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ENSAYO-ACTUALIDAD Antonio Elio Brailovsky nacié en 1946, Es licenciado en Economia Politica (UBA, 1969) y profesor titular de Introducci6n al Conocimiento de la Sociedad y el Estado (CBC-UBA, por con~ curso) desde 1985, y profesor titular de Ecologia y Medio Am~ biente de la Universidad de Belgrano desde 1990. Ha sido Convencional Constituyente de la Ciudad de Buenos Aires y ¢ autor de Ios textos bisicos para el capitulo ambiental de la Consti~ tucién de Ja Ciudad. Entre 1998 y 2003 fae Defensor del Pueblo Adjunto de la Ciudad de Buenos Aires. Es autor, entre otros, de los siguientes libros: Buenos Aires y sus rfos (1999), Verde contra verde: as difeles relacones entre economia y ecloga (1992), La ecoegla y e futuro de ta Argentina (1992), Esta, nuestra tinica Tiera (1992), La ecologia ent la Biblia (1993) y, con el sello de Pro Ciencia-CONICET, El am- bicnte en las soiedades precolombinas (1996), El ambiente en la sociedad colonial (1997), El ambiente en la civilizaién grecoremana (1997) y El ambiente en le Elad Media (1997).TTiene tees hijos y dos nietas. Dina Foguelman nacié en Mercedes (Buenos Aires) en 1936. Es bidloga (UBA), ecdloge egresada de la Faculté des Sciences de Montpellier (1966), ex investigadora del CONICET y ex profe- sora de la UBA y de la Universidad de Belgrano. Es también pro~ fesora en diversos posgrados ambientales nacionales. Es autora de seis libros, de 29 trabajos de investigacién y 35 de divulgacién y pedlagigicos de contenido ecoldgico y ambiental publicados, ade~ mis de un libro en prensa y tres inéditos. Obtuvo el premio José Babini (CONICET 1990), ef de Editorial Sudamericana de Ensa~ yo 1991, y el Ricardo Rojas de lz Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires 1990, en colaboracién con Antonio Brailovsky. Ac- ‘tualmente esti vinculada al movimiento de produccién orgini- ca argentino, Este libro ha ganado el Segundo Premio del Concurso “Ensa yo € investigacién periodistica argentina” 1990 de la Editorial Sudamericana, y el Premio Ricardo Rojas de la ciudad de Buenos ‘Aires. ANTONIO ELIO BRAILOVSKY Dina FoGUELMAN MEMORIA VERDE Historia ecologica de la Argentina EI DEBOLSHLO Brava Aeoie| ‘Mono wede/Antosia Bena y Dine Foca 8 Beno Ala: Dbl, 2009. Ed ps Id em (Eyo.Actad) 196N 987513830. {rea Argetioo- Fogulaan ina Tl ABs Primera ediet6n: marzo de 1991 Vigesimoprimera edicién y octava bajo extesello: junio de 2009 Diseiio de la portada: Equipo de disefo editorial {© 1991, Editorial Sudamericana 8. ‘Humberto 1531, Buenos Aires, Argentina Queda rigurosamente prohibida, sin la autorisacin escita de los tialares del copyrighe; bajo las sanciones establevidas en las leyes a reproduceién parcial o total de esta obra por cualquier medio 0 procedimiento, comprendidos la reprografi ye tratamiento informatico,y la distribuclon de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo pablicos. Impreso en la Argentina ISBN 10: 987-1138.30-X ISBN 13: 978.987-1138.30-2 Queda hecho el depésito que previene la ley 11.723. Publicado por Deboslle bao licencia de Editorial Sudamericana SA worverhen.comar ra edicin de 4000 ejmmplaces se termins de imprimir en En. Araoe SLL, ‘Ax San Martin 1265, Ramos Meja, Bs. As, en elmes de jana se 2009, “El Gran Khan ha adoptado otra dispo- sici6n, igualmente dtily sabia. Ha ordenado que a ambos lados de las carreteras puiblicas se planten rboles de wna especie que crece muy alta y gruesa, separados entre sis6lo dos pasos. ¥ estos érboles sirven —ademés de la ventaja de su sombra en el estio— para se- falar el camino e impedix que alguien se aparte de él cuando la tierra esté cubierta por lanieve. ¥ esto es muy dtil alos viandantes, a quienes brinda gran comodidad y seguri- dad, También designa comisionados para vi- agilar el cuidado de los Arboles y el buen estado de los caminos. "Y algo més os contaté: los astrélogos del reino han dicho al Gran Khan que quien plan- ta drboles tiene asegurada larga vida. Y por eso el Gran Seftor gusta de plantar érboles.” Manco Poto, Vigjes, cap. XXVIII Prdlogo La historia no oficial Por qué volver a leer nuestea historia de otra manera? Porque a los argentinos nos falta el pasado. Entre fines del siglo KIX y comienzos del XX se construy6 la llamada historia oficial, una forma de ver el pais que transformaba a algunos hombres en hé- roes homéricos, caricaturas de bronce de si mismos, y a otros en pérfidos villanos. Exte recorte politico de la realidad nos privé de lo més impor- tante de la historia, que es su caricter de experiencia dramitica, compartida por un pueblo, Y asf como perdimos los rasgos huma- nos de préceres y malvados, también perdimos el pafs en el que se movieron, el ambiente que ellos conocieron y transformaron. En este libro hemos desarrollado una forma de pensar nuestra ecologia y nuestra historia de modo entrelazado, lo que nos per- mite entender las dos de otra manera. Asi, aparecen explicaciones de hechos que, sin ese aniliss, se nos presentaban anacrénicos, icracionales, antisociales, 0, por el contratio, excesivamente altrnistas; en sintesis, poco comprensibles. Esta forma de pensamiento ¢s s6lo tna de muchas formas po~ sibles, desarrollada sobre la base de la informacién obtenida acerca de algunos de nuestros recursos naturales, sus manejos, sus triste~ ‘as, miserias y éxitos, y sus consecuencias sobre la calidad de vida de las personas. Esta historia ecoldgica no es solamente una investigacién sobre hechos lejanisimos de nuestro pasado. Fs, también, una herramienta de accién, Esperamos que el conocimiento nos ayude a incluir la aproximacién ecologica en nuestra vida diaria, no sélo como acti- 9 r i ‘tad individual, sino inserta en hibitos sociales. Que podamos pen- sar en cémo consttuir y c6mo evitar que se desnaturalice el medio ambiente. Que nos entrenemos en hacer valer nuestros derechos a tun medio ambiente sano, Nuestra experiencia como docentes y como ecologistas nos impulsé a catalizar esa forma de pensamien- to. Nos importa que muchas personas comprendan que a esta al- tura del desarrollo cientifico, tecnolégico, urbano y demogrifico, 1 <1 interés por la ecologia no es una moda més, sino una imperiosa necesidad. a Qué es la historia ecoldgica A partir de ahora, sale de nuestras manos esta historia y es ecibida por todos aquellos que con sus propias informaciones y sus enfoques coincidentes o altemativos rescatarin el pasado para” ‘construir en el faturo un pais mas ver ‘ fi in pats mas