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Espectralidad e inestabilidad institucional, Acerca de la ruptura populista Sebastian Barros Sebastian Barras es docente de la Univarsidad Nacional de a Patagonia San Juan Basco. Cireccidn posto: Italia 620, 8000) Comodora Fivadavia, Chuiut, e-mail barros.sebastian gmail.com Resumen Hl concepto de populisme he ocupado buene parte dela dis cusién tedrica en las clencias sociales letinoarnericanas. Dis- tincas opciones tedricas han intertado dar cuenta de un con ccepto propense @ enunciar excepciones entes que a garanti- zat ura mejor comprensién de ciertas practicas palitcas. Este trebajo comencera con una discusién de dos articulos recientemente publicados por la Ravista ESTUDIOS SOCIA LES. Por un lado, el trabajo de Carlos Vilas presenta al po- pulisme como una practice poitica irtopetble dadas las determinadas y particulares circunstencias histOricas en las qua se habria dasarioliada of populisme, Por @ otra, el trabajo de Gerardo Aboy Carlés que plantea ta posibilidad de entender al populismo como una forma particular de constitucién y funcionamiento de una identided politice. El objetivo de este articulo es proponer una manera de entender el populismo como una forma especifice de prac- ticas politces radicelmente inclusivas, cuya radicalidad les permite marcar de forma decisiva articulaciones pcliticas posteriores (de aqui la idea de espectralidad). Esta radica- lidad, ademas, explicaria también la dificultad del populis- ‘mo para lograr estabilidad institucional Ura versidn prelminar de este trabajo fue presentada en el Vil Cangrasa Nacional de Ciencia Politica de la Sociedad Argentina de Andisis Plitico, Cordoba, noviembre de 2006. El autor agradace las atentas sugerencias de Julién Mela y Alejandro Gronpa Las ideas deserraladas en este articula, son fruto e las discusiones del autor en el marco del proyecto e investigecién PICT Redes 286, financiade por la ‘Agencia Nacionel de Promocién Cientifica y Tecnolégica € integrado por la Universidad Nacional de General San Martin, la Universidad Cardlica de Cordoba y la Universided Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, Summary Populism has cccupied good part cf the theoretical discu ssion in the Latin American Social Sciences. The outcome ‘of such ciscussions has been a preclvity to encunce excap- lions rather than @ concept which weld allow a better un- derstanding of certain poitica practices. This paper starts with 2 discussion of two recent articles published in ESTUDIOS SOCIALES. One, by Carlos Vilas, defi ‘nes populism as a one-alf political practice conditioned by particular historical circumstances. The other, by Gerardo ‘Avoy Cailés, pus furwaid an interpretation of populisin as 2 particular form for tha constitution and functioning of politcal identities, ‘The goal of this peper is to suggest a diferent dotinition of populism understood as a specific form of radically inclusi ve political practices. This radicalism allows populist articulations 10 have some bearing on subsequent political processes, what is defined hera as «spectrality». This radicalism would also account for the populist difficulties 10 achieve certain institutional stability. estudios sociales 30 [primer semestre 2006] 145 InTRODUCCION El concepto de populismo ha ocupado buena parte de la discusién teérica en las ciencias sociales latinoamericanas. Distintas opciones teéricas han intentado dar cuenta de un concepto propenso a enunciar excepciones antes que a garantizar una mejor comprensién de ciertas précticas politicas. Este trabajo comenzaré con una discusi6n de dos articulos recientes publicados en Estudios Sociales 26/27, que sittwan el debate tedrico en dos planos diferentes. Por un lado, el trabajo de Carlos Vilas que lo presenta como una practica politica irrepetible dadas las determina- das y particulares circunstancias histéricas en las que se habria desarrollado el populismo, Por el otro, el trabajo de Gerardo Aboy Carlés que plantea la posibi- lidad de entender al populismo como una forma particular de constitucién y funcionamiento de una identidad politica. La especificidad del populismo esta dada segiin este autor por «el juego inestable de inclusiones y exclusiones que perpetiia la tensién sin resolverla ni inclinarse por ninguno de sus dos polos». EI objetivo del trabajo ¢s proponer una manera de entender el populismo como una forma espectfica de practicas politicas radicalmente inclusivas, cuya radicalidad les permite posteriormente marcar de forma decisiva articulaciones politicas posteriores (de aqui la idea de espectralidad). Esta radicalidad, ademds, explicarfa también la dificultad del populismo para lograr estabilidad institucio- nal. A diferencia del trabajo de Vilas, el populismo seré entendido aqui como una forma de la politica antes que como un contenido histéricamente espectfico Con relacién a Aboy Carlés, el momento a pri- vilegiar en la especificidad populista ser el momento radicalmente inclusivo que ¢ irrepetible de ciertas précticas. lo distingue de otras practicas politicas que definiremos como no-populiscas. ECONOMICISMO, FUNDACIONALISMO Y HEGEMONISMO E| trabajo de Carlos Vilas apunta mds que nada a criticar a quienes plantearon en su momento la existencia de un neopopulismo latinoamericano. Segtin este autor, el problema yace en «la transposicién de un concepto histéricamente situado [el de populismo], con caracterfsticas constitutivas bien definidas, a fenémenos enmarcados en escenarios que poco tiene que ver con aquellos» (Vilas, 2004). Estas caracteristi- cas constitutivas fueron producto de «dimensiones e ingredientes politicos, ideol6- gicos, discursivos, estructurales, estilos de liderazgo, etc., que posiblemente no fue- ron