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~ SOFISMAS ECONOMICOS F. BASTIAT TRADUCIDOS POR ROBERTO ROBERT, a ’ aoa DE MANDEL GALIANo, le los Minister: 1859. SOFISMAS ECONOMICOS. < PRIMERA SERIE (1). —g ‘Bh Beonomia polities hay mache que aprender ¥,poco que hacer. =. ts 7 Me he propuesto refutar-en.este librito algunos de los a argumen- tos con que se combate la libertad de comercio. No Voy 4 trabar una lucha con los proteccionistas ; voy & vel si hago perietrar uti principis én’ ‘la mente de los ‘hottibres ‘sincérds, que , poseidos de la duda, estéh vacilando. No Soy yo de los que dicen que los interesés son los sostenédo- res de las ideas proteccionistas ; creo que estas ideas sé apoyan en errores , 6, si se quiere, en verdades incompletas. Son demasiadas las personas que'temen ‘la Itbertad para que ese temor no sea ver dadero, Ser& mucha pretension la mia, convengo en at pero yo qui- een eT PTT te (4). Este: primera sériéle:dparec en 186, Nuestra traduccion est& hebha $6- bre la quinta edicion francesa, enteramente conforme é la stig. corregida por el antor, 7 —6— siera que este opisculo llegase 4 ser , digémoslo asi, el Manual de los hombres que estén lamados 4 fallar entre los dos principios. En la mente no avezada largo tiempo 4 Ia doctrina de la libertad, reaparecen con frecuencia, bajo una 4 otra forma , los sofismas del proteccionismo. Sé necesita, para desecharlos, entregarse 4 cons— tantes y prolijos trabajos analiticos, que no todos tienen tiempo su- ficiente para verificar , y los legisladores menos que los demas. Hé ahi por qué he querido presentar este trabajo hecho. —4Pero tan ocultos estén los beneficios de la libertad (me pre- guntardn) que solo los conocen los economistas de profesion? Si, lo confesamos ; nuestros adversarios nos llevan ventajas pa- tentes en el debate, porque pueden. sentar. en -pocas palabras una verdad incompleta ; y nosotros, para demostrar que aquella verdad es incompleta , tenemos que engolfarnos en prolijas y dridas di- sertaciones. Eso esté en la naturaleza de las cosas. La proteccion reune en» un punto dado sus ventajas, é infiltra en las masas sus perjuicios. Lo uno es perceptible 4 1a vista material ; lo otro solo Jo percibe la mente. En Ja libertad sucede todo lo contrario. Casi lo mismo podemos decir respecto 4 todas las cuestiones econémicas. ; : Decid, por ejemplo: «Hé abi una méquina que ha dejado sin trabajo 4 treinta jornaleros ; » — «Hé ahi un prédigo, que fomenta todas las industrias;»— «La conquista de Argel ha duplicado el comercio de Marsella ;» —« El presupuesto asegura la subsisten- qa de cien mil familias. » . Al decir esto, todo el mundo os comprenderé ; vuestras propo- siciones serdn claras, sencillas y verdaderas en si mismas. Dedu- cid de ellas los principios siguientes : Las méquinas son un mal; el lujo, las conquistas , los altos impuestos son un bien; y vuestra teoria sera tanto mas aprobada, cuanto que podreis apoyarla en he- chos irrecusables, : —Pero nosutros no podemos.eireunscribirnos 4 una sola-causa y 4 su efecto inmediato; nosotros sabemos que este efecto pasa 4 su —-1— vez a ser causa. Para juzgar, pues, de una medida, es menester que la sigamos por entre el encadenamiento de sus resultados, hasta llegar al efecto definitivo ; y, puesto que no hay mas remedio que soltar la palabra magna , nos vemos precisadns 4 razonar. Es claro que en seguida se nos viene 4 aturdir, exclamando : « Vosotros sois teéricos 5 metafisicos , idedlogos, utopistas, hom- bres de principios ;» y ya todas las prevenciones del p&blico estan en contra nuestra. _ 4 Qué hemos de hacer entonces? Apelar 4 la paciencia y buena fe del lector , y emplear , si nos es posible , en nuestras deduccio- nes una claridad tal que aparezca en ellas muy visiblemente lo que es verdadero y lo que es falso, 4 fin de qua el triunfo pertenezca por completo 4 la restriccion 6 4 Ia libertad. A este propésito tengo que hacer una observacion importante. En el Diario de los Economistas se publicaron algunos extrac- tos del presente librito. + En un juicio critico, muy benévolo por cierto, que publicé el vizconde de Romanet (Monitor Industrial, 13 y 18 de Mayo de 4845), se supone que pido la supresion de las aduanas. El vizconde de Romanet est4 en un error. Lo que yo pido es la su- presion del proteccionismo. Nosotros