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EL Fundador Santiago M. Eder (Recuerdos de su vida y acotaciones para Ia historia econémica del Valle del Cauca) por PHANOR JAMES EDER ‘Versién castellana de Antonio José Cardenas Direceién y Revisién castellana de Luis Carlos Velasco Madrifian ANTARES, LTDA, BOGOTA, 1959 CAPITULO XVII La Parébola del Azticar La caiia de azicar fué introducida a Espafia por los érabes. La pax labra azticar y sus equivalentes en otros idiomas europeos, se deriva del arabe, Fué Hevada a Santo Domingo muy poco después del descu- brimiento, por Colén mismo en su segundo viaje, Fernindez de Oviedo escribia en 1546 que habia en Santo Domingo veinte grandes ingenios de azicar y cuatro trapiches pequefios. El Ingenio, puede ser el con- junto de maquinarias con que se exprime la cafia, o bien la finea que incluye el cafaduzal, con las oficinas y In maquinaria para la pro- duccién del azicar. Era prospero negocio que suministraba carga a los veleros espafioles para el viaje de regreso. Uno de los ingenios habfa sido establecido por Diego Colin, hijo del Descubridor; otro, por su nieto Luis, Algunos habian fracasado por falta de capital y por otras razones, entre estas: “porque como fué fundado por letrados le- gistas y de semejante materia el Bariulo no les dexé algiin documento, erraron el artificie; porque ni comprendieron las calidades que avia de tener tal granjeria, ni sus holsas eran bastantes para sostenet ni aviar el ingenio”. Casi inmodiatamente después de la conquista de] Valle del Cauca, los espafioles introdujeron la eafia de azicar desde Santo Domingo, por el puerto de Buenaventura. Cieza de Letn, el més fidedigno de los cronistas de Ie conquista, gran observador y uno de los conquistadores que acompafiaron a Be. Taledzar, comenad a escribir su célebre Chronica del Pert: en Cartage hacia el afio de 1550. En el capitulo 27 de su obra habla de los “ma. yores eafiaverales de cafia dulce” del Valle, cuyos duefios eran los resi. dentes cspafioles de Cali y cuyos obreros eran los sirvientes de estos”, La investigacién de los historiadores colombianos nos ha permitido conocer con lujo de detalles los comienzos de la industria del aziear en el Valle, en sitios contiguos a La Manuelita o que formaron parte de lo que hoy es dicha hacienda, ~ 469 El primer ingenio fué erigido algéin tiempo antes de 1572. En ese afio el Procurador Municipal de Cali solicitaba que se estableciese un precio uniforme para el azicar y miel produeto del trapiche, cuyo duefio cra a Ja sazén don Gregorio Astigarreta, porque unos habjan yendido a 7 pesos por arroba y otros a 10 pesos, y por libra se daba a 3-04 reales (30 0 40 centavos). El trapiche a que se referia el Procu- rador estaba situado en la banda meridional del rio Amaime, y el ingenio de azicar se conocia con el nombre de San Jeronimo. Astiga- rreta habia construido un buen puente sobre el rio. Su trapiche puede ser que en un principio se hubiese destinado a la produccién de melaza ‘inicamente, Del mismo lado del rio Andrés Cobo fund6 otro ingenios y en la.orilla norte su hermano Lazaro, a quien algunos escritores se- alan el primero, establecié otro hacia 1560. Se formé un poblado de indios de la regién, Hamado el Pueblo Nuevo de la Concepeién (una de las haciendas todavia Heva el nombre de la Concepcién). Se Hamé Nuevo, a secas, o San Jerénimo, nombre este iiltimo que mas tarde vino a referirse exclusivamente a la hacienda de Lazaro Astigarreta y los Cobo fueron los mayores terratenientes de la regién y los mis destacados encomenderos (protectores de los indios). Los Cobo comen- zaron a exportar azicar; hay constancia de que en 1588 se envié una duena cantidad a Panamé; pagaron por derechos de exportacién 0 ‘almojarifazgo, 38 pesos y un tomin de oro de 24 quilates, tasado al 2 y medio por ciento, También existe en los libros del tesoro real la cons- tancia de un pago de 3.600 maravedis de Diego Ordéfiez de Lara en 1592 por los derechos sobre 180 arrobas, a dos pesos sencillos la arté- a, La produccién de cafia constitufa entonces, segiin un escritor de la época, la principal y més valiosa industria del Valle; la melaza se utilizaba no solamente para la proparacién de azicar y panela abundante y barata, sino también para destilar aguardiente que desde centonces comenz6 a ser articulo de consumo general. Corea de 1609 encuentro algunas referencias sobre maestros de azticar, y en 1611 1a constancia de tina sociedad civil entre los Asti- garreta, madre e hijo, para explotar el ingenio, aportando la madre Jas tierras, las casas, los cafiaduzales, edificios, prensas, formas, bue- yes, aperos y elementos, y el hijo comprometiéndose a suministrar los obreros. En 1622 Gregorio de Astigarreta y su esposa entraron en sociedad con el Capitén Zapata de la Fuente para producir aziear y mieles en Ja hacienda de Amaime. Los unos aportarian su establecimiento con las pailas, tomnos y cafiamelares, y el otro la mano de obra de esclavos 470 — EEE eee eee eee eee eee eee eee eee eee eee eee eee eam negros que fuese necesaria. Existia una disposieién legal que probibfa el empleo de indios para trahajo en los trapiches. En 1627 el ingenio de Andrés Cobo estaba en manos de su viuda limitaba al Norte con el rio Amaime y se extendia hasta el Cauca. De estos tres ingenios habia partes que pertenecfan al distrito