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"‘Recthotevdo st enetofh sk Tour lAwueiieledly ifiodvid {9380 | l MOTIVOS DEL PENSAMIENTO MODERNO Estos cuatro movimientos de pensamiento pertenecen a nuestro siglo. Pero, {significa esto algo mds que una clasificacién cronolégica?, ;son modemos en un sentido especifico? Y si la Tespuesta es afirmativa, significa el distanciamiento respecto de ellos también una despedida de la modernidad? Liaman desde luego la atencién los nuevos instrumentos de exposicién y anilisis que Ia filosofia del siglo xx recibe de la " légica postaristotélica y de la semantica fregeana, desarrolladas en el siglo xix. Pero lo especificamente moderno, que se ha apoderado de todos los movimientos de pensamiento, radica no tanto en el método como en los motivos de ese mismo pensa- miento. Cuatro motivos caracterizan la ruptura con la tradici6n. Los rétulos son los siguientes: pensamiento postmetafisico, giro lingiifstico, cardcter situado de la raz6n ¢ inversion del primado de la teoria sobre la praxis —o superacidn del logocentrismo. Que las ciencias experimentales han cobrado una autoridad Propia, no es nada nuevo, ni tampoco la glorificacién positivista de esa autoridad. Pero incluso Nietzsche, pese a su rechazo del platonismo, permanece todavia ligado al concepto fuerte de teo- fa que caracterizé a la tradicién, a la idea de un pensamiento capaz de abarcar la totalidad, a la pretension de un acceso privi- legiado a la verdad. Sélo bajo las premisas de un pensamiento Postmetafisico, que hace tranquila profesién de su cardcter de tal, se desmorona ese concepto enfitico de teoria, que pretendia hacer inteligible no solamente el mundo de los hombres, sino también las propias estructuras internas de la naturaleza. En adelante serfa la racionalidad procedimental que caracteriza al método cientffico la encargada de decidir si una oraciéa puede en principio ser verdadera o falsa. Esta pasién antimetafisica determiné no s6lo los vanos esfuerzos que el empirismo légico ‘desarrollé en el Circulo de Viena por hacerse con un criterio de sentido que permitiese de una vez por todas establecer un deslin- de entre metafisica y ciencia. Pues también el primer Husserl 0 el joven Horkheimer, y después también los tee cada uno de ellos a su manera, sometieron el pensamiento filo- 16 s6fico a la pretension de ejemplaridad que para si conocimiento cientfico. Solo que hoy s¢es'mse wisn a concerniente a la cuestién de qué ha de contar como dencis Una cesura igual de profunda es la que representa el cambio de paradigma de la filosofia de la conciencia a la filosotia del lenguaje. Mientras que el signo lingiistico se habia considerado hasta entonces como instrumento y elemento accesorio de las epresentaciones. ahora es ese reino intermedio que representan Jos significados lingUisticos el que cobra una dignidad propia, Las relaciones entre lenguaje y mundo, entre oracién y estado de cosas disuelven las relaciones sujeto-objeto, Las operaciones constituidoras de mundo pasan de la subjetividad trascendental a estructuras gramaticales. El trabajo reconstructivo de los lin- siistas viene a sustituir a un método instrospectivo, cuyos resul- tados eran dificiles de comprobar. Pues las reglas conforme a las que se encadenan signos, se forman oraciones, se producen emi- siones o elocuciones. pueden analizarse recurriendo a los produc- tos lingOisticos como a algo que, por asi decir, tenemos ahi delante. Asi, no solamente la filosofia analitica y el estructuralis- mo se crean una nueva base metodoldgica, sino que también desde la teoria del significado de Husserl se tienden puentes hacia la semintiea formal, ¢ incluso la Teorta Critiea de Ia Socie- dad se ve, finalmente, alcanzada por el giro lingifstico. En nom- bre de la finitud, de la