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AGAN Pd _ La Relaci6n de Objeto 4 Pais . t | TEORIA DE LA FALTA DE OBJETO XIII Del complejo de castracién 217 XIV __ EI significante en lo real 233 XV__ Para qué sirve el mito 249 XVI Cémo se analiza el mito 269 XVII_ EL significante y el chiste 285 XVII Circuitos 303 XIX__Permutaciones 319 XX_Transformaciones 237 XXI__Las bragas de la madre y la carencia del padre 355 XXII Ensayo de una Idgica de caucho 373 XXII «Me dara sin mujer descendencia» 391 ENVIO XXIV De Juan el fetiche al Leonardo del espejo 415 Plano de Viena (Baedeker 1905) 441 Nota 445, TEORIA DE LA FALTA DE OBJETO Titulo del original francés Le Séminaire de Jacques Lacan, Livre IV La relation d’objet Publicado en francés por Editions du Seuil, Paris, 1994 © Editions du Seuil, Paris, 1994 150.195 Lacan, Jacques ac El Seminario de Jacques Lacan : libro 4 : ta relaci6n con el objeto.- 1* ed. 7# reimp.- Suenos Aires} + Paidés, 2008, ‘448 p. : 22x16 om. (El seminario de Jacques 1 Lacan) 2 Traducci6n de: Enric Berenguer ISBN 978-95012.30041 |, Thulo 4. Psicoandlisis 1 edicién, 1994 7* reimpresi6n, 2008 SCVeuesvuesgsuvswdvsies ‘Reservados todos los derechos. Quedan rigurosamente prohibida, sin 1a uutorizacién escrita Litulares del copyright, bajo las aanciones establecidas en las leyes, la reproduccién parcial o total Nesta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografiay el tratamiento informético, © 1994 de todas las ediciones en castellano, Editorial Paidés SAICF, Defensa 599, Buenos Aires e-mail: difusion@areapaidos.com.ar www.paidosargentina.com.ar Queda hecho el depésito que previene la Ley 11.723 Impreso en la Argentina - Printed in Argentina Impreso en Grafica MPS, Santiago del Estero 338, Lands, en marzo de 2008 ‘Tirada: 2000 ejemplares ISBN: 978-950-12-3904-1 SUMARIO TEORIA DE LA FALTA DE OBJETO I__Introduccién ob IL Las tres formas de la falta de objeto 27 Il EI significante y el Espiritu Santo 43 IV__ La dialéctica de la frustraci6n 61 V__Del anlisis como bundling, y sus consecuencias 79 LAS V{AS PERVERSAS DEL DESEO VI__La primacia del falo y la joven homosexual 7 VII Pegan a un nifto y la joven homosexual 113 VII Dora y la joven homosexual 133 EL OBJETO FETICHE IX__La funcién del velo 153 X__La identificaci6n con el falo 167 XI_EI falo y la madre insaciable 181 LA ESTRUCTURA DE LOS MITOS EN LA OBSERVACION DE LA FOBIA DE JUANITO XII_Del complejo de Edipo 201 I INTRODUCCION El esquema en Z. El objeto perdido y vuelto a encontrar. Perlas. EL objeto la angustia el agujera. EL fetiche y el objeto fobica. Este aio hablaremos de un tema que en la evolucién historica del psicoandlisis, o lo que asi suele llamarse, podria adquirir, de forma ar- ticulada o no, una posicién central en cuanto a la teoria y a la prictica. Este tema ¢s la relacién de objeto. Si ya era actual, primordial, crftico, gpor qué no lo eleg{ cuando di- ‘mos comienzo a estos seminarios? Precisamente por la raz6n que consti- tuye el motivo de la segunda parte de mi titulo, y las eseructuras feudianas. En efecto, este tema sdlo se podria tratar después de haber tomado cierta distancia con respecto a esta cuestidn, Primero tenfamos que pre- guntarnos qué constituye a las estructuras en las que Freud nos mostrd que el andlisis se mueve y opera, y muy especialmente la estructura com- pleja de la relaciSn entre los dos sujetos presentes en el anilisis, o sea el analizado y el analista, A esto se consagraron nuestros tres afios de comentarios y de eriticas de los textos de Freud, que voy a recordarles brevemente. El primer afio tratb de los elementos mismos de la conduccién téc- nica de la cura, es decir, de las nociones de transferencia y de resistencia. El segundo se referia al fondo de la experiencia y el descubrimiento freu- dianos, 0 sea la nocién del inconsciente, y creo haberles mostrado sobra- damente qué le habfa impuesto a Freud los principios que introdujo, li teralmente paradéjicos en el plano dialéctico, que figuran en Mas alld del principio del placer. Finalmente, durante el tercer ao, les di un ejemplo ‘manifiesto de la necesidad absoluta del simbolismo llamado significante para comprender algo, sea lo que sea, hablando desde un punto de vista analitico, en el campo propiamente paranoico de las psicosis. Finalizados estos afios de eritica, aqui estamos, armados por lo tanto ut TEORIA DE LA FALTA DE OBJETO de cierto néimero de términos y de esquemas. La espacialidad de estos ailtimos no debe tomarse en el sentido intuitivo del término de esque- ‘ma, sino en otro sentido, perfectamente legitimo, que es