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Bull, Inst, Fr. EL And. 1974, I, Ne 1. p, 49 - 80 LA TRIBUTACION INDIGENA EN EL ECUADOR NICANOR JACOME* ‘Résumé: Co travail essaie d'analyser le sysieme du tibut en Equateur depuis sa création Jégale; il ne se borne pas @ en fatre une simple description mais montre les relations entre Yaspect tributaire de la population indigene et la société coloniale et celle des premieres années de Ia République, atin d'aboutir a uno explication du systeme. (On entend par organisation sociale d'un tertitoire donné le type de ses relations struc- turcles, économiques, juridiques et politiques; d'ou la premiere partie du travail consacrée a Téclaircissement de cette réalité pour mioux poser le probleme duu tribut, Doms Ia deuxieme partie sont présontés Torigine, le développement, les objectifs, 1'é- volution et les implications structurcies du tribut. Au niveau méthodologique on a utilisé comme theme central le tribut indigene ot on a tenté de reconstituer autour de cette institution les étapes du processus de domination de la Colonie et du premier tiers de la période indépendante; ceci a été fait de la fagon la plus objective possible afin d'aborder le caractere de Yorganisation sociale équatorienne. Enfin on cboutit a une explication du processus d'affaiblissement du tribut qui dispa- rolt totalement au niveau de la loi sans que cela signifie que T'indigene équatorien ait été libéré de la domination des deux groupes, blanc et métis. L'histoire de Yoppression séculaire a 6té le point de départ de quelques transformations sociales et sera la pierre de touche d'une transformation globole des sociétés sud-américainos, Socidlogo — Junta de Planificacién —- Quito — Profesor en la Facultad de Ciencias Eco- némicas de la Universidad Central de Quito Vor las referencias ai final del atticulo. 50 N. JACOME Resumen: El presente trabajo intente onolizar Ja tributacién en el caso ecuctoriono desde su cparicién hasta su obolicién legal. El desarrolio de ésle no pretende ser una simple descripciéa, sino una intetrelacién entre el cspecio tributario de la poblacién indigena con la tormaciém social colonial y de los primeros afios de la repiblicc, a fin de que en ese enfoque pueda: tener su explicacién. Como formacién social se entenderé Ia forma de unién de las estructura: jurfdfea y politica de un temitorio dado. De ahi que Ia primera’ parte del trabajo se rela- ciona con el esclarecimiento de esta realidad para la ubicacién correcta de la problemétice del tributo En cambio, la segunda parle viene a ser la exposicién del origen, desarrollo, objeti- vos, evolucién e implicaciones estnicturcles de la institucién del tributo, A nivel metodolégico se procede a utilizar Ia tributacién indigena como el punto cen- ual, y, cltededor de ésta, intentor Ix reconstruccién de las etapas del proceso de dominocién ccloniol y del primér tercio de vida independiente, Por otro lado, Ia intenciéa es lograr ung exposicién lo més objetiva posible para aportar a dilucidar el cardcter de nuestra for~ econémica, macién social Finalmente, se concluye con una explicacién del proceso de desgaste de la tributa cién indigena para luego, desoperecer totalmente a nivel legal, sin que esto quiera decir que el indigena ectstoriano haya quedado libre de la dominacién y sojuzgamiento de parte de los grupos blancos y mestizos. La historia de la opresién de centurias ha sido el punto de crronque de algunas transformaciones sociales y seré el punto de toque de Ia transfor- macién global de nuestros sociedades. 1, LA FORMACION SOCIAL COLONIAL Antes de entrar en la materia misma de. este trabajo, es necesario delinear bien la concepcién tedrica alrededor de la cual se va a desarro- lar la exposicién; caso contrario, se correrfa el riesgo de caer en una sim- ple descripcién historiogrdfica més 0 menos informativa e interesante, pero que no legaria a la causalidad qué explique debidamente nuestra realidad colonial, en la que el tributo indigena adquiere una singular importancic. Analizar el tributo indigena, no es tomarle a éste como compartimen- to estanco en relacién al resto de la sociedad. Conocer detalladamente es: ver la serie de relaciones dentro de Ia totalidad social colonial y su signi- ficado en la evolucién de lo que actualmente es el tertitorio del Ecuador. Teéricamente tenemos que partir de la composicién del sistema so- cial, de la consideracién de su estructura y de las diversas instancias de cuya imbricacién dindmica resulta una determinada formacién social. LA TRIBUTACION INDIGENA EN EL ECUADOR 81 Etectivamente, la totalidad social esté compuesta de un conjunto de estructu- yas; econémica, juridico-politica e ideolégica, cada una con sus funciones especificas de acuerdo a la época histérica dentro del concepto abstracio del modo de produccién. Por lo mismo, tarea importante es hallar el domi- nio particular de cada una de estas estructuras para ubicar bien su interre- lacién, as{ como la importancia y dominacién privilegiada de la una sobre 1a otra. De esta forma “lo que se trata, pues de situar exactamente en primer lugar son las relaciones sociales en su relacién con Jas estructuras de un modo de produccién y una formacién social”. (Poulantzas 1969, p. 70). Es necesario ampliar esta explicacién para comprender mejor el de. sarrollo posterior. Los tres niveles anotados (econémico, juridico-politico ideolégico) son Jas categorias que nos van a permitir acercarnos més a la sociedad actual y a la de la época colonial. Ta Estructura Econémica se coracteriza por las relaciones materiales de produccién que dividen, a los hombres en propietarios de los medios de produccién y el resto en grupo sojuzgado por éste. Para ejercer la domina- cién es necesario que la sociedad pueda estar organizada y cohesionada, hecho que se produce por el afloramiento de todo el conjunto de ideas y concepciones mentales propias de una época y nacidas de Ia naturaleza de las relaciones materiales. A esta instancia de la sociedad, complementaria del nivel econémico, se la denomina Estructura