originales en si mismos o aisladamente considerados, pero cuya peculicar combi- nacidn dio origen a nuevos rasgos y definié la caracterizacién especifica del conjun- 146 Espectralidad e inestabilidad institucional |Sebastiin Barros} to» (Vilas, 2004, mi cursiva). Sin embargo la peculiaridad 0 especificidad de la conjugacién populista nunca es definida. Nunca queda del todo claro si se traté simplemente de una azarosa conjuncién o si hay algo mds detrés del populismo. Esto a pesar de que Vilas mismo acepta que «algunos de esos ingredientes sobrevi- vieron incluso a las experiencias populistas, y eventualmente reaparecieron como parte de regimenes de naturaleza y significados diferentes», Ahora bien, para lograr una mejor comprensién de lo que es el populismo quiz4s tendriamos que intentar explicar donde radica la peculiatidad, si la especificidad est dada meramente por la confluencia azarosa no se entiende la necesidad de pensar conceptualmente di- cha coincidencia, no se necesitarfa un concepto. Salvo que, como dice Vilas, esta conjuncién haya dado lugar a algo més que perdurd una vez que dichas condicio- nes estructurales no estuvieron presentes. Pero, si esto es asf, la determinacién es- tructural pierde sentido explicativo. $i todo comienza con una conjuncién estruc- tural de la que se desprenden ciertos comportamientos, desaparecida la condicién escructural deberfa desaparecer el comportamiento. Sino desaparece, eso quiere decir que la explicacién a ciertos comportamientos debe buscarse en otro lugar. Segtin Vilas cuando prestamos atencién a la «peculiar combina cién» de aspec- tos que provocan el fenémeno populista allf «se aprecia la dimensién estructural del populismo, en cuanto la articulacién por él planteada entre distribucién de ingresos, empleo, consumo y produccién corresponde a un momento y a caracte- risticas particulares del desarrollo de la economia capitalista que hoy pertenecen al pasado» (Vilas, 2004), Para conocer su especificidad debemos conocer las condi- ciones materiales del contexto de emergencia, 0 como lo pone Vilas en un articulo anterior sobre el tema: «el nivel de desarrollo alcanzado por la economia en una sociedad y el tipo dominante de relaciones de produccién ofrecen la matriz de significado que explica la posibilidad y modalidades del populismo» (Vilas, 1988: 2). Estas consideraciones suscitan un problema, Vilas se encarga de criticar los intentos por definiral populismo que han reducido «la complejidad del fenémeno a alguna de sus spartes: constitutivas»', Habrfa entonces un reduccionismo discur- 3 y habria auto- res que creyeron ver en aspectos parciales del populismo una definicién general del mismo. Pero el argumento de Vilas también reduce al populismo a «una etapa sivo, un reduccionismo fiscalista y un reduccionismo personalise: " Los rasgos acurnulativos del aopulismo sean: fa movilizacidn ¢imegracin de las clases ponulareslinukticlasisrol, el éntasis industrializador y redistributivo, una economia mixta con tuerte intervencién estatal, una politica naciona. lista de no-alineeiniento con las grandes potencias, una conduccién personalzade y un importante grado de oxgani zacion y encuadramignto de las mases organizadas, estudios sociales 30 [primer somestre 2006] 147 particular del capitalismo periférico». Para él, «el populismo, como prictica politi- co-ideolégica, se inscribe primero en la estructura econdmica de una sociedad, y a partir de ella puede legar a proyectarse en las superestructuras» (Vilas, 1988). Gerardo Aboy (2005) critica a Vilas la idea de que existe en la postura de Laclau respecto al populismo cierto «reduccionismo discursivo» es incorrecta. Compartimos los argumentos de Aboy, por lo tanto remitimos a su texto para las razones de la coincidencia. La nocién de discurso en el trabajo de Laclau, es la serie de relaciones que constituyen el terreno donde las diferentes variables de lo social se articulan y se constituyen como tales, Dicha nocién permite evitar todo tipo de reduccionismo, ya que privilegia precisamente la articulacién contingen- te de dichas variables, ¢ impide pensar que una necesariamente ¢s el origen o fundamento csencial de todas las demas. El texto de Aboy es un muy buen ejemplo, de lo poderoso que puede ser explicativamente un marco teérico basado en la nocin de hegemonia. Tomando como punto de partida una ontologfa politica basada en la ldgica de la hegemo- nfa, Aboy da cuenta de procesos politicos en la Argentina que han tenido andlisis muy descriptivos por parte de a ciencia politica y la sociologia. Estos fenémenos son la crdnica inestabilidad politico institucional, y la légica excluyente que adop- taron las practicas politicas en dicho pais. Ahora bien, respecto al populismo, Aboy lo entiende como una forma particu- lar de constitucién y funcionamiento de una identidad polftica. En este sentido, y tetomando la critica de Portantiero y de de Ipola al primer trabajo de Laclau sobre el populismo, Aboy plantea que el populismo tiene una doble cara. Por un lado, representa una ruptura con el orden institucional vigente. Por el otro, tam- bién implica una fuerte recomposicién comunitaria, Aboy, sin embargo, va més allé del texto clasico de Portantiero y de de {pola y plantea que el populismo es un mecanismo especifico de negociacién de la tensién entre ruptura y orden: «se trata de la a veces simultdnea, a veces alternativa exclusién / inclusién del adversa- rio en el propio campo de representacién que el populismo aspira a asumim. Esto perpetua la tensidn sin resolverla ni inclinarse por ninguno de sus dos extremos. Es decir, la exclusién / inclusién del adversario hace a la dindmica del proceso articulatorio que implica una frontera siempre inestable y en desplazamiento cons- tante. En