eclesids- tico de Cali, otras al de Buga y por consiguiente tenfan eu propio cura piirroco, En 1628 murié Gregorio Astigarreta; el trapiche pas a su hijo Baltasar Jacinto, La viuda de Gregorio le doné a su hijo Sebastian las tierras y el Ilano llamado de Malibii, desde Aguaclata hasta el Amai- me. Hoy dia existe Malibi en el corazén mismo de Ja hacienda de La Manuelita, Vasquez de Espinosa escribia en 1628 0 29 que el Distrito de Cali disponia de buenos eafiamelares. El Maese de Campo Quintero Principe murié en 1638, dejando un trapiche on Ia Estancia de La Candelaria, al sudoeste de Palmira. Su viuda celebré sociedad eivil con el hijo mayor Rodrigo Quintero, quien se comprometié a vivir en la hacienda y a prescindir de la tercera parte de las utilidades que le correspondian, mientras no estuviesen cubiertas las deudas de su padre. La vida aporté los terrenos y cafia- melares, el trapiche, las mulas para transportar la miel a Popayan y 36 parejas de bueyes, ete; don Rodrigo atenderfa a la elaboracién de Jamiel, las siembras de cafia y ei transporte del producto a Popayén. En 1628 cl Capitin Rocha compré a Isabel Ribadeneira la estancis y tierras de Aguaclara y de Potrerillo en donde el eufiado de dofia Isabel, Gaspar Jacinto de Astigarrela tenia un trapiche; la venta a Ro- cha ineluia la acoquia que corria por las tierras y estancia de Amaime, junto con su toma de agua del rfo Nima, que regaba todas aquellas propiedades. Dichos derechos de agua se han transmitido por sucesién directa hasta La Manuelita, Antes de 1684 los Jesuitas habian adquirido terrenos en aquel ve- cindario. En dicho afio se arreglé una disputa limftrofe entre las ciu- dades de Cali y Buga, por una comisién de limites, El acuerdo se fi mé en La Concepeidn de Nima, casa de la Compafiia de Jesis: se fijé como limite el zanjén que pasaba bajo la casa del hato de la Compaiiia de Tesiis, sobre un morrito, poco menos de media legua, para que fuera para siempre el lindero, saliendo de la punta de tal zanjén 0 chamba hasta el rio Bolo, a la derecha, al lado opuesto del rio Amai- ‘me. El censo de ganado practicado en 1746 indicaba que los Jesuitas — 4m disponian de 12.000 cabezas en su sienda, la cual més tarde vino a ser la Hacienda Real, de que hacia parte La Manuclita. “El ingenio que fundara un siglo antes don Lézaro Cobo, después de vendido por la viuda de su sobrino Lorenzo de los Cobo al matri- monio Hinestroza Silva, se traspasé por estos en 1678 a don Juan Mar- tin Tello. El precio fué de dos mil patacones. Formaba lo vendido: casa para el ingenio, otras de habitacin, dos fondos de cobre grandes de cocer miel, cuatro hachas, tres machetes, cuatro palas, una sierra grande y dos pequefias, dos azuelas, una gurbia y otra Hana, dos esco- plos, cuatro rejas, tres arados con sus yugos, euatro canoas de echar miel con sus eandados y todos los demés aperos del servicio del inge- nio; cuatro suertes de cafia, ocho yuntas de bueyes, cuarenta caballos mansos y serreros, mangas y platanares, montes para lefia”. En 1769 dofia Maria Quintero Principe, duefia del trapiche de La Candelaria antes mencionado, fundado en el ano de Guabinas, alquil6 a su hijo el Capitan Cristobal Silva Saavedra y se hizo inventario muy detallado de los muebles de casa, taller de carpimterfa, etc. “la casa del trapiche y en ella dos instalaciones, una nueva y otra antigua... cinco suertes de caftas dulees, una de ellas de tres almudes y que estaba para coger, de siembra reciente; otra de cine almudes y de segundo corte, que molian actualmente; otra de cuatro almudes y de tercer cor- te, lista para la zafra; otra de tres almudes eon muchos eortes y otra de siote que se habia acabado de moler y que aunque vieja, estaba en su mayor parte resembrada”. Entre las herramientas figuraban “dos machos de fragua, dos mar- tillos, una bigornia pequefia, tres tenazas, unos alicates, una clavera, tues limas grandes, dos einceles, un tas, un hornillo, una tajadera, cua- tro palas de hierro para desyerbar la cafia, scis hachas, otros tantos machetes, tres puntos de reja de arado, cueros de miel, un secador de ceniza de fierro, tres fondos de eabre para cocer miel, dos candados del trapiche con sus Haves, diez y ocho hormas de hacer aziicar, nueve yugos, tres sierras, dos escoplos gurbios, tres Manos, otro escoplo gur- hio grande, dos azuelas, lana y gurbia, veintisiete caballos trapiche- ros y diez y ocho yuntas de arado y tiro”, He copiado los anteriores detalles no tanto por su interés inteinseco sino porque ilustran las précticas iniciedas en los tiempos de la Colo- nia, que segufan en uso hasta la época en que Santiago efectué una verdadera revolucién en Jos métodos y maquinaria de la fabricacién de azicar. No se habfan producido sino los mds insignificantes cam- 42 — bios y mejoras husta cuando Ievé 2 cabo la verdadera revolucién ine dustrial y agricola. Se sabe que en 1799 existian 127 trapiches en las tierras situadas entre los rios Bolo y Tulud, en la ribera oriental del rio Cauca y va- rios en la occidental. Velasco en 1789 dice que el distrito de Buga aunque de clima ca- lente, es sano y abundante en frutos, ganados, ingenios de azicar y minas de oro; y del distrito de Cali comenta: “Todo él es abundante de fratos, de ganados mayores, de aztieares y de diversos otros efectos, y no le fallan sus minas de oro, aunque no