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Maria Zambrano La Confesi6én: Género literario 94 BIBENS 5. 626424000001 Ediciones Siruela Diseso grafico: Gloria Gauger © Fundacién Maria Zambrano, 1945 © Ediciones Siruela, 8. A., 1995 Plaza de Manuel Becerra, 15. eB1 Pabellén» 28028 Madrid. Tels.: 385 57 20/ 455 29 02 ‘Telefax: 355 22 01 ated and made in Spain Nota a esta edicién La Confesién: Género literario La confesién, género literario La confesi6n, revelacion de la vida Las Confesiones Primera Confesién: San Agustin Cémo Busca Hacerse Visible El Gorazin La Accidr 0 La Figura del Hombre Nuevo La Evidencia De la Originalidad a los Abismos del G Juan Jacobo Historia y Confesién Un Coraziin Natural El Pavatso Artificial EL Surrealismo Los Hombres Subtervineos Nota a esta edicion Nuestra edicién recoge y aporta, por p: correcciones manuscritas que Maria Zambrano hit el afio 1965 a su propia texto (publicado con el titulo La Gonfesiin: Génevo Literario y Método por Ediciones Launi- nar, México 1943), facilitadas por la Fundacién Mar Zambrano. Asimismo, se ha crefdo conyeniente suprim el apéndice ala Soledad enamorada» (1989}, incluido en la edicién de Mondadori (Madrid 1988), por no perte necer a este libro. Este texto se incluiré, como corres. ponde, en el volumen sobre Niewzsche que publicaremas en esta misma coleceion, La Confesién: Género literario wando la Filosofia hace su historia suele olvidar des- deiosamente lo que deben los hombres a otros saberes nacidlos més alla o mas ac de ella. Lo que se debe, por mplo, a la poesia y a la novela, Tendria raz6n en ig- norarlas y hasta en desdefarlas si su existencia misma no Jas necesitara, La Filosofia no necesita supuestos tal sea asi~ para su ideal existencia, segtin ella misma esta- blece. Pero si se la considera en la vida de cada hombre, los ne s talquier otro género de conoct miento. No puede compararse con Ia Religién; la Reli- én no necesita de condiciones para entrar en la vida de tun hombre; ella sola puede penetrar y consumir su vida entera hasta absorberla: las vidas de tantos santos igno- antes, que comenzaron por ser «tocados» cuando eran hombres vulgares 0 disipadlos, lo muestra bien a las cle ras, La Filosofia, por el contrario, necesita el mayor nit: nero de condiciones en la vida del fl6sofo, Si la Filoso- fia no tiene vida, el fil6sofo la tiene en el mayor grado; ha tenido, en realidad, que transformarse para entrar en la Filosofia La Filosofia persigue la verdad segiin la raz6n, Pero es un hombre quien esto hace y sucede que puede bus- carla y que puede huirla por lo pronto; la verdad tans. forma la vida. La filosofia occidental no ha manifestado en su pun to de arranque las condiciones y la forma misma de aquel modo de vida que la ha hecho posible. Sin duda, que no nduda, que cuando Ia Filosofia ha corrido por su cuenta, des- prendida ya de la Religién, no se ha detenido a mitar lo que quedaba bajo ella sosteniéndola, en el modesto or den del tiempo. Ysin embargo, no cabe desconocer que luna vida que acata la existencia, la sola existencia de la verdad, es una vida en la que se ha operado algtm cam. bio; es ya una vida transformada, convertida, pues que a toda verdad, por evidente y grande que sea, cabe res ponder con un agqué mi ta?» —indiferencia o de safio. Hubo un filésofo, nada modemo, que manifesté la conversi6n que lleva consigo el disponerse a buscar lav dad, la transtormacién que significa para la vida su entre- 1a ella; por tanto lo que de religioso hay bajo la Filoso- su biisqueda por la raz6n, quedan flotando, a merced de alguna justificaci6n apresurada, o sin justificacion alguna: Arist6teles, quien da por hecho que es propio de la nate raleza del hombre el buscarla, Pero Aristételes, que es tan remiso al comienzo, cuando habla de la necesidad de sa- ber, en otro lugar tiene que hacer uma teoria de la «vida feliz» como vida propia del que ha llegado a ser filésofo, lo que es nas plat6nico que lo de Platon, Esta «vida feliz» muestra hasta qué punto'la vida que- da transformada bajo la accion del conocimiento. Mas, ‘entre la vida y la verdad ha habido un intermediario, co- sa que Plat6n y no Aristoteles ha ensefiado, Es el amor, or que Hleva su nombre, quien dispone y conduce la cia la verdad. Y lo propio de este amor es ser tan- pasionado cuanto mas universal y fria es la ver dad, cuanto ms lejana y més pura, Pero hace tiempo que el platonismo ha huido det mundo, al menos en lo que hace al amor. EI divorcio en- tre la vida y Ia verdad filosdfica fue ahondandose y fue te género de amor fa ido a anidar en la mistica. Pero Ja mistica ha desaparecido también, al menos en su forma mas clara, es decir, plat6nica. fia moderna no ha pretendido reformar Ja vida. Por el contrario, quiso transformar la verdad; ha querido trasladar a ella la reforma o tansformaci no ha introducido en Ia vida. Los diversos intentos cons. tituyen la toria de la desesperacién de la ver- dad que querriamos poder seguir paso a paso, y que stiuye Jo mas hondo de nuestro drama. A medida que avaniea la época moderna, a medica que nos aleja- mos de Descartes y que germinaba la desconfianza en la que fue el genio, ha erecido la desesperacién de la ver dad. ¥ paralelamente la rebeldia de la vida, La vida se ne- gaba a reformarse, o usando el término clisico, a «con vertirse», Vla verdad legaba a ella encontendota cada vex mis cerrada, Ante esta situacion cada vez mas intole- ante, se tuvo que pensar en reformar la verdad, ya que no se reformaba la vida. La verdad, cuanto mas pura, cuanto més fileséfica, ‘¢5 mas abstracta, m quier verdad ¢s ser universal y aunque afirme un un simple hecho que la vida ineluye, sin darle mayor trascendencia, lo separa de la vida en cuanto que lo presa, La verdad, toda verdad, es siempre trascendente con referencia a la vida, o si se la mira en funcién de la vida, toda