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Ricardo Garibay | Las glorias del Gran Pitas = 2B pleito esta arreglado, Rubén? sTongazo? Estabamos en los vestidores, a quince minutos de la pelea donde el idolo de la Bondojo destazara en quince segundos al tailandés Paget Lupicanete, flan de encargo, mucho antes de que las kimparas acabaran de alumbrar completamente el en- Tonado del drama, El drama era de Olivares. Victoria relampa- go que no crey6 nadie entre los diez mil fanaticos que el del PGas y el colmillo del promotor gringo embodegaran en las graderias del Sports Arena en Los Angeles, aquella maliciosa noche del 2 de junio del 76: arranque del derrumbe definitive de una maciza gloria mexicana, derrumbe que se vaticinara banderazo hacia el quinto campeonato mundial del otrora aclamado Mister Knock Out por la prensa deportiva del Imperio. Sisifo casi de veras, inagotable casi, Rubén Olivares em- prendia esa noche una nueva ascensién, a cuestas su fardo de mujeres, de alcohol, de mariguana, de parasitos, de coca, de va- gancia, de tedio, de impaciencia, de desamor, de anarquia, de nota roja, carnitas y totopos y fatalismos y resignaciones y pro- digiosas facultades naturales para el arte de desmadrarse entre las doce cuerdas. ~=;Cuiinto tiempo mas de este tren? ~le pregunté dos sema- nas después en México. =Ps lo que dure -dijo empujandose el tercer farolazo del dia, poniéndole con fe a los de moronga, Eran las once a.m. ~2V luego? =Ps luego ya nos preocuparemos de a ver qué, eno crees? j Pe roacabatela, no la platiques! Y qué vamos a hacer, ad6nde mos de aqui o qué vamos a hacer o qué. 2¥a te Ia acabaste? fior, aqui lo mismo, por favor. 336, 10 mismo, Rubencito? Gémo de que no. ¢No quieres cl charroncito, Rubencito? Es verde, va saliendo orita, te va gus- tar, regalo de la casa, mi Rubén. =No sejior, muchas gracias, nomas bebidas por favor. -Ora mismo, Rubencito. Qué buenos chingadazos le aco- modaste al chale ese, pa que se le quite, no mi Rubén? =Es un boxeador como yo, seitor, de eso vivimos. Eso es rasgo saliente del Ptias, No acepta familiaridad que ho pida él mismo. Cuando lo lev Nacho Castillo a la desven- cijada suite monumental que me habjan dado en el Alexan- ia Hotel, no lo bajé de “seiior Olivares esto” y “seftor Oliva- Jo otro”, hasta que se r iG, permiso para pedir algo. Por supuesto, sefior Olivares, digame. -Pues... que usted me hable de ti... porque... como que no checa.., lo de sefior Olivares me chivea. Sale. Ti eres Rubén y yo soy Ricardo. ri6 con ganas, largamente. — Qué pasa Qué pasa. =No ps me descont6, asi no, no me la estire tanto, estuvo rudo, Por qué. Como entonces. —Usté me habla de ti y yo le hablo de usted. =No, no. Lo que es parejo, Rubén y Ricardo. Somos lo mis- mo. Aparte, yo también he andado en esto de las rompadas. Nueva risa, como si hubiera yo dicho algo muy gracioso. Y se solt6 ya en confianza: ~Bueno, Sale. Si no, vamos a seguir de mamones... Yentns qué, cémo esti este rollo, digo, qué pe- do saco. Digo, con todo respeto jay si! Lo dicho. 