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ISTORIA UNIVERSAL SIGLO XX! De la independencia a la segunda eMule EL VO Y HELENE BEYH/ 8. La politica internacional y_ los nuevos estados durante el siglo xix ‘Vimos en el periodo anterior que la ruptura de los vinculos coleniales hispano-portugueses habia despertado una cre ciente atencién por los nuevos Estados en la politica inter- nacional de la época. Solamente que la problematica eam- bia: antes, el tema dominante habia sido el problema de la Independencia; ahora, los intereses de las grandes potencias se manifiestan de manera més evidente, y se acentan las comtroversias entre ellas. Imperiaismo € “influenc la diplomacie al servicio del comercio La diversidad de opiniones acerca de la expansién impe- tialista de fines del siglo x1x ha ido produciendo una espe- cie de fetiga intelectual que deriva muchas veces ene] olvido de lo esencial en este fendmeno. Es cierto que no debe con- fundirse la vieja politica colonial con el nuevo imperialis ‘no, también que capitalismo financiero e imperialismo son ‘érminos euya asociacion es controvertda, pero esto no quita significacién al hecho real del beneficio que produce & al- ‘unos paises su politica exterior, en detrimento de otros. Este fenémeno puede presentar formas muy diversas; de ahi las distintas maneras de explicarle. Lo que se percibe como des- arrello "inducido” o “hacia afuera”, imperialismo 0 “efecto de dominacion’, existencia de paises colonials y de “polos de desarrollo" es parte de un mismo complejo de Factores que explica el desequilibrio entre la accion de las zonas industriales y las regiones periféricas. Ha contribuido a oscurecer el panorama anterior la construccién de algunas teorias destinadas a explicar este proceso que, de manera fragmentaria y parcial, slo han tomado en cuenta algunas 10 de sus caracteristicas. Si se observa la historia latinoameri- cana posterior a la independencia, se puede advertir que complementariamente con la gran transformacién motivada por el impacto del capitatismo industrial hay manifestacio- nes concretas de accion imperialista de las grandes poten- cias europeas y que ésta va desde las simples gestiones diplomaticas a la intervencion armada, La simple expansion de la economia capitalista fue un fac- tor de grandes cambios en el mundo: modifies sistemas de roduccion y determing el traslado de poblaciones enteras, Poco a poco, irdin cayendo en el desprestigio las f6rmulas que el liberalismo britanico habia elaborado en su enfren- tamiento al viejo colonialismo hispanico; en efecto, apare- ‘cen ms naciones industriales en el plano de Ia competen cla cconémica internacional y se va abandonando el libre ‘cambio pata retornar lentamente al proteccionismo. Se po- dria decir que hay una inversién de la tendencia: lo que a fines del siglo xv y prineipios del x1x desacreditaba los ‘monepolios coloniales, se trocaré poco a poco en una nueva, forma de colonialismo que Mevard al reparto de Africa y a la penetracién en Asia, En la base de las justificaciones te6ricas del imperialis+ ‘mo, habia un denominador comin, compartido las mas de las veces por las élite locales: la creencia en la superior dad europea. En efecto, se habia difundida en esos tiempos la creencia de que el europeo tenis 1a dura tarea de velar Por los demas pueblos hasta que éstos se hallaran en eondl iones de hacerlo por sf mismos. El europeo debia curar las plagas de éstos, educarlos, organizar su economia y cons. ‘ruir sus ciudades, impedir el bandolerismo y las guerras fratricidas. Debfa evitar que en la India se quemare a I viudas, que en China se deformase el pie a las ninias, que en Africa © Nueva Zelandia hubiera canibalismo y en América Latina guerras civiles y saqueos. Esta idea puede presentar ribetes racistas o religiosos; en otros casos se manifiesta ‘meramente como defensa apasionada del libre cambio y de. la importancia de no oponer barrerasa la expansion del capi- talismo