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Capfruto 2 El yo y sus sombras ¢Una vez que habja dicho todo? ;Era realmente asi? ¢No habia eliminado a tltimo momento -con el pretexto de una dificultad en la construccién de un capitulo- un largo pa- rrafo en el cual contaba una anécdota que mostraba a las mil maravillas con qué fuerza se me imponfa el deseo de mantener, contra viento y marea, la distancia que se habia creado en mi vida entre el mundo obrero del que procedia y el mundo intelectual al que habia Ilegado? Hoy ya no entien- do por qué no logré encontrar otro lugar en el libro para esa veintena de lineas. O, mejor, lo entiendo demasiado bien: todo se anudaba, todo se jugaba en ellas. Muchas de las cosas que consigné en Regreso a Reims se las habia contado a Pierre Bourdieu, en el transcurso de nuestros encuentros o de nuestras conversaciones telef6- nicas casi diarias a lo largo de unos veinte afios (lo cono- cia fines de 1979 y murié en enero de 2002). En 1991, cuando me hizo leer la entrevista que habia realizado con dos chicos de una urbanizacién de los suburbios, en el marco de una vasta investigacién que iba a desembocar en ese extraordinario libro que es La miseria del mundo, y cuyos resultados comenzaba a publicar en su revista, 45 a socteDap COMO VEREDICTO ‘Actes de la recherche en sciences sociales, me asomiygs complacencia que parecia manifestar respecto de see terlocutores, sobre todo cuando ellos le daban a entent gue no vacilaban en apelar a cierta violencia fisica on a dis mujeres blancas de su urbanizacién, a quienes juzgah aban ravstas, Mi objecion era que, asi, se disponta a no prodye oira cosa que una vsin muy parcial de la situacién que pat tendia describir y analizar, puesto que no dab la palabra esas dos mujeres nia ninguna de las personas que, sin dude se quejaban de los comportamientos y las artimatias de lo. jévenes a quienes habia entrevistado, que, como era facil de imaginar, debian envenenar en buena medida, dia tras dia la vida de los residentes de mas edad, Me confesé entonces que, extrafiamente, se habia reconocido en esos dos chicos, que le recordaban lo que él habia sido a esa misma edad: en sus palabras encontraba algo ast como un eco de su propia juventud, Ya lo sé: la empatfa que yo le reprochaba era ne- cesaria para su encuentro con ellos y, por lo tanto, para el trabajo que queria llevar a cabo. Para restituir una palabra €8 preciso que se exprese, y para eso conviene establecer la Situaciony las condiciones de un intercambio que sea To me- ‘ios artificial posible. No obstante, ese niimero de Actes de la recherche se titulaba “La souffrance” [“El sufrimiento”, Pierre Bourdieu, “Lordre des choses. ; nes gens du nord dela France”, Actes dele eee ete ee, sociales, 90(1), “La souffrance”, diciembre de 19017 49 [trad. esp.: “El orden de las cosas. Con dos jeveue teen ie Francia”, en Pierre Bourdieu (comp.), La miserinday je or oe de Horacio Pons, Buenos Aires: Fondo de Calin mde, trad. 1999, pp. 65-78]. ‘ultura Econémica, y yo me obstinaba en sefialar la contradiccién entre el titulo y el hecho de que los sufrimientos padecidos por algunos habitantes del lugar en el que él se habia interesado no se tomaran en consideracién. En el texto de presentacion -por lo demis, muy bello y muy vigoroso~ de esa conversacién Bourdieu se justifica en parte al insistir en el “efecto de desti- Y roduce la obligacién de vivir en lugares de relega- cién social, y en el engranaje que, escalén tras escalén, lleva del fracaso escolar y la ausencia de salidas profesionales —“la desventaja ligada a Ia falta de titulos y calificaciones, ligada a su vez a la falta de capital cultural y muy especialmente lingitistico”— a la semidelincuencia y a la casi ineluctable au- toafirmacién violenta, como la manera que cada cual, presa de cédigos colectivos, tiene para dotarse de una identidad social y existir a sus propios ojos. Bourdieu insiste también en la dificultad en que se ven individuos cuyas historias per- sonales son muy heterogéneas para coexistir en esos mismos espacios de miseria social, y de ahi los inevitables “errores de blanco”: es el vecino, y por consiguiente quien esti so- cialmente més cerca, el que se convierte en el enemigo, y no los dirigentes politicos o la divisién de la sociedad en clases, entidades demasiado lejanas y abstractas para parecer rea- les. Lo cual explica que, cuando se desencadenan disturbios, los revoltosos incendien la escuela y el colegio donde van sus hermanos y hermanas, los autobuses que legan a su ba- trio, como simbolos de las instituciones que ellos odian, del Estado, de los poderes... en vez de acometer ~pero donde y cémo?- contra las instituciones, el Estado, los poderes... Bourdieu volveria mis adelante a esa sensaci6n de cerca- nia que habia experimentado entonces. En una pagina de su LASOCIEDAD COMO VEREDICTO Autoanilisis de un socidlogo se describe €N su ado} “sempre enn etad de revelta pr6ximo a ung ” 1. ‘ 7 a es ? deinen”, para explicar cémo consiguid, Ha nas + “A Desar de hs diferencias de todo tipo”, dice, ysi tener que forzarme en lo. mis minim, olvg, mi cdady mi estaus sin duda demasiado, al extren sorohar como me lo han hecho notar, conductas yen ment consideradas como del todo reprensiblec nt” nicarme con el joven beur amigo, percibidos de inmes tne auto-anal - 1. esp. nalyse, Paris: R, Analyse, Paris: Raisons elon: AndO2Maliss de wn solo ‘lumen de f2™ 2006]. Es cierto abitanneat Mieria del mundo, ia pag a Utbanizaciones de Prov tte ages una verdadera rcvistag timer fey POAC Yano ¥ come &f Teferian de | revista, don- 8 lag