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Beatriz Sarlo GUERRA Y CONSPIRACION DE LOS SABERES En; Sarlo, Beatriz. Una modernidad periférica: Buenos Aires 1920 y 1930. Buenos Aires, Nueva Visién, 1988. Guerra y conspiracion de los saberes “Las palabras callan en 41. En Ia oscuridad se bre hacia el interior de su crdneo un callején sombrio, con vigas que cruzan el espacio unien- do los tinglados, mientras que entre una neblina de polvo de carbon Jos altos hornos, con sus atalajes de refrigeracién que fingen corazas ‘monstruosas, ocupan el espacio. Nubes de fuego escapan de los tragantes blindados y Ia selva ‘mas allé se extiende tupida ¢ impenetrable.” Roberto Arlt, Los siete locos. Quizas como a ningiin otro escritor del perfodo, la historia puso limites y condiciones de posibilidad a la literatura de Roberto Arlt. Quizis como ningin otro, Arlt se debatid contra esos limites, que definieron su formacion de eseritor en el marco del nuevo periodis- mo, su competencia respecto de los contemporancos, el resenti: miento causado por la privacion cultural de origen, la bravata y el tono de desafio con el que encar6 un dehate contra las institucio- nes estético-ideologicas. La angustia arltiana, sobre la que han abundado los criticos, tiene que ver con esta experiencia de los limites puestos a la realizacion de su escritura Arlt cuenta de diversas maneras esta historia, Fragmentos de ella ingresaron en El juguete rabioso, pero, explicitamente, se repiten situaciones en las varias y breves autobiografias, donde los vacfos de saber son experimentados como una falta y también como una cualidad. La primera de estas autobiografias es un fragmento de “Las ciencias ocultas en la ciudad de Buenos Aires”, extraito texto que Arlt escribe alrededor de los veinte afos, donde, novelesca- 50 micute, Loder su desting aparcee tigauler a faes conntociones que pro- duce ky primera relacion con ta literal "Como he conocido un centro de estudios de ocultismo? Lo recuerdo. ‘tre los multiples momentos erfticos que he pasado, el mds amargo fue encontrarme a los 16 afios sin hogar. Habja motivado tal aventura la influencia literaria de Baudelaire y Verlaine, Carsére y Murger. Princi- palmente Baudelaire, las poosfas y biografia de aquel gran doloroso poeta me habjan alucinado al punto que, puedo decir, era mi padre es piritual, mi socratico demonio, que recitaba continuamente a mis ofdos, las desoladoras estrofas de su Flores del mal. Y receptivo 2 la aspera tris teza de aquel periodo que lamaria leapardiano, me dije: vimosnos (..) descoruzonado, hambriento y desencantado, sin saber a quién recurtir porque mi joven orgullo me lo impedia, lené Ia plaza de vendedor en casa de un comerciante de libros viejos.”34 Esta peripecia, que abre uno de fos primeros textos de Arlt, tiene una productividad enorme, cuyo efecto se lee, afios despues, en El Juguete rabioso, donde muchos de sus rasgos se combinan en Ta ex- pansion simbélica y narrativa del episodio de la libreria. Arlt inventa o recuerda estos comienzos para diseflar una estra- tegia distinta en relacién con fa tradicién y el capital cultural. To- das sus autobiograffas plantean, a veces sarcésticamente, la priva- ci6n cultural que forma parte del pasado que exhibe.95 Ellas mez- clan dos temas, ta precariedad de su formacién y la exhibicion de lecturas, que son contradictorios pero, de algan modo, también complementarios, porque la exhibicidn de lecturas ocupa el lugar que, ni por linaje ni por adquisicidn, pueden otorgar otros titulos. E] sarcasmo es una de las formas del resentimiento ante la distribu- cion desiguat de ta cultura. Arlt escribe a partir de un vacfo que debe ser colmado con os libros y los autores que menciona, Antes de él, nada que autorice su texto: una familia de inmigrantes cen- trocuropeos, la vagancia, el castellano como anica lengua, cotejada s6lo con las de sus padres (y ninguna de ellas era fengua de la lite- ratura, porgue la literatura no estaba materialmente presente en el espacio definido por la lengua). Este vacio inicial que precede a su literatura, se flena con fos libros que menta en sus autobiografias 3 “Las ciencias ocultas en 1a ciudad de Buenos Aires", en Roberto Arlt, Obras complecas, Carlos Lohté, Buenos Aires, 1981, 1.11, p. 13. 