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TAD Ro “eee - género y memoria sit z 1udndolo en los relatos de las mui pacticiparon en Jes conflicins acuecidie oot eae eat arones au cuya escritura en maytiscula la alude en cuanto que saber diseiplt torno a esos acontecimientos donde pued y 2001, ya que es en nar, y memoria, puesto que ambas construyen y/o condensan una ao ccémo unas y otros anudaron sus trayector observarse mas cabalmente narracién del pasado. fit laron las memorias sobre aus experience detach, Pee arti ‘Hace ya varios aftos Francoise Collin (1995: 158) sostuvo que “la \ 2 ausencia de las mujeres en la historia significa mas su eviccién del poder <~ | - {que su falta de actividad: lo que ellas producen y real Pengo Hijrove 7 | | Sy Relackses confictivas: HH . nen el marco yy) oe conflictvas: Historia, género y memoria general de Ja dominacidn, no les reporta reconocimiento alguno”. La | | 1ando llegué a General Mosconi, una dé 7 wrorensidn de esta reflexién no era colocar alas mujeres en el lugar de i que entrevsté fue Inés, quien hice referencia en clapartado anterion eerie” de la dominacién patriarcal y desdibujar asi as maltiples | “ ¢ncia en el apartado anterior resistencias encarnadas por ellas contra su subordinacién. Por el con- } | <, @propésito de la ocupacién del Concej ee? Interesada en sabersi habia intewentisendleanederitaatene ae is halla su hogar esa cn sabes habiaiervenido enc ‘orte derutas de mayo de las “huellas” dejadas en la historia a las “marcas” recuperadas por el | | 1a nal eso por ay de que manera habe, ped ue ue yerhistorico y que, discurriendo en los nexos entre la Historia de las | puted: Thdoeme poe Tnujeres, Ia Historia en general y la memoria fructificaran en Ia edifi- Fuimos a Tartagal, hi mos a Trtgalhielmos una asaibea grande Deahise deci ares ra Historia fealmente universal y no masculinament® | Po pm . Nos veniamos de Tartagal a Mosconi versalizada. Para ella, esas huellas podfan set rastreadas en aquellas caminando, La mayoria dela prticipacén eran mujeres. Ms “bras, gestos, relatos que “pueden dar forma ala memoria inconfesable rer pala posotras hicimos hineapié para podetlos evar a los Gue pasa a través de la malla del conocer” (Collin, 1995: 169). {| mn lng aietad tcacsaoy Uimido, por ejemplo. Entonces, “si {a preocupacién de la fildsofa francesa remite al campo de con- mites nos que estar nosoteo¥, Nosotras tenemos flictos y tensiones que atraviesa la relacion entre Historta ¥ ‘memoria y | rep daryee eons onseguir algo Qué Jes damos manana [a (que, a pesar de las variadas elaboraciones ‘abocadas a él, no ha dejado | 1s clos Enews de autora Ins Toe, General Mow soe a ealizar debates de manera casi constante, principalmente en. H las ultimas décadas. igre | oN | { Los topicos de tales discusiones abrevan, en general, en precisat ) Jos limites y contenidos que distinguen a la constitueién del saber dis: - ) No erala pri la primera vez que escuchaba a una mujer atribuirse a si misma ciplinar y aquellos que hacen a la construccién social de} recuerdo. En } ya otras un rol protaga nico en los cortes de mayoritaria presencia femenina en este ti podelishas algunos moves al deh . antes ya més de 2.000 km de distancia ipa dauchas. Algunos meses tal ecuacién, suele afirmarse que la Historia da cuenta de procesos y aly sin 0d60s)me Habla réseldo Oe tine saa oetecimientos que la memoria no necesariamente retiene, que est | similar que durante la Sometida a una necesidad de prueba y verificacién de la que lamemoria rimera pueblada de Co, “cuando se levanté el pueblo, nosotras primera pueblada de Cutral Co, “cuando se levanté el puebl it , Nosot (...J fuimos las pri a iba pasan: primeras porque estab: ie | fuimos Irque estdbamos viendo lo que estal do con nuestros hijos. Entonces nos levantam 3 sore, qui esta también sujeta a un deber o fondo de verdad -sin des, Conocer por ello los limites y recaudos de tal concepto~ que Ia memer | alos hombres 108 primero y arrastramos cance tigada a seguir ~mas preocupada por una reconstruccién analisis de las razones a eae potas real de Io sucedido-y que la memoria es mas proctive a a zones que pueden e: la 7 a oe Dacién femenina en estas conframtaciones sere sbjete de len woes wer pnanipullada por los grupos en situacién de poder que la Historia Lobjeto de los capitulos enna ta memoria temite a la fuente ora, a los testimonios de subsiguientes. Lo que deseo destaca relatos y la mayoria de las ae aa sla, contraste entre estos quienes formaron o forman parte del proceso historico que se pretende asignan a las mujeres un rol marginal o dilulde frente ok, aes seievugar, las relaciones parecieran tensarse atin