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INSTRUCCION AL PUEBLO sobre los Mandamientos y Sacramentos Edicién de 1844 Tee Vite Mm yslat Me (Mee lye) Este libro es gratuito, de dominio publico. Se edité hace mas de 100 afos y carece de derechos de autor. KKK KK Esta imagen de la portada esta en dominio publico, por deseo expreso del autor, que permite su uso para fines personales y comerciales, ademas de la creacion de obras adaptadas a partir de la imagen original. Origen: https.//pixabay.com/es/iglesia-panorama-por -carretera-2696608/ keke Si usted, lector, propaga este libro, podra hacer mucho bien a las almas, colaborando en su salvacién y santificacion, premiandoselo Dios abundantemente. KKEKK Este libro debe visualizarse al 100% de zoom Puede descargar mas libros como éste aqui: https://www.mediatire.com/folder/rax8as9udjso8 (Nota del autor de este archivo PDF) Ruego a usted, amable lector, que pida mucho a Dios por mi. Yo también lo haré por usted. Muchas gracias. Este libro también puede imprimirse INSTRUCCION AL PUEBLO Sobre los Mandamientos y Sacramentos i San Alfonso Maria de Ligorio ceceeeerececceeereccecercerece INSTRUCCION AL PUEBLO SOBRE LOS MANDAMIENTOS Y SACRAMENTOS . POR S. ALFONSO LIGUORI; por D. Joaquin Roca v Cornet, Refactor del antiguo periddico LA RELIGION. Segunda Edicion. ma CON LICENCIA. BARCBLONA, A. PONS ¥ C.*, LIBREROS-EDITONES, Calle de Copons, n.° 2, 1844, Al lector. .. {NDICE. Advertencias para el catequista. . 1 + + + + Introduccion prdctica, . Cap. iv] qanpnenn & cenemememne PARTE PRIMERA. DE LOS PRECEPTOS DEL DECALOGO. 1. Del primer precepto. . 2... +5 1. De la Fe... . U, De la Esperanza... +. es m. Dela Caridad... .. eo 1v. De la oracton 6 siplica. ... . - v. De ia caridad hdcia el prdjimo. . « _ vt, De ia Religion, 2. 0 ee ee n. Del segundo precepto. . . 1 0s « 1, Dela blasfemia... 2.2 ee eee u. Del juramento. 2.6 0 eee m. Del voto... , Cap, m. Del tercer preceplo. . 2... + . §. 1. De la obligacion de abstenerse de las obras serviles. 2... 2 ee eee §. u. De la obligacion de asistir d la san- ta misa, y se habla despues del ayuno eclesidstico. ». 6-4 6 6 Cap. 1v. Del cuarto preceplo. ... 2. . + §. 1. De las obligaciones de los hijos hdcia dos padres... eee eee 98 107 td. §. m. De las obligaciones de los padres ha- cia los hijos, . . .. ae pare un padre de familias. §. nt. las obligaciones de los amos, crindos y esposos. . . . 6 2 + + Car. v. Del quinto precepio....... » Cap. vi. Del sexto precepto. . .. 0a ae Remedios contra las tentaciones impuras. Cap. vu. Del séptimo precepto. . §. 1. Delhurto,. . 1. ee ee eee §. mu. De la restitucion. 2. 6 ee ee Car. vit. Del octavo preceplo. . 2. 2 + + PARTE SEGUNDA. DE LOS SANTOS SACRAMENTOS, eee ee Cap. 1. De los sacramentos en general. Cap, nt. Del sacramento del Bautismo. . Cap. in. Del sacramento dela Comrie. Cap, iv. Del sacramento de la Eucaristia, Cae. v. Del sacramento de la Penitencia. - 1. Del exdmen de conciencia, .. 4. « .m. Deldolor,. 2... eee owas Beth Det proptelldes: « «6 sv vee: « §. 1v. Dela confesion. ... . Sec. 1." La confesion debe ser integra. Sec. 2.° Debe ser humilde. Sec. 3.2 Debe ser sincera. . sae §. v. De la penitencia que impone el con- fesor, 2... wees Car. vi. De la Estrema-Uncion , det Orden sagrado , y del Matrimonio... . Ejemplos funestos para los que hacen con- festones sacrilegas, . 1. 1 + a 417 - 424 - 428 152 435y AAT 457 id, 467 173 » » 185 - A8T 190 194 200 204 205 a8 . 235 . 226 254 . 256 - 240 946 AL BBGHOR. La Instruccion al pueblo sobre los pre- ceptos del Decalogo, para que preem observarse como se debe, y sobre los Sacramentos, para que puedan recibirse como corresponde, no es uno de aque- llos libritos ascéticos y de mera devocion ue, conmas 6 menos fruto, con mayor O menor uncion, tienen por objeto el servir de pasto espiritual 4 las almas iadosas; sino que es un libro utilisimo, indispensable en cierto modo 4 las dos clases de personas que forman toda la y cristiana, 4 sacerdotes y aseglares, a catequistas y 4 catecumenos, 4 ins- tructores y 4 instruidos, 4 confesores y oe a penitentes, 4 predicadores y 4 fieles. Es una obrita que, atendido su obje- to, dificilmente puede ser suplida por otra alguna; es un verdadero tratado de teologia moral al alcance del pueblo, que abraza todos los estados y condiciones dela sociedad, desde