EVALUACION PSICOLOGICA EN ONCOLOGIA
A.Blanco y R.Antequera
Alfonso Blanco es Catedratico de Psico-
logia Médica en la Facultad de Medicina
de la Universidad de Sevilla (Avda. Dr.
Frediani s/n, 41005-Sevilla). Rosario An- 4
foquera ee Tula do Evaluacion Psiole Cuando nos. disponemos. a
gica en la Facultad de Psicologia de la | realizar una evaluacion en suje-
misma Universidad. tos con algun tipo de enferme-
dad, hemos de tener presente
la necesidad de acomodarla a la problematica especifica del sujeto y a
las caracteristicas de cada tipo de enfermedad. Pero en el caso del can-
cer esta necesidad se intensifica atin mas ya que, en realidad, hablar de
las enfermedades oncolégicas como si se trataran de un grupo homogé-
neo es algo mas artificioso que real, ya que las repercusiones psicoldgi-
cas y el ajuste a la enfermedad varia en funcién de que lo haga el tipo de
cancer, el estadio en el que se encuentra, su pronéstico, el nivel de inca-
pacitacién, las alteraciones en la imagen corporal,... Y es por ello por lo
que los objetivos o las areas objeto de evaluacién deben recoger y aco-
modarse mas a las caracteristicas y el impacto de cada uno de los tipos
de cancer que a las alteraciones oncolégicas consideradas de manera
genérica.
La creacién de instrumentos especificos para pacientes oncolégicos
se inicié fundamentalmente a partir de la década de los 80, con desigual
cantidad en funcién del area de intervencién y/o investigacion y del tipo
de cancer que consideremos, resaltando en este sentido la primacia de
investigaciones centradas en el cancer de mama en comparacién con
otros tipos de procesos oncolégicos. Ademas, y aunque son cada vez
mas numerosos los instrumentos creados, se siguen utilizando funda-
mentalmente aquellos generados para la poblacién normal o para abor-
dar a la enfermedad crénica en general, a pesar de los sesgos y errores
Boletin de Psicologia, No. 67, Junio 2000, 65-113
65Boletin de Psicologta, No. 67, Junio 2000
AREAS DE INTERVENGION Y EVALUAC
ION PSICOLOGICA EN ONCOLOGIA
1. Actitudes hacia la enfermedad y su
tratamiento
La evaluacién se realizar tanto en los
pacientes oncolégicos como en la
poblacién sana, y contempla tanto las
actitudes como el conocimiento de la
enfermedad.
2. Informacién al paciente de cancer y
familiares.
3. Alteraciones y problemas que surgen
tras el diagnéstico.
Evaluacién de las caracteristicas de
personalidad que ayuden a determinar
el tipo, la cantidad y la forma de pre-
sentar la informacién.
La evaluacién ira destinada a detectar
las reacciones emocionales patolégi-
cas y los problemas derivados de la
misma, las modificaciones en las rela-
ciones interpersonales y en la manera
de percibirse a si mismo
4. Acomodacién a la enfermedad
La evaluacién ira destinada hacia
aquellos aspectos que ayudan al pa-
ciente a acomodarse a la enfermedad y
sus secuelas.
5. Problemas derivados de las inter-
venciones médicas
Los principales objetivos de la evalua-
cién sera intentar detectar la ansiedad
anticipatoria (ante la radioterapia, el
escaner, ...) o la preoperatoria (ante in-
tervenciones quirtirgicas) y las disfun-
ciones consecuentes a la misma (pro-
blemas de la conducta alimentaria, del
comportamiento sexual...)
