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De tities CASOS QUE SE RELACIONAN CON EL MANEJO DEL ESTRES El cambio de la marea ‘No hace mucho tiempo llegué @ uno de esos pertodos mondtonos en el que muchos de nasctros nos encontramas de vez en cuando, un nesperado ydréstico dectveen a wéfca dela vide cuando todo se wile decaido y plano, a energla mengua y el ent siasmo muere, El efecto en mi trabajo era atemorizante. Cada maiiana apretaba los lentes y murmuraba: “Hoy la vids recobraré su antiguo sentido, Tlnes que superar Io, Tenes que hacer." Pero los dias estériles continuaron y la pardlisis empeoro. Lleg6 el montente en ‘que supe que ten'a que conseguir ayuda. El hombre a quien me acerqué era un doc: ‘tor. No un psiqulatra, slo un médico. Era mayor que yo, y bajo su aspereza superf ial habia una gran sabidurfa y compasién. “No sé qué es lo que esta mal, ie clje mi- serablemente, "pero parece que he llegado a un callejon sin salida. ;Puede usted ayuderme?” “Nolo sé”, jo lentamente. Hizo un ademén con sus dedos y me miré pensativo por Un largo rato. Luego, abrupramente pregunts, “zdonde fue mas feliz cuanco era nio?” "¢De nto?" repett, “zPor qué? En la playa, supongo. Teniamos una cabafia de verano ahi, Todos la amsbamos’. MirG por la ventana y vio las hojas de octubre caer. “ZEs usted capaz de seguir instrucciones por un solo dia?” “Creo que si’, die, isto para prober lo que fuera. “Esta bien. Esto es o que quiero que haga’ Me dijo que marejara a la playa solo la mafiana siguiente, llegando no mas tar- de de las nueve en punto. Podia tomar algdn almuerzo, pero no cebia leer, escrinr, escuchar el racio 0 habiar con nadie, “Ademas", dio “le daré una prescription para que la tome cada tres horas’. Entonces desprendié cuatro recetas en blanco, escribio unas pocas palabras en cada una, las dobl, las numero y me las entrego, “Tomelas a las nueve, alas coce, a las tres ya las seis “Habla en serio?" pregunté, Solto una breve carcajada. "No creera que estoy bromeando cuando reciba mi factura’, Ala mafiana siguiente, con poca fe, manejé a la playa. Estaba muy solitaro. Un Viento del noreste estaba soplando; el mar se veta gris y enojado. Me senté en elco- che, todo e! dia sin nada que hacer frente a mi, Luego tomé la primera de las hojas de papel dobladas. En ellas estaba escrito; ESCUCHE CUIDADOSAMENTE. Me quedé mirando las dos palabras. “gPor qué?” pensé, “el hombre debe estar loco’ El habfa descar‘ado la misia y transmisiones de noticias y la conversacion hu- mana. ¢Qué mas habia? Levanté la cabeza y escuché, No habla ningiin sonido mas que el rugido constante del mer, elchllido de una gaviota, el zumbido de algdn avion en el celo, Todos estos sonidos me resultaban familiares. Sali del auto. Una rafega de viento azoto la puerta con un sonido inesperado, "Se supone que tengo que escu- char cuidadosamente a este tipo de cosas?", me pregunté Escalé sobre una dura y miré hacia la playa desierta, Agu, el mar bramaba tan fuer- te que todos los otros sonidos se percfan, Vain as, de repente pense, siel que escucha se acerca lo sufciente para escucharios, deben existir sonidos debajo de los sonidos, el suave raspar dela arena cuando cee, los pequetos susurros del viento en las dunas. MANEJO DELESTRES PERSONAL Capmuo2 137 En un impulso, me agache y, sintiéndome algo ridiculo, emeujé mi cabeza hacia tn grupo de piantas marinas. Aqui, hice un descubrimiento: Si estuchas con aten- cin, hay una fraccion de segundo en la que todo parece quedarse en pausa, en espera. En ese instante de quietud, los pensamientos se detienen. Por un momento, cuando realmente escuchas aigo fuera de ti mismo, tienes que calla las clamorosas voces i temas. La mente descansa Fui de welta al auto y me serté detras del volante. ESCUCHA CUIDADOSAMEN- ‘TE, Mientras escuchaba de nuevo el profurdo grufiido de! mer, me encontre pensan- do acerca de la furia terrible de sus tormentas. Pensé en las lecciones que nos habia