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eee rc a mas reese en Ca Meet ie eae ki ae eee n mexica nna; Las cicatrices del viento (1989), obra en eee tr ce Pee en aL Aen at eeu prs Sete mao Ta aorek) Negi meen Pe ee ee een Pe RU eon een Precio eee) eo Pee alee 2001), un conjunto de breves relatos his pene ceed Pee en nc Or ee cous Penk Warn eo mT ete ar as Rea ane Cuca ee na ad Perr areal need ere eee ea Were ene Peete ec sle PRESENTACION ApEMAS DE LOS DERRAMAMIENTOS DE SANGRE, podemos afirmar que la otra gran constante en la historia de México es la mentira. Existird alguna relacién entre estas dos in- clinaciones de los mexicanos? Es preciso que veamos de frente y sin prejuicios nuestro pasado. La falta de una buena memoria esté ligada a la falta de una verdadera ciudadania: serd el conocimiento de nuestro pasado lo que nos ayudard a conformar una verdadera conciencia critica y un horizonte promisorio hacia el cual dirigirnos. Los perversos mitos que difunde la historia oficial no deben impedirnos configurar una imagen justa de noso- tros mismos, una imagen clara que enaltezca y destaque nuestra inteligencia y nuestra dignidad; pero es preciso que descorramos esos velos funestos que, en su empefio por hacer duradero el dominio de uno u otro grupo poli- tico, la historia oficial ha difundido irresponsablemente. Sila verdad nos haré libres, vayamos, sin tardanza alguna, a su encuentro. Francisco Martin Moreno LA VIRGEN DE GUADALUPE EXISTE EN DICIEMBRE DE CADA ANO millones de mexicanos se martirizan para rendir pleitesia a la patrona de México: algunos se hieren el cuerpo, otros caminan hasta el desfa- llecimiento y ottos més avanzan de rodillas, a lo largo de la Calzada de los Misterios o frente al altar, con la espe- ranza de que sus problemas se resuelvan. Los peregrinos Ilegan de muchos lugares: la mayoria han caminado desde los tincones més remotos del pais, otros proceden de los Estados Unidos o de Centroameérica. Los peregrinos llevan de la mano a sus parientes enfermos -tal vez incurables-, 4 sus hijos, 0 incluso a sus animales, para que sean bende- cidos. Y mientras esto ocurre algunos artistas ~aprove- la ocasién—incrementan su popularidad canténdole itas” a la Guadalupana. peregrinos se gastan lo que no tienen durante el ‘erminan de empobrecerse cuando depositan en los las monedas que ganaron sudando sangre. Las arcas ‘a basilica reciben toneladas de monedas, billetes de las denominaciones, la mayoria extraidos de un des- ——E—————— 100 MITOS DE LA HISTORIA DE MEXICO gastadisimo paliacate, y hasta cheques con olor a lavanda inglesa. El destino de estas sumas de dinero siempre ha sido incierto, aunque la vida de los abades de la basilica, por lo general, ha distado mucho del ideal franciscano, que exige votos de pobreza, de castidad y de humildad (Gero quign los practica hoy en dia, sobre todo el de la castidad?) Oficialmente, la virgen de Guadalupe merece esta veneracién y ms: ella guié al cura Miguel Hidalgo en su lucha por la libertad, también le dio nombre al plan que enarbolé Venustiano Carranza en contra de Victoriano Huerta y bendijo la lucha zapatista;asimismo, se dice, ella ha realizado un sinnéimero de milagros en favor de sus fieles devotos... Sin embargo, los mexicanos -en este y en otros casos~ en realidad sélo se arrodillan ante un mito que es necesario develar. LOS PROTAGONISTAS: LA PRIMERA MENTIRA ‘Adentrémonos por un momento en la historia oficial del aparicionismo. En el Nican mopobua-el documento mas importante del mito guadalupano~ se afirma que en di- ciembre de 1531 la virgen se le revel6 a Juan Diego, y que le encomendé encontrarse con fray Juan de Zumérraga para que el entonces obispo ordenara la construccién de su “casita sagrada’. La crénica de los hechos también nos dice que el sacerdote no le creyé a Juan Diego y que le exigié una prueba de sus dichos; as, unos dias después el indigena volvié a presentarse ante Zumérraga y desplegé su ayate, de donde cayeron cientos de rosas, dejando ver Ja imagen que la divinidad habfa pintado en la burda tela LA VIRGEN DE GUADALUPE EXISTE El milagro se habfa realizado y la aparicién de la virgen se convirtié en una verdad a toda prueba. Hasta aqui pareceria que no hay falsedad, pero un anilisis hist6rico de estos hechos revela cuando menos dos graves mentiras: Zumédrraga, uno de los clérigos que es- tuvo a punto de perder su cargo por asesinar indigenas, aunca creyé en la aparicién ni dejé prueba de ella, pues en su Regla cristiana, libro que publicé diecistis afios des- pués de los hechos narrados en el Nican mopohua escribié algunas palabras que ponen en entredicho el milagro del Tepeyac: “Por qué ya no ocurren milagros? [...] porque piensa el Redentor del mundo que ya no son menester”. Si fray Juan de Zumédrraga hubiera atestiguado la apa- ricién guadalupana -un milagro mds allé de todas las suspicacias no habria afirmado que “ya no ocurren mila- gros" y habria dedicado muchas paginas a la defensa de la aparicién, algo que nunca hizo. Zumérraga, a pesar de los afanes de la alta jerarqufa catélica, deseosa de exterminar 2 las deidades precolombinas, queda descartado como protagonista de los hechos: é1 mismo negé la existencia de Jos milagros y nunca escribié una sola palabra sobre la Guadalupana. Pasemos a la segunda mentira: si el Nican mopobua dice la verdad, Juan Diego sf existié y su tilma prueba el mila- gro. Sin embargo, durante més de tres siglos los historia- dores guadalupanos no han logrado ponerse de acuerdo en tres hechos cruciales: 1) dénde nacié este indigena, pues el lugar de su alumbramiento se lo han disputado Cuautitlén, San Juanico, Tulpetlac y Tlatelolco, 2) cuando nacié, pues nunca se ha encontrado su fe de bautizo ni tampoco un solo documento contempordneo que dé cuenta de él, y 3) si en verdad existié el personaje, pues en 1982 Sandro Co- 100 MITOS DE LA HISTORIA DE MEXICO rradinni, el relator de la Congregacién para la Causa de los Santos, sostuvo que: “de Juan Diego no hay nada. La vir- gen de Guadalupe es un mito con el que los franciscanos evangelizaron a México. Juan Diego no existié” (revista Proceso im. 699). Contra lo que podria suponerse, las dudas sobre la existencia de Juan Diego no fueron presen- tadas s6lo por la Congregacién para la Causa de los Santos: en la propia basilica, monsefior Schulemburg se opuso a la canonizacién del indigena con un argumento que fue muy criticado: se podia ser guadalupano sin creer en la aparicién ni en la existencia de Juan Diego. Aunque la opinién de Schulemburg —

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