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Fl ensayo en tierra firme 293 vismo en la regidn, evidenciado en el creciente ntimero de ensayos publicados de manera independiente © resultantes dé intervenciones en periédicos, revistas de actualidad, re- vistas literarias y culturales (Amauta, Repertorio Americano, Cuadernos Americanos, Nosotros, Sur), asi como muchas otras de circulaci6n restringida a los respectivos Ambitos na- cionales), amén de la publicacién de los dos primeros estu- dios monumentales dedicados exclusivamente al género: el de Medardo Vitier (1945) y el de Alberto Zum Felde (1954) y los primeros esfuerzos por dar una nueva caracterizacién del género que no harfa sino confirmar su nuevo papel rector en el mundo intelectual ‘ALFONSO Reves, “LAS NUEVAS ARTES" Con su caracterizacién del ensayo como “ese centauro de los géneros", Alfonso Reyes reinaugura para la inteligencia del siglo xx y coloca sobre nuevas bases el problema del ensayo, al plantear su necesidad. Ademés de haber sido uno de los mas grandes ensayistas latinoamericanos de todos los tiempos, Reyes contribuy6 a repensar el ensayo a la luz de las demandas de la intelectualidad latinoamericana y de la expansion de los medios de comunicacién. Reyes se habfa interesado desde su juventud por renovar un género al que el positivismo habia dado un sello particu- lar, y se preocupa también por entenderlo, por hacerlo inteli- gible, tal como queda hecho explicito en *Las nuevas artes" (944). Reyes se ocupa también de hacer del ensayo el ins- trumento y el lugar simbélico de despliegue de la inteligencia americana, Avizora ast el potencial ético y estético del ensa- yo postpositivista, afirma su necesidad y lo abre al horizonte de futuro con la incorporacién de la idea de utopia “Las Nuevas Artes” se publica en la revista mexicana Tricolor el 16 de septiembre de 1944. Alli aparece esa ca- 294 _Liltana Weinberg racterizaci6n del ensayo que habria de gozar de larga vida y larga fama. Si por una parte Reyes reconoce la existencia y vigor de un género en plena expansion en las primeras décadas del siglo xx, por la otra advierte también la poten- cialidad futura del ensayo, su apertura promisoria a un hori- zonte ut6pico, alentado —para decirlo con palabras de Bloch que compartirian Reyes y Henriquez Ureiia— por el princi- pio esperanza. Reyes comprendié su caricter de enlace de mundos y de ambitos y lo llam6, con inolvidable metéfora, “ese centauro de los géneros":! Lalliteratura se va concentrando en el sustento verbal: la poesia més pura o desasica de narracin, y Ia comunicaciGn de especies inte lectuales. Es decir, la lirica, la literatura cientifica y el ensayo: este centauro de los géneros, donde hay de todo y cabe todo, propio hijo caprichoso de una cultura que no puede ya responder al orbe circular y cerrado de los antiguos, sino a la curva abierta al proceso en marcha, al *Etcétera” cantado ya por un poeta contempordneo preocupado de filosofia (p. 403), Reyes comprendi6 también que el ensayo estaba llamado a contribuir a la expansién de la prosa y del conocimiento, Y reconocié su potencial multiplicador de la cultura, en un momento en que empezaban a abrirse paso los medios de ‘comunicacién de masas, que resultaban amenazantes para ‘un buen ntimero de representantes de la cultura de elite, Pero que no asustaban de ningiin modo a un intelectual abierto € incluyente como él. El propio escritor mexicano, en su misma prfictica como ensayista, hizo del género Ia gran herramienta para expan- dir entre muchos la cultura de pocos y resolver asi uno de los grandes desafios de la Revolucién mexicana: cémo mul- * Alfonso Reyes, “Las nucvas antes’, en Tricolor (México), 16 de septiembre se 1944, reproducido en Obras completa, 1X, México, CE, 1955, pp. 0- 03. Elensayo en tierra firme 295 tiplicar el conocimiento y hacerlo llegar a ms amplias ca- pas de la poblacién, c6mo vincular lo particular con lo uni- versal, cOmo expandir los saberes sin empobrecerlos: cmo encontrar un estilo que acompaiie los tiempos del México posrevolucionario. Reyes fue sin duda el intelectual orgéni- Co capaz de responder a esos desafios, luchando en distin- tos frentes de Ia acci6n pablica y la intervenciGn simbélica, fundador 0 cofundador de revistas (Cuadernos Americancs), centros de altos estudios (El Colegio de México), editoriales Gl Fondo de Cultura Econémica), pensados como