el mas humilde hasta el mas elevado; desenvolviendo con admirable sencillez, método y cla- ridad nuestros deberes y nuestras faltas dellossegun los mandamientos de la di- vina ley; dando una ideano menos cla ra y precisa de los canales ee los que se nos comunica la gracia de Dios, que son los Sacramentos, y esplicando con mayor estension todo lo que debemos practicar para recibir dignamente el Sa- cramento de la Penitencia, que en es- presion de 8. Gerénimo, es para noso- tros la tabla despues del naufragio. Este luminoso librito contiene pues lo masin- teresante de la doctrina cristiana con respecto 4 nuestra conducta, asi para conservarnos en gracia de Dios, como para conocer en lo que le hemos ofendi- do cuando nos acerquemos al sacramen- to de la reconciliacion. Aun mas; la parte doctrinal se halla —9— comprobada y amenizada no solo con textos de la Escritura, santos Padres y doctos escritores, sino con frecuentes y variados ejemplos de casos y sucesos cu- riosos , analogos al punto de que se tra- ta, soltaindose al mismo tiempo con notable oportunidad todas las objecio- nes que pudieran ocurrir 4 nuestra fla- ueza 6 relajacion, para impugnar mas oO menos directamente las doctrinas 6 maximas decididas ya por la Iglesia. E] espiritu de esta obra es verdade- ramente evangélico : su moral es dulce y suave como el yugo del Sefior, sin caer en los estremos igualmente viciosos de flojedad ni de rigorisma. Es la moral misma de S. Liguori, que tanta acepta- cion tiene en el dia en el orbe catdlico, puesta al alcance del pueblo. Es un li- ro popular, un libro practico, util 4 las oyvejas y 4 los pastores, libro que reune la solidez 4 la simplicidad, la amenidad a la importancia; libro por fin, que, alendida la ignorancia estendida entre muchas clases del pueblo, aun de las que se tienen por elevadas, y la falta de obras ¢ insirucciones de esta clase , pues por lo comun apenas se tienen ideas fi- jas sobre loque son culpas, su gravedad y modo de confesarlas, pudiéramos sin temor calificar de LIBRO NECESARIO. eH Oe et Zee, i tah See Ie te tesied ae nett eA QESTEITeDee Peeper etr eer ote INSTRUCGCION AL PUEBLO LOS MANDAMIBNTOS Y SACRAMENTOS, Eee ADVERTENCIAS AL QUE ENSKNA LA DOCTRINA CRISTIANA PARA QUE HA- GA MAS PROVECHOSAS SUS INSTRUCCIONES. I. Tres son las partes del Catecismo para el pueblo, 4 saber: Introduccion, Esplicacion del misterio, precepto 6 sacramento de que se tra- ta, yla Aplicacion moral y la practica de los me- dios y antidotos contra los vicios. En primer lugar la Introduccion se hard esponiendo la ma- teria propia de aquella instruccion, distinguien- —12— do los puntos en que se divide. Si la materia estuviese enlazada con la de la instruccion pre- cedente, puede el catequista empezar recordan- do los puntos esplicados en la instraccion pasa- da. Si empero fuera diferente la materia, podra comenzar esponiendo la importancia del asun- to que debe tratarse en aquel dia. Il. En segundo lugar, en cuanto 4 la Espla- nacion del Misterio, Precepto 6 Sacramento de que se va 4 tratar, es preciso tener presente : 4.°el que intruye ha de probar con autoridades, razones, 6 hechos andlogos y reconocidos. He dicho autoridades , pero estas han de ser pocas, omitiendo los pasages en latin, porque las per- sonas que han de componer el auditorio de es- te Catecismo son por lo comun ignorantes y muy poco 6 nada entienden de este idioma. Dé- jense ademas todas las cuestiones de escuela muy propias de una catedra, pero nada del pul- pito, en especial hablando 4 gente sencilla y de cortas luces, 4 quienes semejantes cuestiones pondrian muy facilmente en confusion , cuando ne eculNiCaen de ellas algun concepto equivo- cado. II, 2.