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ALA VUELTA DE LA ESQUINA SAMUEL BECKETT. LA POESIA MEXICANA Apenas terminada la segunda guerra, cn d- sdembre de 1945, egué 2 Pari all vivid ‘ante algunos aos. El dector general de ba Unesco ea Julian Huxley y el encargado de las tertuashispnicas Ricardo Baeza, un en syst espafo, muy conocido como trade tor, La Unesco decidié publiar. en la serie fatinoaméricana de la coleccién de Obras re _preseniatvas, una antolog de a porsa me xicana, de Francisco de Terrazas 3 Alfonso Reyes. A Ricardo Bacza, buen amigo mio, se le ocueré que yo podia encargarme de ese bro (pedlogo, nota yselectin, Escuché su proposicion con cierto esceptcismo —no ‘rela ncreo en las ediciones oficiales— pe + al fin acepte y me puse a wabajar. Meses después, cuando estaba a punto de entregat ‘mi manuscrito recibi un lamado telefnico 4 Samuel Beckett. Queria verme. Yo lo ha bia conocido, un poco antes, en a redaccién de Fontaine, una revista disigida por Max Pol- Fouchet y en la que él y yo habiamos colaborado algunas veces. Nos encontramos nun café de b Plaza de Trocadero y aime explieé que le habian propuesto traducit al Inglés la antologia que yo preparaba y que le pagarlan un buen dinero por exe trabajo. Me contesé con sencillez que necestaba mucho ‘es sua —eso era antes de su ama y gre '86:""No conozco el espaol pero esd la tin y escribo, como usted sabe, en francés ‘Adem, me ayudaria na amiga de lengua es paftola y Gerald Brenan, el conocido hispa fist, me ba prometide que revisard la ttaducci6n. Es amigo mio”. Nos reimos —2 ‘mf también me habianatraldo los honorarios ea Unesco, crecidos para aquellos das. Le aseguré que hablaia inmediatamente con ‘Baeza. Ast lo hice y Becket comenz6 su tr ‘ducein. A veoes me lamaba para que le acla- ‘ara alguna difculad. Por mi part, yo tenfa ‘cuiosidad en conocer su reac ante nues- tea porsia. Me confi su sorpresa: no tenia dea de que hubiese una continuidad de cus- {10 sighs y pico con una calidad en genera, tan sostenida. Le impresione la de 1s sighos 3XV1y XVI, sobre ‘odo la del segundo. Le gus- taron los sonetos de Sandoval Zapata y ain mds los pocmas de Sor Juana: “Un gran lento que merece set mejor conocido en ‘Buropa". Entre los modernos se queda tin ‘camente con Tabla, Loper Velarde y Reyes. Preferiaa Lipea Velarde. Es etima que aan tologia no haya incluido a fos Contempord ‘cos. En cambio, no salvaba nada i a nadie del siglo XI (yo habia decidido suprimit en teramente el siglo Xvi, con la excepci6n de ‘un poema de Navarrete), Los famosas terce- tos "Ante un cadiver", de Acula le parecie- on una curiosa contribucién al “patets- ‘mo cémico", un aénero pseudortoméatico, ‘especialmente el pasaje en que el muerto, cconvertido en trigo regress al wiste Dogar donde la triste xposa, sin encontrar un pan, suetia contigo, Cantbalismo, no sé si como defensa 0 8¢0- timiento, La aatologlaaparecs dos aos des- [pu6s, “"peinada’, como dicen ls frances, [por dos innecesaros prélogos de Paul Clay. del (la traduccion francesa, de Guy Levin ‘Monc) y de CM. Bowra (la version al inglés de Beckett) La edicién ingless corsi6 con suerte y ha tenido varias ediciones, Beckett fue un gran traductory no slo de sf mismo: |a version de "Zone", e poema de Apolina: Fe, una obra maestra. Sus traducciones de oes mexicara son, casi todas, notables. So- Dresalen, como natural la de aquellos poe- tas que le interesaron: Sor Juana y Lopez Velarde. Su traduccién de Mi prima ces memorable y figura en la excelente 2nt0- logla de tradvcciones al inglés hecha por (Chaties Tomlinson (Oxford University res). Es increible que, en sus aticulos y comenta- ‘0s publicados en los suplementesliteraioe yen la revista de México con motivo de la ‘muerte de Samuel Beckett, nadie haya men Clonado siquira sus traducciones de poesta op. My godmother invited my cousin Agueds to spend the day ‘with us, and my cousin ‘came with 2 conflicting prestige of starch and fear ceremonious weeds -Agueda appeared, sonorous ‘with starch, and her green eves and ruddy cheeks protected sme against the fearsome weeds 1 asa small bos knew © was the round one, and Agueda kiting mild and persevering, in the echoing galery ‘gave me unknown shivers (think 1 even owe her the heroically motbid habit of soliloquy) MY COUSIN AGUEDA ‘At diner = time in the quiet shadowy dinning - room 1 as spellbound by the brie Incermittent noise of dishes and the caressing timbre Cf my cousin's voice ‘Agueda was (weeds, green pupils, ruddy checks) 2 polychromatic basket of apples and grapes Jn the ebony of an ancient cupboard RAMON LOPEZ VELARDE / SAMUEL BECKETT Vuelta 159 $2 Febrero de 1990 LA ULTIMA CARTA DE BECKETT ‘Como 2 Samuet Beckett le gustaba bromear, ‘euando en 1961 Suzanne, su compafera del salma, nos ensef\é el ibro que acababa de re- ibe: Tbe Theatre of tbe Absurd (Anchor ‘Books, Londres), coment6 en francés "Tea {uo del absurd... qué absurdo!™. En la por- {ada del libro de Martin Esti, ue tan en sg72ciac2y6,Figurfbamos 6, lonesco y yo. La Fatalidad irtemediablemente en su punto de pportento nos lev 2 cada uno Por nuestros derroieros. ¥, sin embargo, no hemos per dio esta etqueta que, s bien no es adecua- da, permite 4 nuestras obras atravesar ls fronteras como un incesante retormo.;Menu- da locomotora ef vanguarista “absurdo" ‘Aunque meter en el mismo corro a autores tan diferentes como nosotros tes fue quizds tun sinsentido teologal La verdad es que al acer, en aquelos aos mozos, nadie puede ‘neyar que nuestros retrios causaban una par recida y desconcertante sorpeesa entre tos Yy toyanos. Eso si, ninguno de Tos tres fue ‘mos munca ni fervientes dela 260, i fnd ‘Hoos del absurdo. Inventdbamos nuestas vverdades como un arranque brote ‘Convo Samuel Becket era ajedrecsa de co- ‘azbn le gustaba hablar de Bobby Fischer. Se dirfa que quett saberlo todo de su hermani- to gemelo de Pasadena, Y 2 Bobby también 1a pusanera de la curiosidad le devora cuan- ‘dosacaen la conversacin uno de sus temas {avorios: Becket. Elinvencible rebelde ame tao retirado del mundo, sus pompas y sus ‘vanidades, espera “God, como elinsupe- ‘able genio, retirado en su tienda de campa- fa en el sal6n, esperaba 2 Godot. iQué ‘explosion suspendida de anhelost ‘Como a Becket le encantaba conversar ‘con desconocidos vagabundos, cuando uno de ellos le pegs una pufalada en el pecho, fue a vistario en la citcel como si se inctina- ‘ua la muerte, El didlogo entre ambos lo es. cribi6 el mismisimo genio itandés Beckert. —:Por qué me aputalé? (Largs pausa) Desconacido Vagabundo (sinceramente). =Y yo cque se? ‘Como Beckett domina el arte de la conct si6n que nivela os silencos solo responds fn su vida a ba dnica pregunta de un pe- tlodista: Director de “Liberation”. —jPor qué es- crbe usted? ‘Beckert. —.."Pa" lo Unico que sirvo. ‘Como Becket era el ser mds generoso