puntos estratégicos para levantar una nueva armaz6n cultural. Mu- chos de nuestros mas grandes escritores nacieron en biblio- tecas: Reyes, Borges, Paz. Y nuestro autor en particular se dedic6 asf a una tarea prometeica por antonomasia: hacer llegar a mAs amptios sectores de la sociedad los saberes y competencias que hasta el momento permanecian concen- trados en una minorfa ilustrada, para asf ayudar a construir ‘una nueva cultura democritica dirigida a las mayorias. Quiso hacer una interpretaci6n no tradicionalista de la tradicién, apoderarse de los saberes que ayudaron a apuntalar el ot- den porfiriano para abrirlos al nuevo orden posrevolucionario. Y con ese prop6sito el ensayo se convierte en pieza clave. Un verdadero campo de experimentacién donde nuestro autor, como Pedro Henriquez Ureita, se esforzara por abrir los temas a la vez. que ahondar en ellos, sin simplificar ni devaluar las discusiones, para asi poner en practica otto de Jos desafios que él mismo plantea: ampliar la cultura, levar- Ia a cada vez més amplias capas de la poblacién. Ello lo oblig6 a otra tarea: repensar nuestra inteligencia. Una reflexién sobre el simbolo del centauro permite enla- zar las ideas de Reyes tanto con el modelo grecolatino que fue clave en todo su pensamiento como con el imaginario modernista. El enlace con la cultura clésica permite confir ‘mar una genealogia para la propia cultura hispanoamericana a la vez que encontrar, en el modelo mediterrinco y en la 296 _litkana Weinberg Elensayo on tierra firme 297 familia rominica, el propio modelo de unidad en la diferen- cia que él y Henriquez Urena pensaban para nuestra region. Como bien lo muestra Miguel Gomes, el simbolo elegido por Reyes tiene varios precedentes significativos: Uno de ellos, el clisico, ya que la figura mitolégica del centauro aparece ya mencionada por Aristételes. El otro precedente fundamental es el topos modemnista.* De este modo —afiadi- mos— el propio texto de Reyes genera una interesante ge- nealogia con el modemismo y la atraccién de este movi- miento por explorar la ambigtiedad, el caricter proteico de las formaciones literarias, pero a la vez la coincidencia de ‘opuestes, el enlace dinamico de los mundos. El centauro es cl intérprete del misterio de las cosas —que es el de la totalidad secreta. Como dice Miguel Gomes: En la Podtica de ArisGteles se hace seferencia a un tl Keremén, autor de un Centauro que, segtin el fildsofo, consistia en ‘una mez- dla de tos los pos I... Es signilicaivo no obstante, qu justo al principio de lo que nos queda de un texto eftco-prescripivo cen- tral en Ia tradicion de Occidente figure la asociacion de lo vaio y formalmente mestizo con el sfmbolo mitol6gico de un ser mitad Jhumano y mitad best. El vinculo entre el pasajeariswotéico y el tapas modernisa, si bien no resulta obvi, es plausible yla metiforareyesiana se deja catendera la luz de lo que definixé aqui como taic6n, La denon naciin de Centauro, en Kerem6n, es relacionada con la suma de ‘materiales méuicos heterogéneos en un usxio; en Reyes, la compa- raciGn de ensayo con el ser doble se explica porla coexistencia en este género de ancilaridad y poeticidad —placer espiritual no tra- “ Miguel Gomes, op. eft, pp. 129-120. Gomes menciona al centauro como uno de es siboles codieados por el modernism, que permite a su vex aki Jn dualidad, ala visin del universo como espacio de ambigiedides, Existe ‘también en paricular el precedence el “Coloqulo de lot centauroe” de Dao (1996), donde conviven la indeinicién, la amblghedad, el protesmo (igados a ‘5 ver con el horror modernista por las categorie fins y los encasllamiente), ‘con el encuentio anménico en a imagen sincrésea y conciiadors del cetauro (pp. 1358). ‘Gucible ena vida peta. Abas referencias, la antigua ylamodema, cliituloy el wopo, pueden asimilase a un eercicio tbrico claro en lo ‘quea concepelin de tipologiaslterarias se refiere (pp. 129-130). El centauro es ademas un ser mitolgico que simboliza el vinculo y la fragil sutura entre dos orbes: el de la naturaleza yelde la cultura, el caos y el orden, lo crudo y 1o cocido, el mundo de los hombres y el mundo de los dioses. Pero a la vez el equilibrio entre distintos orbes estaba sutilmente go- bemado por una de las partes: la razén sobre Ja intuici6a, lo uno definido sobre lo riltiple ilimitado, el orden sobre el caos, Ia civilizacién sobre la barbarie, el control de la