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11 Ingleses en Buenos Aires Medidas de orden militar Ocupacién de Buenos Aires Las jornadas el 26 y 27 de junio de 1806, que culminaron con la ocupacién de Buenos Aires por las tropas de Beresford, les habia exigido un esfuerzo minimo y un insignificante sacrificio de sangre, apenas un soldado muerto, un oficial, un sargento y diez soldados heridos y un oficial desaparecido””. Quedaba asi intacto el factor del personal, mientras que el material habfa aumentado considerablemente con las armas, municiones, equipo, etcétera, que debieron rendir las tropas espafiolas cuando la capitulacion © que fueron hallados en los Reales Almacenes, en la Real Armeria y en el Parque de Artilleria, 0 que debieron entregar los habitantes en virtud de un enérgico bando del general britanico. El historiador Torre Revello, guidndose por documentos consul- tados en el Archivo General de Indias, en Sevilla, asegura que, a raiz de la capitulacién de Buenos Aires, fueron entregados a los ingleses los siguientes pertrechos de guerra: - 106 cafiones utiles, de diversos calibres = Fusiles con guarnicién de latén: 2.064; bayonetas: 2.064; carabinas: 6185 pis- tolas: 4.672; espadas: 1.208. En cuanto a Jas municiones, eran como sigue: para cafiones del calibre 24: 12.600 tiros; del 18: 400; del 16: 9.600; del 12: 8.500; del 8: 7.074; del 6: 1.738; dgl 4: 11.200. Balas rasas de calibres irregulares: 174 del 20; 2.128 del 14; 1.092. del 10; 637 del 9; 3.956 del 7; 589 del 5; 1 del 8; 16.974 de 2 1/2; 173 del 1 1/2. 395 Véae anexo 14, Planilla de las pérdidas de las diferentes unidades expedicionarias inglesas. CAP. 11/ INGLESES EN BUENOS AIRES 339 TOMO 1 LAS INVASIONES INGLESAS AL RfO DE LA PLA’ 340 ~ Bombas cargadas de 12 pulgadas: 630; Igadas: 630; de 9 con espoletas cebadas: 255 er de mano cargadas: 878; varias (evacfas?): 3.000; cargadas para obuis pe das con espoletas cebadas: 30; granadas de mano vacias para obts (2): 200. ~ Espoletas de 8 pulgadas, vacias: 129; de 6 cargadas: 546; vac »vacias: 129; 5: 546; vactas: 857; para granadas de mano cargadas: 407; vacia 326, ors erpal - Municiones para las armas individuales. ~ Balas de fusil, 16 a 21 en libras y onzas: 400.000 y carcuchos con balas para fusil, carabina y pistola: 131.840 . Como primera medida en el orden militar se presentaba al general Be- resford la necesidad de asegurar la ocupacién de la ciudad, precaviéndose contra una eventual tentativa de las tropas capituladas y aun de los mis- mos habitantes, que no renunciarian a obtener el desquite, libertando la capital del pufiado de hombres que la habian rendido. EL jefe briténico no podia hacerse ilusiones sobre el particular, una vez pasado el estupor de los primeros instantes, era de temer que la read cién surgiese en forma avasalladora en los vencidos, avergonzados del corto mimero de los invasores que se habfan apoderado sin mayor esfuer- zoy de un modo incruento de una ciudad tan poblada y muy orgullosa de su tradicional lealtad a la corona de Espaiia. “ae Creys el jefe briténico neutralizar aquel peligro mediante las si- guientes disposiciones: : Poner de guarnicion en el Fuerte, donde también estableceria el cuar- tel general, la Infanteria de Marina y el Cuerpo de Marineros, y alojar en los cuarteles de la ciudad al Regimiento 71 y la Infanteria de Santa Elena, Guardar en el Fuerte todo el armamento y las municiones tomados y obligar a los habitantes a entregar las armas que tuviesen en su poder”. Exigir a los oficiales y a la tropa el juramento que, mientras durag se la presente guerra, no tomarfan las armas contra los ingleses, debien- do considerarse como prisioneros de guerra, aunque disfrutando de una relativa libertad, pues les era permitido permanecer en la ciudad y vivir en cualquier punto de ella o, en lo relativo a los oficiales, trasladarse a Espafia si asi lo deseaban, en cuyo caso el gobierno britanico se encar- garia de su transporte”*, 396 Boletin de la Junta de Historia'y Numismdtica Americana, “La f S bt a Junta de Historia y Numismdtica Americana, “La fuga de Sobremonte”, volumen 397 Coleccién Coronado: Bando del 7 de julio de 1806, P 158, concedilo un plazo de cinco dias le barrio de las “armas, municiones y otros pertrechos «le yuctta © que se hubiesen entregado por mandate de su gobierno ractores con “doscientos pesos dle multa por cada articulo de aquéllos que se les encuentr 398 Coleecidn Coronado: Ondlenes del 4 y 15 de julio de 1806, pp. 193 = 134 Todas estas disposiciones, completadas con una activa y perma- nente vigilancia para evitar sorpresas, con frecuentes rondas en la ciudad para la conservacién del orden y con Ia adquisicién de confidentes que informasen de la disposicin de los habitantes hacia los nuevos duefios de la ciudad, eran las que sus relativamente escasos medios permitian al general Beresford, quien, aunque bastante confiado al respecto de la situaci6n en la capital misma, no podria estarlo. En cambio, en lo referente al territorio fuera del radio de accién inmediato de sus tropas, ya que la falta completa de caballerfa le impedia ejercer alguna jurisdiccién més alld del limite de la ciudad. Para remediar en parte este grave mal se preocupé, desde los primeros dias, en reunir la mayor cantidad posible de caballos, para poder asi, en