verde. Aveces, leyendo un texto de historia, de economia o de otra ciencia social tenemos la sensacién de que se intenta construit una ciencia tan abstracta que ubica a las personas y a los grupos sociales en un espacio hipotético, més parecido a una mesa de billar que al mundo real. Pero gno se esté olvidando algo impor- ‘ante? Ninguno de los cronistas y viajeros del siglo XIX puede ha- blar de la sociedad sin vincularla a la natutaleza, ¥ esto nos viene desde siempre. :Acaso Herédoto no calificd a Egipto como tin re~ galo del Nilo? También hizo una minuciosa descripcién de la hidrologia de ese rio, que nos ayuda a entender al Egipto de los -—_faraones tanto —o quizd mas— que el incesante recambio de las inastia, - La ecologia, el uso humano de la naturaleza, la relacién de las distineas sociedades con el orden natural estin siempre presentes en los textos hist6ricos clisicos. En el Antiguo Testamento hay = eyes que ordenan no desteuir los bosques ni siquiera en caso de guerra: “Que no es hombre el arbol del campo para venir contra 1i” Dewteronomio, 20; 19). Del mismo modo podemos imaginar la conmocién que para Noé, pastor de ovejas, significé le orden de | salvar también a los lobos. Ovejas y lobos, cedros del Libano en el Antiguo Testamento, | los litios del campo en el Nuevo; la contaminacién y los ruidos de Ja Roma imperial en las sitiras de Juvenal y los nuevos recursos i naturales como el amianto, el petréleo y el carbén de piedra en la j obra de Marco Polo. i 10 3 uw Desde siempre, la historia nos viene ynida al marco natural, aunque este enfoque habia comenzado a debilitarse hacia fines del siglo XIX. ‘Ya Alberdi opinaba que “si en vex de estudiar la historia civil y administrativa de la América colonial, sus politicos modemos hu= biesen estudiado su historia natural, ¢s decir, el suelo que habitan y Jos elementos de riqueza de que son poseedores inconscientes, com prenderian que sila guerra es la causa que la empobrece y endeuda, Ia pazes a causa que puede enriquecedla y sacarla de la pobreza por sus artes favoritas, que son la industria y el comercio”.! Bs decir, que entender la naturaleza nos da mis claves que la sola historia humana. ero hablar de historia ecolégica y relacionarlas condiciones naturales con la evolucién social y politica no significa adoptar tuna actitud determinista. Como veremos més adelante, e! medio natural condiciona, influye, moldea, pero es, a st vez, construi- do o arrasado por las diferentes sociedades humanas que en él se asientan. Esta relaci6n entre naturaleza y sociedad es extremadamente compleja y sutil. Nada tan lejano, entonces, de la enorme simpli- ficacién de Sarmiento al sostener que “la Repiiblica Argentina ‘esti geognificamente constituida de tal manera que ha de ser uni taria siempre, aunque el rétulo de la botella diga lo contrario. Su anura continua, sus rfos confluentes a un puerto tinico la hacen fatalmente una e indivisible” ...]. No hay que quejarse de Buenos Aires, que es grande y lo seri més, porque asf le cupo en suerte,, Debiéramos quejamos antes de la Providencia y pedirle que recti- fique la configuracién de la Tiezra”? Hay tina amptia gama de puntos de vista intermedios que van desde Alberdi (la naturaleza como dlsponibilidad de recursos) has- ta Sarmiento (Ja naturaleza como condicionante social y politico). Entre ambos, la naturaleza puede ser obrador o destino: puede ser 1 destumbrante encuentro con la Tierra Prometida, como en Al- berto Gerchunoff, o la determinacién de nuestra forma de vida, como en Ezequiel Martinez Estrada. Pero éstos son, en todo caso, puntos de vista literarios. En la actualidad las ciencias sociales han olvidado Ia ecologia y, cuando la encuentran, no saben qué hacer con ella, Veamos un poco por qué. 12 Ecologia e interdisciplina La historia comienza a fines del siglo XVII, con la Revolu- cién Industral, El auge del maquinismo impuso la division social del trabajo. Los antiguos artesanos, capaces de hacer por si solos un producto entero, fueron reemplazados por obreros que toman partes cada vez mis pequefias de un objeto que sienten cada vez mis ajeno, Autores con enfoques tan distintos como Adam Smith y Karl Marx nos han dejado brillantes testimonios de como el viejo maestro relojero fue dejando paso al obrero que pinta las letras en los cuadrantes, al que coloca los ees 0 al que ajusta las manecilla. Decenas de personas hacen con mayor rapidez y eficiencia el tra- bajo que antes realizaba una sola. Allé arriba, alguien distinto de ellos velaxé por el sentido del producto terminado. Lo que ocumria con la fibrica era tan evidente y tenfa tantas implicancias sociales que a menudo olvidamos que con Ja ciencia as6 lo mismo. La divisién social del trabajo significé cortar el conocitniento en multiplicidad de pedazos, cada vez més peque- fos, El argumento cra seductor: hoy la ciencia es tan compleja que ya nadie puede repetirla proeza de Leonardo da Vinci, de abarcar por sf solo todos los campos del saber humano. Pintar, disefiar miguinas para volar, construir fortalezase inventar telares seria, en el futuro, obra de personas diferentes. Asi, la respuesta de la ciencia ante la complejidad del mundo fae compartimentarse en disciplinas cada ve2 mas aisladas unas de otras. Asi se formaron los especialistas, definidos a veces como aquellos que saben casi todo acerca de casi nada, ya que para pro~ fundizar sus conocimientos tienen que reducir cada vez mis su campo de acci6n. Y, generalmente, sin tener idea de lo que hacen los otros especialistas. Pero el mundo no es un conjunto casi infinito de pequefios aspectos investigables, sino que es una totalidad. Esto, que hoy nos parece evidente, fue, como todas ls cosas obvias,tardiamente asi- ilado por nuestro sistema cientifico y tecnolégico. Bl avance no fae gratuito, por repentina iluminacién, sino que tuvieron que ‘ocurrr situaciones catastréficas para poder aceptarlo. Esas situaciones se presentaron precisamente cuando nuevos ‘emprendimientos con alta tecnologia parecian prometer el pro= 13 greso ilimitado: Ja gran presa de Asuin, los superpetroleros, las centrales nucleares, las enormes plantas quimicas. En todos estos «casos los éxitos de ingenieria se vieron empafiados, cuando no cuestionados, por los desfavorables impactos que generaron sobre el medio ambiente por no haberse planteado las previsiones ‘multidisciplinarias del caso: la presa de Asuin deprimié Ia agricul- tura y la pesca egipcias, y para colmo de males multiplicé