esa movilidad, los adversarios a veces quedan dentro y a veces quedan fuera de la esfera de solidaridades del populismo. Esto efectivamente es asl, ningu- na frontera identicaria es estética, sino que se va re-estcucturando de forma cons- tante. El argumento de la negatividad de lo social y la existencia de un exterior 148 Espectralidad e inestabilidad institucional [Sebastian Barros} constitutivo hace a la contingencia y dindmica de lo social. Estas fronteras popu- listas son ademds, para Aboy, abruptas «respecto de un pasado repudiado» que hace que el populismo pretenda «encarnar una representacién hegeménica de la sociedad frente a un adversario tan ilegitimo como irrepresentativo». De aqui se desprenderfan dos aspectos centrales para pensar al populismo. El fundacionalis- mo, que es una Idgica por la cual el pasado es demonizado y el futuro venturoso se realiza en la gestién de la frontera presente; y el hegemonismo, la pretensién im- posible de clausurar cualquier espacio de diferencias al interior de la comunidad. Aqui tenemos entonces un plano ontoldgico en el cual el andlisis se plantea en términos de una tensidn entre ruptura y orden, y de la exclusién / inclusion del adversarios y un nivel éntico en el que el anilisis se detiene en el fundacionalismo y hegemonismo de los contenidos del discurso populista. El argumento aqui presentado es que tanto en el plano ontoldgico como en el plano éntico del planteo de Aboy la especificidad del populismo se diluye. Para explicar mejor lo que quiero decir voy a tomar los términos de Aboy para analizar brevemente el discurso menemista® (que no por casualidad es el discurso en el que menos se detiene en el trabajo que estamos repasando). Pasemos primero al plano ontolégico. Una de las estrategias posibles para re- pensar la nocién de populismo desde el punto de vista de Aboy serfa intentar individualizar una identidad no populista. Esta serfa una demanda que no impli- ca una tensién entre ruptura y orden. Aquf nos encontrarfamos con tres posibi- lidades. Primero, una situacién de ruptura constante donde serfa imposible fijar cualquier significado de forma més 0 menos estable, lo cual es lo mismo que decir que no hay espacio comin de representacién o que no hay una comunidad minimamente instituida. No servirfa de mucho decir que en esta situacién no puede haber populismo, porque en ella no puede haber nada. La segunda posibi- lidad serfa pensar una situacién donde se impone un orden toralizante que no admire resquicios para la expresién de ninguna diferencia. Esto es légicamente imposible y significarfa el fin de la politica y, por lo tanto, la inexistencia de lo social. La tercera posibilidad seria la de una situacién en la que encontramos una identificacién de ambos drdenes, Habria identidades en las que antes que una tensién entre ruptura y orden, la ruptura misma encarnaria la idea de orden. Esta seria una identidad no populista, o con un grado bajo de populismo si utilizamos la nocién de gradualidad que prefiere Aboy. 2 He desarrallado un andlisis mas detenide del discurso menemista en Barras (2002 y 20088). estudios sociales 30 [primer semestre 2005] 149 Es decir, en las identidades no populistas no hay tensién entre ambos proce- sos, sino que existe una suerte de identificacién entre ruptura y orden. El proble- mas que todo discurso, desde el momento en que esté constitutivamente parti- do ¢ incomplero por la presencia de un exterior que al mismo tiempo niega y posibilita una identidad, negocia la censién entre ruptura (un contenido particu- lar ante una falta estructural o simplemente insatisfaccidn) y orden (un conteni- do més universalizable que conlleva una promesa de plenitud més amplia para toda la comunidad), La negociacién de la tensién entre ruptura y recomposicién comunitaria son dos caras de toda identidad, por lo tanto no puede ser la carac- teristica de una identidad espectficamente populista. Aboy aceptarfa esto, pero aclararfa que el populismo es la particular forma extrema de excluir e incluir al adversario en el campo de representacién en el momento mismo de negociar la tensién. Pero esto tampoco tiene mucho de especffico. Toda identidad se man- tiene en canto su frontera se va articulando equivalencialmente con unas y exclu- yendo del espacio comin de representacidn a otras. Deberfamos poder dar una medida para ese extremismo populista para poder distinguirlo de la dinamica inclusién / exclusién de la que se nutre la nocién de hegemonta Este argumento a nivel ontoldgico es lo que lleva a Aboy a sugerir que el mene- mismo no comparte el cardcter de «cierto populismo atemperado», que sf ten- drfan los discursos de Alfonsin y Kirchner. Segtin Aboy «la froncera constituida por el menemismo se establecié como ruptura respecto del desorden y caos infla- cionario», pero esta no fue una ruptura populista porque wa ruprura misma en- carné la idea de orden». Sin embargo, uno podria encontrar ejemplos en el discur- so menemista que tienen la misma ldgica que Aboy describe para Yrigoyen y Pe- rén. Menem también despersonalizaba el campo adversario, y sostenia que lucha- ba contra un sistema agotado y no contra personas especificas. No se alcanza a distinguir por qué en Yrigoyen y Perdn habria «un uso extremo de los mecanismos de inclusién y exclusidn» y no en Menem. En el discurso menemista el adversario. también era considerado ilegitimo e irrepresentativo. No tenfan legitimidad aque- los que habfan abandonado el gobierno y dejado un pajs en llamas. Tampoco la tenfan aquellos que intentaban abandonar la tradicién movimientista del peronis- mo y transformarlo en una partido mas. La tinica representatividad valida era la de un gobernante que casi mesidnicamente reclamaba para sf la encarnacién de la voluntad