caso necesario, montar una fraccién de su infanterfa para que actuase como dragones. Otro asunto que debié preocuparle seriamente fue el de impedir quedar aislado en la ciudad conquistada, mediante la comunicacién con Ia escuadra del comodoro Popham. El general Beresford deseaba, especialmente, poder tener los trans~ portes cerca de la ciudad por si en un momento dado la situacin Ie obli- gaba a reembarcarse, abandonando la ciudad conquistada o para conti- nuar las operaciones sobre otro punto de las costas del Rio de la Plata. El mal tiempo, que a partir del dia de su entrada en Buenos Aires se prolongs con lluvias torrenciales hasta principios de julio, impidié que Jos buques de un cierto calado pudieran acercarse a la ciudad. Mejoradas as condiciones atmosféricas, fue posible aproximar los transportes y des~ tacar de los buques de guerra algunas lanchas para la policia del puerto y de la ribera, quedando a cargo del capitén Thompson, de la Real Marina britinica, las funciones de comandante del puerto. Causas de la inactividad operativa La conquista de Buenos Aires no era mas que una parte del plan que motivara la expedicién del comodoro Popham, Para que aquél tuviese su pleno desarrollo, era necesario continuar la operacion hasta someter al dominio briténico también Montevideo y sus dependencias. Asi lo determinaban las instrucciones, del 12 de abril, que sir David Baird entregara al general Beresford cuando le confi las fuerzas destinadas a la conquista de la colonia espaiiola del Rio de la Plata. Aquél habia sido también el propésito fundamental del comodoro Popham al interesar a Jos gobernadores del Cabo y de Santa Elena en la organizacin y veri- ficacion de la empresa. EN BUENOS AIRES CAP. 11/ INGL 341 LAS INVASIONES INGLESAS AL RIO DE LA PLATA / TOMO 1 342 E12 de julio, a los pocos dias de la ocupacién de Buenos Aires, el general Beresford redactaba dos informes para su jefe inmediato el mayor general Baird, En el primero, comunicaba todo lo acontecido a la expe= dicién desde que se hizo a la vela de la isla de Santa Elena para el Rio de Ja Plata hasta la ocupacién de Buenos Aires“, El segundo, tenfa por objeto detallar por separado “los motivos que me han inducido a suspender toda nueva operacién contra el enemigo ya explicar la situacién particular en que me encuentro al presente y tas off servaciones que estimo necesarias hacer en consecuencia”, por considerar impropio afiadir todo esto al primer informe, cuyo fin era exclusivamente narrar “las operaciones de las tropas a mis érdenes hasta el momento de su entrada en esta ciudad”, Explica el general Beresford que hasta llegar al Rio de la Plata no _ habfa variado su intencién de apoderarse de las dos plazas, pues, basado en los informes obtenidos en el Cabo, tanto por el ntimero como sobre localidad de las tropas existentes en las posiciones enemigas que eran la meta de la expedicién, opinaba que “Ia fuerza que tuvisteis a bien poner a mis drdenes era, con la ayuda que prestarian los buques de S, M., ade- cuada a la conquista de Buenos Aires y de Montevideo, asi como de s dependencias”. : a Era asi natural que, para ser consecuente con dicha opinién y, més que todo, con el fin de dar cumplimiento a la misién recibida yde quita al enemigo un punto de la importancia de Montevideo, el general Be~ resford tratarfa de aprovechar el éxito inicial y el estupor catsado en el adversario por la fécil victoria para dirigirse, sin pérdida de instantes, a tomar la segunda ciudad, antes de que la reaccién yel tiempo permitiesen aumentar sus medios defensivos. ___ Sin embargo, la prudencia y la reflexién disuadieron al general bri- tanico de realizar aquella empresa y el segundo informe, del 2 de julio, tendia precisamente a explicar los motivos de esta conducta, xa Si yo hubiese persistido en Ia resolucién de seguir inmediatamente cont Montevideo después de la conquista de esta plaza", me hubiese sido impor sible en esos momentos emmbarer wn solo hombre; como que desde sent entrada en I ciudad no hemos podido comunicsrmos con los transports ni asta la noche tiltima ha dejado un momento de llover torrencialmente, Pero yo he abandonado del todo el propésito hasta que reciba refuerzos; en cuanto a marchar contra Montevideo con aquella fuerza que pueda sacarse de aqui 399 Vase anexo 10, 400 Coleccién Coronado: p. 155, 40. Se refiere a la de Bue 101 Se refiere a a de Bucnos Aires, de donde era enviado el informe al general Baird no seria menos temerario que, en las presentes citcunstancias de las cosas, confiar esta plaza a una fuerza menor de la que tengo aqui ahora. Si yo tuviese que sacar tropas de aqui dejando doscientos hombres de guarni- cién en cl Fuerte, yo tendria la mayor confianza del éxito contra un enemigo que me atacase en campo abierto. Mas también reflexiono que al marchar contra Montevideo arriesgo de dos modos la pérdida de lo que he adquirido: primero, si yo fracaso en una ten- tativa contra la ciudad de San Felipe (Montevideo), me veria ciertamente obligado a abandonar esta ciudad (Buenos Aires), pues el pueblo est aver- gonzado y habla abiertamente, ahora que ve nuestro pequefio niimero, de haber sido vencido por nosotros y quizé actualmente, a pesar de su concepto por nuestra hazafia, nada lo detiene de tratar de desalojarnos y por cierto, una tentativa