N2373
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INTRODUCCION POLEMICA
Sort Be on (ast)
Tah UT a acl Frits.
Este sreno consiste en “ensayos”, en el sentido original
de ta palabra, de wna prucka o intento incomplete re
bre la posibilidad de una visibn sindptice del alcance, de te to.
ria, de los principios y de las técnicas de la critica lilerarian
El fin primordial del libro ex dar mis raxones para creer en te.
mejante visidn sinéptica; su finalidad seenndaria es der de elle
‘una version provisaria que tenga suficieute sentido cone pare
convencer a mis lectores de que si puede llegarie a une vetion
del género que aqui se bosqueja, Las laguat qué hay en dl fe,
ua, tal como aqui se trata, son demasiado enormes para gue el
libro pueda considerarse como una presentacion de ti stale
ma o siquiera de mi teoria, Ha de considerarse mas bien to.
mo wx conjunto de sugerencias entre si vinculadas, de las
ane te espera gue tengo alguna utildad pricice para crticor
¥ estudiosos de literatura. Todo aguello que carsica de sep
préctico para uno, se puede paser por alto. Mi enfogue i¢
asa en el precepto de Matthew Arnold, de dejar que la mars
We juegue ot liber faden_torno aun tema al qué se ha edi.
Gado mucho ebfyerso y poco.intento.de perspectiva. Todor lor
enzayos tratan de critica, pero con critica quiero deci fe inn
lidad de una labor de erudicién y gusto gue atane ole lin,
ura como parle de lo que de diversos modo: tuele lange
educocién liberal, cultura 0 estudio de las bumanidades, Ai
Punto de partida es el principio d que la eri
pleme te de esta actividad mdi lia, sino
parte exencial de ell
“La Topica a
itica literaria es un arte y, a todas luces,
1stambién la critica es una especie de arte, Esto suena como
si la critica fuera wna forma parésita de la expresién literaria,
tn arte que se basara en un arte preexistente, una imitacion
de segunda mano del poder creador. Segin esta tzorie, los
criticos son los intelectuales que tienen un gusto por el arte,
pero que carecen tanto del poder para producirlo camo del
dinero para patrocinarlo, conformando ast una clase de inter-
mediarios culturales, distribuyendo cultura a la sociedad con
provecho pera si mismos, mientras explotan al artista y
auraentan sus tensiones con respecto al piblico. La concepcién
del critico como pardsito o artiste manqué sigue estando muy
en boga, especialmente entre los artistas. A veces se ve refar-
ada por una analogia dudosa entre la funcién creadora y la
funcidn procreadora, de modo que oimos bablar sobre la
“smpotencia” y “‘sequedad” del eritico, sobre su odio hacia la
gente auténticamente creadora y otras cosas del mismo jaez.
La edad de oro de a critica anticritica fue le dltima parte del
siglo diecinueve, pero algunos de sus prejuicios perduran.