enseftado de nifios. Una ceria cantidad de paciencia: No puedes apresurar las mareas. Una gran cantidad de respeto: El mar no sulre, te engafa gustoso. Una conciencia de la vasta y misteriosa interdependenca de las cosas: viento y marea y corriente, cama y réfega y huracan, todos en combina- cién para determinar los caminos de los péjaros arriba y los peces abajo. Y le limpie de todo, con ceda playa barrida dos veces al cia gor la gran escoba del mar. Sentado anf, me percaté de que estaba pensando en cosas mas grandes que yo mismo, y en eso habia un alivio. ‘Adin asi, la maflana paso muy lentamente. EI habito de estarme lanzando a un problema era tan fuerte que casi me sentia perdido sin é, Una vez, cuando estaba ‘mirando el radio con afforanza, una frase ce Cariyle sao 3 mi cabeza: “E silando es el elemento en el que surgen las grandes cosas’ Para medio cia, el Verto se habia levado las nubes del clelo, y el mar tenfa una cchispa feliz, Desdoblé le segunda “prescrincién’. Y de revo, me quedé aht sentado, mitad dverido y mitad exasperado. Esta vez eran tres palabras: INTENTE MRAR ATRAS. (Atrés de qué? Al pasado, obviamente. Pero, zpor qué, cuando todas mis preo: ccupaciones se referian al presente 0 al futuro? Dejé el auto y comence a subir reflexivamente sobre las dunas. El doctor me ha- bia enviado a la playa porque era un lugar de recuerdos felices. Tal vez eso era lo que debla mirar: la riqueza de ia felicidad que permanecta medio olvidada detras de mi Decidf experimentar: trabajar en estas vagas impresiones como lo haris un pin tor, tocando los colores, fortaleciendo los bordes, Elegita incidentes espectficos y capturaria de nuevo todos los detalles que fueran posibles. Visualizaria personas completas con ropas y gestos. Escucharia (cuidadosamente) el sonido exacto de sus voces, el eco de su risa. La marea estaba bajando atora pero todavia habia truenos en el oleaje Ast que celegiregresar 20 afios atrés a dltimo viaje de pesca que hice con mi hermano peque- ia. (El muri6 en el Pacifico durante la Segunda Guerra Mundial y fue enterrado en Fi- lipinas). Encontré que si cerraba los ojos y realmente tratata, lo podia ver con una claridad sorprendente, incluso e! humor y ia ansiedad en sus ojos esa matana lejana. De hecho, podia verlo toco: La cimitarra de marfil de la playa donde estabamos peescando; el cielo del este mezclado con e! amanecer; ls grandes olas estrelindose, rmajestuosas y lertas. Podia sentir i resaca rodear tibia mis rodillas, ver el sibito ar co de la catia de mi hermano cuando picaba un pez, escuchar su exuitante grito. Lo reconstrut parte por parte, claro y sin cambios bajo el barnie transparente del tiem po. Luego se fue. ‘Me serté lentamente, INTENTE MIRAR ATRAS. La gente feliz era generaimente ‘segura, con confaanza, Si enionces, usted deliberadamente llegaba, miraba hacia atras y tocabe Ia felicidad, zo se podrian liberar pequefios destellos de poder, pe- ‘ques fuentes de fuerza? Este segundo periodo de! dia pas6 con mas rapidez. Cuando #1 sol comenz6 su largo descenso por el cielo, mi mente viajé ansicsamente hacia el pasado, reviviendo algunos episodios, descubriendo otros que habfan sido completamente ovidados. Por ejemplo, cuando tenia como 13 aftos y mi hermano 10, mi padre nos habia pro- ee) Ke) <= 2 =a 138 Cri MANEJO DEL ESTRES PERSONAL Imetico levernos al circo. Pero @ mecio dia hubo una llamada: Algan asunto urgente ‘equerta su atencion en el centro. Nos preparamos parala decepci6n, Entonces lo es ‘cuchames decir: "No, no podré ir, tendra que esperar” ‘Cuando regreso ala mesa, mi madre sonrio.