astro- némicamente una enfermedad grave llamada esquistosomiasis; los superpetroleros, cuando se averfan como cualguier barco, cubren con imparables mareas negras, rojas o policromas las costas destina~ das a usos pesqueros y tursticos; las centrales nucleares evidenciaron nno ser tan seguras para el medio ambiente como afirmaron sus cons~ tructores; los habitantes de las ciudades que ongullosamente insta~ Jaron plantas quimicas a veces tienen que elegir entre quedarse en. casa o salir con mascaras antigis. En todos los casos, se pod haberlo ‘previo antes, en lugar de justificarlo diciendo que el deterioro exa cl precio que se debe pagar por el progreso. Pero cuando aparecieron explosivamente los problemas det medio ambiente, las ciencias tradicionales fueron incapaces de re- solverlos. Hacia falta una concepcién integradora, que fuera capaz de conciliar la biologia con la ingenieria, la agronomia con la his toria. Pero gcémo se arma una combinacién de ciencias? Con qué criterios y método pueden usatse y combinarse resultados ori- ginados en ciencias diferentes? 'Y pata es0 sirvi6 el método de la ecologga, ya que esta ciencia no suma o agrupa hechos. Lo que hace es estudiar las interacciones, entre esos hechos, Bseudia los ecosistemnas o sistemas ecolégices, donde Jo fundamental son has relaciones entre sus elementos componentes. El concepto de sistema significa que esas relaciones no se produ ‘cen al azar, sino que resultan de ordenamiientos y funcionamientos de estructuras organizadas de formas determinadas. Tampoco los cambios y teordenamientos son al azar: hay presiones naturales y de origen humano que los provocan. A menudo se trata de hechos estudiados por ciencias diferentes. Para estudiar Ja vida en una laguna el ecélogo pedir informacién a la boténica, la zoologia, la climatologia, la hidrotogia, la geomorfologia, que le darn todos los datos necesarios sobre ese conjunto de seres vivos, sobre su ambiente, sobre sus interacciones. A partir de eso, hard un modelo 4 de comportamiento que le permiti de otros que vayan ocurriendo, De manera que la unién pareci6 légica. Sila pregunta es: “zQué Je vaa pasar a esa laguna sila seguimos contaminando?”, el ecdlogo sera el més indicado para contestarla. Hasta agus estamos hablando solamente de ciencias naturales. Pero sila siguiente pregunta es: “Por qué la estamos contamai~ nando?”, la respuesta s6lo podrd provenir de las ciencias sociales. El paso siguiente fie unir ambos enfoques, el de las ciencias naturales y el de las ciencias sociales, en una perspectiva amplia, que tuviera en cuenta las interacciones entre la naturaleza y la so ciedad. El método usado es el de la ecologia —es decir, el estudio de las interacciones—, pero los contenidos van mucho mis all sighen analizando is relaciones entre camivoros y herbivoros, pero también las formas de apropiacién social de la naturaleza, De este modo se hizo posible recuperar el nexo entre historia y ecologla, que nos venia desde las épocas de Herédoto y que en al diltimo siglo habfamos perdido. predecir hechos, en funcién Las relaciones sociedad-naturaleza En ese libro vamas a estudiar as interelaciones entre naturleza y swiedad en la Argentina durante sus diferentes etapas de desaolo histvc El concepto de las relaciones sociedad-naturaleza surgi6 del anilisis ambiental en América latina, y no por casualidad: se con~ trapone al concepto de relaciones hombre-naturaleza que du- rante gran parte de este siglo primé en los paises desarrollados como forma de diluir responsabilidades sobre consecuencias cxi~ ticables del mal uso de la naturaleza y que sirvié, por ejemplo, para atribuirla mayor parte de las culpas ambientales aa superpo~ blacién, de preferencia la del Tercer Mundo, Hablar de socieda- des implica pattir de la base de que no son los individuos quienes usan la naturaleza, sino las sociedades que los agrupan, e involucra tuna evaluacién critica de las decisiones comadas por quienes las manejan, El concepto adquiere su més amplio sentido cuando se lo ana~ liza como resultante de los estilos de desarrollo que han prevaleci- 15 do histéricamente. En: otras’ palabras; Ja hipétesis que guia esté trabajo, y que se apticard al aniliss de numerosos ejemplos; es qué los estilos de desarrollo elegidos 0 impuiestos por los paises de la regidn han determinado y se han expresado a través de diversas formas de interaccién sociedad-naturaleza.” En este trabajo se procura demostrar que las condiciones ambien tales de un pats extn intimamente vinculadas con el estilo de desarro- lo y con has sucesivasfases de desarrollo por las que ese pafs atraviesa. Enfogue metodolégico La mayor parte de los estudios sobre el ambiente se centran en la descripcién del estado actual de los procesos ambientales y en su representacién geogréfica, A menudo se habla de las condiciones del medio como resultantes de la actividad humana per se, sin una a vinculacién con situaciones historicas concretas. “Seen embargo, que los problemas del medio ambien- te se vinculan con la forma en que una sociedad conereta utiliza su base natural, de qué manera la emplea para sasscer sus necesida- of qué lo hace de esa manera particular. tee jedad humana canblece una rein diferente con a naturaleza: aprovecha distintas porciones y aptitudes de la natura- leza que, como vimos, se organiza en ecosistemas. Esas porciones de las que extrac un aprovechamiento econsmico actual o poten- se denominan recursos naturales. . oa ome sociedades utilizan los recursos naturales de distinta ‘manera: dan tun so productive a unos, depredan otros, mantie- nen otros sin utilizacién. El vinculo material entre unas y otros son Jas tecnologias, como conjuntos de conocimientos y habilidades aplicados ala explotacién de los recursos. Su forma de uso depen de del conocimiento tecnol6gico, pero se vincula también con aspectos econdmicos y de proyectos y modelos sociales y cultura~ tes. Aunque cueste creerlo, para los conquistadores y colonizado- res espatioles, la ciudad de Buenos Aires estaba rodeada por un desiexto que algunas crénicas califican de horible: un espacio cu- bierto de pajonales, por el que podian caminarse 200 leguas sin ver ‘un solo éxbol, y que no cumplia ninguna fancién importante, Hoy 16 lamamos a este desierto la Pampa Htimeda y es una de las bases principales de la economia nacional. Cada organizacién social, entonces, tiene una relacién dife- rente con la naturaleza, En consecuencia, son distintos los impac- tos de sus