temporalidad, de la historicidad, la feno- menologia de orientacin ontolégica acaba también desposeyen- doa la razén de sus atributos clisicos. La conciencia trascenden- tal ha de concretizarse en la préctica del mundo de la vida, ha de cobrar carne y sangre en materializaciones histéricas. Como ul- teriores medios de encarnacién o materializaciéa, la fenomeno- logia de orientacidn antropoldgica afiade el cuerpo, la acciGn y el lenguaje. La gramética de los juegos de lenguaje de Wittgens- tein, los plexos de tradicin a los que Gadamer se refiere en términos de historia de influencias y efectos, las estructuras pro- fundas de Lévi-Strauss, la totalidad social de loshegeliano-mar- sistas caracterizan otras tantas tentativas de devolver a sus cou- textos esa razor abstractamente endiosada y de situarla en los Ambitos de operacién que le son propios ‘La inversi6n, finalmente, de la relacién clasica entre teorta y praxis se debe al desarrollo y profundizacin de una idea de Marx, Pero no solamente el pragmatismo desde Peirce hasta Mead y Dewey, no s6lo la psicologia evolutiva de Piaget y Ia teoria del lenguaje de Wygotski, sino también la sociologia del uv conocimiento de Scheler y los andlisis del mundo de la'vida de Husserl habian aportado evidencias adicionales de que nuestras operaciones cognitivas estén enraizadas en la prictica de nuestro trato cotidiano con las cosas y personas. Esto explica también las interconexiones que en nombre de la filosofia de la praxis se produjeron (desde el primer Marcuse y el tltimo Sartre) entre fenomenologia y marxismo. NUEVAS VERDADES ¥ NUEVAS LIMITACIONES, Estos motivos que representan el pensamiento postmetafisi- co, el gito lingiistico, el cardcter situado de la razén y la supera- cién del logocentrismo pertenecen, més alld de los limites de las, distintas corrientes y escuelas, a los impulsos més importantes de la filosofia del siglo xx. Peto no solamente han conducido a nuevas verdades, sino también a nuevas limitaciones. Asi por ejemplo, el modelo ¢ ideal metodolégico que para la filosofia del siglo xx han representado las ciencias ha conver- tido a la filosofia en una disciplina especializada sin pretensiones de privilegio cognitivo. Pero, por otro lado, ese modelo han dado también pabulo a un cientificismo, cuyo resultado no séto ha sido someter la exposicién del pensamiento filoséfico a esténdares analfticos mas rigurosos, sino también erigir sofocantes ideales de cientificidad, ya se escoja como dechado la fisica 0 la neurofisio- logfa, o un procedimiento metodol6gico como es el behaviorista. 1" El giro lingiistico ha asentado a la filosofia sobre un funda- ‘mento mis s6lido y la ha sacado de las aporias de la filosofia de ja conciencia. Pero también ha dado lugar una comprensién on- ‘toldgica del lenguaje que autonomiza frente a los procesos de aprendizaje intramundanos la funci6n abridora de mundo que e! lenguaje posee, y transfigura las mudanzas de imagenes lingiis- ‘leas del mundo en un poiético acontecer esencial protagonizado Por no se sabe bien qué poder originario. Asimismo, les conceptos escépticos ¢2 rarsn han terido cfectos henein tosofia al desasumcria de sus dcs- mesuradas pretensiones, a ia vez que ‘2 tisa confirmado en su = papel de guardianz ce Ia racionalidad. Pero, por otro lado, se ha _ difundido uns critica radical de is razén, que wo sdlo protesta contra esa hinchazén que convierte al entendimieato (en el sen- tido de Kant) en raz6n instrumental, sino que equipara raz6n y Tepresion —para buscar después refugio, bien sea en términos _ fatalistas o en términos extéuicos, en lo totalmente «otro», 18 La ilustracién acerca de la interna relacién que la teoria guarda con la praxis, protege, finalmente, a la filosoffa de ilusio- nes de independencia y abre los ojos para un