En todu caso, resulta aleccionador el destino del arte que
trata de arreglérselas sin la critica. El intento de alcanzar el,
pitblico directamente, gracias al arte “popular”, supone gue
la critica es artificial y et gusto popular, natural. Tras elle
reside otro supuesto més acerca del gusto natural que remonta,
a través de Tolstoy, a las teorias roménticas de un “pueblo” »
esponténeamente creador. Estas teorlat se han sometido a
jsicio equitativo; no han resistido dematiado bien alos hechor
de ta bistoria y de la experiencia literaria, y tal vex ya sea
hora de ir més lejos. Una reaccién extrema contra la vision
primitiva, asociada en determinado momento con el lema del
“arte por el arte”, piensa en el arte, en términos precisamente
opuestos, en tanto que misterio o iniciacién a una comunidad
esotéricamente civilizada, Agui la critica se ve reducida a ger
40s masdnicos riluales, @ miradas dirigidas a lo alto, 2 co-
mentarios cripticos y a otras sefiales de una interpretacion
demasiado ocultista para la sintaxis. Comin a ambas ectitudes
es la falacia de una correlacién burda entre el mérito del
arte 9 el grado de reaccidn que provoca en el piblico, eungue
la supuesta correlacién sea directa en un caso ¢ inversa en
16
al otro,
Se pueden encontrar ejemplos que, en apariencia, apoyan
4 ambos punios de vista; pero es verdad transparente que
no existe correlacidn real, en ningtin sentido, entre los mért-
tos del arte y su aceptacién publica, Shakespear» fue més
popular que Webster, pero no porque juera mayor drama
turgo; Keats fue menos popular que Montgomery, pero no
Borgue fuera mejor poeta. Por consiguiente, no bay modo
de impedir que el critico sea, para bien o para mal, el pionero
de 1a educacidn y el formador de 1a tradicién cultural, Sea
cual fuere la popularidad de que ‘gozan ahora Sbeleespeare
Keats, ella es igualmente el resultado de la publicidad de la
critica, Un priblico que trata de arreglarselas sin la critica,
afirmando que sabe lo que quiere 0 aprecia, bruvaliza lat
artes y pierde su memoria cultural, El arte por el arte es
tuna retireda ante la critica gue terntina en un empobrecimie
to de la misma vida civilizeda. La inica manera de impedir
la labor de la critica es mediante la censura, que tiene com
{a critica la misma relacién gue el linchamtiento con la justicia,
Hay otra razén por la cual la critica tiene que exist
La. critica puede hablar allt donde todas las artes son mudas
En pintura, escultura o mitisica es barto fécil ver gue el arte
4e muestra pero no puede decir nada. ¥, swene como sucne
Mamar al poeta un ser inarticuledo 0 falto de habla, en un
sentido sumamente importante los poems son tan silenciotos
como las estatuas. La poesia consiste en wn uso desinteresado
de las palabras: no se dirige al lector directamente Cuando
1g hace, solemos percatarnos de gue el poeta siente cierta
desconfianza en la capacided de los lectores y de los criticos
para interpretar su significado sin ayuda y de que ba colds,
por lo tanto, al nivel subpoético del habla miétrica ("los ripios”,
“las aleluyas”) duyo aprendizaje esta al alcance de cualquiera,
No ¢5 solamente la tradicidn la que obliga al poeta a invocar
gla Musa y a insistir en que su expresin es involuntaria
Tampoco es una agudeza forzada la que hace que MacLeish,
en su célebre hts Poetica, eplique al poema las palabras
“mudo”, “sordo” y “sin babla,”, El artista, como lo. vio
Jobn Stuart Mal, en un marsvilioso relimpago de intuicién
7erttica, no es ofdo, sino que es oida par casualidad. El axiona
de la critica debe ser, no que el poeta no sabe lo gue dice,
sino que no puede hablar sobre lo que sabe. Por, consiguien
4, dejender ef derecho de la critica n existir a secas significa
suponer que la critica es una estructura del pensamiento y dei
conocimiento que existe por derecho propio, con cierta me-
dida de independencia respecto al arte del cual se ccupa
El poeta puede tener, por suouesto, cierta capacidad critica
», de este modo, ser capaz d2 bablar acerca de su propia
@bra, Pero el Dante que escribe el corsentario sobre et primer
canto del Paradiso es simplemente uno més entre los eriticos
de Dante. Lo que dice tiene especial interés, pero no especial
autorided. Por lo comin se acepta que un critico 28 mejor
Juez del valor de un poema que su creador,-pero atin circuta
1a idea persistente de que, en cierto sentido, es ridiculo consi.
derar a critico como el juez definitiva de su significado, bien
que en Ia préctica resulte claro que deba serlo, La raxén de
ello estriba en una incapacidad para distinguir la Viteratura de
Ja escritura descriptiva o aseverativa que procede de la volun.
tod activa y de le mente consciente, 9 que se ocupa esencial.
mente de “decir” algo.