6. Intervencién en la fase terminal
Evaluacién de las actitudes ante la
muerte y los conflictos personales e
interpersonales derivados del proceso
de morir
7. Problematica de la familia
En este apartado se evaliia las conse-
cuencias que la enfermedad conlleva
en la dinémica familiar, asl como en
las actitudes 0 variables psicolégicas
que pueden ayudar a la familia a aco-
modarse a la enfermedad y ayudar al
paciente.Boletin de Psicologia, No. 67, Junio 2000
interpretativos que dicha practica conlleva. Una disparidad en los ins-
trumentos evaluativos que, junto a otros elementos como pueden ser las
limitaciones metodolégicas de los disefios utilizados, contribuyen a la
falta de homogeneidad en los resultados obtenidos en las investigacio-
nes sobre qué variables psicolégicas estan implicadas en la predisposi-
ion, adaptacién o progresién del cancer y a través de qué mecanismos
acttan (Ibafiez y cols., 1992, Bleiker, 1995, Ruiz y cols., 1999).
En cuanto a las areas en las que se puede centrar la evaluaci6n psi-
colégica en pacientes oncolégicos, deben ir paralelas a los objetivos de
la intervencion. Unos objetivos que, en funcién de las caracteristicas que
presente el paciente, se interesara preferentemente por algunos de los
aspectos que constituyen posibles elementos perturbadores de su ade-
cuada evoluci6n fisica y bienestar psicologico y que esquematicamente
se muestran en el siguiente anterior.
Actitudes hacia el cancer
Una de las areas a la que se le presta cada vez mayor atencién a ni-
veles evaluativos es la de actitudes hacia el cancer. Lo cual coincide con
la importancia que se le concede a niveles tedricos, ya que dichas acti-
tudes no sélo inciden en la realizacién de conductas preventivas (en el
que ocupa un papel preponderante la prevencién del cancer de mama 0
de piel, algunos de los canceres con mayores posibilidades de preven-
cién y deteccién temprana), 0 por su incidencia en la prevalencia de sin-
tomas hipocondriacos en la poblacién general (Brown y Less-Haley,
1992), sino también porque es uno de los factores determinantes del
impacto consecuente al diagnéstico de cancer. Pero las actitudes deter-
minan el que los demas reaccionen de una manera peculiar ante el en-
fermo de cancer, contribuyendo en muchas ocasiones y aunque no
siempre de manera consciente, a su estigmatizacion y aislamiento (Feld-
man, 1982; Schmale, Morrow y Smith, 1983), precisamente en unos mo-
mentos en los que el paciente necesita un mayor apoyo y ayuda.
En lo que se refiere a su evaluacién, hemos de resaltar como siste-
méaticamente se ha venido utilizando (y continua haciéndose) como me-
todologia evaluativa, la creacién de escalas y cuestionarios creados ad
hoc para la realizacién de estudios concretos y particulares, que si bien
son Utiles para los propésitos y objetivos de ese estudio, no suelen con-
tar con respaldo psicométrico lo que hace dificil comparar y contrastar
los resultados obtenidos. Mientras que en los estudios que se centran
basicamente en la prevencién y las conductas autoexploratorias, co-
mienzan a surgir instrumentos disefiados especificamente para ser apli-
cados por teléfono (Kadison y cols., 1998)
Como deciamos son varios los objetivos con que se realizan las eva-
luaciones, aunque suele prevalecer como objetivo fundamental la pre-
67Boletin de Psicologia, No. 67, Junio 2000
vencién del cancer y, mas concretamente, la realizaci6n de conductas
autoexploratorias. Para ello la evaluacién se suele centrar en a) determi-
nar el grado de informacién que posee el individuo sobre un determinado
tipo de cancer, b) las actitudes que se mantienen hacia el cancer en ge-
neral o hacia un tipo especifico asi como c) el grado de preocupacion
hacia la posibilidad de desarrollar una enfermedad neoplasica. Y aunque
en general, estas evaluaciones se suelen realizar en muestras de suje-
tos sanos o familiares de pacientes oncolégicos, también se desarrollan
aunque en menor cuantia en sujetos que ya han desarrollado la enfer-
medad 0 en profesionales de la salud.