ideolégica. Finalmente, coordina y centra la dinémica de los dos compos anteriores el aparato del Estado, factor de cohesién de la formacién social y elemento que sirve pa- za. ejercer Ia dominacién de un grupo social sobre otro, A estas funciones las denominamos la Estructura: Juridico-politica. Téngase presente que el Estado, como punto centralizador de todas Jas actividades de la clase dominante, no necesariamente de una monera mecdnica, cointegrador de una formacién social completa, cumple una tri- ple funcién: econémica, ideolégica y politica. La funcién econémica del Estado seria aquella que esté orientada a modernizar los sistemas de produccién capitalista @ fin de guardar el equi- librio del sistema, hacer desaparecer Jo disfuncional al equilibrio a pesar de que en este proceso tenga que galpear a un sector de la clase domi- nonte. En otros términos, el Estado debe velar por la racionalizacién del sisema, nunca dado por lo econémico, pero si conservado por el Estado. La funcién ideolégica parte del hecho de que la ideologia que im- pregna le actividad del Estado corresponde, por Jo general, a la ideologia de la clase dominante y, por lo mismo, tiende a beneficiar a sus intereses econémicos y politicos de tal manera que matizan su verdadera intencién. En efecto, uno de los caracteres porticulares de 1a ideologfa burguesa con- siste en ocultar de una manera especifica la explotacién de clase. Es verdad que, por su misma situacidn, ninguna ideologia se presen- ta como ideologia de dominio de clase. No obstante, en el caso de ideolo- c‘as “precapitalistas”, el funcionamiento de clases siempre esté presente en su principio, estando alli justificado como “natural” 0 “sagrado" (Poulantzas, 1969, p. 275). 82. N, JACOME Por otro lado, e] mismo Estado se encarga de impartir la educacién. funcién disefiada en estrecha relacién con los valores y’patrones propios de la clase dominante, esto es, transmitir la ideologia del sistema, el punto de vista sobre el mundo y Ia sociedad de un grupo al resto de la poblacién. La funcién politica es dada por e] Estado a dos niveles, a través de la sistematizacién de la ideologia de clase y el empleo de la coaccién fisica que se ejerce sobre aquellos actores sociales (individuales 0 colectivos). Papel del Estado es crear la infraestructura orgénica necesaria para el ejer- cicio de la finalidad politica: el mantenimiento de] dominio de clase. Asi, el Estado en principio “representa a todos” y oculta la trama juridico-politica que beneficia directamente a ciertos grupos dominantes de Ia sociedad, operando con todos sus mecanismos de represién cuando al- gunos miembros escapan al control ideolégico y adoptan una actitud cri- tica ante la realidad (haciendo peligrar el equilibrio del sistema social, esto es, atentando contra el estatu-quo establecido por la dindémica de las rela- ciones materiales de produccién de una determinada formacién social). Este “orden” es usufructuado y mantenido por el grupo que tiene el control eco- némico, el cual, directa o indirectamente, tiene necesidad de controlar y articular de acuerdo con sus reales necesidades el aparato del Estado espe- ciclmente en lo que tiene que ver con sus intereses politicos. Cuando andlizamos con estas categorias Ia realidad colonial latino- ‘americana y, en este contexto, Ia realidad ecuatoriana, se constata una di- ferencia totalmente opuesia a los modelos de andlisis presentados por las metodologias de la Antropologia y la Sociologia que se inscriben en el mar- co del empirismo social en el sentido de que no toman a Ia totalidad so- cial como la base de la interpretacién, sino, que atomizan la realidad en pe- quefias partes alcanzando niveles de descripcién minuciosa pero de ningu- nha manera explicaciones causcles que parten del fenémeno a la causa. Por lo mismo, se quedan solo en la epidermis de los hechos, apenas si lo- gran una vision muy fragmentada, no necesariamente equivocada, pero in- completa. Esta forma metodolégica de ver la realidad refleja la sujecién a estereotipos culturales e ideolégicos que en nada benefician a nuestra sociedad explotada, sino al contrario, refuerzan la dependencia estructural de nuestros pueblos. Trabajar con la metodologia empirista implicaria tratar directamen- te sobre el tributo indigena Iegando a lo mucho @ una buena descripcién pero sin trascender nj interrelacionar este aspecto de la realidad con las otras realidades coloniales y republicanas. Para obviar estas dificultades se opta por hacer Ja explicacién al nivel de la formacién social global de Ja époce: donde e] ttibuto tuvo una importancic relevante. En este estudio, se considera como el dmbito de la formacién social los territorios coloniales de Espafia y la metrdpoli y dentro de ellas la li. nea vertebradora de los diferentes modos de produccién que existfa en este amplio espacio. La realidad tributaria pretende ser interpretada en el mar. co de esa globalidad, teniendo en cuenta la incidencia de los proceso: econémico-sociales que se Ievaban a cabo en el resto de Europa, espe cialmente Inglaterra, Fremcia y los Paises Bajos. LA TRIBUTACION INDIGENA EN EL ECUADOR 83 Con. este enmarcamiento del problema, tanto en lds implicaciones tedricas asi como en las metodologias, se entrar a desentrafiar la proble- matica propuesta, A la época de la conquista espaiiola, la metrépoli se encontraba en un franco proceso de variacién de un modo de produccién a otro, del feu- dolismo al capitalismo a través de una etapa mercantilista. Por un lado, hay la concentracién del poder en manos de una monarquia absolutista consecuencia de la victoria de la reconquista. Por otro lado, “Los pueblos espafioles tienden a una diversificacién de la produccién con un desarrollo répido de la artesania y de ciertas manufacturas” (Barboza, 1971, p. 28). La metrépoli a fines del siglo XV, a mds de una agricultura en con- tinuo crecimiento basada en una explotacién sistemdtica de este recurso, se caracterizaba por un considerable desarrollo de la base y del espiritu capitalista. Asi “Sevilla posefa 1.600 talleres que ocupaban 70.000 