més puesto ave la reece Pretend, entoncen, examinar Ruido frente a la presencia practica del acto de recordar puede ser_percibida como escasanna, ines a les claves de su formulacion repasande, en einen, pri ble, acechada siempre por el presente de quien recuerda, por el uestiones que tienen que ver con el vineulo enue Wve paso del tiempo entre el suceso y su rememoraci6n, Por St sujecion al el vinculo entre Historia Jnconsciente ¥, por tanto, a la pérdida del recuerdo, a su deformacién —yoluntaria o involuntari alsilencio 0 al ocultamiento. |. Ciertamente, la memoria y la Historia no son asimilables entre sf. perd en la practica, la relacién entre una y otra escapa a una dicotomia’ 57. Entrevista dela auto ela autora a Arcelia, Plaza Huincul, 20 de diciembre de 2003, ca 63 of [antiga exeasamente permeable alaitudesydialéctieas. De hecho, ictible sefialar que sila memoriaes el tainanloar estat lectivay propensaa lamanipu- Icon el sto del pasado por pat del stridor a histociadora no smo de sus intereses y de las estructuras social 65 ato 1s interes i es, ideol6- gies y policas en las que vive y tabs (Le Gol, 1988). Ele plea ci6n que también se encuentra terciada po f a por el presente, ya quien investiga el pasado escoge, lab za los vesilgios do cote labra y organiza los vestigios di a partir de interrogantes y de tual Pero, ntes y de perspectivas de su tiemy ademés, el saber disciplina feanria tcond , sciplinar imprime su huella en la memoria sel sabe jemoria reconfi- furande sentidsy acontecinientos sein aersasiterprtacones, lo hechos, grupos y sectores sociales, en fin, i 0 ales, en fin, sediatzando inevitablemente el dilogo entre la memoria del en oa brett la memoria del presente Fahiny-Ei, 197). ‘Complementa, Tse que tanto la Historia como la a : ‘memoria son Cegrenos de disputa ya que asi como no existe una daca manera de teordar el pasidotampoco exit una nica manera de interpreta, s n entre sf, tal como evidencia la His s sas disptas seinen nt nia la Historia de las mujeres. En efecto silos paradigmas androcéntreos en los que se austen el saber hsricooclueron ls agencias femeninas al eons -confinadas a la denominada esfera p derar queso Drivada, su impacto en dleventr socal era insignificant, a contienda contra ellos Tana por los movimientos feministas exigh rastrear otras memorias, no ausen, > (ne ausentadas, para despojar alas mujeres esta vez del olvido de 2 REBtorks Nofwecasuaienelioa contemporanekiad existenteenteel Le ela Historia de las mujeres y de la historia oral (Fahmy. Ei Ui 1997: B do qu la i lo que guarda la oralidad en la practica de la Historia de las mujeres oot, 2% Games, 2004), pues el uso ecuperar las 1 (ames, 2004), pues el uso del testimonio h (20 e150 monio ha permitido recuper: agin experiencias femeninas asi como colaborado on erent te ae + mas, quiza=que tanto la Historia coi e 5 q re tanto la Historia como las fuentes de las que se nutre tansmiten y ‘son sexuadas en la medida en que una y otras se edifian, “js experimentan por suetossexuades, , TP anon ny evidencia no se explica asf misma en su mero enunciado 2,4 Fazdn por la cual me interesa detenerme en analizareémofs memoria aye s ntra atravesada de manera estructurante por la construccion I, sa iferencia sexual y I i rand _eatdale dfeeoia ral y las relaciones de poder articuladas en Cert atnrce ae tat te te rack aunt ahance re~vel 58 Aunque no ston la pus anogasobservaciones pueden elizarse pra a toria de los sectores subalternos en distintos my Ver Pe Thompson (1978), Sve We 5 ld Paso a ol ages ha; }, Ferrarotti (1993), Fahmy- « a Necoechea Gracia (2006) y Viano (2008), ee 6a ‘Como sostuve en las paginas iniciales de este capitulo, entiendo que la memoria comporta un proceso activo de construccién social de iden fades colectivas e individuales (Portelli, 1991), que implica una mediacin simbdlica y una elaboracién de sentido sobre las acciones ¥ ‘acontecimientos vividos en el pasado (Joutard: 1986). Ademas, lo que ‘en ella queda registrado es un producto tanto individual como social, fen la medida en que una persona interacttia permanentemente y se construe como sujeto en relacién con otros/as. En tal sentido, el entra- mado social en el cual surge y se desarrolla determinada subjetividad > imprime su sello en los recuerdos. Asi, sila memoria sobre el pasado i nunca es el pasado, sino la traza erigida del pasado en el presente, su 5 o.6\ construccidn involucra tanto el “marco social” en el cual todo sujeto se encuentra inserto (Halbwachs, 1994) como el presente de quien fecuerda. Dicho de otro modo: los recuerdos de la realidad pasada no son una impresién “pura” de las cosas tal y como sucedieron. Por