tan abundantes como a los principios”. Agrega: “El tabaco de exce- lente calidad y gran fortaleza, puede decirse que es uno de los efectos comunes y generales a casi todas las provincias de este gobierno”, Un informe oficial del Cabildo de Cali que data de 1809, habla de las clases de eafia de avicar en el distrito: “y la hay de dos especies, Ja antigua y Ja de la isla de Otahiti, que dio a conocer el célebre Barén de Humboldt, traida a este reino por los pudientes don José Maria Lozano Peralta, don Francisco José Arboleda, don Manuel de Caicedo Tenorio (N.R. El Aliérez Real), del orden de la Coneepeidn y el doc- tor don Miguel Cabal”. Aunque es cierto que Jorge Enrique Isaacs habia introducido algu- nas mejoras en La Manuelita y se habia preocuado por producir azi- car de mejor calidad, lo que fundamentalmente adquirié Santiago era un trapiche a Ja antigua, de tipo colonial, movido por caballos y en el cual se utilizaba el método de pailas abiertas. La eafia se Ievaha al trapiche en mules y burros, y forzada a mano ‘a pasar entre dos cilindros de madera que se mantenfan en movimiento rotatorio constante, El Miquido asi exprimido se conducfa por una ti beria de madera o guadua inclinada hasta In dependencia donde se hervia, Alli se recibia en una gran vasija llamada clarificadora y luégo pasaba por pailas eolocadas en serie sujetas a diferentes grados de temperatura. Se utilizaba madera como combustible. Al principio se convertia en jarabe, luégo en un liquide espeso que Iamaban Sling en las Antillas, y este pasaba por canoas hasta las pailas donde se erista- lizaba y transformaba en azicar mezclada con melaza. No se usaban centrifugas para separar 1a melaza. Esta mezcla granulada se pasaba entonces a moldes de barro cocido que tenian la forma de un cono in- vertido, por los cuales escurria 1a melaza a recipientes que se colocaban debajo. Estos moldes estaban acomodados en baneas dentro de un local — 413 bajo y oscuro en el cual pululaban abejas y mureiélagos, y el cual des- pedia un olor caracteristico. Cuando acababa de escurrir la melaza, el pan de azticar moreno quedaba casi seco y listo para el mercado. Como hemos visto con anterioridad, Santiago comenz6 a haver mejo- ras inmediatamente después de la compra de la hacienda, y es voz ge- neral que Jué el primero en el Valle que monté una rueda hidréulica para fuerza motriz. Sin embargo es errénea tal suposicién, puesto que Holton en sus viajes habia visto una rueda hidrdulica en la hacienda “La Aurora” de propiedad de Cabal, y no dejaba de sorprenderle la habilidad de los naturales para construir acequias de riego y acuedueto. Sin embargo, la rueda hidréulica de Cabal habia sido abandonada, y Santiago levé al Valle un tipo moderno, La primera rueda hidrdulica que existié en Colombia fué montada por el inglés William Wills en 1849, en su hacienda de Cundinamarca cerea de Villeta. Tyrrel Moore (1803-1881) fundé un ingenio en el distrito de Anori (Antioquia) con fuerza hidréulica. Se cree que este fué el primero de su tipo en ese Departamento. También inicié en Valdivia siembras de cafia y café; para esta hacienda contraté a meednivos europeos, entre Jos cuales trajo a Enrique Hauesler quien como lo hemos visto estuyo empleado en La Manuelita en 1864. Moore se trasladé a Bogoté en 1863, y su diltima empresa fué la del cafetal “E] Descanso”, cerca de Villeta. En 1864 Camacho Roldén enotaba que habia en el distrito de San Antonio de Apulo, en Cundinamarca, de 150 a 200 trapiches para miel usada en la fabrieacién de la asquerosa chicha. De estas instalaciones diez. tenian fuerza motriz hidréulica; las demés traccién animal de bueyes y mulas; la produccién anual.de miel la calculaba Camacho Roldan en 100.000 cargas de 9 arrobas (225 libras). Pocos afios des- pués escribia que “la produceién y los métodos empleados para ella no hha dado un solo paso de progreso en treinta afios, si se exceptiia a la introdaceién de trapiches movidos por agua, hecha por primera vez por Guillermo Wills”. Anotaba que en Palmira, Jorge Isaacs hacia el afio de 1857 0 58, habia logrado mejorar “la produccién del aztcar hasta un grado notable por la calidad y el precio barato; pero seguramente la Cordillera Central que atin no habia sido vencida por la mano del hombre, le impidié hallar un mercado para su distribueién en ol Pa- cifico, y al préspero establecimiento de La Manuelita parece haber desaparecido”. 44 ‘ En una nueva edicién de sus obras, en 1892 Camacho Roldan una aclaracién de este punto para verificar la correccién necesaria: “La Manuelita existe ain y en estado floreciente hoy en poder del se- fior Santiago M. Edex”. Fracasé una fibrica de azticar fundada en La Mesa (Cundinamarea). E] azicar en Bogotd se vendia en 1878 de $ 2 hasta $ 3.20 la arroba; en 1881 a $ 3.60; en 1892, de $ 4.50 a $ 6. Las exportaciones de aziicar/ y panela eran de custrocientes mil quintales en 1870, con un valor de § 300,000, Posteriormente se suspendieron del todo. Carlos Simmonds realiz6 con buen éxito algunas exportaciones de panéla desde Barran- guilla, Camacho Roldan llama a Simmonds “el infatigable y progresista ciudadano alemén”, y anota que ha obtenido resultados muy satisfac- torios con Ja exportacién de panela, comprada en las inmediaciones Santa Marta a $ 2 por quintal y vendido en Inglaterra y Alemania a $5.00 y a $ 5.20; habia