espectro de preten- siones de validez que van mas alld de la pretensién de validez de las oraciones asertéricas. Pero esto mismo ha hecho retroceder a muchos a un productivismo que reduce la praxis a trabajo y no deja ver las conexiones que se dan entre mundo de la vida simbélicamente estructurado. accién comunicativa y discursd: Hoy, en una situacién que se ha vuelto inabarcable, se perfilan nuevas convergencias. Slo que todo ello no deberia hacernos olvidar que la disputa sigue siendo en torno a temas que no_ envejecen: la disputa en torno a la unidad de la razon en la - pluralidad de sus voces; la disputa acerca de la posicién del Pensamiento filosdfico en el concierto de las ciencias; la disputa acerca de esoterismo y exoterismo, de ciencia especializada e ilustraci6n; la disputa, en fin, en torno a los limites entre filosofia y literatura. La ola de restauracién que viene arrollando al mun- do occidental desde hace algo mas de un decenio, incluso ha vuelto a sacar a flote un viejo tema que ha venido acompaiiando / desde siempre a la Modernidad: el del remedo de sustancialidad © que representaria la tentativa que hoy se registra de renovar una vez mas la metafisica. i3 oe In tare de fence aca de orientaciones. Lo que le queda es la tarea de fomentar e ilustrar Procesos de autoentendimiento del mundo de la vida, referidos por tanto a la totalidad, mundo de la vida que al tiempo ha de ser protegido del hiperextrana. miento que pudieran causarle intervenciones excesivas, sean ob. jetivantes, moralizantes o estetizadoras, provenientes de las cul. Los criterios de validez, conforme a los que hoy podria fectuarse la ilustracién del sano sentido comin por Ia filosofia, 0 es algo de lo que Ia tilosofia pueda disponer ya a su antojo. A filosofia tiene que operar bajo condiciones de racionalidad no Jegidas por ella. De ahi que tampoco en su papel de intérprete jueda reclamar frente a Ju ciencia, la moral o el arte, un acceso tvilegiado a no se sabe qué esencialidades, y s6lo pueda dispo- tT ya de un saber falible. También tiene que renunciar a las rmas tradicionales de una doctrina capaz de intervenir con ectos socializadores en la vida, y tiene, por ende, que perma- ecer téorética. Finalmente, tampoco puede establecer una je- rquia entre las totalidades que representan las diversas formas vida, que solo pueden aparecer ya en plural, ni declararlas 'ds © menos valiosas. La filosoffa se limita a aprehender estruc- iras generales de los mundos de la vida. Estos son tres aspectos los que, tras Kant, no puede haber metafisica en el sentido de leas «definitivas» e «integradoras»', 28 3. Mativos del pensamiento postmetafisico También la situacién de la filosofia actual parece haberse ‘vuelto inextricable. No me refiero a la disputa de escuelas filos6- ficas; pues esa disputa fue siempre el medio en que se movié la filosofia. Me refiero a la disputa en torno a las premisas en que tras Hegel se habian apoyado todos los partidos. Lo que hoy se ha vuelto oscuro es la posicidn respecto de la metafisica. ‘Univoca fue durante mucho tiempo la postura del positivis- ‘mo y de sus seguidores; el positivismo habia desenmascarado los problemas de la metafisica como algo sin sentido, como proble- ‘mas que podian dejarse de lado como algo sin objeto. Mas en esa furia antimetafisica delatabase Ia inaclarada intencin cientifics- ta de elevar a absoluto las ciencias experimentales. Ambivalentes habian sido desde el principio los esfuerzos de Nietzsche por superar la metafisica. La destruccién por Heidegger dea historia de la metafisica! y la critica ideolégica de Adorno a las formas ‘modemnas de filosofia primera encubierta? tenian por meta una merafisica negativa, un citcunscribir negativamente aquello que la ‘metafisica habia tenido siempre en mientes y habfa