un Jado, estén mediados por los espacios de pertenencia socio-econdmica, étnica, politica, etc., en los que las personas viven, espacios que se fencuentrait Sujetos a contradicciones, disputas y cambios {Por el otro, la legitimacisn de la vida presente es esencial a la memoria, ya que el individuo o grupo social reconstruye al mismo tiempo su pasado como justificacién y explicacion de su agencia en la actualidad. De tal modo, Ja memoria es la resultante de un proceso intersubjetivo anclado en. relaciones sociales conflictivas determinadas por un contexto histérico y social, donde pasado y presente se restituyen mutuamente asignando significados a las experiencias vividas. Este proceso, asimismo, implica al olvido, acto atravesado tam- bién por la selectividad ~consciente e/o inconsciente- en cuanto que es imposible recordar todo en todo momento. Esa selectividad puede reconocer orfgenes diversos tales como la carencia de interés 0 de significado de determinados hechos pasados para el grupo social de pertenencia o la persona que recuerda, la ausencia de la transmision de la generaciGn poseedora del pasado -0 de la voluntad de hacerlo, ‘como sefiala Yerushalmi (2006) para el caso del olvido colectivo~ la negativa de la Historia a elaborar interrogantes sobre algunos temas © problematicas o, de acuerdo con Passerini (1991), la autocensura colectiva generada por las cicatrices dejadas por la experiencia pre- térita, De tal modo, el olvido no es una falla de Ja memoria sino, mas bien, un proceso activo que puede nutrirse de varias fuentes y que debe ser sometido al anilisis histérico de igual modo que el recuerdo. Pero, ademas, no es fijo, estatico o inmutable. En efecto, los alcances 6 limites de qué es lo que se olvida son dificiles de establecer ya que, por ejemplo, la induccién al recuerdo de un/a testimoniante realizada por quien investiga un proceso hist6rico, puede provocar la rememo- racién de acontecimientos que se crefan perdidos o que no habjan ci, es. 65 sido evocados hasta ese momento. Asimismo, la necesidad s «© tn grupo Socal de volar In experiencia va frente aune stuacion / dada, también puede actuar como instiga c fdas ambien puede atuar como instgador de recuerdos cuya exis / 29 Ensfntesis, aquello que se recuerda y se olvida, lo que se evoca ~silencia, los significados que se atribuyen al pasado, se hallan limitados por un marco social presente, por las posiciones diferenciadas que los Sujetos ocupan en la organizacién social de que se trate, y por 1s on. 0, naciones y jul ‘ : __ Sg naan bs de valor que, no sin pugna, se imponen en T) __Esaqu donde se vuelve posible reflexionar sobre las interseccio- Aves entre género y memoria, pues en la medida en que mujeres y varo. nes experimentan su vida a partir de una matriz simbdlica, normativ institucional e identitaria que prescribe ambitos sociales de pertenen, cia, actuacion e incumbencia distintivas con base en la construcelon social del diferencia sexual, sus recuerdos yolvidos se edifican atra- ‘esas por ela. Ast, por ejemplo, cuando las mujeres rememoraban mo se habfan involuerado en la pueblada de Cutral Co y Plaza Hiuin- cul de junio de 1996, la datacion de ese acontecimiento se vinculab Con otros hitosestrictamente situados en su vida familiar. Sara, la ex ypeteana de Plaza Huincul, por ejemplo, recordaba la fecha en que ta gendarmeria habia legado a las comarcas petroleras en 1996 para lesalojar los piquetes porque ese dfa habia nacido su nieto. Su amiga Arcelia comenzaba su relato sobre la represin que provocé la muerte de Teresa Rodriguez durante el corte de rutas en la misma zona en 1997 con la enfermedad de su marido. En cambio, para Rodolfo Peralt participacién en el corte de ruta de mayo de 1997 se asentaba mucho mas en una secuencia féetica ligada al devenir publico-politico: rememoracién y valoracién del *Cutraleazo” de 1996 como na forma de enfrentamiento exitosa en el pasado inmediato, su participacion Personal en una asamblea en Tartagal pocos dias antes de que se mas bienun tecuerd latent, para ditnguro de agueenshqueseborra ods at entre olvido y ocultamiento. Para el primer caso, basta recordar ledleine ebay 10s italianos objeto de su estudio. PPLesoeel Cneaji Sem cretoman ag fs consideracones planteadas por Bil (195 (996) Jn 000 Vano (208, enme otra estudosay 5” Pessina iniciara el corte de ruta en mayo de 1997 y su experiencia como delega- do de un sector de vpr, entre otros factores. Es importante considerar también Id organizacién del relato de lo registrado ya que el acceso a la memoria de toda persona esta siem- pre tamizado por la comunicacién de la experiencia. En esa direccién, la forma en que mujeres