popular. Por otro lado, la l6gica inclusiva en momentos de expansién discursiva también se extend{a «hasta cubrir los limites mismos de la comunidad politica». Ejemplo de este movimiento contrario a la ruptura es la transformacién, 150 Espectralidad e inestabilidad institucional [Sebastidn Barros] en el discurso menemista, de ciertas caregorfas muy caras al peronismo. La figura del trabajador perdia su contenido politico una vez que era metonimicamente presentada junto a los Ilamados «profesionales», «las mujeres» y «os ancianos» transformando a rabajador en una nocién sociolégica, parcialmente vaciada de su significado politico en el contexto argentino. Es decir que encontramos en el discurso menemista esa negociacién extrema de la tensién entre ruptura y orden, y también mecanismos de exclusién e inclusién del adversario, Esto ya adelanta mi postura respecto al plano éntico. Las légicas del fundacio- nalismo y el hegemonismo, como formas extremas de la tensién entre ruptura y recomposicién comunitatia tampoco son exclusivas del populismo. Si nueva- mente recurro al ejemplo del discurso menemista se vera por qué. Dijimos que para Aboy el fundacionalismo es «el establecimiento de abruptas fronteras politi- cas en el tiempo»; fronteras entre una situacién pasada «cercana 0 amenazante que es demonizada», y un futuro «venturoso que aparece como la contracara vis 2 vis de ese pasado». Por otra parte, el hegemonismo es la pretensidén de cerrar el campo de la representacién a toda diferencia al interior de la comunidad. Aboy acepta que el menemismo tuvo una faceta refundacional al igual que el alfonsi- nismo y cl kirchnerismo, a pesar de que la aparicién de ese rasgo distintivo del populismo no sea suficiente, segin Aboy, para que la categoria populista se ex- tienda al menemismo. También explica que el hegemonismo se ha visto dismi- nuido por la aparicién de una marca pluralista cuyo comienzo él dara en la crisis del tercer gobierno peronista. Pero cual es la diferencia entre la ruprura mene- mista respecto a un modelo de pais agotado que se encarnaba en el afio 45, y su exclusién de los de «la vereda de enfrente», y la ruptura alfonsinista con las buro- cracias sindicales y militares que cebadas por las minorfas poderosas impedian la plena realizacién de una comunidad democrética? ;Cudl es la diferencia entre la idea de un orden perpetuo basado en el mercado, en reelecciones infinitas, mar- cado por la baja calidad institucional de la democracia y el desprecio por la opo- sicién del menemismo, y la idea de Tercer Movimiento Histérico del Movimien- to de Renovacién y Cambio? En ambos casos el fundacionalismo y el hegemo- nismo estén presentes, y la negociacién de la tensién es exactamente como la describe Aboy. Pero para los dos discursos es igual, por lo tanto, o los dos o ninguno tienen aristas de populismo atemperado’. 3 Jnuitivamente me parece que el fundacionalismo se desprende més del contenido de la respuesta a una disioca cin que es percibida como una crisis orgénica, antes que a una consacuencia ontolbgica de la negociacién de fa tensidn entre particulaidad y universaldad que se da al interior de toda identidad, estutlios sociales 30 (primer semestre 2006) 151 POPULISMO, RADICAL INCLUSION Y PUESTA EN DUDA DELO COMUN DE LA COMUNIDAD El problema de la nocién de populismo que plantea Aboy es que pasa por alto que la ruptura que genera el populismo no es una ruptura més, Su especificidad radica en que el populismo supone un conflicto previo a la negociacién de la tensién exclusién / inclusién del adversario. Para plantear dicha tensién tienen que haber previamente diferencias en el sistema que son consideradas como adversarias. Mi argumento plantea que e/ populismo es una forma particular de articulacién hegemd- nica, en la cual lo que se pone en juego es la inclusién radical de una heterogencidad social respecto del espacio comtin de representacién que supone toda practica hegemdni- ca. Para incluir o excluir al adversario primero tengo que constituirme como dife- rencia dentro del sistema. Para resistir al otro tengo que antes ser considerado como una diferencia dentro del espacio comun de inscripcién donde se dan las articulaciones hegeménicas. E] populismo es entonces la radical inclusién de una heterogeneidad que rompe con la homogencidad institucional. Esa heterogent dad es la idea de «pueblo» que siempre resiste la completa integracién simbdlica, aun dentro de una articulacién populista. Pasaré a argumentar esto en mds deralle. El andlisis hegeménico de los procesos de articulacién comienza con la cate- goria de demanda como categoria bdsica. Estas demandas estén marcadas por una ambigiiedad que ¢s constitutiva. Toda demanda tiene un contenido particu- lar dado por su respuesta a una dislocacién (el orden de la ruptura que marcaba Aboy), y un contenido mds generalizable que le permite funcionar como super- ficie de inscripcién para otras demandas (cl orden de la recomposicién comuni- taria)*. Esta dualidad constitutiva de toda demanda es condicién de posibilidad de la hegemonfa. El comentario que haciamos a Aboy, que se puede extender al andlisis de La- clau como ya argumentamos en otro lugar (Barros, 2003), era sobre la considera- cién de los adversarios 0 las demand: siempre inmersos en un espacio comin de representacién. La importancia del populismo, desde mi punto de vista, viene dada por un conflicto previo, el popu- lismo seria una forma especifica de ruptura de la institucionalidad vigente, a través del planteamiento de un conflicto por la inelusién de una parte irrepresentable den- tro de esa institucionalidad. Esto hace que el populismo pueda ser entendide como un tipo de articulacién que pone en juego el espacio de representacién como tal. s