° Procure ademas ro proponer en la instruccion ciertas doctrinas que pueden pro- ducir en los oyentes alguna relajacion de con- ciencia. Es muy diferente el modo de hablar en el confesonario, en donde se consideran en con- creto las circunstancias del caso 6 dela persona, del modo con que se ha de hablar en el pulpita, desde donde alguna opinion mal entendida por los que no se halian muy bien dispuestos podria serles dafiosa por las laxas é improbables con- — AF secuencias que pudieran deducir de ella. Mas esto no impide que se corrijan Jas conciencias errdneas de los que tienen por pecado lo que realmente no lo es. Algunos poco instruidos creen como culpables de juicios temerarios los que se hacen con bastante fundamento, y 4 es- tos debe esplicarselos que en tales juicios 6 sos- pechas ni hay temeridad, ni hay pecado. Otros lienen por pecado grave el maldecir simple- mente las criaturas como les dias, el viento, la lluvia, etc.; otros califican de murmuracion grave el revelar 4 los padres los pecados de sus hijos, aun cuando hay necesidad de corregirlos; otros piensan pecar no observando algun pre- cepto de la Iglesia , como oir misa, no trabajar en dia de fiesta, ayunar, teniendo causas legi- timas que los escusan de cumplirle: en todos estos puntos y otros semejantes conviene espli- carles que no hay culpa. 3.° Debe 4 mas esplicar el instructor cuando realmente hay pecado en lo que algunos no miran como tal, especialmente cuando ha peligro de contraer un mal habito, y er: de punto la dificultad de evitarlo cuando sepan que lo es, por el habito ya contraido. No falta, por ejemplo, quien tiene por culpa venial el maldecir los dias santos, como el Sibado santo, Pascua, Pentecostes, etc. A estos se les ha de decir que tales maldiciones son verdaderas blas- femias y culpas mortales. Otros creen que no hay pecado grave en esponerse 4 ocasion préxi- ma de pecar; y se les ha de manifestar que quien no huye 6 evita la ocasion préxima, cuan- do es voluntaria, peca gravemente, aun cuan- aun fom do no tenga intencion de cometer aquel pecado que se pone en peligro de cometer. Tambien se ha de ensefiar 4 los que practican ciertas su- persticiones 6 practicas vanas, sea para atar los perros, curar alguna dolencia, etc., que todo esto son pecados mortales, aun cuando en un principio se hubiesen dedicado de buena fé a tales supercherias. Y 4 los que se hallan con dnimo preparado de vengarse en el caso de re- cibir alguna afrenta, se les ha de decir que es- tin en un continuo pecado mortal; y que si mueren con esta disposicion, seriin condena- dos. Y 4 las mugeres que se complacen en ser solicitadas por los hombres , no siendo con ob- jeto de matrimonio sino por pura vanidad, se les ha de esplicar que estan todas en pecado mortal. ¥. 4.° Sacerdotes hay que gustan Ilenar sus instrucciones de anécdotas curiosas y dichos agradables , alegando que esto es necesario pa- ra atraerse concurso y mantener la atencion del auditorio sin que se fastidie. Pero yo solo sé que los santos en sus instrucciones hacian llorar y no reir. Cuando S. Juan Francisco Regis pre- dicaba el Catecismo en sus misiones, el pueblo no hacia mas que llorar , como se lee en la his- toria de su vida. Si brota naturalmente y sin artificio algun dicho gracioso de la materia mis- ma de que se trata, no lo repruebo; pero querer referir algunas historias 6 anécdotas chistosas con el fin de escitar la risa del auditorio, ¢s pre- tender reducir la instruccion ’ una escena de co- media: indecencia impropia del templo en don- de se habla, del pulpito, desde el cual se espli- — ij — ca la palabra de Dios, y en donde el instructor ejerce el ministerio sublime de representante de Jesucristo, segun Ja espresion del Apdstol : Pro Cristo enim legatione fungimur. (1. Cor. v, 20.) Verdad es que el publico gusta oir algun chiste que le mueva 4 risa; pero, pregunto yo 4 que provecho saca de elloj? Pasada la risa, se hallara el auditorio tan distraido é indevoto, que sera muy dificil y fatigoso volyerle al reco- gimiento; y en vez de prestar atencion 4 la mo- ralidad , que suponemos el objeto final del chis- te del mal aconsejado instructor, si no quiere pasar plaza de charlatan , ira revolviendo en su memoria la agudeza 6 cuento chistoso , y poca 6 ninguna atencion los Namara la moralidad que de ello queria inducir el instructor. Si se glo- riase el tal catequista de hacer reir, no tarda- rii en captarse el dictado de bufon 6 gracioso; pero no el de santo y hombre espiritual, con- cepto indispensable para hacer fruto en los que Je escuchan. Es un error el creer que sin tales agudezas 6 gracias la gente no estara atenta 6 no concurrira al Catecismo , digo , al contrario, que estard mas atenta y concurrir4 con mayor gusto cuando vea que escuchando el Catecismo no pierde el tiempo, y coge frutos abundantes de piedad y de devocion. VI. 53.