y varones configuran la narrativa del pasado esta también genéricamente mediada (Jelin, 2001). Por ejemplo, Stella Maris, empleada doméstica cutralquense y activa participe de la pue- -blada de 1996, sostenfa: Yo fui aver... Yo siempre digo que me daba cuenta de que la situa cién ya no daba para mas. La gente estaba desesperada por estar implorando un remedio o estar pidiendo fiado y que nadie te fie nada, Entonces digo, bueno voy a ir a ver qué pas6, qué pasa, @ ver quiénes son los que estan. Yasf empecé [...] ¥ allfno hubo ni religién, ni nada, porque estaban todos juntos, estabamos todos iguales (Entrevista de la autora a Stella Maris, Cutral Co, 20 de diciembre de 2003). Su exposicién se enmarcaba, entonces, anudando los sucesos politicos, la historia general con su propia biograffa, anclando las referencias en preocupaciones que hacen a la vida cotidiana de las mujeres y, desde alli, enlazando su historia personal con la de la comunidad. Esto no quiere decir que las mujeres encadenen siempre sus recuerdos y sus Soe ohn chtidianeldad devenida de su lugar de guardianas-de-la <— reproduccién de la comunidad y que los varones obvien esas referen- cias, De hecho, Como sostiene Bertaux-Wiame (1985), una afirmacién tan taxativa exigirfa realizar entrevistas a unas y otros basadas en cuestionatios similares y entradas exclusivamente sobre lo cotidiano- familiar, Mas en el relato esponténeo, y al menos en lo que hace a estos conflictos, en los varones eran muchos menos usuales las.referencias ‘a sus sentimientos y sus acciones en este aspecto de sus vidas. Por ejemplo, sélo luego de formular la pregunta varias veces en distintas oportunidades de la entrevista, Ratil Gonzalez, un ex trabajador ype- feano, nacido en General Mosconi, comenzé a destizar que en su vida personal, amén de haberse quedado sin trabajo y la pérdida de bienes materiales que ello implic6, terminé separandose de su mujer. Para las mujeres, como en el caso de Estela 0 Sara, detenerse en. las referencias a las separaciones, divorcios, violencias familiares 0 en detallar los Sentimientos de frustracidn y tristeza que les provocaba lo sucedido a partir de la desocupacién masiva provocada por la privatizacién de vPr, tera mucho mas “natural”. ‘De lo anterior se desprende una segunda instancia en que se vertebra la edificacién de la-memoria y que se vincula con que la misma esrelacional, puesto que, al construirse en la interaccién de los a 7 8°" protago} sujetos cotidianamente, los recuerdos y olvidos de mujeres y varones se encuentran mutuamente influidos. Sin embargo, esa relacion encie- ‘ra asimetrfa ya que se asienta en un desigual acceso al poder, en una asignacién de jerarquias valorativas sobre lo que unos y otras realizan, sobre los espacios sociales en los que desarrollan sus vidas y sobre la importancia concedida a la incidencia de sus actos en el devenit his- {6tico. Un ejemplo de esto puede encontrarse retomando los recuerdos de Inés.y-de Arcelia con los que comencé esta seccidn y contrastarlos £00 10s del Pedro, un ex ypefeano de Cutral Co para quien “las mujeres estaban en el piquete y gracias a ellas comfamos. Se encargaban de ccocinar, de hacer algo calentito porque el frfo que hacia era terrible" Para él, entonces, las mujeres hacfan en la ruta lo que usualmente hacian en sus-easas.¥ no recordaba, por ejemplo, que fue justamente *, una mujer, Laura Padilla quien firms el acta acuerdo en representacion de las comunidades newquinas con el gobernador Sapag, poniendo fin al primer conflicto. Para Laura, en cambio, el recuerdo de su propio mo estaba pleno de detalles que la involucraban a ella y a los varones, no en términos de convivencia servicial sino de tensiones que legaban incluso a la confrontacién abierta. Asi, rememorando su presencia en esas jornadas de lucha, Laura relataba que quienes esta. ban con ella en el piquete, le habian propuesto representarlos/as en las asambleas que se realizaban en la torre de yer, epicentro de la pueblada neuquina. Suponian que, siendo maestra, serfa mas habilen el ejercicio dela palabra. En una de las primeras reuniones ella debia informar que su piquete se mantendrfa pese a cualquier obstéculo. Pero al legara la asamblea, se encontré con que “habfa 5 mil personas y vi tipos adine- rados ab |...]. Estos tenfan discursos asf escritos [...