verdad es la trascendencia de la vida, su abrir- se paso. Pero las verdades de la raz6n pura, las mis univ ‘men sobre la vida y para entrar en contaeto con ella necesitan que la vida previamente haya realizado al- guna operacién dentro de si, La verdad de la Filosofia, de la Filosofia platénica y aristotélica, no seria posible sin 10 que se relata en el Mito de la Caverna, La Fi to semejante; ha abandonado la exigencia ce que la vida se convierta y no hace para nada alusidn a ese asunto, S6- Jo un filésofo alejado, Spinoza, dedica la atenci jones, de su Bia, que en verdad no ha aleanzado gran igencia. Yaunque podria decirse que el Mito de la Cae verna no ha sido directamente atendido, ha sido ca ‘stica de la influencia platénica, el entrelazarse, el es conderse casi, actwando de manera callada: a la misma mundo fisieo, puliendo, red ciendo, transformande lentamente y sin més espectac Jaridad que la de fos éxtasis de Jos misticos. EI drama de la Cultura Moderna ha sido la falta ini cial de contacto entre la verdad de la razén y la vida, Por- que toda vida es ante todo dispersién y confusion, y ante Ja verdad pura se siente humillada. ¥ toda verdad pura, racional y universal tiene que encantar a la vida; tiene que enamoratha. La vida rebelde y confusa ha pasado por la Gpoca del hechizo y para derrocarle, tiene que suceder cl enamoramiento, que es también encanto, suspension, pero algo mis: sometinicnte aan orden y mis toxavta or vencide sin rence Y la verdad prurs lumilta a fa vida cuando wo ha sabi. do enamrorarla Porque la vies es continua pasion y acl. EL entendinicnto, organo de ta verdad, es, como dice Avisidieles, sinipasibles y ke viet es pate pasividad. 62 cuanto gue ne es inteleeta, y es Eicil que se sient bie milla hasta con respecte at esta parte de si anisma qqic se aparta, que dene come ata Tey y-atros contacts, Sil Vidi ne es reformacke por ef entendimienio, ganaela p fa verdad que él li otrece, si ke verdad que él le sinve no sabe enamorsela, dejariy vena sin veneer, se decker en rebeldia, Esta situaciénm parece baler determinade ol fondo ek todos tos intentions de kas diversas «Refornins del Baten iniento» ele Jos sigloy NYE y Nutt de Europa. El remade ha Retiorma del Entendimienten prospers a partir de De retorma lo exa, cn realidad, de la idew de verdad que De cartes dejo intacta en st ion platoniea, Las pre- tendidas relormas let entendimiente se dirigen fade fer platciies, contra li ides platoniea de verdad contri ba idea phudnica de aide y, sobre tale, contra algo que, aunque Phin so nombrira exeesivamente persigitions siempre y que ste discipatlo, cf Platsin ¢ que fue Ploting, tive come abyesidn: la uniclad La veforni del entendimiente se enderesaba a eu contre ina verciad dispersa; ext ver cle salvar a La vida ee 1a dispoesicn, se haefa ella nrisnia dispersa cn el rcbativis var se cestribar cn las relaciones yen segnicit en fox hechos. e los simples hechos. ¥ come Jos hechos Sienyare estin aislados, se pretonelio ewianeey que lever lac se hiciert disperse. Vai, la exigencia dle verde vino a ser substitaida por li esinencia de sinceridad, -sincerirtads que bace rele reneia al individuo, y en cl que se quicbra Ja verdad. Y entre de essa sincoridd, dle tos dlesenbridares del rete tivisae, cada yey cabia menos ky vereid, No by podian acopiar en su vida y pant sviear fa sida, past no relor ‘efornaaron la ides (adicional de verdad. EL idealisnto alemen siguid an canine bien difere cro en el fondo os tal ver cl mise sttceso, pates quae el elspirine de los idealistas esti ave, terriblemente vi Macha hay en él de aiquella vision yriega, de nquella vi Sin cn que la vida cra vista, contemmplada, con 1m ajo tee pasible y que ya no es de este muna, Lat viela (raunsferia 1s caracteres al Espivitn abyoliato de Hegel y con ello fa vida, al ver comes un espejo desimestirade sus contfasos ¢ hacieres, qlicdé mis confast que nunca ¥, por KANTO, Axis diypnesta al crsoherhecinsiento, Vidit y razon se enso- berbecieron, sin corregirse Ia una a la otra; sin ser la vie da aclarada por la razén y sin ser la razén sujetada por kt Vida, que muy al contrario, Ie ofreeié su impetu, todo su impet para que s¢ stotalizara>. De esta situacién resalta algo mucho mas grave: el que el hombre de la cultura moderna, el que fa raz6n, ya Ja razém relativista de lox hechos, ya el Espiritu absoluto, tenia confiado, quedaba en confusién y desamparo. De Ja inasequible verdad de los filésofos antiguos pudo lle- gar basta el hombre analfabeto una verdad ordenadora de su vida. Ysu rastro, por siglos y siglos, permanece aun en Jos lugares tnas contrarios, como en Ta poesfa de in- fluencia platénica, Hasta el hombre de la gleba medieval pudo Hegar la nocién que daba sentido a su paso por la tierra, envuclta y afirmada por nociones que la Filosofia platénico-aristotélica, y aun plotiniana, haba encontra- do. De esa filosofia aristocritica habia sido posible ex er una verdad asimilable por el hombre ingenuo, por €1 que miraba el curso de tas estrellas, por el que nada si- bia de libros, ni de construcciones de la mente. Donde esti la verdad que la razén moderna ha deparado pa hombre, para el hombre sencillo, para el hombre mas? A medida que el shumanismor ha ido ganando te- reno, la vida del hombre sencillo, que no tenia ni tiem- po ni medios para detenerse a encontrar la verdad por su cuenta y con su esfuerzo, con ese agénico esfuerzo ‘que ¢s siempre la filosofia, iba quedando desamparada y ‘ecimiento de cosas tales como el comu- cuenta, mucho mas que ala que la vida no puede sopor- ta no se ha dignado contar con ella, cuando no ha descendido hasta ella ni ha sabido tanpoco enamorarla para hacerla ascender. Lavida quedaba abandonada, la vida del hombre; del hombre concreto en su ignorancia y confusidn. La ver dad que s¢ le servia era verdad que no enamoraba su vie da, que no