ertado siem- pre. Hoy, de las cenizas de este negativismo se levanta la chispa de una renovacién de la metafisica, sea en forma de wna metati- sica que trata de afirmarse a si misma tras Kant, sea en forma de wna metafisica’ que se apresura intrépida a saltar por detr4s de la Dialéctica trascendental de Kant. Estos movimientos de retorno 3 la metafisica, y me refiero a M. Heidegger, Nixich,tomos1y TI, Pflingca, 196 = Th. W, Adomo, Zur Metakrink der Erkennmistheorie, Statigart, 1956. > D. Henrich, Fluchdinien, Frantort, 1982; R-Spaemgnn, Pals. Essays, ‘Stagar, 1963, ° 38 los que hay que tomar en serio, oscilan en medio de una ‘corona verdaderamente surrealista de imdgenes cerradas del mundo que en términos de mala especulacién se componen de fragmentos de teorias cientificas. La New Age satisface de forma un tanto para- dijica la necesidad que parece sentir de ese «Uno y Todo» que se le fue para siempre. invocando abstractamente la autoridad de un sistema de la ciencia. que cada vez se vuelve mds opaco. Pero en el mar de una comprensién decentrada del mundo, tales cos- movisiones cerradas sdlo pueden estabilizarse en islotes subcul- turales que de uno u otro modo logran blindarse contra él ex- terior. Pese a nextricdble barcable de esta nueva situacién, mi sp que nuesira situacién de partida no difiere en lo esencial dela de I primera generacién de discipulos de Hegel. En ese momento |: filosofia habia mudado su estado de agrega- cin: desde entonces carece! de toda alternativa al pensa- “oy a recordar primero algunos aspectos del pensamiento postmetafisico, para tratar después cuatro mo- tivos de desasosiego, con los que éste se vio confrontado: motivos que problematizaron a la metafisica como forma de pensamiento y que al cabo lograron devaluarla. Dejando a un lado la tradicién aristotélica, voy a llamar «metafisica», simplificando quizé en exceso las cosas, a esa tradicién de idealismo filoséfico, que se remonta a Platon, y que a través de Plotino y el neoplatonismo, de S. Agustin y Santo Toms, del Cusano y Pico de Mirandola, de Descartes, Spinoza y Leibniz, alcanza hasta Kant, Fichte, Schelling y Hegel. El materialismo y el escepticismo antiguos, el nominalismo medieval y el empirismo moderno representan mo- vimientos antimetafisicos, que permanecen, empero, dentro del horizonte de las posibilidades de pensamiento abiertas por la metafisica. La pluralidad y diversidad de planteamientos metafi- sicos puedo reducirlas a un Gnico titulo porque, desde la distancia que el tema exige, lo tnico que me interesa sop tres aspectos. Voy a referirme al motivo de la unidad, un tema sin duda carac- tetistico de la filosofia primera, a la equiparaci6n de ser y pensa- miento y 2 la dimensin salvifica del modo teorético de vida, cn una palabra: al pensamiento «identitario», a la teoria de las ideas y al concepto fuerte de teorfa que caracteriza a la tradicién ‘metafisica. En cualquier caso, no cabe duda que esos-tres mo- decane Mosfico de la Esta premisa Ia razono en J, Habermas, EI FA tie cate ee ‘modernidad, Madrid, 1989, Ss uascendentales,0, a-tuer de cespirituequedaelevada-a»Absoluto} Las esencias ideales se trans- forman en determinaciones categoriales de una razdn producto- ra, de suerte que ahora, en un peculiar giro reflexivo, todo queda referido al Uno de esa subjetividad generante. Ya se entienda la raz6n en términos fundamenialistas: como una subjetividad que posibilita al mundo en conjunto, ya se la conciba en términos dialécticos: como un espiritu que a través de la naturaleza y de la historia se da a si mismo cobro en ese proceso en que consiste, _ en ambas variants Ia raz6n sale confirmada como reflexion au | torreferencial a la vez que totalizadora. Esta razén acepta la herencia de la metafisica para asegurar el primado de la identidad