obre- ros; Toledo producia 430 mil libras de seda, lo que daba trabajo a 34.484 personas; Segovia poseia importantes manufacturas de seda y textiles” etc. (Sombart, 1966, p. 192). En términos generales, habria un resquebrajamiento del modo de produccién feudal que, a su vez, ese cambio condicionaba el desarrollo de la vida social, politica e intelectual, e imprimiria un cardcter especifico a la dominacién espatiola en sus colonias. (1). La tendencia era el paso al capitalism. Este se vuelve mds eviden- te si pensamos que el descubrimiento mismo de América fue el producto de los intereses de la burguesia comercial de Catalufia, la cual, a] no poder realizar e] comercio al Extremo Oriente por el dominio que los Musulmanes ejercian en el Mediterréneo, trataba de encontrar un nuevo camino hacia Jas Indias Orientales. Este proceso que parecia una secuencia Iégica hacia el desarrollo espaiiol, en gran parte, se vid detenido por el descubrimiento de América, hecho que, segin algunos autores, tuvo la virlud de refeudalizar a Espafia, de minar el incipiente desarrollo de Ia burgues{a comercial bajo cuyos cuspicios se habia realizado el descubrimiento, y fortalecer las formas ar- caicas que se desmoronaban ya. Con esto nuevamente fueron vigorizadas con Ia conquista las formas feudales de produccién con su centro radial en Castilla. (Ramos, 1969). En consecuencia, es innegable, que e] descubrimiento y conquista de América tienen lugar cuando histéricamente se daba un proceso de acu- mulacién de capital basada en el comercio y cuyaexpresién econémica- teérica se fundamentaba en Ia ideologia mercantilista (2). De ahi que “en sus posesiones americanas, Espafia estructuré un complejo politico-econd- mico centrado en la produccidn y exportacién de metales preciosos, el mis- mo que generé hasta fines de] siglo XVII, nada menos que del 80% al 85% de la produccién mundial de plata” (Velasco, 1973, p. 23). Cuando se hace relacién a la acumulacién de capital nos situamos en Ia época en que la aglomeracién de metales preciosos por parte de Espafia sirvié, a través del comercio, para el desarrollo industrial de otros paises como Inglaterra y Francia. En el caso de Inglaterra se sucedieron 54 N, JACOME una serie de tansformaciones tales como un crecimiento demogrifico muy significativo, transformaciones en Ia tenencia de lc tierra y formas de cul- tivo. Durante el siglo XVII, los grupos mercantiles més significativos habian alcamzado un tipo de gobierno parlamentario que permitié levar adelan- te politicas adecuadas para la concentracién del’ capital e inversiones pro- ductivas (Cf. Stanley y Stein, 1971 pp. 8-9). En cambio, Espaiia fue incapaz de transferir la riqueza’ pecuniaria la produccién manufacturera, pasando muy temprano a ser un pais eco- némicamente dependiente de otros paises donde el capitalismo habia alcan- zado grandes dimensiones. Como estos no tenfan colonias de donde extraer metales preciosos, su adquisicién lo hicieron a base de la venta de su ma- nufactura al pafs poseedor de dichos metales. Econémicamente, Espafia jugé el papel de intermediario en el proce- so de desarrollo del capitalismo europeo. Ante la quiebra de su produccién manufacturer para proveerse a si misma y abastecer a sus colonias, per- mitié, desde el comienzo de la conquista, que se extendieran una serie de redes comerciales que iban desde los centros més desarrollados hasta’ las colonias. En estas circunstancias, su debilidad estructural interna sirvié pa- ra que esos conductos comerciales sean el mejor camino para la fuga de excedentes generados en sus colonics: De esta manera, tanto Espafia como sus colonics se convirtieron en el mercado de los productos manufacturados de Inglaterra, Paises-Bajos y otros centros dindmicos europeos (9). Este papel de intermediario es tan real que se dice que Espafia es sélo la garganta por donde pasaban los cargamentos de oro, plata y-esmeraldas proveniente de sus colonias y que el estémago a donde iban a parar estas riquezas ero los paises citados donde el desarrollo de las fuerzas productivas se ha- Haban adelantadas gracias a reformas estructurales intemas. El comercio con las colonias espafiolas por parte de agentes no pe- ninsulores se inicié tan pronto del descubrimiento. Carlos V tuvo que re- compensar los innumerables compromisos contraidos con banqueros y'co- mercitmtes clemanes que le facilitaban grandes préstamos para sus innu- merables querzas y los gastos de administracién de un gran imperio donde “no se ponia el sol”. Dichos compromisos contraidos con los mercaderes de la época fueron premiados ampliamente con permisos para la explotacién de minas, la introduccién de productos a las colonias espafiolas con el comercio de esclavos y una serie de prebendas que no tardarion en abrir las puerias a nuevos comerciantes no necesariamente espafioles. Asi! pues, en las cores colebradds en Santiago y Corufid el afio de 1520, justa- mente antes de regresar el Rey del Norte los diputados hicisron la peticién de que por ninguna cizcunstoncia debiera ser cambiado de Sevilla ta. Casa de Contratacién, i efercieran como oficiales suyos sino los naturales de Castilla. Carlos: V" contesté que el no habja, hecho innovaciones.en el sentido, ni.se proponia hacerlos, en lo cual mantavo su palabra; pero no habiendo promesa.de respelar el monopolio mer- cant de que gosaban los castellones, dicté ‘en 1528 el edicto aludido por Oviedo, ¥ aplicable c todos los'aibditds dentro del domititio de los Habsburgos. Dos transacciones celebradas antes de aquel afio indicaban ya la nuever politica que LA TRIBUTACION INDIGENA EN EL ECUADOR 55 seguiria el nuevo gobierno, Jacobo Fugger obtuvo en 1522 ‘que buques clemanes fuesen cdmitidos a participar en el proyectado comercio de: éspecie col ‘as ‘Molu- cas « través del estrecho de Magallanes, en 1525 los Welsers de Augsbiirgo fuetéa equiparados a los comerciantes espaficles én América, con Io val inmedictamento establecieron Factorias en Sevilla y en Santo Domingo e-iniciaron intenss. programa. de actividad colonial. Tres afios més tarde, en la primavera