la reducia. Y que, ademas, solamente ha aprendido a través del «interés», como era, después de to- , natural que ocurriese, La vida real, el hombre real y nereto, quedaba, o ensoherbeciclo por la ideolo; sitivista, que es lo ttnico que se derivé de la razin dispes sa, 0 humillado, Soberbia y humillacién son kas dos notas de Ia desesperacién del alma moderna; sus dos polos. La reforma del entendimiento europeo, el salto de la filosofia en sus dos aspectos, no hubier sido menester, de haberse realizado una confesi6n a estilo agustiniano. Y asi resulta Kant el filésofo mis equilibrado, el de mayores promesas hoy, porque estuvo mis cera que ninguno de haberla realizado: su Critica de ta Razén Prictica anda c ca de ello; Kant pudo también, con una gota mvis de adentraniento, day aly al hombre moderne que vive a io engendrar. Pero no his sido asi, Vino se ha realizes lo lt conversion de: la vids; y frente a las exigeneias de Ia Hardin ha quedado humillada, Porque el reneor se asienta la your anisma en que Li vida necesita de esa wanspa rencia que sélo proporcionis li verdad, Como ne. puedl prescindir de ella, parte en sii buses; mas al no estar pres parada pars recibirla, sunge aduenindose el rencor Cuando la vida no se ba convertide, anda contusa y dispersa, Son sus notas caumdo conve entregada a kt es pontancidad, La verdad ractonal la propone, ¥ es mii, la exige una reduecién violent, sin haberla preparado, sin oltecetie apenas compensacion. Se hace my dificil aceypar la verdad s, plies una ver aceptada hay que someterse a ellan, ha dicho Nietzsche. La razon de la fi losatia moderna es la ms violent: por una parte, ha ands oxigente.y por otra y esto es lo que ba originadd el ren: cor mais que cova alguna, no Meva dentro de si fa justil ceaciGn de lt esp Plawin y Aristoccles exit gia un dio ascetisnio: salvarse por ellos restltaba dificil, nas era posible, No ofrectan ka vidks eterna, que por los hombres de la cukara grie gi pero ofrecian, en cannbio de ka sconversisn, ta iL. La razon moderna no ha olrecide sack, pi andlogo a la vida teorética de Aristoteles y aun del & sis de Plotino, era avin menos asequible. Y por eso hubo de surgir lt otra ru6n, La rar6n ce cana st a viela y asequible a ella, Mas sucedié que nada dejabs de To que en fa vida quiere traseender. Le arrian 66 hasta Ja posibitidad de expresanse, Dejo de hitber at mit y espititu, si por espivins entendemos la posibilidad infinita de tod vida y su necesidad (la necesidad indivi dual) de renacer, pues el individuo, para serlo, necesita renacer, ser de nuceo engendrado, Yast fa viela se sentia it la frente al idealismo, porque le Hevaba una ve dd sin huberla previamente preparady para ella, verdad que le arvancaba violentamente de si y, lo que es mis g ye. sin camino. Kl idealismo comiensa, obyiamente, sin reconocer necesidad de conversidn, siendo por si mismo, la mas violemta conversion que se hayat presentado. La st pone y no ahide 3 ella, Ika cereenado todo lo subjetive, todo lo individual, desconociendo la inmediater de la vi dla, pero sin mostrnle cl camino para elejar de ser inme- data, La translormacion necesaria al idealisnno es bente, es decir, reside en fa interioridad del sujeto sin ands. Y los que asi no To saben y los que no des bast con ell, qucdan releygados al yada de semtihomibres, en una caistencia degradada como ha dicho al bin su beredero Heidegge Mas la filosoffa que no ha humillado a la vida, se ha humillado a sf misma, ha hunillado ala verdad. :Cémo salvar la distancia, c6me lograr que vida y verdad se €) tindan, dejando la vida el espacio para la verdad y en. trando la verdad en la misma vida, transformiindola has- ta donde sea preciso sin humillacién? El extraio género, literario llamado Confesion se ha esferzado por mostrar el camino en que la vida se acerca a la verdad «saliendo de si sin ser notada». EI género literario que en nuestros 1pos se ha atrevido a Ienar el hucco, el abist rrible abierto por la enemistad entre Ia razén y la vida. La confesion, en este sentido, seria un género de crisis que no se hace necesaria cuando la vida y la verdad han estado acordadas. Mas en cuanto surge la distancia, la menor divergencia, se hace pre nente. ¥ por cso San Agustin inauguré el género con tanto esplen- porque es el hombre vig desamparado y ofendlid tv como pueda estarlo el moderno, que al fin, se ami- ga con lu verdad, La confesion, género literario cQué es una confesién y gué nos muestra? Ante todo, ‘omo génere literario, percibimos en él las diferencia que le distinguen de la Poesia y de la Novela y aun de la La novela es ef mas préximo; como ella Pero la diferencia es doble, en orden al sujeto yen orden al tiempo. ¥ en consecuencia o mas bien previamente, hay otra diferencia fundamental, entre lo que pretende el novelista y To que pretende el que hace una confesi Lo que diferencia a los géneros literarios unos de ‘ov os, es la necesidad de la vida que les ha dado orig No se escribe ciertamente por necesidades literarias, s no por necesidad que la vida tiene de expresarse. Yen el ‘origen comiin y mis hondo de los géneros literarios esta la necesidad que la ppresarse 0 la que el hombre tiene de dibujar seres diferentes de si o la de apresar criaturas hnidizas, La necesidad mas anti Ja mas alejada de la expresion directa de la vida. La po sia primera, como se sabe, es un len igradlo, es de- ir, objetivo en grado ¥ Libro de los Muertos de Egipto nos presenta formulas sagradas y littingicas, formulas fijas y rituales como los inevos y la smiisica. Mtisica pura, aunque sea ola h de an alina», que diriamos los occidentales. En este set tido novela y confesidn son parientes y casi coetincos. pues ambas son expresiones de seres individualizados a quienes se les concede historia, El supuesto, tanto de ka confesién como de la novela, ¢s que el individuo padece y que puede