sobre la diferencia y de la idea sobre la materia. Ni siquiera la ldgica de Hegel, que trata de mediar simétricamente lo Uno y lo Maltiple, lo infinito y lo finito, lo universal y lo temporal, lo necesario y lo contingente, puede evitar sellar el predominio idealista de lo Uno, lo universal y lo necesario, porque en el proceso mismo de mediacién se imponen operaciones totalizadoras a la vez que autorreferenciales”. El concepto fuerte de teoria. Todas las grandes religiones universales han venido seftalando una via privilegiada y particu- larmente exigente para la consecucién de Ja salvacién individual —por ejemplo, la via del monje mendicante budista o del eremita cristiano—. La filosofia recomienda como camino de salvacién especifico la vida dedicada a la contemplacién —el bios theoreti- 7 Ctr. D. Henrich, Hegel im Kontext, Francfor, 1971, pags 35 yes. wo ide de las formas de vida anti- o iva del estadista, de! del médico. La teorfa misma queda afectada por esta Bre en una forma ejemplar de vida. Abre a Ios Privilegiado a la verdad, mientras que el camino al cone to teorético queda cerrado a los muchos. La teoria exige despre. derse de la actitud natural frente al mundo y promete el contac con Io extra-cotidiano. La consideracién contemplativa de Iss Proporciones de las drbitas de los astros y de los ciclos césmicos en general, conserva algo de los origenes sacros de la teona —xtheorés» era el representante que las ciudades priegas manda. ban a los juegos publicos®. Esta vinculacién a un acontecer sacto la pierde el concepto de teorfa en la edad moderna, al igual que el cardcterelitista que habia tenido desde sus origenes, que queda atenuado y reducido @ mero privilegio social, Lo que se mantiene, empero, es la interpretacién idealista del disianciamiento respecto al plexo de experiencias os cotidianos. La actitud metédica, que tiene por fin proteger al cientifico de todos los prejuicios locales, queda Pealtala en ta tdicién univesiaria alemana hasta el propio Husserl y convertida en una primacta, a la que se trata de dar una fundamentacién interna, de sobre la praxis. En el desprecio del materialismo y del tismo pervive algo de Ja comprensin absolutista de una teorfa, que no s6lo se eleva sobre la empiria y las ciencias particulares, sino que es «pura» en el sentido de una catértica mortificacién de toda huella de su terrenal plexo de nacimiento. Con ello se cierra el circulo de un pensamiento «identitario» que se incluye a s{ mismo en la totali- dad que aprehende y que, por tanto, trata de satisfacer a la exigencia de fundamentar a partir de si mismo todas las premisas. La autarquia del modo de vida tedrico se sublima en la filosofia moderna de la conciencia convirtiéndose en teoria que se funda- mente absolutamente a s{ misma’. . El pensamiento metafisico, que permanecié en vigor hasta Hegel, lo he caracterizado recurriendo a la transformacién que i MOL ys * B. Schnell, Die Enideckung des Geists, Heidelberg, 1955. ps ° Sobre la idea de fundamentacin dltima en Fichte, cfr, V. Hosle, Hegets Sytem, tomo I, Heideloerg, 1987, pigs. 22 ys. en la moderna filosofa de la conciencia experimentan el pensa- miento «identitarion. la doctrina de las ideas y el concepte enfa. tico de teoria. Pues bien. fueron evoluciones histricas que a Vinieron a la metafisica desde fuera. y en tltimo término'sechl, mente determinadas. las que problematizaron esa forma de pen, samiento: = El pensamiento totalizante. ditigido al Uno y al Todo, queda puesto en cuestién por el nuevo tipo de racionalidad pro- cedimental que se impone desde el siglo xvit con el método experimental de las ciencias de la naturaleza y desde el siglo xvi con el formalismo tanto en teoria moral y en teoria del Derecho ‘como en las instituciones del Estado constitucional. La filosofia