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Etxeberria, Xabier. Temas básicos de ética (4a. ed.).

, , España: Editorial Desclée de Brouwer, 2008. p 1


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I ediL”iön: ÏehreFo 2ïJ02


‘ DCÎFElOFł: OCŁubre 2o03

Ñ‘ C!ÓFElOFł: OCŁubre 200fł

s X«hirr Etxeberria, *0ß2


C Oescfńe De Brouwer, SP., 2ÜO*
Henao, ò - 4óD0 Bilbao
\t"»' ”.CiÓE5cIe+'.cUrI1
inÏug'ertł•sc1ee. com

Fquiyo caurdinador de la colección


Iîdefonso Camacho

Augusto Hœtai

Diseñn Eo]ección
Luis Æonso

Etxeberria, Xabier. Temas básicos de ética (4a. ed.).


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Contenido

PRESENTACIÓN . . . . . : . .: .
NTR 13
a› La ética en la socieda 13
b) La ética fi[osófica....................................................................20
CAPÍTULO 2. LA ÉTICA COMO HORIZONTE DE PLENITUD....29
I” felic *9
b› Las virtudes. . . . 41
› L»‹ 47
d) EL mar. ’ ” ” na 55
) É neÜgión.,. 65

85
93
lO7
e) La soIidarid.ad. . . . . . 123
fl Ética y derecho 131
CAPÍTULO 4. LA ÉTICA COMO ARTICULACIÓN DE
PLEhf]FICA- C1ÓN Y CONVIVENCIA , 139
aT Ética cix‘iI y éticas de:máximos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139
.... 148
b) Comunidad y justicia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . lGO
... lG7
•z} Universalidad y relativiócd . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
d) Ética de los principios y de las cons uencias . . . . . . . . .
...
CAPÍTULO 5. LA PERSONA COMO 5L°jETO /vtORAL QME
REALIZA LA ÉTICA............................................................................... 1 7l

c) Ln sabiduría pracricn.......................................................183
CAPfTULO 6: ÉTICAS APMfiADAS...........................................189
a) Qué son las éricas aplicadas..................................................189
h) Temas b.1sicos ce étic.a y ética aplicada a las profesiones.....194
ANEXO- BREVE ESQUEMA CA.................201
BIBL]OCRA 205
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Capítulo 1
Tema introductorio

El acercamiento f ue poderno5 hacer a la ética no es nunca intempo-


ral, aunque queramos realizarlo a partir de sus temas básicos, esto es,
de aquellos temas que consideramos más fundamentales y
permanentes. Esta obra, que pretende presentar Ja °etica definiendo y
analizando dichas no puede ignorar esta observación. Par eso, conviene
comenzar explorando brevemente cuúles scm las circunstancias
sociales actuales
que condicionan, estimulan y delimitan nuestra Pregunta por la moral.

T. Cabría decir que hoy nos tia•za vivir un ambigua protagonismo de la


étic ° f ue sigue a una cierta marginación sufrida en el pasado reciente.
Esto es algo que puede vene especialmente en su compleja relación can
la tecnociencia. Hasta hace relativamente poco tiempo, parec ° f ue la
te•znociencia amenazaba can sustituir a la ética. La primera se nos pre-
sentaba, en efecto, como un conocimiento fiable y fecundo, caIT/D Sigber
y transformación de Ja que se sabe, del que cabí« derivar orientaciones
precisas de cara a io que conviene hacer para afrontar nuestros proble-
mas y resoIve'r nuestros males físicos y sociales. Los sistemas de
prescrip- ciones prc•puestos por las divenas teorí.as “eticas parecían
mostrarse arbi- trarias e ineficaces. Se vivia la ideoIogia del progreso
tecno•zientífico.
Pero curiosamente, es este propio progreso el que nos ha i P^*sado
a volver con fuerza a Ja *etica debido a dos tipos de razones. Por un
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lado ha hecho aparecer problemas nuevos que no vernos cómo pueden
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resolverse desde el rnero enfc•que científico: piérzsese, par ejemplo, en
las biotecnolagías aplicadasa apïicablesa la reproducción humana (la
clonación y otras), que cuestianan nuestra concept:ión de la persona
humana —de 1o que es y de cuándo cornienza a ser—, nuestras
relacianes de parentesca a través de las que nos hemœ constiruido,
etc.; la ciencia se muestra incapaz de dar una respuestaa esas
cuestiones, en el sentido de discernir entre la permisible, io
recomendable y lo prohi- bido, y para ella acudea la ética. Par otro
lado, la tecnociencia se ha mastrado no sóio como liberación sino como
amenaza, debido a que en unas ocasianes no ha sabido prede ir y en
atras no ha podido controlar los eiectos perversos de sus realizacianes:
piénsz°se ° 9ui especialmente
en la destrucción ecoiógica qu-e dana gravernentea las generac\ones
presentes y amenaza aún más decididamentea las generacianes futuras,
pero lambión en los efectos en c•c:asiones desconocidos aún y en atros
ya experimentados como dañinos para nuestra salud, de las tecnolagías
aplicadas a aqueïlo con I° due nœ alimentØT œ. La tecnia•ziencia se ha
mostrado como gran pc•der, pero no came poder discerniente ni auto-
contralable. Y donde hay pocIer sc•bre to valioso, nos dirú H. Jonas1, hay
responsabiJidad de caraa su conservación, una responsabiiidad
due se cancreta en una pre'gunLa estrictamente ética: ¿debe hacerse tc•do
la que técnicamente puede hacerseï
La ciencia que oscureció a la *etica la ha puesta así de moda, pidién-
dole directrices para su acción. Pero esta liamada de socorro no estă
exenta de ambigüedad. En parte debidoa que sigue may presente la
creencia e• due en definitiva es la tecnc•ciencia la que resolverá
nuestras problemas y *° due nos abriráa los humanos a posibilidades
de reaïiza-
ción impensadas hasta face pc•c:o: desconfiar de e]la, querer ralentizar
sus avances, tiendea ser percibido como retrógrado. En parte también
porque aunque se crea en ia conveniencia de esa regulaciön “etica, se
ve
como enarmernente difícil: J° s realists pensar en que se puede controlar
la velacidad y la orientación del avance tecno•zientífico arientado a1
beneficio de los que la prolztgonizan, desde el “débil poder" de las pro-
puestas eticasÏ Todo apunta a ver como imparablemente compulsive el
I. Parel carác¢er de esta cara, no se recarga+ź el texlzi con ciŁas de kms aulares sino que se
mclui- ź al ïinai de cada apanado una noLa bibliogțálica" que remiliră a cŁras de
autores aiudidos que a su vez pueden servi‹ para profundizar la mat:ado.
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avance de la tecnociencia (”ha› f ue hacer todo lo f ue P °ede hacerse"),