industrial, pero el resultado suele ser siempre el En loque se relaciona con América Latina, pese a algunos conatos de intervenciones armadas y conquistas mili la aceién imperialista fue mas stil. Los grandes esta ppreocupaban sobre todo por tener una diplomacia eficiente, Bien informada, con eapacidad para intervenir en las cues tiones econémicas y politicas mas candentes. ‘Como hemos dicho, es dificil diferenciar Ia defensa de in- tereses comerciales y Ia accidn imperialista. Las tentacio- nes eran muchas y sobraban oportunidades para quede una se pesara a la otra, Tal orientacion de las potencias domi- nantes queda plenamente demostrada, entre otras prucbas, por la documentacién de sus archivos diplomaticos. ‘La nutrida correspondencia diplomstica y las mas varis- das documentaciones que se conservan como fruto de esta actividad prueban la importancia que se asigné a los pro- blemas econémicos y politicos y constituyen a la vez, por su cardeter, una de lus fuentes més valioses para conocer Iahistoria de esa época. Alife ve a los cOnsules interesarse por fomentar los fletes para sus marinas mereantes, y dis- ‘puestos a apoyarse en Ia marina de guerra cuando las cit- unstancias lo requieran; se les observa procurando amplisr las condiciones favorables a la colocacién de sus productos yobtener materias primas forzando las resistencias oficia- les por todos los medios posibles. Una muestra del espiritu intervencionista de los diplo- :méticos europeos nos lo brindan las observaciones siguien- tes, que extraemos de la correspondencia de la representa- cidn francesa en el Uruguay. En una nota del 9 de marzo de 1888 se comentaba, a propésito de la creciente influencin eeo- nomica argentina en el Uruguay, que faltaba poco para que se efectuara la unién politica de estos dos paises: "Ese dia se constituirén los Estados Unidos de América del Sur, y ‘Europa se encontrar frente a otra gran potencia en el nue ‘yo mundo, con la cual habré que contar antes de cincuenta afios o algo més. Mientras tanto, gel papel de los estados feuropeos es dejaral tiempo cumplir tranquilamente su obra, ‘yno preocuparse del Plata? No es tal la opinién de mis cole- zs tenemos en estas reqiones, en efecto, un movimiento de hegocios demasiado considerable como para poder desinte- rresarnos de los acontecimlentos que parecen prepararse. Dejar a la Repablica Argentina apoderarse de Montevideo seria entregarlelallave del Plata.” ¥ el diplomatico frances ‘concluye: "He ereido necesario participar mis sentimientos V-E, Le determinaran quizis a hacer mas efectiva nuestra Yigilancia maritima en estos parajes. Lo cierto es que los 142 ingleses sabran defender solos, si nosotros no queremos 0 ‘no podemos unirnos a ellos, la libre navegacion del Plata y del Parand. ¥ que, si se produce el caso, no dejaran de ase- gurarse una prepondcraneia siempre util a su comercio y a sus relaciones econémicas con América del Sur."”” Esta mentalidad intervencionista queda ain mas al des- cubierto en las consideraciones publicadas en Paris en 1861 por E. Grandidier, quien habia viajado por Suramérica en Imisién oficial de esttidios encomendada por el Segundo im- perio francés. Grandidier explica el atraso de Bolivia, fun- damentalmenie, por la carencia de un buen puerto oceanico (ya que Cobija era muy pequefio y estaba separado de las provinelas interiores por un mar de arena) y sugiere que & tse paissele entregue el puerto de Arica. Pero subitamente nos revela que su proyecto no solo esta animado por el de- seo de terminar con el atraso de Bolivia, sino ademas por elde ponerla al alcance de la avtillevia naval europea: “Hay todavia otra consideracin que debe tenerse en euenta y que hha impedido al comercio tomar toda la extension deseable, es la imposibilidad en que se encuentran Francia y los otros gobiemos de hacer respetar los intereses de sus nacionales, 1 menudo heridos y comprometidos por las revoluciones @ Jos abusos del poder: ninguna