Vanguardias al Sur
La musica
de Juan Carlos Paz
Buenos Aires (1897-1972)
Omar Corrado
Lo caenttome(a }
AU ISTool erst I
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ACONCLUSIONES
Tuvimos ocasién, a lo largo de este estudio, de poner en evidencia el
cardcter proteico de la obra de Juan Carlos Paz. Esa multiplicidad fue
resultado ultraconciente de una conducta que el propio autor se en-
cargé de explicitar, directa o indirectamente en sus escritos, La indivi-
dualiz6 como una caracteristica del arte contempordneo, aunque fue
también practicada en el pasado, en compositores como Orlando de
Lassus 0 Josquin des Prés, por lo cual era preciso despegarla de toda
idea de inconstancia 0 de decadencia, atribuidas ambas al arte actual,
En el siglo xx, el cultivo de la politécnica no es sino una tactica para
multiplicar la personalidad, como planteara ya Oscar Wilde.'
De esa manera Strawinsky, Picasso, Ernst Krének, Alois Haba,
Serge Einsenstein, Charles Ives, Eugene O'Neill, han demos-
trado que 1a multiplicidad y hasta la simultaneidad en el empleo
de técnicas adoptadas, ademas de aumentar la proyeccién de las
posibilidades de realizacién, revela insospechados aspectos de
una personalidad artistica, fragmentandola en diversas y sucesi-
vas facetas: cosa desde luego mucho mis dificil de obtenerse en
los casos de sujecién incondicional a una técnica 0 principio
estético estrictamente delimitado. Podria aducirse que se trata
de procesos de desintegracién de la personalidad; pero aun sin
llegar a tomar en cuenta ese argumento tardio, basado en la
creencia del «yo» como unidad integral, conviene remitirse a los
resultados practicos, a una demostracién efectiva de los produc-
tos que se hayan obtenido con aquellas reglas de conducta es-
tética multiforme.?
Ante este universo deliberadamente prisméatico y moviente, éresul-
ta atin posible una definicién del estilo? En caso afirmativo, den qué
‘Cf. la cita de Wilde incluida en La muisica en los Estados Unidos, p. 64.
7J. C. Paz: A. Schoenberg, p. 189.
* No podemos detenernos en este momento en el debate que suscita el estudio
356 det estilo, ya sea en el Plano «positivo», como lo proponen, entre otros, Leonard
caso, es indudable que, sin recurrir al préstamo directo ni a la cita
textual, Paz opera, de manera permanente y deliberada, sobre la base
del arsenal disponible de los lenguajes Preexistentes, y, dentro de és-
tos, de aquellos a través de los cuales fue tomando cuerpo el pensa-
miento musica] de la mas estricta contemporaneidad, Soslayarlo
hubiera implicado, a su juicio, el tiesgo de ingenuidad, de Provincia-
lismo, de retroceso. Desde este punto de vista, asf como su trabajo
reflexién metamusical sobre ellas, levada a cabo Por medios sonoros.
Son dos caras, inseparables, de la misma moneda. El esfuerzo se inte-
gra ast a las bisquedas de sus contemporaneos, algunas de las. cuales,
particularmente significativas en este caso, desplegaron la utopia de
reconstruccién de una base lingiiistica colectiva, cuyas funciones fuesen
€quiparables a las que cumplié en el pasado la tonalidad. El requisito
que debia cumplir este sustituto €ra, como lo definiera Boulez, el de
una generalidad, neutralidad y potencialidad tales que permitieran
las Ultimas tentativas de ello
El Progreso, como tuvimos ocasién de Constatarlo a Io largo de las
Paginas Precedentes, es un valor central en la ideologia artistica de
Paz. Su lectura expectante, dramatica, de la actualidad, esté encami-
nada a discernir las lineas histéricas mas claramente portadoras del
uno centrado en la racionalidad, homogeneidad y dialéctica interna
del material, en el cual se jerarquiza la disciplina, la tegla, el método.