° Conviene que el instructor atienda mucho al estilo que ha de guardar en sus dis- cursos. El estilo del Catecismo ha de ser del todo sencillo y acomodado ul pueblo, abste- niéndose de frases trabajadas y de torneados pe- riodos , aun en Ja predicacion ; pues tales ador- hos, en espresion de S. Francisco de Sales, son — 16 — la peste de los sermones. Los predicadores ani- mados por el espiritu de Dios no van buscando estas flores y ornatos retéricos, que inutilizan el fruto de la.divina palabra, y entretanto las ulmas caen como Iluvia en el abismo del infier- no, No necesita de tales adornos la palabra de Dios: cuanto mas sencilla , mas fructitica. ; Oh! cuantos predicadores veremos condenarse en el dia del juicio por este predicar florido con que adulteran la divina palabra; pues si todos predicasen 4 la apostdlica, es decir, del modo que predicaban los Apdéstoles, no tragaria el infierno tan grande numero de almas como de- vora en el dia con el estilo pulido y adornado de muchos predicadores. Hasta los Panegiricos, dice el grande Luis Muratori, se han de hacer en estilo sencillo y popular, para mover 4 las gentes que imiten las virtudes de los santos, y no para adquirir el leve humo de gloria munda- na. Sobre este punto tengo escrito un librito 4 parte, donde manifiesto con Muratori, que to- dos los sermones y panegiricos han de hacerse enestilo sencillo y popular, pues por lo comun Ja mayor parte de los oyentes se compone de gente del pueblo, motivo por el cual si no es popular el estilo y acomodado 4 su capacidad, ninguno 6 muy pocos sacan provecho de él. Y¥ si asi sucede con toda predicacion, en las mi- siones sobre todo es error crasisimo predicar con adornos de estilo y belleza de diccion, y muy especialmente al esplicar el Catecismo en que se trata de instruir 4 los pobres ignorantes de lo que han de creer , de lo que deben obser- var, como han de confesarse, como encomen- eee a darse 4 Dios. Si el estilo no es enteramente po- pular y acomodado 4 1a condicion de los que escuchan, el catequista pierde su tiempo en hablar , y estos en escucharle. Estilo popular , he dicho , pero no grosero, pues hay algunos sacerdotes que hablan con demasiada groseria, valiéndose de un estilo incompatible con la dig- nidad del pulpito. Tambien he dicho que la ma- nera de decir sea acomodada d su capacidad, esto €s, que no se use de largos periodos sino cortos y precisos, para conciliarse mejor la atencion del pueblo. ¥Y sirve mucho para mantener sus- pensa la atencion que el instructor mismo se haga 4 menudo Ja pregunta y la respuesta, de lo que se dardn ejemplos practicos en el decur- so de lalnstruccion, y sirve mucho para dejar las especies mas profundamente grabadas en la memoria. VII. En tercer lugar , en cuanto 4 1a mora- lidad , debe tener entendido el instructor que no solo se incumbe instruir el entendimiento, si- no tambien, y con mucho mayor esfuerzo , mo- ver la yoluntad de los oyentes 4 huir del pecado y practicar los medios para no caer en él. Mu- chos mas son los pecados que se cometen por la malicia de la voluntad que por la ignorancia del entendimiento. Las maximas morales empero contenidas en la instruccion, han de ser mas breves que las de un sermon: decirse deben con fervor, pero sin tono oratorio ni con de- clamaciones. Es bueno alguna vez en la instruc- cion esclamarse como de paso contra algun vi- cio muy comun, 6 contra alguna falsa maxima de mundo, que corre en boca de todos ; 6 bien — 18 — contra ciertos pretestos frivolos que acostum bran alegar malos penitentes para obtener la indulgencia, diciendo por ejemplo: No todos he- mos de ser santos : somos decarne : Dios es miseri- cordioso : los demas hacen otro tanto. A semejan- tes escusas es preciso responder con energia, 4 fin de que no se conviertan para algunos en maximas nocivas y erréneas para no corregirse jamds. Pero tales esclamaciones han de usarse con parsimonia, para no confundir la instruc- cion con la predicacion, como hacen algunos equivocadamente. VIII. Procure, pues, el instructor no sola- mente destruir y borrar estas maximas munda- nas , sino tambien insinuar al auditorio ciertas maximas generales de salud, que sirven mucho para conservar el alma en la gracia de Dios ; co- mo por ejemplo: De que sirve ganar todo el mun- do st se pierdeel alma? Todo acaba con la muerte, la efternidad no acaba jamas : pierdase todo con tal que no se pierda d Dios: el pecado es el tintco mal que debemos