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v Oo EL PONTIFICADO, DE LA REFORMA ALLA PLENITUDO POTESTATIS Esther Gonzdlez Crespo En la alta Edad Media la Iglesia habia ejercido wna gran influencia en la sociedad occidental, pero munca pretendié ponerse a la cabeza de ellay, menos, usurpar dicho papel a la monarquia. En ese tiem- 10, ambos podetes, Iglesia y Estado, se relacionaron tan intimamen- fe, que frato de esa colaboracién fue la simbiosisrefleiada en la mi sin del rey como jefe del pueblo cristiano. Sin embargo, areded del aio milla situacion se modificardy el proceso de feudaliacion de la sociedad produciré cambios susanciales, que serin recogidos ‘en os esquemasideolégicos de la época. Uno de los mis famosos fue cexpresado por Adalberén de Laén, hacia 1015, al presentar la es tructara dela sociedad cristiana occidental como triple y unitaria, igual que la concepin de la "Trinidad, a la que habia tomado por modelo, Un solo pueblo, dividido en tes eategorfas segin su come- tido o funciGn: los que fezaban, los que combatiany los que traba- jaban, Los tres, manteniendo relaciones y servicios de subotdinacién ,a la vee, desempefianda wn papel de ayuda mua y reciproca. A la cabeza de esta sociedad trifuncional se situaron los clérigos, pues- to que su misin era la mis ata y noble: conducit a los hombres ante Dios e interceder por ellos. Desde entonces, el estamento cclesit- co adguirié un desateollo extraordinario y cobré un gran impulso ‘moral y religioso. Desde esa plataforma, el clero fue capaz de def nr un nuevo concepto de sacerdocio y de trasmitir a Occidente la necesidad de reformar la propia sociedad crstiana, Con estos cambios, desde mediados del siglo xt, algunos pensa- res comprendieron que la Iglesia necesitaba sacudiese la eutela de 183 emperadores, reyes y sefores feudales, que dispontan a su antojo de las «cosas sagradas. Para ello era preciso liberar al clero de la sumi- sin a esas autoridades laeasy, ademas, volver a dfinir la posicin de los dos grandes poderes: el religioso y el politico. Las relaciones entre Pontificado e Imperio y su hicha por a superioridad serfan la clave de sustentacin para este perfodo historico que transcure des- de mediado del sigo 3 hasta fies del xan. Una etapa donde apare~ fa el denominado régimen de crisiandad, es deci, la realizacion de la civilizacin cristiana medieval. En ella el papado aleanz6 su mi- ximo prestigioal extender su autoridad sobre todo el Occidente eu opeo e impulear la renovacién espirtual en este periodo central del Medievo. 1, REFORMA ECLESIASTICA Y GREGORIANISMO Para los reformadores, los que eerefan los poderes politicos a euya cabera se hallaba el emperador se habfan apropiado de los bienes y cargos eclesidsticos y los ofreian al mejor postor. Razén por la que ‘muchos de los oficios dela Iglesia reeafan en gentes no iddneas y sin preparacién, que degradaban ain més a un clero en vias de seculae rizacién, Modifcar esa situacin del clero era absolutamente m= prescindible para el papado, si se querfaalcanzar el triunfo dela re- forma. Por ello, el pontfiado, una vez recuperado su prestsio, especialmente a raz del gobierno de Leén IX, y conseguids su iber- tad (en 1059, cuando se insttuyé la cleccién del pontifices6lo por Jos cardenales),comena6 a defender la preeminencia del poder epi- ritual por encima del temporal. Esta posicin dl dominio spiritual para diigie la sociedad cristiana ya estaba plenamente contigurada con Gregorio VIL. Ete la defendié con una fuerza extraordinaria, liegando a sostener dur enfrentamientos politicos y religosos que conmocionaron a toda la Europa occidental, 1.1. Los primeros pasos en el siglo xi: Ledn IX y Nicolds Il Con la inesperada mucrte de Otén Ill en 1002, el pontficado vol- v6 a caer de nuevo en poder de as faccionesaristocriticas romana. La rvalidad entre las familias dominantes, usculanos y crescencios, se desat6 al tatar de