en parte por su compulsividad interna, en parte por la compulsividad
de la búsqueda de beneficios con la que está envcrelta, en parte por las
propias demandas de la opinión pública que desea las bienes }‘
comc•di- dades que acarrea P°* °•• ima del temora Jas amenazas que
encierra.
Una primera conclusión f ue se es. pues, ésta. la ética en
nuestros días es muy necesaria pero débil. Veamos cómo se matiza esta
conclusión desde otras caracu°risticas de la sociedad actual, avanzando
a partir de las consideraciones precedentes. La tecnociencia no sólo se
muestra corno poder deficientemenfe diwerniente y autocontrolable, se
muestra igualmente corno poder no equitativo. Por ejemplo, las tecnolo- gías
aplicadas a la alimentación han aumentado grandemente la produc- ción
pera no han garardizado el reparto a todos: vivimos tranquilamente el
escándalo de que cobrando alimentos, miles }‘ miles de penor as mue- ran
diariamente de hambre. Aquí se nos dirá con razón. no hay que pedir a
la tecnc•ciencia 1a f ue depende de la organización de las sociedades
humanas. Y es cierto, no puede se}:Pararsea la primera de su gestión por
IOS OÓ€?F€'S @DIIticas y económicas. Por eso, las problemas se trasladan
ahoraa estos pc•deres, pidiendo de nuevo ayudaa la ética para que las
controle y oriente. Pero también ambiguamente. Par un Iado ha•zemos
llamadas a la justi•zia distributiva, tanto en las niveles nacionales como en
los internacionales, para que guíe las decisiones, reclamando que nadie
esté P IVádo de los bienes básicas f ue garanticen su libertad y sus posi-
bilidades de autorrealización en dignidad. Pero por otro Iado tendemos .a
confiar las soluciones a los técnicos en economía y empresa guiados por
su solo saber técnico, porque son Io• f ue de verdad conocen las leyes
del mercado y en el fondo —ya sea por ineviEabi(idad, ya sea porque así
conviene— se entiende que no pc•derno5 IT en contra de esas leyes.
Una segunda conclusión se diseña de esEe modo: la *etica se vive
hoy de manera relevante como Jiamada a la justicia distributiva, que
habrá que saber concretar en su contenido (¿qué bienes deben
distribuirse y
•°s*• Qué criterios!) y que habrá que saber engarzar adecuadamente
con las dinámicas de decisión políticas y económicas apoyadas a su
vez en 1os conocimientos que proporcionan las ciencias so•ziaIes. El
que también aquí la ética se nos muestre a la vez como necesaria y
débil, refuerza el reto no sólo de clarificar sus fundamentos y sus
expresiones
sino también el de interiorizarlos en Eodos los ciudadanosa fin de f ue su
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efectividad sea real. Toóos los pensadores clásicas al tratar de discernir


qué era eso de la *etica, incluían una dimensión de a/de/ó. de educa-
ción en la misma como parte decisiva, según se aclarará más adelante.
Esta dimensión de paídeia se desprende como necesidad de todo lo f ue
antecede, pero también de todo la que sigue.
En las limitaciones del enfoque científico, aplicado tanto a Id P
ducción material de bienes como a la organización de la sociedad, se
descubre alg° f ue es muy relevantea nivel socia! pero tambiéna nivel
personal: no podemos centrarnos en los medios sin habernos plan-
teado la cuestión de los fines. Diversos pensadores —corno Habermas
a Taylor— han resaltado que en nuestras sociedades, por influencia
de la temo iencia, tiende a dominar la razón instrumental, aquella
razón que se apiicaa descubrir y aplicar Jos medias más eficaces para
real izar determinados fines. Supuestas las fines f ue no se cuestionan
consumo múximo de bienes, éxito
profesional según los baremos sociales- nos centramos decididamente
en los medios con los que los ]ograremas. Por supuesto, de caraa ello
el recurso a los saberes científicos ya las saberes estratégicos es fun-
damental. Ahora bien, la ética propone aquf dos cuestiones decisivos
previas. La primera es que antes de discernir sc•bre los medios ha› f ue
discernir sobre los finesa los deberían servir: los medios se dignifican
moralmente cuando sirvena fines dignos que ha}‘ que concretar, por
ejemplo la justicia social o una determinada pienificación personal; esto
supo• ° f ue hay que comenzar por •zuestionar Jos fines que
encontramos
dados. La segunda cuestión, f ue desLac ó con espec:iaI fuerza KanE, es
que la utilización de estrategias e IUStTMFEtCFlLos dJ S•E!FViC IO de los fines
propuestas no puede incluir Ja instrumental ización P rc•piamente
dicha del ser humano, su uso como puro media.

2. 5i In gran circunstancia resaltada hasta ahora para encamar


y contextualizar las propuestas éticas ha sidD iB de la tecnociencia, la
segunda, tan relevante como ella, es la que podemos llamar “cultura
rnoderw^. A los efect°• f ue aquí nos interesan, conviene destacar tres

> Algunos ccnsirteran que d¢Jzemos hablar va de cultura posm¢xJerna. De has m¢xáos, )o
quP podría llamarse tx›smadernidad pone de hechn !a acentuación de los rasgas de la
moder- nidad que aquí se resaltan, por lo que La distinción no resultan refevaNe '*° •°'•
'°* '*'i•^
buscado.
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rasgos relacionados con ella. el de la secularización, el de la auIonomí.z