Gealduiera 3°95 universos dor regt tases 20% verificarl, Sarde gees 3S cate ee Ps La Migs Hotes. SAS” de gy ben monde. ct 16 ‘aris; Seuil, 48 EL YO ¥ SUS SOMBRAS en manifestar) y el rechazo epidérmico que yo habia senti do al leer ese texto (igualmente poco “reflexivo”: después de todo, era tna entrevista y el objetivo de Bourdieu era obtener y consignar respuestas a las preguntas que debia hacer, encontrando el lenguaje que permitiera hacerlas) te- nian que ver, en los dos casos, con Ia sexualidad y la re- lacién que se mantiene con la masculinidad. El reconocia en ellos algo de su propia juventud. ;Yo no, al contrario! Habrfa podido ser un adolescente alborotador y penden- ciero: el mundo del que procedia me predisponia a serlo, y me era preciso corresponder a sus expectativas tdcitas © expresas bajo la forma de|lla ando uno no se ajusta a ellas (“eres una verdadera nifia”, “eres un verdadero marica” y otras frases mucho mas vulgares que me abstendré de mencionar). Pero la homosexualidad, siempre nombrada por los otros como un espantajo, como Jo que para uno es absolutamente impensable tanto ser como parecer, me alej6 con bastante rapidez de esos roles que me esperaban y me atrafan. Y el joven gay que yo era ©, mejor, en el que me trasmutaba poco a poco, sumido en el temor y el temblor, pero sin dejar de entrever otro futuro, habria sido mas bien -y por qué no decirlo: fue efec- tivamente, y en varias ocasiones~ una de las victimas de las brutalidades de las que se jactan los dos personajes del libro de Bourdieu. En el transcurso de esa evolucién me transformaba en “the scared gay kid”, el chico gay asus- tado del que habla Allen Ginsberg en uno de sus iiltimos Poemas y que, en cierto modo, todavia soy, Es dificil des- cribir ese doble movimiento: uno _se descubre diferente y trata de organizar su vida y darse forma sobre la base de que Uno espera g, conciencia de 2. FI lead A sfeHEO NEBAIVO Y Que : SS evo, due, por OG ano Co positivOs Ae» POr To tant, Seo erate Frnente. En realidad, eg 5 de a sigue habitandome y constituye a 2 inte: zg, se rofundos y constantes, quiz, seleme realidad as ‘ s reolo mis gestos y mis palabras en a esroy en el MENTO, CUANO can. {ilico (cust cuando viajo). Ser gay ~y esto inferiorizadas, desdetuego, ser negro, ser judio, etc (pee a merced de un insulto O Una age ef uns sess, ST seen lo mas profundo de uno mis- hy nis a petolgca. A menudo ins spor 2 jena que el orden social o el orden fs ‘ben en-al cuerpo de los desviados 0 los mino- eno aa de las dimensiones fundamentales de so ‘ehién con er mundo y Tos 0tr0s.* Es conveniente ae el(ieds) Por momentos este oprime, con la intensidad de una esecindepnco insuperable, alos individuos xg matzads o estigmatizables, pero se expresa la mayoria las veces bajo la forma de una sorda inguietid gue impo i ng, 2 ne estar siempre, frente a un entorno cuya ei 7 : ae iations sur Véase Didier Eribon, Une morale du minoritaire: variations *T a 2 ed theme de Jean Genet, Paris: Fayard, 2001 (trad. esp-+ Und "0, 4 lo minortario:variaciones sobre un tema de Jean Gerth de hime Zulaika, Barcelona: Anageama, 2004]. — 11. ¥0 ¥ 05 SoMMRAS fundamental, tem: sit n siempre despicrta, se conoce y se eT insulto o la agresién fisica potenciales pueden ac- tualizarse en cualquier momento y convertirse en palabras © gestos bien reales (y esas potencialidades, en consecuen- cia, producen efectos aun antes de su actualizacién, porque se vive en el temor permanente a esta dltima). Ese miedo empuja a aquellos cuyo “estigma” no es necesariamente visible a tratar de imularlo, en tanto que, claro esta, el estigma visible hace omnipresente el peligro y aiin mas con- sustancial a la existencia misma el miedo (por esa razén los, escritores negros describieron dicho sentimiento con una fuerza particular: Richard Wright, Zora Neale Hurston, James Baldwin, Toni Morrison y tantos otros). Si hasta cierto punto se puede su crro Punto se puede superar ta vergienza, invirtiendo —colectivamente= el estigma y recusando las jerarquizacio- nes sociales, sexuales o raciales y las normas que someten (con consignas como “black is beautiful”, “gay pride”), es mids ditcl superar el sitedo- Rat exe se convisne en lnc tructura misma del ser-en-el-mundo para quienes lo sienten (con mayor 0 menor brutalidad segtin las circunstancias). Ahi esta la desigualdad insuperable entre quienes sufren 0 saben que pueden suftir Ia v violencia, por un lado, y. por otro, quienes la instituyen y PerpEnTarro~nclisor quien etian 0, incluso, quienes simplemente no fa perciben, no la imaginan o minimizan ‘swalcance porque estan del “lado bueno” y, por tanto, no arriesgan nada. En su retrato de los Estados Unidos de los afios sesen- ta, Jean Genet presenté magnificamente lo que el miedo de ayer hace a los individuos de hoy cuando menciona, res- pecto de militantes negros con quienes se compromete, su. Ss. 1LASOCIEDAD COMO VEREDICTO “psiquismo recorrido por obsesiones”: “Llevan en si mis. sos una mara obsesiva”,ligada a la memoria de la opre, sign y al “terror” que esta ha impreso en su mente,* El pavor es antiguo y, en este aspecto, somos muy viejos; cada cual redescubre por su propia cuenta el miedo que conocieron, que vivieton quienes lo han precedido en esta genealogia del racismo y el ostracismo. Yo percibf muy r4- Pidamente que el hecho de ser identificado-como-Bay,-F-so- bre todo en un barrio donde los adolescentes construyen su ‘dentidad masculina sobre la base del odio al ja homosexua- lida, expone @ os insultos Vlas agresiones reiteradas, los ‘Veramenes incesantes y mas o menos graves... A tal