|. Cuando yo veo semejante historia me volvi a mi piquete”®. A su regreso, un muchacho, Cuestion6 su actitud diciendo que “las mujeres slo gritan ena cocina y ue habia sido una equivocacién enviar a una mina.a que los represen te" segtin relataba Laura, Ofuscada, decidi¢ demostrarle que las muje- res no s6lo gritaban en la cocina. Recorrié todos los piquetes armando na reunién con todos/as los/as representantes para el dia siguiente. Fue, por tanto, una acusacién en la que se subrayaba su “condicion de mujer” la que la animé a abandonar la mudez ya poner en practica sus leas organizativas, cobrando visibilidad y la paulatina confianza y respeto de quienes estaban en la protesta Sin embargo, la apreciacién de Pedro sobre el rol de las mujeres , puesto que ellas también pusieron en escena durante los cortes de ruta las experiencias fundadas en la asignacién de roles de 61 Entrevista dea autora a Pedro, Cutral Co, 7 de mayo de 2004, (62 Entrevista de a autora a Laura Padilla, General Roca, 17 de diciembre de 2003, 6a ciidadoras de la comunidad: cocinaron pata todos, acercaron abrigos © dieron palabras de aliento. Y justamente esas experiencias perm f ron evitarconflictosinternos ycohesionar al grupo Laura, por ejemplo, en su piquete dinamiz6 la formacion de subpiquetes entre los que se contaban el de os évenes y el de los borrachos. A uno y oto les acer eaba comida o bebida, segin las neceskdades, a cambio dela garantia del euidado y la permanencia de esa barricada, Ella comentaba que “si ustedes me dicen cual fue mi funcién [...], cuando la gente ms 7 violenta era esto de ir abrazarlos, a acariciarlos, a dares un beso, a tranquilizaros, eso era lo que yo hacia™. De esta forma, este despa zamiento de los lazos afectivos hacia la accisn politica fortalecfa accion, solidificando la continuidad de los piquetes. von dela Por otro lado, es preciso considerar que sila construccién d sok memoria siempre estésituada con relacion a eémo varones y mujeres viveneian la relacién genéricaylas normativas que seformulan respec: to delo masculino yo femenino, estas notinatvas son hstricamente antes, y ello depende, en buena medida, de la aceptat el se Stet rm el experimentan. Un ejemplo de esto puede hallarse en las particular ddades que tuvo pata las mujeres y los varones de Geni n spn en nein a ea fad en junio de 2001. Los relatos de wi sco n {que el arribo de ese grupo de mujeres no setae logrado detene a ssién sino también infundir nuevos ara retomar las cause Viton un joven salteno desoeupado, contaba que cuando las vieron, no se Tes animaron yah, en cuanto supimos que elas estaban, salimos de abajo de la eama de una vecina que nos tenfa escondidos y nos fuimos otra vera la ruta. Ast, la presencia de las Madres de Plaza de Mayo en ese acontecimento las (fe) nstituyé en la memoria de que. nes o vivieton y frtaleié,asimismo, su capacidad de resistencia ante la represion que se ceria sobe lass, Pero ara ls mujeres, como m comienzo de este capitulo, lu la scar Sereaa ‘como grupo auténomo para tratar los problemas de la vio- sre vee tantolasnujeres svarones no consitayension hhomogéneos, as diferencias de clase y étnies, y las trayectorias indi viduales, entre otras diversidades, también deben col ocenae ane tcene al momento de analizarlas fuentes que atraviesan la construceiOn del cuer ato al interior de cada género (Piscitelli, 1993; Re Fores, 1995; James, 2008), Con respecto elo, Laura Padilla concut 63. Entrevista de la autora a Laura Padilla, General Roca, 17 de diciembre de 2003, 654. Entrevista dela autora a Vietor, General Mosconi, 19 de junio de 2004, 69 La pucblada en mivid de mer es como un reconocimient a @una vida de mucho sufrimiente e Bort) que se anid a hacer a Porque svos me dct, cues son ts grandes orgllor, unoca esto de ser piquetera y el otro es lo que me he animado a hacer en la pba inteiste de s Roca, 17 de diciembre de 2003). sale Genes Laura sintetizal {aura sinttizaba en “esto de ser una piguetera” su situacn en cuanto dksocupada, made de tres hijos yjefade hogar, asighando también ello una valoracion positiva en tanto pido trocar alll resigmacion ante desgualdades y opresionesexistents en enfrentamiento rebel. sobre emo se entrecruzan Histori «a istoria y memoria guia- da or asunir aa segunda com fuente de Ta construccidn diseiplinar a importancia concedida al reconocim ! 