y eJ del Pluralismo.
De la secularización, fenómeno complejo que no entramos a ana-
lizar propiamente, vamas a tener aquí en cuenta sólo la pérdida de la
referencia religiosa para la organización de la convivencia y la vida pública,
y el replanteamienEo de la misma para el diseno de los planes personales
de vida. El primero de estos datos ha significado de hecho la
potenciación de la importancia de la ética con fundamentación
intramundana: dado que ya no nos remitimos a la re1igión para regular
nuestras relaciones, dado que esta regulación es una necesidad perenta-
ria, tendremos que acudira un sustituto d€? la misma que no P•ede ser
atra que la “etica. La ética pasa asi a primer plano; con una perspectiva:
la de ser sobre todo "etica de la convivencia, ética cfvica; y con un reto:
el de encontrar una fundamentación autónoma, no dependiente de I.z
religión. El problema es que esta ética de convivencia no da en sí el sen-
tido de la vida que cfeseamos y necesitamos para que nuestras acciorms
no se sitúen en la pura arbitrariedad. Tenemas entonces gore abrirnos
personal y grupalmentea un sentido que dan las cosmovisiones y que
también se relaciona con la ética no y.z tanEo por el iado de la norm.a
como por el Iado del ideal de felicidad y plenitud. Pues bien, esas cos-
movisiones pueden ser religiasas o laicas, y ante ellas estamos llamados
a pronunciarnos libre y experien•ziaImenEe para f ue ID ético pModa ser
vivido en plenitud.
Si ta religión ha dejado de ser referencia pública para la conviven-
cia ciudadana y si ha pasado a ser re'ferencia opcional de sentido para
la realización de los ideales de vida, se debea que la mo<Iernidad ha
resaltado un valor por encima de cualquier oEro, ei de la autonomía.
Para el pensamiento moderno, desde el punEo de vista moral somos
ante tabla pe •*••°• f ue se auto<Ieterminian disenando y
realizando en
libertad sus proyectos de vida, que pueden incluirse o no en un marco
religioso. La éti•za moderna es así ética de ía libertad y para la libertad. En
su radicalidad esta se nos muestra en la expresión que ya señalara MIII
**° f ue no ter›BITgOS deberes para con nosotros mismos y para con
ios otros sólo deberes de respeto de su libertad, de no hacerles dafio.
Este enfoque tiene el afracEiva del subrayado de la libertad, que pasa a
ser no sólo condición sino, de algún modo, contenido de la *etica, supo-
niendo en cualquier caso el rechazo de tadas las propuestas morales
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IB

¡rrzgadas heterónomas. Es además un enfóque que tiene como tarea


aún pendiente la de ta gestación de tc•das aquellas candiCioFies •°• °*°•
f ue se precisan para que puedan re'mitirse a él tadas las personas —
piénse-
se, por ejemplo, en Ja situación de muchas mujeres. Con tado, tiene
también sus puntos oscuros. En primer 1ugar, vivido como mera libertad
“negativa" (que no obstaculicen mi libertad) puede derivar hacia el
individualismo insolidario. En segundo iugar, tiende a fundamentar la
elección de las acciones e incluso de las planes de vida en el hecho
^° f ue han sido elegidos más que en el hecho de la vali°•°• f ue en sf
sean, can lo cuai se camina hacia el reJativisrno e incluso el ernotivismo
(eJijo lo que me agrada por el hecha de f ue me agrada), *° f ue al final
devalúa la consistencia de lo que se elige. Esto es, la *etica no puede
renunciar a remitirse a la autonomía, pero tendrá que hacerlo sin caer
en sus trampas, r°‹° *° f ue deberú abrirse a ía justicia y a la
consisten- cia intrínseca de lo que elegimos corno proyecto de
felicidad. Este es otro de los retos de la ética de nuestro tiempo y
Iugar.
El tercer rasgo de la mc•dernidad deriva evidentemente del segundo.
5i priorizamas valor la autodeterminación personai, debemos
priorizar el pluralismo que se desprende de elJa —de las elecciones dis-
pares- y f ue la facilita —dando una rica variabilidad para
las.e1ec•ziones-,
con lo que es el propia pluralismo el que acaba riéndose como valor
rnorai. La *etica mina pasa a ser así ética de la pluralidad y para la
plu- ralidad. También can sus problemas, porque, sin Tenunciar a ella,
tendrá f ue encontrar las mínimos comunes posibilifadores de la
convivencia de las libertades —ante 1os que no cabe el pluralismo - y
tendrá f ue encontrar también las reierencias compartidas para que sean
posibles las
necesarias decisiones colectivas en torno a *,i°•°s ,iu° van más allá de la
mera regulación de Jas libertades: ¿deberá tratarse sólo de bienes en
los f ue convergen nuestras intereses individuales o podrá y deberá
hablarse de auténticos bienes comunes que los desbordanf Nuevos
retos para una ética que pretende serlo de los tiempas modernos.

3. La tercera circunstancia de actualidad que junta con la tecnociencia


y 1a modernidad conviene resaltar es la de la canflictividad intercultural
en el marco de Ta g1abalización. La actual globalización informacional
—desde las tecnologías de la información y Ja comunicacióz+—, econó-
mica —productiva, mercantil, financiera— y politica —redefinición de la
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1. T6KA I 1JTRODUCTCR 0 /9