forma artistica sobre la variedad y la inmensidad de las manifesta- ‘ciones del mundo. La alusién al centauro puede ser ademas de evocacién de Montaigne, homenaje secreto a otro gran ensayista. En el prélogo a su libro On the margin: noies and essays (muy posiblemente conocido por Reyes), Aldous Huxley habia observado que, pocos afios después de Montaigne, esas figuras confeceionadas a partir de fragmentos habrian de con- vetize en organismos vives, cn hibridos multiformes como sitenas, minotauros, serafines, centauros, imposibles compuestos de incom- paubilidades, pero desde dentro, de tal modo que en el proceso de ‘5 crecimiento el roneo humano parece surgi navuralmente de los hhombros de un caballo, Se trata de una asociacion libre artsticamen- te controlada: he aqui el paradéjico secreto de los mejores ensayos ‘de Montaigne. En efecto, la unién de una cosa después de la otra da ‘como resultado un casi milagroso camino de desarrollar un tema central y elacionarlo con la experiencia humana. Montaigne vincula Ja generaizacién con la anécdou, y hace un uso admirable de Yo con- creto particular, la chose, para expresar una verdad universal.* 4 Aldous Huxley, On tbe margin: notes and essays, New York, Doran, 1923, p. 32 298 Liana Weinberg El ensayo on tierra firme 299 Pero atin hay més: el centauro se constituye en simbolo del género més frecuentado por esa generacién de grandes historiadores de la cultura hispanoamericana que tuvo en Pedro Henriquez Urea, Alfonso Reyes y Mariano Picén Sa- las sus principales representantes. El ensayo resuelve asi simbélicamente la forma de vinculo entre e! intelecual y su sociedad y traduce su practica como predominantemente adscrita al 4mbito de las letras y la cultura. Recordemos que Reyes se habia preocupado ya desde sus primeros escritos por la relacién entre periodismo, crti- ca y literatura. En su opinién estas esferas no deben estar rehidas: el arfculo debe superar su funcién ‘ancilar” como mero vehiculo de transmisi6n de noticias y comentarios, y para ello es preciso que abra sus potencialidades a horizon- tes mas amplios. De este modo, ya en su juventud se preo- cupaba Reyes por exhortar a que la fiebre periodistica por Ja novedad y la coyuntura cediera paso a la interpretacién y la literatura (Se querfa amontonar hechos, hechos brutes, y hasta puede ser que expresivos; mas proscribiendo todo espiritu de informacién, Pensar era una innovacién peligro- sa"). Asi, por ejemplo, al hablar en 1913 del Diario de México, dice que “modestos como eran, aquellos escritores nunca abdicaron de su cualidad literaria para dirigirse al piiblico”. Tenfan fe en el espiritu, Sabian que aun la critica, entendida como debe ser, como comentario de la vida hu- mana, es de interés general No fracasaron, a pesar de que el pdblico tenfa, entonces, menor anhelo de cultura que hoy |... Los diaristas sabian que, aunque el libroes el verdadero asilo dela literatura, junto a la discusi6n del dia —que ciega y ensordece—, junto aa noticia reciente —que em- S Alfonso Reyes, “Un recuerdo del Diario de Méxie”, en Obras completa .343, publicado onginalmente como "Charlas detaller. Un reverdo del Diario de Mésicc, Revs de Revistas, México, enero de 1913, ‘barga el dnimo—, junto altorbellino de las insanas cosas de Ia calle, ‘el periddtico debe oftecer, como por compromiso moral, un consejo, esinteresacio, es decir algunos parrafos de literatura, que vengan a ser diariamente, en el Animo de los lectores, como un templado y saludablé rocio (p. 346). Reyes no hacia sino reconocer tempranamente las posibi- lidades de la apertura del articulo a un molde mas amplio y libre: el ensayo. Modemismo y 98 habian dado suficientes muestras de los alcances del ensayo a ese joven ¢ inquicto viajero del espfritu, que desde su primera visita a Espana comienza a vincularse con escritores y ctticos practicantes ellos mismos del ensayo. No s6lo se convertira en ensayista € mismo, sino que la plasticidad de sus primeras interven- ciones culturales (articulos, conferencias, notas, resefias) con- tiene en germen su estilo ensayistico y su profunda critica al ensayo de molde positivista. Su participacién en empresas culturales como Guadernos Americanos confirmara su inte- 1€s por explorar ese formato en el cual aniculo y ensayo se encuentran en nueva y original sintesis. Pero si en su juventud se preocupaba Reyes por exhortar a que la fiebre