tecnica), también incluimos esa estructuracién de las normas
de vida impuesta por la experiencia, estructuracién a la cual
no debe escapar nada®,
"EL autor representa todavia hoy el upragmatismot manifiesto en
cea conferencia, pero ya no la idea de que la experiencia cientifiea 0 pre-
Gientifiea debe conducir a un sistema completo, perfectamente estructura-
do,
60
3. UNA IMAGEN DEL HOMBRE
La doble pretensién de la Antropologia
La Antropologia filoséfica, o estudio del hombre, no es una
ciencia nueva. La tiltima obra de Kant (1798) levaba el t-
tulo »Antropologiat; y aunque esta palabra fue usindose
cada vez mas para designar el capitulo final de la zoologia
—o sea, la ciencia del hombre en su aspecto fisico—, la tra~
dicién de un estudio filoséfico de esta clase nunca desapare-
i6 por completo, y aproximadamente desde mediados de la
década 1920-1930 se observa su vigoroso desarrollo en varias
direcciones.
Describir estas direcciones en detalle no es posible por lo
reducido del espacio y por ser muchas las maneras de abor-
darlas y los temas que se entrecruzan. La corriente de la filo-
sofia existencial, que en HEmeccER perseguia fines clara-
mente ontolégicos, se concentré en seguida en el tema del
hombre, mientras que en la psicologia, el enlace de la carac-
terologia con el estudio de los medios de expresién ha llevado
ya a enfoques muy promisorios. Naturalmente, establecer
sus relaciones con la psicologia seria una tarea importante
de la Antropologia filoséfica.
Las dificultades que ella encuentra son miiltiples y exigen
un esfuerzo tan considerable, que la filosofia no ha dz espe-
rar ayuda de ninguna procedencia. Si bien la Antropologia
no puede pasar por alto las distintas ciencias que —como
la morfologia, la psicologia, la lingiifstica, ete.— estin dis-
puestas a contentarse con planteamientos limitados acerca
del hombre; debe presuponerlas, tanto a ellas como a sus
conclusiones. Pero si considera razonable hacer del vhom-
bret su objeto de estudio, esto representa una doble preten-
sién cuya importancia es facil de ver: 1° la de poner una
ciencia (con postulados verificables, no fantasticos) por sobrelas otras ciencias parciales, 0 —segtin mi proposicién— esla-
bonarla con todas ellas. Una ciencia en la cual atin no se han
establecido métodos, ni técnica de indagacién ni eleccién de
objeto, pues lo que Ia Antropologia filoséfica ha transmitido,
ms que resultados es slo una orientacién. Y 2° la preten-
sign de abarcar en una sola ciencia los dos »aspectost del
hombre —animico y corporal, 0 comoquiera Mamérse-
los—, vieja costumbre de separarlos que no sélo es un prejui-
cio muy difundido, sino que institudonalizado en el parale-
lismo entre psicologia y antropologia fisica
Unilateralidad de las interpretaciones
ensayadas hasta ahora
Nuestra ciencia tiene, pues, en su contra hipétesis fundamen-
tales, 0 por lo menos pertinaces. Como la reflexién acerca
jel hombre data de milenios, se han consolidado ciertas inter-
pretaciones e hipétesis que de ningin modo pueden adoptar-
se de buenas a primeras, porque eso implicaria una decisin
previa en favor de determinadas corrientes tedricas. Por ejem-
plo, si se concibe al hombre simplemente como »ser racionalt,
wun cuando no se le conceda a esa expresién el significado
cristiano de facultad de origen supraterrenal, siempre se
habré adoptado una posibilidad @ priori, incluso el que dice:
E] espiritu esta vida que interfiere con la vida (Nierzscu
en el fondo sigue esa gran tradicién antigua y medieval.