topoldgico — no se trata de localizaciones, sino de relaciones de lugar, por ejemplo interposicién o sucesién, secuencia. Nuestra elaboracién culmina en un esquema que podemos Hamar el esquema y que es el siguiente: yo no Este esquema inscribe en primer lugar la relacién del sujeto con el Otro. Tal como esté constituida al inicio del anilisis, es la relacién de palabra virtual por la que el sujeto recibe del Otro su propio mensaje, bajo la forma de una palabra inconsciente. Este mensaje le esta prohibi- do, es objeto por su parte de un profundo desconocimiento, est defor- mado, detenido, eapturido, por la interposicin de la relacién imagina- ria entre a y a} entre el yo y el otro, que es su objeto tipico. La relacion imaginaria, que es una relacién esencialmente alienada, interrumpe, ami- nora, inhibe, invierte las més de las veces, desconoce profundamente la relacién de palabra entre el sujeto y el Otro, el gran Otro, como otro sujeto, un sujeto por excelencia capaz de engafiar. No fue vano introducir este esquema en la experiencia analitica, en vista de cémo la formulan hoy en dia un némero cada vez mayor de analistas, que hacen prevalecer en Ia teorfa analitica la relacién de objeto como algo primario, pero sin ir més alld al comentarla. En ella centran Ia dialéctica del principio del placer y el principio de realidad, y basan el progreso analitico en una rectificacién de la relacién del sujeto con el objeto, considerada como una relacién dual que, afiaden refiriéndose a la situacién analftica, seria excesivamente simple. Pues bien, eso mis- ‘mo es lo que pondremos a prueba, esta relacién del sujeto con el objeto que tiende a ocupar cada vez més el centro de la teoria analftica. Dado que la relacién de objeto como dual esté relacionada preci- samente con la linea axa” de nuestro esquema, gpodemos acaso cons- truir satisfactoriamente sobre esta base el conjunto de fendmenos que 2 INTRODUCCION se ofrecen a nuestra observacién en la experiencia analitica? Permite por s{ solo este instrumento responder de los hechos? El esquema més com- plejo que nosotros le oponemos, gpuede ser obviado, hay que descartar- Jo incluso? ‘Como testimonio continuado de que la relacién de objeto se ha con- vertido, al menos aparentemente, en el principal elemento tedrico en la explicacién del andlisis, mencionaré una obra colectiva de recienve apari- cién, y en efecto el término de colectiva se le puede aplicar particular- mente bien. No puedo decir que les invite a empaparse de ella. Verdin como en todo momento se pone de relieve y se promueve la relacion de objeto de una forma que sin duda no es siempre muy satisfacto- ria, pero desde luego con una monotonfa, con una uniformidad cho- cante. Verdin la promocién de la relacién de objeto en un articulo titu- lado «Evolucién del psicoanilisis» y, como ultimo término de esta evolucién, verdn en el articulo «La clinica psicoanalitica» una presenta- cién de la propia clinica, completamente centrada en la relacién de obje- to. Tal vez les dé alguna idea de hasta dénde puede llegar una presenta- cién ast. El conjunto es chocante, sin lugar a dudas. Vemos a practicantes del anilisis tratando de poner en orden su pensamiento, la comprensién que pueden tener de su propia experiencia, centrada en la relacién de objeto, sin estar completamente, plenamente satisfechos, pero, por otra parte, sin que esto deje de orientar su prictica penetrando en ella profunda- mente. No puede decirse que el hecho de concebir su experiencia en este registro carezca de consecuencias en los modos mismos de su interven- cién, en la orientacién que le dan al andlisis y, al mismo tiempo, en sus resultados. Es algo que con s6lo leerlos no se puede ignorar. La teorla analitica y la préctica, siempre se ha dicho, no pueden disociarse una de otra, y sise concibe la experiencia en una determinada direccidn, es ine- vitable conducirla igualmente en esa direccién. Por supuesto, los resulta dos pricticos slo pueden entreverse. Para introducir Ja cuestién de la relacién de objeto, y precisamente Ja pregunta de si es legtimo, si esté 0 no justficado otorgarle una posi- cién central en la teorfa analitica, les recordaré brevemente al menos lo que esta nocién le debe, 0 no le debe, al propio Freud. Ante todo, lo haré porque partir del comentario freudiano es para nosotros como una guia y casi una limitacién técnica que nos hemos impuesto aqui. ‘Ademis, este afio me han Ilegado algunos interrogantes, si no inquie- tudes, en cuanto a saber si iba 0 no a partir de los textos freudianos. Y 13 TEORIA DE LA FALTA DE OBJETO no cabe duda