exportado 116.042 kilos. Las posibilidades de exportar panela no se han eatudiado con la debide cousideracién en estos siltimos afios, Es superior al aziicar do meple y hien podria reem- plazar este tan popular en los Estados Unidos en la confiterfa. Camacho Roldén como todos los demés, se expresaba muy encomidsticamente del Valle: “Pocas regiones hay en América en donde la naturaleza haya sido mds prédiga en sus dones ni que estén reservadas a mis altos destinos en el futuro”. ‘En 1874 escribia Anibal Galindo: “El aziicar es un articulo que hoy no pueden consumir sino las clases acomodadas: los pobres solo la usan como remedio. Hoy vale a $ 4.40 la arroba, porque el flete de una carga de 8 arrobas del Socorro « Bogoté, vale a § 12. Un molino movido por vapor, de Ja familia Sayer, fracasé y desapareci6”. Cisneros en 1878 anotaba que las exportaciones de aziicar se hacfan imposibles por la falta de caminos. El transporte de una carga de Cali a Buenaventura valia $ 6.40 y como la tonelada consta de ocho cargas, aon seria de $ 51.20 (N.R.—O sea, a razén de 2¥4 centavos la libra), Sin embargo, de ver. en ver, al igual de sus antecesores de la 6poca colonial, Santiago vendfa azicar en Panamd. En septiembre de 1868 la firma de su hermano N. Brandon & Co., vendié 40 mrrones; on diciem- bre del mismo affo hubo una venta por Lunau Sasso y Cia.; en 1871 su sobrino Hill vende 58 sacos a 8% centavos la libra y al mismo precio 20 bultos de un peso de 2.475 libras con un producto neto de $ 210, y 45 dos lotes mis con producto de $ 384 y $ 362, respectivamente; Lans- burg recibe 20 zurrones de un peso de 2.880 libras y dice que “sale de muy buena calidad y yo podré disponer de un lote por eada vapor”; en abril de 1872 al recibir 8 cajas estaba dispuesto a tomar 20 mensual- mente, pero el mes siguiente se arrepiente: “no resulta negocio al precio de 8% centavos puesto en Panama” Al iniciarse 1870, a raiz de la destruccién de la logia masénica, San- tiago pasé larga temporada en Cali con su familia, Dejé encargado de los negocios a Constantino Meyendorf, quien pocos dias después le eseribio: “La hacienda por ahora marcha bien, el trapiche se trabaja diaria- mente; en esta semana se sacaron unos 100 panes de azicar”. Por este tiempo ya empezé La Manuelita a tener cierta fama. Un corresponsal de Panamé, 8. L. Salmon, le escribié en 1872 a Santiago: “Huertematte oxcité mi curiosidad acerea de su hacienda. Habla en {érminos sumamente elogiosos de ella. La tiniea cosa que me incomoda es la de purgar el azsicar con barro”. En 1871 yendié aziicar en Guayaquil por condueto de Meye Reinberg & Co: 15 zurrones con producto neto de $ 147; estaban dispuestos a co- Jocar 100 zurrones al mes, También hubo unas ventas en Tumaco y un sefior Gibson, de Stockton, California, en 1869, ofrecid encargarse de la venta de aziicar en California. También estaba interesado en eafé, Pero otras operaciones fueron més convenientes para La Manuelita, Ya desde fines de 1874 era Santiago el mayor productor de aztiear en el Valle del Cauca, En este afio hizo unas adiciones notables en la fabriea. Compré por conducto de Tracy & Co. de Hartford, a los fabri cantes Geo, L, Squior de Buéfalo, un molino de la marca “Louisiana N° 1”, el cual consideraba Squier era de lo mejor que ellos fabrieaban; nunca habfan tenido ocasidn de reclamo respecto a dicha maquinaria, Al mismo tiempo compraba a Tracy ln parte metélica para wna nueva tueda hidréulica. Temian sin embargo que tal vez. las partes del molino eran demasiado pesadas para ser transportadas por mulas, Las partes més pesadas fueron la maza superior con un peso de 560 libras; las mazas inferiores pesaban 400 y las ruedas de engranaje 550, Santiago Jes aseguré que teniendo sus propias mulas, podia transportar articulos mucho més pesados que los acostumbrados, El tamasio de las mazas fué de 16 x 24 pulgadas. Poco después hizo fabricar a Tracy unas pailas de hierro forjado. Es curioso leer que la fabricacién de [as pailas con vuna capacidad de cien galones cada una, les costd mucho trabajo y fué 416 — EL trapiche de La Manuelive en 1892 Fabricacién de axicar en La Manuelise, Al centro, don Carlos Eder - 1891 , Trabajo en tos oniaduzetes de La Manuelita (1891) SEE ere ere er eee eee a demorada Ia entrega; los fabricantes en su ensayo inicial echaron a per- der el hierro, pero al fin lograron hacer uma paila muy buena. La difi- \ cultad se debié.a Ia fabricacién de cada paila en tres seceiones. El trapi- che, sus accesorios, la rueda hidréuliea y las pailas sumaron en su totalidad, puesto a bordo en Nueva York, $ 1.988. EL molino se despaché en abril de 1873; las pailas el afio siguiente; i Jos ejes de Ta rueda se perdieron en trénsito. Hubo otras dificultades y | una demora en arreglar la conexién entre el trapiche y la mueda hi- drduliea, Al fin se vencieron los inconvenientes y se podia producir ma- ‘ yor cantidad de azticar con menor costo, lo cual daba una ventaja sobre i los competidores, y desde entonces fué y ha continuado siendo el Inge- nio de La Manuelita el produetor principal de dulce en el Valle. En un afio bueno, por ejemplo 1881, las utilidades derivadas del ne- gocio de azicar aleanzaron a § 8.667. Algunos otros detalles dan idea del negocio, En 1884 Santiago pro- ducia de 60 a 80 arrobas (una tonelada) al dia, En dicho afio las ven- tas de