de 1528 y en compaitia con otra casa clemana, los Ehnger de Constanza celebraron toda una serie de pactos con el Emperador; en Enero para conduelr 50 mineros que instruyeran « los colonos espafioles; en Febrero para abastecer a las Indias con 4 mil esclavos en el término de custo aiios (Haring, 1999, pp. 124-125). A esto hay que aiiadir Jas grandes ventajas que obtenian estos co- merciantes para depositor sus mercaderias en las bodegas de la Casa de Contratacién que les aseguraba un puesto para cargar y descargar sus mercaderias, altisimo privilegio en la época. Mas tarde cuando Espaiia no puede abastecer de manufacturas a sus territorios de Ultramar, entran otros paises europeos de mayor desarrollo al comercio con Latinoamérica,. con una tendencia para incrementar cada vez més esta actividad ante la im- posibilidad espaiiola de reajustar sus fuerzas internas hacia la industriali- zacién. As{ para 1805 el valor de lus exportaciones inglesas a Latinoamé- tica ascendia a 7.771.418 libras esterlinas y en 1809 las exportaciones su- bieron a 18.014.219 libras esterlinas que representaba un mercado fabuloso, mayor que el de Estados Unidos y la India (Ramos, 1968, pp. 114-115). Muchas manerag habia de ejercer el comercio a base de las gran- des ferias libres que periddicamente se organizaban en algunas plazas americanas, o también sirviéndose de compafiias de comercio espaiiolas que se ofreciani a prestar su nombre para exportar los productos ingleses ¥ franceses (estos tltimos en menos escala). Otro de los grandes canales de comercio es el contrabando. Era tan importante esta: forma de comercio que a principios del siglo XVII se con- sideraba, por parte de los comerciantes, la participacién en el contrabando como “La consecusién de un gran premio obtenido en una generosa lote- ria” (Ramos, 1968, p. 115). Cuando Marx habla de la acumulacién originaria de capital, se re- fiere al proceso de trénsito del modo de produccién feudal al modo de pro- duccién capitalists. Hace hincapié en la depauperacién del siervo de la gleba y la concentracién de los medios de produccién en manos de unos pocos, mientras la mayoria quedaba privada de ellos. Si este fenémeno es el que se daba en Europa, en buena parte, Espaiia y sus colonias favore- cieron dicha acumulacién. El mismo proceso del ascenso del capitalismo mundial exigié un tipo de colonizacién y acumulacién capitalista que per- mita éxplotar mejor los recursos, Sin embargo, cuando se da una mirada retrospectiva a la Historia encontramos velcdamente que: era el capitalis- mo, el modo de produccién que guidba las relaciones econémicas, fenéme- no obscurecido por el afloramiento de una serie de manifestaciones de ca- racter econémico que no siempre se identifican en el capitalismo sino que eparecen en oposicién por el hecho de ser otros modos de produccién que ‘coexisten y estén coordinados por el modo de produccién capitalista. (4). 56 N. JACOME Esto se explica, si tomamos como una sola unidad a Espafia y a sus colonias en el contexte del aparecimiento del capitolismo; es mds, respon- diendo a las necesidades estructurales de éste. En este sentido, formula- mos una hipétesis tentativa de trabajo al sostener que el modo de produc- cién imperante fue el capitalismo aunque haya podido coexistir con otras formas de produccién como el esclavismo, “el despotismo, tributario” (Semo 1972, p. 449), el feudalismo, sistema tribal muy arcaico y un modo colo- nial; todos éstos, articulados por la dindmica capitalista que, en la medi- da que progresa, tiende a desaparecer a los otros y consolidarse. EI mis- mo desarrollo exigia un tipo de dominacién suigéneris como el de la épo- ca colonial que no seria ni esclavista, ni feudal del modo como tradicio- nalmente se los entiende sino una realidad diferente cuya caracteristica esencial es la vertebracién de muchas formas econémicas muy particula- res por el denominador comim del capitalismo. Este punto es esencial para comprender todo el déesaxrollo colonial y luego el de la Repiblica hasta nuestros dias, La hipétesis enunciada per- mite hacer el andlisis desde el modo global donde se explican los fenéme- nos y, no a Ic inversa, esto es, de Ia unidad productiva al detectamiento del modo de produccién. La hipétesis tiene sentido en términos de Ia to- talidad articulada, no desde la observacién de una pequefia parte del te- ritorio colonial que, casi siempre distorsiona las conclusiones a que pue- den llegarse. Este enunciado no es nuevo, ni original, algunos investigadores ya Jo han sugerido para incentivar nuevos trabajos de investigacién, asi se Gfirma que: frente al parémetro del modo de produccién capitolista puro, la economia latino americana present peculiaridades, que se dan a veces como insuficiencias y otras no siempre distinguibles fécilmente de las primeras como deformaciones. No es por tanto, accidental 1a recurencia en los estudios sobre América Latina de la nocién de “precapitalismo”, Lo que habria que decir es que, ain cuando se trata realmen- te de un desarrollo insuficiente de las relaciones capitolistas, esa nocién se refie- Te a aspectos de una realidad que, por su estructura global y su funcionamiento, no podria nunca desarllarse de Io misma forma como se hon desarsollado las economfas capitalistas dichas avanzadas. Es por Jo que, més que un precapitalis- mo, lo que se tiene es un copitalismo sul-géneris qué sélo cobra sentido si lo con templamos en la perspectiva del sistema en su conjunto (Marini, 1872, pp. 2—3) Aunque, el autor se refiere més concretamente a Ia época que me- dia entre la independencia y el fenémeno de la vinculacién al mercado mundial, es un hecho que Ia época colonial tuvo como caracteristica Ia .or- ganizacién de una serie’de instituciones de tipo econédmico, administrati- Vo, politico’ e ideolégico cuya naturaleza respondia a las necesidades de Gcumulacién, y ampliacién de mercados del capitalismo en formacién. El tibuto indigena, fundamentado en el derecho de conquista, no era otra cosa que forzar a ‘la poblacién indigena al pago de un monto cuanti- jativo determinado