que es muy dificil, en lo que a la relacién de objeto se re- fiere, partir de los textos mismos de Freud, porque no est. Me refiero, claro, a lo que aqui se plantea formalmente como una desviacién de la teorla psicoanalitica. Asi que he de partir de textos recientes y, al mismo tiempo, de una critica de sus posiciones. Por otra parte, que a fin de cuentas nos hemos de referir a las posiciones freudianas, eso es indudable, y al hacerlo no podemos omitir, aunque lo mencionemos muy répidamen- te, aquello que en los temas fundamentales propiamente freudianos se sitda en torno a la nocién de objeto en si misma. Al principio no podremos hacerlo de forma desarrollada. Precisa- mente al final, nos lo encontraremos de nuevo y entonces sera cuando tendremos que articularlo. Quisiera hacer pues tan sélo un breve repaso, que ni siquiera seria concebible si no tuviéramos ya detris nuestros tres afios de colaboracién en el anilisis de textos y si no hubigramos encontrado ya el tema del objeto, bajo formas diversas. En Freud se habla, por supuesto, de objeto. La iltima parte de los Tres ensayos para una teorla sexual se llama precisamente El reencuentro del objeta, Die Objekefindung. Se habla implicitamente de objeto siem- pre que interviene la nocién de realidad. Hay también una tercera for- ma de hablar de él, siempre que esté en juego la ambivalencia de ciertas relaciones fundamentales, es decir, el hecho de que el sujeto se hace objeto para el otro, cuando hay cierto tipo de relaciones en las cua- les la reciprocidad por el rodeo de un objeto es patente, incluso consti- tuyente. Quisiera subrayar con mayor énfasis bajo qué tres modalidades se presentan las nociones relativas al objeto de enfrente. Si se remiten uste- des al capitulo tres de los Tres ensayos, verin algo que estd ahi desde la época en que fue redactado el Entwurf, texto que, se lo recuerdo, si se Publicé fue sélo por una especie de accidente histbrico, pues Freud no pretendia que se publicara, incliso puede decirse que se publicé contra su voluntad. Sin embargo, si nos remitimos a este primer esbozo de su psicologia, encontramos la misma formula a propésito del objeto, Freud 14 ———————————— insiste en que para el hombre, no hay ninguna otra forma de encontrar el objeto sino la continuacién de una tendencia en la que se trata de un objeto perdido, un objeto que hay que volver a encontrar. No se trata en absoluto del objeto considerado por la teorla moder- na como objeto plenamente satisfactorio, el objeto tipico, el objeto por excelencia, el objeto arménico, el objeto que da al hombre una base para una realidad adecuada, prueba de madurez — el famoso objeto genital. Es sorprendente ver que cuando Freud esta teorizando la evolucién ins- tintual tal como se desprende de las primeras experiencias analiticas, nos indica que el objeto se alcanza por la via de una busqueda de! objeto perdido. Este objeto que corresponde a un estadio avanzado de la madu- racién de los instintos es un objeto recobrado, el objeto recobrado del primer destete, el objeto que de entrada fue el punto al cual se adhirie- ron las primeras satisfacciones del nifio. Est claro que por el solo hecho de esta repeticién se instaura una discordancia. El sujeto esté unido con el objeto perdido por una nostal- gia, y a través de ella se ejerce todo el esfuerzo de su basqueda. Dicha nostalgia marca al reencuentro con el signo de una repeticién imposible, precisamente porque no es el mismo objeto, no puede serlo. La primacia de esta dialéctica introduce en el centro de la relacién sujeto-objeto una profunda tensién, de tal forma, que lo que se busca no se busca al mis- mo titulo que Jo que se encontrars. El nuevo objeto se busca a través de la busqueda de una satisfaccién pasada, en los dos sentidos del térmi- no, y es encontrado y atrapado en un lugar distinto de donde se lo bus- caba. Hay ahf una profunda distancia introducida por el elemento esen- ialmente conflictivo que supone toda bisqueda del objeto. Bajo esta forma aparece en primer lugar la relacién de objeto en Freud. Para dar a lo que estoy subrayando todo el énfasis necesario, deberia- mos decidirnos a articularlo en términos filoséficamente elaborados. Si no Io hago, intencionadamente, es porque lo reservo para cuando volva- mos considerar este término. Pero aquellos para quienes estos términos tienen ya algin sentido, por ciertos conocimientos filosdficos, pueden percibir la distancia que separa a la relaci6n freudiana del sujeto con el ‘objeto de las concepciones antes mencionadas, basadas en la nocién del objeto adecuado, el objeto