5 En esta privaci6n cultural podria decirse que funda el valor de su escritura, \Vease al respecto: R. Piglia, “Roberto Arlt: una critica de la economia litera: tia", Los Libros, ne29, marzo-abril de 1973. SI Me he hecho solo. Mis valores intelectuales som relativon, ponte 8 tuve tiempo para formarme. Tuve siempre que trabajar y en eonsecuen- cia soy un improvisado o advenedizo de la literatura. Esta improvisacion fs la que hace tan interesante la figura de todos los ambiciosos que de tuna forma w otra tienen la necesidad instintiva de afirmar su yo.”36 Quevedo, Dickens, Dostoievsky, Proust constituyen la sible del intelectual pobre. Exhibicion de cultura y exhibicion de incultura: el discurso doble de la ironia niega y afirma, al mismo tiempo, la necesidad y Ja futilidad de ta cultura, Niega y afirma, también, las ventajas de la privacion: desde ningiin origen, Arlt puede ser el vandalo, escri- bir como un atleta, en contra del tiempo, en contra y a favor del periodismo. Se sabe: Arit echd mano a todo lo que pudo ir reco- giendo en un aprendizaje costoso. El folletfn, las traducciones espafiolas de los autores rusos, la novela sentimental,37 Ponson du Terrail, Dostoievsky y Andréiev entraban en ese proceso kigantes- co de canibalizacion y deformacién, de perfeccionamiento y de parodia que es la escritura arltiana, Pero hay también otros saberes: los saberes técnicos aprendidos y ejercidos por los sectores popula- res; los saberes marginales, que circulan en el under-ground espiri- tista, ocultista, mesmerista, hipnético de la gran ciudad. Estos liltimos saberes son criticos de la raz6n cientifica, pero al mismo tiempo adoptan estrategias de demostracion que la evocan. Como lo han estudiado minuciosamente Rivera y Amicola,3® se trata de un perfodo de auge de las ideologfas irracionalistas vinculadas tam- bign con el ascenso del fascismo y Ia problemdtica de un nuevo oF- den, En el caso argentino, el sentimiento 0 la experiencia de la cri sis se potencia con la incomodidad, el temor, el rechazo, el asombro © la amenaza a través de los que se procesan las transformaciones de la modernizacion urbana Leslie Fiedier afirma que las ciudades modernas no solo son escenarios de cruce de diferencias, sino que allf son visibles “indig- nidades humanas sin precedente”. La ciudad como infierno, la ciudad como espacio del crimen y las aberraciones morales, la ciu- dad opuesta a la naturateza, ta ciudad como laberinto tecnolbgico: todas estas visiones estan en fa literatura de Arlt, quien entiende, \ueza po- 36 “Autobiografia”, Critica, 28 de febrero de 1927, 3? 1 amor brujo retoma, expande y contradice t6picos de la novela sentimen- tal, tal como la habia planteado Luis de Val y,en la Argentina, los cientos de novelitas semanales de gran circulacién entre 1915 y 1930, 38 Véase: José Amicola, Astrologia y fascismo en la obra de Roberto Arlt, Weimar, Buenos Aires, 1984; y Jorge Rivera, Los siete locos, Biblioteca Criti- ca Hachette, Buenos Aires, n® 1, 1986, 52 padece, denigra y cetebra ef despherue de relueiones mercantile, ta reforma del paisaie urbano, kr alienaeion teenica y ta objetivacion de relaciones y sentimientos. A diferencia de los escritores del margen, que se verin mas ade- lante, Arlt elabor6 una representacion no realista de estos t6picos. ‘tai obsesionado por el problema de la época: el poder, como con- sequirlo, qué relaciones establecer entre medios y fines, cules son los nexos entre voluntad individual y voluntad colectiva, qué vin- cula a los valores con el poder, cual puede ser un modelo de orden posible, qué precio deben pagar las victimas de ese orden. Arlt juz~ #1 intolerable la desigualdad en el reparto social de los poderes y la riqueza: éste es un punto central en sus narraciones y en el sistema de sus personajes. Podria decirse que toda su literatura no hace si- no presentar diversas versiones de este topico hegeménico, incluida la relacion de poder entre los sexos, La obsesion del poder atraviesa Los siete locos y es el centro de los delirios de casi todos sus personajes. El