actividades sobte el medio y, por supuesto, también lo son las consecuencias ecolégicas y sociales de estas actividades. La compleji id de estas interrelaciones es atin hoy poco eva luada por la mayor parte de los desarrollos cientificos. El avance de |a especializacién ha llevado a olvidar el caricter histérico de las relaciones entre sociedad y naturaleza. Asi, los especialistas han inventado una historia sin naturaleza y una ecologia sin sociedad. En este libro las hemos unido, y estas interacciones nos muestran un aspecto desconocido de nuestro propio pais. Definiremos al ambiente como la resultante de interaciones entre sistemas ecoligicos y socoeconémicos, susceptibles de provocar efectos sobre los seres vivientes y las actividades umanas. Esta definicion destaca especialmente el concepto de sistemas, tal como se describieron al hablar de ecosistemas, y el de interaciones, ya que ninguno de los sistemas componentes es exclusivamente definitotio en la forma- ‘ibn del medio ambiente El anilisis de las relaciones sociedad-naturaleza que aqui se presenta es concebido como una aproximacién al anilisis de sis temas complejos, con un enfoque diacrénico, en tanto incluye un estudio evolutivo de dichas relaciones. Las caracteristicas interdisciplinarias del enfoque plantean determinadas peculiarida- des metodolégicas, porque cada uno de los sistemas sintetiza, a su vez, interacciones inherentes a una amplia gama de especialidades del campo de las ciencias naturales y de las ciencias sociales.‘ Més concretamente, los componentes de esos sistemas y de sus interacciones que se consideran mids importantes en Ja construc cién del medio son: * En los sistemas ecoldgicos, la calidad (tipo, estabilidad, renovabilidad, etc.) y cantidad (efectiva y potencial) de los recursos naturales pasibles de explotacién. Es decir, comenzamos inventa- Fiando qué recursos naturales tenemos para después analizar qué ‘hacemos con ellos. Por ejemplo, cuando se construyeron las cloacas de Rosario se discutié si se las hacia terminar en el rio 0 se les daba 7 algiin oto destino. Y la inmensidad del Parana fue el argumento rms concluyente: durante casi un siglo el “Padre de las aguas” reci- bid, pacientemente, miles de toneladas de materias fecales que se cocupé de biodegradar y devolver después a los ciclos naturales, En ‘este caso estamos hablando de recursos que estaban antes de que fa sociedad se constituyera, Pero en ocasiones nos encontramos con recursos que son obra humana, como veremos que ocurtié con el palsje yl suelo pampeanos, que son el resultado del trabajo huma- no, tan artificales como puede serlo una ciudad. + En los sistemas socioeconémicos, a estructura de relaciones esta- blecidas entre los hombres 2 efectos de la produccién, a escala na- cional ¢ intemacional. Un ejemplo significativo ¢s el cultivo de cereales en a regién pampeana, Planteado intitilmente por Belgrano, fae necesario que se modificaran las relaciones sociales locales e in- temnacionales para que es0s ecosistemas fueran utilizados de esa ma- nera durante el proyecto de la lamada Generacién del 80. so del * Bn los nexos teenol6gicos, el grado de desarrllo de as tenolo- _glas productivas utilizadas y sus modalidades. La tecnologia es el instrumento de apropiacin y de transformacién de los recursos ‘Tecnologias Pautas culturales, politicas, ete. a’ | > Modes de <— —epaco | Condiciones de naturales; cada tecnologia tiene un impacto ambiental preciso. Es 3 distinto que estemos inyectando en el ambiente pesticidas 0 Sg detergentes biodegradables 0 materiales radiactivos. Del mismo — > 33 2 modo, efectuar rotaciones agricola-ganaderas tiene efectos dife- rentes de no hacerlas. No se trata s6lo de una contraposicién entyg tecnologias “antiguas” y “modemas”, sino de detectar la expecifici- dad de a incidencia de cada una de elias sobre el ambiente, recursos naturales Formas de modificacién Sistemas ecoldgicos Las interacciones dinémicas de estos tres componentes com- plejos determinan, en cada una de las fases de desarrollo del pafs: Cierto modo de utilizaién de bos recursos naturales enovables y no renovables, lo que implica cierto tipo de racionslidad econ6- —> mica y politica en la utilizaci6n de esos recursos. * zee * Cierto modo de utitizacién del espacio nacional, rural y urbano, Bg como teflejo de las relaciones productivas. fe a 18 calidad de vida del medio ‘Amibos modos de utilizacion estén interrelacionados. En el fon- do son facetas de la misma cosa. El modelo basado en la explota- cién de plata del Potos organiza el espacio asu maners, transforma el pais en un largo camino entre las vetas de plata y el puerto por el «que el metal sale ala metr6poli Esta interrelacin determina, en cada tiempo y espacio parti- cular, cieras condiciones de calidad de vida y deverminadas formas de modificci6n del medio que constituye la base de los habitat huma- 1nos. Volviendo a nuestro dlkimo ejemplo, recordemos que las con- diciones del ambiente laboral en las minas fueron tan duras que en. Potost murié tanta gente como en Auschwitz, También ese mo- deto influyé sobre el habitat urbano: la iebre de la plata cred un 4rea metropolitana en el altiplano, con casi todos los problemas que caracterizan a las grandes ciudades actuales. Las fases de desarollo ‘Vamos a explorar aqui las consecuencias de los conceptos te6~ ricos para cada una de las fases o etapas de la historia argentina Estas etapas se vinculan con diferentes fases de desarrollo econémico-social, en las cuales se adoptaron. cron de Searle y los de pafs que differen cualitativamente unos de otros roolesn ‘Sales reemplazos de tecnologias, de modalidad de uso de los recursos naturales, de organizacién social, con definidas consecuencias ambientales: . Fase colonial (hasta 1810). % Base de los primeros aos de vida independiente 1810-1860). Fase de imescin en i dvsn internacional del eabajo (1860-1930), % Fase de industrializacién sustitutiva de importaciones (1930-1976). * Fase de modernizacion periférica (desde 1976) én esti asociada a acontecimientos En general esta periodizacion esté politicos significatives, con los que se manifiesta con mayor niti- 20 dez el cambio de etapa. De todos modos, como ocurre en todo proceso, existe un continuo de Ientas variaciones imperceptibles hasta que nos encontramos, casi sin saber eémo, con un cambio cualitativo que ya ocurtié hace tiempo y que en el momento no habfamos percibido. En cada una de estas etapas hemos seleccionado modalidades