referenciaa los Estados nacionales-, tiene das cuestiones especialmen-


te relevantes para la ética. La primera de eiias nos pone de nuevo en
contacta can el reto cfe la justicia: el mundo se globaliza generando un
fuerte porcentaje de excluidos, por lo que buscar esquemas de justicia
internacional o gIobBI —con el impacto f ue se pre•zise en las estructuras
económicas y políticas— es prioritario. La segunda de ellas nos acerca al
plurahsmo ya senaIado, pero can otros matices, como pluralismo cultu-
ral. La globalización que runciona en parte como uniformación cultural
a la que se le asignan ciertas ventajas, es por otro Iado percibida como
amenaza por las comunidades culturales vulnerables. f ue temen perder
su especificidad. Dada además ía interdependencia y la movilidad geo-
gráfica que estú suponiendo hace que la conflictividad
cultural no sea vivida a distawia sino en el contacta. jHay asimiIacioru=s
culturales legítimas, por ei contenido }‘ ei moóo de las mismas7 ¿Hay
que enLrar a juzgar desde el exterior la validez de los divenos sistemas
culturales7 ¿Qué políticas de multiculturalidad e intercuituralidad son
éticamente sosteniblesz ¿Qué medi.aviones hay que establecer
para resolver los conflictos entre cuiturasT jCabe definir una ética uni-
versal —de m *• •°•— f ue tenga realmente fundamentada su
pretensión
de validez transculturalf Estas son cuestiones de algún modo ya cJásicas,
pero que hoy adquieren connataciones especiales, porque aparec:en tras
las pro•zIamaciones de derechos humanos universales y por la amplitud
de ías mismas, pues abarcan ya a tc•da la humanidad ya tc•das sus expre-
siones culturales.
En este volumen, como ya comentamos en la presentación, no se va
a entrar en la consideración de los problemas específicas que se cfes-
prenden de Jas tres circunstancias de actualidad f ue se han considerado,
pues pretende ser una obra —en un nivel básica deloquese entiende
como ética fundamental, no una abra de ética aplicada. Ahor.a bien, las
categorías y temas que se propongan serán estudiados en su nivel defi-
nitorio y fundamentador de tal manera que, habiendo sido inspirados en
parte por la tradición académica cfe la ética pero en parte también por esos
problemas, se muestren fecundos cuando se utilizan en el marco de las
mismos.
Esta orientación del presente volumen a la aplicabilidad tendrá una
concreción esP °eiaI para el tema de la ética de las profesiones, CDTT\O 5e
expJicará en eT capítulo conclusivo (6b\. En sociedades complejas como
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las nuestr.as las profesiones ocupan un Iugar muy relevante tanto a nivel
socinl como personal. A nivel social son precisamente ellas las que
soportan el grueso de la dinámica so•zi al. j@uiénes estún debajo del
av.once tecnocientífico, del diseño y realización de las políti«as sociales
y económicas. de la aplicación de los sistemas jurídicas que pretenden
regular la convivencia de las libertades, de los procesos productivos y
comerciales, de la realización de politicas de solidaridad, de los Pro-
cesos de inculturaciÓn y de • Prendizaje, de la gestión de la movilidad,
etc.T Profesional es, z2U FFILI \ /M€?F\a medidia. La ética profesional es de
este modo condición de P^5ibiJicI.ad y realización del bien social y la
¡usticia. Pero también a nivel personal la Profesión es relevant€’, P^^^ es
desde ella nos definimos de m¢>*^ P ^ F€’F3t¢? haciéndola
enErar fuertemente en la cor1fI§LIíZlC IÓn de nuestros Proyectos de vida.
La Pror« an no lo es todo. por supuesto; uno de sus peligros es
preci-
samente hacerla el todo cfe nuestra vida; pero es mucho y ese mucho
debe ser adecuadamente tenido en cuenta. Las categorías presentes en
este volumen no van a remitir explícitamente a la ética profesional, }‘
en este sentido tienen también vo•zación de servir a quienes tienen otros
intereses, pero estún guiad.as por la intención de que sirvan explícita-
mente cDfTiO ética fundamental para qu ienes se acerquen a la ética de
! ^ P DÉB5IOF\E5.

Ncnzi bi6ïiugra/ic a. En el pnL•sente aparwdo su h1 citaclo a c:uatr‹› au1ores a f‹+s


que rescil fa inturesanle atur a rse para cono•uer mú s a mplinmc•n te su pensa miunfo
respeclu n lo aqui lrataóu: HABERM.\S, ]. y 1989l, 1i”enaia }' ftx'ni”ca amcf / in JÚ,
Teonas, Madrid: Jnn:AE, H. (1995), El jnrinc'ipio de respc/ns sbilsdnd. £nsa dè crna
éiJ”va pau /a c-i”r•i/izac/ún iec noïógioa, H erder, ü arc:eÍona: MILL, J. fi. 11970›,
s‹•hra•
la liberl zd, Alianza, Madrid: T.AïLr7g, C. ï 1 994j, Érioa óe /u auIenli”c-”‹ ad, Paidús,
ü a rcefo na.

Resulta normal que antes de hablar de temas básicos de ética comen-


cemos por definir al menos .zproximntivamente Qué es la ética, aun
asumiendo que se tendrú una concepción mús adOCLlada de la
cuando se h.ryan abordado también esos temas.
Etxeberria, Xabier. Temas básicos de ética (4a. ed.).
, , España: Editorial Desclée de Brouwer, 2008. p 21
http://site.ebrary.com/lib/biblioitesosp/Doc?id=10472749&ppg=21
Etxeberria, Xabier. Temas básicos de ética (4a. ed.).
, , España: Editorial Desclée de Brouwer, 2008. p 22
http://site.ebrary.com/lib/biblioitesosp/Doc?id=10472749&ppg=22
22

dice que la mo<Iernidad puede ser definida como el arte de la separa-


ción de estas estructuras holistas, inspirado por el anhelo de autonomía
personal; pero tal separación, en el contexto de lo que llamarnos cul-
tura occidental, empiezaa producirse antes. Puede decirse que la “etica
filosófica va a aparecer pre•zisamente desde el proceso combinado de
reflexión sobre el hecho moral en sentido más estricto y de separación
de la moral respectoa sus otros componentes del marco holisLz.
Reflexión, pues, por un IndO. *<• f ue se vivía como e•0hos es sistemá-
ticamente analizado, criticado, fundamentado desde la racionalidad, ha-
ciéndase t/ieorfa. Con lo que empezó a poder distinguirse así dos niveles: el
de los sistemas morales concretos y el de la reflexión sobre
esos sistemas. Ello permitió disenar igualmente otra distinción —que Hegel
acabaré tematizandoa su modo entre etivióacaf sistema de costumbres
y normas existentes, y mara/idacf o relación consciente deJ sujeto CDFI el
sistema normativo ideal de su comunidad, pam aceptarla, modificarlo o
recharzarlo. Aparecerán a partir de ahí reflexiones filosóficas que insisti- rún
en la moralidad (Kant), cargando en el sujeto la iniciativa de lo ideal
normativo aun9• ° Cheque con la eticidad dominante y apuntando hacia
la universabí/ióac/como condición fundamental de Ja norma moral; atras en
cambio v.1Iomrán más la eticidad /°* P ropio Hegel).
5i la ética fi1osófica nace por tanto de esa labor de reflexión, nace
igualmente separándose de los atras componentes de su anterior rela-
ción Solista. Se pretenderñ así separar la de la religión para generar su
contenido y fundamentación al margen de ella, pero igualmente del
derecho y de la política. De ese modo, la ética filosófica Lrata de dañarse
de autonomía ‹espec:ta a los otros niveles. La realidad de estos intentos
ha mostrado que esa separación es reievante para la constitución de la
*etica filosófica propiamenu° dicha, pero que se mala de una separación
compleja, por9ue se siguen dando inevitables conexiones en el campo
de la normatividad compartida en buena medida por tados. pero incluso
en el campo del sentido. La ética filosófica surge cuando se libera de la
subordinacióna la religión o ni derecho, pero para mantener una auto-
namía relacionai con ellas, apcional en el caso de la religión, obligada
en el caso del derecho.
Desde todo lo que antecede puede indica• ° f ue definiremas la ética
filasófica: 1) cuando especifiquemos Ta separación y relación qrte man-
tiene con I.a religjón y el derecho; 2) cuando espccifi9uemas los diversos
Etxeberria, Xabier. Temas básicos de ética (4a. ed.).
, , España: Editorial Desclée de Brouwer, 2008. p 23
http://site.ebrary.com/lib/biblioitesosp/Doc?id=10472749&ppg=23
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niveles reflexivos que se dan en el úmbito de lo moral; 3) cuando can-


las das caras de Jo moral, la
del bien y la de ía obligación; 4) cuando cancretemos también de qué
tipo de saber se trata. Abordaremos la primera tarea en apartados poste-
riores, en los que puede seT mejor situada. Pasemo5 a CDFlcretar ahora las
restantes.