Astrologo lo plantea del modo ms exasperado: se trata del poder sin contenido de valor, el poder como fin y como fundamento. Pero Hipélita también siente este deseo de poder; en su caso, Ja sexualidad ha sido un medio para llegar al dinero, cuya posesion vuelve més dolorosa to- davia el ansia de poder: jQué vida Ia suya! En otros tiempos, cuando era mocita desvalida, pensaba que munca tendiria dinero (...)y esa imposibilidad de riqueza la entristecta tanto como hoy saber que ningGn hombre de los que podian encamarse con ella tenia empuje para convertirse en tirano 0 conquista- dor de tierras nuevas.” En las ficciones arltianas, la idea del tirano se asocia a la del poder: traduce asi un topico del perfodo, que tiene versiones de iz~ quierda y de derecha. Y también, Arlt, segin los textos, adopta uno w otto clivaje. Pero, invariablemente, el deseo del tirano (0 de serlo) esté asociado a la potencia intelectual y al saber. Aunque el dinero aparezca como el reiterado suefio det “batacazo’, son los saberes el objeto del deseo, el medio de realizacin e imposiciOn, la hase desde Ja que pensar lo real, metaforizarlo, imaginarlo o trans- formarlo. Una misma pregunta articula tanto las actividades de Sik vio Astier, en EI juguete rabioso, como las de la logia de Los siete locos: ;cémo alterar, por el saber, las relaciones de poder 0 las "? En la ya citada “Autobiografia” aparecida en Critica, escribe: “Mis ideas politicss son sencillas. Creo que los hombres necesitan tiranos geniales. Quizis se deba a que para ser tirano hay que ser politico y para ser politico, un so- Jemne burro 0 un estupendo einico.” 53 reliciones de propiedad? Las respuestas ineluyen la cmanacidn teenologics y Ia violencia cientifica.#® Cuando fracas el delito menor y la incorporacién socialmente aceptable a los circuitos de produccién, cuando las ilusiones de Silvio Astier o de Erdosain ya no son posibles, queda la violencia del infierno tecnologico con el que suefian los personajes de Los siete locos. Después de tomar el poder, la secta va a construir un sistema de castas, sobre las que rei nara una aristocracia de “cfnicos, bandoleros sobresaturados de civilizacion y escepticismo”; a las masas reducidas a las facnas agri- colas se les proporcionard una forma de religion cuya estética es tecnoldgica: “EL hombre viviri en plena etapa de milagro. Durante las noches pro- yectaremos en las nubes, con poderosos reflectores, la entrada del ‘Jus- ‘to en ol Cielo’."#1 En este cruce de decadentismo y tecnologia se desarrollan también muchos de los ensueftos erdticos de Erdosain y ef delirio final det Astr6logo en Los siete locos, con sus coches artillados recorriendo las calles donde se producen las matanzas colectivas. El holocausto de una civilizacion por el despliegue de la técnica que ésta ha he- cho posible, Se trata de una revolucion futurista, con su peculiar mezcla de esteticismo, violencia y tecnologia, encaminada a des truir, niesztcheanamente, la ‘mentira metafisica’ cristiana.4? Arit trabaja sus ficciones en este espacio ideologico, construyén- dolas con fragmentos de discursos sometidos a los principios de os- 4° Exdosain fantasea, después de cobrar el cheque de Barsut: “Inventaria el Rayo de la Muerte, ua siniestro relimpago violeta cuyos millones de amperios fundirfan el acero de los dreadnoughts, como un horno funde una lenteja de cera, y harfa saltar en cascajos las ciudades de portland, como si las solivianta- ran voleanes de trinitotolueno.” Los siete locos, en Obras completas, cit, t. Ty p. 298, + Bid, p. 300. *? Prieto argumenta, con razon, que se ha descuidado una dimension fantasti- ca de la literatura de Arlt, que, en este caso, estoy leyenda desde te clave tec nolbgica. En “La fantasia y lo fantistico en Roberto Arlt”, escribe: “La So- ciedad Secreta (...) tiene Un indudable cardcter alegorico, y su postulacién en la novela es la mis desoladora impugnacion de la sociedad real; pero adviérta- se cOmo la alegoria se transforma en principalisimo ingrediente novelesco: arrastra los personajes a su servicio; toma atajos imprevisibles: ilustra, seria- ‘mente, los planos de fabricas ut6picas; desarrolla, en