garantia seria se ofrece @ los ex- tranjeros que querrian establecerse en este tervitorio y nues- ‘ros caiones serian initiles para apoyar las reclamaciones de los negociantes franceses, injustamente despojados de sus. fortunas. Si Arica fuese cedida a Bolivia, este pais dejaria de ser casi invulnerable y un desierto de cincuienta leguas no protegeria més ese molesto estado de cosas." Delos métodos empleados muchas veces por las compa- ‘as extranjeras en su trato con los funcionatios latinoamne- ricanos, nos brindan un claro testimonio, por ejemplo, los interrogatorios a que fueron sometidos en Inglaterra, en mayo de 1897, varios directores de la Compaiiia del Ferro- carril Salitrero por un comité de accionistas que deseaba averiguar en qué se habia gastado una gruesa sua, "Rail ‘ways Times”, de Londres, reprodujo entre otras esta respues- ta de Sir Ashmead Bartlett, miembro del Parlamento: "No podria distinguirexactamente entre lo que se puede llamar ‘gastos legales legitimos y gastos legales de caricter priv do, loque, por supuesto,y no es un secreto para nadie, con- sistia en dinero regalado a gente en Chile que se ereta pa 143 ST diera ser atil al ferrocartil, La administracion publica en CChile es, como usted sabe, muy corrompida, y como se nos atacaba de todos modos, se nos aconsejé hacer ese gasto para resguardar los derechos del ferrocarril." ‘As{es como la correspondencia diplomética nos permite reconstruir los fines y las modalidades de la accién de las potencias europeas para con América Latina. En resumen, queda en evidencia en ella que el primer objetivo de la poli tica europea fue la intensificacion del comercio. Procurando ‘mejorar sus condiciones exploraron las regiones, buscaron conseguir facilidades arancelarias y la cléusula de nacién ‘mas favorecida, obtuvieron la libre navegacién de los rios yeel rechazo de las ofertas comerciales de los rivales. Otro ‘objetivo primordial en la politica exterior de las grandes po- tencias se centraba en la defensa de sus subditos y empresas. De un modo més sutil, pero no menos persistente, las grandes potencias lucharon por afirmar una influencia que se iniciaba en el terreno cultural y terminaba en el campo ‘mas estrecho del beneficio econémico, sin encontrar mayores resistencias. Consiguieron convencer 0 comprar a los gober- nantes mas reacios y conquistar a las élite con la superio- ridad de los patrones de vida europeos, logrando puertas abiertas para la inversién de capitales. La dificultades even- tales, que fueron suscitadas mis por la rivalidad de los com. petidores extranjeros que por la resistencia latinoameric 1a, se fueron resolviendo paulatinamente. La independencia politica habia dado lugar a nuevas formas de dependencia. Del conjunto de naciones industriales, Inglaterra fue la pri- mera en detentar la hegemonia, aunque luego se comenza- ron a afirmar en el Caribe los intereses norteamericanos, Companias navieras, de cables telegraficos, empresas de pro- duccién, comercio y crédito, sociedades cientificas y diver- ‘0s institutos de intercambio, todo ayudaba a consolidar esta influencia. Su constante preocupacién por los inmigrantes, ‘aunque no fueran sus propios sibditos, se explicaba porque sos constitulan un ingrediente fundamental para la expan- sién econémica y, por otra parte, acrecentaban los benefi- cios en los fletes transatlénticos. Estados Unidos, que debia su nacimiento ala ruptura de los lazos coloniales, fue poco a poco asumiendo una posi ida imperialista, Para explicarlo se ha sefialado reiterad: ‘mente que la suya habia sido una rebelién de colonos, no 44 de colonizados, y por otra parte que su crecimiento econd- ‘mico y politico los llevaba inevitablemente a esa posicién. Mientras tanto América Latina se resignaba a la depen: dencia y la mejor defensa de su autonomia politica era la existencia de intereses rivales entre las potencias extranjeras, El imperiatismo ingles Después de la independencia, los