temer: quien d Dios tiene, todo lo tiene: d quien ha merecido el inferno, todo castiga es leve: preciso es vencerlo todo para salvarlo todo: {Qué sabrd hacer un cristiano, si no sabe sufrir tina injuria por amor de Dios? Quien d Dios rue- ga, logra cuanto quiere :; todo lo que viene de Dios es bueno y para nuestro bien: el ser santo consiste en amar d Dios, y elamar d Dios consiste en ha- cer su voluntad. Y es ulilisimo repetir oportu- namente estas maximas muchas veces para que queden mas impresas en el animo del audito- rio. IX. Procure ademas el sacerdote repetir d — 19 — menudo en sus instrucciones aquellas cosas mas necesarias para la salvacion del alma, y en pri- mer lugar, no cometer sacrilegios dejando de confesar algun pecado por vergiienza, pues por este rubor maldito es cierto que se condenan innumerables almas. Algunas hay de tal suerte dominadas por esta vergiienza que hasta confe- sindose con los misioneros cometen sacrilegios. Por lo cual es preciso insistir fuertemente en esle punto, especialmente en las misiones, pues la persona que deja de confesar algun pe- cado en la mision, no Jo confesara jamas. Y a este fin conviene referir al pueblo varios ejem- plos de almas condenadas por confesiones sa- crilegas, para lo cual he puesto algunos al fin de este librito. X. En segundo lugar se ha de insistir con frecuencia sobre Ja necesidad de buir de Jas oca- siones de hacer mal, porque si no se evitan las ocasiones préximas , particularmente en mate- rias de sensualidad, de nada sirven todos los demas medios. XI. En tercer lugar es necesario inculcar mucho la oracion, es decir implorar 4 menudo el auxilio de Dios para no caer en e] pecado, Sobre todo en tiempo de tentacion, quien no recorre 4 Dios esta perdido; y por esto convie- ne repetir muchas veces en Ja instruccion, que cuando vienen las tentaciones, especialmente si son de impureza, se invoque 4 Jesus y 4 Ma- ria, y no se cese de invocarlos mientras dura la tentacion. E] que ruega no teme caer, porque tiene 4 Dios en su ayuda. Decia Sta. Teresa, que hubiera deseado poder ponerse en lo alto de una marley desde alli no esclamar sino: Almas! orad, orad, orad ! XII. En cuarto lugar incilquese aun con mayor frecuencia elamar 4 Dios. El que no arde en amor 4 Dios, y se abstiene de pecar solo por temor del infierno, est4 en grande peligro de volver 4 caer cuando se debilita la idea deaquel temor. Pero el que se inflama en el amor de Jesucristo, dificilmente reincidira mas en cul- pa mortal; para lo que sirve mucho el meditar Ja pasion de Jesucristo. Decia S. Buenaventura que las Ilagas de Jesus ablandan los corazones mas duros é inflaman las almas mas heladas : Vulnera corda saxea vulnerantia , et menies con- gelatas inflammantia, Para esto conviene hacer un poco de oracion mental diariamente, y en ella hacer frecuentes actos de amor 4 Jesucris- to, y pedir 4 Dios muchas veces la gracia desu divino amor. XII. En quinto lugar, no cese de inculcar el instructor la frecuencia de la confesion y de la comunion, de las cuales recibe el alma fuer- za para conservarse en la gracia de Dios. De esta materia no basta hablar una sola vez, sino repetirlo muchas, ya porque no todos los oyen- tes asisten 4 todas las instrucciones, ya porque repitiéndolo 4 menudo se graba mejor en la me~ moria la necesidad de ponerlo en practica. Se dira que el pueblo se fastidia de oir muchas ve- ces una misma cosa. Mas ; qué importa? Al- gunos mal intencionados se fastidiaran, pero sera provechoso 4 todos los demas que lo cs- cuchan, en especial 4 los ignorantes, que si no oyen repetir muchas veces una misma cu- —~ a — sa_con facilidad se les borra de la memoria. XIV. Procure por fin el sacerdote, siem pre que se le ofrezca hablar de cosas practicas, poner en boca de los oyentes las mismas pala- bras que han de decir cuando llega el caso. Por ejemplo, cuando alguno recibe una afrenta 6 disgusto de otro, le dira: Dios ie haga santo! Dios teilumine ! ¥ cuando la célera est4 encendida , mejor es que calle y guarde silencio. Cuando le sobrevenga alguna contradiccion diga: Hdgase fs voluntad de Dios. Lo admito , Sefor , en castigo de mis pecados. Estas y otras practicas, repite- las el instructor una y muchas veces, para que queden bien i impresas en la memoria del pueblo, el cual olvidar sin duda todas las citas latinas y