como elementos siempre ya constituidos, El populismo es un tipo de articulacién hegeménica, que implica la articulacién ‘Es aqui donde aparece la herencia gramsciana en el trabajo de Lactau y Moufte. Ver Gramsci (1990: 305 375) 152. Espectralidad e inestabilidad institucional [Sebastian Barros} de demandas insatisfechas que hasta ese mismo momento no eran concebidas como susceptibles de ser articuladas y, al lograr eso, pone en duda la constitucién misma de la comunidad. El discurso populista es el comienzo de la representa- cin de un discurso excluido, que hasta la Ilegada de la articulacién no existe como tal y que en ese proceso desajusta el caracter comun de la comunidad. Estas dos caracteristicas marcarian entonces la especificidad del populismo: radical inclu- sién de una heterogeneidad social y puesta en duda del espacio comtin de representa- cion que da forma a lo social. Laclau describe muy bien esta heterogeneidad (2005: 174-197), pero no le otorga el mismo status que nosotros en una definicién de populismo. Alli donde él ve la salvaguarda en contra de una recuperacién dialéctica de lo heterogéneo (en con- traposicién a Hegel), y alli donde él ve el mejor ejemplo de la centralidad de la politica (en oposicién a Marx), vemnos la especificidad de una articulacién popu- lista. Asf como Aboy supone que los adversarios que se encuentran con esa forma particular de constitucién y funcionamiento de una identidad politica que es el populismo, son siempre ya adversarios, para Laclau, las demandas insatisfechas que se articulan equivalencialmente alrededor de la idea de pueblo, son siempre demandas, Hay momentos cn que Laclau despliega argumentos que se acercan a Jo que queremos argumentar aqui, pero vuelve a alcjarse en su discusién contra la dialéctica y la primacfa de la economia. Por ejemplo, explica por un lado que lo heterogéneo es «aquello que carece de ubicacién diferencial dentro del orden simbolico», que surge cuando «una demanda social no puede ser satisfecha» den- tro de un determinado sistema (Laclau, 2005: 139). Pero como puede algo que no pertenece al orden de lo simbdlico ser aprehendido como una demanda insa- tisfecha? Algo deberfa suceder para que esa transformacién de érdenes aparezca. La particularidad del populismo vendrfa dada por el momento en el cual aquello que carece de ubicacién diferencial dentro del orden simbélico es arrancado de su exterioridad y aprehendido como una diferencia, como una demanda insatis- fecha pasible de ser articulada equivalencialmente. Al mismo tiempo, esta radical inclusién genera un conflicto sobre el carécter comiin de la comunidad. A medi- da que aparece, ese pueblo del populismo (ya podemos empezar a ponerle nom- bre a esta exclusién radical) demuestra la inexistencia de una comunidad>. Laclau se acerca a esta posibilidad cuando deconstruye el rol de la figura del lumpenproletariado en el argumento de Marx y dice: 5 Laclau acepta que la ides de pueblo ono expresa simplemente una unidad de demandas constituidas fuera y antes de si mismo, sina que es el momento decisivo on el establecimianto de esa unidadn (2008: 128, mis iticas) estudios sociales 30 [primer semesire 2006] 153 «es imposible determinar a priori quiénes va a ser los actores hegeménicos en esta lucha [global anticapitalista]. No resulta en absoluto evidente que vayan a set los trabajadores. Todo lo que sabemos es que van a ser los que estén fuera del sistema, los marginales -lo que hemos denominado lo hererogéneo~ que son decisivos en el establecimiento de una frontera antagénica» (Laclau, 2005: 189). Pero como deciamos mas arriba, Laclau parece privilegiar el lugar de la hetero- geneidad para demostrar la imposibilidad de una recuperacién dialéctica de la misma y la primacfa de la politica, antes que entender la aparicidn de la hetero- geneidad como lo que distingue el populismo de otro tipo de articulaciones he- gemédnicas. El populismo es la forma de representacién que adquiere la radical inclusién de la hererogeneidad. El ejemplo del peronismo puede ilustrar esta légica que genera efectos a nivel del espacio comiin de representacién. Si repasamos los términos en los que se planteaba la oposicién a Perén en 1944 y 1945, veremos que la idea de indisciplina laboral y resentimiento obrero se refiere constantemente a la idea de «palabras y conceptos mal asimilados» que «habré{n] de sembrar el germen del desorden so- cial, al inculcar en gentes de limitada cultura aspiraciones irrealizables» (Torte, 1995: 30-31). La amenaza al orden de la comunidad viene dada por la inclusién de aque- llos que no tienen titulo para aspirar a la realizacién personal, el discurso populista vealiza \o irrealizable: la inclusion radical de las masas que ahora podran aspirar a realizarse como si fueran gente, Simultaneamente, esta radical inclusién demuestra que lo comiin de la comunidad no existe, entre cabecitas negras y oligarcas, entre descamisados y gorilas, no hay un espacio de representacin comtin para negociar la tensién entre ruptura y recomposicién comunitaria. El populismo genera este tipo de nuevas representaciones del campo de la representacién, La heterogeneidad entonces es esa ausencia siempre presente que desajusta toda representacién. Ausencia porque supone exterioridad respecto del campo de repre- sentacidn como tal. Pero siempre presente porque es el suplemento que lo comtin necesita para poder ser representado, como lo pone Laclau: «el campo de represen- tacién es un espejo turbio y roto, interrumpido por un «real» heterogéneo al cual no puede dominar simbélicamente» (2005: 177). Aqui ya podemos percibir dos conse- cuencias que se siguen de nuestro argumento sobre el populismo como radical in- clusién y puesta en duda de lo comtin de la comunidad. Por un lado, al estar siem- pre presente como posibilidad ldgica es un espectro, por el otro su espectralidad es una amenaza constante a cualquier posibilidad de institucionalizacién plena. 