de esta clase se producira instantaneamente a raiz de un desastre nuestro en la otra banda y si bien cada oficial a mis érdenes marcharia alld con toda confianza de éxito, cuando reflexiono que el enemigo podré reunir seis 0 sicte mil hombres en armas, de los cuales yo creo que unos dos mil serian de iropas regulares espafiolas (aunque supongo que no muy buenas), juzgo que no es prudente correr el riesgo de atacarlos y como ellos tienen. muy buenas obras para ponerse a salvo en caso de ser abatidos en campo abierto, la conse- cuencia de un fracaso nuestro serfa el abandono de lo que ya hemos ganado. Los motivos expuestos hasta ahora por el general Beresford para explicar su renunciacién a intentar la conquista de Montevideo, son legitimos y aceptables. Sin embargo, este cambio de opinién del jefe briténico, tan opuesto a su optimism inicial, no le favorece en cl concepto de su capacidad mi- litar -que era mucha, a pesar de todo- por la ligereza de haber apreciado en menos de su real importancia los medios a disposicién del adversario y de atribuir a las propias fuerzas un valor excesivo, al considerarlas capaces de llevar a ejecucién un plan de tanta magnitud. Pero lo que ahora més le disuadia de una expedicién contra Mon- tevideo era la situacién que no dejaria de surgir en Buenos Aires con motivo de la ausencia de la mayor parte de las tropas inglesas, al ser des- tinadas a aquella operacién. Decia al respecto el general Beresford en su informe, del 2 de julio: En segundo lugar, aunque tengo motivo de creer que 1a conducta observada con los habitantes de esta ciudad desde cl momento de nuestra ocupacisn los ha reconciliado en alguna forma con nosotros, sin embargo, como un gran nniimero de ellos es afecto a un gobierno que ha existido aqui desde la fun- dacién de la colonia y como muchos quedarén privados de los sueldos que recibian, algunos aprovecharfan sin duda la oportunidad de dejar nosotros la plaza con una débil guarnicién para irritar al pueblo y sublevaslo contra no- sotros y como su énimo ya esté muy enconado por haber sido sometido por ‘un cuerpo de tropas tan pequefio, a dejar tan débil una guarnicién, como me seria preciso hacerlo si yo marchase a Montevideo, le seria explicado como un menosprecio hacia él y podrian inducitlo a atacarla y, probablemente, lo ha~ '§ EN BUENOS AIRES CAP. 11/ INGLESE 343 3: AS AL RIO DE LA PLATA /TOMO 1 LES LAS INVASIONES At rian, y aquella caeria inmediatamente; por lo cual, por la incierta probabilidad de ocupar Montevideo, yo correrfa un riesgo inminente de perder lo que he ganado, mientras que, esperando refuerzos, tengo la certeza de salvar todos. Resolvia, pues, el general Beresford, mientras no recibiese refuerzos, no intentar empresa alguna que le exigiese alejar tropas de la ciudad conquis- tada, debilitando peligrosamente su ocupacién. ‘Tan arraigada era la solucién de desentenderse por lo pronto de la posible ocupacién de Montevideo, que el general inglés manifestaria al ministro de Guerra en oficio, del 11 de julio: Respecto a Montevideo haré observar aqui que, tanto el Comodoro Popham como yo mismo somos de opinién que no es adecuado emprender opera- ciones ofensivas contra aquel punto en las presentes cireunstancias y hemos tomado la resolucién de limitarnos en absoluto, hasta que leguen refuerzos, a bloquear el puerto (de Montevideo) con los buques de guerra y esta lejos de ser improbable que, con la angustia que les debe causar el hallarnos en po- sesidn de esta plaza (Buenos Aires), de donde acostumbran recibir e! dinero para pagar a sus tropas, ellos puedan enviar a ofrecernos la plaza, lo cual debo confesar, no desearfa de modo alguno, porque mas bien temo un convenio de esa clase, que me obligaria a dividir mi pequefia fuerza. Y en un segundo oficio, del 16 de julio, al mismo fancionario repetia el general Beresford: ‘Traté nuevamente con sir Home Bopha: sobre el plan de hacer cual- quier esfuerzo para ocupar Montevideo y mantenemos todavia la mis- ma opinin de que, en el caso de que ‘nos fuese oftecido, debfamos recurrir a cualquier medio dilatorio para evitar que lo ocupemos y esperar la Hegada de refuerzos, en cuyo lapso confiamos en conocer las intenciones de los Ministros de $. M. para que nos sirvan de guia en nuestra futura actuacién*®, Cual si descara destruir las probables censuras a su pasividad por no ha- ber intentado, inmediatamente después de la ocupacién de Buenos Aires, perseguir al virrey ya las tropas que le acompafiaban en su fuga el general Beresford, en el mismo informe anterior, se anticipaba a explicar al gene- ral Baird los motivos que le disuadieran de hacerlo. Después de decir que “el virrey huy6é de aqui en la mafiana de nues- tra entrada en la ciudad y se ha ido a Cérdoba”y de enumerar los centros importantes del interior que podrian proporcionar recursos al fugitivo, Beresford agregaba que “el virrey marqués de Sobremonte ha proclama~ do que piensa reunir todas las fuerzas de aquellos puntos en Cordoba, 402 hivo General de la Nacién, Copias de los documentos ingleses de la donacion Roberts. 