extremo que el mero hecho de volv vivirse como una pesadilla Subede a su alrededor: por palabracie-G, tanto gol én” eC Sao ESSN de leapetinscee es ee L, Cuya al ui S pe imenaza esta siempre Presente, + i = scanbiso Dlco. De armodg, jer su relacion con S ane el exterior, Con la calle, no es fa mien ue 8€ Mantiene Oh ueBFOs hombre o mujer, here? SeBKN uno sea 430 lo que debe tomar en cuentg an "Ul pay, ee. interacciones que ponen ee pia 2 unos cl analisi tal © cual momento: cada ena nt U0s fren 98 ent 6 © a otros . tre d os "Ten Gee, Ur cpifanomeus tage ees [trad. esp. Un cautivo enamonehe® Calig, Urrutia y Maria Isabel Reverte Cogs de Ra 19) Te Cejndo, jyCS Maria 95 pp. 6 lo, M Mia 8-69 dvi Calpe 1988 82 FL. ¥0 ¥ 505 30 BRAS contiene toda Ia historia de las estructuras sociales, las je- rarquias establecidas y los modos de don dos por ellas. El nacién institui- I ‘i on jemplo dado por Genet es contundente: un Blanco ver en un drbol las ramas, las ho- jas, los nidos de pajaros a los que dan refugio..., y un negro verd la horca del linchamiento, la cuerda que se ataba a ella, los asesinatos atroces asi cometidos. Todo lo que pasa en la vida de un negro norteamericano se inscribe en trescientos aiios de historia y, por lo tanto, esto también es cierto para {a vide Coridiana de un blanco que, por poco culpable que ; : sea en lo interaccién, que és siempre el encuentro de dos o de varias” historias ticorporadas, de “psiquismos” en Tos cuales @ tan grabadas viejas y siempre actuales “obsesiones” o, en todo caso, viejos y siempre actuales afectos sociales De tal forma, explic: plicar esas i re ente. Nunca _) se insistiré demasiado en todo lo que se necesita de puesta en perspectiva historica, todo To que se necesita de analisis sociol6gico, todo lo que se necesita de reflexion teorica. Para estar en condiciones de comprender las palabras, las _ itadas, los gestos, los sentimientos, las emociones de un costo VEREDICTO aso? bién las relaci también Taunque sea distante ¢ in- jado, y ambit ut Yyoluntariat jones entre individuos ee errsefalar que los recuerdos de valent habian llevado a Bourdieu a expe- tad rurbalenta hal i su jventad tri ento de proximidad esponténea y pre- Fina esos dos chicos: su historia, personal y por lo reflexva co : a al, entraba en resonancia con el presente que as arn esribir y también con toda la historia que ten‘a por aba a describig ; 3 in dicho presente social y politico. Mis recuerdos una desconfianza 5 digo to: ap 1a reacci6n invers Fealra anetalyenetoet scompeiada’ JS" soldaridad ~aunque problemdtica, desde luego, y dificil de admitiry ain mas de formular— con las personas respecto de las cuales esos machitos de suburbio debian ingenidrselas parahacerle vivir una cotidiancidad intolerable. En el fondo -vacilo en decirlo en estos términos, pero gcémo realizar un “autoandlisis” si nos echamos atrs ante las verdades perturbadoras?- Bourdieu procuraba “comprender” a esos dos jévenes captados por determinaciones y domi nados por roles, atitudes, “personajes” que se les impo- nian; en virtud de una suerte de identificacién posicional tnversa, yo me inclinaba més bien a “comprender” a las dos mujeres atemorizadas y empujadas por su comporta- miento hacia el racismo 0 hacia una formulacién en té- mata oe Sensacin de malestar suscitada por lidades do aaa! rae a las que no tenfan po i Pa delos meena ge%® Y 925 habian eaido en la tram Beneradores de la situaciGn en que 54 debian cohabitar. solo de la historia domi Eran, conjuntamente, el producto no general de las clases populares, de la aciOn masculina, de la inmigracidn, de la relegacién social y urbana, sino también de la realidad de un cector del mundo social conformado por las politicas estatales del urbanismo y la vivienda, como culminacién de las cuales se Crearon esos guetos y se desarrollaron todos los sintomas de lo que cabe considerar como patologias sociales (si Ia Palabra tiene algiin sentido es sin duda en este contexto y no cuando estallan revueltas contra esa situacién de hecho) Provocadas y agravadas por el desempleo y Ia precariedad. ¢Lo que pone en evidencia la reflexién sobre las coacciones sociales incorporadas? La terrible ley de los determinismos sociales que asignan lugares y prescriben a unos y otros lo que han de hacer, lo que han de decir, lo que han de ser. En el fondo, no seria falso afirmar que los “disturbios subur- banos” y el “voto por el Frente Nacional” son las dos caras de una misma moneda, las dos consecuencias de una misma setie de fendmenos, los efectos extremos, en polos opuestos ero ligados entre si, de una misma situacién vivida —de manera diferencial~ en la tensién del dia a dia por los pro- tagonistas de esta dramaturgia econémica, social y politica instaurada y puesta en escena desde hace tantos afios por los gobiernos y los expertos tecnocraticos que los asesoran. El caso es que yo habia recordado entonces a Bourdiew hasta qué punto mis padres habjan experimentado como una especie de ageesién permanente contra ellos las artimaiias 55 g opbusiaue Ho VEREDICTO a socaeDAD 608 i 1 escennes -hijos de inmigrantes del de eos gros de ao ea sn pereeion MA bare doe ami ntos rencorosos Y sobre todo ee Fee puedo recordan preexisan ch os er ‘ian cercados, acosados. En el fondo, hn odido, de haber vivido wl a rs Ja situacién de las habitantes de la urbanizacion de Lite ee 1 race rata en el didlogo sobre “el orden de las east alo que ella habria juzgado it congruent Por eis naba antes bien que el viejo y casi natural ire iba deshaciéndose ante su vista y a sus ¢xp% ¥ ea estaba derres a Bourdiew algunas de