3 beri omit : onocimiento de st Propia voz y de su propia agencia por parte de mujeres como Bety Ledn Laura Padilla Arcelia Sara, Estela, Stella Maris, lea, Inés, Nenéo Suse, na, Menos aun euando se busca comprender estos procesos de lucha resistencia colectiva, y cémo los mismos han impactado en quienes los brotigonzaton, Tampoco pure ser exllda si epretende devel los n en los que, en un determinado m Pu nomento, los indivi dejan de ser tales para convertirse en coletivos sociales aispuestos a fest ya enfrentar las condiciones imperantes. En ese sentido, lo lo aqui es que la memoria no es una entelequi: , : iano es una entele au : quia sin género en cust que ningin recuerdo tiene exsenca por fra de ls tla nes socials en las que se construe y emerge Por el eontario, ning pasado o rememoracién, se trate de varones o de mujeres, obreros/a, tesocupados/as, ete, queda exclude delas desigualdades trazados por tas relaciones de género.Asimismo, considero que tales desigualdades Scfiian y corporizan en cada momento historico de forme expect a jue inciden en la memoria del pasad ion que ca-alaparg pasado y en la valoracion [PS ls protagonists de ese pasado realizan de sus props aciones, én, influyen en como desde el relato di : Pero también, influyen d ato disciplinar se recons. comprender to sucedido desatiende o sé mantieneclego al genero, se Por universalizar las experiencias clausurando la posibilidad dea i advertir indicios que revelan a otros sujetos ~varones y mujeres y jue dan cuenta de c6: i guedan cuenta de esmo us trayectorias,acciones e ideas modelaron el ado. Recalar en las voces de las mujeres il él pasa eres ilumina, entonces, {os Kimites de esa universalizacién, También indexa la potmcla quoi aeautia oftece como fuente para la Historia, pues al inquire sobre su tr ana inter flacionalmente se enriquece la eapacidad de conse interpretacion que efectivamente desmor , mnte generaliz Y pluralice tanto las instancias de la vida social come los suicone nea Protagonizaron los sucesos analizados/ ~ fyeon ane EF felons de muivysain® expeciucies am 1 la fotim * . 5 ti Ye La Wytor a Oval Enlazando desenlaces En este capitulo me detuve en el vinculo estructurante entre Historia, memoria y género para develar una genealogia de experiencias que precedieron a la emergencia de las mujeres piqueteras como colecti- vo politico y que procuré hallar, a partir de las evocaciones de estas Uiltimas, los insumos que, originados en ciertas trayectorias pretéritas, potenciaron su inscripcién colectiva en el escenario publico-politico. En ese sentido, las historias de las Madres de Plaza de Mayo y de Jas feministas fueron puestas en escena por mi relato para recuperar las huellas -mas que las marcas- sobre las que las mujeres neuquinas y saltefas asentaron los pasos que intentaron poner limite a las virulentas consecuencias de modelo neoliberal. Asf, retomar en su enfrentamien- to con el Estado la politizacién de la maternidad instrumentada por as Madres, fue un recurso capital en la capacidad de batallar de esas ‘mujeres que, en su rol de garantes de la supervivencia de sus hijos y, con cello, de su comunidad, ocuparon las rutas y recuperaron singularmente ‘un hacerse ofr que las “locas de la Plaza” habfan enarbolado con fuerza ‘esa tarde de abril de 197. Fue el cruce y la re-significacidn de esa expe- riencia la que no sélo las hizo receptivas a la legada de las Madres en junio de 2001 sino la que también condujo a esas Madres hasta allt. De ‘ese modo, provocaron un encuentro que, aunque inesperado, reverberd en nuevas practicas y horizontes para esas mujeres saltenas, tales cor los implicados en intentar armar una organizacién femenina auténoma para enfrentar las desigualdades en las que se vefan subsumidas. Pero si esas desigualdades cobraron nombre y entidad, y en ello se hicieron visiblemente in-naturales, fue porque el movimiento feminista, fragmentado y débil en muchas ocasiones, pero insosegable también casi siempre para cuestionar la opresién femenina, coloco a la mujer como una “cuestién’, pugnando contra los imaginarios sociales y politicos que engarzaban sus incomodidades, malestares y tensiones a problemas personales y, con ello, supuestamente apoliticos. Los Encuentros Nacionales de Mujeres desempefiaron un rol esencial en esa direccién, al ser la arena donde esas mujeres, luego devenidas piqueteras, pudieron intercambiar y debatir sus propias experiencias, adquirir confianza para abandonar la mudez en los espacios politicos colectivos y hacerse de conceptos con los cuales nominar y dar cuenta de sus opresiones. ar otro lado, en ese nexo estructurante que postulé, colocar mi voz interpretativa en primera persona port6 ex profeso la intencién de sefialar cémo, haciendo uso de la historia oral pero ponderando las construcciones de género que atraviesan no sdlo a quien protagoniza lun proceso histérico sino también a quien intenta interpretarlo desde el. saber disciplinar, se abren nuevas puertas para indagar la relaci6n entre 7 > procurar agua. Fue allf donde ellas tej los sujetos, sus aspiraciones, sus intenci nalidades, las motivaciones que los llevan a actuar en ocasiones y, también, a no hacerlo en otras. Pero este capitulo no hurgé sdlo en las trazas de una tradicién de lucha subterrénea que index la salida de Jas mujeres a las rutas. También