que conoct, le regalé sus archivos a una peque- ‘ta Universidad texana, con los manuscritos de sus obras As{premiaba dlscretamente a tun grupo de profesores que estudlaban sus cobras con fervor. La Universidad examind periciaimente el valor de lz donaciéa: los ALA VURTA DE LA EQUI ‘expertos ingeses la cifraron en 70 millones de libra esters: un billoncito y medio de ‘esetas, como una misericordia que s palpa ‘Como a Beckett le gustaba ver al 22a ce- lebrando la ceremonia de la confusin, se do ‘a, sin saber, con Camilo José Cela y Vi ‘cemte Alexandre en Madrid y en Las Salesas para defender al més modesto de los drama {urgos melillenses (2 un servidor por aque os tiempos remotos, os jueces querian vere cenchiquerado durante doce afitos). Mis tes ‘defensores tenfan entonces un punto en co- _mdn, y yo ceo que nadie hubiera podido ad vinarlo: iban ser premios Nobel en un tiempo inlamado de present, ‘Como Becket slo podia vivir en la mar ‘icalidad, ls hados decidieron que desde las ‘ventanas de su plsto parisiense se vera la ‘quioxaesencia del universo carelaro: la Pri sin de la Santé, y que sus diarios paseos 2 pie le evaran invariablemente ala quintae- sencia del mundo de la locura: e aslo (ayer “‘manicomio”) de Santa Ana. En su vida latia 1 ritmo desnudo de la esencia, ‘Como a Beckett le gustaba el deporte, ‘cuando lego a Nueva York por vez primera, su editor, Barney Rosset, quso acompafale al Shea Stadium para presenciar con ¢! dos ‘partidos sqguidos de los Metropolitancs (os Mets), Pero Beckett quiso ir solo. Al cabo de 1a primera parida, el dramaturgo habia com Prendido las enrevesadas reglas. del "base bal", venciendo su faglidad y al to- pel de hucras, ‘Como Beckett era tan desprendido, epar- {6 los millones del Nobel ene sus amigos € apuros, sn que su mano inquierda supie- ‘alo que daba su derecha; una parte de sus derechos de auiorsiguieron cl mismo discre- tisimo camino de aromas profundos. ‘Como 2 Beckett no le gustaba comentar su ‘obra e encantaba glosat a de Proust ola de Joyce. Por cierto, tanto estimaba al divino James que nunca desmintio los cotilleas que los malintencionados contaban sobre sus re- laciones con él nsiquer as mas humilances Yy por Io tanto falss. Con fruicién de certi+ ‘dumbre enmascar6 ia ordinasias agonias. ‘Como a Beckett no le gutaba hablar de si mismo, 90s queda tan slo un documento ex cepcional, frig como ta gallarda, para co- rnocerle mejor: La carta que escribié al presidente del THibunal Espaiol cuando en el verano de 1967 e fue prohibido venir a de- fenderme en persona, Beckett, par iberat- sme de la circel, me retrata a'su imagen y semejanza. Pero, jay de me, yo no soy Bec kee Traduacamos a derechas su famosa cat- ‘2, poniendo Beckett donde dice Arrabal e Itlanda donde escrbe Espa "Beckett tie- ‘ne un excepeional valor humano y artistic. En el breve espacio de diez 280s se alz6 al primer puesto entre los dramaturgos de hoy gracias a un talento profundamente lands En todas partes donde su teatro se represen 12, y se representa en todas pats, anda est presente... Becket es ingenvo y rig fisica- Vuelta 159 $3. Febrero de 1990 mente y nerviosamente. Tendrd que sutir ‘mucho para darnos an todo lo que nos tie- ne que dar. Que nada se afiada 2 su propio dolor. ‘Como Becket yase ha ido con Godot zqué voy 2 hacer yo agus, solo, eneste valle, con ‘este rebullir de tants rememoraciones? FERNANDO ABBABAL BREVE NOTICIA DEL