403 Archivo General de la Nacién, Copias de los documentos ingleses de la donacién Roberts en cuyo lugar, asi como en las otras ciudades mencionadas*™ existen unas pocas tropas de linea, y si un jefe activo y emprendedor se pusiese en accidn, nosotros nos encontrarfamos sin duda en una situacién desagradable. Como quiera que el virrey no posce esas condiciones y sien- do impopular, espero que contrarrestara las diligencias de algtin oficial que pueda tener decisin y habilidad y es con esta expectativa que no hic esfuerzo para detener a Su Excelencia. Podra formularse juicio més destructor sobre la ineptitud del vi- rrey, tal como podia apreciarla su afortunado adversario mediante la com- probacidn de la incapacidad militar demostrada por aquél, en las jornadas del 26 y 27 de junio y de los denuestos que el pueblo de Buenos Aires le lanzarfa por no haber velado por su seguridad y por haberlo dejado, ademias, abandonado en circunstancias en que el enemigo penctraba en la capital sin disparar un tiro? Para demostrar la seguridad que tuvo de apoderarse de la per- sona del virrey“S, Beresford decia que aquél “se puso en camino con toda su familia, en vehiculos, sobre una ruta casi impracticable por el tiempo Iluvioso y yo, al mismo tiempo, habfa reunido cuatrocientos caballos para adelantar en ellos otros tantos infantes con dos piezas de campafia en su persecucién; pero las expuestas consideraciones me indujeron a desistir”. Hay un tanto de exageracién en la seguridad que hace gala el ge~ neral britinico. Muy cierto era que los caminos casi intransitables debfan hacer lenta y dificultosa la marcha de los vehiculos en que eran conduci- dos el virrey, su familia y equipajes. Pero esos mismos inconvenientes no harian tampoco facil el avance de Ja columna de persecucién, en particular modo si debia llevar consigo dos piezas de artilleria de campajia, marchando por un terreno descono- cido y hostil y sin la seguridad de encontrar al término de cada jornada viveres y forrajes en cantidad suficiente. Ademis gpretendera el jefe britinico hallar entre sus escasos efec~ tivos -casi la tercera parte formados por gente de mar- los cuatrocientos hombres capaces de montar a caballo y de seguir la persecucién por cami- nos dificiles, en recados de montar y con animales que, aun suponiéndolos mansos, respondfan a una especial educacién en su manejo, que variaba de las reglas de la equitacién europea? Aun concediendo salvados estos inconvenientes zbastarfa un caba- No por individuo para realizar las varias jornadas de marcha hasta alcanzar , creo que 404 Santiago del Estero,’Tucumn, Mendoza, Santa Fe y Corrientes. 405 “Lo que yo habria podido realizar sin duda’, afirmé el general Beresford, EN BUENOS AIRES CAP. 11/ INGLESES E 345 al virrey fugitivo, tratar posiblemente algtin combate con su escolta y re- gresar después hasta la capital con el prisionero? Consideraciones son éstas que dejan duda acentuada sobre el éxito de la operacién que el general britanico estimaba de resultado seguro, en el caso de haberla verificado, Rebaja de los derechos; el “Reglamento de Comercio” Resolvia, en consecuencia, disminuir “a un real por cuero vacuno y en proporcién por cada cuero de caballo”. Segiin informaba el Ministro de Guerra en su ya citado oficio, del 11 de julio, “el siguiente problema importante y que producira igual sa~ tisfaccién, es la reduccién de los derechos a las mercaderfas provenientes del exterior y que son particularmente elevados para las manufacturas inglesas y llegan en conjunto al 34 1/2% para importacién en América y 2 1/2% para el Consulado, rebajdndolos al 12 1/2% para todos los stibditos britdnicos y al 17 1/2% en total para los otros”. Otra resolucién importante del gobernador britdnico de Buenos Aires fue suprimir el monopolio ejercido por la Corona de Espafia so- bre los articulos de tabaco y naipes que, a su juicio, “como puede ya ir en las presentes circunstancias y, por consiguiente, dejaré libres subsi estas ramas del comercio a la actividad individual, gravandolas con un derecho moderado”. EI “Reglamento de Comercio”, del 4 de agosto, destinado a regir las actividades de la Aduana en las ramas de la importaci6n, explicaba en su preimbulo los fines que el general Beresford habia tenido en vista al dictarlo: 42 yun reales que ademas de los anteri- spectivamente, formaban el Hama- iento del Cuerpo de Blandengues los derechos reales y los del Consulado”. Los lerechos se cobraba por cuero vacuno y de caballo, Jo *impuesto (0 ramo) de guerra”, destinado al soste de la Pvontera a z CAP, 11/ INGLESE 357 § AL RIO DE LA PLATA /TOMO1 & a & a ry & Z = Z 4 a 358 El Comandante britanico, con el fin de que el comercio de esta plaza pueda tomar toda Ia actividad de que son susceptibles las presentes circunstancias del pais, no demorara por més tiempo la publicacién de las disposiciones y reglamentos que serviran de norma para el gobierno de la aduana de esta ciudad, hasta que se sepa 1a voluntad de S, M. M., no quedando duda que el Gobierno Briténico formara otros mis perfectos y mas benéficos a los habitantes de estos paises. Por ahora se contenta el Comandante britaénico con manifestar al pueblo que ef sistema de monopolia, restriccidn y opresion ha Hegado ya a su término; que podré disfrutar de las producciones de otras paises a un precio moderado; que las manufacturas y producciones de su pais estdn libres de la trabay opresion que las agobiaba y hacia que no fuese to que es capaz, de ser el mds floreciente del mundo y que el objeto de la Gran Bretaia es