por cada individuo que estuviera entre los 18 y 50 afios de edad. Este mecanismo econémico no era sino una manera de extraer LA TRIBUTACION INDIGENA EN EL ECUADOR 57 el excedente indigena, sino ademds de’ la utilizacién de su fuerza de tra- bajo aborigen, se le expropiaba obligandole a un super esfuerzo que de- bia ser ctendido por la comunidad para alcanzar a cubrir el importe del tributo de sus miembros. El dinero asi obtenido fugaba a la metrépoli, ya sea a manos de los encomenderos, o bien, iba a parar a las arcas eter- namente exiguas de la corona real. El dinero acumulado de esta forma se convierte en un aporte signi- ficativo a la acumulacién que, a su vez, significé la ampliacién y desarro- Yo del capitalismo, Asi enfocado el andlisis, el tributo -y las otras institu. ciones econémicas que funcionaron en los diferentes territorios coloniales de Espaiia asumirion un cordcter especial, unas relaciones de produccién de diferente indole que no tendrian explicacién por si misma, sino eminen- temente, por la afloracién del capitalismo. Estas formas pueden parecer esclavistas, despéticas, feudales, etc., si se las considera desde el punto de vista individual, en cambio, no tienen el mismo sentido cuando se Jes considera en relacién a Ia globalidad de la formacién social, arriba enunciada. Tenemos que convenir que, no son ctra cosa que articulaciones concretas exigidas por el sistema, por el de- sarrollo de las fuerzas productivas que determinaba este tipo de explota- cién en los teritorios coloniales. Con estos antecedentes, podemos advertir que no se trata ya de afir- mor de una manera simplista, que las actividades econémicas de nuestra colonia fueron capitdlistas o feudales, sino ante todo, respondieron a un modo especifico colonia] con la caracteristica de no ser una cosa indepen- diente, sino que estuvieron vertebradas por la forma de produccién capi- telista; 0 en otros términos, Ja existencia misma de la organizacién de for- mas econémicas de indole arcaica tiene su razén de ser moderna en la perspectiva del desarrollo del capitalismo. Es importante destacar que no:se trata de sostener que el capita- lismo reinante en la época colonial era de naturaleza diferente al que en- contramos en el resio de occidente. Lo que interesa es detectar el funcio- namiento de los diferentes mecanismos necesarios al capitalismo, pero que, @ su vez, fueron posibilitados por una determinada organizacién social in- tema en los territorios coloniales. Esta dindmica pretende ser analizada en el resto del trabajo, concretando el trabajo a través de und vertiente: el tributo indigena. 2, FUNCIONAMIENTO DEL TRIBUTO INDIGENA 2.1 CONCEPTO.— EI tributo fue una imposicién legal por lo cual todo habitante indi- gena entre los 18 y 50 afios de edad tenia que pagar una determinada cantidad, sea en dinero o en especies en calidad de tributo, para de este forma reconocer el vasallaje debido a ula disposicién del Rey de Espafic, 58 adquirido por el derecho de conquista armada y la entrega que de esto’ territorios habia hecho el Sumo Pontifice de la Iglesia Cdtélica en lx per- sona del Rey espaiiol. Teéricamente hablando, el tributo era uno de los mecanismos de ex- traccién de excedente a la poblacién indigena. No sdlo bastaba emplear a Jos indigenas en calidad de criados, peones de las haciendas (mita), sino, odemés, era necesario agotar todas las posibilidades de acumulacién en favor de los Espafioles; con este fin se impuso la cobranza de una tasa de tributes, como medio eficaz de obtencién de dinero de los pueblos nativos Anteriormente, ya con la conquista reclizada por los Incas se habiz originado una estructura basica’ en el campo econdmico donde se respe- taba la tierra y su posesién y la imica modificacién que se hacia era or- ganizar la produccién de un modo més racional. El Inca utilizaba la fuerza de trabajo de las diferentes tribus conquistadas para la construccién de las obras publicas que tuvieron gran importancia tanto para la mayor produc- tividad de lc tierra, como para unificor al imperio en expansién con nume- rosas vias de acceéo. Entre las condiciones que se imponian al pueblo con. quistado constaba el tributo que cumplidamente debia darse al Inca como demostracién: de sumisién y vasallaje que, a su vez, era recogido por las autoridades administrativas, por parte del cacique. En parte, los Espafioles aprovecharon la: misma estructura adminis- trativa incdsica la modificacién que hicieron fue quitar de la cuspide de la pirémide del ‘poder a Ia élite y articular el sistema en su benelicio, es- pecialmente con el funcionamiento de la mita y el tributo, instituciones existentes desde antes de la legada de los hispanos y orientadas hacia los fines de los Espafioles. La institucién del tributo hace que cobre valor la comunidad indi- gena o ayllu como fuente importante y sostenedora de una economia en Ia. cual el tributo es posible gracias a la forma de trabajo comunitario. Ya en la época misma de los Incas la modalidad de la organizacién se hacia alrededor del ayllu que venia a ser una comunidad ligada por los lazos san- guineos, con una determinada forma de propiedad comunal con una divi- sién para el usufructo (Moreano, 1972). El producto excedente, resultado de una agricultura sedentaria, “adoptaba la forma de tributo que iba a parar a manos del Estado y sus representantes” (Semo, 1972, p. 450). Por otro lado, Ia comunidad indigena basada en la propiedad co- min de la tierra, hab{a sufrido toda una transformacién, no tanto en cuan- to a la forma comunal, sino en lo que tiene que ver en la distribucién del excedente agricola. La tierra y su produccién quedan divididas en tres ni- veles: 1. La Intipaccha: cuyo producto se reservaba para los gastos del cul- to y de todo el grupo dedicado a los ritos y, dentro de este, también al sector intelectual encargado del procesamiento ideolégico del sistema como Jos Amautas. El trabajo en“estd tierra era comim y.el usufructo por parte de los dctores sefialados también en la misma forma, LA TRIBUTACION INDIGENA EN EL ECUADOR 59 2. La Incapaccha: su produccién sirve para @] mantenimiento de la familia del Inca, el mantenimiento de la corte real y los gastos del ejér- cito y la administracién, especialmente para los Curacas. El trabajo tam- bién se Io realiza de una forma colectiva. 