de la naturaleza y el derecho natural se ven confrontados con un nuevo tipo de exigencias de fundamentacién. Estas sacuden e! Privilegio cognitivo que se habia autoatribuido la filosofia, elem — En el siglo XIX surgen las ciencias bistro tp een © cas, las cuales reflejan nuevas experiencias relativas‘al tiempo y a la contingencia en una sociedad moderna determinada por la economia, que se torna cada vez més compleja. Con la irrupcién de la conciencia histérica cobran fuerza de conviccién las dimen- siones de la finitud frente a una razén endiosada en términos idealistas, que renuncia a quedar situada en la historia. Con ello s¢ pone en marcha una destrascendentalizacidn de los conceptos basicos recibidos. — Durante el siglo x1x se difunde pronto Ia critica a la cosificacin y funcionalizacién de las formas de trato y formas de vida, asi como a la autocomprensién objetivista de la ciencia y la técnica. Estos motivos fomentan también la critica a los funda- ‘mentos de una filosofia que embute todo en relaciones sujeto-ob- ieto. En este contexto hay que situar el cambio de paradigma desde la filosofia de la conciencia a a filosofia del lenguaje. — Finaimente, el prinai'o clasico de la teorta sobre la préc- ‘ica no logra resistir lo evidencia de unas interdependencias entre umbas. que «oda dia se tornan més patentes. La insercida de las operaciones teoréticas en sus contextos practicos de nacimiento ¥ aplicacién, hace cobrar conciencia de los contexts cotidianos de la acci6n y la comunicacién. Con la idea, por ejemplo, ‘mundo de la vida, éstos cobran rango filoséfico. “4 Voy a entrar en lo que sigue en estos aspectos de la conmo- cién que experimenta la forma metafisica de pensar. tratando de mostrar que el trénsito al pensamiento postmetafisico nos coloca ante nuevos problemas. Cémo puede reaccionarse a estos proble- mas surgidos ras la metafisica. es lo que voy a tratar de indicar desde la perspectiva, desde Iuego, de una teoria de la accién comunicativa. IL, RACIONALIDAD PROCEDIMENTAL La filosoffa permanece fiel a sus origenes metafisicos mien- tras pueda partir de que la razén cognoscente se reencuentra a si misma en un mundo racionalmente estructurado o puede sumi- nistrar ella misma a la naturaleza y a la historia una estructura racional, sea en forma de una fundamentacién trascendental 0 por via de una penetracién dialéctica del mundo. Una totalidad en si racional, sea la del mundo o la de la subjetividad formadora de mundo, asegura a sus miembros o momentos particulares la participacidn en la razén. La racionalidad es pensada como ra- cionalidad material, como una racionalidad que organiza los con- tenidos del mundo o que es legible en tales contenidos. La razon es una raz6n del Todo y sus partes. Frente a esto, las modemas ciencias experimentales y una ‘moral que se ha vuelto auténoma s6lo se fian ya de la racionali- dad de su propio avance y de su procedimiento, a saber: del método del conocimiento cientifico o del punto de vista abstracto desde el que es posible resolver algo en moral. La racionalidad se encoge reduciéndose a racionalidad formal tan pronto como la racionalidad de los contenidos se evapora y se convierte en vali- dez de los resultados. Esta depende de la racionalidad de los procedimientos conforme a los que se tratan de resolver los problemas —empiricos y teéricos— en la comunidad de investi- gadores y en la esfera de la ciencia organizada, y problemas prdctico-morales en Ia comunidad de los ciudadanos de ur Esta «4c democratico y en el sistema juridico. Como racicnal ns puede valer ya el orden de las cosas com que el sujeto da en el mundo. © que el propio sujeto proyecta, 0 que nace de! propio proceso de formacién del espiitu, sino la solucién de problemas que logramos en nuestro trato con la realidad, atenido