caracterfsticas de uso de los recursos naturales, consecuencias ecolégicas, usos del espacio nacional y urbano, asi como de cali- dad de vida resultante, Estos modelos son, en nuestra opinién, los mis significativos por la magnitud de poblacién y de recursos natu~ rales involucrados y por las consecuencias ambientales emergentes En cada caso, hemos procutado contrastar los hechos efectiva- mente ocurridos con las propuestas alternativas que se plantearon en cada época, La comparacién entre las decisiones tomadas y el conocimiento que se tenfa de los fenémenos permite sefalar en qué casos el deterioro écolégico se origina en la ignorancia y en qué casos existen razones sociales que evan a dejar de lado los conocimientos disponibles. Sin embargo, no pretendemos agotar nuestra historia ecol6gica sino apenas inicia su estudio sistemtico y proporcionar un marco general a quienes vayan a profundizar sobre aspectos parciales. En a metodologia de investigacion hemos puesto el acento en el estudio de los nexos causales entre fenémenos originados en diferentes sistemas, siguiendo criterios que ya hemos desarrollado en otros trabajos, ** La concepeién que aquf se expone fue desarrollada por los autores de este trabajo en un articulo publicado en 1979.7 Puntos de vista similares fueron expresados por otros autores en el mismo periodo."*""" A partir del atticulo. ‘Mos expuesto sucesivos avances de investigacion'*™ en diversas publicaciones, en investigaciones regionales,** en actividades de docencia,**"*" de extensién™” y de difu- sign”? Finalmente, el rompecabezas queda armado en este libro y la historia ecol6gica argentina nos permite ver con nuevos ojos nues- tras cosas vieja. ai Un lenguaje desespecializado En la exposicién se pone el acento en ef uso del lenguaje llano, con exclusién de la terminologia técnica usual. En efecto, la experiencia de la década de! 80 indica que buena parte de los «studios interdisciplinarios realizados fueron expresados en la ter~ minologia de todas las ciencias intervinientes, lo que daba por resultado una dificil comprensién de las interacciones y, por ende, tuna menor utilizacién de los resultados. Reciprocamente, el len~ guaje no especializado aparece como el punto de encuentro de especialistas de formaciones muy diversas, entre si y con el pi- blico no especializado, aun a riesgo de caer en redundancias y en alguna imprecision. NOTAS 4. Alberdi, juan Bs Extudlos ecnémios, Buenos Aires, 1934, 2, Sarmiento, Domingo F.: Faamndo, Buenos Aites, EUDEBA, 1960. 3, Seminarios: “Estilos de desarrollo y medio ambiente en América latina”, $. de Chile, 1979, y “Nauwaleza y sociedad”, Caracas, 1979. 4, Gatela, R.A: Conceptual Bramework forthe Analysis of Case Stdies on “Foods Systens and Society", UNRISD/79, Ginebra, 1979. 5, Foguelman, Dina: Aproximacin a la evaluacibn ambiental del Eje Fls- ial ndustial, Fondo Nacional de Ordenamiento Ambiental, Buenos Aires, 1979, y en lo referente a las relaciones causa-efecto: Foguelman, Dina; Brailovsky, Antonio E,, y Boiry Lilian: Bvaluacdn ambiental de Salto Grande, Buenos Alres, C.T.M., 1980. 6, Brailovsky, A. Es “Medio ambiente, marginalidad y subdesarro- Ilo: el caso de Formosa”, en Realidad Eeonsmica, N° 38, Buenos Aires, cenvero-marzo de 1980. 7, Foguelman, D., y Brailovsky, A. E.: “Ambiente y fases de desarro- Ilo en Argentina”, en Comercio Exterior, México, septiembre de 1979. 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Es “Biografiade la pampa”, en Todo es Hist Buenos Aires, setiembre de 1982. ™ en 14, Brilovsky, A. B., y Foguelman, D.: “Espa ns » y Foguelman, D.: “Espafoles¢ incas ante la wale on Tee Hor, seenbre de 908, railovsky, A. E. El Riaduelo, Buenos Aires, Centro vont Altes, Centro Balto, 16, Brailowsky, A.E., y Foguelman, D.: “Contaminacion y ge dio”, en Reve La Razin, Buenos Aes, enero de 1986. <7 Fosucman, Ds "ado dela nicrin de enaiens cn senfoques ecologicos en la Repiblica Argentina”, en Revista de Econonda, Santa Fe, diciembre de 1987. * 18, Foguelman, D.: “Evolucién de sguelman, ion de los ecosistemas pampeanos en el Holacen, en cuno deprecionsnientadocent, Protas Proienca CONICET-INPAG, en prensa : 39. riloviy, A Ey Fgusnan, D Hil eliie d l eape tempranas de ta seciedad argentina, Mencion Especial Premio José Babini, CONICET, 1990, inéto, ° enen 20, Brailovsky, A. 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Ey Foguelman, Di: “La naturaleza (qué le dio al pas)”, en Todo ex Historia, julio de 1987 22, Brsilovsky, A.., y Foguelman, D.: “Coasecuencias ambientales del proceso de industralizacién en la Argentina”, en Revisa de Economia, Santa Fe, julio de 1985. : 23, Foguelman, D.: “Causas y consecuencias de transformac nes de sistemas alimentarios vidas (S te. . en zonas semidridas (Santiago del Este- ro)", Buenos Aires, CEPA-CONICET, 1986-87, publicado en Va- + sos autores: Biosphere Changes and Foods Systems, IFIAS-UNRISD, en prensa, 23, 24 Foguelman, Dis Impacto dela generalize del modelo de agriculture ‘permanente ela Pampa Ondalada(departansento Belgrano, Santa Fe), Bue~ ‘nos Aites, CEPA-CONICET, 1988. 25, Foguelman, D.: Programa de ecologia, Ciclo Bisico Comin, UBA, 1985, 26, Brailovsky, A. E. Programa de recursos naturales dela Argenti= 1a, CBC-UBA, 1985. 27, Foguelman, D.; Brllovsky, A.E.,y Vigil, C.: Proyecto para la materia Sociedad, Medio Ambiente y Recursos Naturales, CBC-UBA, 1988. 28, Brilovky, A. E, y Foguelman, D. (comps): Bl agua en Buenos Alves, curso de edacacin a divancia, UBA XXI, Editorial Fratema, 1988, "2p Foguelman, D; Zeballos de Sito, Ma ot als Usa mie ibn sobre nuestra fauna, curso de educaci6n a distancia, UBA XXI, 1988. 30. Brallovsky, A. E.,y Foguelman, D.: Enteevisa en diario Tiempo “Argentino, 10/9/1984; “Agriculeaa incaica: aprendiendo a ayudar a la natutalees en Expreso Inagnaro, setiembre de 1979; "A veces no live ve, decia Darwin", en Indusnia Textil, NP 49, 1987; “Inundacion de Viedina”, en Industria Text, julio de 1987; “El suefo ecologista de Siméa, Bolivis", en el diario Rio Negro, 18/10/1988, También en ls novelas Brilovsky, A. Ex El azalt al dele, Buenos Aires, Sudamericana-Planeta, 1985, y Tiompo de opresén, Buenos Aites, Editorial de Belgrano, 1986. 