detalle, las formulas qui- micas que servirin para la elaboracién de elementos bélicos; se convierte, casi, fen un plano de realidad similar al que sirve de apoyatura a los personajes y si- tuaciones ofrecidas a la observaci6n directa del autor.” En Estudios de litera- tura argentina, Galerna, Buenos Aires, p. 87 54 calacidn Mussolini contuuiccion y fusion; terror rojo y faseismo, Lenin y “No sé si nuestra sociedad serd bolchevique o fascista, A veces me incli- ‘no a creer que Io mejor que se puede hacer es preparar una ensalada ru- sa que ni Dios la entienda... Vea que por ahora lo que yo pretendo ha cer es un bloque donde se consoliden todas las posibles esperanzas humana. Mi plan es dirigitnos con preferencia a os j6venes botcheviques, estudiantes y proletarios inteligentes. Ademds acogeremos a los que tienen un plan para reformar el universo, a los empleados que aspiran a ser millonarios, 2 los inventores fallidos, a los cesantes de cualquier co- saa los que acaban de sufrir un proceso...”49 En la enumeracion de los posibles sujetos revolucionarios, el As tr6logo mezcla categorias, trabaja intencionalmente sobre el des- horde de las perspectivas morales, sociales e intelectuales. La logia, por cierto, es un lugar de saber y amoralidad, porque cada uno de Sus miembros ingresa por sus méritos intelectuales, con indepen- deneia de los valores a los que adhieren 0 que refutan. Esto se de- muestra suplementariamente cuando el Abogado, tinico personaje que se interroga sobre los valores, se retira de la sociedad secreta, Ahora bien, ;cudles son estos saberes? Técnicos y marginales w ocultos, se vinculan entre si por relaciones subterraneas. El suefio quimico de Erdosain tiene mucho de alquimiia; las habilidades del Buscador de Oro, de percepcién extrasensible; el discurso del As- trologo, de ingenicria social y cita biblica*# Se trata de saberes (en primer lugar el del Rufién Melancélico) que no tienen una legi- timacién publica indiscutible, ni se integran del todo a una jerar- quia socialmente aceptada de conocimientos: se trata de saberes 0 pricticas que entrecruzan modernidad y arcaismo, ciencia y para- ciencia, empirismo y fantasfas suprasensoriales. Son los saberes de los pobres y marginales, los tnicos saberes que poseen quienes, por origen y formacién, carecen de Saber. En verdad. las ficciones aritianas podrfan ser leidas desde la perspectiva de alguien que no posee saberes prestiziosos (los de Tas Tenguas extranjeras, de la tite- ratura en sus versiones originales, de la cultura tradicional y letrada) 4 Los siete locos, cit., p. 138. 4 Enrique Pezzoni, refiriéndose a EI juguete rabjoso, describe los limites den- tro de los cuales la prictica es, narrativamente, posible para los personajes arltianos: “Incapaces de pensar el cambio ~y no la simple sustitucion de pa peles— se erigen irénicamente en representantes do un orden que os ha situs- do en un rea de conocimiento sin instramentos para concebir la innovacién”. En El texto y sus voces, “Memoria, actuacién y habla en un texto de Roberto Arle”, cit, p. 117 55 Yy que recurre a los saberes callejeros: la literatura em ediciones ba- Tatas y traducciones pirateadas, la técnica aprendida en manuales 0 Tevistas de divulgaci6n, los catdlogos de aparatos y méquinas, las universidades populares, los centros de ocultismo, Practicas y dis- cursos en busca de una legitimacion que, m4s que competir con los consagrados, crean st propio circuito: alli estén los inventores po- pulares (de los que habia cientos en el perfodo), como Silvio Astier y Erdosain, como el mismo Arlt, que persigue hasta su muerte el descubrimiento que haga posible la rosa metalizada. Con los saberes del ocultismo y con los de la literatura, Roberto Arlt inicia su obra, en “Las ciencias ocultas en la ciudad de Buenos Aires”. Su destino est marcado por una temprana y seguramente salvaje relacidn con la poesia, por un lado, y con las ciencias ocul- tas, por ef otro. Sin duda, en lo explicito, este texto juzga dura- mente tanto las formas organizativas de las sociedades teos6ficas como tos temas de su ensefianza. Da noticia de los circuitos subte- rrineos de saberes marginales, que