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Introduceién Espias, amigos, fantasmas 4 Apprimera vista el rasgo que earacteriza las historias de espionaje en rela- ion con otros géneros radica en el contenido de su peripecia, vale decir en fa orientacién de sus movimientos en torno a una actividad conspira- tiva y seereta. Pero este cardcter secreto y conspirativo es comin con eier tos relatos policiales 0 de terror. Lo verdaderamente singular en las novelas de espias consiste, en cambio, on la particular estructura de relaciones entre los personajes. Es cierto que estas historias constituyen una subespecie de las narraciones de guerra, pero mientras en éstas las acciones son abiertas y piiblicas, en las primeras la tra- ma se teje en la oscuridad. Los personajes de las historias dle espionaje pue~ den conocerse entre si, pero nunca Io sabrén todo los unos de los otros. Es mas, en buena parte de Jos casos los integrantes de cada bando ignoran la existencia misma de muchos de sus supuestos comapaiieros. El poder no resi- de aqui en un tinico centro desde el que se desplazan de manera vertical descendente la informacién y las metas que orientan las acciones. Por el contrario, quien guste de este tipo de historias habré podido advertir que lo que determina su interés es precisamente Ta plurslidad de centros actuantes y, en consecuencia, la complejidad de los cruces de informacién y metas en ‘istintas direcciones. Muchas veces incluso, protegidos por esa misma com- plejidad, y a diferencia de la unidireccionalidad que orienta a Jos soldados de uniforme o a los asesinos, los actores definen con autonomfa sus acciones, sumando figuras imprevistas al intrincade bordado de la red. En una red, como las que sostiene las historias de espias, los nudos son interdependientes pero méviles. A diferencia del pafio o de la tela, en ella los vacios son dominantes. Una red es flexible porque debe adaptarse a formas terceras. Una red es lo opuesto a un bloque 7 286 220 ars Jorge Fesncisco Laer om Pablo Pschephucen Si bien el personaje central de las historias que habran de relatarse os el propio Le Corbusier, el libro que las contiene no es un relato biogrAfico, El centro de atencién de los autores no estard puesto solamente en el arquitecto suizo, ni tampoco en las trayectorias individuales de quienes Jo acompafieron en su relacién con la Argentina, sino en el conjunto de las obras, proyectos y acciones que fueron dixectamente determinadas por las relaciones que unos y otros fueron tejiendo. En algunos casos ~los bocetos para Buenos Aires, la casa Curutcher, Le Corbusier fue el protagonista exclusivo; en otros, como en el desarrollo del Plan de Buenos Aires, el rol de sus discipulos fue decisivo. La inter- vencién de Le Corbusier fue escasa en el Plan para Mendoza y nula en trabajos como el Plan de San Juan 0 los edificios de Virrey del Pino o La Solana del Mar, pero ninguna de estas obras y proyectos puede entender- se totalmente sin tener en cuenta los estrechos vinculos de sus autores con el Maestro europeo. Como ocurre en todo el mundo, los seguidores de Le Corbusier ett la Argentina han sido y son, en términos generales, incontables. Pero el libro no se ocupa de ese tipo de influencias més o menos indirectas, ni analiza en particular Ias obras y proyectos de los arquitectos con los que tuvo relacién profesional -como Antonio Vilar, Carlos Maxfa Della Paolera, Amancio Williams, y muchos otros-, sino que se concentra en la produe~ cién de aquellos que fueron efectivamente sus discipulos on Rue de Sevres. Dos de ellos ~Jorge Ferrari Hardoy y Juan Kurchan- eran argentinos, el tercero ~Antonio Bonet~ provenia de Espaiia. Que la figura central del texto sea Le Corbusier ha determinado el perio- do de tiempo estudiado, Este se extiende desde sus primeros contactos con Sudamérica y el Rio de la Plata, hasta 1965. En rigor, su relacién con la Argentina fue més activa ¢ intensa entre los tiltimos aiios de la década de 1920 ~en tomo a su viaje a Buenos Aires en 1929-y 1948, afio del proyec- to para la casa Curutchet y de su frustrada contratacion para la redaccion definitiva del Plan de Buenos Aires. El trabajo se extiende hasta 1965 por- que, como veremos, a pesar de haber perdido sus expectativas de trabajo ea la Argentina Le Corbusier continué manteniendo vinculos con el pais, por distintos motives, hasta su muerte. De todos modos hemos concentrado nuestra atenci6n en el lapso de veinticineo afios entre 1929 y 1954, cuando Jos propictarios de la casa de La Plata comenzaron a habitarla, Las relaciones con sus disefpulos se habian interrumpido pocos afios atz4s, con motivo de los avarares de la puesta en marcha del Plan de Bue- nos Aires, en 1949. De manera que no nos ocuparemos de analizar la tota~ 18 Laced ansteat lidad de las obras y proyectos de Bonet, Ferrari y Kurchan, sino silo aqque- llas que fueron réalizadas hasta ese afio, deniro del periodo en que su relacién con Le Corbusier fue cordial y productive. La obra posterior de los tres arquitectoo reviste un gran interés, pero no es parte de este estudio. 