Otro, de apertura temperamental y antisistematica, en el cual se valo-
riza la ruptura, la imprevisibilidad, 1a intuici6n. Que éste sea en ver-
dad otro es una cuesti6n de Perspectiva, de foco. En realidad, estos
——______
Meyer, Jean LaRue o Mikel Dufrenne, o, por el contrario,
my 1 O, , Ol
critica adorniana. some aparece en In
‘Mikel Dufrenne: «Du style», Esthétique et *hilosophie, Kili i is
at ah ique et philosophie, Klincksieck, Paris, 1976,
* Pierre Boulez: «Lenjeu thémati é
que», curso en el Collége de Fi
febrero de 1982, apuntes personales, Be de Manes, 5 de
357358
caracteres, por una parte, integran también el proyecto de la moder-
nidad —de su segundo momento, segtin Kermode comentado por
Ricoeur-, para el cual el orden es aquello que debe ser negado;° por
otro aparecen como consecuencia de la dindmica intrinseca de la
modernidad, de su capacidad para poner en crisis sus propios postu-
lados hasta pulverizarlos y, por fin, ni la obra musical ni los escritos
tardios de Paz acusan sintomas de las claudicaciones que integraron,
parcialmente, lo que poco después se llamaria posmodernidad. Como
quiera que fuese, en el primer caso, el progreso se encarna, hegelia-
namente, en un principio identificado como su sede, afirmativo,
suprapersonal, y por el cual es necesario militar en todos los frentes:
«da reaccién nada podra [...] la causa esté por encima de nosotros
mismos, que al fin y al cabo no somos mas que su vehiculo 0 su sopor-
te».” En el segundo, el progreso cambia de eje: se desplaza hacia un
puesto de vigilancia ante el riesgo del dogma, de la academizacién. Si
la ambigiiedad creyente/dudante expresada en las Memorias estuvo
siempre activa en la conciencia artistica del autor, se reservé, por ra-
zones incluso estratégicas, mas bien al 4mbito privado en tiempos de
batallas vanguardisticas, cuando predominaba el primero de los tér-
minos; se manifest6 en ptiblico cuando dichas batallas debieron li-
brarse no ya frente a los sectores nacionalistas y/ 0 académicos, sino
contra las nuevas convenciones en el campo mismo de la contempo-
raneidad. Algo de ésto se percibe en la evaluacién estética y la rele-
vancia histérica acordada a los compositores: los valora, en primer
término, por la solidez de la propuesta y su perfeccién en el marco del
compromiso con los lenguajes de la hora. Pero hay un plus que se
agrega cuando se identifican en ésta los gérmenes de lo que sigue en
la direcci6n evolutiva, es decir, en su apertura y su capacidad de con-
vertirse en instancia critica de su propia productividad.
En todos los casos, la actitud vanguardista prevalecié en la accién
publica rupturista, corrosiva, iconoclasta, en contraste con la actitud
extremadamente reflexiva y progresiva que aparece en el proceso, com-
positivo, en el cual cada nuevo elemento, identificado, ensayado y
adoptado a través de la Jectura y la escritura de y sobre la mtisica mas
reciente, se incorpora con anclajes profundos en la experiencia previa
* Paul Ricoeur: Temps et récit, Seuil, Paris, 1984, t. 2, p. 52. El autor comenta aqui
las tesis del conocido libro de Frank Kermode: The Sens of an Ending. Studies in the
Theory of Fiction, Oxford University Press, Oxford and New York, London, 1966.
7 Carta a Koellreutter, 25 de mayo de 1946. Enfasis original. En el mismo
sentido, ante las tendencias que permanecen arraigadas en el pasado, escribe:
«No entramos a discutir tal actitud; una enfermedad no se la discute, sino que se
la combate», 9 Artes, 1, noviembre de 1947, pp. 3y 5.
y con notable continuidad, pese a la realidad sonora tan disimil de las
obras de diferentes perfodos.
En la preeminencia de las fidelidades epocales por sobre las geo-
grafico-culturales se enfatiza el cardcter urbano y cosmopolita de la
modernidad. El programa es compartido con Daniel Devoto, sosteni-
do desde las mismas barricadas,8 y ante en enemigo bifronte: el pasa-
do —sobre todo el reciente- y la marca localista. El combate es por la
instauracion de un internacionalismo artistico de vanguardia, urdido
ideolégicamente en las canteras del individualismo libertario, frente
al canon académico y nacionalista. Sin embargo, hay una concienla
aguda de que la accién que llevan a cabo es inevitablemente producto-
ra de otras formas de identidad, desdramatizadas y no voluntaristas.