las frases que voli aia Tetania en sus palabras cada vez que YO hablal 7 ia por telefono. Todo: la exasperante, ls obsesions ais paves haan aspired durante tanto TEMP ‘Gapira ia apartamento luminoso y espacios0 en > modemo-, y.! and dia tras dia, como si os hubieran_timado al exacerbado que, hasta do de siempre. Se madre bien hal cioné a cierto confort, a Jos bienes ‘enTos afiossesenta, de acceder See ils tealidad de los as setenta, que no ne de algae dela aie Se aie i aianhane dela catad, con el corazén y la mente saturados de amargura y resentimiento ¢ incluso de ira, para instalarse en lo que hasta entonces no habia sido més que una aldea y que los organismos de _iiendias sociales ransformaban répidamente en zona hab isn erie cons construcion de calle eners de loreos. Mis padres se habfan convencido de que alli tendrfan por fin paz, dado que no viviefan a quienes designaban ya fuera coms sachs declinaciones insulantes de exe montane oo ros”, “enturbanados” 0 “mestizns"), oleada inmigratoria, como “nesros een © simplemente como “extranjeros” y dad jamés apaciguada que surgia en versacién cotidiana, sen medio de aquellos . con la signi egros sucios™ o con Ia h 2x en cada palabra de la cor versaci MO “gentuza”, “piojoso: vibles”, con quienes no soportaban tener ane ache que estaba en juego, mas qui Ind ca i 1e su tranquilidad, 10 verse rebajadc 6 jados a la situacién de Ia habian esforzado tanto, y durante tantos aos por li mt es decir, en el fondo, al mundo de los pobres. Toda percep Gn de uno mismo es relacional, pero esta “relacionstidaa Puede vivirse en diferentes registros y diferentes niveles. M padres habfan llegado a percibir su posicidn en el mundo social de manera cas unidimensional, eto es cast cn, Yamente con respecto a sus nuevos vecinos. Sa micada poli tica cambi6. Ahora, cuando decian “ellos”, ya no era para referirse a los burgueses, los ricos, la patronal, los politeos, €tc., que los oprimian, los ignoraban y los despreciaban, y + quienes habia que oponerse..., sino a los magrebies o africa, os que “invadian” su espacio. Cuando decian “nosotros” ya no era para designar a los “obreros” o a la gente del pue- blo sino a los “franceses” que debian defenderse contra esa invasion”, esa “colonizacion” al revés: el lugar de vivienda y el barrio ya no eran un espacio de solidaridades funda- das en experiencias y aspiraciones compartidas, sino un te- tritorio atravesado por lineas de clivaje entre las diferentes socpao cowo VEREDICTO «, con los franceses de un decir los ocupantes legiti- “ya no estamos ulares fraciones de Is loses popular lado fos exteanjeros de_otto, es dec ae ae smrasores” ("05 ha iain los aes Frases repetidascien veces por dia por aac 1 con fra pee nncia, que lecirse, en consecuet ‘ Ia miserin desu posicidn como, antes cla a i a secas, de social, esto ¢s, Ia miser : encasa”, de quienes puede taban tan durament Ja miseria econémics i to salir). te les habia costado tant ad aa ete aituacién les desageadaba. Tan pronto el . Perocomo mo pudieron, procuraron abandonar ese entorno. E la caracteristi indo pretendia mostrar que la caracteristi- eae es producir innumerables undamental del mundo social mn on petencia y hasta en confrontacion entre ‘percepciones ‘com Sais ialisis debe asig- “Je de uno mismo y los otros, y como el ani St de uno mismo y los orfos, el anailisis Coe st vista “jarse la tarea de reconstruir ese conjunto de puntos de vist que dhocin, se oponen, se enfrentan de manera permanente {tratando en cada caso de adoptar la perspectiva de neaes se expresan para poder integrarla al espacio global, sin elegir entre lo que nos gustaria privilegiar y lo que nos gustaria devaluar), me parecia imposible, impensable no interrogar a quienes padcian los comportamientos de esos adolescentes ‘o posadolescentes que, en el dislogo que acababa de publican, Bourdieu parecia presentar como los objetos por excelencia de la mirada sociol6gica abarcativa. Esta mirada cortia en- tonces el riesgo de asociarse a una orientacion politica con- lucente-a sitvarse mas del lado del joven beur 0, en términos nds generales, de los “jGvenes" de Ta urbanizacion, que de mame lela muliiplicidad de pun- 2S advertird que ef deSafio no es poca cos 58 petrificar la oposicién entre los inmigrantes y sus hijos, por un lado, y, por otro, los blancos racistas prontos a renegar de cia de antafio a la izquierda y votar por la extre-» a fin de expresar una insatisfaccién general y un resentimiento difuso; y sobre todo, noterigir al “joven de los suburbios” en nuevo sujeto en nuevo personaje mitologico— de la radicalidad o la resistencia politicas, y abandonar en=) tonces alas clases populares blancas a una deriva hacia la ex- tema némeno del cual, por otra parte, Bourdieu era uno de los mas conscientes y del que habia sido, desde comienzos de la década de 1980, un analista muy lticido en el marco de su critica de la ideologia cada vez mas burguesa y derechista del Partido Socialista.$ En el texto de presentacién del mimero de Actes de la recherche donde aparecia el didlogo con los dos jévenes, Bourdieu decfa tener la intencién de invitar al lector a adop- tar el “ojo sociolégico” que, sefialaba, “toma las cosas y a la gente como son, porque siempre se esfuerza por relacio- narlas con las causas y las razones que tienen para ser lo que son”, y llegaba a sostener que esa actitud conducia al socidlogo, a condicién de objetivarse, a ser capaz de “tras- ladarse con el pensamiento al lugar donde se sitia su objeto y adoptar asi su punto de vista, es decir comprender que, de ponerse en su lugar, como suele decirse, sin duda seria y Pensaria como él”.