perderse. La momia que «se confiesw- n0 tie ne historia, tiene presente puro; ésta no sélo esti ya con- versa sino glorificada, Es una bienaventurada que habla por hacerse abrir las puertas doradas del jardin ttim Entre los griegos la confesién no tiene lugar, no puie- de surgir, hubiera sido mas cxasperada, mis que la poe sia de Anacreonte, tinico respiro del alma irracional, rea cia dejarse trasmutar por el amor platonico La confesion ‘ega hubiera sido la historia del filésofo arrcbatado de a Caverna, pero ne Io hizo o se ha perdido. Y cuando surge con San Agu ‘ge entera, 2No tiene acaso antecedentes? Parece no tenerlos y, sin m= bargo, algo vie1 i parentesco inequivo- co. Es por la linea de nuestros padres, por el lado de fa historia y de la pasion, de la falta de pudor para grit hablar de sf mismo, por el lado de la verdad de Ia vida, de la verdad hebrea, Fs Job el antecedente de la conte y decit Job es tanto como decir queja: es la queja, Bs Job quien habla en primera persona; sus palabras son. planidos que nos Hlegan en el mismo tiempo en que fuc- ron pronunciados; es como si los oyéramos; suenan a vie va vor, Y esto es la confesion: palabra a viva vor. Toda confesién ¢s hablada, es una larga conversacién y des- plaza el mismo tiempo que el tiempo real. No nos leva como tuna novela a tin tiempo imaginario, a an tiempo, creado por la imaginacion, La novela tiene su origen en a lintema magica, en el desvin de las musaratias. La no- ela, ya en su comienzo, y mis en sus comienzos, nos crea otro tiempo en el doble sentido de un tiempo mito pues la novela conserva el rastro del mito—en cl sentido en que hace nacer en nuestra conciencia otro tiem} aunque ya no exista rastro mitolégico. Es otro tiempo que el de la vida, Y cuando Ta novela ha Megado a ser iempo de la vida ~Proust, Joyce es que se trata en rea- lidad de una confesién, como luego se ver’. La confesién se verifiea en el mismo tiempo real de la vida, parte de la confusion y de la inmediatez tempo- ral. Es st origen; va en busca de otro tiempo, que si fue ra el de la novela no (endria que ser buscado, sino que a encontrado. BI que hace la confesién no busca cl tiempo del arte, sino algiin otro tiempo igualmente real que et suyo. No se contorma con el tiempo virtual del ar te. El artista, al erear, reams una eternidad... virtualmente, Es el juego, el juego pro- fundo del arte. a seftalado, pero cual quier otra magia artistica queda supeditada a este juego profundo y sumamente grave det que sélo se apartaria el arte sinceramente religioso, cuyo tiempo seria el del pi raiso perdido. Pero el arte puro, ef arte por el arte, es el juego de la creacién de wn tiempo mas alla del tiempo que el hombre no puede crear, es el juego a crear un tiempo que no puede haber y que sélo gozamos, cuando Jo gozamos, virtualmente, La confesién va en busea, no de un tiempo virtual, sino cmpo real empieza. Es el tiempo que no puede scr transcrito, esl tempo que no puede ser expresado ni apresado, es Ja unidad de Ia vida que ya no necesita expresién, Por es0 todo arte tiene alge veces, los mismos fines que ella pero va recredndose en <1 camino, deteniéndose, gastando el tiempo en un ste premo Iujo humano. El arte es el dispendio de la crea: cién, el lujo que el Greador ha permitido al hombre en una creacién que no es real, pero que es creacién, sin embargo. El arte es juego, juego a crear. Fl trabajo no hos separa de la realidad y esti encajado en ella, pues ter- mina en algo efectivo y canjeable, El arte esta por enck ad y del encararse de la realidad ~de ahi To grave de todo sta y la soberbia que arrast igo iuega a creerla y la crea virtualmente! Es el Iu- jo que Dios en su misericordia dej6 al género humano al condenarlo al trabajo y al dolor. De la salida encantado, del ansia loca de probar el cia, quedé como manzana encantada el arte, la magia de sti tiempo inventad La poesia es la que esta mas préxima, ¢s la realidad del hechizo y lo mas préximo a deshacer la condenacién. Por eso es la que mas ha sentido la maldicién y en cierto modo todos Jos poetas son , Tenemos, merced a este dotor, la revelacién de una existencia desnuda, La Filosofia partir de la renunc la queja 0 de Ia superacién de ella, Filésofo es el que no se quieja. La cultura, todas las culturas, han manten do encubierta la existencia desmuda del hombre; trajes puestos sobre la desesperacién humana y a veces, en mo mentos de decacencia, simple anestésico que trae el o lo, el bebedt Merced a la desesperacion que se atreve a pee zones, hay esta revelacién de lo que el hombre cuando nada tiene, cuando sale de si: horror del na miento, vengtienza de haber nacido: espanto de morir; extraiieza de Ia injusticia entre los hombres, ¥ asf tiene que ofrecer remedio a estos mal peranza de reme- dio; tiene que hacemos aceptar €l nacimiento, no temer Ja muerte y reconocemos en los demiis hombres como iguales. Sin estas tres conversiones la vida humana cs una pesadilla. Job asf Io sinti6 y sali6 de ella por su grito, por su queja que, al fin, fue escuchada, Yésta cs la esperanza que en realidad le movi6 a que- Jarse, pues sin Ia menor esperanza de ser escuchada, la queja no se producitia. Hasta el simple jay! cuenta con posible, El lenguaje, aun el mas irracio- hal, el Manto mismo, nace ante un posible oyente que Io fienzo desespera- do, Se confiesa el cansado de ser hombre, de si mismo. Es una huida que al mismo tiempo quiere perpetuar lo que fue, aquetio de que se huye. Quiere expresarlo para alejarlo y para ser ya otra cosa, pero quiere al mismo tiempo dejarlo ahi, realizarlo, Esperanza de una revelacién de Ia vida, de que se di- suelvan los tres horrores, de que la vida, al descubri go mas all de ella, encuentre al fin su figura, y deje de ser pesadilla, Yast el que una verdad sea asimilada por la vida tiene que verificarse a través de una conversion que le