briténicos procuraron sin éxito que los nuevos esiados adoptaran In monarquia ‘come forma de gobierno. No ocultaren su hostilidad a los planes bolivarianos cuando la convocatoria del Congreso de Angostura (Panama) en 1826, y procuraron sempre evitar la formacién de grandes estados, por considerarlo contra: rio asus intereses. Su insistencia en resolver el pleito entre Argentina y Brasil mediante la ereaelén de un pequeho es: tado independiente en la Banda Oriental, ilustra esta politica yel deseo de asegurar sus intereses en el Rio de Ja Plata, La hegemonia briténica sobre América Latina llego, en esa época, a transformarse en modelo de dominacion eco- ;némica sin lazos coloniales. La mayor parte de los intereses britinicos estaban suficientemente protegidos por la sim ple posibilidad de competir libremente en los mercados del ‘mundo, ya que la temprana revolucién industrial operada en la isla los habia colocado en la mas ventajosa posicion para vender a precios bajos. No obstante, en muchos casos Inaccién de su diplomacia o de sus hombres de negocios lo gr ventajas complementariasa las que nacian del libre juego. de la oferta y la demanda. En el tratado de 1810 concertado ‘con la corte portuguesa en Rio, por ejemplo, habian abceni ddo que el impuesto general ad valorem del 249% aplicado a toda mercaderia extranjera, que bajaba al 16% cuando se trataba de mercancias portuguesas, fuera tan s6lo del 159% para las de origen britinico. Los empréstitos britanicos eran culdadosamente calew- lados. La diplomacia velaba celosamente por que, en los he- chos, las economias latinoamericanas fueran tan sélo un ‘complemenio de la britinica. “En América Latina el inglés 8 todavia, en cierta medida, un ‘milord’... Han venido como representantes de firmas, compafia, sindicatos poderosos. Son gerentes de casas filiales, ingenieros, viajeros, depor- 145, tistas, financistas. El britanico de clase baja es dificil de en- contrar, al revés de lo que ocurre con inmigramtes de otros | __ paises europeos y amerieanos, Noha habido afluencia de in- ‘migrantes ingleses de las clases pobres. Inglaterra es el pis, queen gran parte ha financiado los ferrocarriles, y éstos, ‘en los paises latinoamericanos, son cosas que llegan mas al, corazén del habitante de lo que es imaginable en Inglaterra, Francia o Alemania. .. En Ins cludades de México y en Sud: américa se encuentran ferreterias y otros eomercios alems- ‘nes, asi como merceros y sastres franceses, junto alma ceneros, hoteleros y duefios de restaurantes espanoles ¢ italianos; todos ellos valiosos agentes de comunidades en des- arrollo, pero de menor reputacion que aquellos extranjeros ‘que dirigen bancos o grandes establecimientos mayoristas, construyen minas y fundan grandes haciendas azucareras, sganaderas 0 algodoneras, Ingatesra no necesita esforzarse: In tradcin, el tempo y su buen nombre tabajan paral." El sistema briténico tenia varios elementos fundamenta- les, La aplicacién del vapor habia colocado a la marina in- glesa en condiciones de superioridad, no solamente en el, ‘campo bélico sino también en Ia competencia comercial del transporte maritimo en todos los mares del mundo. La re- volucién industrial le dio para ofrecer una abundante pro- duccién fabril cuyas cantidades y precios le aseguraron el predominio en los mercados. Su eficaz organizacién finan- ciera y bancaria le permitié acumular einvertir sus a les en el fortalecimiento de su propio sistema. Y por cierto {que las empresas de la época exigian emplear sumas cuan- tlosas y hasta entonces inusitadas en la lucha por los fleies ‘ola competencia de productos, asi como en la formacién de existencias de articulos alimenticios y inaterias primas pro- cedentes del mundo colonial. Inglaterra dispuso asimismo de personal competente para el funcionamiento de esos com: plejas mecanismos de empresa Fue Ia anticipada defensa de ese orden lo que llev6 a In- alaterra a la mis firme oposicién contra los planes