38 No se encontrar en el libro una Iectura basada en la idea de “influen- cias”, o lo que es lo mismo, en una posicién que postula un centro domi- nanie en la construccién de Ja cultura arquitectonica moderna, La modemnidad es un momento que se caracteriza precisamente por la dis- persién de los micleos de elahoracién cultural que en las sociedades ta- dicionales estaban ligados de manera directa a la centralidad politica y econémica. La existencie de procesos de disputa por la hegemonia cul tural produce equilibrios momentaneos y constantes desplazamientos de los micleos de irradiacién., Pero ademas la expansin mundial del capitalismo determina que en el contacto entre distintas culturas se generen flujos en direcciones opuestas. Por otra parte, como lo advierte Raymond Williams, la formacién de las culturas metropolitanas moder- nistas consiste precisamente en el cruce violento que se produjo en las grandes capitales del imperio entre tradiciones locales y las numerosas componentes llegadas desde las periferias.! El propio Le Corbusier llega por primera vez a Paris como un joven inmigrante proveniente de un pequeiio pucblo de la provincia suiza, En este sentido, las relaciones entre culturas centrales y culturas periféricas parecen ser mucho mas, complejas que lo que postulan las historias con perspectiva noratlanti- covéntrica, pero también aquéllas inspiradas en ciertos “estudios posco- Ioniales”. Sirve como ejemplo en nuestro caso la intrincada construccion del mito dela importancia de la naturaleza en la ideologia corbusierana de comienzos de la década de 1930. Como podré verse més adelante, la idea de la “inmensidad de la pampa” es un topos cultural que se cons- truye en el ir y venir de las ideas artistieas durante la segunda mitad del siglo xIX y las primeras décadas del sigho Xx. Eh este sentido, para com- prender el tipo de relaciones que van a analizarse preferimos adoptar la mctéfora de la “sala de los espejos”, ese recinto en el que la mirada rebota y las figuras se multiplican hasta ol infinito. Se diré que no deja de haber una figura, y la observacién es atinada. Entre otras cosas, en * Vease Raymond Wiliams, Te Politics of Modernism: Against the New Conformists, Landes, Nueva York, Verso, 1989, 19 Jonge Franeieo Liemaur con Pablo Pachepluncs ol libro analizamos los avatares de un maestro franco-suizo en la Argeu- tina y no la de un prominente artista argentino en Francia. Pero debe- mos insistir en que. puesto de otro modo, nuestras historias articulan las peripecias del hijo de un artesano relojero de un puchlo de los Alpes en Buenos Aires, con las de un joven burgués de Barcelona. y otros das hijos de inmigrantes curopeos. La de la Argentina es uma historia pleua de estas idas y venidas. emblematizada en su héroe miximo. el general José de San Martin quien, salvo en su infaneia y en los pacos aiios que curs a campaiia por la Independencia, vivié én Espaita y Francia, donde tunis en Boulogne Suv Mer. EI libro es el producto de un trabajo en estrecha colaboracién entve sus autores, Aunque nos dividimos la redaccién de los capitulos, las ideas generales y las estructuras que los definen fueron discutidas por ambos previa y posteriormente a su escritura inicial. Por este motivo hemos deci- dlido no firmar cada uno separadamente, aunge podemos indicar aqui que Ia introduccién, los capitulos {, Il, Ill, IV, VIL, IX, X. XL y XIIL y el epilogo fueron escritos originalmente por Forge F. Liernur, mientras que Pablo Pschepiurca se ocupé principalmente de los capitulos V, Vi y XT El capitulo VHT fue escrito en conjunto. Liernur se ocupé asimismo de la secscritura y homogeneizacién de Ia toralidad del material La investigacidn comenz6 hace treinta y des aiios, poco tiempo después de la creaciin de la Fundacién Le Corbusier en Paris, cuando uno de nosotes —Licmmur-, quien a la sazén vivia en Rema, decidié comenzar a relevar y analizar en la Fundacién la documentacién referida a América Latina y en particular a la Argentina Pasaron varios aios hasta que, durante una visita a Buenos Aires en 1981, Manfredo Tafuri, quien consideraba dé gran importancia el episo- «tio sioplatense en la produccién de Le Corbusier, nos estimulé para pro- fandizar ef trabajo. Fue entonces cuando Pablo Pschepiurca obtuvo de los herederos de Jorge Ferrari Hardoy la autorizacién para acceder al archiva del arquitec= 10, que se revelé como un extraordinario repositorio documental, final- mente donado por sus propietarios a la Graduate School of Design de la Universidad de Harvard, En 1987. con motivo del cenvenario del nacimiento de Le Corbusier: redactamos la primera versi6n, reducida en ese momento, de las ideas que enel libro se desarrollan, publicada en la revista Summe de Buenos Aires, 20 La sod svat y nds tarde en ta recopilacién de ensayos «que bajo el titulo Le Corbusier en Suclanérica vealiz6 Fernando Pérez Oyarztin en Santiago