no rehusamos al Gobierno sus arbitrios; lo que deseariamos, si fuese posible, es que los gobernados no se los exigiesen unos 4 otros. Napoleon decia : «La aduana no debe ser un instrumento fiscal, sino un medio para pro- teger la industria; » y nosotros opinamos, por el contrario, que la aduana no debe ser, en manos de los que trabajan, un instrumento de rapifia reciproca , sino que puede ser una mdéquina fiscal tan buena como otra cualquiera. Estamos tan Iéjos, 6 por mejor decir, para no comprometer 4 nadie , estoy tan léjos de pedir la supresion de las aduanas , que las considero como el ancora de salvacion de nuestra Hacienda. Las creo capaces de dar al Tesoro rendimientos inmensos, y, si he de decir todo lo que pienso, calculando sobre la lentitud con que se propagan las sanas doctrinas econémicas, y sobre la rapidez con que se va aumentando el presupuesto, mas oh contianza me inspiray para Ja reforma comercial las necesidades del Tesoro que el impulso de la opinion ilustrada. «Pero bien , se me-volverd 4 preguntar : yqué deducfs en alti- mo resultado? » Bs que yo no necesito deduciy : combato. sofismas, y nada mas. « No basta destruir , es necesario edificar.» Yo cree que destruir un error es edificar la verdad contraria. No tengo, sin embargo, inconveniente en decir cudles son mis aspiraciones. Yo quisiera que Ja opinion estuviera en el caso de sancionar una ley de aduanas , concebida poco mas 6 menos en los términos siguientes : Los objetos de primera necesidad aca un dere- cho advalurem de. . . . . sos + + 8 por 100 Los objetos de conveniencia. . . . . . . . 40 Los objetos delujo. . . . oe ew $5620 Estas distinciones proceden de un érden de ideas completamente extragas 4 la economia politica propiamente dicha, y estoy muy Iéjos.de creerlas tan dtiles y. tan justas como generalmente se las supone ; pero esto ya no es cuestion para ahora. l Abundancia, Escasez. 4 Qué es lo que mas Je conviene al hombre y 4 la sociedad, la abundancia 6 la escasez? “ «;{Cémo! (exclamaré alguno). , Puede haber duda semejante? 4Se ha supuesto alguna vez; es posible sostener que la escasez pueda ser la base del bienestar de los hombres ? » Si, se ha supuesto; si, se ha sostenido ; hay quien lo supone to- dos los dias, y aun me atrevo 4 decir que no hay teoria mas po- pular que la de la escases. Es la que priva en las conversaciones, — ow en les periddicos , en Jos libros , en la tribuna; y por mas que pit- rezca un despropésito, la verdad es que la economia politica ha~ bra cumplido su mision practica cuando consiga vulgarizar y po- ner fuera de duda la sencilla proposicion de que «la riqueza de los hombres es la abundancia de las cosas». 4No se oye decir un dia y otro: « Los extranjeros nos van § inundar con sus productos ? »—Claro es que se, teme la abundancia. 4No dijo Mr. de San Cricq: « Hay un excego de _produccion? » Luego temia la abundancia. &No pronuncié Mr. Bugeaud. estas palabras : « Véndase el pan caro, y se enriqyecerd el labrador? » Pues como el pan no se ha de vender caro sino euando escasee, resulta que Mr. Bugeaud preco~ nizaba la escasez. Mr. de Argout, gno ha combatido la industria azucarera, preci- samente por: verla demasiado fecunda? «La remolacha no tiene porvenir, decia; es una industria que, no puede extenderse , por- que, con destinar 4 su produccion algunas hectéreas de tierra ev cada uno de nuestros departamentos , podriamos atender 4 todo el consumo de Francia.» De modo que, para él, el bien esté en la este- rilidad ,-en la carestia; el mal en Ja fertilidad, en la abundancia, La: Prensa,,.El Comercio y.la.mayor parte de los perisdicos diaries, gno publican todas las maiianas yno.6_ mas articulos para demostrar 4 las Cémaras y al Gobierno que la sana politica exige que se eleve legislativamente el precio de todas las cosas por me- dio de los derechos? ,No ceden siempre los tres poderes 4 esa con- tinua reclamacion de la prensa? Pues los derechos solo elevan el precio de la cosa porque disminuyen la cantidad que de ella ofrece el mercado. Luego los periddieos , las Camaras y el Ministerio po nen en prdctica la teoria de la escasez, y-yo tengo razon cuando digo que esta teorfa es la mas popular de todas. 