la felicidad y prosperidad de estos patses. Los dieciséis articulos de que constaba el Reglamento determinaban los derechos, tanto de importacién como de exportacién que, en adelante, serian cobrados por la Aduana de Buenos Aires a los productos, géneros, etcétera, en ellos enumerados”. Caudales entregados a los ingleses Conocidos son ya los incidentes a que dio lugar la entrega de los caudales que, en la noche del 25 al 26 de junio, habian sido retirados de Buenos Aires para su. conduccién al interior. La decisién tomada por el virrey, el dia 29, de acceder a la exigencia del general Beresford, fue cumplida en la parte que se relacionaba con la devolucién de los caudales del rey y de la Compafifa de Filipinas. Mas otra cantidad de carretas, conduciendo los de otras procedencias 0 habian seguide a Cordoba con el virrey o quedaban cerca de Lujan por falta de medios de movilidad y por los malos caminos. EL general britanico, deseoso de salvar lo que fuese posible de los caudales detenidos cerca de Lujan, destacé al capitin Arbuthnot con veinte infantes montados para que escoltase el regreso de las carretas que se hallaban en aquel punto. La medida resulté muy oportuna, pues se logré que no fuesen saqueadas. Al referirse a la comisi6n confiada al capitin Arbuthnot, el gene- ral Beresford decfa al ministro de Guerra en su oficio del 11 de julio: Mi principal intencin era que reconociese la comarca y observase cudles eran las disposiciones de los habitantes; pero con la manifiesta misién de escoltar de regreso algunos de los caudales que habian sido sacados de aqui y para impedir que siguiesen con el Virrey, lo que yo tenfa razén de sospe- 422 Lobo, Miguel, op. cit,, tomo III, p. 273. El Reglamento de Comercio fve impreso en dos hojas, sin pie de imprenta ni fecha, pean ap riasas ana char que se queria hacer: auque se decia que eran todos de propledial jl vada; en cuyo caso, declaramos, si eran traidos de vuelta serfan entreygidlie & sus propietarios, si eran de la ciudad. El capitén Arbuthnot regres li uly pasada, y me complazco de anunciar una noticia de naturaleza pliceniters V.S. deducira del hecho de que este destacamento atraviese con (ant [ie lidad la comarea, que cualquiera que puedan ser sus sentimientos actuiles, no existe un peligro muy grande de intensiones hostiles hacia nosotros y Jos informes del capitan Arbuthnot son mas bien favorables sobre la dispo sicidn general de la poblacién. EI territorio de Lujin, como ya indique en general para todo, es una anura completa y la vista del horizonte no esti obstruida sino por inmensos rebafios de caballos y ganado vacuno, pero especialmente de este ultimo. Lujan esta situado sobre un rio del mismo nombre, sobre él existe un puente, pasando por alli el camino que conduce a todas las provineias interiores y crco que serfa de mucha importancia que yo Jo ocupase, lo que puedo hacer con un pequefio destacamento. Muchos de Jos caudales han sido retenidos y son conducidos actualmente a Cordoba; el resto, a no ser por Ia oportuna llegada del capitan Arbuthnot, hubiese sido saqueado, Los carros que transportan estos caudales pueden esperarse aqui mariana; los con los caudales del Rey y de la Compaiifa de Filipinas legaron hace algunos dias y ya fueron embarcados. F16 de julio, el general Beresford y el comodoro Popham daban a los Sefiores Ministros de Real Hacienda de S. M. Catélica, Félix de Ca- samayor (Factor), Antonio Carrasco (Contador) y José Marfa Romero (Tesorero), la orden de entregar “todo el tesoro del Rey y de la Compa- fita de Filipinas, asf como a los‘Tesoreros de la Aduana, Tabacos y Co- treos, que acaban de regresar a esta ciudad por orden del Seftor Marqués de Sobremonte, a la del Comodoro Sir Home Popham, cuyo recibo servird de suficiente descargo”. La orden fue cumplida el mismo dia, elevandose a 208.519 pesos la suma comprendida en el rubto Tesoro del Rey, correspondiente a la “Tesorerfa General de Ejército y Real Hacienda’. Segin planilla firmada por Casamayor, el 25 de junio, fecha en que los caudales fueron sacados de Buenos Aires, la expresada suma se descomponia de la siguiente forma: Caudales que se han encajonado en la Tesoreria General en 84 cajones: De masa comtin. Pesos fuertes En sencilla De buenas cuentas y apartes de meses anteriores. Pesos fuertes... De consolidacién. En pesos fuertes. De arbitrios de Santa Fe. En pesos fuerte De Montepio de Ministros. En pesos fuertes CAP. 11 /INGLESES EN BUENOS AIRES. 359 LESAS AL RIO DE LA PLATA /TOMO 1 NVASIONES INC LAS 360 Van también los dos cajones con las pinas de plata y las pellitas de ora, cuyo valor, segiin elcarge, asciende a 5.476 pesos, 4 3 cuartillos reales corrientes y el total de todo lo enca- jonado correspondiente a la Tesoreria General de Ejércite y de Real Hacienda, importa 208.519 peses, dos y tres cuartilles reales, en tas clases detalladas™™. Las cantidades parciales y el total de dinero que se apoderaron los ingle- ses, cuya mayor parte fue remitida a Gran Bretafia en la fragata de guerra Narcissus, estan especificadas en la siguiente planilla que el general Beres- ford envio, el 16 de julio de 1806, al ministro de Guerra: Cantidad de dinero, ete., recibida en virtud de un convenio, el 28 de junio de 1806 y del traido dey cerca de Lujin " Embarcados en el Forma de ee Quedanen is