de Chile. De Jorge Silvetti recibimos en 1995 el atime impulso para completar Ja investigacion. Al conocer el Archivo Jorge Ferrari Hardoy (alFH) y el estado de desarrollo de nuestro trahajo, Silvetti realiz6 las gestiones para integrar el archivo a las colecciones especiales de la Loeb Library. y nos inst6 a cerrar I 5 en Ja forma de este fibro. Fue entonves cuando decidimos desarrollar la estructura que aqui presentamos ¥ completar la investigacién. Hemos organizado el texto de manera eronolégica watando de compren- der la produceién més importante de los protagonistas. De todas mans ras, en todos los casos prestamos atencién a las circunstancias que diexon lugar a esa produccién. Ei primer capitulo consiste en un andlisis de la ciudad de Buenos Aires, de sus tendencias de crecimiento, de los proyee- tos de control y de las instituciones y personas que aportaron ideas y pro- puestas en este sentido. Su lectura servird para comprender los variados precedentes que inspiraron las ideas de Le Corbusier. En este contexto se analizan también las instituciones y personas que contvibuyeron a su visi- ta, En el segundo capitulo tratames de observar las causas que lo impul- saron a emprender el viaje al Rio de Ja Plata en 1929, en el contexto del debate internacional sobre la venovacién de la arquitectura y el urbanis- mo. Los acontecimientos durante la estadia, las propuestas para la ciu- dad, los bocetos, proyectos y relaciones son el objeto del capitulo tercero, que procura aportar al conocimiento de la recepei6n de sus ideas y de la génesis de sus proyectos en Buenos Aires. Dedicamos todo el capitulo siguiente al andlisis de uno de los productos mas importantes generados por el viaje, su libro Precisiones, con el objeto de valorar su rolen la publi- cistica de Le Corbusier. Para una més precisa apreciacién del Plan de Bue- nos Aires, nos parecié neresario estudiar y presentar los cambios en las ideologies y acciones uxbanisticas operadas en le década de 1930 en Bue- nos Aires, como consecuencia, entre otros motives, de los efectos locales de Ia crisis de 1929: éste es el contenido del capitulo quinto. El sexto consi te en um anélisis detallade del proceso de claboracion y de las earacters sicas del Plan que se proyecté en Rue de Sévres en 1937, probablemente Ja pieza més trascendente que Le Corbusier concibi6 en el marco que se analiza en ¢l libro. A su regreso a Buenos Aires, los jOvenes colaboradores de Le Corbusier fundaron el grupo Austral, 1m episodio al que dedicamos 24 Jorge Francisca Liemur con Pablo Pecbopiurea al capitulo séptimo, por entenderlo un momento clave en la reorganiza- cién del debate local de las vanguardias en torno a los nuevos temas que como el psicoandlisis, contribufan a la transformacién de las propuestas modernistas en la vispera de la Segunda Guerra Mundial. Los dos capi- tulos siguientes analizan las principales obras y proyectos procucidos por los integrantes del grupo, demostranclo su ereativided y su importante grado de autonomia en relacién con el Maestro suizo, A continuacién, los capitulos décimo y undécimo presentan Jas dos iniciativas urbanisticas nada importantes en las que intervinieron los jévenes disefpulos: los planes de reordenamiento ferxoviario de la ciudad de Mendoza y de reconstruc cién de la ciudad de San Juan. Como hemos anticipado, con la constitu: cién del Estudio del Plan de Buenos Aires en 1948 mediante la incorpo racién de Bonet, Ferrari Hardoy y Kurchan a la Municipalidad de la Ciudad, las expectativas de realizacién de las ideas de 1937 Megaron a un grado maximo de intensidad, equivalente a la desilusién que siguié al fra~ caso de la operacién. El episodio se analiza en el pemiltimo capitulo, que~ dando para el final le deseripcién y el anslisis del proceso de proyecto y canstruccién de la casa para el doctor Curutchet. El ibro coneluye con wa epilogo en el que presentamos los iiltimos contactos significativos de Le Corbusier con la cultura argentina, envueltos, como se veré, en una luz nielancéllica y erepuscular. 6 El primer punto para considerar en lo que hace a los contenidos del libro es el de la consistencia teérica del tema. Cabe formularse la pre- gunta acerca de la existoncia de un problema llamado “Obras y proyec- tos de XX y sus discipulos en YY”, 0 lo que es lo mismo, acerea de la entidad de un tal objeto de estudio, més all del evidente interés docu- mental. Dicho de otro modo: en que medida‘es productivo el estudio de las relaciones entre un artista y un determinado campo social y cultural al que éste es ajeno? Por supuesto que no teniamos una respuesta a esa pregunta cuando comenzamos nuestzo trabajo; ni siquiera teniamos la pregunta. Sin embargo, al momento de decidir concluirlo podsfamos contestar de manera afirmativa. Creemos que la productividad de este tipo de estudio co basa precisa- mente en Ia serie de acontecimientos que provoca en el campo de analisis 1a introducciéa del artista objeto del estudio. Esos acontecimientos pue- den