aziicar fueron de 11,663 panes con un peso de 24.824 arrohas. Hubo de nuevo ventas en Panama por conducto de Isaac Brandon & Bros. (Hijos de N. Brandon, el antiguo socio de Enrique Eder, el her- mano). A pesar de la situacién lamentable del Cauca en dicha época, Brandon podia escribir: “le felicitamos por el alto precio en la venta, de su aziicar”, ; La produceién de 1885 debido a la langosta, mal tiempo y otros fac- ; tores inclusive la revolucién, bajé a solo 1.641 panes; subié en 1886 2 i 5.474 panes, en nueve meses de 1887 a 5.510 panes. I En 1891 el promedio semanal producido fue de 170; en la semana més alta, 241; la mis baja, 92; la produccién total en el afio fué de 7.721; el peso promedio, de 49.53 libras. En 1893 La produecién fué de 4.129 panes con peso algo mayor: pro- medio 55.43 libras. i La menor produecién en parte puede atribuirse al agotamiento del suelo. Santiago escribe en 1896: “En cuanto al eafiaveral, no puedo menos que ereer que la plantaeién vioja esté agotada y el suelo necesita o abono o descanso; esa vieja plan- tacién tiene una tradieién productiva de 60 a 70 afios”. Lo que indica que fué sembrado i Umente entre 1826 y 1836, bien anterior a la posesién por parte de Isaacs. —47 Por consiguiente se activé la preparacién y siembra en tierras nuevas, desmonténdolas. Don Santiago siempre estaba a la mira de mejoras. En 1890 0 por esa época, mientras estaba en Alemania hospedado en casa de los Model en Karlsuhe, visité varias veoes y estudié de cerca la fbriea de anicar de remolacha “Zuckerfabrick Waghausel”, a mitad del camino més 0 ‘menos entre Karlsruhe y Mannheim, Dos fotografias de la coleccién de Manuel Maria Buenaventura, to- ‘madas en 1897, muestran el trabajo en los eampos de Is hacienda La Manuelita. En una de ellas sparecen una docena de hombres eortando malezas y derribando troncos de arholes y haciendo zanjas de regadio; en segundo plano puede verse uns calesa tirada por dos eaballos. En la otra vista se observa un grupo de trabajadores que corta cafia y Ia carga en earretas de bueyes. No solo por propia experiencia y eriterio, sino también por las opi- niones de otros, Santiago estaba convencido de que el Valle del Cauca y en especial La Manuelita era un Ingar idéneo para la eafia de azicar. Las operaciones se podian Ilevar a cabo durante el afio entero. La tinica suspensién de labores eza para reparaciones y reformas de 1a maqqui- naria, Jo cual se hacia de preferencia en lo mas intenso de Ia estacién Iluviosa (invierno). Por consiguiente, para lograr una produccién anual igual a la de Cuba, en el Valle se requeria solamente la mitad de la maquinaria, es en la Isla de Cuba Ja zafra dura solo seis meses. Es muy cierto que Ia eafia en el Valle tarda mayor tiempo en madurar —de 14a 18 meses— debido prineipalmente a la frecuencia del tiempo mu- blado, pero esto se compensa con creces por el tonelaje por fanegada, ‘excepcionalmente clevado, y el alto contenido sucroso de la afta, Tam- bién es cierto que Ja cantidad de Ilnvia anual que por término medio es de 115 centimetros no Ilega al nivel 6ptimo para la eafia, de 175 a 200 centimetros, pero la deticiencia se suple mediante el regadio. Eran desconocidas las enfermedades que atacan la cafia; no fué sino hasta después de 1930 por una importacién imprudente do plantas enfermas a Antioquia, cuando el mosaico hizo su primera aparicién y se extendis hasta el Cauca; se contrarresté sembrando variedades resistentes a la enfermedad originarias de Java, las cuales habia importado con ante- rioridad La Manuelita, No podriamos dar eabida a todo cuanto han dicho eminentes escrito- res con respecto a las cualidades exeepcionales del Valle del Cauca para la cafia de aziicar. Bastar con algunos: 478 — EC rr “La cafia de aziicar ce da con abundancia extraordinaria, es mui alta, gruesa i no so conoce din, siempre que se tenga el cuidado de cortarla”. (Felipe Pérez). “£1 anfcar es sin duda alguna la produceién mas importante, después del ganado, del frtil suelo colombiano. Solo en Sinceria, en la costa Atlantica, cerea de Cartagena, y en La Manuelita, en la regisn del Valle del Cauca, encontramos instalaciones completamente modernas. Por lo demis, siempre se encuentran en todo el pais los acostumbrados moli- nos antiguos de mano, movidos por agua o las instalaciones de molinos verticales movidos por caballos. En todas estas operaciones primitivas, <1 jugo de la cafia se evapora por la admision del aire, se filtra despacio en hormas cilindricas de barto y el procedimiento espesativo se repite dos o tres veces; el resultado final es uma masa més 0 menos gris, “Las cafias de mejor calidad y las mejor cultivadas las encontramos enel Valle del Canca, de clima simamente favorable y de tierras planas sin interrupcién de colinas, Aed el calor munca resulta excesivo y la misma planta puede alcanzar uma edad de ochenta afios; pero la eafia de anicar exige un periodo de 15 a 18 meses para madurar, puesto que se alternan las estaciones: dos de lluvia y dos de sequta, “Bn la rogién del Cauca, el rendimiento en afios favorables es alre- dedor de ochenta toneladas de caiia por acre, sin necesidad de ningin cultivo salvo la deshierba por medio de pequefios azadones de mano. El rendimiento normal es de cincuenta toneladas por acre. No se nece- sitan fertilizantes; posee el suelo una dertilidad gigantesca. Hay