* Pero sila escena social estudiada incluye * Sobre todos estos puntos remito a uno de mis libros: Didier Eribon, Dine révolution conservatrice et de ses effets sur la gauche franai, se, Paris: Léo Scheer, 2007. Pierre Bourdieu, “Introduction a la socioanalyse”, Actes de la recher- che en sciences sociales, 90(1), “La souffrance”, diciembre de 1991, 59 yo NEREDICTO 14 s0c4D40 © _ ye ae enfrenta en 0 istno a oe ae de lugar”, si lamar “fees de HET» tes para cada uno de aod complicada, vela jdlogo se reve! tL cen el Ingar de da uno de ellos, in- sos protagonistas do lo que Bot osamente rea del to eiderar que, de poner fa como ca deja trascir que si habra que concluir que ! Ia reflexividad que a divel gar” (con 10% gue sen £0 ists) protagori ¢ este debe cons que este dere ae perros 8 = que piensan unos contra Ot ina hacia un lado o hacia otro, abe “objetivacién del socidlone port miso 10 bastante lejos. : ve » se han Ilevado lo mt aD inva der” se incitlaria ms adelante Ia conclisio® ae 1do. Bourdieu describiria entonces !a ia del munc de La miseria del * sociolégica como una forma de vétrevista jerccio espiritwal que apna a obtenct medi ee vido deat verdad conversion de la mirada ave Gaigimos a Tos otros en las eircunstancias corrientes de_ fa vida, El ralante acogedor que inclina a hacer propos los problemas del encuestado, la apritud para romarlo y comprenderlo tal como es, en su necesidad singular, es una especie de amor intelectual: unta mirada que consiente en Ja necesidad. ppp. 35 [trad. espa “Introducci6n al socioandliss”, trad. de Paloma Villegas, Version, 4, “Emografia y comunicacién*, abril de 1994, pp. 65-68}. Pierre Bourdieu, “Comprendre”, en P. Bourdieu (comp.), La Misére du monde, op. city pp. 912-914 {trad. esp.z “Comprender”, en {ei miseria del mundo, op. ct, pp. 527-543); las bastardillas son lel autor, 60 iBello te iBello texto, a no duda ; : lat, para un lo teérico! A condicién de aplicarlo a toden? ” Proseama Nadie se sentira sorprendido, , iene razén! Es mu yates faz6n! Es muy importante re- coger también ese punto de vista”. ¥ se le ocurrié ento Ia idea de enviar a ver ami madre a ea lectivo (y sin que sea necesario dey a ees eet trie giceno no estar de acuerdo con J Pondia a una mujer interrogar a una mujer, para establecer una complicidad més grande e inmediata en la interaccién de la entrevista). Bourdieu veia aa eat social que vole Pintaba un caso ejemplar de lo a naba “Sufrimiento de posicién”, concepto en torno del cual ibaa articularse una buena parte del libro en gesta- cién, y que Correspondia muy bien a la situacién que yo le habia transmitido. (Se trata de un concepto que, en términos Benerales, me parece absolutamente crucial, porque permite que ng solo se tome en cuenta en el anzlisis el sufrimiento de condicién, que a veces puede disimular el poder de los efec. tos del sufrimiento de posicién, Todo es cuestién de escala: en el mapa global del mundo social, miseria de condicion, yen el mapa mas reducido de una clase social, un oficia.o tun barrio, miseria de posicién.) Habria aceptado mi madre Someterse a ese ejercicio? No hay certeza alguna. La cues- tién no se planted porque no pude resolverme a hacerlo. La razén principal, debo confesarlo, era simplemente que, aun cuando la entrevista debia ser “anénima”, me parecia imposible aceptar que reapareciese de manera tan extraiia en mi vida todo aquello a lo cual, justamente, habia querido 'morarnos en esta cuestién, 61 1A SOCIEDAD CONO VEREDICTO escapar, y que el mundo que me habja construido —mis ami- gos, la vida intelectual quedara de tal modo en contacto fon el mundo del que habia huido. La frontera entre esas dos partes de mi mismo, tan presentes la una como la otra pero disociadas ~al menos ast lo crefa y lo querfa-, debfa mantenerse lo més hermética posible, ¢Por qué? No sé. Ya no lo sé. Veinte afios antes del episodio de Ia foto rota se producfa en mi un proceso anilogo con una fuerza que en’ ese momento no sostenfa ningiin acto de reflexién o deci- sién, pero que, llegado del fondo de mi pasado, de mi his- toria, de mi trayectoria, imponia por si mismo su ley y me dictaba esa reaccién. Se vera en ello una paradoja: Ia actitud de Bourdiew habria debido representar para mi un medio de reconci- liar esos dos periodos de mi vida ~que, esta claro, seguian cohabitando de manera conflictiva en mi-, el pasado y el presente o, para ser mas exacto, la presencia denegada del mundo pasado ¢ incansablemente renegado y Ia presenci afirmada del mundo presente y mas 0 menos escogido. Ahora bien, yo admiraba desde hacia tiempo la obra de Bourdiew, Me resulearia dificil encontrar palabras lo bas- tante fuertes para expresar hasta qué punto habia sido con- siderable, quince afios antes de La miseria del mundo, la influencia ejercida sobre mi por su trabajo, y en particular por esa obra mayor que es La distincién, Extrafiamente, en Regreso a Reims no la menciono entre los textos cla- ves de mi “sentimienteca” [sentimenthéque], cuando en realidad se trata sin duda de uno de los libros que mas habrian de contar en mi vida, y lo considero una referen- cia teérica insuperable para quien quiera comprender el 62 funcionamiento del m derse a si mismo, aoe que puede llegar h; libros de Bourdieu, mo, de la mirada permiten efectuar: tf St ¥4 906 lms, bwin le los otros en la ‘sociedad se des- Nuestros gustos, ya nada es natural, pio peso en el funcionamiento de las Cosas aparentemente mas corrientes dela vida. ¥, ne at ‘uno mismo proceda de las capas sociales dominadas, el acuerdo intelectual que otorga a los rigurosos andlisis de Bourdiew se acompaiia dela sensacién dela evidencia ida, de Ia veracidad de la teoria garantizada en ciet- ta forma por la experiencia: no se puede, por ejemplo, ue uno tenia de si Barras nuestro lugar, nada cae por su pro 63 [LA SOCIEDAD COMO VEREDICTO rechazar la realidad de Ia violencia simbélica cuando uno 'sallegados la han sufrido.