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CAPITULO 3 Los modelos antropolégicos de Carl G. Jung y de Carl R. Rogers. Una comparacién en la perspectiva de la integracién Marco Antonio Recucro del S. El presente trabajo quiere ser una aproximacin al estudio compa- rativo de dos grandes autores de la Psicologia: Cal G. Jung y Carl R. Rogers. ‘Como sus aportes son muy amplios y variados hemos legido una temiitica central en que concentrarnos. Ella es la visién antropolégiea que ambos tienen. Es decir, los supuestos acerca del ser humano que Tos dos asumen, ya sea explicitamente -como es el caso de Rogers-, ya sea implicitameate “como es el caso de Junge. La reflexidn acerea de este tema permite tenet una visién de conjunto de sus respectivos enfoques tedricos y psicoterapéuticos, y facilita cualquier consideracién comparativa posterior en otras reas en que se desee hacer. En un sentido ain mas amplio, creemos que un contrapunto entre estos dos autores facilitard la construceién de puentes sélidos entre la psi- cologia analitica, la psicologia humanista y la psicologia transpersonal Jung, desde Europa, es un importante predecesor de la segunda y la terce- ra. Y todos sabemos que la perspectiva transpersonal surge en Norteamérica como continuacién del Humanism, teniendo en algunos de sus mas desta- cados representantes un fuerte horizonte integrativo. De hecho, parece ser ya la hora en que de las més de ochenta escuelas terapéuticas “serias” se- iin el importante compendio de Zeig y Munion publicado en 1990, avan- cemos hacia unas pocas que sean capaces de asumir las aportaciones de la Dado el conocimiento general ya existente acerca de las biografias ‘de ambos autores y la limitacidn de paginas a que debemos someternos, no nos parece necesario hacer una presentacién detallada de ellas. Nos basta ‘con decir que Jung es un médico psiquiatra europeo -suizo-alemén, para ser més precisos- que hace sus principales aportaciones en los inicios de la Psicologia como diseiplina, a comienzos del siglo XX y en medio de las 129 ddos guerras mundiales que devastaron Europa en la primera mitad de éste Inicialmente estuvo muy cereano a la figura de Freud, del que fue por un tiempo su principal discipulo (0 “principe heredero”, como el mismo vie- nés le tlamaba) y en conjunto con el cual organiz6 el movimiento psicoanalitico intemacional. Rogers en cambio, es un psicélogo estado- tnidense, una generacién més joven, bastante més pragmiitico, que tra- baja cuando la disciplina esta ya un poco més consolidada y que forma Parte -y lidera- un importante movimiento renovador de ella: la Psico- logia Humanista Podemos afirmar con bastante seguridad que Jung nunca conoci los trabajos de Rogers y tenemos la certeza de que jamais lo menciona en su ‘obra completa, puesto que hicimos la correspondiente bisqueda por todos los volimenes de ella, Debemos recordar que cuando aparece el primer libro importante de Rogers, en 1942, Jung tenia ya 67 aios, estaba en la Suiza cercada por la Segunda Guerra Mundial y trabajaba en su tratado Paicologia y Alguimia. No hay, por lo tanto, indicios de ningin tipo que ppuedan hacemos suponer que tuviera acceso a él, ni siquiera que hubiera ‘motivos para que se interesara en conocerlo. Algo semejante ocurre con la siguiente obra importante de Rogers que aparece en 1951. Ese mismo aito Jung publica ian dedicado a la descripeién de las earacteristicas mis importantes del selbst, y su eje de interés por aquella época estaba en conseguir ef mayor acercamiento posible a los contenidos de la “psique objetiv Rogers en cambio, sf tuvo conocimiento de la persona de Jung y de Algo de su obra. En lo concreto son sélo tres las menciones explicitas que hace de él y todas aparecen en el libro 4 pessoa como centro (1977b), publicado més tarde en inglés como A Way of Being (1980). La primera de ellas esti en un capitulo dedicado al estudio de la empatia (Rogers y Rosenberg, [1977b], 1981, p.95), que ya habia visto la luz antes en un articulo de 1975. Las otras dos menciones aparecen en un capitulo titulado éNecesitamos “una” realidad?, y provienen de la autobiografia del psi- 4uiatrasuizo. En una de ellascita como ejemplo de “otra realidad” el sue- fio vocacional de la infancia de Jung (Rogers y Rosenberg, [1977b], 1981, 1p.20S-206) y la otra tiene que ver con la “creacién de realidades” por parte de la especie humana y por parte de cada individuo (Rogers y Rosenberg, [1977b], 1981, pp.207-208). *Y en esp cone tiulo La Persona como Centro (1981) Barcelona: Herder. 