3. La Mame-paccha: es la tierra comin, cuyo usufructo es para los individuos de la comunidad. Sin embargo, dentro de esta categorfar el tra- bajo ya no es de indole comunitaria sino familiar. A la parcela asignada a la familia se denominaba “tupu", en ella aplicaban su trabajo los miem- bros de la misma. Como esta wltima porte va a ser un elemento importante en Ia ex- plicacién del tributo indigena es conveniente de tenerse a realizar un and- lisis especial del “tupu’ y sus caracteristicas. En realidad la extensién del tupu era variable. Los Incas, expertos agricultores determinaban la porcién de acuerdo a “las condiciones del suelo y a Ia realidad ecolégica de la zona. Mayores en las tierras altas y menores en las hondonadas y, aun més pequefias en las tiertas calientes” (Reyeros, 1972, p. 832). El tamafio del tupu.dependia, ademés de las condiciones anotadas (supra), del mimero de miembros de la familia. El nacimiento de un nuevo hijo significaba el aumento de otro tupu, al bien familiar. Estos pedazos Ge tierra para el trabajo familiar fuera del que tenian que realizar en las tierras comunes Intipaccha y Mamapaccha, no estaban sujetos al comer- cio, tampoco se acrecentaba con el esfuerzo a Ia industria personal, ni po- dia tansferirse por herencia. Solamente se tenia posibilidades de usufruc- to, el derecho de propiedad Megaba solamente a los frutos obtenidos por "el trabajo y el capital de la tierra” (Reyeros,, 1972, p. 832). De esta ma- nera los sibditos tenfan una base material para su subsistencia, y; a cam- bio de esa dédiva, el Inca y la nobleza obtenian el servicio de los diferen- tes pueblos. El servicio que el Inca obtenia de sus vasallos se puede sintetizar en los siguientes ramos: por medio de los yanaconas, "fuerza de trabajo tipicamente esclava” (Moreno, 1972) para el trabajo de las minas, la cons- truccién de los aposentos imperiales etc. En la agricultura Ia utilizacién de Jos Nactarunacuna para el cultivo de las parcelas recles, los lactacamayo que organizaban los equipos de trabajo, acopiaban semillas, vigilaban las siembras hasta el transporte de los productos a los almacenes reales de la respectiva parcialidad y a los tambos que ademas de posadas venian © ser depésitos de aprovisionamiento para los diferentes viajes del Inca y su ejéicito (Reyeros, 1972, p. 834), o la alimentacién para los delegados reales (Tucuricu) en sus frecuentes visitas a sus diferentes territorios. Una vez que habian cumplido con los cultivos dedicados a Ia religion y al Inca las familias volvian sobre los’ tupus’ familiares. Esta estructura ya existente fue aprovechada por los Espafioles, En efecto, las tierras anteriormente dedicadas a este servicio’ y mantenimien- to de. la religién y del Inca pasaron a ser propiedad privada de los Espa- fioles, para la comunidad 0 ayllu:indigena se asignaron tierras de acuerdo al numero de familias, aunque claro ésta ya no de. acuerdo a los criterios de los Incas al distribuir el tupu fomiliar. Se dejé tierra para: la comiuni- 60 N._JACOME dad y su divisién fomilicr intema ya no corria por cuenta. del estado espa- fiol sino de los respectivos caciques. De esta forma. el. ayllu familiar tuvo acceso a la tiera y cuando sus miembros comprendidos entre 18 y 50 afios. de edad tenfan que abonar el tiibuto ya sea al Rey o al, Encomendero tenian dos posibilidades: pa- gar en especie de los frutos de la parcela fomiliat, 0, en caso de ser mi- tayo, pagando la persona a quien habia sido adjudicado en calidad de mitayo, pues, segiin Jas Ordenanzas. ganabo un sdlario que promedidba los quince pesos anuales, de los cuales se les descontaba 7.6 9 para el tributo. En ambos casos la economia de Ia comunidad jugaba un papel importantisimo; en el primer caso es evidente y en el segundo, porque cun- gue el miembro del ayllu, tedricamente, ganaba-un salario, apenas si le alcanzaba para pagar el iributo teniendo que subvenir la comunidad ind{- gena a la subsistencia del mitayo. La inexistencia de lo economia de la comunidad hubiese imposibilita- da la imposicién del tributo. Su funcionamiento sélo es explicable con Ia existencia de la actividad econémica de la comunidad. De ahi que el es- tudio del funcionamiento de la comunidad cobre actualidad e importancic cuando se ve el problema tributario desde esta éptica. Por otro lado, la acomedacién de la estructura anterior a los fines de la acumulacién de capital permitia enlazar de un modo satistactorio Ia an- terior y la nueva situacién, posibilitande que el indigena penete en el mar~ co econémico, juridico, politico e ideolégico de la colonic. 2.2, MODALIDADES DEL TRIBUTO 2.2.1 La Encomienda.— El tributo indigena fue sufriendo modificaciones de acuerdo a las diferentes épocas. Al inicio con la Megada de Pizarro, lo que predominé fue la arbitrariedad administrativa del conquistador que no se atenia casi en nada a Ia legislacién para los territorios conquistados. La tributacién va a constitur de una manera especial una institucién con trascendencia en el resto de la historia colonial, especiclmente en lo que tiene que ver con Ia implantacién de la ENCOMIENDA. Esta era un derecho concedido por una merced del Rey a los servicios beneméritos prestados a Ia Corona en Indias. El favor regio consistia en el hecho de poder cobrar los tributes de un determinado numero de indios que le encomendaran con el deber de adoctrinarles en la fe cristiama y velar por el bienestar material. La du- racién de la encomienda dependia de las leyes de sucesién y del cardc- ter de la merced, bien era para toda la vida del encomendero y, a veces, podia transferir a un hijo en calidad de herencia. Este tltimo caso fue de- sapareciendo répidamente, la mayor parte de las encomiendas eran de “sélo una vida". LA TRIBUTACION INDIGENA EN EL ECUADOR 61 Al principio, en algunas zonas parece que no fue solamente el pago de