textos de erudicion y se acordara tan solo de estas faciles y sencillas practicas , que le habra ensefiado el instructor. Y aunque 4 ciertos hom- bres mal contentadizos pareceran triviales todas estas advertencias, pero lo cierto es que podran ser muy provechosas 4 Ia salud de las almas. — 99 — PPPDSDO DD PPP FP NC 46406044< 46465 INTRODUCCION PRACTICA A LA INSTRUCCION DEL PUEBLO. I. Para que el hombre pueda cumplir con sus deberes es necesario ante todas cosas que conozca cual es su ultimo fin, en el cual ha de encontrar su completa felicidad. El ultimo fin del hombre es amur y servir 4 Dios en esta vi- da, y gozarle eternamente en Ja otra. Por ma- nera, que Dios leha puesto en este mundo, no para adquirir riquezas, honores y placeres , sino para obedecer sus preceptos, y ganar por este medio la eterna bienaventuranza en el pa- raiso. I. Aste fin crié ya Dios4 Adan, que fué el primer hombre , dindole por esposa 4 Eva, i fin de que propagasen el género humano. Le crié en su gracia, y le colocé en el paraiso ter- renal, diciéndoles que desde alli les traslada- ria al cielo para gozar de una felicidad comple- ta éinmortal. Entretanto les concedié que co- miesen en esta tierra de todos los frutos de aquel amenisimo jardin ; mas para probar su obediencia, les probibié comer del fruto de un solo arbol que les designéd. Adan, empero, y Eva, desobedeciendo 4 Dios , quisieron comer — 3 — ael fruto prohibido , y por este pecado queda- ron privados dela divina gracia, y fueron des- terrados del paraiso terrenal, y condenados, como rebeldes 4 la Magestad divina, con toda su descendencia 4 la muerte temporal y eterna; yasi quedé cerrado para ellos y para todos sus hijos el celestial paraiso, Ill. Este es el pecado original, en el cual todos nacemos hijos de ira y enemigos de Dios, como hijos de un padre rebelde. Cuando un va- sallo se rebela contra su principe, se hacen odiosos al principe y quedan desterrados del reino todos los descendientes de aquel rebelde. Asimismo el pecado original nos ha privado de la gracia divina 4 causa de la desobediencia de Adan TV. Solamente Maria santisima tuvo el pri- vilegio, segun Ja pia y comun sentencia, deser exenta de la mancha original. Es cierto que fué siempre inmune de todo pecado actual: tal es el sentir de la Iglesia, como Jo declaré el Con- cilio de Trento (Sess. 6. Can, 23.) en donde se dice que ningun hombre potest in tota vita pecea- ta omnia etiam venialia vitare nisi ex especiali Dei privilegio, modum de Beatd Virgine tenet Ecclesia. ¥ este es un grande argumento para probar que Maria fué libre de la culpa original, porque si no hubiese estado libre de la culpa original, no hubiera podido quedar exenta de toda culpa actual. Mas supuesto que la santa Virgen no contrajo nunca culpa alguna de la cual debiese ser redimida, ; concluiremos que no fué redimida por Jesucristo como Jo feeron todos los demas hijos de Adan? Né, redimida — %4— fué , pero de uma manera mas noble : los demas hombres fueron redimidos despues de haber in- currido en la culpa original : Maria fué redimi- da antes de incurrir en ella, pues fué de ella preservada: y esto fué un privilegio singular Justamente concedido 4 aquella muger bendita entre todas las mugeres , y que estaba destina- da 4 ser madre de un Dios. V. Por lo demas todos nosotros los demas hombres nacemos infectados por el pecado de Adan, en pena del cual tenemos ofuscada la in- teligencia para conocer la verdad eterna, y la voluntad inclinada al mal. Mas por los mérites de Jesucristo, con el santo Bautismo adquiri- mos la divina gracia y el remedio de todos nues- tros males , y de este modo venimos 4 ser hijos adoptivos de Dios y herederos del paraiso, con tal que sepamos conservar la gracia adquirida en el Bautismo hasta la muerte ; de otra mane- ra, si la perdemos con algun pecado mortal , estamos condenados al infierno: y solamente con el Sacramento de la Penitencia pueden ser borradas estas culpas cometidas despues del Bautismo. VI. Mas en cuanto 4 los pecados actuales que cometemos , es menester distinguir el pe- cado mortal del venial. Y hablando antes del pecado mortal, debe saberse , que asi como el alma da vida al cuerpo, asi la gracia de Dios da vida al alma; y de consiguiente , asi como el cuerpo sin el alma queda muerto, y ha de ser sepultado, asi el alma por el pecado queda muerta 4la gracia de Dios, y le aguarda la se- pultura del infierno. Por esto, pues, el pecado o' grave se llama mortal, porque da la muerte al alma: Anime qua peccaverit , ipsa morietur. (Ezech. 