2. La ética filosófica se nos muestra can nitidez cuando se distinguen


niveles en la Para nombrarlos suele aprovecharse el hecho de
que disponemos de dos palabras —"moral" y "ética"— que aun 9ue
eEimo- lógi•zamente pueden suponerse remiten a
bre" desde la raíz latina o griega— se utilizan para senalar contenidos
diferentes, especificando tres niveles de lo moraJ .

• La mor.a/. Es el nivel del mundo social, constituido por el conjunto


de valores, normas e instituciones morales, existentes en una socie-
dad dada y merecedores del reconocimiento general, que vincula
n sus miembros en forma de ideales compartidos y de obJigaciones
y prohibiciones. juega, por eso, un papel en la vida
cotidiana de todas, muchas veces de modo inconsciente (con
frecuen zia sólo se hace consciente cuando se da un conflicto de
conciencia, que puede empujar a pasar al segundo nivel). Formado
históricamente, es históricamente cambiante. En este nivel encon-
principalmente componentes: J) los srsfemos mora/es
concretos o conjunto de normas y valores existentes en una socie-
dad 9^^ orientan y presCFiben las conductas de modo inmediato; 2)
un Jenguoye mortal lig,ado direNamerrtea la acción, que se concreta
en los innumerables juicios morales espontáneamente emitidos y
que encuentra su apayo en los antedichos sistemas; 3) unas accio-
nes f ue son catalogadas de morales o inmorales.
• La é/ic.1. Es el nivel del pensamiento o filosofía que tiewe por obje-
to de reflexión ei primer nivel. Es decir, el objeto de la ética es la

ü. 1a verdad es ¢§ze hay en ello cierta arbitrariedad, por lo que onos autores acuden a las
mismas palabras para marcar oFas dis1incíorzes, nerándose asi confusiñin en el JecJar no
[xevenido. En esta córa, sieri\pre que prezendamus marcar una distinción en1re mnral }' ética,
nos rnlérire- mos a la dn1incion que ac|uí se señala. Téngase preseMe en cualquier Easo
¢}ae Ió que importa es captar In distinción.
Etxeberria, Xabier. Temas básicos de ética (4a. ed.).
, , España: Editorial Desclée de Brouwer, 2008. p 24
http://site.ebrary.com/lib/biblioitesosp/Doc?id=10472749&ppg=24
moral. La ética se constituye como el
de (a fundamentalmente p.ara respondera estas tres cues-
tiones: I ) precisar en qué consiste lo moral, distinguiéndolo de las
otras ámbitos que san también objeto de saberes “prácticos"; 2 f
precisar igualmente las bienes supremas y/o reg/.as o zrnpe•raTivos
QUE le constituyen en referente moral último de nuestr.as acciones;
3\ buscar argumentos que fundzmenten dichZlS |D^•P ° estas éticas.
Desde el abordaje de esas cuestiones se ofFOCe una Drientación
mediato para las acciones
• La root.aé//c.a. Si la moral es el objeto de la éEica, ésFa se convierte en
objeto c!e Ia metaética. Pero ésta no reflex io na P ropiamente sobre
el contenicfo de la etica, sino sobre la estructura de su reflexión }‘
sobre la manera como habla de su objeto. Dicho deotro modo, la
metaéEica es la reflexión cr ítica que analiza eI discurso de la “et ica
en To relat iSDZ sltJs pretensiones }‘ a sus límites.

P.tra hacerl.zs más comprensibles, he nq uí tres juicios que ejemplifi-


can cada uno de las niveles precedentes.
tratesa nadie como puro medio" (ética); el criterio de utilidad de la ética
utilitarista no tiene fácil apIicabilid.zd por la dificultad de calcular cuanti-
LaEivamente qué acciones proporcionarán mayor pl.leer" (met.zética).
La distinción, en cualquier caso, y es lo que nas interesa aquí, nos
permite
acotar con precisión las objetivos de la ética filosófica —el nivel en el que
se sitúa este text. Podríamos empresarias de arro modo diciendo que
esta ética pretende responder a las siguie•*°• P reguntas: jcuúles son
I.zs condiciones de posibiJid.ad de la moralidadT, ¿qué significa ser
buen-of,
jpor qué hay que serlo }‘ serlo de una cierta maner.z?, jhay referencias
éticas universal iz.ables?

3. Para avanzar algo mús en la especific.ación del objeto de la ética


—delimitar lo que significa ser buena conviene, de todos modos. reto-
mar con mús detalle lo que se ha señalado desde el principio. que en
lo moral reflexionado por la ética ha}‘ como dos caras o dos núcleos
temáticos clave, el de( bien y el de la norma.
Siguiendo a Ricoeur podemos especificar dichas caras del siguiente
óue•zro: la étic.a hace aquí reierenciaa la orientación hacia una vida ple-
Etxeberria, Xabier. Temas básicos de ética (4a. ed.).
, , España: Editorial Desclée de Brouwer, 2008. p 25
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1 . T6KA I 1JTRODUCTCR 0

nificada, bajo el signo de las ncciones buenas, resaltándose de este modo el


carúcter de proyeczo; par otro lado, la moral se nas presents nama aquello
que se' inlpone come oó/z,ga/orio: la éEica hac ° ° 9ui referencia a un
conjunto de normasa reglas de normas que se caracærizan a la vez par la
vartsfrÏcvión (en I ibertad) y la universalicLsd. En el P rimer casa es
subrayada la esfima dè sí misrno.° en el segundo casa el respeto. En el
primer casa la distinción entre ser y deber ser queda mús difuminada; en
el segundo, FE\ÁS TBÓIEãJIzada.
Es¢as das caras no son fáEiles de armonizar, P°'= la prirnefd de ellas
nos al deseo y la segunda al deÂer. Cómo puede el deseo,
se pregun¢an unos. •••9ue sea deseo de bien, ser compatible con la
racionalidad ética, siendo, camo muestra la experiencia, múltiple y can
frecuencia compulsivoz jNo debe ser controlado par la normaa incluso
ignorado a la hora de decidir el campo del deberï JPero cóma pueden
pretenderse normas, responden otras, que no hagan referencia previa
a bieræs para el ser humano concreto, que es a ia vez ra•zionaIidad y
afectividadz JC ómo puede pretenderse la motiva•zióna favor de Ja
norma si se ignora el deseo, que es la fuente de ä>da rnohvaciónî Las
diversas
propuestas *eticas q ue se han hechoa Io largo de la historia de Ja
filosofia pueden ordenarse —simpiificadarnentw en torno a su diverso
modo de remisión a estas dos polos de to moral.