buses tensionar aquellas imagenes que las hicieron presentes en los cortes irrumpiendo desde una suerte de nada pasada, desde una especie de vacio de filiaciones propias en la experiencia politica indivi dual y colectiva. Detenerse atentamente en sus relatos permitié revelar lo contrario pues ellos dan cuenta de una historia de intervencién pibli- o-politica labrada en vinculo, que nacié mucho antes del momento en que salieron a montar barricadas. ‘a labranza se hizoen ambitos mas difusos en sus limites 0 menos reconocibles en sus dimensiones politi- cas como la cooperadora escolar, los mercados, la vereda o las filas para eron sus redes, tallaron lecturas politicas de la realidad que las circundaba, se quejaron e intentaron hallar soluciones. Pero, ademés, aprendieron. Aprendieron a ocupar sedes gubernamentales y rutas, a negociar con los poderes locales y a organizarse para ello, a ganar espacios sindicales y a portar pancartas Para frenar el paso del tren en sefial de protesta o armar listas antiburo~ ¢raticas que ayudaran a mejorar la condicién de trabajadoras, En sintesis, estas paginas procuraron re-conocer, a partir de los indicios brindados en las entrevistas, una genealogia hist6rica que bermitiera inscribir a las mujeres piqueteras, en tanto sujeto politico, en un itinerari ti comenzado a transitar mucho antes por otros cole ivos de mujeres. Pero también, iluminé unos antecedentes de accin colectiva que las neuquinas y saltefias habian protagonizado y de los cuales echaron mano al devenir en piqueteras. Esa biisqueda, final ‘mente, dispuso mi andlisis en primera persona porque esas tradiciones si tubterrdineas, esos saberes, dejaron de serme ajenos o ignorados como resultado de un encuentro que me involucré sin ambages. Las puertas interpretativas que m¢ ie abrieron esas conversaciones mantenidas en tus casas, en la sede de urp o de un comedor comunitario, continuardn marcando el derrotero de los siguientes capitulos, Capitulo 2 ; De la “revolucién productiva” a “nos ha dejado en la ruina”: los aos de Menem LecTDoms sopae LAs Rau pe Gana DasmOe ve ElORIA / Paasenre > Guwire a mulocones et me Se ee Marina nacié en Catamarca en 1924, Su infancia y su adol exncin compartidas con seis hermanos, transcurrieron en el “campo” pues st madre y su padre, que “nunea tuvo un trabajo nacional’, poselan una pequefa chacta en la que alternaban la “cosecha de papa y m ria de animales". 7 a a ne cera ella, “trabajo nacional” tenfa un significado un coher se desempefiado en(ypr, Tal equivalencia no era ees —_ ino se habja enlazado con la empresa petrolera. muy joven su destino se rsa petrol Sf jeneral Mosconi, que por eso: Habfa legado en 1949 a General Sienipon rx i i uitos, nada de la ciudad q) jonte, los caminitos asf de chiquitos, S hora sein evocaba encimando ls palmas de sus manos para gra. : ie atravesaban la localidac y ficar la estrechez de las calles qui lidad sate y fe vecinas Tartagal y Camp: fenderos que la unfan con las ve mpamento Vespa Tenia 25s de edad um expos, una hi eauena un ho recien nacido y la experiencia de haber pasado un ano “cosed la cafaenelIngenio Ledesma”,enaprovinciade July. jo y el escaso sala Las duras condiciones de trabajo y a ¢ ambos ganaban all llevaron @ Marina yasu esposo a probar suerte en Salta no bien supieron que el hermano de ete, que “tabalaba en el hospital de , wucio, habia hablado con un e yer” en Campamento Vespucio, ado seep : abajo para mi ma Ja empresa “y le consiguis un tral mi marido™ Lego unos meses fue efectivizado en el sector de administracis dew Como “rdenarz, sree ca tha con rae, Tabajba en la oicina y servia a los jefesy tenia que ir pituco”™. Ella reeuerda que aunque el salario “era modesto, pudimos empezar a ahorrar algo”. En pocos cercano al centro de General Moseo- guieron comprar un terreno cei : sty levantar una casa ampliaen laqueeraron a tres hijasy cuatro 665, Entrevista dela autora a Marina, General Mosconi, 12 de junio de 2004, ina, General Mosconi, 12 de junto de 2008. 