130 En las tres citas Rogers se sitia en continuidad con las propuestas de Jung que recoge. Sin embargo, son del todo insuficientes como para intentar establecer a partir de ellas una comparacién sistematica entre la ‘obra de los dos autores, incluso en lo que dice relacién s6lo con el tema que hemos elegido para este trabajo. Sélo nos aportarian alguna evidencia dela importancia de la empatia para los dos enfoques y de la importancia de la conciencia humana en la construccién de la(s) realidad{es) “objetiva"'s). ‘No nos queda mas remedio, en este sentido, que creerle a Rogers lo que le responde @ Evans (1975), cuando le pregunta sobre Jung, a quien también éste habia entrevistado varios afios antes, en 1957. EVANS: A propésito, parece haber un resurgimiento del interés por la teoria de JUNG. {Considera usted que este nuevo interés, con st ‘mayor énfasis en la determinacién individual, esté en concordancia con la preocupacién de conjunto por los factores determinantes in- dividuales tal como se reflejan en sus propias perspectivas? ROGERS: Tal vez. Me resisto a hablar sobre eso porque no me con- sidero un estudioso de las teorias jungianas. Aunque haya dicho al- guna cosa sobre la teoria freudiana, no ha sido en comparacién con Ja mia, No me gusta comparar mi teria con otras, porque considero aque la persona tiene derecho de hablar por si misma y de ser evalua- da en forma independiente. Cuando otros intentan descrbir mis teo- rias no siempre las reconozco, (Rogers a Evans, 1975, pp.90-91) Sin embargo, no debe entenderse esta tiltima aseveracién de Rogers ‘en el sentido que se oponga a la biisqueda de Ia integracién en psicologia y psicoterapia. El mismo tiene algunos trabajos en que reflexiona acerca de las relaciones entre su enfoque y algunos otros, (Rogers, 1985 y 1986 por mencionar s6lo Ios tltimos). Con ella se refiere ms bien al tipo de compa- racién que intenta poner algunas teorias como mejores que otras 0 de redu- cir una perspectiva a la otra. De hecho, tiene afirmaciones tan claras como la siguiente: Para concluir este capitulo, me gustaria comentar las preguntas ga donde conduce esto?, geual es el fin de toda esta investigacion? Me parece que su principal significado es que un ereciente cuerpo dde conocimientos de la psicoterapia, verificado objetivamente,traeté cconsigo la desaparicién gradual de las “escuelas” de psicoterapia, 131 incluyendo lacentrada en el cliente. A medida que se conozcan mejor las condiciones que facilitan el cambio terapéutico, la naturaleza del proceso de lapsicoterapia, los factores que la bloquean oinhiben y los resultados caracteristicos del tratamiento en términos del cam bio de ta personalidad o de la conducta, habré cada vez menos énfa- sis en las formulaciones dogmiticas y puramente tedricas. Las dife- rencias de opinién, los distintos procedimientos terapéuticos, los diferentes juicios en lo relativo a los resultados, serdn sometidos a tuna comprobacién empirica, mis que convertirse en simple materia de debate diseusin (Rogers, (1961}, 1972, p.237) Jung por su parte, muestra también un gran interés por el conoci- miento de los otros enfoques tebricosy terapéuticos, se esfuerza por enten- der sus diferencias y por buscar formas de compatibilidad entre ellos. Su ‘conocido libro de 1921 acerea de los tipos psicol6gicos contiene un primer esfuerzo en este sentido, A través de las hipétesis que desarrolla en él, puede entender los motivos de las diferencias que le separan de Freud y de ‘Adler, representantes de las principales corrientes terapéuticas que le eran contemporiineas. Desde tales hipétesis, se hace comprensible que un extra- vertido y un introvertido, por ejemplo, teniendo acceso a los mismos he- hos, elaboren exolicaciones diferentes. Estas disimilitudes aumentarin mais, sila funcién superior de la conciencia (sensacién, intuicién, pensamiento 0 sentimiento), de cada uno de ellos es también diferente. De esta manera, en sus escrtos posteriores son constantes las afirmaciones que reconocen las Jimitaciones de su perspectiva y la necesidad de considerar seriamente los, aportes de otras. Asi por ejemplo: Setia un error imperdonable menospreciar la verdad contenida en las concepciones de Freud y de Adler, pero seria igualmente imper- donable escoger una de ellas como la Ginica verdadera, Ambas teo- rias corresponden a realidades psiquicas. Existen, efectivamente, ‘cas0s que son descritos mejor y se explican en forma mais adecuada por una de estas teorias y otros por la otra (ung, [1931], vol.16, n° 68) Una evaluacién objetiva de los hechos reales demuestra, en tanto, que cada uno de esos métodos y teorias tienen su razin de ser, no sélo por el éxito que han obtenido en determinados casos, sino tam- bien porque muestran realidades psicologicas que comprueban am- pliamente sus respectivos presupuestos. Por lo tanto, en la psicote- 132 rapia estamos ante una situacién comparable ala de la fisica moder- na, con sus dos teorias contradictorias acerca de la luz... Las con- ‘radicciones en cualquier rama de la ciencia slo comprueban que el objeto de tal ciencia tiene propiedades que, por ahora, sélo pue- den ser aprehendidas a través de antinomias, al como la naturaleza ‘ondulatoria y corpuscular de la luz. Sélo que la psique es de natura- leza infinitamente més complicada que la luz, (Gung, [1935], vol.16, n°1) Sin embargo, esta comprensién y aceptacién de la diversidad no