imponer su voluntad en la sede romana, En esa lucha por el poder, otra vez aparecieron los males y abusos del «si- to de hierro», especialmente lo referente al nombramiento de per 184 sonas sin preparacién ¢indigas para ocupar el soo papal. Hasta tnediados del siglo x, los monarssgermancs Enrique, Conrado I ¢ incluso Enrique I, en us primerosafos de reinado,volados ha- tia atintoralemanes,dearon la problemdtica de lala bajo el con- trol de los cons de Tasulum, Pero hacia 1046 Enrique Il, en el marco de su preocupaci6n por el aumento de la autoridad real, mos- tro interés por los asuntoritalianoey por resolver la lamentable si tuacién del pontificadoen exe momenta. Tes hombres, Benedicto IX, Sitvestre Illy Gregorio Vi, se dapataba laeitedra de Pedro, Con ener, y animado por la idea de que la justicia habia de ir acompa- fada dela mizericordia, Enrique Il se 66 como linea de atuacion poner fin a cris papal, Para ell, introdajo algunas innovaciones fn sis relaciones con Roma. Primero, desempolv6 el atiguo dte- tho, lzado por Orn de tomar parte en la eleciGn del papa. El haa la desgnaci dela persona yfarfa su posterior leeion ear rénica por el clroy el pueblo romano. Pata juificarjuriicamen- {e-estaribuci6n, en denuso desde OrGn Il hizo intl Patricio de fos romanos, pues de hecho exstan preedentes de que, bajo d- tho paticiado, algunos sefores de Roma habfanejercio tl dere ho, En segundo Toga, otra modificaion fue romper con la ead Cid de que el desgnado fuera de origen romano © ialiano. Ahora reservaria dicho oficio excasivamente a eclsisticosalemanes. Con sas bases, Enrique Il tomabs a inicitiva para la reforma de age Sia romana, ee esprtual de la crsiandad, adjudicindose un papel fundamental en la oientacin y direcin de la misma £120 de diciembre de 1046 Enriguereuni en Sue, prximo a Roma, un sinodo para janga alos tes papas contendientes, que fa: ron depuestor. Tres dias mis tarde, en otto concilio reunido en Roma, se propuso, a instancias del emperador, como nuevo candi dato a Suitgero, obispo de Bamberg. Exe fue clegido y consagrado pontfice esa misma navidad con el nombre de Clemente Su pr- sper gesto seria coronar emperadores a Enrique Illy a su esposa. Este, con su atuaciSn, haba iberado al papado de los bandor aris: tocriticos romans eincaba la regeneracin del pontifcado, pri ‘mer paso para a reforma. Pu éta una aci6n tan beneiciosa, que nadie se opto a cla, Una intervencion imperial tan teocrtin fam Poco era inusal en la ideclogia des lempo. Es ms, se justified so- bradamente al considrat que los monaress germanos, como fees ctistianos, debian ayudar al buen gobierno de toda la crstiandad Ena rforma la iberaion de a Iglesia era clave, pues se enten- dla como la victoria contra a exlvieud del pecado Pecado aeaiga- 1s do en la clerecia y manifestado en la simonfa, el nicolasmo y la in- vrestidura Iaica. Los eres grandes males aquejaban al clero desde tiempos anteriores, tal como nos lo presentan autores como Pedro Damiani en su Liber gratissimus y en su Liber Gomorehianus (que oftece un impresionante cuadro de la decadencia moral, en materia, sexual, de grandes sectores del clero)o el cardenal Humberto de Sil- va Candida en su obra Adversussimoniacos. El icolaismo sigaifica- ba el concubinato de los presbiteros, una préctica que aunque fue considerada inaceptable se venia tolerando, especialmente en los rmedios rurales. En este tiempo su rechazo se fue imponiendo poco ‘poco, y pudo ser aprovechado por los eformadores. La simonfa, compraventa de bienes esprituaes, era un problema mucho mis complejo. Muchos clérigos eran conscientes del peligro que repre sentaba, y contribuyeron a la formacién de un movimiento ants ‘monfaco. En cuanto ala investiduraIaica, era la incervencién de los laicos en el nombramiento 0 designacin de cualquier tipo de digai- dad ecesiistica. La reaccion contra estas tres lacras fue consecuencia de un pro- ceso de maduracin. Habia