Historia Universal
Siglo veintiuno
Volumen 28
LA EPOCA DEL IMPERIALISMO
Wolfgang J. Mommsen
México historia
. universal
. + Argentina |
L igl
Espagia yi “B®Indice
Prefacio oc ce cee ee lee ee cee cee cee nee eee nae eee
A,
TENDENCIAS BASICAS ¥ FUERZAS DOMINANTES DE LA
BPROCA ose vie tee eee cee ee cee nee cae tee vee cen cae eae ree
1. Las ideologias polfticas 00.002. 0. cee eee cee cee oe
2. Europa en camino hacia la sociedad industrial ...
3. Las estructuras de Ja sociedad y los problemas s0-
ciales .. :
LAS FORMAGIONES POLITICAS ... Pte cee eee nee ee tee nee
1. La evolucién interna de los Estados europeos
(1885-1906) ... Fe ee ee ee te nee
I. Conservadurismo y progreso en los Estados
de Europa occidental... 0. ae
Il. Crisis constitucionales permanentes en el
sur de Europa: Espafia, Portugal e Italia.
Ili. El Empetio alem4n después de Ja caida de
Bismarck 0.0. ccc see cee cee cee eee ee eee
IV. Luchas de nacionalidades en Ausffia-Hun-
atta
V. La transicién de Rusia al seudo-constitucio-
Malismo ... ek ee cee cee cee tae cee cae eee
35
38
90
90.
90
104
109
ig
1292. El delirio del imperialismo (1885-1906) ... ... ... 137 VI. Las peripecias de la guetra: el afio 1917... 313
3. Difusién del principio demeocrético en Europa WII. La caida de los Imperios centrales ... ... 326
(1906-1914) oe ec cee cee ee tee cee ce ee tee ane 162
CONCLUSIONES (00 cee cee cee cee eee ene tee ver eee tee ee ve 338
I. Bl triunfo del liberalismo tadical en Ingla- :
HOLLA ee cee cee cee ee ere ete tee eee ee 162 ANEXOS ..0 cee cee ee cee cae tee nee tee te tee cee ee ee ee BAR
Il. Triunfo y estancamiento de la idea del Es- NOTAS coc ccc cee cee cee ce tee tee tee ee top ve tae tae tee 343
tado democrético en la Europa occidental. 170
III. Polftica dilatoria en el Reich alemén y en INDIO ALFABETICO wo. ces ses gs se soe ase vee nee vee oes 34D
AustriaHungria 0. ce ee ee 178
INDICE DE ILUSTRACIONES ...0 6. cc ces eee cee ee ee ee BSD
IV. Los desarrollos en la periferia de Europa... 193
V. La victoria de Ja reaccién en Rusia ... ... 210
4. Europa en la vordgine de los nacionalismos mili-
tantes (1906-1914) 0c ce cee cee ete ee eee eee 212
5. La Primeta Guerra Mundial: La crisis mortal de
Ja vieja Europa cc. cee cee cee ee cee eee ee 254
I. La crisis de julio, estalla la guerra ... ... 254
IL. La fase inicial del conflicto: desde ol prin-
cipio de Ja guerra hasta diciembre de 1914. 266
III. Guerra de posiciones y estancamiento polf-
tico: desarrollo de Ja guerra y polftica ex-
tetior desde el principio del afio 1915 hasta
el final del otofio de 1916... 0. wee oe 284
IV. El bloqueo aliado, la guetta submatina y
los Estados Unidos de América... ......... 293
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V. El desarrollo interno en los Estados en gue-
rra y Ja oferta de paz del 12 de diciembre
de 1916 de los Imperios centrales ... ... ... 302
Vit2. El delirio del imperialismo (1885-1906)
Hacia el fin de los afios ochenta del siglo xx se inicia una
ttansformacién profunda en las relaciones entre las potencias
europeas. La fiebre del imperialismo se aduefia de los gabinetes
europeos progresivamente y sin que se den apenas cuenta los
propios politicos. A pesar del conservadurismo de la diplomacia
de todos los Estados europeos, que consideraba el clamor po-
pular por colonias y nuevos mercados en ultramar, en general,
como una desagradable inttomisién en las sagtadas tradiciones
del arte diplomdtico, fueron atrayendo cada vez mds el interés
pttblico los problemas coloniales y los problemas de la «Weltpo-
litik», pata utilizar un tétmino que empezaba a ponetse de
moda en Alemania, mientras que jos grandes problemas de la
politica europea pasaban a un segundo, plano, sin perder por
ello su peso y su importancia.
La escuela histética alemana «neokantiana», que tampoco
consiguid susttaerse a la influencia de las ideologias dominantes,
describe este proceso como el paso del sistema de Estados
europeos al sistema mundial, y concluye que también Alemania
estaba Hamada a Ilevar a cabo una vigorosa polftica internacio-
nal. Sin embargo, en los ultimos decenios antes de 1914 no exis-
tia, ain, el sistema universal de Estados que hubiese podido
gatantizar una evolucién pacifica en Eusopa y en el mundo a
través de un equilibtio de fuerzas como el que hab{fa mante-
nido durante casi un siglo el sistema de Estados eurapeo.