FINAL “Te solcan con frecuencia esos cas para que cscribas sobre el final del decenio. Decent, finde siglo? Que mis da, Serfa mejor que es- cribieras sobre el inal de ti mismo. Que de- jaras preparada de antemano tu turbia € Incomprensble necrologl. El predifunto de- ‘be adoptar medidas para que nae se prec- pite luego sobre el atadd tambaleamte. Sigue ‘habiendo una forma persistene de obrencion de teliquias.:De qulén? El decenio que aca a nos ha barrio como un vendavaloarras- trado como arastran las aguas cuanto 2 6 ‘paso encuentran. Cuando todo se apacighe ‘apenas se contarin ios superviviences. Te ‘es la impresion de un fin de ls tempos. ‘Abra suena elteléfono det casa en esta ioe {ad remota donde vives. Remota, impune, Imperturbable, derruida, coroida, depaupe- ‘ada, agujereads, rota. Qué hacer. Suena et teléfono como un brusco sobresato, mien- ‘tas estabas td sumido en ba lectra. Andabas [por un fin de siglo distinto. Aunque es cier- 10 que todos ls fines de siglo se asemejan {¥que no es necesaio more precisamente en ‘lque a uno pareciera corresponderte sobre todo cuando no se tene, como no tenes ti, ‘una clara concienca del Uempo. Andabas per- {ido hora por Baeza a bella, baci fines del V1, cuando la muerte de Huate de San Juan, {quien test6 —segin dicen—“estando enter ‘mo del cuerpo, pero ea muy buen se, uk lo y entendimiento natura. Quién pudlera pasar el paso de la muerte con tanta tino, pensas admirado ti que aperas has salido de cella malammente ya gatas y con muy poco en- tendimiento. Ti que ademas dejase a alguien tan querido para siempre en sus fauces. Ya, esps, qué més se podria perder. Qué ms, digo, que at teinteresase un poco. Bl fn de siglo es una abstraccign oscura como un ti ‘el. lteléfono suera. Las mueries menudean cen esta lenta noche prolongada. ahora el rmuerto ha muerto de la peste negra, Jaime Gil de Biedma, Siempre pens6 que yo no lo {quetia. Que nolo queria bastante, se enten de. Se equivocaba, La vida nos defa poco ‘tiempo para veros, para cruzars. Tuvimos luna larga discusion una vez, hace ya muchos siglo, en un bar de Barcelona. Estaba por azar de testigo el que fue luego Francisco Rico, {que era muy nifto entonces, no tenéa nom bre todavia y tomaba en una mesa préxima hhaina acteada. La discusin versaba sobre Jorge Guillén, al que habia dedicado él un sesemtmiento ersistente, sobre la revista fae ‘ula, donde ~entendia — eo lo esimaban como pocts seguridad? Supona por me anismo gual ue uno nolo quer” £0 con- fund lo que lamba no quetet con la sesstencia insti a aceptr fo gue un pe- «quo gruptobacelons considerabaesr- tua conveniene? Si, se hublaba mucho etonces de alinea tana inuuliades Pe- {mo importa Pas por aqué tempol mis ‘mo en muchas autudes, Tenis infuencia Seosiva ene! upito. Erarazural Fue —una vex excido Cosafreda por mismo — su Sinica personalidad Merana con un euvel de calidad cierto. Los demas, ya mls 0 menos fenecidos, se siuaban entre a mediocndad yylamorrala de ¢poca. Con el, hemes habla So en cambjo. Recordards —se me ocure decile ahora el estado dela cuestion en 1504, hace ya tants aos, al y como queds, expt de vernon, en "Ramblas ejb" UR pocina de La memoria y 1s signs. Siu {con él habiamos hablado desde cers y ‘0 excopidas coincidencias hasta ciertos € Irrenuneablesdsenimienos Es, dese 90- 0, e.inico miembeo del inconsistent a to de Barecloa a que me siento vnculado 7 gungue en muchos sents negaivamen- {e— por una suerte de contemporaneidad ‘Aor ya pareceros sr los dos contempo- ‘locos de eae fin de los tiempos. Qué le vs ‘mos 4 hacer. 