asimilarse a una suerte de transformacién quimica que sobreviene a 22, Ja ed auswal Ja introduccién de un reactivo en una sustancia dada y de por sf inerte, Es evidente que el “reactvo” tene que ser Jo suficentemente poderoco ‘omo para que las consecuencias de su introduccién sean mensurables, en puesto, pareciera que més rica puede resultar la observacidn en la medi- da en que mas complejo se el melo oon cl que el artsta se encuentra. y més profunda su iamersion en él De este modo, Jo interesaite es que las comsecnencias de I pueden medirse en ambas componentes, vale decir en la sustancia/cam- po cultural y en el reactivo/artista, con lo que pareciera necesario aban- donar por obsoleto el coneepto de “influencia” ~incluso si fuese amplia- daen ambas direcciones~ para reemplazarlo por el de “transformacién’ Cuando se piensa en influencia, se considera o bien que se trata de un movimiento unidieccional por el que una de las componentes perma nece intacta, 0 bien que, siendo el movimiento en ambas direcciones, betta ees ec eect atributos. La idea de transformacién supone que en el cruce de ambas sustancias se producen intoreambios, pero también desapariciones bruscas y apariciones inexis~ entes previamente. ‘Bn eleeto, como podé observaree on cl libro, la “suetancia” local fue muchas veces inerte ante el “reactivo” Le Corbusier, mientras que en cit- cunstancias distintas sus ideas suscitaron desde rechazos virulentos hasta, adhesiones misticas. Pero, ademés, las personas mas vinculadas con él y con sus ideas dieron lugar a procesos creativos que si en ocasiones las repitieron como férmulas, en otras se sirvieron de ellas para dar lugar a procesos auténomos que, en el extremo, condujeron incluso a una ruptu- ra violenta. En el lado del reactivo Le Corbusier los procesos no fueron menos com- plejos. También él fue por momentos inerte en relaci6n con la realidad en la que debja incluir sus creaciones. Pero esa inercia bien ejemplificada por el proyecto para Vietoria Ocampo no se prolongs demasiado. ¥ no sélo porque fue sensible a le “naturaleza” -un mito que sera analizado con més detalle-, ni tampoco porque supo “adaptarse” a las condiciones politicas, econémicas y culturales a las que debia responder. Asi como sus ideas urbanas no fueron las mismas después de su contacto con las ciuda- des de la regién, tampoco fueron las mismas sus ideas de arquitectura Iue- go del proyecto de la casa Curutchet. 0 al menos debe reconocerse que esas ideas experimentaron en el proyecto de le casa en un pequefio lote de damero un salto sustantivo. Bee Consideracién que nos imtroduce en un segundo punco de interés que sur ge de este estudio y se refiere al presunto “radicalismo” de Le Corbusier. 23 Jonge France Lietor com Pablo Pochepians Ex el campo internacional. la contradictoria compasicién -1mas veces vanguardista”. otras “negociadora”~ de la (las?) ideologia o la perso- nalidad corbusierana ya ha sido suficientemente demostrada en la abun~ dante bibliografia sobre su figura producida en las vilrimas déeadas. Sele ‘yo excepciones, los trabajos sobre sus actividacles ex América Latina han tendido a mostrarlo, en cambio. como un “vanguardista” entocentrado ¥ obsesionado por hacer tabla rasa del munda real. En este sentido, este libro no aporta respecto de los primeros una inmovacién sino Is confirme- cid de esa nnuttifacéties composieién. Por este mismo motivo, respecto ue los segundos, la figura que surge de nuestro estuclio 10 puede ser abar- eada con las pinceladas gruesas de la intransigencia. Eni el caso de la Argentina, Ia idea de un Le Gorbusier “radical” (par- tidario de Ja tabla rasa) se fue instalando como cousecuencia de incom prensiones, desconocimientos y conveniencias. Los discfpulos (Ferrari. Kurchan, Bonet) y otros seguidores (Vivanco Williams) fueron los més involucrados en la construccién de esta ima- gon. Esto puede deberse a varios motivos. En primer higas, al hecho de «que el contacto directo de los primeros con el Maestro se produjo siete aiios después de la visita a Buenos Aires, cuando para Le Corbusier todavia estaban vigentes las impresiones recibidas en aquelle ocasion Como podré verse, a pesar de que su actitud se hizo més conservadora con él tiempo, su imagen quedé fijada en las formulas rigidas de la Car- ta de Atenas y, en general, en sus postulados de comienzos de la década de 1930, cuando tedavia no habia enfrentado encargos para planes de intervencién en ciudades existentes. Por otra parte, el “corbusianismo™ de esos jévenes surgié como oposicién a une arquitectura modemnista que en Ia Argentina habia axvionlado muchas opiniones y tendencias del debate de las primeras décadas del siglo. Presentado como auténtica verdad modernista, el Le Corbusier radical de los jévenes servia para criticar la produccién de la generacién precedente, a la que acusaban de sonbiguos compromisos con la arquitectara teadicional y de ineompren- sion de Ja doctrina moderna. La historiogvafia de la década de 1960 