Sigue constituyendo un drea relativamente olvidada dentro de la in-
vestigacién y por tanto también dentro de la evaluacién, las repercusio-
nes que determinadas pruebas diagnésticas negativas (aunque no con-
firmen el diagnéstico de cancer) ejercen sobre los sujetos y su adheren-
cia a revisiones o conductas autoexploratorias. Un olvido que resulta es-
pecialmente llamativo si tenemos en cuenta que se ha demostrado que,
por ejemplo, las mujeres que obtienen una mamografia anormal, aunque
se descarte el diagndstico de cancer, presentan elevadas alteraciones
en su estado animico (incremento de estados de ansiedad y depresion) y
preocupaciones relacionadas con la posibilidad de desarrollar un cancer
que puede incluso llegar a alterar su funcionamiento cotidiano (Llerman
y cols., 1991).
Parte de las estrategias adoptadas para cambiar las actitudes y, por
tanto, incrementar las conductas preventivas, es la informacion que po-
see el sujeto sobre la enfermedad y las causas de la misma. En este
sentido, los esfuerzos evaluativos de los ultimos afios se han centrado
fundamentalmente en aquellos tipos de cancer que tienen mayor posibi-
lidades de prevencién si los individuos adoptan las conductas oportunas,
como es el caso del cancer de piel o si realizan revisiones periédicas
preventivas como es el caso del cancer de mama o de testiculos (proce-
sos oncolégicos que ademas constituyen los de mayores expectativas
de vida).
Con el fin de evaluar el conocimiento o grado de informacién de los
sujetos en el cancer de piel, se ha creado el Skin Cancer Questionnaire
(Katz y Jernigan, 1991) en el que a través de 30 items se evalua la in-
formacién que el sujeto tiene de la prevalencia, los sintomas, las causas,
la deteccién y la prevencién del cancer de piel. En 1993 Leary y Jones
crean un cuestionario similar, el Knowledge About Skin Cancer con el
que a través de 15 items exploran el conocimiento acerca de las causas,
prevalencia y sintomas del cancer de piel y, ademas, incluyen una pre-
gunta sobre si conocen a alguien que padezca esta enfermedad. Los
resultados obtenidos con este cuestionario, muestran que las conductas
preventivas se relacionan con variables como conocer a otras personas
con cancer de piel, tener un aspecto sano y la creencia de que se ejerce
68Boletin de Psicologia, No. 67, Junio 2000
el control sobre la propia salud, mientras que paraddjicamente son los
sujetos mas preocupados por su apariencia y atractivo fisico los que
incurren en mayores conductas de riesgo de desarrollar este tipo de
cancer.
Entre las escalas creadas para evaluar el grado de conocimiento de
un tipo concreto de cancer y su relacién con conductas preventivas (en
este caso autoexploratorias) encontramos el Testicular Cancer Aware-
ness Survey y el Breast C4ncer Awareness Survey (Katz, Meyers y
Walls, 1995). Ambos constan de 24 preguntas a través de las cuales se
evaliia la historia personal y familiar de cancer de mama y/o testicular, el
miedo a desarrollar un cancer (vulnerabilidad percibida), el conocimiento
de las practicas autoexploratorias y las razones para no llevarlas a cabo.
Entre los resultados obtenidos destacan la existencia de un escaso co-
nocimiento sobre los factores de riesgo y aunque no hay diferencias
entre el conocimiento sobre el cancer entre hombres y mujeres, los pri-
meros son menos propensos a realizar conductas autoexploratorias 0 a
considerarlas importantes. Ademas las mujeres presentan mas temor a
desarrollar un cancer de mama que los hombres a desarrollar un cancer
de testiculo.