Nada lo expresa mejor que un articulo programatico de Devoto, escrito
en 1947 y dedicado a Paz, que nos permitiremos citar extensamente:
El disparate fundamental no esta en querer hacer una mtisica
nativa sino en proponerse hacer algo americanizante a la fuerza
[Jen querer ser algo determinado, cueste lo que costare, con
gozosa mutilacién gobernada, en vez de ser sencillamente lo que
somos, una vez liberados de las imposiciones de un oficio limita-
do, sin adoptar, en cambio, anteojeras que nos cierran a todo lo
que no sea quichua o querandi [...] Restablezcamos la dignidad
del oficio por encima de Ja «genialidad» del improvisador mas 0
menos dotado; seamos capaces de expresarnos con honradez y
todo se nos dard por aiiadidura. Entonces surgira fatalmente
nuestra musica propia, americana y universal a un tiempo, por-
que Sera obra de americanos no en un sentido meramente geo-
grafico sino en el hondamente, puramente, dignamente humano
[...] Hay algo més nuestro, mas argentino que el sol de mayo
que florece en la pintura de Pettoruti? Y por encima del milon-
gueo que se pudre en nuestro desamparado panteén musical
nada conozco yo més limpiamente nuestro que el recato, la dig.
nidad perfecta, la redonda nobleza de una Partitura de Juan
Carlos Paz.?
® Algunos ejemplos recortados de la prosa de Devoto; «No m
recuperar los hipotéticos aullidos con que los charriias recibieron a Don Jon Diss
de Solis y nunca he ofdo a un coya que fuera de la capital», Buenos Aires Musical, 111
15 de agosto de 1952, p. 1; «tan defendible estéticamente es el Pasacalle no tonal de
Pazcomo el tango de La historia del soldado». Daniel Devoto: «Expresiones musicales:
sus relaciones y alcances en las clases Sociales», en Isabel Aretz (ed.): América Latina
en su muisica, Siglo XXI-UNESCO, México-Paris, 1977, p. 33.
. Dz Devoto: Las hojas, Losada, Buenos Aires, 1950, p. 119. El articulo aparecié
originalmente en Espiga (Rosario), 3, junio-julio de 1947, pp. 1 y 3, y fue
359La pregunta por la identidad, como cualquier otra, surge de una
carencia, de una falta, o de lo que se percibe como tal: aqui, la orfan-
dad histérica,” y mas precisamente, de una historia musical relevante.
Una de las paradojas de estas vanguardias fue la aspiracién a crear
una historia a partir de la oposicién al pasado y a su inercia. Cuando
Paz cita a Pirovano —«estamos arando en el desierto»—"' 0 adhiere al
desgarrado pesimismo de Martinez Estrada sin abandonarse por ello
a la inaccién, revela la conciencia del papel inaugural que atribuye a
su generaci6n y a si mismo.” La fundacién debe realizarse sobre las
premisas de la modernidad mas absoluta. Pero lo fundante es, literal-
mente, demasiado sélido y conlleva demasiados peligros de cristaliza-
cién para un vanguardista. El poder fundante de lo nuevo debera
estar habitado por la capacidad de cambio. «Si cambia, no es; si no
cambia, es la muerte»: este epigrafe escrito en uno de los bocetos de
Galaxia 64 trasciende la referencia a problemas compositivos y se ins-
tala en el coraz6n dialéctico mismo de esta tensién.
El internacionalismo constituye entonces el lugar donde recrear
una pertenencia como reparacién imaginaria de] desarraigo, ante el
vacio de una tradicién viva y fértil. Como vocacién, como solucién co-
yuntural -operativa y/o defensiva—, como espejismo, como defensa, como
eleccién deliberada, como opcién politica signada por las vicisitudes
de la época, éste es, en si mismo y por todo ello, un universalismo
situado, cargado, en consecuencia, con rasgos distintivos propios.
Forjado en este enclave histérico, politico, cultural e ideolégico, con
estas inscripciones, deviene, paraddjicamente, marca identitaria.
Emana de un proceso histérico cultural tan particular que resulta
una versién de lo universal tal como sdlo puede ser pensada desde
una perspectiva lateral.'* No se trata de recuperar a Paz para una
inmediatamente reimpreso en 9 Artes, 1, noviembre de 1947, pp. 3 y 4. En este
némero publica también Paz (Cf. infra, Fuentes escritas),
Resonancias hegelianas, una vez mas: recordemos las célebres afirmaciones
referidas a América como un terreno que cae fuera de la historia universal, y su
optimismo de que ingrese a ella en el. futuro, lo cual, de todas maneras, no interesa
al fildsofo, que debe ocuparse «en lo que es y es eternamente». Frederick Hegel:
Filosofia de la Historia, Zeus, Barcelona, 1970, p. 110.
1 Bxordio al capitulo VIII de J. C. Paz: Introduccién..., «Problematica y creacién
musical en Latinoamérica y en los Estados Unidos», en ambas ediciones.