agregé a esa primera definicién {a idea de un Le Corbusier padre de la arquitectara modema azgentina, incomprendido profeta que habria inaugurado en Buenos Aires el “Movi miento Moderno” durante su visita de 1929, dlehiendo esperar hasta fina- les de la década de 1930 para que su siembra de una década antexior dic- 13 frutos, Ademés de repetir la versién de las discipulos dizectos, esta idea postulaba que la cultura arquitecténica modemnista no era producto de factores locales ligados a un estado de debate internacional, sino el resul- tado de una influencia externa, Subyacia aqui una critica a la formacién 24 coondmica y social que construyé Ia Argentina del siglo xx siguiendo wm jinsuficiente y deformado modelo de modernizacién, ineapaz, por sf mismo de dar lugar a expresiones culturales con um reélativo grado de particule- tidad. Una posieién muy comprensible en el clins cultura) de ta década de 1960, que en la década siguiente experimentarfa uma nueva inflexién, Pero esta vez poniendo de cabeza la interpretacién anterior: cl Le fnsier radical de la década de 1970, tipico representante de una v7 extranjera, incapaz por st propia condicién de comprender los “verdade- ros valores” de la cultura focal. Por eso mismo sus planes para la ciudad hhabxian sida delinios megelémanos. tipicos de um artista modemo euro- peo secundado por un grupo de jévenes desconectades de las verdaderas necesidades y posibilidades de su pais, Ni hablar de la casa construida en La Plata, un objeto caprichoso generado en tm atelier parisino ¥ en cone secuencia absolutamente desligado de su contexto. E] Le Corbusier de la década de 1980 ya no aparecerfa demasiado vin- calado a contextos econdmicos o politieas. Eu estos altos el interés por su actuacién se concenté en los valores plasticos de la casa de La Plata, en consonanicia con algunas de las principales lineas de anélisis contempo- rineas, Hubo trabajos en los que era inocultable el interés por las lecturas purovisibilistas de la obra corbusierana, realizadas por Colin Rowe; y ‘otros en Jos que la preocupacién por el valor de la casa como tipo respon- dia 2 la atraccién generada por la obra de Aldo Rossi Si bien es cierto que Arquitecturas Bis dio a conocer ev. ta década de 1980 un valiozo repartaje realizado al anciano promotor de la obra, debié esperarse hasta entrada la década de 1990 para que se publicara por pri- mera vez un trabajo exhaustive y documentado sobre la casa. En el ambito latinoamericano. al que aqui no podemos dejar de hacer referencia, el estudio de las relaciones con Le Corbusier ha tenido regis- twos de interés diverso. La publicacién mas importante y més difundida fue una coleccién de ensayos que refieren a los episaclios relativos a los distintos paises de Ia regién: Argentina, Chile, Colombia y Brasil, con la notable susencia de trabajos sobre el Uruguay. Buena parte de los traba- jos alli publicados lo habjan sido previamente en sus tespectivos paises. En Colombia y Brasil se publicaron libros monograficos. El episodio bra- silefio cuenta con tres volvimenes: uno autobiografico, preparado por Pio- tro Maria Bardi, con documentos y recuerdos de su relacién personal con el Maestro; otro, colectivo, que describe de manera mimuciosa los docu- mentos de la Fundacién Le Corbusier referidos al tema; y ¢l tereero, con- centrado sobre el episodio del Ministerio de Educacidn, con documenta- cidn local y un andilisis evitico del tema. 25 Jorge Francisco Liemue con Pablo Peehepiarca En relacién con los trabajos referidos a la Argentina, podemos decir que en general se trata o bien de visiones celebratorias de ex diseipuloa, 0 de presentaciones documentales acriticas. Una vision del Le Corbusier radical y en cierto modo “imperial” se encuentra entre los anélisis colom- bianos; excepeionalmente ~como el anélisis del proyecto para la Embaja- da de Francia en Brasilia se presentan estudios morfologicos. LLa tesis doctoral de Carlos Martins sobre el episodio brasilefio aporta una de las construcciones mas complejas y bien documentadas, y en el mismo pais la Iectura de Carlos Eduardo Diaz Comas ha permitido una mds ajustada comprensién de la diferencia entre el Maestro y sus discipu- los locales, especialmente Lucio Costa, Nuestra investigacién destaca doblemente el rol de los discfpulos acgea~ tinos. En relacién con las posiciones de Le Corbusier, éstos parecen haber- se colocado a su izquierda, sosteniendo posiciones més intransigentes y “vanguardistas”. Y no sdlo cuando se procuré hacer realidad cl plan de Buenos Aires. Si bien el grupo disté de ser homogéneo, su vanguardismo podrd verse también en sus formas de relacionarse con la sociedad y en sus posiciones politicas. Incluso en el caso de la posicién de los colabora- dores de Le Corbusier en el proceso de construecién de la casa de La Pla- ta, pode comprobarse que la comprensién del proyecto como un objeto modernista ~absoluto y autorreferente~ condujo a desajustes notables en el resultado final, Pero inas alla