ejem- plos de plantas que todavia estén en produccién, que han durado cien afios o mae”. (Burckardt).. “E] Valle del Cauca es realmente la regién més privilegiada del mun- do en lo que respecta a una completa auseneia de las enfermedades gra- ves que afectan a la caia de aztcar. El vigor de la eafia es admirable, debido a no haberse efectuado intercambio de semillas con otros paises amueareros. Pueden sentirse muy satisfechos Ios cultivadores vallecau- eaos de no haber Hegado hasta aqui enfermedades como cl Sereh, el Fiji, la Gomosis 0 el mosaico, que en muchos paises han causado verda- deras catistrofes, “En el Valle hemos encontrado condiciones éptimas de tierra y de temperatura para una gran produccién de aziicar y existen también buenas posibilidades para riego. La variedad casi tinica de eaiia que hemos encontrado es Ja “Blanca” u Otahiti”, Esta variedad se muestra muy lozana y vigorosa en las plantaciones, pero ha sido descartada de 409 todos los pafses azucareros eon excepeién del Peri, por haberse encon- trado nuevas variedades de muy superiores condiciones. Haciendo eél- culos muy conservadores, el poder potencial del Valle del Cauca para produeir azticar es de 3.000.000 de toneladas que valdrfan 120.000.000 de pesos. La riea formacién de aluvién, el espesar de la capa vegetal y el declive gradual del terreno aseguran un fécil drenaje y una gran uniformidad en la condicién fisica de la tierra”. (Chardén). Esta alti- ma parte se refiere a la Granja Agricola de Palmira, pero es igualmente aplicable a La Manuelite, “En el Valle del Cauea, Colombia, hay uno de los valles mas 4ér- tiles que hemos visitado, no solo en este viaje, sino en otras excursio- nes a otras regiones azucareras del mundo. Es un antiguo Tago, La vo- getacién nativa indudablemente era del tipo de parque abierto —tierra graminea con drboles esparcidos—. (N.R. Habia extensiones de densas selvas). Los suelos son fértiles, el clima agradable e igual todo el afto, abundaneia de aguas y hay disponible buena cantidad de obra de mano. El suelo de la superficie es rico en materias orginicas y nitré- geno. Con frecuencia se encuentran carbonatos. Algunas de las tierras han estado dando eafias por 80 afios sin fertilizantes artificiales. “Hay aproximadamente 400,000 acres de suelos de este tipo fértil en el Valle, susceptible de producir eafia. Aetualmente se emplean solo ‘unos 50.000”, (Misién de Hawai). Cuando Santiago adquirié La Manuelita en 1864, los rodillos del trapiche eran de madera y movidos por traceién animal. La produecién fluctuaba entre 250 a 375 libras al dia durante parte del afio sola- mente. Pronto instalé un trapiche de tres mazas, reciente mejora sobre el de dos, con fuerza motriz hidréulica. Al principio parece haber te- nido alguna dificultad para elaborar aziicar de buena calidad. Halla- ‘mos una carta de Jorge Isaacs fechada en Cali el 29 de diciembre de 1868, recomendando a un joven como empleado, llamado Pompilio Mufioz, quien habia estado trabajando en el camino de Buenaventura “cuando Tus sub-inspector en el camino, que tan malos xatos nos dio a Ud. y a mi”, y afiadia: “Me han dicho —no sé si sea cierto— que el aziiear que Ud. fabrica hoy en su hacienda tiene el defecto de ser poco consistente. Ese mismo defecto se le puso siempre al que se hizo en vida de mi padre, pero luégo que, por muerte de él, me hice cargo de la hacienda, logré reme- diar ese defecto después de algiin tiempo empleado en estudiar las cau- sas que podrian producirlo. Si es verdad lo que me han dicho, y si Ud tiene a bien aceptar mi ofrecimiento, tendré mucho placer en hacexle 430 — todas las indicaciones necesarias a fin de que Ud. pueda fabricar azvi- ear, pesado y consistente”, Santiago debié poner en duda el valor del ofrecimiento del poeta que habia fracasado de manera tan notoria en los nogocios. No obstante, como siempre estuvo deseoso de abrevar conocimientos en cualquier fuente, acepté la oferta de Isaacs, quien con su earacteristica desidia no volvié a ocuparse del asunto, sino hasta el 14 de diciembre de 1869 cuando le escribié a Santiago desde Bogota: “Con motivo de mi viaje a la costa y de la desgeacia que sufri antes de mi marcha a esta ciudad, no tuve ocasién de verme eon Ud. y har blarle acerca del procedimiento para obtener azticar de ciertas condi- ciones, sobre lo cual le escribf, y oportunamente legé a mis manos su. respuesta.” Jorge Isaacs atin pensaba en xeadquirir La Manuelita y a continua- cidn le proponia a Santiago tomarla en alquiler. Eder no se oponia a arrendar la finea, a excepcién de La Rita, la cual era su residencia, por cinco mil pesos anuales y amparado por alguna garantia razona- ble. Isaacs no quiso aceptar sus condiciones. El 25 de enero de 1870 escribia nuevamente desde Bogoté, en respuesta a Ia carta de Santiago, ¥ manifestaba que no podia acceder a tres de las estipulaciones: pri- imera, la exclusidn de La Rita del contrato de arvendamiento; segunde, el requisito de dar una fianza hipotecaria; y tercera, que el ednon se pagase por trimestres adelantados. Tras larga explicacién de por qué Je eran inaceptables dichas condiciones, escrita en un tono algo arro- gante, cl poeta agregaba: “Ademis, en caso de celebrar el contrato, yo le exigiria a Ud. que todos los valores que me dicra en arrendamiento quedaran, como estan hoy, protegidos por le