a procedimien- : tos. La racionalidad procedimental no puede garantizar ya una -" unidad previa en la diversidad de los fenémenos. i 45 Junto con la anticipacién de la totalidad del ente se derrum- ba también la perspectiva desde la que la metafisica distinguié entre esencia y fendmeno. Las estructuras subyacentes, de las que en la ciencia se hacen derivar los fenémenos, no pueden tener ya mas alcance que el de las teorias que tratan de explicar- los: pero esas estructuras no quedan ya insertas en el plexo de remisiones de una totalidad. No arrojan ya luz sobre la situacién del individuo en el cosmos. sobre su lugar en la arquitecténica de la razén 0 en el sistema. Al conocimiento de la naturaleza se le van de la mano las esencias, al igual que al Derecho Natural. Con la separacién metodolégica entre ciencias de la naturaleza y cien- cias del espiritu se forma en vez de eso una diferencia de pers- pectiva entre fuera y dentro que sustituye a la diferencia entre esencia y fendmeno. Para las ciencias nomoldgicas de la naturaleza slo puede resultar ya admisible una actitud objetivante y basada en la ob- servacién, mientras que las ciencias hermenéuticas s6lo pueden hallar acceso al mundo sociocultural a través de la actitud reali- zativa de un participante en la comunicacién. A este privilegio de la perspectiva del observador en las ciencias de la naturaleza y de la perspectiva del participante en las ciencias del espiritu respon- de una escisién de ambitos objetuales. Mientras que la naturaleza se opone a un acceso desde dentro en términos de comprensién y reconstruccién y sdlo parece plegarse a un saber nomolégico, contraintuitivo y gobernado por la observaciGn, el plexo de las producciones sociales y culturales se abre, por asi decirlo, desde dentro a un procedimiento interpretativo que parte del saber intuitivo de los participantes. La pretensi6n esencialista del co- nocimiento que trata de aclarar plexos de sentido rebota contra ta naturaleza objetivada; y el sustituto hermenéutico que ese pensamiento esencialista puede hoy tener, s6lo vale para aquella esfera del no-Ser en la que, segin la idea que de ella se hacta ta metafisica, las esencias ideales ni siquiera podrfan hacer pie. Finalmente, el saber metédicamente generado de las ciencias modemnas pierde también su peculiar autarquia. El pensamiento {que operaba en términos autorreferenciales a la vez que totaliza- dores habia de acreditarse y fundamentarse a sf mismo como ‘conocimiento filoséfico transiendo conceptualmente el Todo de la naturaleza y de la historia, y ello ya fuera mediante argumen- tos relativos a fundamentaciones diltimas, o mediante el desarro- llo-en espiral de un concepto que todo lo acababa engullendo. ” Las premisas, en cambio, de que parten las teorfas cientificas 3610 4 cuentan como hipétesis y deben fundamentarse a partir de sus consecuencias, sea mediante confirmacién empfrica. o por cohe- rencia con otros enunciados va aceptados. El falibilismo de las teorias cientificas es incompatible con el tipo de saber que la filosofia primera se autoatribuye. Todo sistema comprehensivo, cerrado ¥ definitivo de enunciados. para pretender ser definitivo tendria que estar formulado en un lenguaje que no requiriese comentario y que no permitiese ya correccién alguna, ninguna innovacién. ninguna interpretacién que hubiese de tomar distan- cias respecto de él: tendria. por as{ decirlo. que detener su propia historia de influencias y efectos. Este cardcter definitivo es in- compatible con la apertura no prejuzgada del progreso cientifico del conocimiento. Por esta razén el pensamiento metafisico hubo de quedar perplejo cuando el saber quedé asentado en una racionalidad procedimental en vez de material. La autoridad de las ciencias, experimentales obligé a la