66. ntrevista de a autora a Marina, sin demasiados sobresaltos. Marina 8. Marina, por ejemplo, no debié preocu- ase pot I educacin formalde ellas/s, pues pudo raandasianfts 2 odas/osala exeula publi local ena que coneluyeronel eo prime: tio y el secundari, Tampoco la nquietaba la atencion dela salud de familia porque “usted tenia asistencia |...) ysi se enfermaba alguno, vena el médico dere Dabalarecetayretirdbamososremedios, ni 1 centavo pagabamos”®. Menos atin shaver durante eentavo pag Menos atin fue un problema que hacer durante \ciones: a pesar de que eran muchos, cada diciembre, cuando se acercaban las fiestas navideias y de fin de aio, Marina podfa armar las vals cerrar la puerta de u casa y viajar con todos/as a vistar asus padres a Catamarca dado que vr le proven los pasajes de omnibus y le tren que precisaban. Ya crecidos, ademds, tres de sus Ingresaon 8 trabajar enn petoern estatal alo “uno que eu ara maestro’, comentaba orgullosa~ en tan foacsa ova ypeaand. No que des desus as se La satisfaccidn que trasluefan sus referencias a ese pasado tan vertebrado en torno a la existencia de yer, mudaba a una mezcla de congoja y de enoj angola y de enojo cuando aludias.s vida ya de su comunidad en Plea. ores le tengo broncaa ee vicjo Menem, exe que nos ha deja en la ruina El vend todo, Ahora estamos Henos de yanquls ellos son oe duefos de In eras, Antes haba todo en bundancia! (Entrevista de a autora Marin, 12 de junio de 2004). . EI “ahora” de Marina cobrab: aun sentido colmado de pérdidas ubi 8 ubie Hes = distintos planos de esa vida individual y colectiva, pero enca- denados en sus causas, Uno) mis cercano yasble, er emitido a una na donde la muerte por falta di asi tencie médiea se habta vaelowun destin cat inelodible Elon tele ala desnacionalizacién de las ti s nde las tierras y, con ello, de los recursos hidro- carbuniferos que esas tierras pose, Habra sido su venta y quien Ia efects, “ese viejo Menem o que ls habia levado aa ruin, Pores, aetualidad del “ahora” de Marina exceda la inmediatez del tiempo presente en que transcurria su narracion para situarse en los novent en la era de las privatizaciones. Snoven fe capitulo examina ese momento di le ruptura significado por arin. dcr proceso de pvatizacion de vr. Fro tambien ula It mirada mds ats para comprender las aleances de oe pasado jancia” que atraves6 Ia vida de los y las trabajadoras de la (67 Entrevista de a autora a Marina, General Mosconi, 12 de junio de 2004, = petrolera estatal y de sus comunidades. Ast a indagacion de las aristas Bel contraste entre ese “ahora” y ese “antes” sefialados por ella, vuelve posible explorar en qué medida y de qué manera, durante la segunda ejtad del siglo Xx, las relaciones sociales que se gestaron al calor de la presencia de la petrolera estatal incidieron en la masiva participacion Fe las mujeres en tos conflictos abordados en esta investigacion®. La forma en que ea privatizacién impact en las comunidades neuquinas J caltenas fue desigual. Tal desigualdad estuvo emparentada con los dhivergentes alcances que en cada espacio regional tuvo la edifieacion Gel mundo ypefeano y, en consecuencia, con los niveles de desestruc- furacidn social que trajo aparejada su desaparicién. Pero, también, tetuvo relacionada con los modos en que la presencia de la petrolera stata permed las tramas de las experiencias vitales de mujeres yvaro- nes, y particularmente con los significados que unas y otros asignaron ‘aesa presencia. - ESC xe anaico, ln primera pte de exe capitulo se enfoca en la consolidacién del modelo neoliberal bajo los dos pre- encias consecutivas de Carlos Satil Menem (1989-1995 y 1995-1989) Centra su atencién en el proceso de reforma del Estado encarado a par- tirde las semanas iniciales de su primer mandato y cuya herramienta Juridica a Ley 23696, proporcion6 al Poder Ejecutivo Nacional (PEN) el Jnarco legal para efectuar el traspaso de las empresas de bienes y sek Miojos estatales a manos privadas. Su énfasis analitico est puesto en la Venta de vbr pero también revisa ciertas resistencias organizadas por a Clase trabajadora frente aeste proceso de consolidacién del dominio de foe sectores del capital local y extranjero altamente concentrado que, ‘demas, se ampar6 en una elevada cuota de legitimidad en las urnas. En especial, examina las confrontaciones que emergicron en algunas regiones a mediados de septiembre de 1991 ante la inminencia del traspaso final de la petrolera estatal, adentrandose particularmente et vom las mujeres -especificamente aquellas que habitan en las locali- soilee saltenas donde el conflicto alcanzé una importante magnitud- participaron en ellas y evaluaron su presencia. ‘ partir dela {rama hist6rica articulada en esta seccin, se des, pliega la segunda parte del capitulo, ocupada en explorar ese ‘are Pega de Ie abundancia, retornando al relato de Marina, tena la on nemoracién de ese pasado. Ese propésito es el que enmarea aqui la indagacién de las memorias y narrativas femeninas, pues es a través «60 £1 motivo de esta elec temporal, que introduce una modifieacién al period cane en este bro, radia en st concordancia con el lapso vital de las muleresy tara er nurevistados, pues se trata de personas cuya juventud y/o etapa adult se han desarrollado desde 1950 en adelante.

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