” «No hemos legado siquiera al caos; estamos en el perfodo previo de la
absoluta nada», afirma en 1942 Leopoldo Hurtado, otro amigo de Paz militante
de Ja nueva miisica. L. Hurtado: «Musica, En defensa de la atonalidad», Nosotros,
72, ato VII, segunda época, marzo de 1942, p. 324.
® Coincidimos aqui con aspectos de lo planteado por Etkin en este sentido.
Mariano Etkin: «Istzustand an der Peripheric. Neue Musik aus Argentinien»,
360 Musik Texte, 50, agosto de 1993, pp. 5-6.
Politica de la identidad que le fue radicalmente ajena; tampoco de
sucumbir ante sus propias utopias de un universalismo terso, ecumé-
nico, democritico, integrador.'4 Se trata, si, de valorar su rechazo de
la Posicién de marginalidad a que las contingencias geograficas e his-
toricas parecen condenar, su negativa’a subordinarse como Otro ex6-
tico, su reivindicacién del derecho a dialogar en igualdad de
condiciones con. cualquiera, a enfrentarse con los grandes problemas
tecnicos, conceptuales y estéticos contempordneos sin restricciones, sin
complejos, a producir obra y teoria como afirmacién de autonomia.
. En este contexto coyuntural e ideolégico se inscribe la hicida deci-
sién de situar su obra en la historicidad del material, y colocarla en
consecuencia en interseccién con la de sus contemporaneos. Ello no
impide 1a impronta individual de los recursos compartidos, ni la gene-
raci6n de nuevas respuestas, en las ‘cuales se manifiestan las variables
hist6ricas y culturales, internalizadas en las decisiones compositivas
mismas. Para el compositor, el estilo es «asunto propio de las posibi-
lidades técnicas y estéticas del periodo en que un autor vive y crea, a
lo que se agrega el factor individual».'> Asi, como tuvimos la ocasion
de estudiar en las paginas precedentes, cuando Paz adhiere, por ejem-
plo, al dodecafonismo, lo hace a través del esfuerzo intelectual y ae Ja
eleccién Personal, sin la angustiosa presién que ejercieron sobre los
compositores centroeuropeos las densas tradiciones de cuya continui-
dad y,avance se sentian responsables como herederos. La incertidum-
bre Provocada por la ausencia de una historia musical local sedimentada
que funcionara como piso sobre el cual construir la propia obra, tuvo
su contraparte productiva en esta apertura para seleccionar desde
los mea aquellas terminales de los procesos hist6rico-musicales
a mas aptas para insertar en ellas el propio proyecto com-
El incesante nomadismo técnico de Paz puede explicarse, en parte.
Porque no tuvo que cargar con las determinaciones socioculturales en
cuyo interior debieron fraguar trabajosamente las nuevas formas los
inventores de los lenguajes contemporaneos internacionalizados. El
distanciamiento que este proceso implica jerarquiza de manera noto-
tia el papel de la técnica como mediacién: nada esta dado de antema-
no; no hay ninguna tradicién que «naturalice» el lenguaje. En este
sentido, el posicionamiento de Paz se corresponde con el de misicos
“ Como el que practicara Victoria Ocampo, segiin la i i
; a Po, segiin la interpretacién de Sarlo
Cf. Beatriz Sarlo: «Victoria Ocam i A ,
; : po 0 el amor de la cita», La maqui
Ariel, Buenos Aires, 1998, pp, 93-194, EL cae
"8 J.C, Paz: Memorias IIT, p. 149..Las funcion ilo sea
3 : p. 149. es del estilo sefialadas
coinciden en lo esencial con esta definicidn, por Dafrenne
361)
que también construyeron sus dispositivos desde las periferias, las
migraciones, los exilios: Varése y Stravinsky, por extrafla que aparezca
esta conjunci6n, y a pesar de las consecuencias disimiles de sus res-
puestas y resultados.
La subjetivacién de los recursos formales existentes y, por lo tanto,
el paso del estilo de la generalidad a lo individual se presentan clara-
mente en nuestro compositor cuando se comparan sobre rigurosas
bases facticas sus obras con las de los modelos internacionalizados.
Recordemos solo algunos ejemplos. El jazz constituy6 un paradigma
de modernidad relativamente extendido en los afios 20, a cuya convo-
catoria acudieron numerosos compositores, entre ellos, Paz. Sus Tres
movimientos de jazz, sin embargo, suenan tan radicalmente distintos
de lo que podrian considerarse ejemplos influyentes de la €poca, como
la Piano Rag Music de Stravinsky 0 el «Ragtime» de la Suite 1922 de
Hindemith -para tomar sélo dos obras representativas para el mismo
instrumento- que el nexo se reduce poco menos que a la insistencia
en el contratiempo. En las matrices neoclasicas, observamos que Paz
lleva la fractura inherente al conjunto de operaciones intertextuales
que caracterizan esa tendencia a un grado mayor de desarticulacién
del referente éstilistico histérico, a una reduccién drastica y descar-
nada de la materia,'® con lo cual muchas de sus obras aparecen en
realidad como neo-neoclasicas. Las sucesivas mediaciones y la
radicalizacién antirromntica del autor desembocan, por otra parte,
en una hipertrofia de la objetividad.