un tributo por parte de los encomendados lo que constitula Ia enco- mienda, smo que con este se mesclaba, también, la utilizacién de la fuer- za de trabajo. Tal caso se desprende de algunos trabajos al respecto, que pueden sintetizarse en una carta a las Cortes en 1524 donde dice que: "el no permitia que los indios de encomienda fuesen sacados de sus casas para hacer labranzas; sino que dentro de sus tierras mandeba que so seficlara una par- te donde labraban para el encomendero, y este no tenia derecho a pedir otra cosa” @abala, 1995, p. 219). Aunque no se aclara que el Espatiol tenia derecho de propiedad en esa tierra solamente el goce de los rutos, lo evidente es que no era due- fio absoluto en sentido territorial de toda la encomienda. En el caso de Quito, mientras no se reglamenté debidamente el fun- cionamiento de encomienda, en los primeros tiempos cuando los conquis- tadores quisiron implantar el feudalismo (proyecto desechado por la Coro- na Real y que culminé con Ia batalla de Iiaquito), que presumen que el encomendero tenia derecho no sdlo a percibir un tributo, sino ademds a utilizar al indigena en diferentes trabajos como sea su voluntad, asi se nos dice: Por supuesto que Pizarro no quedé corto en el uso de su atribuciéa para encomen- dar. A medida que se adentraba en territorio inca establecia ciudades —guarnicio- nes, con hombres de querra a quienes se les dotoba de tierras y de vastas encomien- das... en sus dominios, los encomenderos podrian emplear Ia mano de obra de sus “en- comendados", téclicamente sin limitacién y en los condiciones en que ellos est blecieran. Tenicn igualmente el derecho de cobrarles tributo personal, sin fijacién inicial ni de limites, ni de tasas, (Roel, 1970, pp. 90—81), Se nota que fue una especie de saqueo inicial, donde lo que se tra- taba era de obtener la méxima ganancia posible. Esta forma de proceder no sélo fue propia del tertitorio conquistado a los Incas, también en Centro América fue igual, a tal extremo inhumana que répidamente iba minando la poblacién indigena, Esta situacién contradeciaba a la politica de la Co- tona, el de una moderada preservacién de la mano de obra indigena, caso contrario, no habria fuerza de trabajo, afectando seriamente las posibilida- des de acumulacién. La exterminacién de las Antillas, por ejemplo, alcon- zaba limites exorbitantes, se estaban extinguiendo en masa. “Las Casas y los dominicos sostenian que la mortandad de los aborigenes era la con- secuencia inevitable del sistema de encomiendas, inventado por la insacia- ble codicia de los espafioles” (Konetzke, 1971, p. 168). Esta serie de abusos que ponian en peligro la subsistencia misma de Ja poblacién indigena, base de la economia, lo que obligé al Estado Espaiiol @ preocuparse por el sistema general de la explotacién de sus colonias aun- 62 N. JACOME que tuviese que ir contra ciertos intereses particulares; asi se dié paso a las primeras leyes de proteccién a los habitantes de las Indias.. Es curioso observar como atin la misma defensa polémica ejercida por Las Casas y los dominicos en favor de la poblacién aborigen, tras su ropaje ideolégico humanista-cristiano, encubria y abogaba no por una desaparicién de la explotacién sino una preservacién de Ia fuerza de tra- bajo indigena que permitiera una explotacién més nacional y duradera de los recursos naturales, minerales y de la tierra. Una eliminacién acelera- da de la mano de obra por la cantidad de trabajos e imposiciones forza- das, légicamente, levaba a la desaparicién acelerada de la poblacién in- digena y con ella a Ja carencia de mano de obra barata o \gratuita para la explotacién ulterior. Hay que tomar en cuenta que en esta proteccidn indigena juega muy bien su papel e] Estado. El Estado absolutista (5) representa “Ia unidad pro- piamente politica de un poder centralizado sobre un conjunto nacional. Los sibditos estén fijados, en las instituciones politicas del Estado, al mode de lo privado y el poder central respeta con frecuencia esas leyes” (Poulant- zas, 1969, p. 205). Lo que se quiere exptesar es que el Estado ya no es el feudal que mira por los intereses de unos sefioreg feudales, al contrario, se ha’ convertido en una forma de Estado absolutista, donde se supone que el] Estado encama el interés general piblico donde el problema de la nacién parece tener un lugar central en Ia formacién (Poulantzas, 1969, pp. 208-210). En este sentido, al emitir las leyes aparentemente humanistas de pro- teccién a los ahorigenes estaba, concretamente, en oposicién a mintsculos grupos privilegiados de la primera época de la conquista, vigilaba la cohe- rencia del sistema dado ya no por feudos independientes sino como nacién con vasallos del Rey ( no de los sefiores feudales) entre los cuales se cuen- ta, también, a los naturales dé las Indias Occidentales (aunque estos ulti- mos sélo sean vasallos de nombre). Uno de Jos primeros intentos de una politica previsiva por intereses econémicos por parte dé la Corona fueron Jas primeras leyes de Burgos en 1512. En ellos, se ordena el buen trato de los indios: se les considera co- mio seres libres, se les concede cada 5 meses 40 dias de descanso (6), se prescribe que se les climente con carne. En lo espiritual se manda Ia cons- truccién de iglesias en lugares convenientes (Vargas, 1948, pp. 11-12). En cuanto al aspecto ideolégico se insiste mucho en Ia instruccién cristiana, elemento de cohesién del sistema; es el eje sobre el cual se centralizan los diferentes sectores sociales y aparecen matizados los grupos de explotado- res y explotados bajo el signo de un ordenamiento divino. Es més, la explo- tacién ‘que se ejerce sobre las poblaciones indigenas encomendadas, se justifica por una supuesta cristianizacién que, a cambio del tributo, hacen los conquistadores. El mismo tipo de relacién que se establece es muy peculiar: la comunidad daba una tributacién al encomendero sea en dinero > en especies; a la vez se da; también, un tipo de relacién personal del encomendero con el encomendado: a cambio de Ja cuota de tributacién el encomendero proveia el