154 Espectralidad ¢ inestabilidad institucional [Sebastian Barros) Como bien afirma Derrida, el rondar asediante® del espectto «pertenece a la estructura de toda hegemonta» (1994, 37). Toda articulacién hegemsnica es ase~ diada por el fantasma de lo excluido. $i aceptamos que el populismo puede ser la categorfa para esta espectralidad encarnada en la figura del pueblo, esto significa que el populismo es-no-siendo.” El populismo nunca se realiza y de aqui creo que se desprende la tendencia a pensar al populismo como algo que se encuentra de forma gradual. Desde nuestro punto de vista, antes que gradualidad de populis- mo tendriamos que pensar en algo que tiene un caricter inclusivo radical espect- fico, pero que nunca se realiza sino como mera, pero necesaria, posibilidad. El populismo es asi la activacién de un espectro, el espectro del pueblo, que aparece y desaparece de la escena remitiéndonos a esa heterogeneidad excluida siempre necesaria. La espectralidad tendria efectos de demostracién, en los cuales encontramos al populismo en la forma del suplemento que necesita la sociedad para darse una forma. De aqui la perdurabilidad del populismo que aparece espec- tralmente en las logicas y précticas que amenazan con la inclusién de la heteroge- neidad, de un obrero que puede pensarse duefio de una filbrica recuperada, de un desocupado que puede pensarse como parte de una confederacién de trabajadores, de una mujer que reclama el derecho a disponer de su cuerpo, de un militante que impreca solicitando democracia directa, o de un pueblo otiginario que reivindica su propia institucionalidad ante el avasallamiento de la democtacia liberal. Todos estos son reclamos que disparan légicas que atentan y subvierten la institucionali- dad vigente, amenazan la homogeneidad de una determinada articulacién. Asi como la espectralidad del pueblo haria entonces a la perdurabilidad del populismo, sus dificultades para alcanzar una institucionalidad estable también se desprenden de su naturaleza radical. Como ruprura, el populismo tiene difi- 8 Para una aclaracifn sobre la traduccion de Aanzologie, termine que utiliza Derrida para mostrar fe continua dislocacién desestabilzante cue produce la presencia de un ser vatormentador y obsesionanten coma es un espee tro véase Rinesi (2003: 165), La ligica de fe espectalidad, tal como la presenta Derrida (1904), muestra cémo le figura dal espectra se mueve entre dos extremos, cuerpo y espiritu, que se ven contaminadas por la imnosibiidad de decir entre ambos. No es solamente cuerpo, pera tampoco es solamente espiritu, Partiendo de este lagica Derrida indica cdmo en Marx este espectro habita las raices del vinculo social en la sociedad burguesa, impidiendo su plana constitucién como una sociedad reconciiada consigo msm. § También encantramos en Derrida la idea de que una imprecacién no se contenta con explicar cémo las cosas son, sino que «grit una verdad, promete, provoca (Derrida, 1994: 42). Esta idea de imprecocién de Derrida se acerca mucho @ (a logica de ‘a reivindicacion que Lactau plantea al distinguir entre distintas formas de entender la idea de demands insatisecha en contextas de mayor o menor respuesta institucional estudios sociales 30 [primer semesire 2006] 155 cultades para constituir una institucionalidad estable sin que esto signifique que no hay ningiin tipo de fijacién de significados, El caso del populismo es el que Lefort rescata de El 18 Brumario: cuando sc dispara la légica espectral «los hom- bres se confrontan con lo nuevo, pero no pueden concebirlo», pero siempre nece- sitan una representacién que «los defiende en contra del vértigo que engendra su propia accidn» (Lefort, 1990: 126). Ahora estamos en condiciones de realizar el mismo ejercicio que hicimos con el argumento de Aboy, pensar que seria desde esta perspectiva una identidad no populista, Denominaré a una articulacién hegeménica no populista como una préctica institucionalista’. Mi descripcidn de este tipo de practica no se aleja de aquellas en las que para Laclau predomina la logica de la diferencia. Dicha légica presupone que las demandas pueden ser satisfechas de una forma administrativa no antagénica, Una demanda emerge, dirige su reclamo a las autoridades y estas Uiltimas la satisfacen, Esto también es cercano a lo que Ranciére (1996) llama policia, que es el orden natural dado por la légica de contar y asignar lugares diferenciales a la poblacién, En un orden policial toda demanda es una instancia del régimen administrativo-institucional. Este tipo de orden se distingue clara- mente de la légica populista que describfamos antes. POPULISMO Y POLITICA EN LOS DISCURSOS DE LA UNIDAD NACIONAL Veamos cémo funcionan estas dos ldgicas cuando pasamos al anilisis de situa- ciones politicas especificas, Mi argumento es que tomando esta definicién de populismo podemos distinguir entre articulaciones populistas y articulaciones institucionalistas. Desde este punto de vista, tanto en las articulaciones alfonsinistas como en las menemistas predomina la légica institucional. Uno de los principales significantes que estuvieron presentes en la formacién politica argentina durante el siglo veinte fuc la idea de unidad nacional. Esta nocién hacia referencia a una entidad situada por encima de las distinciones de grupos o par tidos. Todos los discursos se presentaban en algtin momento como la encarna- cidn de los valores nacionales o de la Nacién misma, como bien muestra Aboy respecto del yrigoyenismo y del peronismo y como podrfamos argumentar que hicieron canto la junta militar de 1976 0 los gobiernos de Alfonsin y Menem. La unidad nacional no estuvo ausente de dichos discursos hegeménicos. 