de su posicién relativa respecto del Maestro, el grupo jugé un papel que no ha sido snficientemente destacado en el Ambito de Ja cultura arquitecténica argentina, y que ha sido casi totalmente ignora- do a escala regional e internacional. En la construceién de la historia de la arquitectura del siglo XX en la Argentina, Ia accién de Austral ha sida reducida al recortarla para mal o para bien contra la figura de Le Corbu- sier, Vista de este modo, y ademés de ser blanco de las acusaciones ya mencionadas, su produccién ha tendido a ser valorada como derivada y de éxitos en cierto modo casuales o esporddicos. La investigacién muestra ‘en cambio que, a pesar de su juventud y swvanguardismo, los proyectos y las obras fueron producto de un notable compromiso y de una extraox- dinaria dedicacién y constancia. En el marco de un creciente neoconser- vadurismo en las posiciones de los arquitectos modernistas locales, la accién del grupo era perfectamente consciente del tipo de biisqueda inte- lectual en la que se encontraba embareada; en los primeros afios de la década de 1940 puede decirse que la suya era una posicién tinica y aisla- da, y por eso mismo de extraordinario valor. Pero esta posicién era también aislada a nivel internacional. En e503 mismos aiios, en medio de la Segunda Guerra Mundial, liquidados los 26 Lard sustal niicleos modernistas italianos, rusos y espaiioles, y después de los distin. tos “rappels & Vordre” experimentados en los principales paises de Occi- dente, Austral era uno de los pocos grupos activos de “vanguardia®. Y decimos “activos” y no “sobrevivientes”, porque esto iltimo supondria reducir sus ideas © principios ya superados mientras que, como podré comprobarse, sus posiciones estaban en pleno, relativamente autonome y avanzado, proceso de desarrollo. Es mas, si ya como piezas aisladas los ateliors de 1938 o la casa de Virrey del Pino podrian ser consideradas obras anticipatorias, como producto de un grapo deberfan ser abjeto de tuna valoracién realmente excepcional. Es probable que la arquitectura de Austral haya sido ignorada no solamente por causa del extraio arbitrio del destino. Cuando la arqui- tectura brasilefia salté a la fama internacional, como una bienvenida ola de una “autenticidad”, autonomia y “frescura” que se pensaban tipica- mente letinoamericanas, la principal preocupacion del frente occidental era Ja guerra. Y en esa guerra, mientras que Brasil habia aceptado cons- titnirse en el principal aliado Sudamericano, la Argentina “neutral” tor- miné colocada en el lugar de los enemigos, como solapado soporte del nazifascismo en el Atlantico Sur. En este contexto, mientras Hollywood y los circulos culturales vinculados al Departamento de Estado contri buian fervorosamente a la construccién del mito tropicalista, y més tar- de al de la “escuela mexicana de arquitectura”, es comprensible que ~nés allé de los méritos especificos de la arquitectura en Brasil o Mexi- cola “ria”, “fascista” y “lejana” produccién del extremo sur del con- tinente haya terminado desvalorizada por los niicleos hegeménicos del debate internacional. Este tiltimo punto nos conduce a otro de los asuntos en que la investi- gacién revelé ~al menos para sus autores comportamientos inesperados. Nos referimos a la relacién entre arquitectura y politica. Hemos explicado por qué consideramos importante este punto, algo que confirmamos al avanzar en el andlisis, No s6lo porque, como esperamos comprobar en el texto, establecer con precisién el programa de las obras como parte de redes de poder ilumina incluso el propio contenido simbélico y el valor eatético de lac mismas, sino también porque, en sentido contrario, cree- mos que ~a Ia manera de! “reactivo” que antes mencionamos~ el estudio de proyectos y obras aporta a un conocimiento més ajustado de las redes y el comportamiento del poder. Y no siempre confirmando lo’ presupues- tos. Programas “progresistas” en el plano politico general se tornan “con- servadores” en el plano de las politicas urbanas, como ocurre en el-caso de los primeros planes para Buenos Aires. Programas “conservadores” como en el caso de Mendoza~ promueven acciones aparentemente “pro- 27 Jorge Fraucisoo Liernut con Poblo Meeps gresistas”, Y para agregar complicaciones. en el caso de Ia gestién del periodo peronista (cl paradigma de los “nazifascistas” segin el Departa~ mento de Estado), las posiciones frente a la cuestién de la arquitectuva ¥ Ja ciudad varian a veces con el andar de semanas. coexistiendo can fre~ cuencia numerosas tendencias opuestas. En este sentido. creemos que ouestra itivestigacién confirma los andlisis ya avanzades por los icabajos de Analii Ballent sobre el perfodo, Cuestién mas que importante, porque en la eseena que trataremos de slescribir veremos el accionar no convergente de nmerosos actores: pot cmperar. una gran figura intelectual que cambia a lo largo de los cua~ rent aos que dura nuestro periodo, y que ademas salvo por el espacio sle fos dos meses que duré