haga aceptar su nacimiento, no sentir espanto an muerte y permanecer tranquilo en medio de fa injusticia Yen realidad injusticia es siempre todo vaiven de la for tuna, aunque sea favorable; pues si Ia contingencia dolo- rosa humilla, también bumilla ta fortuna igualmente contingente, Lo que causa la humillacién es el sentirse abandonado, fuera de un orden, Es fa amarga situacion que tanto se diera al final del Mundo Antiguo y que Lar recoge con tanta fuerza: «En ef caso de que haya, joses, no se ocupan para nada de los hombres» Lo que Job queria eva que Dios se ocupara de él, que egase hasta él con razones, Las razones de la divinidad Je hacian mas falta que el alivio de sus dolores be, a fuerza de suftir, anestesiarse en el dolor; mas este embotamiento humilla mas que el dolor mismo y es él, en realidad, lo que hace de a vida una pesadilla, pedfa dejar de suftir, sino salir de la pesadilla, saber fa ra z6n de su suftimiento; pedia una revelacién de Ia vida. Mientras no la tuviera, se aborrecta a si mismo, maldeci- fa su propio ser. Lo aborrecerfa hasta querer que fuese horrado, «Por qué me sacaste de la matriz? Habria yo expitado, y no me vieran ojos.» «Fuera como si nunca hubiera sido, llevado desde ef vientre a la sepultura» (cap. 10, 17 ¥ 18). Huida total de si, verdadero suicidio borrar la jgnominia del nacimiento, que quiere evitar la humillacién de la muerte y evitar Ta in- Justicia La confesién es salida de s{ en huida, Yel que sale de silo hace por no aceptar Jo que es, la vida tal y como se lo, ef gue se ha encontrado que es y que no sotros mi- Mas también se manifiesta en la Confesién el ca ter fragmentario de toda vida, el que todo hombre se sienta a sf mismo como tro70 incompleto, esbozo nada més; trozo de si mismo, fragmento, ¥ al salir, busca abrir sus limites, trasponerlos y encontrar, mas alld de ellos, su unidad acabada. Espera, como el que se queja, ser escu- chado; espera que al expresar su tiempo se cierre su sgura; adquirir, por fin, la integridad que le falta, sa total figura Estos caracteres definen la Gonfesién, desesperacion sera de hallarse. Desespe- de si mi racién por sentirse oscuro e incompleto y afin de en- contrar Ia unidad, Esperanza de encontrar esa unidad que hace salir de si buscando algo que lo recoja, algo donde reconocerse, donde encontrarse. Por eso la C fesion supone una esperanza: la de algo mas alld de ta dual, algo asi como la ereencia, en unos cla en owes confusa, da, fe la verdad estan La confesién solamente se verifica con la esperanra «de que lo que no es uno mismo aparezca. Por eso mues- ta Ja condic6n de la vida humana tan sumida en con. wadieciones y paradojas. Todo lo que la Gonfesién nos muestra es contradic- torio y paradéjico: la desesperacién de sé mismo, la faga ' que quiere al mivino tiempo que desprenderse de lo ue es, realizarlo, en una cierta objetividad. La vida del hombre muestra que en la Contesién, no teniendo uni- dad la necesita y Ja supone; muestra en su dispersién femporal que debe existiv algtin tiempo sin la angustia del tempo presente, Muestra que siempre que se expres 2 algo cs como una especie de realidad virtwal compen- satoria, y que la vida no se expresa sino para transfo marse La Confesién no es sino un método de que la vida se libre de No ¢s el tinico, pero sf tal ver ef mas inmediato, el mas directo, V tal vez no sea suficiente; no sea sino preparae Gi6n, método en sentido estricto para algo que venga después, método en que Ja vida muestre, precisamente al Ponerse en movimiento, su figura esencial y su peculiar dad mas extrema. , La confesién cémo género fiterario no ha alcanzado igual fortuna en todas las épocas. Es algo propio y exch sivo de nuestra cultura occidental y dentro de ella apare~ ce en momentos decisivos, en momentos en que parece estar en quiebra la cultura, en que el hombre se siente desamparado ¥ solo, Son los momentos de crisis, en que cl hombre, el hombre con rece al descubierto cen su fracaso. Y asi estas Confesiones manifestarin los géneros de fracaso que nuestra cultura ha soportado y algo tal vez: ‘is importante: los distine ol arte, objetivados por la Filoso- i6n y ocultos en Ia 1s eneubiertos por fia, destetidos en I indee s cuando el hom- bre vive en una cultura madura, cuando ha hullado al fin una objetividad bajo la que habitar, la ia huma- na en su desnudez se oculta. Las Confesiones Primera Confesin: San Agustin Es San Agustin quien muestra la confesién en toda su plenitud y con una elaridad que no ha vuelto a conse dicen guirse. A su Inz no s6lo podremos ver lo que ello o estas otras confesiones truncadas de muestro tiempo actual, pues que lo claro tiene la virtud de hacernos ver Jo que no ha podide Hegar a serl Parte San Agustin de una enemistad habida entre é yla divinidad, es decir, Ja realidad suprema, Porque la vie da puede estar de espaldas ante la realidad. Fs la condi- cién mas tipicamente humana y mds alarmante de todas: cualquiera otra criatura es fiel a su realidad, vive ane; da en ella, Todas menos el hombre, cosa que aparece mas que en nada en las Utopias, es0s sucfios de volver a Ja unidad con una realidad en que encajarse. Nos senti- mos como seres desprendidos, a medio nacer ya medi sar en una realidad presentida que buseamos. La Filosofia, la Teoria del Conocimiento, se plantea el problema de la realidad, como si fuese hallada en el conocimiento, cuando en verdad, siempre se da por ida antes de tenerla, La Religion, las religiones, mu tran cémo el hombre ha dado por supuesta una realidad que no le era presente y cuya revelacion buscaba. La ligién era como Ta compensacién de la media realidad del mundo presente, y hasta I idea del ser significa que no tenerios suficiente con fo que encontramos, y necesi- tamos otra realidad encontrada por nosotros mismos, otra realidad para nuestro pensamiento, Pero la Confe- To es de la