El sistema europeo de potencias en el que Jas grandes nacio-
nes como Inglaterra, Francia, el Reich alemdn, Austria-Hun-
gtia y Rusia desempefiaban el papel principal siguid existiendo
y con el los ptoblemas ttadicionales de la polftica europea sin
resolver o mal resueltos. Entre estos, la cuestién del futuro del
imperio otomano que habia sido salvado durante ef siglo xrx
en varias ocasiones por las grandes’ potencias y que habfa sido
conservado artificialmente; en segundo lugar, Ja discutida cues-
tién del cierre de los estrechos del Bésforo a los buques de
guecta de todas las naciones, segtin lo habfan acordado las
naciones europeas después de la guetta de Crimea, asi como el
problema de la reorganizacién de los Balcanes, que desde el
Congreso de Berlin del afio 1878 no habia dejado de preocupar
a los Estados interesados, También Jos politicos de Europa se-
37
40gufan pensando segiin los conceptos tradicionales de Ie gran
diplomacia clésica. Sus energfas se centraban en primer lugar
en el establecimiento de un equilibrio de poderes en 1a propia
Europa, equilibrio que, sin embargo, intentaban modifica con-
tinuamente en beneficio del propio bloque de alianzas. Pero
como consecuencia de Ja transici6n a una activa politica de
adquisiciones coloniales, generalmente Hevada a cabo por las
potencias europeas a partir de 1890, se proyectaron Jas ten-
siones existentes en Europa, en cietto modo, a los amplios
territorios de ultramar. Y las disputas surgidas entre determina-
das potencias por tetritorios de Africa o Asia, que con frecuencia
etan ademds relativamente poco importantes, tuvieron reper-
cusiones de extraordinaria trascendencia dentro del propio sis-
tema europeo de potencias. La lucha febril de las potencias
colonialistas por los territorios de ulttamar dio a las relaciones
de los Estados una dureza hasta entonces desconocida. Sin
embargo, no eran tinicamente las grandes potencias las que cho
caban una y otta vez por cuestiones internacionales; también
las potencias de segundo rango fueron dominadas por las ten-
dencias imperialistas de la época y fueron aquéllas, sobre todo,
las que provocaron el desmoronamiento del sistema de las
potencias europeas en la Primera Guerra Mundial.
Algunos Estados europeos, como Inglaterra y Francia, ya
hacfa tempo que Hevaban a cabo una polftica de expansién
colonial. Hacia 1885 este proceso de expansién de la civili-
zacién europea por todo el globo sufre una violenta aceletacién;
en pocos ‘afios se convirtié en una auténtica carrera de Jas po-
tencias europeas tras los territorios de ultramar atin «libres», a
la que, a partir de 1894, se sumaron también Japén y los Esta-
dos Unidos, Al mismo tiempo se transformaba el cardcter de
la dominacién colonial europea; de Ja noche a la mafiana se
convertia el colonialismo en imperialismo. Hasta entonces las
potencias europeas habfan dejado toda Ja iniciativa a los grandes
colenizadores y a las empresas coloniales y en general no
dejaba de seguir la bandera nacional al comercio. En todo caso, se
habfa tratado de reducir al minimo la propia intervencién poli-
tica y militar. Ahota la situacién se hab{a convertido en lo con.
tratio. Impulsadas por un nacionalismo que habla desembocado
en imperialismo, las potencias europeas empezaron a petseguir
sistematicamente 1a adquisicién de nuevos tertitorios coloniales
y a tespaldar con capital propio la conquista y penetracién
econdmica en los pafses subdesartollados, pero ya en Ja fase
inicial y no, como hasta entonces, sdlo cuando Jas cosas habfan
alcanzado un cierto grado de madurez. Al mismo tiempo Ia
creciente rivalidad entre las grandes potencias supuso el aban::
138
E
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f
dono de las formas tradicionales de dominacién més o menos
extensiva de los territorios coloniales, a partir de algunos puntos
de Ja costa. Se desencaclené entonces una lucha encatnizada por
la conquista del continente interior wnida al afén de delimitar
claramente las fronteras de los distintos tertitorios. La firma de
ttatados de proteccién con los jefes de numerosas tribus indf.
genas, tratados cuyo valor jurfdico eta frecuentemente de du.
dosa naturaleza, ya no bastaba ahora para fundar o ampliar
imperios coloniales; a partir de este momento eran necesarias
duras negociaciones con Jas respectivas potencias rivales para
legitimar las propias pretensiones sobre territorios que muchas
veces estaban atin sin explotar, A medida que iba disminuyendo
el mimero de territorios «libres» de Ja tierra, se hacfan més vio-
lentos los conflictos por estas cuestiones, llevando en varias
ocasiones a Europa al borde de una guetta general.
Los comienzos de esta evolucién se remontan al principio de
los afios ochenta. En 1881, Francia se establece en Tiinez, dos
afios mds tarde en Annam, el actual Vietnam, asi como en ef
Congo y en Somalia, en el Golfo de Adén. En 1883 y 1884
adquicte Bismarck en una accién por sorpresa los protectorados
de Aftica del sudeste y sudoeste, asf como Togo y Camenin.
Una importancia mucho mayor tuvo, sin embargo, 1a ocupacién
de Egipto por Inglaterra en el afio 1882. Esta habia sido pen-
sada en un principio por Gladstone como una expedicién de
castigo, que ademd4s hab{fa querido Wevar a cabo junto con
Francia, pata asegurar los intereses de los acreedores europeos
en Egipto, amenazados por el levantamiento nacionalista de
Ahmed Arabi. La no intervencién de Francia, impuesta por
el Parlamento, dio a la ocupacién de Egipto el cardcter de una
accién unilateral del imperialismo britdnico, algo que el pro-
pio Gladstone habfa tratado de evitar. En Francia se reacciond
con dureza e intransigencia ante este paso de Inglaterra que
ponia en peligro la propia tradicional supremacfa cultural en
el Nilo y se exigid la inmediata retirada de los ingleses. Tam.