favor bles ala restauracién del colonialismo espaftol formulados por la Santa Alianza, ya la misma causa obedecen Ia inter- veneién briténica en el Rio de la Plata contra Ia politica de Rosas (conjuntamente con Francia) y a persecucion cada vez. ‘mis severa de los navios negreros que, no sin lucha, culmi= no con la eliminacién absoluta de! pasaje de esclavos por 146 cl Atldntico al mediar el siglo xix. Esa lucha de Inglaterra por la supresion de la trata de “africanos y la abolicién del trabajo esclavo no fue ajena a la facilidad con que habia resuelio el problema de la mano de obra en sus posesiones (por su abundancia en la Indi principalmente) nia su designio de expandir el régimen del trabajo asalariado, con el fin de provocar un aumento de la demanda de sus productos, aprovechando la expansion de las economias de mercado bajo el impulso del capitalismo industrial Laaccién de Inglaterra en América Latina, no obstante, no fue slo diplomtica y econdmica sino que se tradujo tam- bién en intervenciones armadas que emprendié a solas oen conjunto con otras potencias. Ya en 1833 tropas inglesas ‘hnbin ocupado las isas Malvinas le que declareronpro- adas protestas Ergentings. Bn 861, conjuntamente con Bspatay Francia, Gran Bretana inicié una intervencién en México, aunque las tropas inglesas y espafiolas se retiraron después de Ia oct: pacién del puerto de Veracrur, al verse claramente que Frat- cia aspiraba a algo més que a un simple cobro de deudas. Al ano siguiente, Gran Bretafia y Francia presionaron a Ar- sgentina y Uruguay para exigirel pago de las deudas contrai- ‘das en la guerra contra Rosas. La intervencién inglesa, mal cencubierta en Ia guerra del Pacifico, en la cual Chile derro- ‘ta Pera y Bolivia (lucha por la apropiacién de las explota- cones salitreras), hizo decir a muchos que se trataba de una ‘guerra britanica. En 1895 se registr6 un auevo intento de Intervencién britanica en Venezuela, y otro mas en 1902, esta vez de consuno con Alemania e Italia, pero ambos imtentos fueron frustrados por la presién norteamericana, Por estas fechas, ya In hegemonia briténica habia encon- trado rivales poderosos. Estados Unidos obstaculizaba sus reclamaciones y minaba su sistema. La paulatina afirmacién de los norteamericanos en el Caribe culmind con el desco- nocimiento del tratado de Clayton-Bulwer y la intervencion decisiva en Panama (1903) por primera vez, el leon briténi- ‘0 cedia paso a otra potencia en la puja por el dominio de lun centro estratégico, de importancia tan grande para las comunicaciones mundiales. 17 Sus competidores europeos En su politica de accidn e influencia sobre América Latina, Inglaterra no solo hubo de aceptar la compania de Estados Unidos. Habia otras poteneias rivales; entre ellas, Holanda representabs mas que nada una supervivencia del pasado. No obstante, sus intereses en Guayana y en miltiples islas del Caribe (de las cuales Curacao es la ms importante) tras: ccendian el valor econdmico de sus posesiones, dada Ia posi- ign singularmente estratégica ocupada por éstas. Base de taficantes v piratas, como Ténger en Africa, Curacao tran- sitard lentamente hacia formas de actividad mas modernas, ‘pero igualmente ilegales y rendidoras, hasta legar a ser hoy uno de los centros internacionales de trafieo de divisas y act vidades bancarias tendientes a evadir los impuestos de di- ferentes estados. ‘Tambien debe senalarse cl papel del naciente estado de ‘Bélgica en la promocién de actividades comerciales y finan- cieras en territorio latinoamericano, En cuanto a Francia, la accién directa que quiso des ppetiar resulto en cierto modo inversamente proporcional a Ia enorme influencia cultural que estaba destinada a ejercer. ‘La monarquia burguesa del ao 1830 inicié relaciones con | algunos estados latinoamericanos y participo activamente cn la intervencion contra Rosas en ei Rio de la Plata, La Revo- lucién francesa de 1848 fue muy celebrada en América L: na, donde