24 2 El ambiente en la época colonial LA DESTRUCCION DE LA AGRICULTURA INCAICA La historia ambiental de la Argentina se inicia con una de las catstrofes ecologicas mis serias que hayan ocurrido en el pafs: la destruccién del sistema incaico de agricaltura en terrazas, perpe= ‘ada por los conquistadores espaitoles, Este desequilibrio ecoldgico fue la principal herramienta utilizada para consolidar una conquis- ta que, de otro modo, hubiera resultado politicamente inestabe. Porque la nica manera que tenia tun puftado de hombres de hacer petdurable su dominio sobre un pueblo entero era destruyendo los medios de subsistencia de esa poblacién. Para verlo con mayor laridad, tenemos que hablar de la agricultura incaica E] impetio ineaico fue un espectacular ejemplo de eficiencia cen el manejo de la tierra y en el respeto al equilibrio ecolégico de Ja regi6n. Ningiin sistema posterior consiguié alimentat a tanta poblacién sin degradar los recursos naturales. Los incas basaron su ivilizaci6n en una relacién arménica con su ambiente natural, integrado por los frigiles ecosistemas andinos, y desarrollaron com- plejos y delicados mecanismos tecnol6gicos y sociales que les per- mitieton lograr una sélida base econdmica sin deterioros ecolégicos. Se pueden ver aiin las terrazas de cultivo, construidas como largos y angostos peldatios en los fildeos de las montafas, sosteni- dos por piedras que retenfan la tierra fetil. Las terrazas cumplian la fancién de distribuir regularmente la humedad. All el agua de via iba filtrindose lentamente desde los niveles superiores a los “ inferiores, utilizindose plenamente la escasa cantidad de liquide 25 disponible. En las éreas mis lluviosas y en las de mayor pendiente, las terrazas permitian evitar la erosién, al impedir que el escu- srimiento superficial del agua de lluvia arrastrara las particulas del suelo. También facilitaron el aprovechamiento de los diversos pi- sos ecolégicos. Pero las terrazas no eran solamente defensivas, sino que consti- tuian la base de un trabajo posterior. Ese espacio se rellenaba con tierra traida de zonas més bajas y se abonaba con suelos lacustres y algas, lo que significaba un acto de verdadera construccién det suelo agricola El suelo de les terrazas se mezclaba con guano, el excremento de aves marinas acumulado en las islas y costas. Este recurso era cuidadosamente administrado, porque de él dependia en buena medida la alimentacién de la poblacién: para extraerlo, cada aldea tenga asignada una parte de isla 0 costa, marcada con mojones de piedra que no era permitido alterar. “Habfa tanta vigilancia en guardar aquellas aves, que al tiempo de Ia erfa a nadie era Ifcito ‘entrar en las isla, so pena de la vida, porque no las asombrasen y echasen de sus nidos. Tampoco era Kieito matarlas en ningéin tiem- po, so la misma pena”, dice el Inca Garcilaso de la Vega.” Se practicaba regularmente el barbecho, es decir, el descanso del suelo para permitirle recuperar su fertilidad en forma natural. En la costa y los valles fertiliaban con cabezas de pescado, que enterraban con semillas de mafz en su interior. Para este cultivo también utilizaron excrementos humanos secados al soly pulveri~ zados. En el esfuerzo por alimentara una poblacién en crecimien- to, no hubo recurso que dejara de utilizarse. - Habfa muy poco suelo que fuera naturalmente apto para el cultivo y habia que construirlo metro a metro, Su explotacién no hubiera sido posible sin riego, porque la mayor parte de la zona andina es frida o semifrida. Habfa que ir a buscar el agua a las nacientes de los arroyos y encauzarla mediante tna red de canales. Se describen algunos principales, de muchos kil6metros de largo y hasta cuatro metros de didmetro, pero aun para una pequefia su- perficie aterrazada se consideraba que valfa la pena hacer un canal de gran longitud. Para eso, se hacia un surco a Jo largo de las montaias y se lo cubria con grandes losas de piedra unidas con tierra para que el ganado no lo destruyese. A veces, al cruzar un 26 valle, eta necesatio sostener el canal sobre columnas para que el nivel del agua no perdiese altura, construyéndose acueduetos si- milates a los romanos. En el actual territorio argentino, los cronistas espafioles sefialan aque los habitantes de los Valles Calchaquies “‘siembran con ace- quias de regadio" "En la antigua ciudad de Quilmes encontraron tuna represa, prolijamente confeccionada en piedra, aprovechando una depresion natural del terreno, De ella salfa un canal de riego.” En Catamarca existen restos de terrazas con lajas verticales adosadas, que facilitan la condensacién de as gotas de rocio. De este modo, wransformaban al rocio en un recurso productivo y lo utilizaban para el riego. El origen de estas tecnologias esti ligado a la lenta evolucién del poblamiento andino. En el noroeste del actual territorio ar- gentino, los cultivos en terrazas estuvieron ampliamente difndi- dos. Algunas terr2zas fueron construidas durante el imperio incaico, en tanto que otras corresponden a culturas previas que habfan al- canzado wn alto grado de desarrollo. En algunos valles andinos se encuentran restos de técnicas de cultivo que aparecen como antecesoras de las terrazas incaicas. Por ejemplo, en Iglesia (provincia de San Juan), unos mil aiios antes de Colén se desarrollé una cultura que construy6 obras de regadio, las que permitieron el cultivo de tierras que no pueden ponerse en produccién con las tecnologias actuales. Se trataba de grandes siste- mas de piedra, que recolectaban el agua de los arroyos y la desvi ban por medio de acequias hacia las parcelas de cultivo, Cuando estos canales pasaban por terreno arenoso, impermesbilizaban su fondo con piezas de cerimica. Los sitios de cultivo son terrenos deprimidos artficialmente, a los que llegan los canales. Estin rodeados por un borde de piedras que cumplia la misma fanci6n de defensa que su equivalente en las terrazas incaicas. Se trata, bisicamente, del mismo principio: hacer plano un relieve escarpado, proteger los bordes de las parcelas para cvitar la erosi6n y regarlas artificialmente por medio de canales y cisternas. La diferencia entre las precarias acequias indigenas y las gran- des obras de ingenieria incaicas no estriba en los principios * ecol6gicos que la rigen sino en la organizaci6n social que las sus 2 tenta, Las comunidades familiares descubrieron la forma de culti- vat los Andes sin erosionar el suelo, pero fue necesaria una organi zaci6n social més complejaa fin de que esa tecnologia sirviera para alimentar a millones de personas. EI mafz y la papa constituian la base de la alimentacion, esen~ ialmente vegetariana, pero también se cultivaban unas cien espe cies més, debido a un cuidadoso trabajo de domesticacién efectuado a lo largo de varios