su estadia en Ja Angentins— participa de manera indirecta en los sucesos que to involucran; con decreciente deperdencix de los movinientos de esa gran fignra nimeroses actores locales trezatnan los suyos, diferentes entre si y no necesariamente coinci~ Uentes con los del Maestro; y por dltimo, los desplazamientos y cambios on los juegos del poder en sus registros nacional y local. Una altima ¢ ineludible reflexién se refiere al efecto de largo plazo de los episodios que se analizan en el libro. A mediados de 1995 el presiden- te de la Replica Argentina propuso desplazar el actual aeroparque ynetropolitano a una isla artificial ubicada en el Rio de la Plata, proyecto sobre el que se sigue insistiendo para la fecha de conchusién de este texto Pocos meses después, el gobernador de la Provincia de Buenus Aires sus- ‘tuyo que era mnds conveniente construir Ia nueva terminal aécea en. terre nos de Ja costa, al str de Avellaneda, un suburbio def drea metopolitana, Le Corbusier habja anticipado la solucién del presidente en 1929, y en 1938 la del gobemador: jclarividencia?, zinspiracién?, zeasualidad? Ante las acusaciones de utopistas y vanguardistas revibidas por las pro- puestas cotbusieranas para Buenos Aires, la coincidencia es poderosamen- te llamativa. ¥ mucho més teniendo en cuenta que la del aeropuerto no es ln tines resonanicia de sus ideas en la posterior evelucién de fa ciudad. Por ejemplo: si bien algo desplazados hacia el norte, los rascacielos de su “Cité des Affaires” sobre el rio se construyeron en el distrito especial de Catalinas Norte y més tarde en la urbanizacién de Puerto Madero; la Ciudad Univer sitaria ocupa el lugar que tenia en el Plan de 1938; Ia avenida Norte-Sur fue completada entre las dos principales terminales ferroviarias; una torre de cristal amplié hacia uno de sus lados el edificio del Congreso Nacional; na xed de autopistas comenzé a ser construicla en coincidencia con la suya: cen terrenos fiscales se constrayé en La Boca un barrio prototipico de vivien- «las populares: y la ciudad que él conocis en 1929 fue en su mayor parte clemolida. mientras que en el érea central y en algunos barrios residenciales 28 red avstral fue siendo reemplazada por edificios de perfmetro libre construicos en terrenos unificados. Luego de estudiar detalladamente los distintas aspectos de las velacio- nes entve Le Corbusier y la Argentina parece excesivamente reductive arribuir estas eoincidencias a su “inspiracién genial” 0 a la adhesién incondicional de sus seguidores a sus principios. El suyo parece haber sido mas bien un complejo y a veces cambiante acercamiento, basaclo en ns petcepeiones directas. pero también en el conocimiento de otros ester- tlios. en el andlisis de diferentes datos. y en la opinién y sugerencias de quienes €l consideraha observadores privilegiados de la realidad politica social y urbana de Buenos Aires. En este sentido, las coincidencias del Han atribuirse no tanto a su capacidad de sithita rupture, sino a su apti- tad para articular tradiciones y tendencias en la coordenada del tiempo. Dicho esto en relacién con sus ideas para la ciudad de Buenos Aires, en cuanto a la fertilidad de sus postulados arquitecténicos el halance no parece menos fructifero. A manera de resumen podemos decir que se dis- Tinguen tres grupos de obras concebidas de acuerdo con esos postulados, primero, conformado por los proyectos y construcciones realizados por as diseipullos directos sera, como dijimos, objeto de este libro. Ell segundo est integrado por los trabajos posteriores que trasladaron, més o menos literalmente y con distinto éxito, sus propuestas y vocabulario plastico; en el tercero se incluyen aquellas obras que, partiendo de un fuerte compro- niso con sus ideas, se desarrollaron en lineas creativas auténomas. Dejando de lado la imumerable cantidad de trabajos menores de esca- sao nula calidad que copian total o parcielmente el universo formal cor- busierano, el segundo grupo esta integrado por producciones de gran valor, de las que se destacan los edificios para l correo estatal -y espe- cialmente la sede de Buenos Aires~ proyectados por el equipo de jévenes arquitectas liderado por Francisco Rossi; una parte de la obra temprana el estudio Sénchez, Elia, Peralta Ramos, Agostini, y en particular la Municipalidad de Cordoba y el edificio central de la empresa estatal de teléfonos; los primeros trabajos de Clorindo Testa ~de los que el Centro Civico de La Pampa es el mas representative y en la década de 1960 algunas obras de Mario Soto y Raxil Rivarola como la eseuela en Cordoba y la municipalidad de Misiones. Como ¢s obvio el torcer grupo es el menos nutride, pero en é debe incluirse la obra posterior de Clorindo Testa, desde el Banco de Londres y América del Sur hasta su produccién reciente; ciertos edificios de finales de la década de 1950 -la iglesia de Nuestra Sefiora de Fétima en particu- lar, de los arquitectos Caveri y Ellis~; algunos trabajos de Juan Molinos “como el edifieio de