tenfan cierta influencia los grupos de emigrados franceses (muchos de ellos sansimonianos y republicanos de tendencia radica), La contrarrevolucion en Francia y el ad- vvenimiento de Napoledn 1111851) aceleraron justamente este tipo de emigracién, al tiempo que aquélla enviaba a la “gui- Hotina seca” de la Guayana un considerable numero de opo- sitores al régimen, Los sueios de grandeza de Napoledn II. contribuyeron al fallido intento de crear un imperio vasallo en México, con Jo que el prestigio francés se vio afectado en América Latina. La Tercera Republica concedié mayor inte- és al mantenimiento de la influencia cultural y ala accién de los emigrantes como medios de fortalecer los vineulos eoondmicos que el nuevo capitalismo francés buscaba des- rrollar. En esa época se dio preferente atencién al estable- cimiento de bancos y de compafias navieras y empresas sub- sidiarias. 148 En contraste con esa frustrada vocacién imperial, resul- tacurioso comprobar la importancia de la penetracién cul- tural francesa en el Ambito latinoamericano; los grupos de lite de América Latina fueron adoptando cada ver més la educacion y los patrones de vida franceses; a calidad de los productos galos ejercié un atractivo especial en las clases altas; l consumo suntuario se unieron multiples lazos inte- Jectuales en un momento en que Espafia tenia poco que ofre- ccer'y cuando todavia pesaba respecto a ella el recuerdo de Ins luchas de la independencia. Mientras que los briténicos disfrutaban de las ventajas de su predominio econémico, los franceses robustecian su influencia en el frente cultural En cuanto ala politica italiana, su drama consistiéen la contradiccién entre la tendencia @ organizar su estado na- ional y la desercién masiva de su poblacién hacia tierras ‘americanas. Fn 1861, Victor Manuel, al triunfarel movimien 10 de unidad, fue proclamado rey de Italia. De 1862 en ade- lante, habré en América Latina delegaciones italianas que no dejarén de desempedar un papel importante. Asi, por ejemplo, ante la accién conjunta franco-inglesa contra Ro- sas, para el cobro de indemnizacion por los perjuicios de la guerra, el representante italiano Barbolani lego gestionar lun protectorado italiano como garantfa de la neutralidad uruguaya, aprovechando la presencia de la corbeta regia Iride en Ia rada de Montevideo. Pero eligié mal momento, Porque a raiz dela intervencién francesa en México y Pert ‘exist una prevencién general antieuropea y hasta se habian entablado conversaciones tendientes a lograr una alianza americana. En consecuencia, los representantes italianos debieron limitarse a velar por sus stibditos y los intereses sgenerales de su comercio, La posicion espafiola estuvo mareada por el antecedente colonial y el recuerdo de las luchas de In emancipacién. La afluencia de emigrantes y las multiples declaraciones fr ternas, que encubrian mal un tono paternalista, noimpicie- ron algunas medidas mas drasticas hacia América Latina, En 1829 se registro una fracasada expedicion espanola con- tra México dirigida a restaurar en cl antiguo virreinato la dominacion de la metrépoli. En 1861 Espaia participd en los comienzos de Ia expedicién francesa a México, mas se retir6 pronto, El mismo aio, por invitacion del dictador do- ‘minicano general Santana, volvié a hacerse cargo de ese te 149 rritorio,situacion que duraré cuatro alos. En 1864 ocupé Jas islas Chinchas y entré en guerra con Peru(cuya indepen- dencia no habla reconocido), Chile, Ecuador y Bolivia res- paldaron a Perty las islasFueron devuelias previa satisfac- tld de las reclamaciones espatolas. Después de la guerra contra Estados Unidos en 1898, Espaiia perdié las dos dltimas posesiones amezicanas que conservabs, Cuba y Puerto Rico, asi como las Filipinas. No Obstante, entre Espana y América Latina, la fuerza de los ‘inculoshistricos y de los intereses de comercianes y emi- {rantes incitaban a procurar mejorar y robustecer las rela- Clones; lo que se hace