que cambiar las formas de vida de los. clérigos, porque ala Iglesia se le planteaba el problema de presentar cen el mundo su accién mediante los sacramentos y sus ministos. Los objetivos reformistas estaban definidosy se fueron haciendo presen tes en todos los pontffces desde mediados de siglo. Ahora bien, en cesta regeneracion de la Iglesia no estuvo Solo el papado. A favor de la reforma se alinearon distntos sectores de la crstiandad. Ya hemos citado al emperador, pero ademés también colaboraron el monaca {o, especialmente Cluny, y otras fuerzs, procedentes incluso del pueblo. El movimienca de la Pataria de Milén, a mediados del siglo xr, deseneadenado contra el clero simoniaco, es el ejemplo més co- nacido El nombeamiento de pontifices alemanes, por parte del empera- dor, fue un gran acierto para impulsar Ia reforma, pues designé a hhombres con buena preparacién, alta moralidad y bien dispuestos a dlgnificar los cimientos de la Iglesia. Los primeros cambios comen= zarfan con ellos, poniéndose en marcha con Bruno de Toul, que to- 1mé el nombre de Lesn IX (1049-1054). De su obra destacamos dos aspectos que abren nuevas expectativas para la vida eclesisstica, Uno, que agrupé en torno a él a un equipo de excelente colabo- radores: Humberto de Moyenmoutier, cardenal de Silva Cindida, Hugo de Rémirmonr, también cardenal, Federico de Lorena, mis adelante Esteban IX, 0 Hildebrando, futuro Gregorio VII. Con ellos, 186 sfxe configurando el germen del colegio cardenalicio, que tan im= portante papel iba a jugar en los destinos de la Iglesia. El segundo faspecto innovador de Ledn IX fue el cariceritinerante que tivo st ppontificado, acorde con las costumbres de los soberanos de su tiem- ‘po, Com sus continuos viajes y su atraciva personalided,lograraim- pregnar de fuerte autorided al oficio papal. "Tres importantes tatess acometié Leén IX: impulsar el camino de lareforma, luchar conta los normandos de sur de Italia y hacer frente ala polémica con la iglesia griega. El primer cometido estuvo enérgicamente diigido contra la simoniay el niolaismo, tal y como el papa habla manifestado en concilios locales (Reims, Maguncta, Roma), Ahora se iniciaron investigaciones serias y se impusieron pe- nas y deposiciones que durarfan varios decenios. Una lucha que los reformadores vieron como algo més profundo que la erradicacion cde unos vicios, Para ellos era cuestin de salvaguardar la fey a vida sacramental, que conducian a lasalvacin en Jesucristo, Para saldar las diferencias con el patriarca Miguel Cerulrio, Legn IX envi una famosa embsjada a Constancinopla en 1054, presidia por el carde- nal Hamberto, Su desaforsanada gestién dara lugar a un nuevo cis- ‘ma, que supondrfa la ruprura pricticamente definitiva entre ambas iglesias, la oriental y la occidental. Tampoco Le6n IX tuvo suerte frente a los normandos. Deseaso de recuperat para Ia iglesia roma- na la jarisdici6n del sur de lealiay de Sitka, armé un eército con- tra ello, sdlo para ser derrotado y hecho prisionero en Cividale. Poco después de su retorno a Roma, murié en 1054. ‘A Le6n IX le sucedié Viecor Il (1055-1057), también designa- do por Enrique Il. La vinculacién del nuevo papa ala politica im- perial no fue obsticulo para que aquél afianzara la posicién de la iglesia romana. Con su muerte, yun ao antes la del propio empe- rador, se cerraria Ia serie de los papas reformistas alemanes. La eleccién de su sucesor, Esteban IX, sellevara a cabo con otros pre- ‘supuestos. En efecto, el procedimiento utilizado por Enrique Ill para fc tar los nombramientos papales habia sido un acieto, pero no hizo ‘olvidar a los reformadores, ni alos propios papas germanos, que di cha designaci6n no debia dejarse en manos de un Iai, aunque éste fuera el mismo emperador. Obrener la libertad de la Iglesia era prio- ritario y debfa comenzarse por la cabeza, De ahi que la muerte de En- rique I en 1056, y la euorfa de su