poco en Downing Street se habfa pretendido en un principio
una ocupacién permanente de Egipto y se proyectaba ya une
pronta tetirada pata evitar que las potencias europeas tuviesen
en adelante un cémodo pretexto pata dificultar constantemente
la politica inglesa; ya que aquéllas posefan en la Caisse de la
Dette Publique el instrumento adecuado para ejercer su in
fluencia sobre los asuntos intetnos de Egipto. Inglaterra trataba
de imponer dos condiciones a la retirada de sus tropas de Egip.
to: que los intereses de los acreedores eutopeos en el Estado
egipcio comtinuasen slendo respetados y que, en caso de una
nueva crisis, Gran Bretafia obtuviese de las otras grandes poten-
£39cias europeas el derecho de Ievar a cabo una nueva interven-
cién militar. El temor a que Francia pudiese instalarse en Egipto
constituyé un factor decisivo. Sin embargo, al asesinar los
derviches de Khartum en 1885 a Gordon, que habfa iniciado
una campafia, no autotizada por Londres, contra el imperio del
Mahdi, se vieron frustrados los planes de Gladstone; una ola
de agitacién nacionalista se apoderé de la opinién péblica britd-
nica, que pedfa la venganza y no Ja retirada’ El abandono de
Egipto, donde se habfa instalado confortablemente un protecto-
rado inglés (aunque la dominacidn inglesa careciese del res.
paldo jurfdico internacional), eta cada vez menos probable, al
tratar en vano Gladstone y su sucesor Salisbury de obtener del
sultén —el soberano nominal del khedive egipcio—, y de las
grandes potencias, aquellas garantias que la politica imperial
inglesa considetaba, por razones estratégicas, imprescindibles
pata abandonar Egipto.
La cuestién egipcla se convirtid en un conflicto permanen-
te, sobre todo entre Inglaterra y Francia. Bismarck supo atizar
con inucha habilidad el fuego egipcio. Desde 1885 Bismarck
traté por todos los medios de fomentar las aspiraciones de Jas
ottas grandes potencias en el terreno politico-colonial y de des-
vier de esta manera las tensiones del sistema eutopeo de poten-
cias a la periferia, El que Bismarck contribuyese con todas sus
foetzas a que Francia e Inglaterra se enzarzasen en una Jucha
por las cuestiones coloniales, era una esttategia que habia de
volverse a la larga contra Ja propia Alemania. .
El interés de las grandes potencias por los experimentos
coloniales vuelve, sin embargo, a decaer una vez més a partir
de 1885, En Inglaterra se volvid a la antigua practica de dar
preferencia a las Chartered Companies particulates, como Ja
Imperial British East Africa Conepany (1889) y la British South
Africa Company (1889), en la explotacién de territotios colo-
niales y se traté también de llegar a un acuerdo con Rusia
acerca de Afganistén. En Francia, después de Ja cafda de Jules
Ferry en 1885, subieron de momento al poder politicos que
observaban con desconfianza cualquier polftica colonial que
distrajese a la nacién francesa del «agujero de Jos Vosgos».
Tampoco Bismarck era ya partidario de proyectos politico-co-
loniales y tecomendaba al Reich alemdn una politica de sabia
autolimitacién ante su amenazada posicién en centro’ Europa.
Las grandes potencias europeas, por iniciativa de Bismarck,
cedieron en el afio 1885 el futuro Congo belga a Leopoldo I,
rey de los belgas, pata su explotacién particular, un derecho
del que habia de abusar bien pronto el rey, a cambio de -
ciertas concesiones, como el mantenimiento de la «puerta abier-
140
ta», es decir, el paso libre al comercio de todas las naciones.
Pero estos indicios de cooperacién entre Jas grandes potencias
en cuestiones coloniales sélo fueron hechos aislados, y pronto
volvié de nuevo la fetoz rivalidad.
En las cuestiones de politica internacional entre los afios
1885 y 1892, reinaba, por asf decirlo, la calma que precede a
la tempestad. Una vez mds, los viejos problemas europeos
acaparaban toda la atencién: el problema de Jos Estrechos y la
cuestién builgara, que provocaria, a principios de 1887, una
gtave crisis en las relaciones getmano-rusas. Polfticos como
Waldersee ya propugnaban entonces una guetta de prevencién
contra el vecino oriental. Sdlo gracias a un attistico doble
juego pudo Bismarck estabilizar diplométicamente Ja amenazada
hegemonfa del Reich aleman. Con Ja ayuda del tratado de
contraseguro del afio 1887, que asegutaba a Rusia, a cambio
de su neutralidad amistosa en caso de guerta, ef apayo diplo-
matico del Reich alemn en las cuestiones de los Balcanes y en
la cuestién de fos Estrechos, pudo reparat una vez mds las
telaciones directas con San Petersburgo. Al mismo tiempo Bis-
marck empled todo su arte diplomdtico para impedir desde un
principio la posible tealizacién politica de las concesiones asegu-
tadas en el tratado de contraseguto, por medio de una entente
del Mediterraneo entre Austria Hungrfa, Inglatetra e Italia, con
el unico fin de cerrar a Rusia el paso a los Estrechos, El
tratado de contraseguro era, como ya sabfa el propio Bis-
marck, un recurso extremo para estar siempre informado. Como
el canciller tenia escasa confianza en Ia lealtad de los politicos
tusos, queria conducitles a un callején sin salida —una jugada
tdctica que diffcilmente podia tener éxito a la larga, pero que
satisfacia de’ momento Ias necesidades de la politica alemana.