adoctrinamiento encargado a un cura doctrinero LA TRIBUTACION INDIGENA EN EL ECUADOR 83 quien a su vez, recibia una paga por porle del encomendero por cumplir con esta tarea. En suma, la encomienda tenia dos partes esencicles: por un lado, la succién del excedente de la comunidad indigena, la cual permitia una cier- ta supervivencia de las Firmas Agricolas de produccién indigena basada en el ayllu. El excedente se dirige a manos de Jos Espatioles encomende- tos y a las arcas reales. Es evidente que los indigenas no tenian dinero para pagar sus tri- butos. Los metales preciosos prontamente fueron terminados por los Espa- fioles y, ademés, siendo estos metales wnicamente para el uso suntuario no era comin al indigena, sino unicamente a Ja nobleza. Por lo mismo el tributo lo pagaban en especie, modalidad acostumbrada, incluso, por muchos obrajeros cuando tenian que abonar de la cuenta de los mitayos el tributo para el encomendero o el fisco. O también, otra de las modali- dades era la entrega de materia prima por parte del encomendero a fin de que los encomendados pusieran Ja mano de obra y entregaran tejidos, devengando de esa forma el tributo. El tributo as{ recolectado tiene un limite: el encomendero no podia consumir todos los productos, méximo cuando un mimero considerable re- sidia en Espafia. Tenia necesidad de transferir la especie a dinero, era en suma el dinero lo que interesaba y para ello se requeria mercado. Al co- mienzo son los mismos oficiales reales (Barboza, 1971, p. 89), quienes co- mercicn, desempefiando un papel de intermediarios entre el tributario y el encomendero. A su vez estos intermediarios expendion su produccién en el pequefio mercado urbano conformado por Ia explotacién minera que en nuestro medio no fue tan importante, pero relativamente significativa en los primeros tiempos de conquista. En algunas partes donde no estaba organizada bien la: comunidad in- digena, evidentemente no podian pagar los indigenas sus tributos en valo. res realizables a dinero. En estas zonas de culturas primitivas faltaban los productos agricolas y artesamales que un encomendero pudiera aceptar como contribucién. En este caso solo las prestaciones de servicios perso- nales tenfan un valor econémico. Asi, en territorios distantes se encuen- tra Ia encomienda de servicios personales llamada también de repartimien- to, que consiste en la distribucién de aborigenes al encomendero con fines de trabajo. Aunque a portir de 1549 este tipo de encomiendas estuvo pro- hibido en general, de hecho subsistié hasta el siglo XVII en todos los luga- res donde la encomienda legal no era precticable (Konetzke, 1971, p. 176). En tanto y en cuanto en donde era posible la encomienda legal para fines de recoleccién del tributo, los servicios personales no eran considerados como encomienda sino, como "mita de servicios”, situacién predominante. en las primerds épocas y que luego tendrian que desaparecer. En los te- rtitorios densamente poblados y centros de grandes visualizaciones primé el derecho de los encomenderos a recibir contribuciones en dinero o en especies de parte de indios libres, estas estuvieron tasadas por las mismas autoridades. 64 N. JACOME No siempre era dable aplicar la institucién de la enccmienda, esta fue posible de actierde al grado de desarrollo de nuestras sociedades; en ‘aquellas donde no existia una orgonizatién estatal estable fue materialmen- te imposible hacer funcionar este mecanismo. En efecto, en el Oriente ecua- toriano en los pueblos aparentemente reducidos, el continuo. ataque de los indigenas a poblaciones, o él remontarse de éstos a lo intrincado de 1a sel- va hacc imposible el funcionamiento de las encomiendas; en caso de exis- tir eran pocas y casi no rentables. Por otro lado, el segundo elemento de la encomienda es buscar la cohesién ideolégica de los pueblos conquistados a los patrones culturales de los Conquistadores. El camino més apropiado para conseguir esa uni- dad fue la religién que cumpliré un doble papel: justificar la explotacién con argumeritos filoséfico-teolégicos y hacer que el indigena acepte su nue- vo estado: En otras palabras, el sistema —en general trataré de apoyarse en la idea —para el bésica— de que existe una desigualdad entre los dos componentes iniciales del mismo, a saber, vencedores y yencidos, conquistadores y conquistados, dominado- res y dominados; y pattiendo de esta polatizacién simplista que se esforzaré por mantener inalterable en el fondo, ir haciendo adecuaciones, ajustes, acomodamien- tos, a medida que la dinémica propia de la vida econémica y el mestizaje vayan matizando las -interrelaciones humanas y complicando el esquema de la estratifica- cién social inielal (Guamén y Loup Herbert, 1972, p. 48). Claro esté, todo esto matixado bajo un principio aparente de la uni- dad de todos por ser hijos del mismo Dios y el Rey su representante. Los reli- giosos transmiten este contenido ideolégico, esténdoles prohibido todo co- mentorio en contra del Rey. Asi se expide una cédula segin Ia cual: El amor, y el respeto a los soberanos, « la Familie Realy al Gobierno es una obli- gacién que dictan Ios leyes fundamentales del Estado, y ensefian las letras divinas los siibditos como punto de grave conciencia, De aqui proviene, que las eclesiés- ties, no solamente en sus sermones, ejercicios espirituales, deben infundir al pueblo estos principios, sino también y con més razén absteneise ellas mismas en todas Jas ocasiones y en las cohversaciones familiares, declamaciones y murmuraciones depresivas de las personas del Gobierno, que contribuyen a crear odiocidad contra ellos. (ARNAHIS*, 1786, fol. 181). Si de hecho se prohibia hasta la posibilidad de hablar privadamen- te también se prohibja la circulacién de libros que fuera el margen de la ertodoxia; en 1768 se llegé a prohibir la obra “Incémmoda Probabilisimi” es- crita por Fray Vicente de Casavalle porque se deseaba extirpar de raiz la % ARCHIVO NACIONAL DE HISTORIA DEL ECUADOR actualmente adscrito a la Casa do 1 Cultura Ecuatoriana.

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