1 a, tal cual; yo la escribo; el periddico la edita; y vendemos un millon de ejemplares. Jn mill6n? Donde fue —Chingo de lw, Para mirarmelo a gusto j melo a gusto. Acabamos ami 1 me cuentas tu el truene jay sit Yeso qué a cuanto, sil gno? Chingo de luz para mi- os entratiables esa primera reunién, Habia llegado con “Ia senora de la Lindavista” y habia estado conver- 337 sando tumbado en el sofa, los pies sobre la mesilla de centro, los ojos entrecerrados, la voz sonolienta, extentiado por los barbaros ejercicios del entrenamiento, y sobre todo por la die- ta de agua. =Ni un centilitro de alcohol, ni ¢l asiento de un vaso de agua -dijo Rubén- Es la cantinela del pinche doctor. No se sabe otra. Como el ojete lo tinico que hace es chupar en los bares y chuparme a mi la lana, pos qué le apura, “;Ni un centi- litro de alcohol! {Ni el asiento de un vaso de agua!” Jo de su pinche madre. "Hay que dar el peso naturalmente.” Como no, si al cabo el que ladra es el buey, y alrededor los ct nes cobra y cobra. =2Y como te sientes ahora, Rubén? =No ps bien, para pelear, bien. De lo demas, bi bien pero del carajo. —,Principalmente el a —Llegas a vender el alma por un trago de sidral. Me cai que anoche empecé con la mamada de los botellones. Los botellones.. —Putamadral de garrafones de electropura, inchs camion- zotes hasta el tope de garrafones, y unos méndigos charcos jdlivinos! Cascadas y cascadas por todos lados. Me cai que cie- ras los ojos y ya estis sofiando agua, y parece que estas sudan- do a mares, frio frie y no te sale ni una puta gota de sudor. =Ya estiis en el peso... “Ya casi. Para mafiana voy a estar. Yya nada mas pasado mafiana el pesaje a las diez, y a las diez y media jching6 a su ma- dre! jme cai que me voy a tragar un pinche botellon de elee- tropura yo solito, me cai. Yqué, c6mo va estar la reparticion. -Veinte por ciento de las ventas para ti, quince para mi, diez para Nacho, =2Yel otro sesenta y cinco? ~Papel, edicién, talleres, voceadores. EI periddico no gana casi nada, ia raro el pedo. Pa qué etons “Lanzar un libro que puede ser apasionante. Ganar algiin dinero. 338 10, asi en niimeros al chile. como seiscientos mil, por ejemplo. ~Aaaaay ora si me la restiraste, Garibay. Pura pasion y dine ro ysin que me rompan el hocico... Bueno, que sea. Si ti tam= bién me transas no seras el primero. Aguanta, 2n0? se volvid a la sefiora de la Lindavista. La seitora de la Lindavistal agaché la cabeza, miré hacia la ventana, sonriendo-. Mi mujercita siem- pre esté de acuerdo con su senor, Aaay me azoté, jme azoté de tan mamén! -y rié durante un buen rato, repitiendo la frase, A partir de ese momento la conyersacién tomé el rumbo, de un verdadero campconato de palabrotas. Me esforeé en su- perarlo, y cuando salié dijo: jEres un viejo a toda madre! Viejo? Pensé. Yme adiviné Rubén, porque aiiadié aprisa =No no, ps qué paso zya mandandome? qué pass, Eres un se- fior de mucho respeto pero a toda madre. Ahora, en los vestidores, cuando afuera ruge la bestia con la primera estelar de la noche, vuelvo a preguntarle: ~aa pelea esta arreglada? Rubén hace un poco de calentamiento. Sombra, sentadi- Ilas, abdominales, cuello. ¥ con tanto, no sé si asiente como respuesta. =din qué round se vaa caer el tailandés? ~pregunto. Se acuesta en la banea y hace respiraciones profunds vanta un brazo y con el indice sefala el techo. ~zNo es mucha bronea, en el primero? ~pregunto. Hay que regresar a tambor batiente, como dicen tus cu: tes periodistas. "jOlivares enrachado y en plenas facultades! 