hijo menor, fuera un momento ‘primo para que fos pontifies se sacudieran la presién imperil y Es teban IX fuera elegido sucesor de Pedro por el clero romano. So- 187 Jamente después se notfcara el nombramiento a la eutra dl Impe- tio, la made de Enrique IV. En 1059 Nicolés It ocap6 la sede roma- nay en su primer sinodo en Letrin se6 adelante, apart de nuevas ‘medidas contra los graves males que aqueaban al cero, un importan- timo decreto que regula a eleccion pontifiia. Fst fue reservada Al cuerpo de elestores consttuido por el colegio cardenaliio, Nico- las tao un breve mandato, pero racendente por su conrbucion aloft papal Con gran habildad! poticasupo atraerse a los prin- Gipados normandor dl sur de Talay suseribe eon ellos una serie de pacts, Desde entonces se convittieron en aliados y en firmes defen- Sores de a Santa Sede, yen grants de a libre eles de los pon- tfiees frente al Imperio. Ala mueree de Nicol It los reformadores eligieron para sucedere a Anselmo de Lueca con el nombre de Ale- jandro I (1061-1073). Exe, eon un gobierno mis dltado que sus anecesoes, pudo prosgur la tara reformador Con a elecein pontficia libre dl poder imperial xe habia dado el primer paso para conseguir la ansiada libertad eceséstes, pero ta seria eri sino se lograba extender ato eller. Esta obra seria prosegida con gran decision por Gregorio VI. 1.2. Gregorio VII y su enfrentamiento con Enrique IV Gregorio VII fue elegido primado de Roma el 22 de abril de 1073, contando con una amplia experiencia de gobierno, obtenida en los mandatos de sus predecesores, y con un merecido prestigio como impulsor dela reforma. Tarea ala que se dedicarécon prioridad des- de su puesto rector. Esta labor reformadora descansaba en la firme ‘conviccién cristina que tenia este monje cluniacense: todo cristia~ no debialibrar el combate dela fe para obtener ss libercad frente 3 la esclavitud del pecado, frente al reino del Maligno. Una lucha en la que los sacerdotes, como servidores, como minstros de Cristo, es taban especialmente llamados para hacer triunfar el reino de Dios en Ia tierra. Un reino represemtado por el vicatio de Pedro en Roma, ‘papa, inico inteprete de la voluntad divina, a la que todo creyente debia someterse, inclusive la autoridad secular de los principes yso- beranos. Pero estas ideas, aunque importantes, no fueron lo primor- dial de sa obra. Esta descans6, mis que en su pensamiento, en sa forma de actuar: er su gran personalidad, en su fortaleza y energia, la hora de llevar a la prictica sus proyectos. Para realizar su misién, él mismo, al que més tarde se unitfan otros expertos (ance todo Pedro Damisn), fue recopilando material 188. ‘canénico capaz de probar su ideologia acerca del papado. Una com- pilacién no sistematizada, pero s clasificada por materias, 27 capi- Tulos, a los que un breve titulo serva de recordatorio de su con- tenido, De esta manera, nacieron los famosos Dictatus Papae, pblicados en 1075, en los que se fundamentaria el principio bisico ‘desu doctrina Ia supremacia del poder espiritual sobre el temporal ‘Algo que no era novedoso mis que en su presentaciGn, puesto que tous las proposciones procedtan de textos anteriores en los que 3 tenunciaban y recopian los derechos de honor y fcultades, asf como Ta legislacion y jurisdiceiOn primaciales. Los Dictatus fueron un cuerpo doctrinal que se presentaba con la simple mision de exponer los derechos tradicionales que habfan tenido hasta entonces los por tices ‘Gregorio VII atendié ala reforma desde ls primeros sinodos de su pontificado, en los que renovs antiguos deretos contra la simo: nia y conta ei nicolatsmo. Desde huego hubo resistencia, especal> ‘mente en Alemania, pero, con frmeza,oblig6 alos obispos sla de~ fensa del celibato eclesistco y a que fueraninvaidadas las 6rdenes, sacerdotaleslogradas por medios simoniacos. El siguiente problems, ef de las invesiduras, seria todavia mis dificil, pues