bandera de los Estados Unidos del Norte, cosa perfectamente natural y que permiten las leyes de este pais, Asi, las evoluciones, tinica causa posible para que sufrieran deterioro las fin- cas durante el témino del arrendamiento, no podrian causarme mal muy grave.” Isaacs estuvo en Palmira nuevamente el 23 de enero de 1872 y ex bribié a Santiago: “Antes de comprometerme en un negocio que dejé iniciado desde Li- ma, deseo saber si Ud. se halla dispuesto a arrendarme fntegramente sus haciendas, “Si Ud. quiere hacer el negocio en términos que me convengan, po- driamos conferenciar antes de ir a ver el estado de las fincas. Su affimo. ys” 481 diferentes evaporadoras. Naturalmente todavia quedan algunas pic- zas que arreglar mejor. Las dos mazas que faltaban han debido llegar al Cauca anoche, asi que el martes han de estar aqui. Paps, Monty y Florence se van a encontrarlos. Yo no quise ir. El sthado pasado, sien- do dia de fiesta fuimos los cuatro a San Antonio y los vimos subir por la Iadera. Tomé algunas fotografias de ellos y las que hasta ahora se han revelado han salido muy buenas. Hoy pap dice que va a salir al encuentro de las mazas, aunque tenga que dormir por fuera de casa es- ta noche. Vienen por el camino de La Torre. La semana pasada no quis so ir con nosotros, a pesar de que Monty y Florence iban también a San Antonio; tan pronto como supieron que tbamos desistieron de su pro- pésito y nataralmente papa no quiso ir sin Florence. “Tuvimos un viaje muy agradable y nos divertimos mucho. Nos levantamos muy de madrugada, a las 3 de la mafiana y ya estébamos a caballo a las cuatro y media. Llegamos a Cali a las ocho pasadas. Nos apeamos en el hotel, tomamos huevos y café y luego seguimos has- ta casa de Alexander para almorzar. A las 3 de la tarde montamos nue- vamente y fuimos hasta San Antonio en compafifa de Luis Fischer, quien tiene alli una casa muy buena. Alli hace mucho frio y dormi- ‘mos bien, Temprano a la mafiana siguiente subimos a pie hasta la ci- ma y luego bajamos del otro lado hasta encontrar los carros. Después de tomar algunas fotografias nos devolvimos a casa de los Fischer done de tomamos un buen almuerzo. Luego seguimos hasta Cali donde des- cansamos por breves minutos solamente. Ese fué el error que cometi mos. Hemos debido pasar la noche alli en vez de seguir eomo lo hici mos, Hegando muy cansados a Palmira a las 9 de la noche. Italia mon- t6 muy bien, solo que en la subida a San Antonio se asust6 mucho por los precipicios. “De Harry (estaha en Bogota N. R.) no hemos sabida nada desde el 14 de noviembre. Estaba bien, pero no decfa cuando esperaba salir. Ojala volviera a atender eus negocios, pues ahora que vamos # comen- zar a mover la fébriea espero que habri mucho trabajo de organiza ‘idn, Supongo que la tarea que mas ha de ocuparme seré la de pacifi car, pues parece que Dalziel es ineapaz de levarse bien con la gente, ni atin con el mismo Hill. “Bapero que para el Afio Nuevo esté funcionando con regularidad. En las dos préximas estaciones de siembra espero poder sembrar y ter- minar el resto de la caiia para hacer 5 toncladas de aziicar al dia, En- tonces espero que se hayan concluido todas las mejoras de diversa in- dole. El azicar estd trayendo muy buen precio de $7 a $8 la arroba. a4 — dele Santiago M. Eider y el person BP de enero de 19 FL Ingenio de La Manuelita inaugurado en 1901 ‘Ast que si pudiéramos hacer el trabajo de solo un aio con la cotizacién a $ 6 —no veo raz6n alguna por qué haya de bajar el azicar, al con- trario, mientras mas tiempo dure la guerra, més alto subiré— la plan- ta se pagaria sola en t6rmino de un afiv. “£] tipo de cambio sube paulatinamente. En Bogoté esta al 120%, Jo que significa un peso de 8 centavos. Aqui el peso vale unos 9 centar vos. Supongo que con el fin de la guerra, se acabaré también el papel moneda. Ojala asf sea, “El gobierno ha proclamado una victoria total sobre los rebeldes en Buenaventura y Tumaco. Nos consta que lo anterior por lo menos, es verdad, ya que actualmente estan tocando buques en ese puerto. Nadie puede saber cusindo tocaré a su fin la revolueidn, pues por todo el pais se ha convertido en lucha de guerrillas”. Charles fué demasiado optimista en este caso, contrario a su actitud habitual. El tipo de cambio siguié subiendo hasta Tlegar al 10.000, 12.000 y mucho mis —en otras palabras el peso colombisno vino a tener un valor {nfimo— menos de un centavo de délar por peso. Los precios del aziicar no eubjeron en proporcién a la desvalorizacién de la moneda; la guerra civil continué por dos afios més. Habian pasado dos afios y medio antes que pudiera hacerse la primera remesa del pago de Ja nueva maquinaria de aziiear. La fabrica comenzé a producir azicar como lo habia vaticinado Car- los, el dia de Afio Nuevo de 1901. Se abrié una relacién de los hechos diarios en un cuaderno barato de contabilidad que era lo mejor que se obtenia en aquella época de Juchas civiles. La guerra impidié que se verificara una gran ceremonia inaugural en dicha ocasiéa, y por esto en el libro aparecen pocos nom- bres de asistentes. Las primeras frases fueron escritas por mi padre: “Hacienda de La Manuelita. “En el primer dia del primer mes del primer afio del siglo XX se ‘estroné la maquinaria de aziiear con Jos iiltimos adelantos. “Fuerza motriz de vapor. “La primera en el pais. “En tres meses fué