• Mms privilegian el polo del bien que deseamos corno fin: son por eso
propuestas teleológicas. Entre ellas podemos destacar la aris-
totéI\ca, con su prapuesta de bús9ueda prudencial de la felicidad can
la prñctica de las virtudes;a al hedonismo epicúreo, con su opción a
favor del c.1Iculo inteligente del Pi*cer-, o. ya en la actua- lidad, al
utilitarismo y su orientación al logra del mayor bienesfar para el
mayar número*. La *etica se orienta aquí direcLzmente hacia la
plenificación de la vida.
• Otras pŃvilegian la norma que se nos impone como deber. son las
P ^Ø Stc5 deonto1ögicas. Aunque P ° eden encontrarse arienLa-
ciones hacia este enfoque en los estaicas, es propiamente Kant el

4. Para que el lectar pueda si1uar hżslóricameniP a los grandes filósoÏos que van apareciendo a
la łargo de la abra, se oirece aî iinnl en artexo una sinopsïs hîs1órica en la que podrź end:on-
Etxeberria, Xabier. Temas básicos de ética (4a. ed.).
, , España: Editorial Desclée de Brouwer, 2008. p 26
http://site.ebrary.com/lib/biblioitesosp/Doc?id=10472749&ppg=26
f ue la inaugura en toóa su intensidad, concentrando lo moral en
la buena voluntad que excluye I.a inclinación del deseo y que se
determina por el respeto de lo que es en si vaiiaso, el ser racionaL
Las expresiones actuales de este enfc•que pueden encontrarse en
las representantes de la "etica “discursiva" —comunicativa o dialó-
gica— como Apel y Habermas, que insisten en el centramiento en
la norma correcta consensuada en diálogo racional por todos las
Ot CttZÓO5 por ella, y en IO• 9ue de un modo u oEra actualizan el
contractualismo, desde el C{uQ P r•• ne corno decisivo el res-
peto a lo que se decidiría en una situación hipot*etica de contrato
originario fRnxvls es eJ autor destacado). Desde el enfoque
deontalógica la "etica acaba siendo fundamentalmente ética para
la convivencia justa de las Jibertades, remitiéndose luego a la
autonomía de cada uno la elección del proyecta de vida que

• Hay en tercer lugar autores que se embarcar en e) proyecto explí-


cito de articular dialécticamente las das caras de lo moral. Entre
ellos, y ya contemporáneo, puede citarse a REI ae°‹. f ue aun9ue
afirmando en última instancia el de la cfe sí" y
con ello de la teleología, construye una compleja definición de
la ética como "anhelo de vida rea1izada, con y para los otros, en
instituciones justas".

AI exponer en esEa oÓra los temas básicos de la “etica tendremas


presente por nuestra parte esta búsqueda de articulación del bien .II que
puede remitirse el deseo y de la norma que debe ser acatada racional-
mente. Desde el enfo9ue hacia el bien la *etica se nos mostrará como
horizonte de plenitud, apareciendo desde ahí temas como la .aspiración
a la felicidad, las virtudes, las valores, el marco relacional y comunitario,
la distinción entre ética y religión. Desde el enfoque haci.z 1a norma la
*etica será vista como idea( de convivencia y los temas serñn aquí las de
Iey natural, autonomia, dBbeT y normas, justicia y marco institucional,
solidaridad y la distinción entre *etica y derecho. Corno expresión de
que deben asumirse enfoques para abarcar la complejidad del
ienómeno moral, se pasará a definir la ética como articulación de pla-
nificación y convivencia, algo que se expresa en fa interrelación entre
justicia y comunicfad, mínimos y máximos éticas, modulación entre
Etxeberria, Xabier. Temas básicos de ética (4a. ed.).
, , España: Editorial Desclée de Brouwer, 2008. p 27
http://site.ebrary.com/lib/biblioitesosp/Doc?id=10472749&ppg=27
1 . T6KA I 1JTRODUCTCR 0

universalidad y relatividad y principias orientadores de las acciones y


consecuencias de las mismas.
Para que 1a prapuesta de temas básicas sea completa no hay
que tener sóio presente el que a las contenidos y a la
justificación de 1a ética. Hay que tener también presente el momento
que mira a su realización en la acción concreta de las personas. Por
eso se impone un último capítulo de temas que se dirija a este aspecto
procesual personal de la acción moral, en el que se discierne el juicio
en situación y se decide y actúa en consecuencia, apareciendo
entonces especialmente la cuestión de la concienciá y los temas
adyacentes a la de ía responsabilidad y de la prudencia a sabi-
duria práctica.

4. Antes, con todo, de pasara desarrollar estos temas anunciados,


conviene hacer unas últimas aclaraciones en tornoa lo que es la ética,
precisando ei tipo de saber que supone. La ética, se dice, es un saber
práctico. Con eila se quiere entender la siguiente:
En primer lugar, que es un saber de la praxis y para la praxis —desde
el punto dB Vista de *° f ue debe ser—, esto es, es un saber de ía acción
correcta, no meramente teórico. de indicó antes que la ética en cuanto
tal no orienta de inmediata las acciones, wo da indicaciones o
prescripciones concretas de acción, pero problematizando las normas
sociales, dilucidando los bienes fundamentales, determinando reglas
germrales, estimuia y orienta hacia la acción carrec:La, aunque toque a cada
persona la labor d€? ^PIicar todo elloa las situaciones concretas.
EstO 5ig nifi• ° f ue la ética no debe ser un saber carente de consecuencias
prácticas. Cama ya decía Aristóteles, el pensador que puede ser consi-
derado “padre" de la *etica en su sentido más estricta, “investigamas no
para saber qué es la virtud, sino para ser buenos". Precisamente desde
aquí tiene toda su fuerzn la consideración de que en Ja ética no estú
sólo Ja cara dei bien y la d€? Ja f ue está taTTibién, fnsito en
ella, el eóuoatiyo en ei que se interioriza, se hace “carácter", la
orientación al bien. Este momento educativo incluye la relación
maestro- discípulo y la dinámica de imitación de penonas ejemplares,
pero las desborda en el sentido de que es también coeducación entre
iguales y autaeducación, y que puede vivirse experiencialmente de
diversas maner.zs. Por ejemplo, epicúreos y estaicos, que centraron
decididamen-
Etxeberria, Xabier. Temas básicos de ética (4a. ed.).
, , España: Editorial Desclée de Brouwer, 2008. p 28
http://site.ebrary.com/lib/biblioitesosp/Doc?id=10472749&ppg=28
2B

fe su propuesta en este momento.