petiodistica por la novedad y la coyuntura cediera paso a la interpretaci6n y Ia literatura, lo encontrare- mos décacas después preocupado por que no se marginen tampoco las potencialidades a que dan lugar los medios de ‘comunicaciGn de masas, Esta postura es sin duda respuesta a aquellos hombres de letras que —de Baudelaire a Ontega— se alarmaban ante los riesgos de vulgarizacion y achata- miento de las complejidades y riquezas de la vida cultural por parte de las formas mecanicas de reproduccion, De allf ‘Las nuevas artes”. al es el caso de las “Notas sobre la inteligencia america- na’, conferencia hoy leida como ensayo, en la cual Reyes plantea, en escala descendente, los distintos puntos oscuros que llevan al mexicano en particular y al latincamericano en 300 Liana Weinberg general a sentirse un ciudadano de segunda, un extranjero, en el gran teatro de la cultura universal. En efecto, una, doble y triplemente marginados de la cultura europea en cuanto cultura colonial, derivativa, secundaria, tal como por muchos afos —y aun hoy— fuera considerada por nuestras minorias —que contemplaban al viejo mundo como el cen- tto legitimador de los productos de nuestro pensamiento—, los latinoamericanos estan hoy en condiciones de remontar de manera positiva esa escala, trazando una espiral cada vez, més abarcadora, que logre integrar lo particular y peculiar en un movimiento que acabard en vuelo universal. Porque los procesos de mestizaje pueden concluir en mezcla no lograda, en sumatoria de elementos, en reunién de partes que se rechazan, o bien puede llegar, como el ‘centauro, a integrar imaginativamente mundos, culturas, préc- ticas, vincular lo particular y lo universal, en un enlace siempre gobernado por la inteligencla, y asf convertirse en un aporte para el mundo que no implique abatir la especificidad sino precisamente partir de ella. He dejado para el final otro de los sentidos posibles del concepto de centauro de los géneros: el ensayo es, ante todo —y lejos de una formacién cosificada— su propia dina- mica, su propio mantfestarse como un estilo del pensar y del decir, como una forma inteligente de enlazar mundos. Aqui es necesatio evocar ese magnifico ensayo de Gabriel Zaid, “La carretilla alfonsina"? donde de manera aguda se nos muestra que hay que aprender a leer en los ensayos de Reyes no s6lo, 0 no tanto, los contenidos y los temas trata- dos, sino sobre todo el acto mismo de pensar que hace de su prosa un exponente magistral de los alcances del género 7 Gabel Zald, “La carla alfonsina® (1988), en John S, Brushwood ot al, es, Ensayo lterario mexicano, México, UNAM-Univesidad Veracruzana-Alus, 2001, pp. 331/333, publcade originalmente en la revista mexicana Proceso, $83 (4968), pp. 50-51 Bl ensayo en tierra firme 301 y sus audacias: no importan tanto los temas sino la manera de pensarlos. Aunque los primeros cambien, caduquen y pierdan muchas veces vigencia, la inteligencia una y miilti- ple de un gran ensayista hace de ellos s6lo punto de despe- gue del prodigio de pensar e imaginar: no leemos tanto 0 solamente los temas y el mundo de Reyes, sino sobre todo el estilo de pensar el mundo en Reyes. Asi, por ejemplo, si en su ensayo sobre el ensayo tomaba Reyes en cuenta los que en su momento constitufan los mayores avances en la tecnologia de comunicaci6n de ma- sas —la radio y el cine de un admirado *Fésforo"—* podria- ‘mos, por ejemplo, achacarle que sus pronésticos optimistas sobre la relaci6n entre cultura y tecnologia se quedaron atr hoy existen computadoras y televisores, videos y nuevos medios de reproduccién de imagen y sonido impensables ara su €poca, a la vez que existen también fenémenos de masificacion que tampoco hubiera sido fécil prever en esos afios. Eso no invalida ni desactualiza de ningin modo la palabra y el estilo de pensar de Reyes. Hoy podemos ser, paradéjicamente gracias a las nuevas conquistas, mas teme- rosos, més pesimistas, mas conservadores. © podemos tratar de seguir su propia dinamica de pensamiento y obligamos a repensar el mundo a partir de estos nuevos componentes, ‘obligarnos al optimismo, obligarnos a la esperanza. Reyes, que fue fundamentalmente hombre de libros y de cultura, no se dejé asustar, sino s6lo asombrar, por el modo en que las nuevas tecnologias ocupaban progresivamente nuevos espacios sociales, y planes abrir la cultura libresca de modo de expandirla sin empobrecerla, ¢ hizo