La maestria diplomdtica de Bismarck habia Ilegado al fin de
sus posibilidades. Incapaz de mantener el cardcter puramente
defensivo de su sistema de alianzas original ante el desenfrenado
imperialismo de las ottas potencias, lo que ya se habfa puesto
de manifiesto con motivo de la renovacién del tratado de Ja
Triple Alianza con Italia en febrero de 1887, Bismarck traté
de enfrentar las energtas imperialistas de las otras potencias y
quedar al margen. Mientras las otras potencias no adivinaran las
intenciones de este juego podfa dar resultado, pero a largo
plazo esta tdctica estaba unida a grandes riesgos, ya que ame-
nazaba con desacreditar la polftica alemana.
La dimisién de Bismarck en marzo de 1890 fue sin duda
un acontecimiento de trascendencia europea; con Bismatck
desaparecia del escenario diplomdtico de Europa un hombre
de Estado que habia tratado de conservar durante un cuarto de
141siglo el cldsico sistema de equilibrio entre las potencias europeas.
La intencién de Bismarck habia sido evitar, por medio de una
prudente politica de alianza defensiva y al mismo tiempo con-
setvadora, que la antigua Europa se hundiese en la vordgine de
los nacionalismos rivales. Pero el sistema diplomético de Bis-
marck se basaba en que los polfticos de Europa pudieran actuar
segin una razén de Estado audaz y calculada, sin preocuparse
demasiado de la opinién de sus pueblos. Sin embargo, esto era
cada vez menos posible. Precisamente Jos gobiernos de los Es-
tados semiconstitucionales o incluso autocrdticos de Europa,
ademés de sus antagonistas democrdticos, eran atrastrados cada
vez mds por una opinién piiblica catgada de nacionalismo. En
aquellas circunstancias las relaciones personales entre los jefes
de Estado, en las que habia puesto tanto empefio Bismarck,
fueron perdiendo su solidez. Un andlisis objetivo de los hechos
demuestra que los métodos de Bismarck en politica exterior ya
habfan alcanzado los limites de sus posibilidades en el mo-
mento de su cafda. Tampoco el complicado sistema de alianzas
creado pot Bismarck podfa continuar indefinidamente, por el
hecho de que la vigotosa dindmica de los impetialismos de las
distintas potencias europeas se dejaba integrar cada vez menos
"en este orden cuidadosamente construido.
La no renovacién del tratado de conttaseguto por el sucesor
de Bismarck, Leo von Caprivi, en el afio 1890, ha sido interpte-
tada siempre como un giro decisivo en el desarrollo de los sis-
temas europeos de alianzas antes de 1914, y de hecho lo fue,
aunque en otro sentido que el que quisieron ver los contem-
pordneos y Bismarck mds tarde. Tampoco la firma del tratado
de contraseguro habrfa podido detener en realidad el empeora-
miento de Jas relaciones germano-tusas ptoducido por la cues-'
tidn bdilgara. Caprivi y sus consejeros, sobre todo Holstein,
Kiderlen-Wachter y Schleinitz, no eran partidarios de pro-
ttogat este ttatado, conttatio al espititu de la Triple Alianza,
porque en caso de que fuese renovado, se temian consecuen-
cias negativas en Ia actitud de AustriaHungria, Italia e In--
glaterra. Segtin su opinién, este tratado ponia en manos de
Rusia la posibilidad de presionar a los alemanes continuamen.
te en la politica exterior. Caprivi admitia ademas que se sen-
tia incapaz de jugar al mismo tiempo con cinco bolas, como
habfa hecho Bismarck. Su intencién eta llevar a cabo en el
futuro una politica exterior recta, clara, que inspitase confianza
y que, Megado el caso, no tuviese que temer la luz de la pu.
blicidad.
En realidad, ni para Caprivi, ni para Marschall —el nuevo
secretario de Estado para asuntos Exteriores—, ni para Hol-
142
steln —que era entonces Ja personalidad més influyente en’ cl
ministerio del Exterior—, el problema estribaba en recortar un
poco el ramificado drbol de Ia politica exterior de Bismarck;
por el contrario, pretendian continuar consecuentemente 1a
politica de la Triple Alianza, pero al mismo tiempo aspiraban
atraer a ella a Inglaterra con més fuerza atin que Bismarck,
Querfan dejar en juego una‘ parte de las cartas del sistema
de alianzas de Bismarck y apattar las que no concordasen con
BULOARLA
Neetemyeng ten
“ilpla Atlonze :
AINE] stones Fronco-tiysa do 1992-04 —S
Contenatin Meditorctnea 1807-1889
Fig. 8. El sistema de los Estados europeos en 1894.
él, Esta era Ja meta que persegufa ol Tratado de Helgoland
Zanzibar del otofio de 1890, por el que el Reich adquirie le
isla de Helgoland a cambio de renunciar a iroportantes dere
chos en Africa del Sur —un acuerdo que seria atacado még
tarde con duteza por la Alldeutscher Verband (Liga panget.
mana) y la Kolonial Verband (Unién Colonial), porque sig.
143nificaba una renuncla a realizar nuevas adquisiciones colonia.