esperado por adelantado, coaptado a la maduracién del sujeto. La perspectiva platénica basa toda aprehensién del objeto en el reconocimiento, Ia reminiscencia, de un tipo de alguna manera preformado. Tal perspectiva estd separada, por toda la distancia existente entre la experiencia moderna y la experiencia antigua, de la no- 15 TEORIA DE LA FALTA DE OBJETO cién que aporta Kierkegaard en el registro de la repeticién, repeticion siempre buscada, pero nunca satisfecha. Por su naturaleza, la repeticién se opone a la reminiscencia. De por s{ es siempre imposible de saciar. En este registro se sitda la nocién freudiana de encuentro del objeto perdido. ‘Tendremos presente este texto, que muestra claramente como Freud sita de entrada la nocién de objeto en el marco de una relacién profun- damente conflictiva del sujeto con su mundo. ¢Cémo podia ser de otro moda, si ya en esa época se trata esencialmente de la oposicién entre prin- cipio de realidad y principio del placer? Principio del placer y principio de realidad no pueden separarse uno de otro. Ain dirfa més, se implican y se incluyen el uno al otro en una relacién dialéctica. EI principio de realidad esté constituido tan sélo por lo que al prin- cipio del placer se le impone para su satisfaccién, no es més que una pro Jongacién suya, y a la inversa, implica, en su dindmica y en su busqueda fundamental, la tensién fundamental del principio del placer. De todos modbos, entre ambos, y esto es lo esencial que aporta la teoria freudiana, hay una hiancia que no cabrfa distinguir si uno fuera sélo la prolongs- cibn del otro. En efecto, el principio del placer tiende a realizarse en for- maciones profundamente antirrealistas, mientras que el principio de rea- lidad implica la existencia de una organizacién o de una estructuracién diferente y auténoma, la cual supone que lo que aprehende puede ser precisamente y fundamentalmente distinto de lo que se desea. Esta rela- ciébn de por sf introduce en la dialéctica del sujeto y el objeto otro térmi- no, planteado aqu{ como irreductible. Al igual que el sujeto, como acabamos de ver, se halla siempre con- sagrado por sus exigencias primordiales a un retorno, que por esa razén. €s un retorno imposible, del mismo modo la realidad esté, como lo de- muestra la articulacién del principio de realidad y el principio del pla- cer, en una profunda oposicién respecto de lo que busca la tendencia. En otros términos, la satisfaccién del principio del placer, siempre laten- te, subyacente, en todo ejercicio de la creacién del mundo, tiende siem- pre en mayor o menor grado a realizarse bajo una forma més 0 menos alucinada, La organizacién subyacente al yo, la de la tendencia del sujeto propiamente dicho, siempre cuenta con la posibilidad fundamental de satisfacerse con una realizacién irreal, alucinatoria. He aqui otra posi- cién que Freud subraya con toda su fuerza, y ello desde la Traumden- tung, es decir, desde su primera formulacién piena y articulada de la opo- sicién entre el principio de realidad y el principio del placer. 16 INTRODUCCION: Estas dos posiciones no estén, en si mismas, articuladas la una con Ja otra. El hecho de que se presenten en Freud como distintas, indica ciertamente que el desarrollo no se centra en la relacién del sujeto con el objeto. Si cada uno de estos dos términos ocupa un lugar en puntos distintos de la dialéctica freudiana, es simplemente porque la relacién sujeto-objeto no es en ningiin caso central. Si puede parecer que esta relacién se sostiene directamente y sin nin- guna hiancia, sdlo es cuando se trata de las relaciones que luego se Ilama- ron pregenitales, ver-ser visto, atacar-ser atacado, pasivo-activo. El modo en que el sujeto vive estas relaciones implica siempre, de forma mis 0 menos implicita, més o menos manifiesta, su identificacién con el parte- ner, Estas relaciones se viven en la reciprocidad —aqui el término es vili- do— de una ambivalencia entre la posicién del sujeto y la de partener. En este plano, en efecto, se introduce una relacién entre el sujeto y el objeto que no sélo es directa y sin ninguna hiancia, sino que es literal- mente equivalencia del uno al otro. Esta relacién es la que pudo servir de pretexto para poner en primer plano la relacién de objeto propiamente dicha, Tal relacién de reciprocidad entre el sujeto y el objeto, que mere- ce el nombre de una relacin en espejo, plantea en si misma tantos inte- rrogantes que yo mismo, para tratar de resolverlos, introduje en la teorfa analitica la nocién de estadio del espejo.

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