siglos. La tecnologia de conservacién de ali- rmentos estaba adecuadamente desarrollada: para cames, el secado y salado en forma de charqui. Para la papa, el chufio: papa helada ala intemperie, desecada por congelamiento (liofilizacién) y mo- lida, ‘También tenfan una ganaderia muy desarrollada, la que com- binaban con un manejo racional de la fauna silvestre. Utilizaban. amas y alpacas como bestias de carga y para la produccién de lana y came; de esta dltima consumfan muy poca cantidad. En cambio, su dieta era rica en proteinas vegetales. Empleaban las vicutas y alpacas para produccién de la mis fina Jana, destinada al inca y a su corte, Las vicuiias no pudieron ser domesticadas, por lo que las capturaban, les cortaban la lana y las volvian a soltar. Lo hacfan en grandes cacerfas anuales, en las que tenfan especial cuidado en no lastimar a ningéin animal. Nunca las exquilaban a fondo, para que no comtiesen el riesgo de morir de fiio. Es decir, que consideraban a los animales salvajes como un recurso que debfa ser cuidado y utilizado racionalmente. Este conjunto de pricticas evidencia un muy clevado desarro- lo tecnolégico logrado sin mecanizacién alguna: las piedras“se partian y pulfan golpedndolas unas con otras, y se ubicaban a pul 30, Con ayuda de sogas pero sin poleas, rolos ni ruedas. Los metales se fundian sin fuelle, soplando ef fuego a pulmén a través de tabos de cobre. Los inicos instrumentos de labranza fueron las azadas para deshacer terrones, y palos aguzados para remover el suelo y ‘enterrar las semills El Ginico recurso abundante parece haber sido el recurso ht mano, por lo cual no se desarrollé ninguna técnica de ahorro de mano de obra. Por el contrario, el pleno empleo era prioritario. No tener trabajo era tan mal visto que aiin en la actualidad puede verse a las kollas hilar mientras caminan, y los viejos tenfan la obli- 28 gacién explicita de eliminar los piojos, que era una forma de cui- dar el estado sanitario de la poblacién. En el imperio incaico cada uno cultivaba la tierra que le habian adjudicado (nadie era propietario), pero ademés, en forma colecti- va, trabajaban las tierras destinadas a mantener a los sacerdotes y al Inca, quien a su vez asignaba el producto al mantenimiento de la nacion. Es decir que, ademis de lo que el agricultor consumia, producia reservas colectivas que se almacenaban en grandes gal- pones, alo largo de las ratas, ‘Todo se contabilizaba mediante un sistema decimal que se ano- taba en cordones de diferentes colores (quipus) que se enviaban al Inca. Con el mismo sistema, se lo mantenia informado anualmen- te y en forma exacta de la composicién de la poblacién, de los nacimientos y de las muertes. A pesar de los avances de la compu tacién, hoy ningiin pais cuenta con informacién tan actualizada Esta informacién se le hacia llegar por medio de correos (chasquis) que cortian por excelentes caminos en forma tan sincronizada que las noticias vigjaban a razén de 500 kilémetros diatios. Las reservas permitian mantener a los que no estuvieran en condiciones de trabajar, a la corte, a aldeas que hubieran suftido una sequia, a asentamientos en formacién que atin no tuvieran cosechas. En todo momento los soldados podian encontrar vive- res, vestidos, calzados y armas para hasta treinta mil combatientes en un solo galpén. Las reservas bélicas eran necesarias para este imperio en expan- sién, aunque no se usaban en todos los casos. A veces lograban la expansion por el convencimiento, como en el caso del “reino de Tucma” (Tucumén), cuyos embajadores fueron a oftecer vasallaje al Inca, Extraiio imperialismo éste, que podia expandisse a partir del consenso que creaba, al ofrecer una organizacién social mis deseable que la de los pueblos vecinos. La primera medida luego de una conquista era la construccién de caminos que anexaran las nuevas tierras, la capacitacién de arte~ sanos, agricultores, ingenieros y burécratas en escuclas especiales y la inieiacién de Jos cultivos. El conjunto componfa un sistema muy estable que permnitia mantener a los combatientes —no habfa casta militar—, a la burocracia administrativa y a la nobleza. 29 Boo! ‘Con tan poca maquinaria, la mano de obra pasaba a tener una importancia fandamental y era considerada un recurso valioso que, al igual que el suelo, el agua, ef ganado, el guano, era preciso ‘mantener y conservar. A la época de la llegada de los conquistado— xes espaiioles habia una poblacion estimada entre 10 y 30 millones de habitantes, perfectamente vestidos y alimentados, con un siste- mma de seguridad social que alcanzaba a los huérfanos, alas vidas, 4 losancianos y a las familias de aquellos que habfan sido convoca~ dos a las armas, Este sistema de seguridad social se reflejaba incluso en aspectos tales como el orden de prioridad asignado a las tierras de cultivo: “Mandaba el Inca que las tierra de los vasallos fuesen preferidas a las suyas, porque decian que la prosperidad de los stibditos redun- daba en buen servicio pata el rey; que estando pobres y necesita~ dos, mal podian servir en la guerra ni en la pa2”,* dice el Inca Garcilaso La organizacién por la cual se logré Ia preservacién y el desa- rrollo de los recursos humanos y naturales es el rasgo caracteristico del imperio incaico. ste era en realidad reciente; no tenfa mas de cuatio siglos. La base econémica que permiti6 organizar las préc~ ticas de produccién agraria y de conservacién de Ia naturaleza pre~ cexistente era * El imperio (representado por el Inca, considerado de origen, divino) era el propietario de todas las tiexras y clemés recursos na~ turales, lo que fcilité el manejo integrado de esos recursos. * Bt desarrollo de complejos sistemas administrativos de edu- cacién y control de la fuerza de trabajo. * Cada familia disponia de tanta tierra como necesitara para su subsistencia, pero ni un centimetro més, No habSa moneda ni es clavos; tampoco habia latifundios ni guerras por la propiedad pri- vada de hombres o de bienes. * Dentro de su comunidad, el campesino era un trabajador libre porque sélo estaba regido por un ordenamiento global que abarcaba a la sociedad entera, personificada en el Inca y represen 30 ‘ada localmente por la burocracia del imperio. Ese ordenamiento regulaba todas las horas de todos sus dias y los de toda su familia habia castigos por perder el turno de riego, por sembrar 0 cose- char fuera de las fechas preestablecidas, por no casarse y, en gene- ral, por cualquier actitud calificada como antisocial El resultado fue una sociedad centralizada y fuertemente auto- ritatia, que aplic6 ese autoritarismo para superar las fetes restric- ciones ecolégicas del ambiente andino, proporcionando a esa poblacién los niveles de vida mis altos de su historia. “Todos universalimente sembraban lo que habjan menester para sustentar sus casas —dice el Inca Garcilaso— y asf no tenian nece- sidad de vender los abastecimientos, ni encarecerlos, ni sabjan qué cosa era carestia. {.,.] De manera que lo necesario para la vida humana, de comer y de vestir y calzar lo tenian todos, que nadie podfa llamarse pobre ni pedir limosna. Todos sabian tejer y hacer sus ropas, y asi el Inca, con proveerlos de Jana, los daba por vesti- dos. Todos sabian labrar ls tierra y beneficiasla, sin alquilar otcos obreros. Todos se hacian sus casa, y las mujeres eran las que mis sabfan de todo. Habfan tanta abundancia de las cosas necesarias para la vida humana, que casi se daban de balde.”