61 ya xe io postumo hace ‘mucho imitando, poral deco, la secuen ade Op. Posibumous de Berryman, que se Sueidé en el 72 yal que tambien admiraba Sabie! Ferrater, que tambien se suid hue- {Evento galopa con gran esucndo por Srna del ciclo. Yo no exeibo en esta caa © fin de siglo ts necrologia. No pod. Solo saludo levemente el paso de tu sombra,aho- 12, cuando todo pace irs desmoronando, Jost ANGEL VALENTE EN LA MUERTE DE UN MAESTRO Lo primero que recuerdo de la poesia de Jim Gil de Biedma es un libro sparecido ‘cuando yo todavia estudiaba el Bachillerat0 = "Companeros de vaie"— y, con mayor v- vyeza todavia, un opiisculo en edicién priva a: "Cuatro poemas morales”. Pero 2 este recuerdo iniclal —decisvo, porque me reve- aba inmedatamente una de las contadas vor es de la poesia espariols de posguerra en las {que yo podia reconocerme, falar un acento afin— se superponen casi sin wransicién mis Inds antguos recuerdos dela persona: aque: as jornadas de 196, de 1967, de 1968: que be evocado ya en alguna otra pane y en las ‘que (no menas de una vez por semana, muy ‘a menudo la tarde enters de domingo 0 fe tivo, incluso en cierta ocasion el di de su santo) yo acudia, Bordeando el Turd Park, 2 la casa de Jaime Gil de Biedma, para habiar de poesia, para leer poesia; para, en suma, Aw wurera De La esguiNg aprender con &, qué cosa cra escribir poesia. ‘Acababa yo de publica en Barcelona mil ‘bro Arde el mar y tenia €l en prensa en ME xico Moralidades, que se imprimiria 2 as [pocas semanas, cyando empezé nuestro ta {o.asiduo; vii cal dia a diab redaccin del nicleo fundamental de sus Poemas pest: ‘mos; durante semanas, cte0 incluso que do ‘ante meses, batallames juntos con el remate {de su compasiciin principal, a urulada “Des: [puts dela muerte de Jaime Gil de Biedma” Tnicialmente, en efecto, terminaba este poe- ‘ma con un octaslabo seguido por un ende: casilabo de acentuacion imperfecta 0 anémala, 2 saber: "Quien teense, por co- bardiaa Yengare de tus suet, corrompién- dolos”. Finalmente, segin puede lerse hoy, se inviri el orden, y qued6 en un endeca ‘abo ala italiana sequido por un octaslbo: ‘Quien te enseio a vengarte de tus sues, ‘por cobardia, corrompiéndolos Matices sutifsimos: .qué reiene o apresa © deja ver al trasluz fa version primera, qué s¢ manifesta en a hima, qué en owas redac cones intermedias recordadas por mi slo Confusamente al cabo de tanto tiempo? Mas fen ello resida acaso la raft misma del fen ‘uate pottico Eran aflos crucales en la vida de Jaime y fen la mia propia. Dejaba yo atris la adoles cencia para adentrarme en el dspero tertto- ‘0 del primera juventud, al lempo que me daba 2 conocer como poeta: Jaime, poe su part, levaba plenivud cabal y aun tiempo aba por concluida su obra poétca, al paso ue vivia uno de los episodics mas trgicos de suexistencia, lr muerte en accidente auto ‘movilistico de Bel —la “belle Bel” de la de- estonia de Poemas péstumes y la crisis que le sucedi6, atajada s6lo por un viaje a Gre a, La juventud, que duramente para miem- pezaba, duramentetocaba ya para Jaime 2 su fin en cierto modo. Se habla establecido n- tre nosotos, y rar siempre, una inmediata complicidad anistcae intelectual: 2 ambes, no bicrari, nos disgutaban profundamen- ‘elas mismas cosa ante todo, nolo ocultaré, cualquier