les. Poco después, en 1891, Caprivi conclufa una nueva Triple
Alianza con Italia, esperando que seria del maximo valor como
puente hacia Inglaterra. En cambio e! gobierno alemdn se negd
a prottogar —siguiendo consecuentemente una orientacién occi-
dental— el tratado de contraseguro, a pesar de Ja versién con-
sidetablemente atenuada que presentaba el ministro del Exte-
tior ruso Glers, empujando de esta manera a los ruses a los
brazos de los franceses. Sin embargo, este proceso ya se habia
iniciado en 1887 cuando Bismarck se negd a conceder emprés-*
titos al Estado ruso, obligando asf a éste a acudir al mercado
de capital francés, Los rusos mantuvieron al principio una acti-
tud muy resetvada ante la intensa solicitud de 1a diplomacia
francesa, La politica exterior oficial rusa, y sobre todo el zar,
sentian una fuerte aversién hacia la Francia republicana, y no
querfan unitse incondicionalmente a ella porque temfan ser
atrastrados a una guerta genetal por Alsacia-Lorena. La polf-
tica rusa estaba interesada en asegurat su propia frontera occi-
dental desde 1890, afio en el que se habfa iniciado sistemdtica-
mente Ja colonizacién de los extensos tettitorios de Siberia y
del Lejano Oriente. Francia tampaco podia prestar demasiado
apoyo a Ia ambiciosa politica rusa en los Balcanes y por otro
fado tenfa que contar con que el Reich respaldase la esperada
resistencia de Austria Hungria en caso de encontrarse en el
campo adversatio. Con poco entusiasmo se dispuso el gobierno
tuso a fitmar un acuerdo politico con Francia para suplir la
falta de un tratado con Alemania, A ta convencién militar
del afio 1892 siguid, después de una demostrativa visita de la
flota rusa del Mediterréneo a Tolon, que provocéd una ola de
entusiasmo en la opiniédn publica francesa a comienzos de
1894, una alianza formal, Ambas partes persegufan con esta
alianza distintos objetivos; mientras que Francia vefa un arma
dirigida exclusivamente contra Alemania, 1a diplomacia rusa es-
petaba que 1a alianza con Francia Je proporcionase, por lo me
nos indirectamente, un respaldo frente a Inglaterra,. el gran
antagonista de Rusia.
Pata la polftica exterior alemana Ja firma de Ja alianza franco-
rusa, que en caso de guerra encerraba el inmediato peligro de
wna guerra en dos frentes, tuvo una importancia grave. Cierta-
mente, considerande Ia postura constantemente hostil de Rusia,
la politica alemana debfa prever que de todas formas habrfa de
tenerla como enemiga; pero, sin embargo, la salida de Francia
del aislamiento en el que Bismarck hab{a sabido mantener el
pais durante dos décadas, significé un considerable empeora-
miento de Ja situacién de las potencias centrales, Esto era espe-
144
cialmente grave ya que Caprivi vela defraudadas sus esperanzas
de atraerse con més fuerza a Inglaterra a la Triple Alianza, sin
comprometetse con Rusia y Francia de manera peligrosa. Los
ingleses no se dejaban convencer para suscribir medidas concre-
tas, sobre todo después de que en 1892 se habia hecho lord
Rosebery cargo del Foreign Office. De hecho la polftica alemana
no pod{fa estar interesada en hacer a Rusia concesiones més o
menos directas en los Balcanes .o en ta cuestién de jos Estre-
chos como Jo pretendfan los ingleses. Tal vez hubiese sido
posible establecer finalmente una relacién mds estrecha entre
Inglaterra y la Triple Alianza, si Holstein no hubiese estado
obsesionado por Ja idea de que Inglaterra pretendia vinicamente
que el Reich le sacase las castafias del fuego.
Para el Reich resultaba fatal chocar con la polftica inglesa por
cuestiones polfticas de escasa importancia, a la vez que fraca-
saban todos los intentos de reparar la falta cometida socavando
la Doble Alianza, estableciendo telaciones con Prancia o Rusia.
Esto estaba directarnente relacionado con el nuevo brote de
fiebre imperialista en las capitales de Europa. Ya a finales de
los afios ochenta habia desechado lord Salisbury definitivamen-
te la idea de abandonar de nuevo Egipto y habia iniciado una
politica de ampliacién y estabilizacién del Evepire. Su sucesor
liberal, Rosebery, siguié esta politica, a pesar de la oposicién de
la mayorfa de los ministros liberales, con mayor ahinco y de
manera mds impulsiva. La decisién, preparada en 1892 y Mevada
a cabo definitivamente en 1894, de asumir la herencia de Ja
artuinada Insperial British East Africa Company y de anexio-
nar Uganda, significaba el comienzo de una nueva fase en la
polftica imperial britdnica de aquellas décadas. A. partir de
entonces el gobierno briténico se dispuso to peg out claims for
posterity, con ottas palabras, traté de aseguratse tertitorios de
futura importancia estratégica o econdmica apoderdndose direc-
tamente de ellos o a través de acuerdos con otras potencias, El
impulso principal del’ impetialismo inglés estaba dirigido a la
regidn del Alto Nilo; de esta maneta se esperaba estabilizar
la dominacién en Egipto. En 1895, sir Edward Grey proclama
en la c4mata baja briténica al Suddn como tettitorio de interés
inglés y advierte que cualquier intento, por parte de otras
potencias, de instalarse all{ serfa considerado como un acto de
hostilidad, Pero tampoco se olvidaban ottas regiones; en 1894
traté Rosebery, en un tratado por separado con Leopoldo II,
de asegurar a Inglaterra una estrecha faja de territorio en ef
interior del Africa oriental alemana, desde el lago Tanganica
hacia el norte, que hubiese separado Ja colonia alemana del
Congo belga, estableciendo a cambio un puente entre Uganda
145y Sudéfrica briténica’ —requisito indispensable para la cons-
truccién del ferrocartil del Cabo al Cairo, proyectado entonces
por Cecil Rhodes.