justficaelaislamiento, ni a falta de didiogo, y tampoco releva de la neve- sidad de hacer esfuerzos integradores. En un articulo publicado en 1934, La situacién actual de la psicoterapia, Jung manifiesta: Basta una mirada a la profusién y confusién de ta literatura psicoterapéutica para confirmar este hecho. No fueron sélo algunas escuelas que hasta nuestros dias evitaron casi ansiosamente entrar en un entendimiento serio con las otras, sino también grupos (las asi llamadas sociedades) que se enclaustraron contra las de “otro cre- do”, sin mencionar los innumerables “solitarios” que hacen osten- tacién de ser los tinicos miembros de su tnica iglesia que salva, para usar la conocida expresién de Coleridge. Sin duda este estado de cosas es sefial inconfundible dela vitalidad y del cardcter proble- !matico que presenta el campo experimental de la psicoterapia, Pero noes um estado satisfactory es dificil armonizarlo con la dignicad de ta ciencia ‘Gung, [1934], vol.10, 0°334) YY no se queda s6lo en palabras. En 1929, Jung elabora su trabajo Los problemas de la psicoterapia moderna (Nol.16), donde da un paso muy significativo en la linea de integrar los tres enfoques terapéuticos ya se lados, més el método catértico. Los ordena en cuatro fases de lo que podria, ser una psicoterapia completa (o transformadora) y los relaciona con deter- ‘minados tipos de problemas y de clientes. Es un esfuerzo notable y precar- sor por aunar las psicoterapias de su época. Y sin embargo, no es todo, Segin nos relata Henderson (1975), im- Portante disefpulo suyo, en los afos 40 Jung hizo un esfuerzo mas. Preparé tuna lista de catorce puntos que incluia e integraba la teorias basicas y las rmetodologias terapéuticas de las escuelas Freudiana, Adieriana y Jungiana Su propia contribucién la restringié sélo a dos o tres de aquellos puntos. 133 ‘Tras presentarla a diversas instancias, consiguié jinicamente la aceptacién de la Sociedad Suiza de Psicoterapia. Igual suerte corrié el propio Henderson, a queen le solicit6 que tanteara el terreno con el grupo psicoa- nalitico de los Estados Unidos. Obviamente, aquellos tiempos no estaban propicios para el dilogo. Nos hemos detenido con cierto detalle en estas iltimas considera ciones porque nos parece importante confirmar que nuestro trabajo se sittia cn la misma perspectiva dialogante que ambos autores sostuvieron en su dia y que muchos de sus seguidores atin mantienen. Y por otra parte, por que nos parece imprescindible dejar constancia que, a pesar de las notables semejanzas que podemos encontrar entre ellos, prictieamente no se cono- I, Modelo Antropolégico subyacente en la obra de Jung El aiio 1981(a), Antonio Vézquez, profundo conocedor de Ia obra de C.G. Jung, publica un cuidadoso estudio sobre la antropologia subya- cente en su psicologia. En escritos posteriores (1989 y 1994) regresa al tema, siempre de manera breve pero sintetizando y puntualizando aspectos, importantes. De ‘0s estudiosos de la obra de Jung es el inico que, hasta la fecha, ha realizado tal esfuerzo. Por eso, nos apoyaremos en sus trabajos para presentar este apartado, Desde su punto de vista, el modelo antropolégico jungiano se ea- racterizaria por ser: 4) Evolutivo-vitalista: El desarrollo del ser humano sigue las mismas leyes que imperan en toda la naturaleza viviente. Como en las semillas, todo esta ya dado desde lun comienzo esperando las condiciones favorables para su actualizacién, El inconsciente colectivo o arquetipico, que es fruto de la evolucién de la especie, provee la informacién y Ia energia necesarias. La bellota puede Hlegar a ser un roble, pero no un burro, La Natura- Jeza continuari su camino, Un hombre o una mujer serdn lo que él 0 ella son desde el principio. (Gung a Evans, 1968, p.130) 134 Pero para volver a su pregunta sobre la importancia de analizar los suefios propios, le diré que -a mi parecer- lo tinico importante es seguir a la Naturaleza, Un tigre deberia ser un buen tigre; un érkol, un buen drbol. De esta manera, el hombre debe ser hombre. Pero para saber Io que es el hombre, uno debe seguir la Naturaleza y ccaminar solo, admitiendo la importancia de lo inesperado. Sin em- ‘bargo, nada es posible sin amor, ni siquiera los procesos de la alqui- ‘mia, porque el amor suscita el énimo de artiesgar todo y no ocultar elementos importantes. (ung en MeGuire y Hull, 2000, p. 384) Este proceso evolutivo se puede observar estudiando el desarrclo infantil, EI bebé vendria al mundo en plena inconsciencia ¢ indiferenciaciin, pero lleno de posibilidades especificas representadas por los arquetipos. Poco a poco ira surgiendo la conciencia y se desplegarin los dios contra- puestos que estaban antes en el wnus mundus uterino, Una precisién importante: el impulso vital que conduce a la hominizacién es bipolar y bidimensional. Esté formado por un doble prin- cipio instintivo-espiritual que explica tanto las conductas basicas (comer,

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