18. 20.) He dicho que le aguarda la se- puliura del inferno ; mas ,en qué consiste este infierno? Es un lugar debajo tierra, al cual los que mueren en pecado van 4 penar eternamen- te. Jbunt hiin supplictum sempiternum, ( Matth, 24. 46.) 2¥ que pena hay en el infierno? Res- pondo que todas las penas estin alli; alliel con- denado ha de estar penando en un mar de fue- go, atormentado con todo género de suplicios, desesperado y abandonado de todos por toda una eternidad. VII. Mas como un alma por un solo peca- do mortal] ha de padecer eternamente? El que asi habla, muestras da que no entiende lo que quiere decir pecado mortal. El pecado mortal es un rechazamiento que de Dios se hace; asi definen Sto. Tomas y S. Agustin el pecadomor- tal; Aversio ab incommutabili bono. (S. Thom. part. 4. q. 24. art. 4.) Asi que, dice Dios al pecador: Tu reliquisti me, dicit Dominus, re- irorsum abiisti. (Jer. 45.6.) El pecado mortal es un desprecio que se hace de Dios: Filios enutri- vi, et exaliavi, ipsi autem spreverunt me. (Isa. 4. 9.) Es una afrenta que se comete contra la Ma- gestad divina: Per pravaricationem legis Deum tn honoras. (Rom. 2, 23.) Es decirle 4 Dios: Seiior, no quiero servirte: Confregisti jugum meum , dixisti: Non serviam, (Jer. 2. 20.) Esto significa pecado mortal, segun cuya idea es po- co un infierno, ni bastan cien mil infiernos pa- ra castigar un solo pecado mortal. Si uno insul- ta sin razon 4 un simple paisano, merece ya ua — % — castigo: mucho mayor le merece si insulta 4 un caballero, 4 un principe, 4 un rey. Mas 4qué son delante de Dios todos los reyes de la tierra, ni aun todos los santos del paraiso? Co- mo un nonada. Omnes gentes quasi non aint , sic sunt coram eo. (Isa. 40. 17.) 4 Que pena, pues, merecer4 una injuria hecha 4 Dios? y 4 un Dios que murié por nuestro amor? VIII. Atiéndase empero, que para consti- tuir un pecado mortal son necesarias tres cir- cunstancias ; que haya plena advertencia de lo que se comete, que haya perfecto consentimien- to, y que la materia sea grave; faltando una de las cuales , el pecado no es mortal, sino que, 6 no sera pecado 6 sera solamente venial. IX. El pecado venial no da desde inne la muerte al alma, pero le da una herida. No es ofensa grave, pero es ofensa de Dios. No es un mal tan grande como el pecado mortal, pero es el peor de todos los males que pueden sobre- venir 4 la criatura. Una murmuracion, una imprecacion ligera es un mal mayor que si to- dos los hombres, todos los santos y todos los Angeles fuesen enviados al infierno. De estos pecados veniales unos son deliberados, otros indeliberados. Los indeliberados, esto es, que se cometen sin plena advertencia 6 sin perfecto consentimiento, son menos culpables , y en es- tos caen todos los hombres, solamente Maria santisima , como ya dijimos , tuvo el privile- gio de ser exenta de ellos. Mas culpables son empero los veniales deliberados 6 premeditados, hechos con lena voluntad y conocimiento, y mas si son con cierta adhesion 6 apego de la vo- —7— Tuntad, como ciertos rencores , ciertas ambi- ciones , 6 ciertas afecciones radicadas, y otros semejantes. Decia S. Basilio: Quis peccatum nul- tum leve audeat appellare? (in Reg. brev. Inter. 4.) Basta saber que disgusta 4 Dios para estar obli- gados 4 huir de él mas que de todos los males. Sta. Catalina de Génova, habiendo obtenido de Dios el ver toda la fealdad de un pecado ve- nial, se maravillaba de no haber caido, al ver- la, muerta de horror. Y sepa el que no hace caso de los pecados veniales, que si no se en- mienda, esta prdximo 4 caer en alguna culpa mortal. Cuantos mas comete el alma tanto mas se enflaquece y tanta mayor fuerza cobra sobre clla el demonio, y Dios disminuye sus auxilios. Qui spernit modiea, paulatim decidet. (Kecli. 49. 