EI critico tiene gran parte de razén en sentir gue los poetas
sélo pusden ser justamente estimados después de mucrton, ya
gue sélo entonces son incapaces de hacer alerde de sus Oi.
os como poetas a fin de molestarlo com insinuaciones relat.
vas al conocimiento interno. Crando Ibsen sostiene que Em
tador y galileo es su drama mds grande y que ciertos episo.
de Peer Gynt no som alegoricas, sdlo se puede decir qute Ibsen
es un mediocre critico de Ibsen. El prefacio de Wordsworth
4 las Lytical Ballads ex un documento admirable, pero como
siemplo de critica wordsworthiana mo resultarla muty calif
cedo, Se suele ridiculizar a los eriticos de Shakespeare con
4a atirmacién de que si Shakespeare resucitara de entre los
muertos no seria capaz de apreciar, ni siquiera de entender,
las criticas de ellos. Esto es, en st mismo, bastante probable.
fenemos escasas pruebas del interés de Shakespeare en la
critica, sea de si mismo 0 de cualquier otro, Aungue existieran
semecjantes pruebas, su propia explicacién de lo que habia
18
tratedo de hacer en Hamlet no serla en cuanto critice, asin
aclarando sus enigmas de una vex por todas, més definitiva
que una representacion de esta obra bajo su propia diveccién
¥ lo que es verdad del pocta en relactéa con st obra, lo es
més atin respecto a otros poetas. Es sumamente dificil para
et pocta critico impedir que sus propios gustos, gue estén
intimamente vinculados con su propia préctica, se conviertan
en una ley general de la literatura, Pero la critica debe basarse
en lo que efectia realmente la totalidad de la literatura: @ la
lux de ésta, las opiniones de cualquier escritor respetada so-
bre lo que’ debiera hacer la literatura han de mostrarse en
su autintica perspectioa. El poeta que habla en calidad de
gritico no. produce critice, Sind docuniéntos gie ban de ter
exaniinados por [os eriticdi. Cierlamente, puede tratarse” de
documentos valiosos: sélo cuando se aceptan como directrices
para la critica hacen correr el riesgo de que induzcan a extra.
vios.
La idea de que el poeta necesariamente es 0 podria ser
ef intérprete definitive de st mismo o de la teoria literaria,
pertenece a la concepcién del critico como parasito o exclavo.
Una vez admitido el echo de que el critico tiene su propt
cannpo de actividad 5 de dénkro de exe campo tech
ila, debemes conceder que la critica trata de literatura
lerminos de un marco conceptual especifico. Este marco no
es el de la literatura misnea, ya que en tal caso se trataria
tuevamente de la teoria del parasito, pero tampoco e algo
fuera de Ia literatura, pues en tal caso desapareceria nueva.
tente le autononta de la erttica y todo el asuito queduria
asimilado a otra cosa.
Esto iltimo nos ofrece, en materia de critica, la falacia de
lo que en historia se Uanea determinisrso, cuando un erndito
cou especial interés en geografia 0 economia expresa dicho
interés mediante el procedimiento retdrica de poner sv esti.
dio predilecto en relacién causal con todo aquello que menos
le interesa. Semejante método permite la ilusién de que uno
std explicando el propio t6pico ala per que lo estudia, para
no perder tiempo. Seria fécil compilar wna larga lista de tales
delerminismos en la critica, sean marxistas, tomistas, buranis.