* ysu Bl proyecto literario de Ernaux y su realizacién, que jos libros memorables cuyos titulos he dieu iban a culminar en mencionado antes, deben mucho a su lectura de Bow {eruzada con la de Simone de Beauvoir, como att a ver: hay que destacar hasta qué punto la escritura de algo nuevo debe pasar por la referencia a grandes autores &1 Jos que nos Jnspiramos, ¥ sobre todo gracias a las grillas de lectura que satoe nos han legado, al trabajo de dilucidacion y explicita- Gién que han llevado a cabo y también, muy importante, al Sfecto de autorizaciOn que transmiten los gests realizados or ellos antes de nosotros). Todo: la grandiosa reconstrucci maquinaria desigualitaria y el desciframien implacable de los efectos de la dominaci6n social que, jneribirse de manera duradera en el cerebro, permiten la perpetuaci6n de esta, no solo me habia iluminado, inte- lectualmente in, en parte, liberado hablando, sino tambié existencialmente. Me cortaba el aliento, Y podria decir sin exagerar que Bourdieu me en una épo- permitié sobrevivit cath que la trayectoria que yo seguia y la escision del yo que conllevaba habrian po ‘dido volverme loco. El me daba claves para saber quién era y qué pasaba en mi existencia social, y al mismo tiempo me permitia reflexionat desde un punto de vista més general, sobre lo que ¢s un ‘6n del orden social como to minucioso € al “individuo”, 7 Annie Ernaux, “Bourdieu: le chagrin”, Le Monde, 5 de febrero de 2002. fo que es el “yo”, sobre los mecan es de su relacién con lor de 58 conetiocs ola lectura de exe libtoy La deviore tera de conservar un y las condici En cierto sen sido para mi la ma y politico— con mi familia, con mi med bienino facta imnicho quel los babel detedc iad decease een ea se ettakte goUreTGN ea seer esteesee por aa pros de eas eos es que diferidos, iban a ser posibles gue la distancia, por grande que habie siempre era contrarrestada por la fuerza del pens ciolégico y politico del que yo habia de di En al cosnionsdwilaaa' dela’ Aladin Botwdiea ta su trabajo como una empresa de “psicoanlisis woe idea Ge cha aon del eee aS es cual estamos inmersos, y también de la panera cia ot eacceis Ae Cae anecET aE Ee a es duce dan forma a los inconsci aaa unease seducido, sin lugar a dudas, porque se trataba de utilizar algunos conceptos del psicoanilisis (discipline que desde siempre me inspiré una reaccién instintiva de rechazo, de revuelt,y a menudo incluso una ireducible aversiGn, que hoy asumo en su plenitud y que no me parese my cil de explicitar o tematizar) y hacerlos funcionar en una perspectiva antropologica y socioldgica ys por lo tanto, de- cididamente no psicoanalitica. Tenia la sensaci6n de que ese sobre todo la rela- libro iluminaba mi presente, mi pasado y cidn entre ambos. Respondia también a las preguntas y los podido Il 6S a sociepaD cONO VEREDICTO sad me parecia ahora no de javent ; aba de mi. Me daba habl jue mi ma sclarecer. Si, ese libro Ins elaves para comprenderme- Pero, jquién lo diriat, ol acuer smentaba en la carne no me permitio res Tora de la “violencia simbélica”, ¢s decir la complicidad que “jominados traman con su dominacion» ¥ due © debe al tal punto fabricados por el orden del hacemos responsables de st rePro- ‘imidad y su funcionamiento, Jo combatamos en otro nivel lentamente de problemas 4 jinepto para ¢ edo intelectual que expeti- ietir la fuerza inva~ los hecho de que estamos @ mundo -social~ que nos uccién: convalidamos su legit aun cuando lo impugnemos 0 aa el objeto de cambiarlo; y si cambia més ne también porque participamos de su de todos los automatismos incorpo- estros hechos y nuestros Bestos, estras palabras. Cuando a co- discusién sobre Regreso a Jo que querriamos, perpetuacion a través rados que se traducen en nu nuestros pensamientos y nu mienzos de 2010, durante una Reims en la Universidad de Lille, un estudiante me sefialé a modo de objecién que era paradéjico que alguien como yo, que habia estado cerca de Bourdieu y seguia estandolo de su obra, hubiera interiorizado tan intensamente las jerarquias sociales, los valores que imponen y los sufrimientos que in- figen, me senti desconcertado ~cosa que no me sucle pasar” por la enceguecedora claridad, detrés de la simplicidad apa rente de su pregunta, de la contradiccién que esta ponia de relieve. Como ese chico habia planteado varios problemas, Jos aproveché para evitar responderle sobre ese punto. 2Qué habria podido decir? Que la teorfa que uno reivindica, aun cuando Ia viva en la carne, y la politica a la que se sem" aun cuando provenga de lo mas profundo de sf mismo ¥ © 66 la experi eficacia Plexi lor de nosotros y Parece que las oposicio ae iciones si emp la “lil my Tiberad”y el “determinism” y el hecho de “ser hablado se a etc. pa = : on completamente Por alt los dimensiones son verdader ie imbricadas tuna en otra, ya s lano indivi haa ra individual. Por criticos 0 radicale: Megara ser, en muchos aspects sic sapere pr siempre estamos s en muesto comportimiem ones ds cons 3 astreshist6ricosy sociales. Critica el orden a : - on : -e = tribuir a cambiarlo, no q acdc tno mis. en nosotr onotsos. Por “toma de la palabr: Por las estructuras del : de verdad ese as 8 all mismo tiempo » en un plano colectvo otiene ncaa inlestnes