no podrfan denominarse contra- culturales, pero que suplen la ausencia o la debilidad de los circui- tos formaies. Por los laberintos underground circula de todo: teo- sofia, psiquiatria, espiritismo, hipnotismo, ensofiaciones escapistas, Arlt los critica porque los conoce, ha frecuentado sus bibliotecas, cita los libros encontrados en ellas y, luego, les opone otro saber técnico, adquirido también en espacios para-institucionales, donde Ja quimica y la fisica se mezclan con la fotografia de los pensa- mientos no expresados o las utopias alquimicas. Menciona literatu- Ta de divulgacién que forma parte de la trabajosa biblioteca del afi cionado, donde éste se incluye en un dispositivo segundo, una cultura de retazos. Asi es la cultura con y contra la que escribe Arlt: esta en los margenes de las instituciones, alcjada de las zonas prestigiosas que autorizan la yoz.45 La sociedad secreta es una realizacion narrativa de esta mezcla de saberes. Su modelo formal responde al de los grupos teos6ticos, tal como los describe Arit en “Las ciencias ocul- tas en la ciudad de Buenos Aires”, donde se oscila entre engafio, to-engafio y cinismo, ambiciones desmesuradas y recursos inte- ectuales miserables, con jefaturas misteriosas y amorales, que £0- biernan una organizacion piramidal estratificada: “El jefe ha de ser un hombre que lo sepa todo”, dice el Astrologo y “Un Ford 0 un 45 Uno de los problemas que Arlt encara, casi permanentemente, es el de 10 que Foucault ama “autorizacion de la voz autoral”. Para ello Fecurre a es pacios y discursos para-institucionales donde encuentra “un arden legitimo”. \Véase Michel Foucault, Argueologia del saber, Siglo XX1, México, 1970, p. 84. 56 Edison tienen mil probabiliddes ms dv provocar una revolucion’ que un politico”. 46 La figura del inventor es clave tanto en El juguete rabioso como en Los siete locos y Los lanzallamas. E1 batacazo, exaltacion final que obsesiona a Silvio y a Erdosain, puede alcanzarse a través de un descubrimiento afortunado, la construccién de una maquina 0 la obtenci6n de una formula quimica: el triunfo del inventor pro- porciona, de un solo golpe, fama, mujeres y dinero.47 Incluidos en esta figura estén el saber y el saber hacer précticos cuyo prestigio es grande en el mundo medio y popular: son aiios de revistas técni- cas, de cientos de patentes registradas, de cursos en instituciones bartiales o por correspondencia.4* La técnica es la literatura de los humildes y una via hacia el éxito que puede prescindir de la uni- versidad 0 de la escuela media. La técnica est, por otra parte, en el centro de una sociedad transformada por el capitalismo y por la inserci6n de formas modernas en la vida cotidiana: artefactos eléc- tricos, medios de transporte y comunicacién, En el discurso del Astrologo los inventores pasan a ser los constructores del futuro v, diferenciindose del estereotipo del desinterés cientifico, pueden apuntar al mismo tiempo al poder tecnol6gico y al poder del dine- 10. Son los actores de un mundo moderno abandonado por los dio- ses, que, en las ensoftaciones mAs audaces, la técnica podria re-en- cantar: “Ast como hubo el misticismo religioso y el caballeresco, hay que crear el misticismo industrial. Hacerle ver a un hombre que es tan bello ser je- fe de un alto horno como hermoso antes descubrir un continente, Mi politico, mi alumno politico en la sociedad seré un hombre que preten- de conquistar Ia felicidad mediante la industria. Este revolucionario sa- bra hablar tan bien de un sistema de estampado de tejidos como de la desmagnetizacion del acero (...) Crear un hombre soberbio, hermoso, inexorable, que domina las multitudes y les muestra un porvenir basado en la ciencia, ;Cémo es posible de otro modo una revolucion social? EL jefe de hoy ha de ser un hombre que lo sepa todo. Nosotros crearemos exe principe de sapiencia." 