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Primer cipeulo mitico Fantasmas pacificos alvo por el hombre de negro y sus dos perse- guidores enfundados en impermeables, Fa- bian no habia visto a nadie mas en el cemen- terio. Mumermo tarrantes un pasillo que terminaba en una puerta. Cuan- do la abrieron salieron al exterior. Caia la tarde y las sombras se enrojecian en Buenos Aires. El poe- ta le hizo sefias a un taxi. El vehiculo que se detuvo dejaba bastante que desear. Era un modelo viejo y el traqueteo de su carroceria pedia una visita urgente al taller mecanico. Igualmente, subieron. _—AI Parque Rivadavia, por favor —indico Dante. ‘gruiid, el taxi chirrid, y arrancaron. Fabian repar6 en las manos del conduc- F abidn siguié a Dante escaleras abajo, y luego por os en el volante no solo mostraban Nduc- raban esos! Ladama de blanco @ 35 Nos llevara gratis. Me adeuda un Par de fav: que debes preocuparte es de nuestra ee laguardiana del segundo circulo mitico. La Muerte aceler6 y Fabian se h 4 i undid u F enelasiento. IN poco mas —Hace unos ciento cincuenta afi : el Parque Rivadavia, en pleno nee alzaba la mansion de la familia Lezica —continus el poeta—. En aquel tiempo, todos los martes se daban grandes fiestas en la casona; y en esas celebraciones, se le asignaba a cada sirviente una funcion especifi- ca... salvo ala planchadora. Esta esclava negra se des- empefiaba en un patio exterior, totalmente sola, plan- chando pilas y pilas de ropa con una plancha a carbon. —éPor qué hacfan eso con la mujer? —quiso saber Fabian. —Se dice que la planchadora era muy hermosa, y las mujeres de la casa no querian competencia a la hora de coquetear con los galanes invitados. Asf fue hasta que cierto martes, cuando la fueron a buscar luego de terminada la fiesta, y la encontraron muerta al pie de un ombu del patio. —éQué le pas? —Puedes preguntarselo a ella. : Con un nuevo grufido de su conductora, el taxi se detuvo. Habian llegado al Parque Rivadavia. —A los fantasmas pacificos les siguen los fantasy mas enfadados —continud Dante—. Y la planchadora los representa muy bien. Pocos resisten un encuentro directo con el ( si anhelas llegar a Rufina... Préxima visita, 36 @ Guillermo Barrantes = Dante estiré la mano y abrio la puerta para que Fa. bidn bajara. Entonces, respir6 profundo y salié de| auto. Antes de cerrar la puerta del vehiculo, Dante Je regalo un verso: Asicomo es de esperar que pueda atacarte el asma, volveras a respirar sirecuerdas el ectoplasma. _ El parque estaba desierto. No habia chicos corrien- do, ni artesanos vendiendo sus creaciones, ni perros. Fabian jurarfa que incluso no habia pajaros sobre los Arboles, niuno solo cantandole alcrepusculo. Lo Unico que hacia algun tipo de sonido era el viento. Corrien- tes de aire helado aullaban entre los troncos, entre los 5 los de un muro, tal vez una parte a mansion de los Lezica. una sombra ardiente, a lo le- Luego, desparecio... para , aunos diez metros rnos propios Uno. | exnalac de nue 10 ; matar : pereit Fab ign. TOs los Nico ien- los rte ira OS OS ~~ OD Ma que atin guardaba. Y sucedio que b Ladamade blanco « 37 Uno, dos segundos de Soledad, de a exhalado por el parque Basté un nace aire gélido de nuevo... ia tan solo cinco 9 seis ee Penis ces, lo supo: aquel amante celosee a de él! Enton- matarla... ila habia decapitado! rea Conformé con percibir era la falta de una c. acio que pudo abeza sobre | “ los hom| Fabian hubiera preferido que aquel espectro sees a, maldijera o, al; menos, que arrastrara unas ruidosas cadenas tras él. Porque lo que hacia atin mas aterra- dora semejante aparicion era la ausencia de sonido, el silencio que la acompafiaba. Ese fantasma queria gritar su locura, pero no tenia boca... Aunque no podia gritar, el espiritu de la esclava lleva- baen lo alto la plancha de carbén al rojo vivo, lista para dejarla caer sobre la temblorosa humanidad de Fabian. Ante el avance de la planchadora decapitada, Fa- bian retrocedio y tropezo con las raices de un ombti y cayo de espaldas. El! suelo del parque parecia una capa de hielo. Como Fabian s/tenfa boca para gritar, lanz6 un alari- do tremendo ante ese espanto del mas alla que iba en camino de abalanzarse sobre él. Pero la desesperacion, la profunda desesperacion del que sabe inminente su final entre los vivos, siem- pre produce una Ultima opcidn, como el manotazo que lanza aquel que esta a punto de ahogarse. El ma- notazo de Fabian consistié en meter lamano en el bol- sillo de su saco y extraer el ultimo resto de ectoplas- los filamentos luecinos saltaron de los dedos de Fabian hacia \

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