Hace pocos afios, era natural oponerle a ésta otra con-
cepcién del hombre como »ser de instintost, de fecha mucho
més reciente. La planted por vez primera Sc
la amplié considerablemente Nietzsce y luego fue difun-
dida por el psicoandlisis, en la forma que conocemos. El es-
quema consistia en tomar una serie de instintos caracteris-
ticos llamados »bésicos« y en atribuirles una inmensa gama
de actos y expresiones humanos. Tales intentos fracasaron
en su verificaci6n teérica, debido a la diversidad de las tesis
posibles. Los autores sobrios se valieron de uno o dos instin-
{OPENHAUER,
6
tos basicos; ‘los desmedidos, los multiplicaron a més de cin-
cuenta. Por consiguiente, en realidad no existe una teoria
empirica cientifica, verificable, del instinto; y esto quiere
decir que cn nuestra ciencia, no tenemos derecho a admitir
otros instintos bésicos independientes que no sean los re-
presentados orgénicamente (instint
tinto sexual).
fo de conservacién, ins-
Entre los prejuicios que
imponen como »naturalest se
cuentan, ademés, los referentes a la relacién con el animal
Bajo el hechizo de la filogenética, se tenderd a eliminar en
lo posible la diferencia entre los antropoides y el hombre
Esto ha ocurrido por ejemplo con la tesis recientemente pro-
puesta y totalmente indemostrable de que la diferencia men-
tal cs mayor entre las razas humanas menos desarrolladas
y las més desarrolladas, que entre los antropoides (manos
grandes) y el hombre. Como para precisar esa »mayor dife-
rencia no hay métodos de medicién, sino apreciaciones esté-
ticas arbitrarias, la afirmacién es indemostrable. Por otra
hay quienes vuelven 2 sostener la diferencia absoluta
entre el animal y el ser humano influenciados tal vez por cri-
terios cristianos o idealistas. Una ciencia cabal no puede
adoptar sin més trdmites ninguna de estas posiciones, pues
cada una de cllas obliga 2 indagar por caminos trillados,
como por ejemplo el problema cuerpo-alma en todos sus di-
versos planteamientos posibles, meditado desde hace décadas
y siglos y que, fuerza es decirlo, dentro de los esquemas hasta
ahora conocidos se ha abandonado por insoluble
parte,
Elementos de una teorta integral del hombre:
ser incompleto y Prometeo
expuesto en una obra larga y en algunos tratados adicio-
nales, donde utilice ciertas hipétesis de HERDER y Nier2-
scHe, una teoria integral del hombre que trata de cumplir las
condiciones aqui resumidas, reveléndose una inesperada
coincidencia con miltiples conclusiones de estudios naciona-
63les y extranjeros en ciencias particulares. Por eso, la breve
exposicién de algunos ‘postulados basicos que hago a conti-
nuacién informa de una concepeiin que se esfuerza por
mantener el contacto tanto con la tradicién filoséfica como
con las ciencias especiales contempordneas.
Hace ya mucho tiempo, se observ que el hombre conside-
| rado morfolégicamente, constituye, por ast decirlo, un caso
excepcional. En los demas casos, les progresos de la natura~
leza consisten en la especializacién orginica de sus especies,
0 sea, en la formacién de adaptaciones naturales, cada ver
més eficaces, a determinados ambientes. Gracias a su cons-
titucién especifica, un organismo animal »se mantiene en
una multitud de condiciones a las cuales esta Pajustadot,
sin que vayamos a preguntar aqui cémo se produjo esa ar-
monia. Ahora bien, si se considera al ser humano tedrica-
mente, adviértense algunas caracteristicas que en seguida
no haremos sino enumerar.