supuso el primer fran enfrentamiento entre el Pontificado y el Imperio. Esta cha iniciada ahora se prolongaria durante silos, en torno a la cuestion, de quién de los dos grandes poderes de la crsiandad debiacjercer la supremact,éel poder espritial,encarnado enel papa, oe! poder temporal representado por el emperador? Hasta el gobierno de Emr nique Il superiordad habia cortspondido claramente sl potes- tad secular. Pero con Gregorio VIL y sus reivindicaciones de ibertad no se podia admit tal posici, deforma que desde un principio el, problema se plant abiertamente. Es mas, Gregorio VII subié ala ‘sitedra de Pedro sin notfcarsuelecién ala core imperil i expe tar su confirmacién por el joven Enrique IV. En la resolucin de este problema estaba la clave de la reforma, ¥ por ello se abord6 con decision y prontitud. Dace slid signifi. sa iniciar el camino para la obtencin dela necesara libertad de Ia Iglesia. En consecuenca, se prohibi, bao pena de excomunién, que Jos eleigosrecibiean de manos de laicos la invesidura de obiepa: dos, abadias o iglesias. Prohibicion que pronto se extendi6 tambien alos ofcios de las iglesias menors,exableciéndose ademds las ba- ses para el derecho de devolucién, auténtiea novedad, que fue un magnifico intrumento para afianzat Ia autordad elesistca Se po- ‘fa de relieve que lainvestiduralica no solo afectaba a las altas digr 189 nidades y @su entorno, sino tambin a otros eclessticos de menor tango diseminados por Ia Europa cristiana. La accién pontificia ex- tendfa su manto sobre toda la cristiandad, einiciaba una nueva ta- ppa.en donde se implantaria un gobierno centraizado. Para llevar ala préctca estas propuestas inicar el proceso que ppusiera fin a la investdura lca, la simonia o el nicolaismo, Grego- fio VII nombré unos egados permanentes, en cada uno de los vie~ jos paises eristianos (sur de Francia, Espana, Alemania y norte de Ita- lia), que realizaron una gran labor mediante la convocatoria de conclios provinciales. Dichas asambleas sancionarian la politica re- formista de Roma a través de imposiciones de penas de excomu- nin, suspensiones 0 deposiciones alos culpabes. Fueron unos aos de rigor, pero necesarios pata la reafirmacin del primado romano, segin la concepcién personalista de este pontfie. Por otro lado, 3 «sto también contribuyé la labor politica que reali ante un buen rnimero de paises j6venes dela crstiandad occidental alos que pro- tegié: Dinamarca, Polonia, Bohemia, Croacia o Hungtia. De los tres grandes males que desprestigisban a Ia Iglesia, el de las investiduras fue, en ese tiempo, central por las consecuencias que del mismo se derivaron para los dos contendiente. Esta reforma era ante todo de tipo moral. Consiseia en cambiar la vida de los elérigos para que pudieran cumplic elidel cristiano y servir de ejemplo alos simples fieles. Pro esta reforma era imposible sin una previa reno- vacién de la organizacion ecleséstica que la hiciera independiente Ael poder laico, Por eso, la reforma se centt6 en lograt que la auto- ridad del pontifice fuera reconocida y aceptada como absoluta y su prema; que la Iglesia, libre de injerencias, fuera regida monérquica- ‘mente por el papa. El enfrentamiento con el soberano alemén fue inevitable y desembocé en el gran conflicto que conocemos como la lucha de las investiduras. El papa comenz6 su actuacién en el sfnodo cuaresmal romano de 1075, donde se aprobé por decreto que ningin cérigo, bajo pe- nna de excomunin, pudiera recibir una iglesia de manos de un lsieo. Por parte del poder imperial, renunciar a esto significaba recorat cenormemente su poder y perder el control de los amplisimos tereito- tos gobernados directamente por obispos y abades. Enrique IV hizo ‘ sgunos obispados alemanes. El conflcto entre Alejandro Illy Federico Barbarroja se ibaa di- lucidar mediante una lucha armada. En la primera fase el emper dor Ilev6 la mejor parte: en 1162 la rebelde Milin