interioridad del hombre manifiesta, la busca de una realidad completa. Pode- mos sentirnos vacios de realidad y aun enemigos de ella La confesién parte de esta thima situacién, de sentir enemistado. Todos los que han hecho el relato de su vie da en tono de confesién parten de un momento, en que vivian de espaldas a la realidad, en que vivian olvidados. Porque esta enemistad es sentida como un olvido, ¢o- al desprendernes de algo olvidindolo, nos lanza in Agustin, al ira buscar siente que ya Ia tiene de antes, que la recuer- da, Para la vida, conocer es siempre recordar y toda orancia aparece en forma de olvido. Tal vez, porque lat ‘memoria sea la manera de conocimniento mis cercane @ la vida, la que le traiga Ja verdad en la forma en que pue da ser consumida por ella, como apropiacién temporal. La «reminiscencia» de que Platén nos habla, puede ser ‘oducto de la nostalgia de [a realidad presentida, nos. {algia de lo que no se tiene ni se muestra, Nostalgia de tna vida en uniclad, La memoria serfa la sede de este co- nocimiento, de este eneentro con la realidad total, por- que ya entonces en ella no habria recuer anc. ndo se la encuentra, siente que ya s¢ ka te antemano. No se la podria dejar de haber tenido enters mente nunca, pues equivaldria a no haber sido en absolu- imo podria buscarte siya no te tuvicra?> Larealidad estaba ahi, pero olvidados de ella, vuettos, de espaldas estamos a la par en dispersién y confusion. «Tus palabras, Seftor, se habfan adherido a mis entyatias y por todas partes me veia cercado de ti» Porque la realidad nos cerea y, sin embargo, hay que buscarla, no es suficiente con que esté 0 quiz no esti no cuando nos hemos colocac ituacion de recibir- Ja, Por esto, lo primero en San Agustin, es la aceptacién, aceptacién sin condiciones, con que parece replicar a Job. No comienza pidiendo razones, no comienza por un acto de razén sino de aceptacién. «No, quiero entrar en juicio contigo que eres la misma verdad, ni engaflarme a ‘mi mismo, no sea q El entendimiento modemo llegé a su desrealizacion ‘a través de un cierto racionalismo que pide cuentas, que comienza con la duda. La realidad entonces pu San Agustin, en su confesién, huye de si y acepta la re lidad, por la que se siente cercado, No cabe negar el gran éxito que ha obtenido el entendimiento moderno inquitir a Ja realidad; ésta le ha atrojado ciertos secretes que Ie permiten mangjarla, pero se fa ha cerrado en y dificilmente habra habido nunca nas desrealizado que el que ha sabido adu to resorte, y ejerce tanto dominio. Porque San Agustin acepta la realidad desentendién- dose de si, «arrojando su iniquidady. Mas ha sido para encontrarse a si mismo, para recobrarse Yes gue al encontrar la re: nosotros mismos, entramos en ella y sin suponer nada parecido a ninguna idend mistica, lo cierto es que cuando entramos en esa reatidad dese revelamos a nosotros mismos, Job, més parccido a los filésotos, se enfrenta lidad interrogandola, pidiéndole razones. Se diferen- ellos en que la pregunta no es objetiva, no tiene la objelividad de la Filosofia, que es su vinica salvacién y sin lacu « de si misma y tal vez cn uma exis tencia imposible. Job pregunta sobre si y espera ka res: puesta de al no la esperan sino de si ob pregunts sobre si mismo, disparado por s desesperacién, por su exasperada esperanra. ‘San Agustin esté on la linea de Job, pregunta ante to- do por si mismo, pues se ba vuelto cuestion él raismo, se Je ha hecho la vida imposible a fuerza de andar disperso entre las criaturas, «Por amor de tt amor hago esto tra- yendo a Ja memoria con amangura de mi corazén torcidos caminos pasados para que iti me veas y me re- cojas de aquella disipacién en que anduve dividide en ‘mil partes, cuando apartado de Ti, Unidad soberana, me disipé entre las criaturas.» No se encuentra a si mismo, pucs anda extendido y entremezclado con las eriaturas, esd mn una media realidad que no le sirve. Es un hombre a medio hacer que anda entregado en unas tia turas que tampoco son, pues no se le ofrecen con tos caracteres del ser: firmeza y claridad*. Pero tampoco puede ensimismarse. «Estrecha es, pues, ¢] alma para contenerse a si misma.» El alma no puede estar en si pues en Ia viela estd el salir de si, ef no bastarse a si mix ma, el ser trascendente, La dispersién es el amor frustra- do, el afin de trascender frustrado también. Cémo Busea Hacerse Visible Su manera de dirigirse a la realidad soberana, es iéndose a ella, con hambre de ser visto, «para que ‘i me veas y me recojasy. Yesta accion de oftecerse a la mirada divina es lo que constituye propiamente Ia con- fesi6n en San Agustin. Es la réplicaa Job. Yes también Ia iniciacién de un camino de salvacién profundamente distinto de Ta Filosofia, aunque luego San Agustin resul- te un filésofo, Pero él filosofard ya de manera distinta de como lo hicieran Plat6n y Plotino, de q -oge sin VE Ik mirada en las dems cosas que esin por hao de Th ran del todo, ni det todo dejahan de ser (Lsbro va, ‘embargo tanto. £1 no se ha salvade por la Filosofia, ino por haberse encontrado bajo la luz. El entrar en la hw, sto que ve> rifiea la conver o que hace qu ntamos des- prendidos de aquel que éramos, del traje usado do. Cuando tal se hace, es decir, cuando propiamente se relato de nuestro ayer que confesién, en realidad ya la confesién ba logrado su Es lo que ha cansado el desencanto de tanto | rioso que se lanza sobre las Confesiones dvido de lecr cesos de escandalo, de escudrifar interioridades det préjimo; bien pronto se retira desifusionado al no hallar Jas «intimidades» esperadas. ¥ todavia por algo mds: por- que Ia confosi6n, al ser leida, obliga al lector a verificar- Ja, le obliga a leer dentro de si mismo, cosa que elector curioso no quiere por nada, pues él iba para mirar por tuna puerta entreabierta, para sorprender secretos aje- nos, por una falta de