4 En esta seccidn sigo las argumentos presentados en Barros (20060). 156 Espectralidad e inestabilidad institucional [Sebastian Barros) En el caso de Alfonsin, el llamado a la unidad nacional era presentado como un intento por unir las diferentes posiciones discursivas en tanto compartfan una base comin, la nacién, Pero dicha unidad naciona no inclufa a las minorfas oligdtquicas ni a las burocracias sindicales y militares, que habfan llevado a la nacién a la violencia y a la decadencia. Es en la exclusidn a estas minorfas donde podemos rastrear la articulaci6n de una cadena de equivalencia alrededor de la idea de democracia. En el discurso de Alfonsin la unidad nacional estd relacionada con la justicia, pero con una justicia que quedaba relegada en relacién a lo que en esa coyuntura se denominaba institucionalizacién definitiva del pats, Para este discurso, la suce- sién de gobiernos militares y civiles era consecuencia de la pretensidn de ejercer poder de las minorfas oligdrquicas y su contraparte, la reaccién de la civilidad. Los malentendidos entre las mayorfas le daban a la oligarqufa la oportunidad de imponer proyectos injustos y excluyentes, pata los cuales la democracia era un obstaculo. La solucién a este problema era un compromiso nacional sobre prin- cipios fundamentales (Alfonsin, 1980: 203), una serie de procedimientos sustan- tivos que proveerian la base normativa para la democracia y las debidas garantias para su proteccién. Es decir, la solucién alfonsinista en 1980 cra una solucién institucional. Una vez obtenido este compromiso fundamental y las libertades civiles que suponfa, florecerfa una democracia poderosa que resolverfa los pro- blemas nacionales. La pluralidad de diferentes demandas que constituian la co- munidad, aceptaria la legitimidad del compromiso fundamental y no cnestiona- ria cl lugar de la autoridad asumida en ese proceso. «Cada instancia es una parte (o un punto diferencial) de una inmanencia social altamente institucionalizada» (Laclau, 2005). El discurso menemista sobre la democracia estaba articulado alrededor de dos puntos nodales. Primero, la presentacién de la crisis de 1989 como una crisis terminal. La crisis delineaba la frontera que definfa al discurso del orden. Los discursos que desde el punto de vista del discurso oficialista no compartfan este diagnéstico eran situados en la vereda de enfrente. En segundo lugar, la critica de la crisis encarnaba una nueva positividad que reformulaba la idea de unidad nacional. En el discurso de Menem la unidad vino a representar varias cosas: la idea de reconciliacién del pueblo luego de los violentos saqueos de 1989, una justificacién para el nombramiento en el gobierno de politicos conservadores largamente asociados con el antiperonismo, y el reforzamiento de la autoridad del gobierno luego de la debilidad revelada por el gobierno radical en el momen- estudias sociales 30 [primer semestre 2006] 157 to de la crisis politica. Si definimos al populismo como el discurso de la inclusién de un elemento que no era considerado una parte, y que en el proceso de excluir rompe con la institucionalidad vigence, es obvio que el discurso menemista tam- poco puede ser considerado como populista. Por el contrario, el discurso de la reconciliacién y de la unidad funcioné como un intento de evitar la irrupcién de una pluralidad de partes y no su inclusién. La reconciliacién se proclamé en el nombre de una comunidad de iguales, que habia llegado a momentos criticos gracias a aquellos que querian vivir en la Argentina del pasado o de aquellos que querfan volver a 1945. No existfa una ruptura de la comunidad institucionaliza- da en el discurso de Menem. Ejemplo de lo que queremos decir es el tratamiento que sufria la figura de los trabajadores que mencionamos mis arriba. La idea de unidad nacional se presenta de forma distinta en el discurso kirch- nerista. Las principales referencias con relacién a esto son a la justicia, asociada a la verdad y la memoria, y a la inclusién. Como deciamos mis arriba, Alfonsin también se referia a la justicia y la verdad. Sin embargo, estos significantes eran articulados por una nocién de democracia que los sujetaba al institucionalismo del discurso alfonsinista. En lugar de esto, Kirchner propone una ética de las convicciones que en tilrima instancia no puede ser institucionalizada. En ella la justicia no va de la mano de la imparcialidad, Este discurso presenta al presidente como un militante de los afios setenta para quien la neutralidad no es una op- cién, Mientras los discursos anteriores siempre se remitian en tiltima instancia a la institucién judicial, el discurso kirchnerista rompe con la tcorfa de los dos demonios y toma partido. La unidad nacional viene de la mano de una idea de justi nal porque depende de una conviccién y un compromiso éticos. Es en este con- a que no es neutral, que no puede ser encorsctada en un marco institucio- texto que muchos de los actos de gobierno de la presidencia de Kirchner comien- zan a tener sentido. Cuando removié a los jefes militares acusados de abusos a los derechos humanos, 0 quité un cuadro de Videla de la pared de una academia militar, Kirchner irrumpe y distorsiona el hasta ese momento orden natural que estructuraba el discurso de los derechos humanos: un discurso que suponfa un estado imparcial y neutral. Hay en el discurso kirchnerista una cierta racionali- dad de la ruptura con previos usos y significados de la politica, que en algunos casos disparan el espectro del pueblo al que hacfamos referencia mds arriba. Kirchner retoma el discurso de los derechos humanos como un activista de una década marcada por los abusos, y