —por ejemplo, en una reforma del Seguro de Enfermedad— una realidad politica En la entrevista demoscépica han de ser halladas preguntas de prueba, formas de observacién y temas de prueba que hagan al entrevistado dar a conocer su acti. tud, Estas preguntas o temas resultan con frecuencia ptovocativamente insensatos si leemos el cuestionario sin conocer las intenciones de Ia investigacién. «eHay algvin color que le guste a usted especialmen- te? gCudl?» Objecidn del lector critico: «¢Quiere usted decir para corbatas, 0 como color de cortinas, 9 para alguna otra cosa?» Sin embargo, el 90 por 100 no con- testan asi, con otra pregunta, sino que mencionan sv color preferido —con sorprendente frecuencia, en el sut | de Alemania, el rojo; en el norte, mucho més el azul— Es indiferente el que las preguntas de prueba, al /eerlas, parezcan razonables y convincentes. Pero pata Ios com sultados en una entrevista demosespica han de resultar comprensibles. Y no se puede comprobar que éste sea La entrevista demoscépica ce el caso leyendo un cuesticnario segtin los principios d Ja légica, de La sistemética, de la unidad tematica La simple puesta en escena del cuestionario en un: serie de entrevistas de prucha, por el contrario, maai fiesta Ia mayor parte de las veces répidamente si cierto: principios de introduccién, relacién, interpretacién —er parte, tomados de la desozdenada conversaciGn cotidia na—, s¢ han aplicado con éxito *. La imaginacién al idear las preguntas de prueba pue de decidir antes que nada el que un problema de inves tigacién pueda o no resolverse. Supongamos que, en ur anilisis de los motivos por los que se emplean’ prepa. rados de lecitina, no hubiésemos imaginado la pregunta: «La mayotia de las personas tienen momentos en Ios que se en caentran desanimadas y abatidas y todo lo ven negro. Eatonce: no hacen mis que cavilar y nada les sac bien. Le ocurre 4 ustec fa veces algo asi o no tiene usted esos momentos de abatimiento>» y otras semejantes, y que no hubiésemos pedido a los entrevistadores que, al final de la entrevista, tomasen notas sobre la estatura y el tivc de los entrevistados entonces no habrfamos logrado probar, por ejemplo, que especialmente los tipos ciclotimicos descritos par Kzet schmer, mujeres mids bien alegres, pero de una yaria- bilidad de dnimo de tipo enfermizo —a menudo, de con: titucién picnica, més bien bajas y de tipo redondo— ut: lizan tales estimulantes para burlar un poco las fases depresivas. Como en este caso, al comienzo de una investigacién no existen frecuentemente hipétesis que sefialen ya le direcci6n correcta y conduzcan al hallazgo de preguntas de prueba. Pero aun cuando ya se esté en la pista, no salen cn modo alguno las preguatas de prueba por si solas, sino que son producto de Ja intuicién de ese gru- po de personas que colaboran en la zedaccién del cues. tionario. A menudo no parece existir relacién alguna entre los cometidos de Ia investigacién y Jas preguntas de prue- ba, las observaciones de prueba. Cuando, por ejemplo, 38 Encu los psicélogos sociales de Viena que trabajaban bajo ig dizeccién de Paul Lazarsfeld, a principios de la cuary, | década, en sus estudios sobre los «parados de Marien! thal», observaron y midieron inadvertidamente la velo. cidad del paso en la calle de sus pezsonas de prucba, no podian imaginarse de momento ef aleance de fos conoe mientos obtenidos con ese medio de prucba ®. Lo aparentemente absurdo de muchas categorfas de obseryaciéa y preguntas de prucba en la entrevista de. moscépica no debe engafiarnos: lo que se encuentra de extrafio o incluso fuitil en las formas de averiguacién combinadas de uno de tales cuestionarios sdlo ha de ser juzgado por sus frutos: segtin lo que, a través de tal © cual pregunta de prueba, haya podido hacerse «visi ble». Hemos de tener en cuenta siempre de nuevo que Ja entrevista demoscépica debe entenderse como expe. rimento, no como una conversacién inteligente. Como ya veremos, incluso se intenta cada vex més el pasarse sin palabras y encontrar disposiciones de prueba en las que todo lo posible se resuelva mediante la observa. cidén. La diferencia entre la entrevista demoscépica y la in dividual, en la que aparece el particular con su nombre, y es consultado como ‘personalidad, se puede caracteri. zar claramente también del modo siguiente: «Uns entrevista individuel es una totalidad en sf uaitaria, que, con su coherencia interna, se valora por sf misma. En ella, el ex: trevistador tiene siempre’en Ia mente cl objetivo general de ly cpurevista: ast, por ejemplo, el médicy frente a su pacienic, el abogado en conversacia con su mandante, el periodista frente a su entrevistado, En la entrevista se atienen enteramente a lo in dividual. Se-esfuerzan también por reunit en una imagen decle | fuciones muy disrantes objetivamente cate si. La entrevista demoscdpica particular, por el ‘contretio, es parte | sdlo de una «totalidad» muy diferente, saber, una encutsia; cada | pregunta singulat de la entrevista ha de set como un idéntico marco experimental, ante el que reaccionan los entreyistados con sus respuestas. La entrevista no ha de ser, en lo posible, un com | junto unitario, sino, en el caso ideal, una snez de preguntas. Asi se explica la peculiaridad de la entrevista demoscopica, como dee cuartizada, en Ia que a menudo se coloca deliberadamente a gran as en Ia’ sociedad de mais; ; La entrevista demoscdpica 5 distancia temporal preguatas temsticamente emparentadas, © int frampen el carso de ins ideas unas xpreguntassecimten 