del ensayo la mejor muestra de que ello es posible. Un ensayo incluyente del lector, al que se trata como adulto y como conciudadano en Ja cultura, Dije mas arriba que Reyes, gran héroe cultural, * ease Manuel Gonztlez Casanova, Bl cine que vo Fsfor. Alfonso Reyes y Martin Luis Guzmés, México, FCE, 2003 302_Liltana Weinberg arrebat6 al mundo de Ia elite los saberes que habia que cexpandir entre més amplias capas de la poblaci6n para avanzar fen un proceso democratizador, racionalista, ilustrado e in- cluyente en el que él siempre creyé. Cuando el modelo positivista entra en crisis, lo hace no s6lo porque Ia reduccién de todo el conocimiento y toda la ‘creatividad a un modelo de ciencia positiva era imposible, sino también porque el orden de ideas “positivas” se estaba empleando de manera desvirtuada para apuntalar la desmovilizacién politica y poner freno al impulso del pri- mer liberalismo: el positivismo se habia convertido en una nueva estrategia legitimizadora del control del poder por parte de una minoria iniciada en la jerga positivista, muchas veces —y con excepciones notables como la de Justo Sie- 1ra— vaciada ya de todo contenido y todo potencial trans- formador, para que pequeiios grupos se mantuvieran y se reprodujeran en el poder. Orden y progreso: la ciencia se convertfa en garante del inmovilismo politico; las mayorias habrian delegado de manera irreversible en una minorfa ilus- ada y omnisapiente, en una minoria positiva, los destinos dela naci6n. La Revolucion mexicana demostr6 hasta dénde esta estrategia habia resultado frégil, demostré las imposturas del poder porfirista, demostr6 el agotamiento del potencial cientifico cuando el poder lo convierte en su santo y sefia el conocimiento dejaba de ser garantia de transformacién ara convertirse en garantia de conservaciOn, Es entonces cuando la generaci6n atenetsta hace de la ética y la estética, tan antiguas como Sécrates y Plat6n, tan novedosas como Bergson y Boutroux, sus nuevas armas de combate simbdli- 0. ¥ hacen, a través del cjercicio del pensamiento y de la ptosa de ideas —tal, precisamente, el ensayo—, su nuevo campo de batalla. Pocos como Reyes contribuyeron asf a construir el moder- no ensayo latinoamericano, El problema del divorcio entre las minorias todopoderosas y el pueblo llano se convierte et ensayo on irra firme 303 en un problema ético que abarea y supera la mera cuestion politica, y la imperiosa necesidad de firmar un nuevo pacto entre los nuevos intelectuales —todavia solos y aislados— y las mayorias se apoya en una soluciOn estética, que en mu- cho sobrepasa las soluciones de acallamiento positivistas. B] horizonte ético y estético, colocados por detris del politico y el educativo y garantes cle su transformacién, se convier- ten en el santo y sea de 1os brillantes jOvenes atencistas y arielistas, que luchan, insisto, no contra Ja ciencia @ secas, 0 contra Ia ciencia positiva, sino contra Ia ciencia convertida, de manera perversa, en garante de la preservacién del po- der en manos de una elite conservadora y excluyente, Es alli donde surge el gran proyecto de Reyes, capaz de re- pensar el mundo a través del ensayo, y en el clima ateneista en el que su militancia a favor de una cultura “humanfstica” lo hermana con Pedro Henriquez Urefta. Como dice Rafael Gutiémez, Girardot, No cabe duda que el empefio de seinstaurar la “cultura de as huma- nidades”y la “americanessa andante” de Alfonso Reyes partieron de un hecho de la historia cultural y Iiteraria hispanoamericana y se propusieron superario. Esa situacicn podria caracterizarse con elt- tulo de un ensayo siempre actual de Pedro Henriquez Uren, ‘El descontento y Ja promesa’, de sus Sefs ensayas (1928)? En un texto notable, Comelius Castoriadis compara dos imagenes del hombre en el teatro griego: el Promeieo de Esquilo, que retoma la gran tradiciOn de la mitologia griega para ver en ese personaje a quien roba a los dioses el fue- 420, el lenguaje y los conocimientos que entregar a los hom- bres, y que ser4 duramente castigado por ello. Muy pocos * Rafael Gurren Giardoe, La concepeion de Hispancamérica de Alfonso Reyes (1889-1959) también publica en Alfonso Reyes, “I destino de Amica ‘en Litima Tule (1942), reproducido en Obras completa selecci6n y prélog> Rafael Gutiérer Girardot, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1991.

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