fue destruida y ‘en 1167 Federico tomaba Roma, que hubo de evacuar ante una grax ‘ve epidemia. Las ciudades del norte de Italia reaccionaron y se unie- ron formando la Liga Lombarda, bendecida por Alejandro IIl, Fe derico fue derrotado en Legnano (1176) y tavo que ir a Venecia a pedir clemencia al estilo de Canossa. Lo hizo en el atrio de la igle- sia de San Marcos, arrodillindose a los pies del pontifce. A conti- rnuaci6n, se frmaron los tatados de paz acordados en Anagni y Ve~ ‘necia (1177), El cisma habla terminado. El emperador reconoci la independencia de los Estados papales y acordé una tregua con la Liga Lombarda. Fl papa habla triunfado y pudo regresar a Roma, donde comenz6 a desarrollar una fecunda actividad pastoral. Fruto de su celo, asf como de los acuerdos anteriores, fue Ia convocatoria del Il concilio de Letrin, cuya apertura se realizg el 5 de marzo de 1179, A este nuevo concilio ecuménico acudieron un buen nimero de asistentes, formindose wna poderosa asamblea muy tepresentativa dela Iglesia del momento, La iglesia bizantina envid un representan- tecomo observador, inclusive de Lyén acudié un grupo de valden- ses. Fruto de las sesiones de trabajo fueron 27 eéinones, En ellos se recogieron contenidos, valoraciones y actuaciones del pontficado, {que fueron ratificados por la asamblea ecuménica. El primer canon 200 regulé la eleccin del papa. Después de las amargas experiencias, se exigis para la validez del nombramiento una mayorta de dos tercios. ‘También se conden6 la simonia y el nicolafsmo, se prohibié la usu say el comercio con infiles, se regulé la edad para acceder al pres- bierado y episcopado, se rechazaron los torneos, se apoy6 el cuida- do de los enfermos de lepra... El canon 27, el kim, se ocupé de la hherejfa y del combate armado contra lo herejes. En cambio, slo in- dlireceamente se hizo mencin expresa de las eruzadas, a pesar dela presencia de algunas dignidades eclesisticas de Tierra Santa, Predsamente, en 1187, la caida de Jerusalén moverta la forma cin de una nueva expedicin la tereera cruzada. Federico I, cons derindose el brazo armado de la crstiandad, y a pesar de st avan- 2ada edad, se crey6 obligado a participar en ella, de camino hacia ‘Tierra Santa, murié ahogado al eruzar el rio Saleph, en la regién de Cilicia en Asia Menor. Con su muerte desaparecia el ltimo gran in- tento de la idea imperial universal. Su hijo Enrique VI, casado con Constanza de Sicilia, culmin6 uno de sus planes, al uni al Imperio cl reino normando de Népoles y Sicilia. El panorama para el Ponti- ficado se complicaba por el control del Imperio desde al norte de Europa hasta el sur de Italia, Este emperador, con una visi toda- via més grandiosa y espectacular que su antecesor, proyect6 una nueva y ambiciosa empresa militar contra el islam. Sus planes se vieron cercenados por su temprana muerte, Le sucederla un niio de tres aos, el futuro Federico Il, que seria tutelado por el gran Tnocencio I 2.2, Inocencio Il y el IV concilio de Letrin Con Inocencio Il (1198-1216), el pontifcado alcanzé Ia plenitudo ‘potestats, La teora elaborada por Gregorio VI, y configurada des- pus paso a paso por sus sicesores, fue llevada ala préctica por este apa, que llegé a convertise en lider de la cristiandad occidental y 4 encarnat el triunfo de la teocracia pomtficia. Hijo del conde Tra ‘imundo de Segni, Lotario habia nacido en Gavignano, prdximo a ‘Anagni, en 1160 0 1161. Destinado a la earteraeclesiética, comen- 26 su primera educacin en el monasterio de San Andrés, en Roma, ‘donde se habia instalado su familia. Despues se tasladé a Pats para ‘estudiar filosofia yteologia bajo la direccion de Pedro de Corbeil y al calor de Ia obra de Pedro Lombardo. En 1187, abandonando Francia, marché a Bolonia para proseguir su formacin en derecho ‘angnico al lado del gran decretsta Huguecio de Psa. Dos aos mis 201

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