filosofia desde mediados del siglo xix a una estrategia de asimilacién'’, Desde entonces los retornos a la metafisica proclamados una y otra vez no logran liberarse de la mancha de lo puramente reaccionario. Pero los intentos de asimilar la filosofia a las ciencias de 1a naturaleza o del espiritu, oa la l6gica y la matemética, no hicieron sino crear nuevos pro- blemas, Ora hayan sido el materialismo vulgar de Moleschott a Baich- ner. 0 el positivismo desde Mach, quienes hayan pretendido cons- truir una imagen cientifica del mundo, ora fueran Dilthey y el historicismo los que trataban de disolver la filosofia en historia de la filosofia y en tipologia de las cosmovisiones, ora fuera el Cireulo de Viena el que tratara de reducir a la filosofia a la estrecha senda de la metodologia y la filosofia de la ciencia, con todas estas reacciones el pensamiento filos6fico parecfa abando- nar lo que le era especifico, a saber: el conocimiento enfético del Todo, sin poder competir, empero, digo competir en serio, con las ciencias que en cada caso se habian elegido como mo- delo, ‘Como alternativa ofrecidse una divisiOn del trabajo que tena Por fin asegurar a la filosoffa, junto con un método propio, un Ambito objetual que le fuera también propio. Como es sabido, fue este camino el que emprendieron la fenomenologia y la filo- '© H. Schnidelbach, Philatophie in Deutschland 1831-1933, Franefort 1983, pies. 120 y 9. a7 fa una a su manera, Pero la antropologia, la san te te re rico rales cots reservados: las ciencias humanas han do resPeaido una y otta vez las lineas de demarcacion trazadas inserrabstraccidn eideitizante y por el anilisis filoséfico, Pormpiendo sin respeto alguno en los santuarios de la filo- soft edaba como timo recurso Ta huida hacia to iracional. En esta forma la filosofia habria de asegurar sus posesiones y su Feferencia a la totalidad a costa de la renuncia a un conocimiento tapaz de competircon los demés. Y asi. present6se como ilumi- Tmwidn de la existencia y fe filosofica (Jaspers), como mito que Give de complemento a las ciencias (Kolakowski), como pensar tnistico del Ser (Heidegger). como tratamiento terapéutico del Tenguaje (Witgenstein), como actividad deconstructiva (Derri- da} o como dialéctica negativa (Adorno). Empero, el anticienti- ficismo de estos desindes lo unico que despues permite decir es Jo que Ia filosofia no es y lo que la filosofia no quiere ser; mas en tanto que no-ciencia la filosofia tiene que dejar indeterminado su status. Las determinaciones positivas se han tornado imposibles porque todo producto cognitivo sélo puede ya acreditarse mer~ ced a Ia racionalidad del camino por el que se ha obtenido, merced a procedimientos. y en iltima instancia a los procedi- mientos que implica el discurso argumentativo. Estas perplejidades exigen hoy una nueva determinacién de las relaciones entre filosofia y ciencia. Una vez que la filosofia ha abandonado su pretensién de ser ciencia primera o de ser enci- clopedia, no puede mantener su starus en el sistema de las cien- cias ni por asimilacién a esta o aquella ciencia que la filosofia dé en considerar ejemplar, ni por un distanciamiento excluyente respecto de la ciencia en general. Habré de pasar a asentarse sobre la autocomprensién falibilista y la racionalidad procedi- ‘mental que caracterizan a las ciencias experimentales; la filosofia no puede pretender, ni un acceso privilegiado a la verdad, ni gstar en posesion de un méiodo propiv, mi tener reservado ta a a seed que le fuera exclusivo, ni siquiera disponer de un estilo de inuicon que le fuera peculiar, Solo entonees, en una divisin no exdluyente del trabajo, podrd aportar la fiesafia lo jor que puede dar de sf!”, a saber: su tenaz insistencia en “1, Habermas,

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