0 «pt nlgs amortiguadoras» (por ejeiplo, ia presoncacién, entre clos Semplejos de preguntas sobre la actitud frente al programa de 1 fo, de una hoja en la que figuran viviendas unifamiliares para Gee se decida sobre cual se prefetitia poscer), pata impedir a pro- Jeccidn de los temas tratados en el momento scbre las preguntas guientes.» En ocasiones, hay, desde luego, disposiciones de prue- ba en las que se establece metadolégicamente tal pro- yeccién: por ejemplo, en las pruebas psicoldgicas de anuncios, cuando se forraulan preguntas sobre un pro- ducto o una marea, después de haber mosirado anun- cios previamente y haber hablado sobre ellos. Se pre- tende observar con ello cémo se transforman las actitu- des—por ejemplo, frente a un producto— bajo el efec to de los anuncios, y se compara los resultados con un grupo de petsonas de control, que no fueron influidas por ellos. En Ia investigacién de efectos (efecto de amuncios, en general, publicidad, eferta de noticias, medios de masas, investigaciones sobre la influibilidad del gusto, por ejemplo), se hallaré ocasionalmente que una serie de preguntas en la entrevista demoscépica ha de formar una totalidad coherente, Pero Ja regla queda caracteri- vada mediante la férmula: «una suma de preguntas» Esto es lo que se pretence generalmente en la construc- cién de un cuestionario. La reunién en Ja totalidad de un diagnéstico no se realiza hasta més tarde, en el and lisis del material constituido por cientos y, a menudo, miles de respucstas anotadas Las conversaciones en la entrevista: ficiles, pero intitile: Nos esforzamos por aislar unas de otras, tanto como sea posible, las preguntas particulares de una entrevis- ta demoscépica porque se teme la influencia, entera- mente incalculable y a menudo considerable, que Las ee 60 Encuestas en la sociedad de masa, y Ta entrevista demoscépica 61 preguntas primeramente formuladas ejercen sobre la reg puesta a las siguientes. i La sensibilicad de la reaccién al orden de las pregun. | tas, o también al de las alternativas dentro del texto de una pregunta, a giros y palabras particulares, cons, tituye una debilidad enojosa del método demosespico, Esto se explica en parte por la a los entrevistados con sus conttadiccio- nes, por muy tentador qre pueda ser; por ejemplo, si somos contrarios a la fijacidn de precios del articulo de marca, hacer decir al entrevistador en un cuestionatio al entrevistado: «Antes ha dicho usted que los articu- Jos de marca son a menudo demasiado caros. Ahora ha sespondido usted que esté a favor de que los am tfculos de marca cuesten lo mismo en todas partes. Esto es una contradiccién. Aclérese, por favor: si usted quie- re que los articulos de marca se abaraten, debe usted también aprobar la supresién de la fijacién de precios...> Podemos ofr a la poblacién entera, pero no podemos hablar a la pobla- cién entera Podemos prescindir aqui de los casos ce mal uso: indudablemente, mfs de un «modelo de conversién> aparece en Ja entrevista demoscdpica para utilizar pro- pagandisticamente los resultados ventajosos, Como la benevolencia de los consultados en Ia entrevista, su disposicidn a dar las respuestas deseadas, no es cono- of Encuestas en la sociedad de misa,| cida hoy todavia en general, se pueden obtener asi efec tos_verdaderamente: dudosos. Con frecuencia, el deseo del patrocinador de que sz «cxplique» a los entrevistados, sin embargo, detiva tam, bign de un sofisma notable, Aparentemente, se cumple en la entrevista, en el «modelo de conversién», un sue. fio del politico:’ una muestra representativa de 1a pobla ciéa, es decir, propiamente la poblacién entera, oye, en formulaciones’ fijadas, los argumentos que hablan’ en favor de él, de su partido, de su punto de vista. Como sabe, a través de pronésticos electorales y de seguri. dades fidedignas, que, por ejemplo, dos mil entrevista dos representan ‘efectivamente la poblacién entera, se forma inconscientemente Ia idea-de que no sélo se pue. de obtener conclusiones sobre todos partiendo de ly muestta representativa, sino también de que, conven. ciendo pot medio de explicaciones a los entrevistados, se puede explicar y convencer a todos. La idea de la representacién estadfstica mediante muestras sigue siendo poco habitual a nuestro modo de pensar. Hemos de tener ca cucnta expiesaimente que podemos, con ayuda de la demoscopia, oft a la po. blacién enteta, pero no podemos hablar a la poblacién entera. f 2. El cuestionario Pregunta de programa y pregunta de prueba Al comienzo de una investigacién no esté Ja formu- lacién del «cuestionario». Al comienzo esté la anote- cidn de los temas de investigacién, de los objetivos de Ja investigacién y de las preguntas de programa. Este capitulo, en muchas investigaciones, resulta muy corto porque no se le reconoce .con suficiente claridad como una fase especial de alcance decisivo. Con una impa- ciencia peculiar, el interés de todos los participantes ‘se valve a la «confeccién del cuestionario», como si sélo asf se pusiese realmente em movimiento la encuesta acor- dada. En el modo en que se descuida la formulacién de los problemas que han de ser aclarados —y también formulacién de los motivos de que por qué a esos problemas se dedica una encuesta represenrativa—, y en su lugar se idean preguntas de cuestionario, no sélo yace un desconocimicnto del valor de la preparacién, sino también una subestimacién de las dificultades de’ com. posicidn de un cuestionario. E. Noelle, § 6s

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