4.) X. Procuremos, pues, huir de los pecados, que por si solos pueden hacernos infelices en esta vida y en la otra. Y no cesemos de dar siem- pregracias 4 la divina Bondad de no habernos ar- rojado al infierno por los pecados cometidos; y de hoy en adelante cuidemos sobre todo de sal- var el alma, y tengamos entendido que todo lo we. hagas para salvarla es muy poco. I. Refiere san Agustin, (Confess. lib. 8. cap, 7 ) que encontrandose el emperador Gracia- noen la ciudad de Treveri, dos de sus cortesanos fueron un dia 4 un convento de ciertos buenos religiosos, fuera de la ciudad. Entrados en aquella soledad, empezaron 4 leer la vida de 5. Antonio Abad, que estaba sobre la mesa de uno de los religiosos de aquel convento, y uno de ellos movido por divina inspiracion, dijo al Ghee otro: Amigo, despues de tantos trabajos y fatigas como sufrimos en este mundo , 4.4 qué podemoe Ule- gar? Lo que mas podemos esperar, estando en la corte, ¢8 el ganarnos la gracia del emperador, y esta es la mayor fortuna que puede cabernos. Y si Ulegamos d aleanzarla, 3 cuanto durard esta for- tuna? y si quiero da amistad de Dios , ahora mis- mo puedo aleanzarla, Y¥ diciendo asi, seguia le- yendo, hasta que mas iluminado todavia de Dios, que en aquel momento le did 4 conocer la va- nidad del mundo, dijo con resolucion 4 su com- pafero. Quiero dejarlo todo y salvar el alma. Desde ahora resuelyo quedarme en este mo- nasterio, para pensar solo en Dios. Si no que- reis seguirme, os ruegod lo menos que no os opongais 4 mi resolucion. Respondié el compa- fiero que tambien queria seguirle, como hasta entonces habia hecho, y dos doncellas, con las cuales habian ya contraido esponsales, sabida la mudanza de les dos caballeros, siguieron su ejemplo, y 4 imitacion suya abandonaron el mundo, y consagraron 4 Dios su virginidad. XIE. Mas para salvarse, no basta empezar, es necesario perseverar; y para perseverar , es menester conservarnos humildes, desconfiando siempre de nuestras fuerzas y confiando solo en Dios , pidiéndole siempre que nos ayude 4 per- severar. ; Ay del que en si propio confia, 6 se envanece de sus buenas obras! Refiere Palladio ( Hist. cap, 44.) que un cierto solitario, estan- do en un desierta, hacia oracion noche y dia, Nevando una vida austerisima , por lo cual era de muchos honrado. El infeliz cobré alguna es- timacion 4 si mismo, y se contaba seguro por a 9 sus virtudes de perseverar y salvarse. Mas apa- reciéndosele el demonio en figura de muger, el desdichado no supo resistir 4 la tentacion, y ca- yd. Al momento que hubo caido prorumpid el demonio en una gran risa. Pasado esto dejo el de- sierto, volvid al siglo, y se abandond 4 todos los vicios, mostrando con su ejemplo cuanto peligro hay en confiar en las propias fuerzas. Mas ter- rible aun fué el caso del P. Justino, el cual des- pues de haber rehusado destinos muy honorifi- cos, que le habia ofrecido el rey de Ungria, se hizo religioso de S. Francisco , y adelanté tan- to en Ia vida espiritual que tenia frecuentes és- tasis. Un dia estando sobre mesa en el conven- to de Araceli fué arrebatado por los aires, y to- do el mundo le vid ascendido prodigiosamente para adorar una imagen de la santa Virgen, que estaba sobre el muro. Por este hecho Euge- nio IV mandé lamarle, le abrazé, y haciéndole sentar, tuvocon él un largo coloquio. El mise- rable se envanecid por un favor tan distinguido, por lo cual, al verle S. Juan de Capistrano, le dijo: Hermano Justino , partisteis dngel y ha- beis vuelto demonio. ¥ habiendo crecido desde entoncesen vicios y en orgullo, Hegé 4 dar la muerte 4 otro hermano de una cuchillada. Hu- y6 despues 4 Napoles, en donde cometié mu- chos otros crimenes, y muridé apdstata en una prision. — 50 — So>oboerroseraebeceseececececd PARTE PRIMERA, DE LOS PRECEPTOS DEL DECALOGO. CAPITULO 2 Del primer precepto, NO TENDRAS OTRO DIOS QUE Yo. I. Esre primer precepto impone el deber de dar 4 Dios el culto y honor que le son debi- dos. Quien sea este Dios, no nos es posible el comprenderlo: pero nos basta saber que es in- dependiente; todas las cosas dependen de Dios, y ios no depende de nadie, y por esto posee en su plenitud todas las perfecciones que nadie le puede quitar ni limitar. Es un Dios omnipo= fenie, que puede cuanto quiere : con un acto de su voluntad creé el mundo: primero creé los cielos y los angeles, que son puros espiritus, y los creé en su gracia ; pero Lucifer, uno de ellos, recibida la érden de adorar al Hijo de Dios , que habia de humanarse, no quiso obede- cer por su soberbia; y rebelandose contra Dios, arrastro consigo la rebelion la tercera parte de los dngeles, y al punto todos estos angeles

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