sus referencias a la justicia estan ligadas a la idea de unidad nacional. La demanda por justicia es ahora articulada alrededor 158 Espectralidad e inestabilidad institucional |Sebastién Barros) de la negacién y tadical exclusién de lo que retéricamente es resumido en la década de los noventa. «La unidad y la solidaridad sdlo se pueden consolidar en la Argentina a través de la justicia» (07/12/04). Ahora bien, la ruptura por si sola no ¢s suficicnee, Como dijimos antes, se necesita algo més en orden de hablar de populismo. En el discurso de Kirchner la idea de justicia y unidad nacional estén metonimicamente asociadas a la identidad del pueblo, «La esperanza de que esta sociedad va recuperando su propia identidad y su propia decisién de ser, porque la justicia, la memoria y la reconciliacién sin castigar fucrte y definitivamente a la impunidad es imposible; se debe hacer, sino no hay posibili- dades» (07/12/04). «nos gue una sola bandera, la bandera de la patria; queremos que nos gufe un solo corazén, el de todos los argentinos: y queremos que nos gufe una sola idea, la idea de la construccién de la justicia, de la equidad y de una nueva y gloriosa nacién» (11/09/2003). La identidad del pueblo depende de la construccién de la verdad y la justicia, y eso es lo que constituiré una nacién que incluya a todes. Si el pueblo del popu- lismo no es cualquier pueblo, sino que es un pueblo que abre el campo de la representacién a una demanda que no estaba articulada en el campo de lo simbé- lico, la inclusién en el discurso kirchnerista viene a reivindicar el dafio de deter minadas politicas, en aquellos que no tenfan voz durante los noventa. Es en los sin vor que aparece el espectro del pueblo que ronda y asedia a las voces identifi- cadas con el pasado, los economistas neoliberales, las compaiifas que se benefi- ciaron del neoliberalismo, los organismos internacionales de crédito, etc. En esta disputa entre los sin vor y los grandes beneficiados de la década del noventa", es donde aparece nuevamente la figura de un discurso que no es neutral. Mientras los discursos previos se presentaban a sf mismos como drbitros imparciales entre diferentes intereses y grupos, ahora el gobierno se sittia discursivamente en un lado del conflicto. Lo mismo sucedié durante la negociacién del default de la deuda, que fue llevada adelante en nombre de esos sin voz. La negociacién de los aumentos de tarifas con las privatizadas también comienza en términos de una "0 Siguiendo este arqumente ura puede ver que la ideo de los novento es un proceso de nominacién catacrétice que inscribe en e lenguaje algo que constitutivamente es innombrable, Es decir, un objeto al cual no corvesponve, por definicién, ningun término, estudios sociales 30 [primer semestre 2006] 159 disputa, entre los seres anénimos excluidos y empobrecidos por los noventa y aquellos que tomaron ventaja de «la Argentina del saqueo, del negociado, la ex- poliacién, el aprovechamiento de las ventajas que dan las posiciones dominantes y la ganancia facil, garantizada a costa de los que menos tienen» (01/03/05) La referencia a los sin voz generé la irrupcién de lo excluido y rompié enton- ces con la institucionalidad vigente de un Estado neutral e imparcial''. Esto se produce a través de la identificacién de la fuente de frustracién social en la déca- da de los noventa. El contacto directo del presidente con las multitudes, escapan- do de su escolta, que remite a aspectos de la campafia menemista en 1988, la falta de apego a los protocolos y las formalidades tradicionalmente asociadas a la pre- sidencia, y la constante referencia a un lenguaje claro y explicito, le dan al discur- so de Kirchner una popularidad que se logra forzando la Ifnea divisoria entre la institucionalidad excluyente y los excluidos. Asi, en una reunién con trabajado- res desempleados impreca si se quiere: «a algunos les molesta y les gusta mds verme de cocktail en cocktail que me venga a abrazar con ustedes en la construc- cién de una nueva Argentina». CONCLUSION El objetivo de este trabajo era proponer una manera de entender el populismo como forma especifica de précticas politicas radicalmente inclusivas, cuya radi- calidad les permite marcar de forma decisiva articulaciones politicas posteriores (de aqui la idea de espectralidad). Esta radicalidad, ademés, explicaria también la dificultad del populismo para lograr estabilidad institucional ya que la heteroge- neidad que incluye el populismo pone en duda la existencia de un espacio co- muin de representacin. A diferencia del trabajo de Vilas, el populismo se presen- t6 aqui como una forma de la politica antes que como un contenido histérica- mente especffico ¢ irrepetible de ciertas practicas. Con relacién a Aboy Carlés, el momento a privilegiar en la especificidad populista fue el momento radicalmen- te inclusivo que lo distingue de otras practicas politicas que definimos como no- populistas, El repaso de los discursos de la unidad nacional de Alfonsin, Menem y Kirchner nos permitié mostrar como funciona esta ldgica populista en esas practicas politicas de los tiltimos veinte afios en la Argentina. "1 Lo mismo puede rastrearse a nivel del discurso econbmico da! gobierno y su relacidn con Joseph Stiglitz con relacidn al papel del Estado en el mercado. 160. Espectralidad e inestabilidad institucional (Sebastian Barras) Bibliogratia ABOY CARLES, GERARDO (20031: «Repensanco el populismo», en: Politica y gestién, N° 4, Buenos Aires, UNSAM ABOY CARLES, GERARDO (2006): «Populismo y damacracia en la Argentina contemporénea. Frise el hegemarisma y {a refundacién», en: Estudios Sociales, ato XV, N° 27, San- ta Fe, Universidad Nacional del Litoral, primer semestre. 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