precaucin, y se encuentra con al- > que le lleva a mirar su propia conciencia, La confe~ sion literariamente tiene muy pocas exigencias, pero si tiene ésta de la que no sabriamos encontrar su r es: ser ejecutiva, Teva racer la misma accién que ha hecho el que se confiesa: ponernos como a él ala luz Es el momento en que la vida comienza a ser actara- el que las culpas sean contadas, Agustin lo advi a fia y pregunta: «Pero a quién cuento yo estas cosas? No ciertamente a Ti, Dios mio, mas en tn presencia las cuento a el género humano, por pequeita que sca la parte de él que pueda leer estas paginas». Yes que la conf ne lugar en el instante mismo cn que alguien se descu- bre, verificando as el movimiento contrario a aquel de la salida det paraiso, cuando Adin averge ante la vor divina, Ahora, lejos de esconderse, se descu- bre, «trayendo a la memoria con amargura de mi 26n mis torcidos caminos pasados para que tii me veas» Yesto explica lo somero de una confesién como la de San Agustin, a la que podtia tacharse de falta de sincer dad. Pero no es la sinceridad lo que va a justificatla, sino el acto, la accién de oftecerse integramente a Ja mirada divina, ala mirada que todo Jo ve, mirada que cierta- mente siempre puede vernos, pero que andamos el- cliendo, pues lo importante en la confesion no es que se: mos vistos sino que nos ofrecemos a Ia vista, que ni sentimos mirados, recogidos por esta mirada, unificados por ella. No seria de otra manera explicable por qué San Agustin se detiene en cosa tan fiitil como el robo de unas peras cuando muchacho y pasa por alto cosas mas, graves que, sin malicia de ninguna clase, cabe suponer ta mas tarde, Hurto del que nos queda, como una impresion de agua refrescante, la risa, aquella risa inocente en Ta tarde mediterranea, aquella risa de ani- mal pequefio que juega sin malicia, y que sin poderlo re~ mediar seguiremos oyendo en el fondo de todas tas cul- pas de San Agustin; amor a Ja vida, juego, risa en lo huertos, nad fuese pecado si él no hubiera nacido para otra No; no hacia falta el relato de sus culpas, su samar= ga memoria» que esté como intercalada, como si fuese solamente un «no me duelen prendas», pero que no we la confesién misma que ha sido hecha cuan- do se dispuso a hacerla, porque ya habia ejecutado aquella acci6n contrariaa Ia del Paraiso, ya se habia des cubier accién que el hombre ha presentido ~aun al margen del precepto de las Iglesias~ que podia horrar el pecado original, que por tomo al lugar de donde salimos al cubrirno que hace u é obrar algiin paraiso perdido. Pero San Agustin sabe que el retorno al Paraiso no es posible; est ahi la tierra, Ia vida; su mismo corazén ina- gotable, y todo él ucabado de nacer. Ahora es cnand reconoce entero; ha entrado en si. «Yen cuanto a mi, mi Bien es estar unido a Dios, porque sino permanezco en £1, tampoco permaneceré en mi» (Libro 1X, 17). La vue ta al parafso perdido lo anularia, cosa que él jamas s propuso, Al contrario, ahora ya prede amar infinita- mente, amar sin temor a dispararse. La realidad encon- trada es la Unidad soberana, es decir, la que es tanto ob- jeto de su mente como término de su amor. Yano tiene que andar partido en mil pedazos. Ha encontrado la un dad de su vida, Lo que separara siempre el camino de San A del camino de salvacién formulado 0 implicado por la F es este género de amor. Ser 0 no ser fil6sofo, es neado de la dispersion por Ia violencia ntendimiento que anula las pasiones, El corazon del xofo se parece mas al coraz6n del sabio oriental; ha evado su corazén a la luz, ha hecho su corazén Srgano de la luz, «El sabio utiliza su corazén como un espejor (Libro vu, 6, de Tschuang: Porque la salv hacerle entrar en la Iuz, el conve cuando habla de la conversi6n en el Fedvo, dice que pr mero se yolverd el ajo y en seguida la cabeza y lego to- 4 do el cuerpo. Yes que todo camino de salvacién, aunque sea filos6fico, trata de convertir el corazdn, La Confesibn leva en su centro esta cuestién, verdadera cuestién pre- ; pues si Ia Filosofia, como camino, arraiga, no podré ser sin haber conquistado de alguna manera al coraz6n san Agustin no pudo, a pesar de su platonismo, se guir el camino platénico; su corazén no pudo aceptar la trasmutacién del amor platénico. Amor que conduce a la inmortalidad del alma, tan anéloga a Ja de las ideas. Pero él no se deja enamorar por fa inmortalidad; su ham- bre es de vida, No le vencera el Dios de la Filosofia, el ios del ser y de Ia inteligencia. Su coraz6n no se con- forma sino con la vida eterna, vida en que nada se pier- de, nia nada se renuncia, vida verdadera en la luz. E] otro camino para la reduecién del eorazén, ante- ior a la Filosofia, anterior a la trasmutaci6n del amo platénico, ¢s todavia mas exigente que él. Es dejarlo va- ‘io, En Ja Filosofia moderna solamente Spinoza se preo- €1 camino del sabio oriental que utiliza el corazén como espejo, como servidor de la objetividad. ‘Yel método para llegar a ello, ef mismo sabio nos lo di- ce: «¥an Hi dijo: "Podria saber qué es el ayuno det co- razon?”