“E circo yueWe a regresar. ye lo sabes” “Lo sé", dio mi padre, ‘pero la infancia no’ Durante todos los afios he recordado esto y suge for el sdbito brillo de calidez ue ninguna amabilicad es desperdiciada o completemente perdida. Fara las tres de la tarde, la marea habia bajado y el sonido de las olas era solo lun susurro ritmico, come un gigante respirando. Me quede en mi nigo de arena, sin- tiéndome relajaco y contento, y un poco complaciente. Las prescripciones del doctor, pensé, eran faciles de seguir, Pero no estaba preparado para la siguiente. Esta vez, 'as tres palabras no eran luna sugerencia gentil. Me sonaban més como una orden. REEXAMINE SUS MOTIVOS. Mi primere reaccin fue puramente defensiva. "No hay nada malo con mis moti- vos", me dije a mi mismo. “Quiero ser exitoso, .quién no? Quiero tener una cierta Cantidad de reconocimiento, igual que todos. Quiero més seguridad de la que tengo y epor qué no? “Tal vez", dijo une pequefia vor dentro de mi cabeza, “esos mativas no son io su ficientemente buenos. Tal vez esa es |a razén por las que las ruedas han dejado de moverse” Levanté un putado ¢e arena y la dejé caer entre mis dedos. En el pasado, cuan- do me iba bien en el trabajo, siempre habia habido algo espontaneo en él, algo no ‘artificial, algo libre, Uitimamente, todo habia sido calculado, competente y muerto. Por qué? Porque habia estado viendo mas alld de! trabajo mismo las recompensas ‘que esperaba que me trajera. trabajo habla dejado de ser un fin por si mismo y se habia convertido en un medio para hacer dinero, pagar las cuettas. El sentido de dar algo, de ayudar a la gente, de hacer una contribucion, se habla perdido en un frené- tice deseo de apresar la seguridad. En un destello de certidumbre, me di cuenta de que si los motives de uno son ios equivecados, nada puede estar bien. No hay diferencia si usted es cartero, estilsta, vendedor de seguros, ama de casa, lo que sea. Siemore y cuando usted sienta que std siviendo a los demas, usted hace el trabajo bien. Cuando usted est preocupa- {do solo en ayudarse a si mismo, usted Io hace menos bien. Esta es una ley tan inexo- rable como ia gravedad. Durante mucho tlempo estuve ati sentado, A lo lejos escuché el murmulio de! oleaje pasar a un rugido vacio cuando cambié la marea, Atrés ce mi, los rayos de luz eran casi horizontales Mi tiempo en la playa casi se habla terminado y senti una {fan admiracién por el doctor y las “prescriociones” que tan ingeniosamente habia ideado, Ahora vela que en elias habia una progresién terapéutica que podia ser valio- sa para alguien que enfrentara cualquier difcultas ESCUCHE CUIDADOSAMENTE: Para calmar una mente frenética, deténgala, Cambie el enfoque de los problemas internos a las cosas externas, INTENTE MIRAR ATRAS: Como la mente humana s6lo puede sostener una idea ala ve2, uno expuisa tas preocupaciones presentes al tocar (a felicidad del pasado, REEXAMINE SUS MOTIVOS; Este fue el punto duro del “tratamiento’, este reto de evaluar de nuevo, de alinear los motivos personales con las capacidaces y Ia con- ‘iercia propia. Pero la mente debe estar clara y receptiva para hacer esto, por eso las sels horas de silencio que pasaron antes. El cielo occidental era una liamarada de carmest cuando tomé el ditimo pedazo 4e papel. Seis palabras esta vez. Caminé lentamente en la playa. Unas pocas yardas més abajo de la linea del agua, me detuve y lef las palabras otra ver: ESCRIBA SUS PROBLEMAS EN LA ARENA. Dejé que el papel se lo llevara el viento, me agache y tomé un pedazo de concha.. Arredillado ahf bajo la boveda del celo escrit varias palabras en laarena, una sobre la otra, Luego, me aleé caminado y no miré hacle atras. Habla escrito mis problemas ena arena. Y la marea estaba subiendo. Fuente: Gordon, A, 1959, Un dia en la playa. Publicado por primera vez en The Reader's Di 2st, 1960, 76 pp. 79-83. Reimoreso con permiso de ater Teds los derechos reservades = = os = xe Gu Preguntas 1, Covsiteraquerestaron efiaceslas estates? cY porque fundraran? 2. (Qué oroblemas,retoso toes deste enfrenta usted ahora ove lasavepudera aplcar esas presericiones? 3, cEtiprascipcioes sn astratapasefcatesdemanelo de esetesosco asap? 4, Que otras pesricines podrin haber tomado el autor ademas de as cuatro mencionals

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