4 Los siete locos, cit, p. 143, 47 } inventor esté fuertemente erotizado: una de las Espila, en Los siete Io os, estudia metalurgia s6lo para conseguir a Erdosain. “Te quiero tanto que para serte agradable me he estudiado cémo es un alto tomo y el transforma dor de Bessemer”, ibid., p. 258 * En Caras y Caretas, por ejemplo, durante todo este periodo se publica ‘gran cantidad do avisos sobre cursos de: agronomia, radiotelegrafia, quimica, farmacia, constructor, ingeniero de ferrocarriles (si), dibujante. Este mismo tipo de oferta aparece en diarios y magazines de los aos treinta, ® Los siete locos, cit., p. 143, 57 El AstrOlogo construye su discurso sobre las diferentes tuneion nes de la ciencia, Si ésta ha “cercenado toda fe”, se trata, il mismo tiempo, del nico recurso por el cual se puede devolver mitos a una cotidianidad destrozada. El inventor puede protagonizar esta tarea gigantesca, porque su saber técnico s¢ coloca, ademas, por encima de los valores y las ideotogias. Es ta figuracién del futuro en el presente y sus delirios le dan su forma caracteristica a la en- soflacién moderna, Tanto el Astrologo como Erdosain piensan el saber en relacion con ef poder. Si para Erdosain, el saber técnico es la llave del bat cazo, para el Astrologo, los saberes (administrativo, en el caso de Haffner; técnico, en los de Erdosain y el Buscador de Oro) abren condiciones de posibilidad y fundamentan un nuevo orden para la humanidad. Los valores son indiferentes; los saberes son indispen- sables. Los saberes pueden, incluso, crear nuevos valores 0 nuevos dioses, supercivilizados, que colmen el vacfo de magia y mito en el que vive el hombre modemno. Una pregunta basica de estas novelas es, entonces, de qué modo se puede modificar, por el saber, las relaciones de poder. La revolu- cién imaginada por el Astrologo es un cataclismo en cuya prepara- cién la sociedad secreta invierte un conjunto de saberes y técnicas. Esta pregunta también podria lecrse como la que Arit intenta res ponder en su prictica de escritor. La contradiccin que existe en- tre su voluntad de literatura y una formacién cultural precaria, tiene que resolverse en lo real y en lo simbélico casi del mismo modo. Arlt inventa una ‘respuesta activa’ que desencadena un pro- ceso de apropiacion verdaderamente salvaje de los instrumentos culturales y los medios de produccion literaria. Silvio Astier lee Virgen y madre de Luis de Val y un manual de electrotécnica. “Es sintoma de una inteligencia universal poder regalarse con distintas bellezas”, piensa y sus ensofiaciones tienen a la técnica como con- tenido y, muchas veces, como forma. Se puede sonar porque existe un conjunto de nuevos saberes cuya adquisicion asegurarfa la anu- laci6n de las contradicciones reales (pobreza, privacion cultural, lf- mites a los deseos). Si Erdosain Mega a pensar que el crimen es su nica salida, Silvio también traiciona cuando sus deseos son venci- dos por la fuerza de to real, Pero la narracién de ambas novelas ha valorado la técnica y los saberes practicos como instancias que liberan de las contradicciones logicas y empirica: Arlt recurre a es0s mismos saberes para percibir el escenario de la ciudad moderna y representarlo. Los ferrocarriles, las luces de ne6n, los gasémetros, los edificios de acero y vidrio (que mas que registrar, Arlt anticipa) marcan el itinerario del flaneur desespera- do, Se trata de un espacio urbano modelado por la pobreza inmi- 58 feateuta, of bajo fondo y fe (ecuolyrts, et kbéaticn nivel de impor Fanci, Como to hi observide Fituik, kr pereepeiin y los suemtos se coustruyen con materiales surridos Wel paisaje casi futurista de Ta ciudad moderna:s0 “Triunfaria, jsil, triunfaria, Con el dinero det ‘millonario metancbtico y taciturno’ instalarfa un laboratorio de electrotécnica, se dedicarfa con especialidad al estudio de los rayos Beta, al transporte inakimbrico de energfa, y al de las ondas electromagnéticas, y sin perder su juventud, como el absurdo personaje de una novela inglesa, envejecerfa..."51 Si es cierto, como Jo afirma Shoshana Felman, que la retorica opera no sobre la continuidad sino sobre la “‘interferencia entre dos cddigos, entre dos o mas sistemas heterogéneos”,S? la de Arlt se constituye en la mezcla contradictoria presente ya en la biblio- cca de Silvio Astier: las soluciones imaginarias del folletin y las es- (rategias, en apariencia més racionales, del saber técnico. Tanto Sik vio como Erdosain oscilan entre ambas