Clasificac SMI jweeeres esiicaciin | uguedeSSMM_ | SESS" | Toul Caudales del Rey 208.519 Compatiia de ieeatiog Filipinas a por el setior Correos 56.872 Casamayor [”Administracién de tabacos ba - Aduana | 57,000 Por elagente de Ja Compafifa de 100,000 30.000 Pilipinas Consulado 61.790 Tid retobos con 1 3.000 délares c/u 22000 _ | Dos cajas 5.932 l | Caj 532 | ‘Triados de Lujén- porla partida. [71 barras de plata 113.000 deleapitan | 32% talegos con Acbuthnot 1.000 délares e/t 32.500 | (no contados 38 cajas con 2.000 délates c/a 76.000 (no contados) Caja hallada en Ta casa de un cura isi ‘Totales 1.086.208 205.115 | 1.291.323 W.C. Beresford Mayor General 423 Arch ral de la Nacién, “Guerra, Gastos, 1805/1807”, Ver expediente formado para la investigacién del paradero de Jos libros reales y otros papeles extraviados de li axas de esta Capital con motivo de su ocupacién por los Ingleses Al clevar la planilla con su informe de la misma fecha, el general Beresford manifestaba al ministro de Guerra: La planilla muestra los diferentes departamentos y establecimientos puiblicos de donde proviene la suma que constituye el total. La cantidad de 1.086.208 délares es enviada a ésa en el buque de $. M. Narcissus y tanto Sir Home Popham como yo hemos crefdo justo dejar aqui una suma considerable para las necesidades del Ejército y dé la Escuadra y con el propésito de enviar el cambio en letras emitidas por los respectivos servicios y que de otro modo elevarfan el délar a un precio enorme. Se ha calculado que las mercaderias en los Reales Almacenes, principalmente quina (suit éark) y azogue y las que estin en los almacenes de la Compafiia de Filipinas, con la poca que es retenida de propiedad Alotante, ascenderin, si pudiese disponerse de ellas, a unos dos o tres millones de délares. Del metilico recibido, una parte es re~ clamada como propiedad privada y sera entregado con el mismo espiritu de liberalidad con que esperamos sera considerado que hemos obrado aqui. Los 61,790 dolares del Consulado fueron devueltos ayer, sslo por su afirmacién de que pertenecian a los habitantes de esa ciudad. Y tienen otro reclamo por cuarenta o cincuenta mil délares mas, que sera arreglado hoy. No satisfechos con los caudales a que se hizo referencia, los jefes ingleses comunicaban, el 8 de julio, a los ministros de la Tesoreria General que los sefiores Carlos Cothes, Juan Arscott Lethbridge, Guillermo P. Whi- te y Edmundo Lawton Gorman habian sido comisionados para exigir y recibir de todas las oficinas de la administracién “una cuenta exacta del caudal, dependencias, papeles y efectos que pertenezcan a los respectivos ramos de que Vms. Estan encargados”. EI dia 9, contestaron a los ministros de la Real Hacienda que es~ taban prontos a cumplir la orden; “pero debemos hacer presente a V. E. que habiéndose ocupado los Almacenes™ sin intervencién nuestra y sin haber hecho el debido inventario, segiin nos ha expuesto el Guarda Al- macén General, Marcos Cordovés, no podemos puntualizar sus existen- cias sino por lo que conste por nuestros libros”, Otras disposiciones del Gobernador britanico Los primeros dias de la ocupacién de la capital por los ingleses habfan sido de incertidumbre y de angustia para una gran parte de la poblacién. Entre los negros y mulatos esclavos, destinados al servicio do- méstico y otros menesteres, se habfa producido una gran excitacin, 424 Se hallaban en el Fuerte y fueron ocupados por los ingleses el 27 de junio. 425 Archivo General de la Nacisn: “Guerra. Gastos, 1805/1807". LESES EN BUENOS AIRES CAP. 11 ING 361 LAS INVASIONES INGLESAS AL RIO DE LA PLATA /TOMO 1 362 motivada por la voz répidamente propalada entre ellos, de que los nue- vos amos de la ciudad los liberarian de la servidumbre. Con tal motivo “han pretendido y pretenden sacudir Ia subordinacién a que por su es- tado estan ligados, faltando a la obediencia que deben a sus respectivos amos y negandose a todos aquellos ejercicios en que por su constitucion han sido empleados hasta hoy”. En el gremio de tenderos, pulperos, almaceneros y menestrales, a su vez, habia cundido la alarma por algunos asaltos y saqueos de las turbas y aun de los mismos soldados ingleses, validos de la situacién anormal de esos momentos; por cuyo motivo mantenjan cerradas las tiendas y nego- cios, creando un estado de escasez “en los renglones de abasto y demas necesario en la ciudad”. En el interés de que la vida urbana readquiriese su ritmo normal, el gobernador briténico se apresuré a dictar un bando™ que disponia “se les haga entender (a los esclavos) que permanecen en el mismo estado en que estaban, sin variacién alguna, que deben estar sujetos a sus amos, obedecerles en todo con absoluta subordinacién y no andar ociosos por las calles, bajo la més rigurosas penas que tengan a bien imponer el Exmo. Sr. Mayor General Britinico”. Y, en lo relativo al cierre de tiendas y negocios, el mismo bando establecia que “se les prevenga (a sus duefios) las abran, haciéndose en- tender que por haberse tomado la plaza no debe esto hacerse novedad, ni por el hecho de abrirlas se les seguird perjuicio, antes bien todo lo contrario; designindose las mas rigurosas penas que juzgue oportunas el Exmo. Sr. Mayor General contra toda persona de cualquiera calidad y condicién, aun de la tropa briténica, que atropelle, insulte de palabra u obra, o infiera el mas leve perjuicio a dichos tenderos, pulperos, almacenes y menestrales”. Entre los soldados de las fuerzas de Beresford habia no pocos ir- landeses, los cuales, ya por diferencia de religion con el resto de sus ca~ maradas 0 por hallarse sirviendo en las filas inglesas contra su voluntad’, aprovechaban la primera ocasién favorable para desertar. 