1. Estd Porgénicamente desvalidot, sin armas naturales,
sin érganos de ataque, defensa o huida, con sentidos de una
eficiencia no muy significativa; los érganos especializados
de los animales superan con creces ada uno de nuestros sen-
tidos. No esté revestido de pelaje ni preparado para la intem-
perie, y ni siquiera muchos siglos de autoobservacién le han
aclarado si en verdad posee instintos, y cuales son. Esto se
comprobé hace mucho tiempo; lo sefialaron tanto Heeper
(172) como Kant (1784). Pero sélo iltimamente, bajo la
direccién del difunto anatomista Botx, de Amsterdam, se
desarrollé una teoria que concibe :odos los rasgos constitu-
tivos especificamente humanos desde el punto de vista del
»primitivismot, Se entendia por tal, por ejemplo, el hecho
de que ciertas peculiaridades orgénicas —la dentadura sin
diastema, la mano con cinco dedos y otros— deben de ser
varcaicast, vale decir, antiguas en la historia evolutiva; com-
prensibles solamente como punto ce partida de especializa~
ciones como las que hallamos en monos grandes (colmillos
salientes, acortamiento del pulgar). Las demds peculiarida-
les (carencia de pelaje, béveda craneana con mandibula or-
tognata, estructura de Ia regién pelviana, etc.) deben enten-
derse como estados fetales que se fijaron, se hicieron perma-
nentes
Esta »retardaciont, a la cual le debe el hombre un exterior
como quien dice embrionario, es un elemento aclaratorio
sumamente valioso, porque permite comprender tambié
otras propiedades humanas, sobre todo el perfodo despro-
adamente largo de desarrollo, la prolongada exa3a
de desvatimiento del bebé, la tardia maduracién sexual, etc
Todas estas caracteristicas se engloban bajo el concepto dé
vfalta de especializaciént, que justifica el describir
pa al animal, ante todo a sus
anos, los grandes simios. po
al hombre en oposicié
parientes mds
pecializados.
De una comparacién cientifica, 0 sea, exenta de dogma-
tismo, cabe esperar que los antepasados del hombre habrin
sido monos antropoides de exterior mucho més »humanot
que los actuales, y q} olutiva esté de
minada por un principio predominante s6lo ahi; que en
otras partes este principio predominante rige en grado mu:
cho menor y que se presenta con diversas denominacionss
ardacién, para Boix; proterogénesis, segin Scxmnpe-
woLF) tal como la de *retenciént de cz
vamente antiguas u ontogenéticamente previa:
jonarias.
Adondequiera que
ado pr
cierto muy
y que toda esta linea
evoluti-
cteri
Juveniles y
mos, vemos al ser hum:
nO pros
F la tierra y sojuzgando cada vez més la naturale-
za, a pesar de su desvalimiento fisico. No es posible indicar |
un yambiente’, una su
de condiciones naturales y origi-,
indispensables para que el hombre pueda v ino
que Io v srvarse en todas partes: en el polo y el
ecuador, en el agua y en la tierra, en el bosque. el pantano,
la montafia y la estepa. Vive como »ser civilizadot, es decr,
productos de su actividad providente, planificada y
mancomunada, que le permite procurarse, transformando
mos con:previsora y activamente, conjuntos muy diversos de condi-
ciones naturales, técnicas y medios de vida. De ahi que se
pucda lamar esfera cultural a la respectiva suma de cond
ciones iniciales modificadas por su actividad, en las cuales
solo el hombre vive y puede vivir. Por eso, algunas técnicas
encién y elaboracién de alimentos; algunas armas,
des y medidas comunes organizadas para protegers
de enemigos, de la intemperie, etc., forman parte del hab
cultural atin de las ci
rigor no hay hombres propiamente »primitivost, esto es, sin
ningdin grado de cultura.
Los productos de esta actividad planificada y transforma-
doray-incluidos los respectivos materiales y recursos intelec-
tuales —ideas, imagenes—, deben contarse entre las condi-
Giones de vida fisicas del hombre, enunciado que no rige para
ningun animal. Las construcciones del castor, los nidos de
las aves, etc, nunca estén planificados de antemano, sino
que resultan de actividades puramente instintivas. De ahi
que Hamar al hombre Prometeo tenga un sentido exacto y
ilizaciones mas rudimentarias, y en
Si uno advierte que en realidad *esfera cultural del hom-
€ tiene un significado biolégico, es natural aplicar también
aqui, como suele hacerse, el concepto de »medio ambientet
reservado a la biologia. Existe, sin embargo, una diferencia
esencial: el desvalimiento orgénico del hombre y su activi-
dad creadora de cultura deben sin duda relacionarse y con-
cebirse como hechos biolégicos qu: se condicionan intima-
mente entre si. No cabe hablar de ur »ajustet del ser humano
a un complejo especial de condiciones naturales de vida
vinculado con la clase de naturaleza incorporada en el con-
cepto exacto de medio ambiente. La relacién de la falta de
especializacién y el desvalimiento morfolégico del hombre
su esfera cultural, debe entenderse tal como la relacién
de la especializacién orgdnica del animal con su ambiente
respectivo. Sin embargo, por ser la esfera cultural una suma
de circunstancias iniciales que el hombre ha modificado al
66
vicio de su vida, no existen desde luego lin
rales de la viabilidad humana, sino solamente limitaciones
téenicas; los limites a la propagacién del hombre estén no
en la naturaleza, sino en los grados de ampliacién y perfec
to de su actividad creadora de cultura, ante todo
les y materiales.