hoy dis en nombre de la hermandad dde raza la defensa de la hispanided. ‘Alemania, por su lado, tardiamente unificads y con una cemigracion felativamente escasa (si se exceptia Ia que se dirige a Brasil y Chile) no por eso dej0 de interesarse acti- ‘vamente por América Latina estableciendolineas de nave- | gaclén y mejorando sus vinculos comerciales, Los intereses Slemanes retbieron fuerte impulso debidoal carter expan- Sionista desu economia hacia fines dl siglo x1x. Practican- do tna politica inteligente de crédito « muy largos plazos 9 adaptando su oferta de productos exporiabes as nee | sidades regionals, desempefiaron un pape! importante, prin- | Gipalmente en la regién del Caribe, donde llegaron incluso a desplazar a otros competidores extranjerosinstalados des- de hacta ya tiempo Establecimienio de las bases del imperialismo norieamericano A independizarse América Latina, Estados Unidos no sponia de un plan politico especifico para la region. Las strucciones dadas por el secretario de Estado sus repre- sentantes ante los nuevos gobiernos se limitaron durante ‘muchos afios a reclamar en el plano econémico y comercial {a jgualdad de trato frente las otras potencias y a pregonar las excelencias de la democracia republicana y del sistema palitico norteamericano, Fue slo partir de la segunda mitad Sel siglo xix, cuando Estados Unidos hubo solucionado sus problemas internos, que fueron echadas las bases econé- ‘micas, politicas eideolégicas del imperialismo que iba ac3- 150 racterizar sus relaciones con Latinoamérica en el siglo xx. ‘Afirmar que Estados Unidas no tenia ninguna politica ha- cia América Latina en los aos posteriores la independencia puede parecer algo contradictoio con la existencia de la “doctrina Monroe", formulada en 1823. No lo es tanto, sin embargo, porque lo que actualmente se conoce bajo exe 6 {ulo es un conjunto de interpretaciones y deformaciones ana didas en el siglo xx. En su formulacion original, la declara- ‘ion de Monroe tuvo un contenido exencialmente preventivo Y defensvo: fue el refleo de In inquietud nortenmericana frente a las veleidades intervencionistas de las potencias cropeas en el continente americano se trataba de poner cot0 las ambicionesteretorales de los rusos en Alaska, de los ingleses en a frontera canadiense y de impedir una re conguisia de América Latina por Espata,apoyada en la Sa- ta Alianza, La mal lamada "doctrina” Monroe fue expuesta enel mensaje anual del presidente Monroe al Congreso nor. teamericano en diciembre de 1823; refiriendose al peligro de ver los europeos tratar de reintalarseen el continen te, el presidente declaré sustancialmente: “Loy conti nentes americanos,porlacondicion libre que han asumido ‘Ymantienen, no debon ser considerados en adelante como sujetos a la futura colonizaci6n por potencia europea algu- nna... Debemos, por lo tanto, en honor ala sinceridad y a Ins amistosas relaciones que eisten entre ls Estados Unidos ‘yesas potencias declarar que considerariamos cualquier in ‘lento por su parte, de extender su sistema politico a cual ‘quier lugar de este hemisferio, como pligroso para nuestra az seguridad. -.Con respect alos oblernos que han de Clarado su independenciay la han mantenide y euya inde pendencia nosotrs, basandonas en una gran consideracion Y principos justos, hemos reconocido, no podriamos ver ualquierinterpsicion que tenga por propésivooprimitlos, © comirolar de cualquier otra manera su destino, por cual ‘uier potencia europea, de otro mode que como la manifes tacién de una disposicin inamistosa con respect alos Es- tados Unidos.” De este modo, la declaracion no establecia ‘mas que una serie de prineipios, el de no intervencin, de no colonizacién el deaislacionismo, valederos para el fur 0, oponibles solo a las potencias europeas. Asi lo enten- dieron los paises como Chile y Colombia que la apoyaron, proponiendo a Estados Unidos Ia conclusion de una alana 151 basada en los términos de la doctrina, 