fabricada en Escocia por los sefiores MeConey Harvey & Co, Se gastaron tres afios para montarla, inclusive el edifi- cio. Sin embargo el montaje por Mr. James Kames Dalziel fue hecho ‘inicamente en un aiio. Perfecta al primer ensayo”. — 485 Después de la firma de Santiago figuran en aquel sencillo élbum Jas de Ttalia Eder, Florence M. Eder, Luis Fischer, Montagu D. Bder, ‘Chas. J, Eder, Chas. L. Belden, Vicente Libreros R., Adolfo Bejarano y ‘Max de Lemos. Una fotografia tomada ese dia, muestra que ademas de los firmantes, habia presentes otros invitados. El anicar producido era byillante y blanco, muy semejante al pro- ucto refinado de nuestros dias, El viejo sistema de panes de azticar y apecialmente la manera como se dejaban expuestos a las moscas en lo- tales sucios, cra antihigiénico. El nuevo producto que no tocaba la max ho del hombre y salia bien empacado, no podia ser contaminado por mmierobios, Sin embargo, ante nucsira sorpresa y consternaciGn, lo com- batieron como dafiino para Ja salud. Tndudablemente la propaganda malévola era ditigida por los com- petidores. La apariciéa en el mereado de la nueva clase refinada, coin- ‘eidié con brotes de tifoidea, disenteria y otras enfermedades en los pucblos, debidas a la concentracién de tropas y mala nutricién, conse: Rhencia Iogica de la escasez producida por la guerra, Se hizo necesa- Sio obtener certificados de muchos médicos y divulgarlos copiosamente para combatir la propaganda de mala Je. Los prejuicios contra el nue- vo producto cesaron y el de La Manuelita Ilegé a ser favorito asi para coneumo doméstico, como también para industrias ineipientes todavia. La nueva fébriea era poquefia aiin para aquella época, pero las di- ficultades del transporte hubieran hecho imposible el acarreo de pie~ zas mayores. Molfa unas 50 toneladas de cafia en 12 horas, producien- do cinco toneladas de azicar al dia, El trapiche se componia de tres mazas con trituradora doble, completa con todos los aditamentos co- mo ealderas, un evaporador, un tacho al vacio, centrifugas, eto. ‘Los demés trapiches existentes en el pafs variaban desde los peque- fios de mano hechos de dos piezas de madera redonda, hasta los trapi- ‘ches yerticales moyidos por caballos, y los de fuerza motriz. hidréuli- 2, El método de fabricacién era igual en estos: evaporacién de Tum- bre abierta y clarificacién del anicar por medio de barro que se per- mite colarse Ientamente a través del Liquide viscoso, en moldes de parro cocido de forma cénica. Asi curados dos 0 tres veces se voltean los moldes y el resultado es un pan de aziicar, a veoes semiblaneuzco ¥y mis 0 menos sucio y Ieno de impurezas. La panela todavia se pro- duce por métodos atin mas rudimentari En las fabrieas més modernas de panela la cafia se exprime en tra- piches de tres mazas; el guarapo se hierve y Ia cachaza se separa de 486 — la superficie a mano. Luego se somete a is five . proceso de evaporacién hi ki el liquido a de una consistencia semisdlida, Tatiendose a ronces en una paila Ilana hasta que queda apenas a punto de moldear- pa mano en panelas de forma de taza o de ladrillo. Después de en- riatse y endurecerse, las panelas estin listas para el mercado. La pro- Guccién y consumo de este articulo en Colombia aiin exeede en mucho al del azicar, Las utilidades de la nueva fibriea como ya lo he dicho, dejaron mu- cho que desear durante varios afios. * eee Carlos me escribié a Bogota el 7 de diciembre de 1906: “Me siento mucho mejor y no del todo deprimid . mu leprimido, a pesar de que hay mie pesibilidad de volat que el anicar de subi. Nuestro primer despacho pare Bogott ya ha dbido Tega. El agente on Girardot me legratié preguntindome sino podia retener part centavos la Libra. Me sone, y le coatesté que st, ae “Hoy ealo otro lote para Bogoté, uno para Honda y otro para Tuma- co. Sipodemos obienet 88 a 10 (NiRepapel monela) por ri s nuestro aztiear, en estos Iugares remotos saldremos bien. No me preo- cupa el azicar de primera y estoy tratando de descubrir alguna ma- nera de vender Ia de segunda. Hoy rebajé el precio a $ 20 por 12 libras ampacadas en sacs de pope, Los sacon do algotn nos matan; salen demasiado costosos con los derechos exorbitantes. Trabaja con Reyes todo lo que puedas para que deje entrar los sacos, libres de derecho. Con tos Pron actuales del aziicar no podemos soportar sacos que cuestan a 644 centavos oro para 25 libras. Estoy pa; penny arin Boga Se ee El afio de 1911 puede tomarse lo tkpico, Ks el sini : le tomarse como ejemplo tipico. Ks el tinico del cual tengo datos y'es0 incompletoe. Las utiidades toteles de la Cowca Valley Agricultural Company en eso afo fueron de $ 29.051 antes de hacer provisién para intereses vobre los bonos, y Santiago obtuvo en etetivo solamente $3:620; resto dels wtiidades, y més aumentaba el pasivo— fué destinado para mejoras: $ 30.054 en La Manuelita; § 257 en La Rita; $ 645 en Guengué, Un inventario parcial a fines del ao inca que hain en Ln Manuela 105 caballo ave juados en $ 5.780; 350 mulas, $ 15.824; 158 bueyes, $ 10.175; alma cenes, $ 20.446; existencias de axiear, $ 40.063; inventaxio de La Rata, § 8.064; de Jas tes hacendas 896 cabeza de ganado, § 19.506 y 126 yeguas, $ 4,430. Efectivo en caja, § 1.740; por pa $ 13.536; cuentas por recibis, $ 1LS07. clea — 487

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