Esta politica chocé en primer lugar con la oposicién de Fran-
cia, que desde 1890 y bajo Ia direccién del nuevo ministro de
colonias Hanotaux, hacia grandes esfuerzos pot ampliar sus
posesiones en el Extremo Oriente y en Africa central y occi-
dental, Ya en 1893 habfan Megado ambas potencias al borde
de una guerra por el futuro de Siam, que los. franceses trata-
ban de incluir, al menos en parte, a su imperio colonial del
Extremo Oriente. También protest6 Francia enérgicamente por
el tratado por separado de Inglaterra con el Congo, en el que
se adjudicaban amplios tertitorios de Africa ecuatorial a Leo-
poldo IT. El Reich, por su parte, reacciond en el mismo sen.
tido, pues habia sido pasado por alto en este tratado y, ademés,
Berlin no podia aceptar que el Africa alemana del Este que-
dase rodeada de tertitotio briténico. El gobierno alemén no
estaba dispuesto a ceder ante los ingleses en esta-cuestién, y mu-
cho menos, después del violento enfrentamiento que habia te-
nido Jugar con los ingleses por una concesién para la construc
cién del ferrocartil de Bagdad y por la cuestién de Samoa.
Francia y Alemania impusieron por. ello la anulacién de este
acuerdo. El gobierfio alemén aproveché esta ocasién pata tratar
de convertir los intereses comunes de Alemania y Francia frente
a Inglaterra en politica colonial, en la base de una alianza
continental que hubiese reducido considerablemente el peligro
del tratado franco-ruso, Los franceses respondieron sin em-
bargo con frialdad al gobierno alem4n, como cuatro afios més
tarde con motivo de Ja cuestién boer. Fracasaba, pues, el intento
de aprovechar las extremas diferencias entre Francia e Inglaterra
en politica colonial para mejorar la situacién diplomitica de
Alemania. Patis conocfa de sobra las vetdaderas intenciones
de Ja polftica alemana,
En el terreno de la polftica internacional el Reich se en-
contraba hacia la mitad de fos afios noventa peligrosamente
aislado. Aunque Italia se habia asegurado el apoyo diplomd.
tico de Jas potencias centrales para sus ambiciosos proyectos
coloniales en cl Mediterraneo, a ratz de la senovacién del
tratado de Triple Alianza de 1891, no estaba en absoluto dis»
puesta, aparte de ser demasiado débil, a prestar ayuda eficaz
a su aliado alem4n en Jas cuestiones de politica internacional.
AusttiaHungria estaba sumida en dificultades internas y en
los problemas de los Balcanes y sélo pocia guardar fimitada-
mente la espalda del aliado aleman. El contacto con Rusia, con
el que se podia haber impresionado tal vez a la politica ink
146
|
glesa, se habia roto. No cabe duda que los politicos alemanes
carecfan de programas coloniales concretos; sdlo para satis-
facer a la opinién piblica alemana, habian intentado en 1894
adquitir Samoa para Alemania. Ante la decepcionante intransi-
gencia de Inglaterra en cuestiones coloniales, los alemanes se
dedicaton a obstruir la diplomacia inglesa siempre que esto
fuese posible (y esto lo eta sobre todo en la cuestién egipcia)
pata hacerla ver que no se podfa pasar por encima de Jos je
gitimos intereses alemanes impunemente. Esta tdctica consiguié
en realidad lo contrario de lo que se habfa propuesto, sobre
todo porque no era aplicada con la habilidad de Bismarck, sino
con la torpeza de Holstein, Al matgen de esto se traté por to-
dos los medios de restablecer el contacto con San Petersburgo,
ya que Guillermo II estaba muy interesado en mantener buenas
relaciones con Rusia por razones dindsticas. El tratado comet-
cial firmado con Rusia en 1894 estaba destinado a teanudar
relaciones mds estrechas; sin embargo, los rusos consideraron
excesivamente duras las concesiones que hab{an tenido que ha-
cet a los alemanes. De ests maneta no se consiguiéd de momen-
to prdcticamente nada en Berlin en cuanto a una mejora de las
relaciones con Rusia.
Respecto a las relaciones entre Alemania e¢ Inglaterra, Ia
artogante e¢ imprudente diplomacia de Jord Rosebery, unida a
la susceptibilidad obstinada de Holstein, consiguiée que tanto
Berlin como Londres estuviesen dominadas por una descon-
flanza cada vez ms profunda hacia las intenciones de Ja otra
parte, En Alemania empezaba a extenderse la idea de que
Inglaterra boicoteaba constantemente los esfuerzos que reali-
zaba Alemania en politica exterior, y que solamente trataba de
enganchar a Alemania al catro de su propia politica. Esto lo
pudo ‘comprobar lord Salisbury cuando, a rafz de las masacres
de armenios en Anatolia, presenté en 1895 a las grandes poten-
clas un plan audaz de repartici6n de Turqufa para hacer des-
aparecer radicalmente este constante foco de crisis de Ja polf-
tica europea, La diplomacia alemana sospechaba que Salisbury
trataba unicathente de excitar los dnimos de la Triple Alianza
contra Rusia, por lo que hizo fracasar su iniciativa sin haberla
estudiado seria y objetivamente, Por otro lado, el plan de
reparticién inglés no concordaba del todo con los intereses
alemanes, que pretendfan una penetracidén exclusivamente eco-
némica en Furquia, gracias al proyecto del ferrocarril de Bagdad,
que se hallaba entonces atin ea su ptincipio.