426 Lobo, Miguel, op. cit, p. 271, Se ignora la fecha del mismo, pero debié ser dictado en os primeros dias de la ocupacién, 427 Murray,‘Ihomas, The Story of the Irish in Argentina, New York, 1919, p. 16. Afirma que, “cu= ando los ingleses invadiezon a Buenos Aires en 1806, habfa muchos irlandeses en sus filas, contra su voluntad la mayor parte de ellos, quizés la mayoria, En esa época y también aiios después, era costumbre del gobierno inglés y de las autoridades militares agarrar wenes irlandeses a los cuales se pudiese probar alguna acusacién, politica 0 de otra clase y esas mismas autoridades debian falla, resultando probadas 0 no dichas acusacion condendndolos a un perfodo de servicio en algiin cuerpo de las fuerzas militares, De este modo, numerosos jévenes irlandeses eran destinados al cjército o a la marina de guerra, especialmente « esta tltima, contra su voluntad”, Estas no escaseaban, principalmente a partir del momento en que el general Beresford “ordend a sus hombres que se mezclaran libremente con los habitantes de la conquistada ciudad. El juzgaba que esta mezcla harfa ver a los espafioles de qué clase superior eran los ingleses”*”*. Seducidos no poeas veces y auxiliados siempre por los habitantes que los ocultaban en los arrabales o les proporcionaban medios para ganar la campafia, numerosos soldados abandonaban las filas inglesas y algunos hasta se incorporaron a las fuerzas que se estaban reuniendo para la reconquista. A tal grado llegé la desercién que, el general Beresford, justamente alarmado por este hecho que, al mismo tiempo que restaba gente a sus esca- sos efectivos disminuia ante los habitantes el prestigio de la disciplina de los vencedores, resolvié tomar medidas enérgicas para reprimir aquel escandalo. Por lo pronto, “impartié una orden prohibiendo que los irlandeses, pertenecientes a sus fuerzas, abandonasen sus alojamientos”””. Ademis, el 19 de julio, dicts un bando severisimo en el cual adver- tia que “habiéndose probado sin la menor duda que muchos habitantes de esta ciudad y otros de Ja campafia estan poniendo en uso todo medio para inducir a los soldados y sujetos ingleses a que desistan de su fidelidad y deserten sus banderas”, seria castigado con la pena de muerte cualquier habitante que fuese descubierto seduciendo a algiin soldado o sujeto in- glés para que desertase 0 que diese acogida o amparase a algtin desertor. ‘Ademis, se ofrecfa recompensa a los que avisen “de alguno que re- ciba, dé acogida, ampare o tenga parte en la desercién o huida al interior del pais de algiin soldado o sujeto inglés”®®, Gobierno britanico y conquista de Buenos Aires Primeras instrucciones del Ministro de Guerra al general Beresford Sorpresa grande debi6 causar en el gabinete britdnico la primera noticia re- lacionada con la expedicién de naves de guerra y tropas del Cabo de Buena Esperanza realizaban contra la colonia espafiola del Rio de la Plata. Sin embargo, en la imposibilidad de que Iegara a tiempo a orden de suspenderla, forzoso era tratar de disminuir sus eventuales efectos des- favorables o bien de hacer mas benéficos a los intereses de Gran Bretafia el posible éxito logrado por aquella. 428 Murray,'Thomas, op. cit., p.16. 429 Murray, Thomas, op. cit., p.16. 430. Lobo, Miguel, op. cit., tomo III, p. 272. % a = & z 8 a CAP. 11/INGLESES 363 ‘§ INGLESAS AL RIO DE LA PLATA /TOMO 1 LAS INVASIONE w a Al oficio del general Beresford, fechado en Santa Elena el 30 de abril y dirigido al ministro de Guerra Lord Castlereagh", contestaba, el 24 de julio, W. Windham, su sucesor en el gabinete britdnico. Alegando la circunstancia que “la expedicién fue planeada y em= prendida sin la previa sancién y hasta sin conocimiento del Gobierno de S.M.”y, adem, la de que “la extension que puede haber avanzado hasta que esta carta os llegue, habra en algiin modo determinado su futura mar- cha”, el ministro Windham se limitaba a dar “unas indicaciones generales para vuestra conducta, que seguiréis segtin las circunstancias lo permitan y como sean ellas compatibles con obligaciones, si por desgracia han sido concertadas que, no adecuadas en el primer momento, no pueden ahora ser desechadas sin un quebrantamiento de la lealtad nacional y sin exponer a las mas fatales consecuencias a aquéllos con quienes fueron concertadas’. La inseguridad sobre el éxito que la expedicién hubiese ya obtenido, hace necesariamente cauto al ministro en las indicaciones que han de guiar la conducta del subalterno, Ademés, la ignorancia en que se encontraba acerca del estado presente de la expedicidn, le obligaba a considerar las diversas situa- ciones en que ésta podia hallarse, a fin de indicar para cada caso y en términos generales lo mas adecuado o menos desventajoso a los intereses britanicos. Partiendo de la base que el general Beresford no hubiese adquirido las obligaciones, a las que anteriormente se habia referido, el ministro Windham le