2No ves que mi publico quiere verme otra vez en el pinaculo? (Rie.) jBuitres ojetes! ede ésta, Rubén? —Dos mas. =2"Chambas"? Seguro, chambas. Al rey hay que cuidarle ef -¥ de ahi al cuarto campeonato... {Las pendejo! jPerdéname, Garibay! Quinto, al quinto campeonato. Le- 390 ~éTe lo daran? gilevo. =2Por qué a giievo? ~Porque conmigo se h pensar que soy muy bueno © que me quieren mucho. Mira ano te digo? Ni siquiera acabé de vendarme el viejo ojete. ;Mi- ra como me dejé las vendas el hijo de su puta madre! Quien? gQué tienen las vendas? -El viejo ojete del Rosales. Deténme aqui, jalale fuerte, Pero estas mejor con Rosales que con el Cuyo. —También te roba, s6lo que mas finolis. Viejo cabula. Echa- ine ese extremo, eso, gracias, Garibay. Estamos solos en los vestidores. Un pasillo largo, bancas metilicas en medio, espejos, casilleros de metal atornillados a Jas paredes. Hucle a pintura fresca y a sudor rancio. =2Cémo te sientes? Cada vez mejor. Ya la sed me la pel, ya viste c {No hay miedo? -No, ya orita no, ya que estas al filo de los chingadazos se te quita el miedo, En los entrenamientos a ratos si se te arruga, por la bajada de peso no? que te jode, y Ia espera, piensas chingao, faltan semanas! y que no comes, no puedes beber, y siempre hay alguien que te esta chinga y chinga: “que no, que cuidate, que este cuate si tiene con qué”, sientes que no va a acabar nunca el pinche entrenamiento, Pero ya después del pesaje te calmas, Tu me viste en la mafana como estaba yo. Alo macho que un minuto mas y madreo al pinche comisionado. En la mafiana pasaron por mi a las diez en punto. Cruza- mos de punta a punta la feisima ciudad. A las once al centavo estibamos en la ceremonia del peso. Habiamos legado en una camioneta ultimo modelo y en un coche tiltimo modelo también; al Péas le gustan los automéviles tiltimo modelo ("No s6lo me cobran hasta el diltimo centavo de impuestos los rate- ros de la aduana en México, sino que todavia le inventan y le inventan, quesque cada tornillo extra es de lujo jy métele! tos botes me han costado tres veces lo que cuestan de este la- do.” *Y zpor qué no pides ayuda a alguna autoridad, Rubén? ichan los cabrones! A poco voy a Ja manana. 340 No te seria dificil conseguirla.” “Chinguen a su madre. Pa qué. Si me roban que me roben los ojetes. Con otra madreadi ta cae la pachocha y me recupero.” “Rubén, puede dejar de caer...” “Entonces empezaré a chingar a mi madre, Garibay. Ps qué le haces.”) En la camioneta ibamos Rubén, Ignacio y sus m, camaras, el Jarocho, el boxeador Enrique Garcia y yo. Rubé cchado atras, adormecido, palido, cenizo, la boca abierta, h lado y de endemoniado mal humor. Preguntaba, moviendo apenas los labios: dB jugo de carne? ne, ya biene, ai, Rubén ~contestaba el Jarocho. 2 Ya bit ~2Ei jugo de naranja Rupén; yo mismo me ocupé. agua? ¢Las cervezas? 2El cofiac? -Ya bienen, ya bienen, ai, no te apures por nada. ~aLos chiles? -Ya bienen ai, ya bienen, todo lo rebisé con tiempo, Rupén. -Entonces por qué no le aprietas, hijo de la chingada, vas a vuelta de rueda, =Ya le aprieto, Rupén, ya le apricto, es que hay mucho wafi co, pero ya vamos a llegar, ti no te apures. El Jarocho habla con descarado acento yucateco, y es el enca rgado del Bradley's, el bar de Rubén, cerca de la mexi nada y con clientela de negros y ancianos alcohdlicos sobre- ntes de Gorea y Vietnam, Una de las meseras alli es ka efiora del Bradley's’, rubita, bilingiie, senalada, de di labas. gar cualquiera bajo las graderias colocan una me- illas y una bascula. Llegan médicos, comisionados, cmpresarios, managers, entrenadons, apostadores, vagos de