Las relaciones getmano-inglesas estaban ya bastante deteric-
radas, pero en 1896 alcanzaron su punto critico, El motive fue
la cuestidn boer, problema cada vez mds importante para la
447politica imperial inglesa desde el descubrimiento de oro y
diamantes en ef Rand, En pocos afios Johannesburgo se habia
convettido en el centro econédmico e industrial de toda Africa
del sur. Para el imperio briténico era ahora un problema acu-
ciante incrementar de nuevo 1a influencia britdnica en el Trans-
vaal e integrat a éste y a la repdblica de Natal de nuevo en
el imperio. Con este fin Cecil Rhodes, de comin acuerdo con
Joseph Chamberlain, Hevd a cabo a finales de 1895 el «Jameson
Raid», destinado a provocat un levantamiento de los ingleses,
politicamente sin derechos, en Johannesburgo, y dai asi a Gran
Bretafia la deseada oportunidad de intervenir. En un telegrama
oficial fechado el 3 de enero de 1896, Guillermo IT felicitaba a
Kriiger por haber techazado el «Raid», Aunque este telegrama
eta relativamente inofensivo comparado con las intenciones pri-
mitivas del Kaiser, desaté en Inglaterra una ola de manifestacio-
hes antialemanas, que hab{an de tener atin graves repercusiones,
sobte tode porque la opinién publica alemana, Hevada por su
entusiasmo.en favor de los boers, contesté en un tono adn més
duro. Estas explosiones de odio nacionalista hacia Inglaterra
se debian sin duda también a que, ante la actitud de ésta
en Africa y Oriente, el Reich.se vefa reducido mds o menos
al papel de ‘espectador, mientras que sus tivales desplegaban
una actividad més intensa que nunca.
Italia sali6 mal parada en Adua, en 1896, al intentar_ane-
xionar una parte de Etiopfa, y tuvo que abandonar de momento
sus aspitaciones coloniales. Inglaterra y Francia desarrollaban
en cambio una gran actividad. Desde 1895, la lucha de ambas
potencias por Ja posesién del interior de sus tespectivos terti-
torios en Africa occidental se hallaba en pleno auge. En muchas
ocasiones sdlo en el ultimo momento pudieron evitarse los
encuentros militares entre tropas coloniales francesas y la West
Africa Frontier Force de Chamberlain, hasta que, en Ja prima-
vera de 1898, lord Salisbury se avino a celebrar negociaciones
con Paris acerca de los Ifmites de las posesiones de ambos
paises en Africa occidental, para dar una solucidn definitiva
a estos problemas. La tensién entre las dos potencias alcanzé su
punto ctitico en la pugna por el Sudén. Mientras en 1896 el
capitén francés Marchand avanzaba, con un pequefio ejército
y pasando penurias indescriptibles, desde el Africa occidental
francesa hacia Faschoda (situada en el Alto Nilo), con Ja in-
tencién de tomar posesién de aquella tierra para Francia en
virtud del derecho de conquista, lord Kitchener, en calidad
de jefe supremo del ejército egipcio, pero de hecho como
exponente del imperio britdnico, se dirigfa desde el norte
hacia el Alto Nilo para hacer valer las antiguas pretensiones
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de Egipto sobre Suddn y frustrar asf la empresa de Marchand.
Un conflicto grave con Francia era inminente. Al mismo tiem:
po se cernfan oscuras nubes sobre Sudéfrica; un amenazador
conflicto militar se fraguaba allf tras el fracaso de los intentos
de forzar por via indirecta Ja anexién del Transvaal al iraperio
britdnico.
En aquella situacién, maduré entre los hombres de Estado
ingleses Ja decisi6n de abandonar la politica tradicional de la
splendid isolation, y de buscat aliados adecuados. Portayoz de
esta nueva orientacién en politica exterior fue, sebre todo,
Joseph Chamberlain que, influenciado por Ja idea de que la
raza anglosajona y la teutona estaban llamadas a ditigir juntas
el mundo, presenté en marzo de 1898 un proyecto de alianza
a los alemanes a pesar de no haber sido encargado de ello
exptesamente pot su premier. El objetivo inmediato de esta
oferta sorprendente debia ser el de reforzar la posicién de In.
glaterra en Jas negoctaciones con Francia sobre las cuestiones
de Africa occidental. Al mismo tiempo ttataba de asegutatse
Ta valiosa ayuda de Alemania con vistas al inminente conflicto
por el Sudgn y en Jas cuestiones relativas a Sudaftica, Asi, se
le presentaba inesperadamente al gobierno alemén la posibilidad
de paralizar eficazmente Ia entente franco-rusa, vinculando a
Inglaterra a la Triple Alianza, y al mismo tiempo de realizar
desde ahora una polftica colonial apoyéndose en Inglaterra —dos
objetivos que mds tarde la diplomacia alemana en vano se es-
forzaria en alcanzar. Sin embargo, el gobierno alem4n, siguiendo
sustancialmente los deseos de Holstein, rechazé la oferta inglesa,
y no sdlo porque dudaba, no sin razén, de Ja sinceridad de la
oferta, sino, sobre tado, potque pensaba que Inglaterra trataba
tinicamente de ganarse un aliado continental contra Rusia. Bit-
low, el nuevo secretatio de Estado alem4n de Asuntos Exterio-
res, pattia de la funesta idea de que, a Ia larga, Inglaterra no
podria evitar la «lucha por la supervivenciay con Rusia, y que
por tanto no enconttarfia «otros aliados que Alemania, ni mejores
amigos que Alemania» *, En consecuencia, ésta decidié dejar a
Inglaterra atin en sus aputos, en lugar de ponerse ya abierta-
mente de su parte, con la esperanza de poder obtener de esta
téctica mejores perspectivas para futuras conquistas en el campo
colonial, Ademas, Guillermo II traté de utilizar la oferta inglesa
como medio de presién sobre San Petersburgo, para Hegar a una
mejora en las telaciones getmano-rusas, haciendo gestiones
incluso para la renovacién del tratado entte ambos impertios,
tentativa fallida que comptometié, adem4s, gravemente al go-
bierno alemén ante Londres. Sobrevalorando Jas fuerzas de
Alemania, Holstein recomendd en cambio seguir una politica
149de libre accién en todas las ditecciones, consoldndose con el
argumento de que «Alemania necesita menos que las otras
potencias buscar apoyo fuera, ya que este apoyo le vendrd
siempre por sf solo si la politica alemana es dirigida correc-
tamente, ya que las otras potencias tienen mds necesidad de
nosotros que nosotros de ellas»®, Aunque se habia perdido
por el momento la ocasién de Ilevar a cabo una mejora radical
de las relaciones anglo-germanas, pudo Alemania concluir un
acuerdo con Inglaterra que le garantizaba un derecho priori-
tario sobre parte de fas posesiones coloniales de Portugal, en
el caso de que éste (como se esperaba entonces en general),
decidiera empefiar sus colonias a otras potencias a causa de
las dificultades financieras en que se encontraba. El tratado
de Angola del 30 de agosto de 1898 prevefa, en tal caso,
una repatticién de Angola, Mozambique y Timor entre ambas
potencias, excluyendo a todos los demds concurrentes. Para po-
der llevar a cabo el tratado, Alemania se habia comprometido
a abandonar a su suerte a Ios boer y a renunciar en el fututo a
cualquier intervencién en Sudéfrica. Este acuerdo con Inglaterra
demostté set, sin embargo, infructuoso. Portugal, en sus dificul-
tades, se dirigi6 a Francia en vez de a Inglaterra o Alemania y,
ademas, los propios ingleses no mostraron excesivo interés en
que el tratado Megara a ser efectivo.