aciones natu-
cionami
cursos men
vego, el hombre es un ser or
DER), no apto para vivir en ninglin ambiente natural,
-amente »incompleot
(i
de modo que debe empezar por fabticarse una segunda nate
raleza, un mundo substitutivo elaborado y adaptado que estdbamos ocu-
pandonos sélo del nexo de la palabra con la cosa, con el ob-
jeto aludido. También en este otro sentido contribuye a la
economia de esfuerzo«, a la relacién cada vez mas indi-
recta de la conducta con el mundo, pues quien actia
tendiéndose con otro ya no acta, dicho grosso modo, a base
de su propio mundo interior, sino de las ideas y motivos de
ese otro, como el que sigue una orden oun consejo.
Naturalmente, con esto s6lo se han sefialado unas po-
ene
cas tesis sobre el lenguaje que es por cierto un dominio con
una riqueza de contenido y una fuerza aclaratoria extraor-
dinarias. Su desarrollo 2 partir de varias raices indepen-
dientes entre si, su repercusién en la diferenciacién de
la imaginacién y la fantasia, todo esto, debe quedar sin
discutir aqui, al igual que todo otro gran capitulo: la
singularidad de la vida instintiva humana.
La pobreza de instintos del hombre, vista desde hace
mucho tiempo, guarda tan estrecha relacién con Ja falta de
especializacién de todo su exterior como con su recepti-
vidad al mundo: pues, en sintes si
no coordinaciones motrices innatas de tipo especial,
que un ser orgénicamente tan deficiente posee sélo en es-
caso ntimero? Y como los instintos pueden tener mayor efi-
cacia solamente cuando de antemano reaccionan a esti-
mulos ambientales bien determinados, adecuados, tam-
poco en este sentido puede el hombre ser »instintivot, por-
que en su situacién vital —expuesto a la esfera abierta del
mundo —nada garantiza que él recoja siquiera esas sefia~
les. En cambio, existe en el hombre un exceso de fuerza im-
pulsiva indeterminada, por orientarse sélo en él transcurso
y el enfrentamiento con el mundo, muy
superior a la cantidad de energia necesaria para sim-
ir viviendo. De ahi su necesidad imperiosa de
elaboracién y sujecién a disciplina, su apremio de conten-
cin, que es preciso ver y comprender si se quiere asimil
equé son los insti
de la experienci:
plemente
dos cosas’ que de nuevo son obviamente caracteristicas: la
n que el hombre
ha marcado la faz de la tierra; y luego, lo expuesto, arricsga-
do ¢ incierto de su organizacién —moda la debilidad de la
ualeza humana abandonada a si misma, sin la protec
cign de ningin molde rigidow (BacHOFEN). De nuevo,
pues, la fuerza imperativa de los moldes educativos, las
costumbres, las normas morales y los castigos, de los re-
glamentos de gobierno y direccién; la fuerza del Leviatan,
de quien esta escrito: »;Partiranle en trozos tus amigos o
repartirdnsele entre si los negociantes? (Job, xt. 25).
Alianzar hasta sus detalles esta concepcién. del hom
bre indicada aqui grandes rasgos, es [a tarea de una filo-
sofia empirica’ que elabore los resultados de diversas
ciencias particulares, y
hombre que nos permita reconocernos.
enorme, la inagotable energia dirigida c
ella esperamos una imagen del
*Vease nota N° 5,