banqueta, periodistas, fotdgrafos, y arman todos una vocerit ensordecedora y nadie comienza nada de nada. Los pigiles son ficilmente discernibles: éste que esté acd, ése, aquél que camina enjaulado, aquel otro, como estatua. Sc ven sombrios, palidos, agrios, lacios ¢ impacientisimos, conteniendo con mu- cha dificultad impulsos evidentes de venganza criminal. Un pequeiio ejército de especialistas los ha preparado minuciosa- a mente durante semanas y semanas, y los ha convertido en ma- quinarias casi perfectas para la violencia y el destrozo; del hig: do a las manos, de la frente a los pies de cada uno de cllos es un hombre tranquilamente mortifero, matar a un ser natural de su peso les llevaria menos de un minuto; son muy jovenes y son viejos maestros en humillaciones y pobrezas; son humil- des, un poco estrabicos ya, ya un poco entontecidos; los ame- naza la ceguera, la idiotez y la mendicidad y poseen todos el campeonato indiscutible de la explotacién padecida en la so- ciedad de consumo. Hoy en la noche ganaran algiin dinero del que verdin aparecer en su bolsa, si bien les va, la tercera par- te. Tienen parpados duros y orejas tapiadas de carne cocodri- Ja, Son reminiscence inte de aquellos Ayax y Diomedes =gloriosos asesinos~ a quienes Aquiles interrumpié el combate para que no quedara humillado ninguno de los d Yaqui llega, el iltimo, como conviene a su categoria, | lisco entre maraias de brazos y gritos. Rubén Olivares, El Ptias, El Grande de la Bondojo, Mister Knock Out, El Alarido de la Raza Allende el Bravo, El Monstruo de la Taquilla, El ‘Aloque Hecho Existencia Di [Fragmento de Las glorias del Gran Prias, 1978) 342 Julio Scherer Garcia | Para el presidente Mao, el mundo es China Ta Chai, 24 de abril. FI Presidente Mao Tse-tung, que expuls6 a Confucio de escuelas y uniyersidades, lo eliminé del mundo chino y acabé con él como con el peor de sus enemigos, ha yuclto a leer al filésofo de la antigtiedad oriental Algo que casi nadie sabia, que nadie se atreveria a decir, misterio en los misierios de Mao Ts e-tung, fue contado por el primer ministro Chou Endai, camino a la ctispide de Ta Chai, prodigio de esfuerzo y perseverancia. El segundo en el gobierno chino, que canta mas que habla, y parece frail y es incansable, y lena de inteligencia su sonri- sa, pues de ella se vale par tregua, curtido de arrugas y jovial, como si la vida estuviera comenzando, dijo: “EI Presidente Mao esta volviendo a leer a Confucio. Tam- bién esta releyendo Los libros de los escritores del tiempo de la dinastia Ming”. El polvo del camino era una nube. “Esta repensando muchas cosas. La vida toda. Sus propias obras. A veces escribe mucho. Pero lee, sobre todo lee.” En un yip, encogido sobre una Ilanta de repuesto, uno en- tre ocho personas donde apenas cabian cinco, el piso del ve~ hiculo cubierto de botellas dere frescos, un cielo maravillosa- mente azul y el café apretado y duro de las montaitas, Chou parecia ingenuamente humano y doblemente legendario. Sudoroso, el saco abierto, habia hecho de un alto funciona- rio mexicano su interlocutor ya él se dirigia, sujeténdolo, co- ‘mo a todos, con la oscura luz de su mirada. “EI Presidente Mao esta volviendo a los libros muy viejos. Emplea mas de diez horas, todos los dias, en leer y hacer ano- taciones. Marca muchos voltimenes. El Lipiz en la mano, el li conversar s1

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