. Kung-Tsé dijo: "{Tw objetivo sea la Unidad! No cigas con el ofdo sino con la conciencia; no oigas con Ja conciencia sino con el alma, El ofdo no puede hacer otra cosa sino ofr, la conciencia no puede hacer otra cosa no comprender. El alma ha de estar yacta y preparada para recibir las cosas. HI sentido es quien puede reunir lo yacio, Baste estar v ayuno del corazén”*. Ayuno del coraz6n que es una conversion amorosa, ala manera de la cortesia oriental, aniquilandose para dejar todo el sitio al hnésped esperado, a la entera realidad, Pero San Agustin queria persistir en su amor, no transformarlo. No le servia ni el , repite San Agustin, segiin Pa blo, (Cor 1, 13, 7)-, ¢s posible la comunidad con los de- mis. Y solamente a partir de esta comunidad es posible la accién. La accién verdadlera que brota de un eorazén transparente y que para ser efectiva, para realizarse, ne- cesita ser también transparente ante los dermis. Ser trans: parente es ser creido, ser mirado en caridad. De abi que la aceién quede frustrada tanta pues aun la nacida de un corazén limpio puede q truncada, si este corazén no ha sido aceptado por los hombres coetineos. Y es el mayor tormento tal ver, re primic la accién, encubrirse sabiéndose tansparente o casi transparente, pues cuando los dems no comparten aunque sea en aun grado minime, la transparencia, les causa s6lo rencor. Un San Agustin de bo otros tiempos tendlria que esperar quiza, tendria que guardar silencio y desde luego que no actuar, pues no contarf con el crédito, con los oidos descosos de aplicarse a stu pecho, con la avider caritativa de taneos. Yes ta mayor tragedia, porq: la confeesin se parte de la soledael, se termi tin en comunidad, La verdad es compartida siemp ‘Ame, pues, en mi el espi 0 lo que Tai ensefias se deba amar, y duék de lo que se debe Me manifestaré a estos tales: respircn en mis bienes, sus- piren en mis males... el himno y el Hanto suban ante la ncensarios» ta, en suma, sobre la ca Fidad, sobre la vida Wascendiendo hacia et préjimo y re- cibida por la de él, que salia también a buscarlos, Unica accidn verdadera, que por eso s¢ Hama «ocaciéns, por que es Tamada, y no s6lo desde lo alto, sino desde los la- dos; llamada de los préjimos nuestros hermanos. La vida deja de ser pesadilla cuando se ha restablecido el vinculo filial, cuando hemos encontrado al Pa a los hermanos, cuando podemos contestar a la treme! da pregunta: «Qué ha sido de ty hermano?+, Cuando la pregunta no necesita sernos siquiera dirigida, porqu aparecemos yend de sts mano, Lat accion precipitada si ser transparente para el hermano, sin contar con su ea Fidad, por puro que sea en su origen, desata la vi yelcrimen, la guerra cainita. Agustin ha desvanecieo el terror del hombre an- tiguo, desamparado y desfraternizacio. Ha deshecho Ja pesadilla de Ia existencia, pues que se alegra de haber si- do engendrado: «Nino pequeito soy, mas vive mi padre eternamente», No teme a la muerte, «Cuando yo me ad hiera a Ti, con todo mi ser, no habri ya dolor ni tral para mi y mi vida sera vida Nena toda de Tis (Libr 20x, 400). Yha encontrado a sus hermanos... La vida se hia hecho posible. i Lo peculiar de la Confesion de San Agustin ¢s la cexcencia que le ha obligado a hacerla. Aparece en varios lugares, pero mas claramente en el Libro x, 34, donde se Jee: «Asi, asi también, asi el alma humana ciega y lingui- da, torpe e indecente, quiere estar oculta, no obstante que no quiera le esté nada oculto, ¥ mas lo que Ie sucederd es que quedard descubierta a la verdad sin que ésia se le descubra a ella. Esta certidumbre ha podido ser lo que determine su ingular manera de comportarse frente a la verdad. Pues ano es extrafio que para alcanvatla, habiendo conocido la Filosofia de las Escuelas, con su promesa de verdad til tima y completa, se le ocurriese repasar su amarga me- moria, partiera en un viaje tan distinto con el que los fi- Jésofos hacfan recorrer? Pues los filésofos partian en busca de la verdad sin que pensaran que tenfan antes que mostrarse a si mis: mos, que descubrirse para descubrir. No podemos acha- carlo a falta de meditacién sobre ¢l hombre. La «naturae Jeza humana» habia sido descubierta y pensada hasta la perfeceién virtuosa por los estoicos, conocidos por San Agustin, aunque sea de notar la poca afinidad que con ellos parece tener; en su recorrido por las Escuelas no hace posada en los soportales del estoicismo*, Pero esta- ban ahi los neoplaténicos donde tan prendido queds y que no pudieron, sin embargo, retenerie, No deben ser Jas mis importantes de sus nociones, que nego toma, s no esto mismo, que Ie han Ilevaclo a hacer su confesién, descubriéndose, hablando de si con gesto tan escandalo- so, tan herético para el mundo antiguo. No era inédita la ieditacién sobre el hombre en tiempos le San Agustin. Muy al contrario, los neopkatonicos habian hecho el cen- tro de su filosofia de esa vida feliz, contemplativa, que s- Jamente por ella se alcanzaba ‘Yes que parece ser uma y la misma la raz6n que le hi- v0 a San Agustin andar de Escuela en Escuela, sin poder morar definitivamente en ninguna, y ésta que le hace ha- cer su confesién, Su creencia de que solamente descue Driéndose a si mismo se llega al descubrimiente de lave dad, La verdad para los filsofos era cosa de la mente, de * Bn sa revisiin de 1900 Maria Zambrano corvgi6 sescolasticho [or sessicimon, con una inlerrogacida en el margen. (N. dit) fa razon. La vida de quien la alcanzaba quedaba modifi- cada radicalmente, Platén, Arist6teles, Plotino nos lo di cen, ¥ los estoicos por otro lado. La modificacién, segiin los primeros, era una aniquitacién, la consuncién de la fa en tanto que ¢s pasivi- dad, padecimiento. El intelecto activo era la realidad mas actuante que hacia del sabio que lo ejercitaba algo bastaba a sf mismo, impasible, eterno, en suma, participante de la divinidad; «la Fildsofia es lo mas divi no», dice Aristételes. Lo que quedaba del hombre que habia conseguido su ejercicio no era propiamente nad: nada por salvar, pues hasta ¢l amor que Platén definiera era dios transitorio, un mensajero que, legado a su tér- i engendrado realmente por lazc- tividad filos6fica; la filosofia de preparacién para la muer- que nos encontramos es de naturaleza tan contra ria, tan sin entidad, como las cosas en su apariencia, «La an me hace otro, dice Platén ep el Teettes, pero otro tampaco permanece: solo el que conoce lo que permanecera porque él es de Ja misma manera, Mas, al ser, se asimilaba por entero a lo inteligible, se conver- sjeto del mundo inceligible. ¥ dad filos6- fica se hallaba cumplida en el instante en que del hom

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