SeSENED pe Sea Nelion -Algren pata (dese (ental ssa nbetinsis sive entablada con él, que seri neces un esposa ae” se encarta de ii Zits , platos? Una miserable historiadora de revista creyé poder ironizar, cuando esas cartas se publcaro uri volave bce Io que’ apesurS ie pees una revancha de la “naturaleza” sobre la ideologia del ass cultural. ;Qué tomeria! Qué lamentable tonterat Y gue dice mucho acerca de lo que tenian en ta cabeza los pro- motores de la revolucin conservadora en la vida intelee tual y la izquierda francesa durante las décadas de 1980 67 a socinan cOno YEREDICFO i ra la reflexi6n critica “ invocada cont fl y 1990 (la “naturalena ONO a vieja ideologia de derecha y el pensamiento Fomine cents diarios de izquierda, en Ia fa a ocupar los sed E he Seta jin habian reconverti tas que de antiguos estalinist re D Plame oe uroritarias y retrogradas de antafio Pars poneres i es que el trabaj i tablecido). La verdad al servicio del orden est adex quel bai 6 mte todo, y a cada paso, de emancipacién ~que es preciso oy 4 ada Fa cumplir en nosotros mismos, porgue Ta politica innova “es necesariamente una politica de si sobre si sso Bara te otro iva del mundo “Taare nosotros el infu de la Fuerza opresiva del mun © tal como es— puede provocar la aparicién de otros dis tras imaginaciones, y contribuir por palsion otras posbilidades, 0 built ipo consiguiente a cambiar la realidad; no puede abolir el viejo querrian? ‘orden como por obra de una varita magica. Qué Que Simone de Beauvoir no solo pasara afios y afios dedi- cada a escribir un libro destinado a desestabilizar uno de Jos principios mas arcaicos ¢ inquebrantables del orden social, publicara una obra que iba a transformar las percepciones y convertirse en una referencia en el mundo entero, afron- tara insultos y bromas indecentes, sino que, por afiadidura, renunciara también a enamorarse de un hombre y decirselo, lizando para ello el Ienguaje corriente y el Iéxico conven- ional? {Como si ese amor, expresado por medio de frmu- s codificadas ~paradoja que no se le escapaba: jugaba, se divertia con ella-, fuera capaz “por naturaleza” de anular Ja audacia intelectual y la afirmacién political No hay ges- to emancipatorio total, no hay politica sin resto: siempre Somos, en gran medida, hablados y actuados por el mundo social, aun cuando nos esforzamos por disolver, mediante la Palabra y los actos, las adherencias de nuestra vida, nuestro 68 10 Y505 souneas Pensamiento y, sobre todo, nuestro impe del pasado, a los modelos que hemos rear 38 formas querriamos deshacernos (0 de los que rt” 4 los que cernos del todo, porque son tl vey angels rss desha- hemos sofiado, fantaseado, durante In infa ego Sues cencia). Mas fastidiosas en mi opinién -pans 3 3S setialndo? En todo caso, no los neoconseredh tn ott de luego, no encontearian en ellas nada que che las burlas reiteradas de Beauvoir, en esa core neo acerca de los “maricas” y los “putos”: con See 5 instalar a Algren en su masculinidad oponiéndola nt nn namiento de algunos homosexuales con quienes ew en Pars; como si solo pudiera constr w selva ¥ amorosa con un hombre poniendo a distancia a los ren sentantes de lo que ella parecia considerar decidideren como un tercer sexo condenado a las observaciones irda Y se advierte con claridad ~habida cuenta de que ella. a bug seguro, no habria expuesto semejantes observaciones en un texto destinado a la publicacién- que uno no es por fuersa la misma persona segiin las circunstancias y, en este caso segtin el cardcter de las palabras vertidas:privadas o publ a8, carta personal o ensayo filoséfico (aunque las piginas que Beauvoir consagra a la “lesbiana” en su libro no estén exentas de esas pulsiones de juicio despreciativo respecto de las mujeres que transgreden las normas del género; seté en Parte como reaccién a sus juicios que Monique Wittig inten- tard repensar todas estas cuestiones desde un punto de vista lésbico). Sentimientos admitidos y prejuicios poco gloriosos pueden seguir cohabitando, en nuestra vida cotidiana, con la reflexién que procuta analizarlos y deshacerlos. No es facil 69 a socitDAD COMO VEREDICTO como habria dicho Foucault, y Brinda os infinitamente mas facil concordar con el pensa- ‘miento politico propio cuando uno es conservador y adhiere pio cuando uno es conservacor Y 2! STonder-deTas cosas basta con sortonro y estar conrento de nente autorizada lo, confundiéndose en Ta tonteria soc’ “pensamiento” porque, justamen- eee comparte en vasta medida y, por lo tanto, organiza el horizonte de expectativas dado que cuando quiere asig- narse la tarea de cambiar las estructuras del mundo (en las ‘cuales est necesariamente inmerso) y cambiar uno mismo. La ortodoxia -y su defensa- es sencilla; Ja herejia, mucho menos, y todos los que la han intentado saben hasta qué punto puede incluso vivirse con dolor y ser, en todo caso, perturbadora 0 agotadora. 2Cémo no hacer nuestras estas bellas observaciones de Sartre: ““A menudo he pensado contra mi mismo’, escribi en Las palabras. Tampoco esta frase fue entendida. Se vio ma- soguiismo en ella. Pero es asi como hay que pensar: sublevar- se contra lo que puede haber de inculcado en uno mismo”? Lo cual significa, como él lo reafirmé con tanta justeza, que “no hay libertad dada”: “Hay que conquistarse por en- cima de las pasiones, de la raza, de la clase, de la nacién, y conquistar consigo a los otros hombres. Pero lo que impor- ta, en este caso, es la figura singular del obstaculo que debe superarse, la resistencia que debe vencerse: es ella la que Jean-Paul Sartre, “Sartre parle des Mots”, en Les Mots et autres crits autobiographiques, Paris: Gallimard, 2010, col. “Bibliothéque de la Pléiade”, p. 1258. 