“terapéutico" en este caso el saber ético hecho carne propia, sana y
salva d¢? los •°*°• f ue nos atenazan.
En segundo ]ugar, que el saber *etico es un saber práctico significa que
no es el tipo de saber propio de la racionalidad teórico-científica, basado en
la demostración deductiva o inductivo, ni el Eipo de saber de la
racionalidacf instrumental basado en la técnica. Pero hay que defen- der
que es un auténtico s.aóc•r, que se expresa en un modo específico de
racionalidad que podemos I lamar .azgumenZofivo-/nfezprefafTva, en torno
a la f ue "perdiendo ser de otra m«nera"; como dice ÁristÓteles iflexibili-
dad, frente al saber científico), hay que traúzr de clarificar cómo debe ser,
aportando para ello razones y dilucidaciones. La razÓn argumentativa
en ética puede adquirir formas varias, como se ejemplifica en los
divenos pensadores, pera frente al emotivismo fácil y espontáneo del
que entien- de que la opción moral se justifica desde la meta elección
de la misma, siempre hay que estar en disposición de dar razones
convincentes.

Noia KM”ográúc». Para prui¢indizar en la óefinic:ión de lo quu {xJede entenderse por


'etica cabe acudira las siguientes uhras: FCIRTINA, /\. 1 1990), ifica sin rztczra f, Tonos,
Madrid. PIEF£R, A (1 99a }, Éh”ca y mami, C'ríticn, Barcelona: R›ccxue. P. I1 996i, si"
mssrno corno cur'o. S igfo XXI, Madrid Icoritretamerrte tus estudios séptimo, crctav‹r y
nuveno; esta us la obra du referencia fundamental cuando se mencione a este autur).
Obras de los pensadores cTásic:us que también han sido citados en este apnrladu irún
siendo re<:umendndas en sucesivos apartados. F'ara la elabora«iúri de esle apal4ado,
y de olros | osferiores, ke Ienido presentes frabaj‹›s ]zx•rsoriaLes previos cpJe apa en de
modo más desarrollado espec ialmenfe en bILBM, 1. Y EToasaa<, X. !20Ot}, narriz1o
Etxeberria, Xabier. Temas básicos de ética (4a. ed.).
, , España: Editorial Desclée de Brouwer, 2008. p 29
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Capítulo 2
La ética como horizonte
de plenitud

Frente .a planteamientos domin.ante o incluso exclusivamente deonto-


lógicos de la útica, es •zonveniente comenzar situando ésta en unn i»ers-
pectiva teleológica. La ética es entonces el saber f ue trata de arien¢crnos
hacia I.1 realizcciún de nuestra P lenitMd como hum.anos.

Orient.irnosa la plenitud es orientarnasa lo que puecle ser consider.1-


dn nuestro bien sLi r1OF. La pclabr.a que m.is se h.z usaclo para concretar
ese bien es I.a de felicidad. L.1 vida ética es d«ri«ida entonces como aspi-
ración a la felicidad. Para clarificar lo que puede entenclerse por ello es
conx‘eniente .acerc.tree pr iillero .a las tres grandes propuestas que se nos
han urrecido en la historia de I.1 filosofía —la aristotélica, I.z epicúrea y la
utilitarista— p.ara p.usar luego a algunas consideraciones canclusivas.

1. AFlStóteles, en su Éric”a nicom 1quea, comienz.z indicando que sobre el


nombre de nuestro bien supremo lados estamos de .acuerdo. 1.z eudnrmo-
si.› « r»[i«id«d; trx:las pens.amos que “vivir hien y c•br.ar bien es lo mismo
que ser feliz". L.a felicidad es pam el autor una meta exigida por nuestra
propi.a n.zturaIewz. vendemosa el la como un fin que est.1 enraizacla en
nuestra esenci.z. El problema a¡o.trece cuando nos pregun .amos en Qué
Etxeberria, Xabier. Temas básicos de ética (4a. ed.).
, , España: Editorial Desclée de Brouwer, 2008. p 30
http://site.ebrary.com/lib/biblioitesosp/Doc?id=10472749&ppg=30
Etxeberria, Xabier. Temas básicos de ética (4a. ed.).
, , España: Editorial Desclée de Brouwer, 2008. p 31
http://site.ebrary.com/lib/biblioitesosp/Doc?id=10472749&ppg=31
Etxeberria, Xabier. Temas básicos de ética (4a. ed.).
, , España: Editorial Desclée de Brouwer, 2008. p 32
http://site.ebrary.com/lib/biblioitesosp/Doc?id=10472749&ppg=32
Etxeberria, Xabier. Temas básicos de ética (4a. ed.).
, , España: Editorial Desclée de Brouwer, 2008. p 33
http://site.ebrary.com/lib/biblioitesosp/Doc?id=10472749&ppg=33
Etxeberria, Xabier. Temas básicos de ética (4a. ed.).
, , España: Editorial Desclée de Brouwer, 2008. p 34
http://site.ebrary.com/lib/biblioitesosp/Doc?id=10472749&ppg=34
Etxeberria, Xabier. Temas básicos de ética (4a. ed.).
, , España: Editorial Desclée de Brouwer, 2008. p 35
http://site.ebrary.com/lib/biblioitesosp/Doc?id=10472749&ppg=35
Etxeberria, Xabier. Temas básicos de ética (4a. ed.).
, , España: Editorial Desclée de Brouwer, 2008. p 36
http://site.ebrary.com/lib/biblioitesosp/Doc?id=10472749&ppg=36