4Cémo ha legado el caso de que trabajadores, publicistas y hom- bres de estado hayan imaginada que Ja abundancia pueda ser temi- ble y ventajosa la carestia? Voy 4 ver si consigo remontarme al origen de tamaiia ilusion. —10— Obsérvase que un hombre se enriquece 4 proporcion del mejor partido que saca de su trabajo, es decir, & medida que vende mas caro. Ese hombre vende tanto mas caro cuanto mas escasea el pro- ducto que es objeto de su industria ; de lo cual se deduce que, 4 lo menos respecto de aquel hombre, la carestia es lo que enriquece_ Aplicando sucesivamente el mismo raciocinio 4 todos los trabaja— dores, se saca en consecuencia la teorta de la escases. Se proce- de luego 4 Ia aplicacion, y 4 fin de favorecer 4 todos los trabaja— dores, se provoca artificialmente el alza de los precios, la escasez de todas las cosas por medio de la prohibicion, la restriccion, la supresion de méquinas-y otros medios anélogos. Lo mismo sucede con respecto 4 la abundancia. Obsérvase que cuando abunda un producto, se vende 4 bajo precio, de manera que el productor gana menos. Si todes los productores se encuen~ tran en igual caso, son todos miserables : nego la abundancia es Ja que arruina Ja sociedad. Y como toda conviccion procura tra- ducirse en hecho, vemos en muchos pafses que las leyes de los hombres se ponen en lucha con Ja abundancia de las cosas. Este sofisma, apareciendo revestido de una forma general, qui- zés no causaria mucha impresion ; pero, aplicado 4 un érden par- ticular de hechos, 4 tal 6 cual industria, 4 una clase dada de tra- bajadores, es en extremo especioso. La cosa se explica facilmente: es un silogismo, no falso, sino incompleto ; y lo que hay de ver- dadero en un silogismo, aparece siempre de un modo infalible 4 la mente ; al paso que lo incompleto es una calidad negativa, un dato de menos, que es muy facil, y 4 veces conveniente, dejar pasar desapercibido. : El hembre produce para consumir; es al mismo tiempo pro- ductor y consumidor. El razonamiento que antes he expuesto solo lo considera bajo e! primero de dichos caractéres. A tener en cuen- ta el segundo, la conclusion hubiera sido completamente opuesta. Véase sino , cémo se podria decir : El consumidor es tanto mas rico cuanto mas barato compra ; y compra tanto mas barato cuanto mas abunda el objeto de sus com- = te pras : la abundancia , pues , enriquece : razonamiento que, aplicado 4 todos los consumidores , conduciria & la teoria de la abundancia. La causa de tales ilusiones esta en lo imperfectamente que se comprende la nocion del cambio. Si consultamos nuestro interés personal, vemos distintamente que tiene dos fases. Como vende- dores , tenemos interés en que los precios sean altos, y por consi- guiente escagus los ebjetos de venta ; como compradores, nuestra ventaja esta en la baratura , 6 lo que es lo mismo en Ia abundan- cia de las cosas. No podemos, pues, fundar un razonamiento sobre uno de los dos intereses , sin haber examinado antes cuél de los dos coincide y se identifica con el interés general y permanente de la especie humana. Si el hombre fuese un animal solitario; si trabajase exclusiva- mente para si; si consumiese directamente e] producto de su tra- bajo; en una palabra, si no verificase cambios , la teoria de 1a es- casez no se hubiera conocido nunca. Es demasiado evidente que la abundancia le seria ventajosa, cualquiera que fuese su proceden- cia; ya fuese resultado de su industria, de instrumentos ingenio- sos, de mdquinas poderosas por él inventadas, ya la debiere 4 Ia fertilidad del suelo, 4 Ia liberalidad de la naturaleza , 6 4 una mis- teriosa invasion de productos extranjeros que Jas olas hubiesen levado & sus playas. Entonces comprenderia el hombre que el tra- bajo no es un objeto, sino un medio, y que seria un absurdo renun- ciar al objeto pur temor de perjudicar al medio. Comprenderia tambien que, si empleaba dos horas al dia para procurarse la satis~ faccion de sus necesidades, cualquiera circunstancia (faese méqui- na, fertilidad, regalo, etc.) que Je ahorrase una hora de aquel trabajo y le diese el mismo resultado, dejaba aquella hora libre é su disposicion, y podia emplearla en procurarse mayores comodi- dades ; comprenderia, por <imo , que ahorro de trabajo no signi- fica sino progreso. TT Pero el cambio oscurece nuestra vista 4 propésito ge.yna verdad, tan sencilla. En el estado social y con Ja division le ecupaciones \ que leva consigo, la produccion y el consumo de objeto nose - w- 42 --- confunden en-un mismo individue. Cada uno por si se incline 4 considerar su trabajo; no como un-medio, sino’ como, un término objeto. El cambio crea dos .intereses respecto 4-cada uno de jos objetos : el interés del productor y el del consumidor , interéses que siempre se encuentran en oposicion directa. Es indispensable analizarles y estudiar su naturaleza. Fijémonos en un productor cualquiera: ,cudl es su interés in- mediato? Consiste en dos eosas: 4.