* COLONIZACION ¥ DESERTIZACION Cuando legaton los espafioles, de todo lo que vieron, sélo les interes6 el oro y la plata para enviar a la metr6poli y para su enti- quecimiento personal. Se repartieron has tierras y eschvizaron a sus pobladores. Introdyjeron “el ganado y el cultivo de la alfifi, del trigo, de la vid, por el tnico medio practicable en una regién donde las tierras eran tan escasas y que consistia en el traslado de los indios y en su sustitucién por el ganado y los cultivos comerciales.” [...] Para el espaiiol, no sélo las innovaciones eran Iucrativas, sino que Ja propia despoblaci6n no presentaba mayor inconveniente, ya que haba gente de sobra para compensar tal pérdida, y sobre todo, porque el sistema debilitaba, como se queria, alos pueblos some- tidos y expulsaba del campo a los contingentes necesatios para la 31 cexplotacién de las minas y la edificacién de las nuevas iglesias, palacios y casas, enganchados como mifayos, o para el servicio do- méstico, en calidad de yanaconas; o aun permitia obtener esclavos para las haciendas que comencaban a creatse en el altiplano y Ja costa Desorganizado el sistema de proteccién social de una pobla- cién cuya iniciativa se habia aletargado por siglos de regulacién autoritaria, se sucedieron épocas de hambrunas. Una enfermedad hasta entonces desconocida, la viruela, encontr6 a los indios sin resistencias naturales. Entre el hambre, las epidemias y el brutal trabajo en las minas, se calcula que después de 150 afios de con- ‘uista s6lo quedabe del 4 al 5 por ciento de la pablacién anterior a la Hlegada de los esparioles. La red de riego quedé casi paralizada por falte de mantenimiento. Las terrazas y los acueductos fueron abandonados. Dice Gatcilaso que “los espafioles, como extranje~ 105, no han hecho caso de semejantes grandezas; antes parece que, a sabiendas 0 con sobra de descuido, han permitido que se pierdan todas”.” Al mismo tiempo, la introducci6n del arado por los espafioles “ocasiona un verdadero retroceso en Ia agricultura, por lo menos cn los indices de produccién”.* En efecto, el uso de arados cons- titufa una tecnologfa adaptada 2 condiciones diferentes, de las cua les l escasa pendiente era determinante. Al utilizarlos en la regién andina, se desarticularon los delicados equilibrios ecol6gicos que sustentaban el sistema de cultivos incaicos y en poco tiempo los surcos del arado se transformaron en circavas de erosién. Final: mente, la erosién del suelo fe tan acentuada que gran cantidad de 4reas de cultivo debieron ser abandonadas completamente. Este fenémeno es paralelo al proceso de desertizacién de am- plias zonas explotadas por los incas. Se abandoné la estrategia de ‘manejo de cuencas hidticas, y en dreas de escasez de lefa se corta~ ton los érboles que protegian las nacientes de los acroyos. De este modo, los arroyos se secaton y disminuyeron las posibilidades de sustentat poblacién en esas tierras, Por ese motivo en la quebrada de Humahuaca “el agua ha ido disminuyendo a través de los tiem~ os; por ello los campos regados fueron reduciéndose en superfi- cie y las acequias rebajando su altura a medida que era necesatio abandonar las terrazas mis elevadas. Esto est muy claro en Coctaca, 32 donde actualmente, por falta de agua, no se culeiva ni la décima parte de los terrenos que utilizaron los indigenas, cuyas admirables acequiias no Hevan ya una gota de agua.” EI paso siguiente fue la organizacion del sistema de explota~ ci6n en grandes haciendas, Sobre lo que quedaba de los valles que habian alimentado a tanta gente se estructura Ja produccién co- mercial, no para subsistencia, sino para el mercado. El Nuevo ‘Mando conoce asi, por primera vez, la paradoja de una agricultura que provoca hambre en vez de saciarla, En 1573 Jerénimo Latis de Cabrera informa al rey de Espaiia de la existencia de mas de seiscientas poblaciones que debian al- bergar a unos treinta mil indigenas, que se extinguieron ripida- ‘mente por él esclavizante trabajo a que fueron sometidos en las encomiendas. Un jesuita explica que en Tucumin “atribuyen la disminucién de indios en aquel paisa los malos tratamientos que Jos espatioles les daban por causa del cultivo, recoleccién, carda e hilado” del algodén.” Este ataque a los naturales del pais no se detuvo en las perso- pas ni en su suelo, sino que alcanz6 también a animales y plantas. La vicuiia comenz6 a ser muerta para aprovechar su lana, mien- tras que los conquistadores utilizaron muy pocas de las plantas cultivadas antes de su legada. Aigunas, como el maiz, el tomate y la papa, modificaron radicalmente Ja diesa de varios paises eu- ropeos y posibilitaron usta expansi6n considerable de Ia pobla- cidén de esos paises. Pero las dems plantas cayeron en el olvido, desplazadas, a ve~ «es por el trigo, la cebada y el algodén, otras veces por el desierto. Algunas de estas plantas se extinguieron, especies que perdieron sin duda las vatiedades mis productivas, que provenfan de una cuidadosa seleccién efectuada durante muchos siglos. Otras sub- sisten como curiosidad, convertidas en “plantas de pobres”, sin que se haya intentado utilizarlas en una escala distinta de la econo- mia de autosubsistencia, Valdria la pena recordar que uno de los cultivos mis importantes del mundo actual, la soja, fue durante siglos considerada también como una ‘planta de pobres” y des- preciada por esa razén. Veamos algunos ejemplos (que incluyen vegetales de la zona andina y de fuera de ella):*""-°" 33

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