dimensiones ideologicas, integrindolas y desintegrindolas. Lo mismo sucede con el Astrélo- #0 cuando su discurso se vuelve indecidible entre el delirio revolu- cionario soreliano y el biblico. También en el escenario urbano pueden encontrarse las mareas de Sue y la invencién del bajo fon- do, unidas a rasgos de percepei6n futurista o cubista, Por eso, las ensofaciones arltianas unen la fantasfa reparadora del folletin decimonénico (riqueza, amor, gloria) con las figuracio- nes modernas de la técnica y las estrategias, también modernas, de una politica extremista.53 De este universo disperso y contradicto- 5° Eseribe Jitrik: “En este sentido podrfamos decir, desde ya, que hay un ‘ver’ bajo formas geométricas generalmente metilicas: cubos, rombos, ineas, Jngulos, cuadrados, convexidad, cristales (por un lado) y metales, acero, bron: ce, portland, vidrio, esmeril (por el otro) (..) Ademés hay objetos que sinte- tizan los dos elementos: mallas, engranajes, espirales, jaulss, certadura, caja, ete, No hay duds de que este predominio ha de tener consecuencias para el anilisis. Ante todo, crea un clima de abstraccionismo (aunque la geometria esté en la naturaleza como querian los cubistas) y, ademés, remite ala litera tura puesto que las tendencias geométricas ~cubismo, futurismo— gravitan en Ja configuraci6n del ultrafsmo argentino.” Noé Jitrik, “Entre el dinero y el ser", Dispositio, vol. 1, 2 (1976), pp. 111-12. 51 Los siete locos, cit... 136. 5 Shoshana Felman, Writing and Madne 1985, p. 26. 5 Esta forma moderna de la percepcién, incorpora también al cine, como lo ha observado Kathleen Newman, en The Argentine Novel: Determinations in Discourse, tesis presentada ante la Stanford University y publicads por Uni- versity Microfilms Intemational, Ann Arbor, 1983. Comelt University Press, Ithaca, 59 tio de discursos y escenarios Arlt consttuye ef orden snubotico de sus novelas, donde el Wéxico de la quimica, la fisieu, la poometria, la electricidad y ef magnetismo le proporcionan una enciclopedia a partir de la que representar también la subjetividad y el paisaje.54 Se trata de una formacién discursiva®$ que organiza un mundo de metales, superficies geometrizadas y operaciones técnicas. Este em- pleo del léxico tecnolégico en la articulacién del cédigo referencial y simbélico, encuentra también una sintaxis moderna, la del men- saje telegrafico que, en los limites del sueno y la locura, organiza algunos de los delirios.s¢ Ret6rica es la relacion de lo finito con lo infinito.57 Precisamen- te en ese hucco, se instala Ia ensoftacion del Astrologo y las de Erdosain. Transitar ese vacfo entre la ausencia de poder y el poder, entre el deseo y su realizacion es una de las operaciones de la na~ rrativa de Arlt y de Arlt mismo. Cuando “las palabras callan en él”, de todos modos las palabras siguen siendo indispensables. Se recu- sre, entonces, a los Iéxicos de la modernidad técnica, extraidos de manuales para aficionados pobres, a cuyo inmenso contingente pertenece el novelista. Arlt representa la locura de la ambicién, de ta concupiscencia de dinero o de poder con los lenguajes que encuentra a mano: cien- cias ocultas, psicologia, mecénica, fisica, quimica de divulgacién, fas destrezas del taller del inventor y no las del laboratorio cientifi- co, Estos universos referenciales le sirven para poner en escena la ciudad y representar subjetividades de limite: el cerebro destorni- ado, los cilindros que atraviesan el craneo, los tornos que compri- 54 “Rodaba Ia luna sobre la violécea cresta de una nube, las veredas a trechos, bajo la luz lunar, dirianse cubiertas de planchas de zinc, los charcos centellea- ban profundidades de plata muerta, y con atorbellinatio zumbido corria el agua, lamiendo los cordones de granito. Tan mojada estaba la calzada que los ‘adoquines parecian soldados por reciente fundicion de esteto” (Los sieve lo- cos, cit., p. 294); “Fsta zona de angustia era la consecuencia del suftimiento de ios hombres. Y como una nube de gas venenoso se trasladaba pesadamiente de un punto a otro, penetrando murallas y atravesando los edificios, sin per- der su forma plana y horizontal” (ibid., p. 121); “Padecia tanto que, de inte- rrumpirse ese dolor, su espiritu estallaria como un shrapnel” (bid., p. 141); “Si lo hubieran pasado entre los rodillos de un laminador, més plana no podia ser su vida” (ibid,, p, 181). Los ejemplos pueden multiplicarse 55 Michel Foucault, Arqueologia del saber, cit., p. 62. 