Es bueno satisfacerlas, sean cuales sean, parque se entiende c¡ e ’c›c‘


al individuo ordenar sus objetivos y elegir las medios para conseguirlas.
El problema se presenta aquí a partir de la experiencia que tenemos de
que a veces, por ignorancia u otros factores, na siempre eTegimo * *° f ue
nos conviene, lo que es buena para nosotros (desde el antJuriliLcrismo
se dirú además. aigo no es valioso por9• ° es elegido, es elegible porque
es valía-
so). En cualquier caso. Jos uriJi¢arisMs sensihles a esta objeción tienden a
deciT que de lo que se trata es de satisfacer las preferencias fFffOf77laóas
de la gente. Dado, con zado, que esto último es difícil de lograr puesto
que ciertos inconvenientes sóJo se descubren cuando se han
experimentado, otros utilitaristas proponen que el objetivo debe ser
satisfacer Jos infz•resc•s de bienestar. que, por un Iado, deben
concretarse a partir de los deseos reales de 1a gente, por 1o que no
estarán alejados de sus preferencias, y, por aFro, deben definirse como
los recursos necesarios para que cada uno persiga sus preferencias
paniculares, recursos en los que no es difícii coin- cidir (salud, ingresos
básicos, educación búsica, vivienda, etc.T. Desde este último enfoque
1a ielicidad se remite aT bienestar (como estado en el que se dispone
de esos recunosl, aunque éste a su vez puede verse como condición o
medio para la felicidad. ••*• f ue la feIicldad misma.
El segundo gran problema del utilitaris ^. 9^° hereda de Epicuro, es
¡ustifica‹ °‹ 9uó el Placer-bienestar debe ser el fin o bien último. En prin-
cipio, de la constatación empírica de f ue deseamos el pJacer por
nuestra candiciÓn natural, se pasa a deducir que es deseable f ue
hagamos del
placer el horizonte de nuestra realización personal, pero también que es
razonable que busquemos Ja felicidad de iodos las demús. A esta argu-
mentación se 1e acusa de caer en dos falacias: la naturalista, que da el
salto

composición, que da el salto de lo personal —cada uno busca su


feJicidad— a lo colectivo —debemos buscar la felicidad del mayor
número—, .algo que no va de sí. Aunque los utilitaris¢as han ideado
diversos argumentos para contrarrestar estas c›bje iones, debe
re•zonocerse que la conexión emre el
2. .bill dice p!ásticarzterste que así como la única puacóa de que un sonirto es audible es que la
8^"^ *' iga, igualmente la única prueba de que algo es deseable es que La gente lo V••
£I pazblema es que acuJibfe" es potencialidad empírica, mimnas que deseabIe^ en ese
conrexJo es orienJaEiún ética, no mera Eo¢zslatación empirica. Es ahí donde se pmd¢zce el
sal to de lo que es a lo que debe ser, Iúgicanx•nte ilegitimo, se dice, porc|ue hace
aparer:er m la come lusiózs lo que no existía en las premisas.
Etxeberria, Xabier. Temas básicos de ética (4a. ed.).
, , España: Editorial Desclée de Brouwer, 2008. p 37
http://site.ebrary.com/lib/biblioitesosp/Doc?id=10472749&ppg=37
Etxeberria, Xabier. Temas básicos de ética (4a. ed.).
, , España: Editorial Desclée de Brouwer, 2008. p 38
http://site.ebrary.com/lib/biblioitesosp/Doc?id=10472749&ppg=38
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debe tener reIevanci.a no es que se actúe según lo norma correc¢c sino de


modo tal que se cbtengan 1as mejores consecuencias de bien. En cualquier
caso, y en conjunto, la anhelaba cuantificación utilitarista presenta serios
problemas, tanto a nivel de principio como de realización.
Un.z últimc cuestión relevante en el utilitarismo es que al indicar que
lo valioso es la sensación de agr.ado o el bienestar, concIu}‘e que los alec-
Lados por tal valor no son sólo los que pueden razonar (los humanos} sino
los que ç›ueden senrfr, es decir, tarrlbién (os animales. Esto es, hay que respe
¢aFá los animales porque como nosatros tienen capac idad ga ra sufrir Y

s°••‹- +* f ue nasatros seamos sujetas racionales supone una distinción


imponente para la ética, pero sóIO {DZF.a determinar quiénes son los suje-
tos que tienen ob/rgociones morales (nasoLras y no los animales), no
para determinar Quiénes son los sujetos valiosos en si' nosotros y Jos
animales, o mejor, los deseos e intereses de hombres y animales que, por
Lanto, deben entrar en el cómputo de maximización de bienestar’.

4. A la vist.a de estas tres grancles planteamientos sobre la felicidad puede


conclui• ° f ue si bien ésta es un referente universal cuando se asume de
moda abstracto, es un reiérente plural COn1P[ ^t° °°• ndo se quiere asu-
mir de mc•do concreto.
Ante este panorama, IO P ro que convendría deíénder es que debe-
ll+e•
riamos idenTiiicar la felicidad CON lo f ue podemos llamar “vida Plena
o lograda". Una concepción así implica una evaluación gloóal de la
existencia y no aspectos parci.z1es de la misma o experiencias punEu.wles
(ni siquiera la simple suma de tod.as ellasf: supone un.a integración armo-
nias.c de momentos exu1t.antes y de circunstancias dolores.es-: a
un proyecto autopropuesta, a unas potencialidades que han sido P imero
descubiertos y luego desarrofJadas adecuadamente; subraya ef carácter
activo, constructivo y dinámico de su consecución; apunta al sentido de

1. £ste enioque es n1raCtiVO STł Ia sensibilińad ecatógica. peru es a Ja vez fumte de


prublentas, especial te n In hora de discen\ir, desde los propios supuestos u1ilitaris1as,
cuan¢fo y c:ón1O se puc•rIe hacer suirJr z un animal, cuźndo y cómo puerlż• [xevaleccr el
bienestar del Ixiinano frente al animal. En esta I ínea de no difurenciaciún de i•spe<ies
animales y humana, a utores utiJi1arJs!as actuales como Singer es1ún mantenicndo posturas
muy paJemicas eds tomo a rtJes- 1iones cama el abuno y la eutanasia. Ver por ejemplo su u£ ra
g ser la w\da y la muerfe,

4. Ccrnbntir 'los malcs evitaLiïes }' asuniir los ineviiables adccuadarnen5e, cs una dimensió¢s
decisiva de cunlquier proye<to de J”eIicida¢ï.
Etxeberria, Xabier. Temas básicos de ética (4a. ed.).
, , España: Editorial Desclée de Brouwer, 2008. p 39
http://site.ebrary.com/lib/biblioitesosp/Doc?id=10472749&ppg=39
Etxeberria, Xabier. Temas básicos de ética (4a. ed.).
, , España: Editorial Desclée de Brouwer, 2008. p 40
http://site.ebrary.com/lib/biblioitesosp/Doc?id=10472749&ppg=40

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