marifestacibn de provincianismo cultural hispénico y, en buena medida, ximi- bam 3 ls mismos poets y nos sentiamos auraidos por la misma clase de creaciones «stéccas (ncludos determinados personajes e la pantalla, como el dhimo avatar del he roe byroniano que se encarné en Marlene Dietrich) Por lo dems, salvo en lo relative al tg 0 suceso al que acabo de aludir, nunca fe materia de nuesira conversacén, ni enton- ces nl més adelante, la vida privada de nin: ‘guno de nosotros dos, rasgo briténico que ‘encert param una verdad lect de cor- tesia reciproca y seftorio. Ocasionalmente, ppodia divertimos e “pot, como en aquel Poema de Auden que Jaime puso en admira- ble verso castellano, el “cuenteciloindscre- {0 sobre esta 0 aquella Figura literata pre- sente 0 pasada, pero mis usual era en n08- Vode 159. 54 Febrero de 1990 cron ccaramot ao poemas mise, de e- terminados autores ea partic, ys iese — callaé nombres shor para poner de ma rfesto la rnseca necedad de ete 0 aque ‘ero, ya para saludar aun Biot, un Rubén Darfo, un Fob, un Gabriel Feraer, un GOn- 074 un Manud Machado, un Baud, un Byron, un Race, un Milam, por hacer mencién slo de slgunos muy frecventemen- te evocades; y, con ellos, de muy sefalada manera, cuanos veian en los dos omos de Enlogasy fabulascastellanas que Rafa! AE bert publeé en Buenos Aires en 194 y ve, esse ls renacentisas hasta los neocisees, teunia mucho de lo mds preciado des poe. siaen casielao, y en especal del periodo barroco. Er Jame, eal amigo: recuerdo per- fectamente que suya foe la primera Imada telefniea que rect cuando pot Arde ef Mar beuve el premio Nacional en diciembre de 1966. Ea también, sobre conversador muy meno, expléndidoanfi6n: bo fue de Oct ‘io Paz, cuando éste Meg por via mara 2 Barcelona en el orto de 196, tas dimiic de su cargo de embajado de Mérico en Nuc- ‘a Def Numeroson amigo de Octavio — ‘aris de los uses e Rablmos esperado en elpuerto— nos reunimos entonces ene! do- micflo de Jaime, para cenar Ivego en un res taurante-cootiguo. Ahi estaban Carls Fcntes, Catloe Baral, Flix de Ania, y ma- chos otros. Aquéla foe, por fo dems, una as contadas oesiones en que vi 2 Ja me en una reunion, como, en aos posteri- tes, nls dela coleccion poeta “Ocnos En todas ls conversaciones ~ ya, dadas as fechas, a poitcsinmedata ba haciendo en ‘elas mis recuete sto de presenci— sin pond a brianna ineigencia de Jame, una de as ms aguas y ddfaras por mi ad- mirada, que aun perectoconocimiento de tas debilidades, mvs y resorts de a con- ‘cra humana an ifalble de aera su age Déstico como cl de dos excrtores 3 quienes ley mucho, ef duque de Sunt Simon yet ‘cardenal de Ret) una una ejemplarlucidez Y una honestdd iniecialindecieable, s+ 0s desdichadamente punto menos que la Sits ere ncsotes en una ise persona. For entonces —desde inicios de los fos 70— mi tao con Jaime habia dejado de set habia la amistad er muy fm, peo po- dams, por eo mismo, pair temporadas largas sia wermos, oes sablamos que subsic tits sempre el mismo entenaimiento fine ‘mental en lo que ms imporaba, y hasta en Jo accesoro tambien. ‘Yarmuy tardamente hacia 190, recuerdo wna larga conversacin en la que aie com prada as efiges 0 miscaras flmicas de Ma- lene, de Geet Garbo de Joan Craton con verdadero geno en a percepcion de ls 25 28 cénioos, oben oa charla, abokuamen- te deslumbrane, en b que me narré su per sonal experiencia de lectra de a olvidada Ty sdmiabe— novel