0 los que en vano reclamaron su aplicacién. Hasta fines de la guerra de Se- cesion, preocupado por sus problemas interiores, Estados Unidos no dejé de ver en este discurso més que una simple declaracién de principios: es asi como no fue recordada ni aplicada, entre otros casos, durante las evidentes interven- cones britinicas en América central en la década de 1830 (endientes a ampliar el tervtorio de Honduras britan zi cuando Gran Bretaiia ocupé en 1833 las islas Malvinas, nl cuando el blogueo franeés de México y Argentina en 1838, ‘las operaciones anglofrancesasenel Rio dela Plata en 1845, Si Estados Unidos mostro una relativaindiferencia frente atestos sucesos, ue porque cstaban acaparados por proble- ‘as internos, por la consolidacin de su sistema politico y, sobre todo, por la definicion de sus fronteras. Esta preoct pacién por la frontera fue quiz la que predoming en la pol- tiea de Estados Unidos durante el siglo y se expliea por la conviecién, gencralizada en esa época, de que el poder eco- niémico y politico se asentaba en la posesion directa de la tierra, El hambre de tierras que Tlev6 a los colonos norte- americanos cada vee mas hacia el oes y hacia el sur en pet- Secucién de unas "Fronteras naturales” que retrocedian a medida que ellos avanzaban, se aplacd recién a finales de siglo. La expansion territorial de Estados Unidos se efectus enna serie de ctapas y por diferentes vias pacificasobél- cas, En un principio, predomin6 el sistema de compra di- recia: de la Luisiana a Francia en 1803 (lo que constituye casi cl tercio dela superficie actual de Estados Unidos) y de la Florida a Espana en 1819. Posteriarmente, salvo en el caso de Alaska, comprada alos rusos en 1867, laconguista de nue- ‘os espacios se hizo por las armas. En 1835-1836, Texas se Separé de México, proclamandose independiente instiga- cin de los colonos norteamericanos y paso a integrar la Union en 1845;alestallar, a consecuencia de esto la guerra entre México y Estados Unidos, éste se impuiso y se anex6 definitivamentc (1848) una inmensafranja de teritoriocons- tituida por Texas, Nuevo México, Arizona California, Neva da y Colorado, cuyos nombres espanoles son lo suficiente mente elocuentes respeetoa su origen.Alrededor dela mitad del teritorio mexicano habla pasado a Estados Unidos y la Frontera quedaba fijada por el Rio Bravo. ‘Ala vez causa y efecto de esa expansion territorial lere- 132 cimiento econémico de Estados Unidos se ino notable: en- tre 1790 y 1860, la poblacion aumento 8 veces; se establecie- ton Ins bases de una infraestructura de transportes con la construccién de una vasta red de canales y de las primeras vias de ferrocarril; aparecié la industria pesada, mientras que la ligera (textil en particular) se desarrollaba onside: rablemente; la mecanizacin tendié a generalizarse tanto en Ja industria como en la agricultura. Al amparo del bre jue- go dela competencia y de los precios, recié un capitalism industrial y mereantl con base en numerosas empresas me- dianas que fueron organizéndose cada vex mis en forma de sociedades andnimas. ‘Sin embargo, fue sobre todo a partir de 1860 cuando la ‘economia norteamericana experiment6 sus mayores cambios ‘yuna formidable aceleracién de su desarrollo. El fin de la ‘guerra civil, que vo el triunfo del norte industrial sobre el Sur agrario esclavista (1865). fue determinanteen esa nue- vi fase de expansion. El pats se dedicé de leno a organizar ¥ colonizar su espacio interior come lo prueba por ejemplo ¢l progreso dela red de ferrocariles, ue pasa de 35,000 mi- lias en 1865 a 320.000 en 1900. La produccion agricola del Pais crecid de tal manera que duplicé su valor entre 1870 ¥¥ 1900 y que a exportacién de cereales aument casi 15 ve- ‘ces entre 1860 y 1880. En cuanto a la produccidn industrial, se desarrollo notablemente, al amparo de tarifas aduancras muy proteccionistas y su valor pus6 de 1886 millones de

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