viviendas de M. T. de Alvear y Talcalmane-; y toda 29 Jorge Francisco Lier com Pablo Pachepiuces la obra de Amancio Williams, auténoma y exquisitamente singular pero gular ps inspirada y devota de las creaciones de su maestro. Los dos repositorios principales de documentacién que empleamos fueron la Fundacion Le Corbusier y el Archivo Ferrari Hardoy, pero a éstos deben stumarse numerosos aportes acumulados a lo largo de los muchos afios que duré la investigacién. Por empezar, otros archives como el de Victoria Ocampo, a de arquitectos como los de Amancio Williams, Alejan- dro Bustillo, Mauricio Cravotto, Antonio Bonet (a través de Fernando Alvarez) y Exnesto Vautier (a través de Juan Molina y Vedia); pero tam- bién numerosos testimonios personales y entrevistas, entre los que desta- camos los de las hijas del doctor Curutchet, su ex enfermera la seiiora Maria Luisa Wanner, el sefior Saraillet, Enio Iommi, Guillermo Borda, Guide Di Tella, Samuel Oliver, Carlos Méndez Mosquera, Gabriel Mamer- tino, Pablo Lacoste y Clorindo Testa. Las fuentes docusnentales primarias oficiales en la Argentina son esca~ sas y suelen estar no catalogadas, a pesar de lo cual han sido valiosos los materiales obtenidos en la Direocién de Catastro de La Plata y en la inten- dencia de la ciudad de Mendoza. Fuera de Argentina hemos consultado también el archivo CIAM en el Politéenico de Ziitich y la coleccién Curutchet de la Francis Loeb Library de la Universidad de Harvard. Solo de manera epistolar consultamos también la biblioteca de La Chaux-de-Fonds, Las bibliotecas Nacional, del Congreso Nacional, Nacional de Maes- tros, de la Sociedad Central de Arquitectos, del ex Concejo Deliberante de Ja Giudad de Buenos Aires, de la Universidad Toreuato Di Tella, de la Facultad de Arquitectura, Disefio y Urbanismo de la Universidad de Bue~ nos Aires, del Museo Mitre, “San Martin” de Mendoza, en la Argentina, y a Avery Library de la Universidad de Columbia, la Francis Loeb Library dle la Universidad de Harvard, la del Museo Social de Paris y Ia del Insti~ tuto IberoAmericano de Berlin, han sido les prineipales fondos bioblio- gaficos consultados. Son muchas las personas ¢ instituciones a las que debemos nuestro agradecimiento; las principales son Jorge Silvetti, cuyo entusiasmo y apo- yo nos permitieron Ilegar con el proyecto hasta este punto: Lala Méndez Mosquera, quien nos impuls6 a escribir y publicar nuestro primer trabajo; Martha Levisman y Anahi Ballent, quienes nos ayudaron con motivo de la exposicién que sobre el tema preparamos junto con la Ecole Politech- 30 Ln ved ousted nique Federal de Lausanne en la Fundacién San Telmo, actualmente ins- talada de manera permanente en la Facultad de Arquitectura de! Ja Uni- Yersidad de Buenos Aires; Fernando Pérez Oyarztin, quien albergé una de jas primeras versiones de nuestro trabajo en el libro por él compilado sobre Le Corbusier en América Latina; Ernesto Katzenstein, in memo- riam, cuya generosidad intelectual nos nutrié de informacién e imnume- rables ideas; Ainahi Ballent, Beatriz Sarlo, Graciela Silvestri, Adrian Gore- ik, Fernando Aliata, Alejandro Grispiani y Claudia Shmidt. quienes leyeron en parte los trabajos y nos aportaron numerosas observaciones de valor; Gustavo Vallejo, quien nos facilité una gran ayuda en los estudios referentes a la casa Curutchet, y Florencia Rausch, quien prepar6 las bio- grafias; Magdalena Garcia, bibliotecaria de la Sociedad Central de Arqui- tectos, y Ana Maria Lange, bibliotecaria del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas “Mario J. Buschiazzo”. Parcialmente, las ideas presentadas en el libro fueron discutidas en numerosas oportunidades como: los seminarios del Instituto de Arte ‘Americano ¢ Investigaciones Estéticas “Mario J. Buschiazzo” de la Uni- versidad de Buenos Aires; el Congreso Anual (Guadalajaraa, 1997) de la Latin Américan Studies Association; la Conferencia Internacional “The New Inside the New. Latin American Architecture and Urbanism and The Crisis of International Style”, organizada en 1996 por la Gra- duate School of Design de la Universidad de Harvard; el taller anual de Ja Fundacién Le Corbusier (“Rencontres”, 1996, La Plata) dedicado en esa oportunidad a “Le Corbusier y América Latina”; el Programa de Historia Intelectual de la Universidad Nacional de Quilmes: la primera reunién de pocomMomo Tbérico (Zaragoza, 1997); el departamento de arquitectura del Massachussets Institute of Technology por invitacion del profesor Stanford Anderson (1998); el Programa de Doctorado del Politécnico de Turin (2006). Bimba Bonardo acompaiio este proyecto desde sus inicios con su aliento y su permanente colaboracién, lo que requiere un reconocimien- ‘to muy especial. Por dltimo, nuestra gratitud por el afecto y la compren- sién de nuestras familias, porque sin ello no habriamos contado con las energias necesarias para transitar y concluir el largo camino que nos trajo a esta obra. a1

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