e Gals Un volun: tario realista, Mas, tanto como una presen: ia, Jame a slendo para mi una asidua le fuss y casi slempre Jectura mental, pues erence al aeto gpo de pou 4 que ‘es apenas necesito proplamentereleer, toe me of de mernona kw mis dons ppoemas. Pructa suprema de excelenci, estos Poemas son, en mi hébito lector, no mera ‘mente kertura sino una vou que compat, YYesta vor tended cada vee mis aientifcase on el timbre de la propla vaz de Jaime, El ccigma de ta identidad dal det esctitor,esen- cial en su complejsinvestigaién podtica en torno al micieo de la personaidad, desembo- ‘aba al cabo en la asuncién del poeta por el Individuo, es deci, en una ata yreinadsioa forma de'genuia veracidad ieraria. Ms recente recuerdos tengo de Jaime Gil e Bledma: de abel de 1982, fecha en a que ‘uve el honor de encargarme de i én en Madeid de ba edicion definitiva desu ‘bea pottica complet, “Las personas del ver- bo", nuevamente en ‘de Octavio Paz por ciero; de junio de 1985, en Barcelo- fa, enna cena de eseritores con Jorge Luis Borges y Martin de Riquer, de aqui y alld y cull, incluso algunas veces en ls comistn ssesora del Milenario de Catala a que 3m Volvien algunas de tales ocasiones a visitae- le en su casa en la que no le habia visto des- dd hacia unos veinteafios —y en la que todo To esencial, desde ls bos de cabecera has- 12 al retrato de Baudelaire, se encontraba ‘exactamente en el mismo sido en que yo 10 fecordaba— y tratamos de aspectos de st ‘obra que no habian solido ocuparnos ante- ronment: a traduccion pottca (a proptsito el Eduardo te Marlowe y Brecht, mada al alimén con Carlos Barta, pero obra de Gil {de Biedma esencialmente) y la escrtura de ‘darios y memoria, pues asunto principal de ‘nuestras conversaciones era su po ahora to- davia inédito Reirato del artista en 1956, version completa y definitiva de un diario dé Juventud a la queen los dtimos meses de ac- Uividad que le permits su salud se dedicé con ‘admirable plenitud de fcultadesinelectuales ¥¥ de energia a dar los toques finales. ‘Afinado 0 afiado por la muerte, el rostro de Jaime que acabo de ver en la capila at enue hace breves boras ene la misma esen- Cal nobleza que, nacida de una profunda ‘Yoluntad y de un rigor timo, mostraba en sus conversciones. Nada dieé ahora desu tan Inimitable como vanamenteinitadainventiva Verbal, de su odo y su sutlezaexpresiva, de la graciay flexible naturalidad de 5u verso: Ia case de emoci6n con que tales recursos pro- ‘duce, comparable ala que nace de los acento ‘mds ftimos de Rubén Darfo, no ha sido su erada, nen ou registro, igual por nadie €n la poesia hispanica contemporaine Pero es de notar que semejante género de poesia no se concibe sino sustentada por un hombre que, en el tereno de las cuestiones ue a tal efecto ms importa, se ha exigido antes mucho de sf mismo: tanto, en efecto, Aavunm, ort que ‘como para dejar de escribir poesia cuando fue 254 juicio menester. En esta hora suprema, ‘recuerdo fir de Jaime Gil de Beda uc: ‘de esumirse en un verso de nuestro comin ‘maestro y amigo Vicente Alexandre: «Con ‘ignidad muri. Su sombra crur. Seamos dignos de esa dignldad, de esta sombra, de cesta alta poesta. PORE GIMFERRER REPAROS ‘Aside lector que s0y de las Minus det Jenguaje (colaboracon semana del docior Jos G. Moreno de Alba para el diario uno- ‘mdsum), no es extrao que a veces dscrepe

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