prescribia de no intentar nada que no fuese: Conservaros en una posicién que ya poddis ocupar y que, previa consulta con el Comandante de las fuerzas navales de S. M., consideréis deseable mante- ner, con miras ya sea el empleo que de ella sea dado hacer para la proteccién y reabastecimiento de buques estacionados frente a esas costas 0 que naveguen en esos mares o por consideracién de la facilidad que pueda oftecer tocante a abrir un intercambio comercial con el interior del pais. Considerando después el ministro que el general Beresford no hubiese podido ocupar en el territorio enemigo un lugar de las condiciones enu- meradas, le prescribia que se abstuviera: De cualquier tentativa para apoderarse de alguno y de ninguna manera os comprometeréis en algiin procedimiento que, no teniendo por fin el progreso directo de los intereses de este pais? en el modo usualmente empleado por paises en guerra entre si, pueda acarrear la imputacién de desear promover disensiones internas y excitar la insurreccién contra el Gobierno. 431 Beresford informaba acerca del objeto de In izarla; pedia instrucciones y urgia por el 432 Se refiere naturalmente a Gran Bretafia Al contrario, debéis absteneros de toda intervencién en tales conmociones, si viescis que existiese alguna y rchusaros a tomar partido por clase alguna de personas en ellas comprometidas, a menos que esto pueda ser necesario para vyuestra seguridad o para la de aquéllos con vos empefiados en alguna empresa comercial 0 con el propésito de prevenir en algtin modo particular y donde vuestra intervencién pueda ser empleada con seguridad y eficacia, algiin acto grave e inmediato de violencia y crueldad. Una tiltima posibilidad considerada por el ministro Windham era que, de comin acuerdo los jefes naval y terrestre de Ia expedicién, estimasen “conforme al espiritu de estas instrucciones, no ser mas deseable conser- var el punto del cual podéis estar en posesién, ni persistir en operaciones en las cuales poddis veros empefiado”, En esta eventualidad, Beresford deberia entregar al brigadier gene- ral sir Samuel Achmuty, que era enviado de Gran Bretafia con refuerzos, todas las tropas bajo su mando, con las cuales y con aquéllas que ya de- pendfan de él, el nuevo comandante en jefe abandonarfa el Rio de la Plata para trasladarse al Cabo de Buenos Esperanza. Terminaba su oficio el ministro Windham anunciando al general Beresford que el brigadier general Achmuty “parte ahora a obrar a vues- tras érdenes con un refuerzo consistente en: Ler, Batallén del Regimiento N’ 87... Ler, Batallén del Regimiento N° 45... ‘Tres compafi‘as del Regimiento N° 95 Real Artilleria.. none 884 de tropa 653 de tropa 300 de tropa seve 35 de tropa 1.972 de tropa A los cuales van agregadas seis piezas de artillerfa de campafia con una do- tacién proporcional de municiones y provisiones menudas y, también, tres- cientos mil cartuchos de bala y seis mil piedras.de chispa, acompafiando a los transportes un buque abastecedor con una carga aproximada de 297 tonela- das de carne y bizcocho*. Las instrucciones, del 24 de julio, al general Beresford, que fueron impar- tidas no bien se tuvo conocimiento de la expedicin que se estaba verifi- cando al Rio de la Plata, suftieron, en el mes siguiente, una modificacién en lo que se referia al envio de refuerzos con el brigadier Achmuty. Debié sin duda preocupar muy seriamente al gobierno britanico la situacién en que habia quedado el Cabo de Buena Esperanza con la pat- tida de la escuadra del comodoro Popham y de una fraccién importante 433 Archivo General de la Nacion, Copias de los documentos ingleses de la denacién Roberts. 'S EN BUENOS ATRES SE’ CAP. 11/ INGLE TA / TOMO 1 de las tropas que sir David Baird tenfa a su disposicién para la seguridad y defensa de la nueva colonia. De ahi que desligandose, momentineamente, de los acontecimien- tos que pudiesen sobrevenir en el Rio de la Plata, asi como de Ja suerte que correrfa la expedicién realizada sin orden ni conocimiento del gobierno, tratase el gabinete britanico de reparar lo que estimaba un peligro para la conservacién de la Colonia del Cabo, disponiendo que el refuerzo ini- cialmente destinado al Rio de la Plata fuese transportado ahora al Cabo, En oficio N° 3, del mes de agosto, el ministro de Guerra infor- maba al general Beresford que “siendo indispensablemente necesarios en, otra parte los servicios de las tropas que en aquel entonces“*, se desti- naron a reforzar vuestro destacamento, ellas no iran con la escuadra del almirante Stirling**, con quien envio esta carta”. En consecuencia, disponia, el ministro Windham que el general Beresford ajustase: La aplicacién de las indicaciones contenidas en dichas instrucciones (las del 24 de julio) a la situacién en que os hallaseis al recibo de la presente y consideréis esas partes que se refieren a la abstencién de intervencién en los asuntos internos del pais como aplicadas con fuerzas adicionales a una situa~ cién en la cual vuestros medios son inferiores a los que se tuvieron en cuenta cuando las instrucciones fueron impartidas. EI ministro aseguraba al final que si el gobierno era informado de que eran necesarios algunos refuerzos en el Rio de la Plata, no tendria incon- veniente de enviarlos en oportunidad*”.

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