°, que no se dediquen al mismo trabajo que él hace, sino el menor némero posible de personas; 2.°, que cl mayor namero posible de‘ personas busquen el produc to de dicho trabajo : lo cual explica la economia politica mas su- cintamente, diciendo : que la oferta sea muy poca y la demanda muy grande; 6 en otros términos : pL oacarsclante limitada , des- patho ilititado. 4Cudl es el interés inmediato del consumidor? Que a oferta det prodticto en cuestion sea grande, y 1a demanda escasa. Ahora bién: puesto que estos dos intereses estén opuestes , uno de los dos debe coincidir necesariamente con el: interés social y ‘petieral:, y el otro debe serle antipatico. ‘Per ‘peudl- de los dos intereses debe ser favorécido por la legis~ lacién ; tonto representanto de 1a expresion det bien pablico supo- hienrto qrte trio de fos dog deba ser favorecid6 ? ‘“Para responder 4 ecta pregunta, basta con examinar lo que su- ‘céderia'“ai ‘se cumpliesen las aspiraciones secretas de todos los tioinbres. * "Cotiio productores, convengamos en ello, todos tenemos deseos atitisociales.’ z Somos cosecheros de vino? Pues nos importaria poco qi¢ el liélo esteritizase todas las vifias del mundo, excepto la nuestra: teoria de‘la escases. ‘4 Sonios duefios de ferrerias? Pues desearia- wos qué en el mercado no paréciese tiias hierro que el que sale de nuestro establecimiento, por grandes que fuesen las necesidades del pablico y hasta precisamente porque esas necesidades, muy exi- gentes y muy poco satisfethas, serian causa de qué se nos pagase 4 precios ‘uy elevados : teoria dela escases. ; Somos labradores? — §— Pues decimos con Mr. Bugeaud: « Véndase el pan caro ; » es decir, haya poco pan, ¥ los s agricultotes hardn‘su agosto: siempre ta teo- ria de la escases.' 4Somos médicos? No podemos menos'ile conocer que ciertas mejoras materiales, la salubridad del pais, ‘el desenvolvimien- to de ciertas virtudes morales, por ejemplo’, 1a moderacion’y la templanza ; cl progreso de las luces Ievado 4 tal punto, que cada eual supiese cuidar de su propia salud, y el descubrimiento de re- medios sencillos y de aplicacion facil, serian otros tantos gotpes fi“ nestos para nuestra profesion. Como médicos, tenemos aspiracio- nes secretas antisociales. No quiero decir que los’ médicos las tén- gan: me complazeu en creer que acogerian gozosos ‘el descubri- miento de una panacea universal; pero como entonces no experimen- tarian aquel gozo como médicos, sino como hombres, como cristia— nos, y gracias 4 una noble abnegacion , se colocarian en el caso de los consumidores. Mas como hombres de profesion, y mientras esta profesion ies proporcione el’ bienestar, ‘el respeto y hasta Tos medios de subsistencia para su familia, es imposible que sus deseos, sus intereses , si se quiere, no sean antisociales. . &Fabricamos tejidos de algodon? Pues deseamos venderlos al precio que nos sea mas ventajoso. Consentiriamos de buena gana’ en que se prohibiesen todos los productos que compiten cdn el nuestro, y sino nos atrevemos a expresar publicamente este deseo 6 4 realizarlo por completo , lo conseguimds hasta cierto punto por vias indirectas, verbigracia , cerrando la entrada 4 los tejidcs ex- tranjeros, 4 fin de disminuir la cantidad ofrecida, produciendo ast, gracias 4 la fuerza, la escases de vestidos en beneficio nuestro. Asi podriamos pasar revista 4 todas las industrias, y siempre en- contrariamos que los productores , considerados como productores, tienen aspiraciones antiscciales. «EY mercader, dice Montaigne, solo hace su negocio con las disipaciones dé la juventud ; él labra- dor, con el alto precio de los trigos; el arquitecto, con la ruina de los edificios; los que administran la justicia, con los. pleites y las querellas de los hombres. Hasta el honor y la clientela de los mi-"

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