56 Piensa el AstrOlogo: “Es necesario instalar fébricas de gases asfixiantes Conseguirse quimico. Células, en ver de automoviles camiones. Cubiertas ma- cizas, Colonia de la cordillera, disparate. O no. Sf. No, También olla Parand una fabrica. Automéviles blindaje acero’ niquel,etc.” Los siete locos, cit. p. 284, 57 Fetman, op. cit, p. 87. 60 tien ky fiewte, mueseas de anest ene Latics qe salu atravesadas por una micelia de aecro, estillule. she Iumunosidad intolerable, ottores oscurtsimos como después de una explosion, seres litera inente dinamitados. Atravesidos por una dostoievskiana agitacion permanente viven pesadillas, ensoftaciones, cavilaciones, estados semi-hipndticos; se creen dobles, no se reconocen, perciben como cl psicdtico su propio cuerpo, observan como voyeurs el cuerpo ‘lel otro, Arlt pone en escena fronterizos portadores de locuras a- Tuncionales, que no responden a la etiologia naturalista: son extra- vi0s misticos o delirios sin origen en la herencia, “vida puerca” es la otra cara de este delitio tecnolégico y, también, la otra cara de la ciudad moderna: el paisaje del Buenos Aires inmigratorio. Se opone a la invencién también arltiana de la vida fuerte: “Una existencia (...) sin los tiempos previos de prepa- ravion y que tiene la perfecta sottura de las composiciones cinema- logréficas.” De la vida puerca se huye por el ctimen, la fantasia 0 cl batacazo del inventor. La sociedad secreta es su contramodelo, su_méxima refutacion, El regimen que construirin sus miembros sera una alteracion de todos los érdenes que gobiernan la vida puerca. En efecto, tanto el Astrologo como la profecia de Ergueta ‘auguran ese cambio de lugar de lo alto y lo bajo, lo Hicito y lo ilfei- to, la ruptura de Ios luzos de servidumbre fisica y afectiva, en suma, ta venganza sobre un orden que es preciso destruir “Los tiempos de tibulaci6n (Tabula Ergueta) de que hablaron las Esc turas han Megado. {No me he casado yo con la Coja, con la Ramera? {No se hia levantado el hijo contra el padre y el padre contra el hijo? La revolucién est mas cerca de lo que la desea los hombres.”"58 Cuando Arlt expone Los siete focos en una “Aguafuerte” publi cuda en ET Mundo e127 de noviembre de 1929 sittia en la guerra inundial ef origen de ese desearramiento subjetivo que padecen sus personajes, hombres y mujeres de Buenos Aires, que dice haber co- hocido y que viven en la angustia de su “esterilidad interior”. Va- rias son las razones por las que Arit intenta este anclaje experiencial y biogrifico. No me parece facilmente desechable que haya pensa- lo que su novela representaba ese estado de conciencia que marcd fiuertemente, y no s6lo en la Argentina, la posguerra, el ascenso del fascismo y una lectura mesiénica de la violencia revolucionaria. Pe- ro tan importante como esta marca referencial es la convieciOn que Los siete locos, cit., p. 128. *” Daniel Scroggins, Las aguajuertes portenias de Roberto Arlt, ECA, Buenos Aires, 1981 6 unifica el mundo de Jos personajes arltianos: “el ermien es mi dll: ‘ma esperanza”. La certeza enunciada por Erdosain surge dv la a maci6n de la potencialidad productiva de la transgresion. Los pei sonajes de Arlt “odian esta civilizacion”. Son marginales que afi man, de este modo, su lugar. Despojados de Saber, como el mismo Arlt, buscan en los retazos de saber técnico, en Ios saberes subterri- neos, en las lecturas cinicas 0 hipdcritas de la Biblia, las destrezas que no pudieron adquirir en los espacios consagrados. Alli, Arlt encuentra temas ideolgicos y dispositivos de representacion, Su narrativa se construye entonces no s6lo sobre el folletin sino sobre los novisimos saberes a que acceden los pobres, los inmigrantes, los jornaleros, cuando desean y proyectan lugares diferentes en la vida puerca de fa ciudad en transformacion. 62

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