La confluencia de estas piezas hacia el perfodo dodecafénico del
compositor incide en la particularidad de las obras compuestas con
ese método. En efecto, Paz llega al dodecafonismo no desde la expe-
riencia atonal del expresionismo, sino desde el neoclasicismo y la nueva
objetividad. El suyo sera entonces un dodecafonismo por lo general
despojado de la temperatura emocional del expresionismo y volunta-
tiamente contenido asimismo en cuanto a las posibilidades combina-
torias habilitadas por este método y sus prolongaciones en el serialismo
integral. En este sentido, resulta instructivo comprobar la evaluacién
constrastada que suscité este comportamiento en diferentes composi-
tores y épocas. En 1948, Ginastera considera que en su adopcidn del
dodecafonismo, Paz «no ha producido ninguna obra de verdadero
valor, pues solo ha imitado el sistema en su aspecto mas rudimenta-
tio».'7 En 1984, en un texto publicado cinco afios después, Mariano
Etkin escribe, reflexionando sobre opiniones que intercambiaramos
acerca de la miisica de Paz:
4 Recuérdense, por ejemplo, ef instrumental de los conciertos para piano y
vientos y la escueta linealidad de obras para piano y diios en los primeros afios 30.
17 Alberto Ginastera: «Notas sobre la mtisica moderna argentina», Revista
Musical Chilena, 31, oct.-nov. de 1948, p. 24.
hay una cierta elementalidad en el manejo de los procedimien-
tos, cierta carencia de una profunda puesta en practica de sus
proclamados planteos especulativos; podriamos hablar de una
falta de pretension de apropiarse de todas las posibilidades
operacionales y de transformacién ofrecidas por los materiales y
las técnicas [.--] que sefiala a Paz como un compositor latinoa-
mericano."*
La reduccién: écomo déficit o como deliberada renuncia?, dinsol-
vencia o marca estilistica e identitaria?
Las obras compuestas bajo el impacto de Ja constelacién Webern-
Varése ponen en relacién esos dos universos aparentemente opues-
tos, seleccionan los aspectos considerados mas productivos de cada
poética y dan por resultado una musica diferenciada, que condensa la
fragmentacién de la materia y su estallido registral con un enorme
caudal de actividad, y una gestualidad pujante y extrovertida.
Los ejemplos podrian multiplicarse. Responden a tres operaciones
basicas en relacién con los modelos, que resumen lo antes sefialado, y
acttian de manera intermitente, en diferentes momentos, dimensio-
nes, extensién y profundidad. En primer lugar, la intensificacién de
algunas de sus caracteristicas: la disonancia, la discontinuidad, el ob-
jetivismo son ejemplos de ello en el perfodo neoclasico. Luego, la
reduccién -intensificacién negativa-: de los dispositivos y la cantidad
de materia puesta en juego, de los repertorios disponibles en algu-
nos parametros, de las posibilidades que ofrecen las sistematizaciones
empleadas. En fin, la interseccién, o combinacién de propiedades
pertenecientes a lenguajes diferentes que generan una sintesis relati
va y nueva, en parte porque no borra definitivamente la heterogenei-
dad de sus elementos. Todas ellas se encuentran por otra parte
reguladas por la contencién, la reserva en cuanto a la manifestacién
expresiva de una subjetividad autobiografica.
; «iExiste una ésmosis posible entre técnica personal y generaliza-
cién?», se interrogaba Boulez.'” Obras como Ritmica ostinata, Dédalus,
1950, Musica 1946 0 Continuidad 1960 son algunas de las respuestas
musicales mas trascendentes que Juan Carlos Paz dio a esa pregunta,
¥ a muchas otras. Las dos tltimas, sus concreciones definitivas, insos-
ayables.
" Mariano Etkin: «Los espacios de la musica contempordnea en América
Latina», Revista del Instituto Superior de Misica-UNL, 1, 1989, p. 51.
® Pierre Boulez: «L'enjeu thématique», curso en el Collége de France, 5 de
febrero de 1982, apuntes personales.
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