Mientras tanto en las relaciones anglo-francesas se habfa pro-
ducido un cambio decisivo que indujo al gobierno inglés a
tener menos consideraciones con Alemania, Pocas semanas des-
pués de la firma del tratado de Angola, habia tenido lugar en
el Sudén el esperado choque entre Francia e Inglaterra. El 10 de
julio de 1809, Marchand izaba la bandera tricolor en Faschoda.
Segiin el derecho de toma de posesién ejercido hasta entonces
universalmente por las potencias coloniales europeas, Ja regién
del Alto Nilo pertenecia a Francia. El gobierno inglés se negé
sin embatgo a aceptar este hecho consumado; por el contrario,
lord Kitchener, que estaba en marcha hacia Khartum, recibié
la otden de avanzat, a su vez, lo mds deprisa posible hacia
Faschoda, con el fin de proclamar, a pesar de la presunta
presencia de un cuerpo expedicionario francés (atin no ha-
bian Hegado a Europa noticias definitivas sobre el triunfo de
Marchand), un condominio britdnico-egipcio en el Sudén, en
virtud del derecho de conquista. El 25 de septiembre de 1898
Kitchener IWegé findlmente a Faschoda, e insté6 a Marchand y
a su pequefia tropa a que se retiraran inmediatamente; Mar-
chand se negd, declarando que sdlo lo harfa bajo la orden def
gobierno francés. Habfa estallado 1a ctisis. Una gran indigna-
cién se apoderé de toda la nacién francesa ante la exigencia
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britdnica de abandono inmediato del Sudén y de Ilamar
la patria a Marchand, el héroe nacional. Una guerra entre
ambas potencias parecia inevitable. Pero Francia, mal preparada
pata la guerra y dividida en dos campos 4 raiz del «affaire
Dreyfus», tetmind por ceder, por consejo de Delcassé, después de
cinco semanas de agitaciones. Aunque la grave humnillacién de
Baschoda se habia grabado profundamente en la conciencia de la
nacién francesa, en los afios sucesivos Delcassé orientd siste
maticamente la politica exterior de su pats hacia una linea de
completo acuerdo con Inglaterra en las cuestiones coloniales,
El tratado del Sudén del afio 1899 fue el primer fruto de esta
politica. En éste, Francia renunciaba a cualquier influencia pos
litica sobre Egipto y Suddn, obteniendo como compensaciéy
un total dominio sobre Africa occidental, Alemania se quedé
con un palmo de narices, Ahora ya no era necesatio respe:
tar el tratado de Angola, que habia sido concluido a desga-
na por patte de los ingledes, El 14 de octubre de 1899 lord
Salisbury renové las garant{as inglesas que databan del siglo xv1,
para las posesiones coloniales portuguesas, obteniendo asi de Ios
portugueses una benévola neutralidad en la guerra inminentg
contta el Transvaal.
Si la politica que Alemania habia perseguido en Africa, tal
vez Mevada con escaso entusiasmo, conclufa con un completa
fracaso, freron coronadas con mayor fortuna sus tentativas en
Ja otra gran drea del colonialismo de la época: el Extrema
Oriente. El problema m4s importante era el relativo al futuro
de China. Allf estaba desde 1897 el Reich en primera linea,
El atriendo forzoso, por parte de Alemania, de Tsingtao, obte.
nido por la fuerza a finales de 1897, dio la sefial para la rex
particién del territorio chino entre las grandes potencias; ak
mismo tiempo, constituyé el preludio de la politica colonial
de Alemania, a Ja que Billow en diciembre de 1897 daba en
el Reichstag la siguiente orientacién: «No queremos poner 4
nadie en Ja sombra, pero también nosotros queremos nuestro
lugar bajo el sol»®. Ya en 1894-1895 Japén habia arrebatada
al débil imperio chino algunas presas, y desde hacfa algunos
afios también Rusia hacfa sus primeras tentativas de penetra.
cién econédmica en Corea. El avance alem4n desencadend, sin
embargo, un asalto general sobre China, con el objetivo do
conquistatr bases comerciales, concesiones y esferas de intere.
ses. Rusia tomé Port Arthur; Francia, Hainan, e Inglaterra, que
seguia con inquietud la penetracién de las ottas potencias en
China por los efectos que podia tener sobre la industria textil
inglesa en Lancashire, se quedé con Wei-Haiwei. En este mo.
mento hicieron su aparicién también los Estados Unidos; en ta
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