Una de las escalas creadas para evaluar las actitudes hacia el can-
cer en general que mantienen los sujetos sanos, es la creada por
Rounds y Zevon (1993). Se trata de una escala tipo Likert de 9 puntos
(desde muy similares a nada similares) en la que se comparan pares de
enfermedades, entre las que se incluyen el cancer, la artritis, el enfise-
ma, el alcoholismo, la paralisis cerebral, los traumatismos, la epilepsia,
la esquizofrenia, la diabetes, el retraso mental, los déficits visuales y los
déficits auditivos. Ademas, se incluye la estimacién de algunos de los
principios que los sujetos pueden utilizar para organizar su percepcién
de las distintas condiciones médicas: severidad, visibilidad, familiaridad,
experiencias con sujetos afectados, identificacién, normalidad, atractivo,
responsabilidad, salud fisica, impacto en las capacidades sensoriales,
amenaza de los tratamientos, funcionamiento cognitivo, controlabilidad,
impacto en las tareas diarias y laborales asi como la ubicacién de cada
una de ellas en los continuos fisico/psicolégico y desorden fisico/mental.
Aplicando este cuestionario a estudiantes los autores obtienen 4 fac-
tores: enfermedades para las que los factores que contribuyen a su de-
sarrollo son percibidos como incontrolables (cancer, enfisema y diabe-
tes), enfermedades que afectan a la funcién motora (paralisis cerebral,
epilepsia, traumatismos y artritis), aquellas relacionadas con los desor-
denes funcionales/psicolégicos (esquizofrenia y retraso mental) y las
relacionadas con alteraciones en la funcion sensorial (alteraciones audi-
tivas visuales y alcoholismo). Ademés la percepcién del estereotipo se
hace mas compleja cuanto mas experiencia tienen los individuos con la
enfermedad, lo que puede indicar que las actitudes pueden ser modifi-
69Boletin de Psicologia, No. 67, Junio 2000
cadas proporcionando informacién y afiadiendo experiencias con indivi-
duos que tienen ese tipo concreto de enfermedad. Y por tanto, los auto-
res consideran que, en los programas de cambio de actitudes se deben
incluir estas dos variables (informacién y experiencia) a pesar de que el
conocimiento del cancer y la realizacién de conductas autoexploratorias
se muestran como fendmenos independientes (Katz, Meyers y Walls,
1995).
Asimismo, en los estudios sobre actitudes hacia el cancer destacan
aquellos realizados sobre las teorias subjetivas que los sujetos crean
sobre las enfermedades y sus causas, su desarrollo, la eficacia del tra-
tamiento y la prevencion. Para su evaluacion se ha creado un cuestiona-
tio en el que se incluyen entre otros aspectos las atribuciones causales
del cancer y el infarto de miocardio y las teorias subjetivas de enferme-
dad 0 convicciones de control (Lerch y Kramer, 1995, traducido por Ber-
mejo, 1995). Entre los resultados obtenidos por Bermejo, comparando
actitudes de personas sanas alemanas y espafiolas, destaca una mayor
tendencia de los espajioles a realizar atribuciones causales y conviccio-
nes de control externas y a conceder menor importancia a los factores
psiquicos.
Entre los escasos cuestionarios 0 escalas creados para evaluar las
actitudes que personas enfermas de cancer mantienen hacia su enfer-
medad y distintos aspectos relacionados con ellas, destaca el Attitudes
Toward Cancer (Sabol y cols., 1995) que consta de tres partes: actitudes
generales hacia el cancer (14 items), actitudes hacia la curacion (trata-
miento) y la consiguiente integracién en los aspectos familiar, social y
laboral, (20 items) y variables socioeconémicas (21 variables). Entre los
resultados que los autores obtienen con esta escala destaca el que los
enfermos (especialmente los mas ancianos) piensan que deben saber
siempre la verdad de su situaci6n, prefieren que sean los médicos quie-
nes compartan con ellos esa informacién asi como sus preocupaciones
y temores y mantienen unas expectativas negativas en lo que se refiere
a la integracién en las distintas esferas vitales tras el tratamiento y la
enfermedad.