70 da, en cada circunstan, pasion” es particular sobre una de esas “0 también lo es. Lo cual quia ee multidimensi On: 1 i ional as adelante volveréw ane ime detengo en la idea de que peg” engo er le que storia sedimentadn » cla, Su figura Parcial, Pasiones” Ia libertad”. Cag | frapmentaria, ¢ clordes formula expuesta por Sim sexo: “No se nace mujer, mediante esta frase ella q tone de Beauvoi se llega a serlo” No | No jen lueria poner de relieve que | ts maturaleza sino la culture, no alos a la biologia les, los que definen lo ciao = sino los marcos ef 0 No ser cuando Ae 6 una mujer y lo que conviene ser o no ser di i 5 T cuando se es ca cetelan nfancia las que determinan lo que racing tle 1o gue “es un hombre, enn iano Tessa} aus en conscuencis, solo pune aralse come social y sexual de las mao ae 2 y las tareas, los cédigos y fipens las puestas en escena de si por ae Posto y el cuerpo, la veximenta yas acudes erie Prohibidas. El “género” es una estructura de relaciones — "Jean-Paul Sartre, “Qu’est 1a fiteérature?”, n 7 ce que la littérature?”, en Situations II Paris: Gallimard, 1948, pp. 116-117 [erad. es Oude ts iterane. raf, trad, de Aurora Bernardez, Buenos Aires: Lesada, 2003]. 71 1A SocIEDAD COMO VEREDICTO - qpasiciones binarias, dentro de In cual cada término se Vs sinculo con su contrario, y don- ituye ini ely onstituye tinicamente en ibaa To femenino solo es lo que no es y; sobre de lo que define n sculino, todo, no debe ser lo ma . ; Paro si los marcos normativos, los roles sociales y las sdentidades se apoderan de nosotros tan pronto como ve- himos al mundo, quiere decir que nos son preexistentes y {que nuestro nacimiento nos expone de inmediato a su fuerza constituyente: lo cual equivale a decir que, en realidad, “se hace mujer” 0 “se nace hombre”, porque Ia norma social se apodera de nosotros y nos dicta de entrada su ley. Y es ne- cesario un largo y paciente trabajo sobre uno mismo y sobre las estructuras sociales y politicas ~vale decir una critica so- ial e intelectual y una ascesis personal para transformarse— para que el devenir se aparte de esas prescripciones cultura les que envuelven y determinan a cada uno de nosotros. Se nace mujer u hombre y la practica de la emancipacién de la imposible, de la inaccesible emancipacién—consiste en tratar de llegar serlo lo menos posible, esto es, en esforzarse por contravenir la reproduccién de las identidades asignadas y los roles estereotipados impuestos por ellas. Si la historia es “la larga sucesiOn de los sinénimos de un mismo vocablo”, como dice el comienzo del texto de René Char inscrito por Foucault en la contratapa de sus dos tiltimos libros, El “so de los placeres y La inguietud de si, lo que sigue se impone a la vez como una tarea cotidiana y un proyecto politico: “Contradecirla es un deber”. Pero del “deber” al cumpli- miento hay un largo camino, que no podra ser simple y sin contratiempos, LN Esfa tension entre las dos form, en cada ito de nosotros ad etd ue existen y Ta inercia de las Politica 0 iny mera idea de que una or’-evleadas- explica por cae blar ; due una colaboradora de Bourtiee fonts 2 lar con : ourdie con mi madre me resultaba insopomenfe eo estuipido, toda vez que yo misinn ey portable, a on ta de vivir el mundo y decitlo era ne el panorama presentado en el libro de todos modos, la investigadora de testimonio no iba a juzgacla, ni a juz te irfa a escuchar e informar Sin ly Bitenza de tener vergitenza (vergie al Sentimiento sideraba que su mane- *esaria para completar €n preparacién, signada para recoge garme a mi: simplemen- Bar a dudas, yo tenia ve za de mi madre y sobre ¥ quiza muy especialmente, delo quecllacra loaue avs Padres, del sitio donde vivian, de su manera de hablag ne Wergitenza de mis origenes sociales, al extrema de no oucres Que todo eso apareciese ~jsin que se tratara siquiera de mi, y sin que los lectores pudieran saber cuil era mi vinculo con 4a persona entrevistadat- en una obra sociolégica). Todavia No estaba listo para iniciar mi “regreso a Reims” real -aun- que, ya lo he dicho ans, pmggeme otencialidad y Por tanto realidad por venir hubiera formado parte desde siempre del > ¥ creo ademas que aun después de haberlo cumplido -porque, también lo dije antes, un regreso jamis se termina- me habria costado mucho de- cidirme a ese choque de mis vidas, de mis atraigos sociales, eREDICTO LA SOCIEDAD como VEREDIC T i i ue m y eos separadas de mi personalidad q e Parecta de las partes seP? ‘He reuni (cuando ni igi « aposible como | tan imposible como In i podia, en 010, publicar una foto de mi padre conmigo, sin que hoy me sirva de nada lamentar con tanta intensidad s ) ). Pero tener vergitenza do y tirado una parte basta para disiparla. La cuestidn anas, hasta que terminé que no se hiciera. Y lle- haberla corta' de la propia vergiienza nO me atorment6 durante varias sem: por decirle a Bourdieu que preferia gué a responderle, porque volvia a menudo a la carga (con la insistencia repetitiva de la que podia dar prueba cuando queria conseguir algo): “Es una idiotez, ya sé, pero no puedo asumirlo”. Lo lamenté. Pero comprendié perfectamente mis razones ° mejor, mis sinrazones (gla empresa de La miseria Gnvazin sodialy de tetas le rape ea tina exploracionides sunraz6n social’y de todas las razones, buenas o malas, con las que se ; do ee na para justificarse?). ¢Qué habria podi- .. e? Habfa atrave Q E incluso las habia t Sado €sas €tapas antes que yo eorizado.

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