Por otra parte, entre los instrumentos destinados a conocer las acti-
tudes hacia el cancer de distintos profesionales destacan la realizacion
de entrevistas semiestructuradas como, por ejemplo, la realizada por
Conill y Lozano (1988) en la que se abordan temas como medios de
comunicacién y cancer, aspectos negativos de la enfermedad, cual es la
actitud mas beneficiosa para el enfermo o el tema de Ia informacion al
paciente con cancer.
Centrados en los efectos que una actitud concreta hacia el cancer, la
preocupacién y especificamente hacia el cancer de mama, McCaul y
cols. (1998) han creado el Breast Cancer Worry que, en realidad supone
una recopilacién de 4 preguntas extraidas de un cuestionario anterior de
70Boletin de Psicologia, No. 67, Junio 2000
los autores (McCaul y cols., 1996) y del cuestionario de Lerman y cols.
(1991). Asimismo los autores intentan poner en relacién esta preocupa-
cién en mujeres sanas pero de elevado riesgo familiar a padecer cancer
de mama con las conductas autoexploratorias y efectuar dicha evalua-
cion fuera de los contextos estresantes en que generalmente suele reali-
zarse, como por ejemplo, el momento en que se va a realizar una ma-
mografia o cuando se asiste a un curso sobre el riesgo de padecer esta
enfermedad. Sus resultados muestran que existe una relacién directa
entre grado de preocupacién y la realizacion de conductas autoexplora-
torias (a mayor preocupacién mas conductas), inciden en la necesidad
de diferenciar entre preocupacién como afecto y como pensamiento
intrusivo e insisten (como hace Davey, 1993) en que los cuestionarios de
preocupaciones especificos predicen mejor las conductas de resolucién
de problemas que los cuestionarios de preocupaciones genéricos, mas
relacionados con la ansiedad y con las conductas de evitacién. De
hecho, para estos autores, en el cancer de mama la preocupacién por el
cancer se relaciona con conductas autoexploratorias, mientras que la
ansiedad parece inhibir la realizaci6n de mamografias rutinarias.
Con la misma finalidad Epstein y cols. (1997) han creado la Breast
Cancer Worries Scale para evaluar a través de tres items tipo Likert de 4
puntos, tres dimensiones de la preocupacién hacia el cancer: la frecuen-
cia de los mismos (“Durante el pasado mes: {con qué frecuencia ha
pensado en la posibilidad de tener un cancer de mama?”), su impacto
sobre el estado animico (*,han afectado estos pensamientos a su esta-
do de humor?) y en el funcionamiento diario (“Zhan afectado estos pen-
samientos en su capacidad para desarrollar 0 realizar sus actividades
cotidianas?). Esta escala se ha mostrado util para distinguir entre muje-
res de alto riesgo y mujeres normales y para predecir la adherencia a la
mamografia (Lerman y cols., 1991).
Otros estudios se han centrado en intentar evaluar y determinar la in-
fluencia que las distintas variables recogidas en los modelos tedricos,
desarrollados para explicar la ejecucién de las conductas de salud, jue-
gan en la realizacién de conductas autoexploratorias, sin que hasta la
actualidad haya un acuerdo undnime sobre la importancia relativa de
cada uno de esos componentes. Asi, mientras que unas investigaciones
apuntan a que las conductas autoexploratorias dependen de la percep-
cién de vulnerabilidad a la enfermedad, las creencias sobre la gravedad
de la mismas y los beneficios que espera obtener de la realizacion de las
conductas autoexploratorias (Massey, 1986, Champion, 1988), otros
investigadores han sugerido la importancia de poseer un locus de control
interno para la salud (Bundek y cols., 1993), el apoyo social (House y
cols., 1988) y la autoeficacia (Maddux, 4993). Son menos concluyentes
los estudios que analizan la relacién entre ansiedad o preocupacion so-
bre el cancer y conductas autoexploratorias, habiéndose encontrado
n