19Wewliberales, neo-clésicos, freudianos, jungianos 0 existencia-
Vilas, que, al reemplazar la critica por una’ actitud critica,
Propouen todos ellos, no encontrar un marco conceptual para
"4 critica dentro de la literatura, sino vincular la critica con
ia miscelénea de marcos fuera de ella, Sin embargo, los
axlomas y postulados de la critica deben originarse en el arte
del cual ‘se ocupa. Lo primera gue tiene-Que-hacer el eritico
Waratto “es teer‘Uiteratura;" practicar’un recondcimiento:indue.
shun de'su gropio cam poy permitir. qué sus“ brincipios trliteos
2ohren forma°inicaments a: partir de lo que sepa dé’ él. Los
prlucloios no ‘pireden ‘recibirse ya. prepdrados ‘por le. teclota,
Ue MOte}tas-la-politica; la tevicia,'ni por cualquier combindctdn
de-estas:disciplinas
Supeditar la critica a una actitud crttica derivada del exte-
rit significa exagerar Jos valores que en la literatura pueden
a uictonarse con una fuente externa, sea cual fuere. Resulia
jltdsiado facil imponer a la literatura un esquematismo exira-
Uterario, uma especie de filtro de color religioso-politico que
fume de relieve w ulgunes poetas y muestra'ia otros bajo wa
(if welada y defectuosa. Lo tinico que puede hacer el eritico
‘erltteresado con semejante filtro es musitar cortésmente que
Mlestra las cosas bajo una nueva luz y que constituye, en
perdud, una contribucién estimulante para la critica. Desde
eno, estos eriticos jiltradores dan babitualreente por descon.
94 menudo lo creen, que estin dejando hablar por sf
misma a su experiencia literaria que mantienen en reserva
Tt otras actitudes, sintiéndose calladamente satisfechos por
aj{uincidencia entre sus evaluaciones criticas 9 sus opiniones
“ellsioses y politicas, coincidencia que, sin embargo, no resulta
Griente para el lector. Con tado, esta independencia de la
Gillet con respecto al prejuicio no se de invariablemente, ri
pilitiera en aquellos que mejor la con:prenden. Sobre sus inje-
rites, cuanto menos se diga, mejor.
4 Se insiste en que no podenzos criticar la literatura hasta
it" no bayamos adguirido una filosofia coherente de la vida
cnliait Settvo de gravedad en otra cosa, se sigue negando la
Saiitencia de la critica como disciplina aparte. Pero existe otra
Porihilided. $i la critica existe, debe ser un examen de Ta
20
literatura en sérminos de un marco conceptual ane pueda
derivar de un reconocimiento inductive del campo literario,
La palabra “inductivo” sugiere una especte de procediniento
cientifico. ¢¥ qué si la critica fuera tanto una ciencia como
un arte? No una ciencia “pura” 0 “exacta”, por supuesto,
aunque estos términos pertenexcan a una cosmologia decino-
nénica que ya no tiene vigencia entre nosotros, La escritura dé
la historia’ es un arte, pero nadie duda de la presencia de
Principios cientificos en el tratamiento de los testimonios por
Parte del bistoriador, como tampoco de que es la presencia
de dicho elemento cientifico lo que distingue la historia de la
leyenda, También puede tratarse de un elemento cientifico
en la critica que la distinga del parasitismo literario, por un
lado, y de la actitud critica superpuesta, por el otro. La pre-
sencia-de la ciencia en cualquier disciplina cambia su Cardcter
declo. casual ia lo causal, de lo azaroso,e:intuitivo‘a lo .siste-
mnatico, mientraspresérua de invasiones externas la integridad
de esa disciplivia. Sin embargo, si hay lectores para quienes la
palabra “‘cientifico” transmite resonancias evtotivas de wha
barbarie falta de imoginacién, pueden poner en su lugar
“sistemético” 0 “progresivo”
Parece absurdo decir que puede baber un elemento cien-
lifico en la critica, cuando existen docenas de revistas especia-
Wizadas que se basan en el supuesto de gue st lo bay, 9 tente-
nares de eruditos empefiados en procedimientos cientificos
que se relacionan con la critica literaria. Los testimonios se
exantinan cientificamente; los campos se reconocen cientifi
camente; los textos se editan cientificamente. La prosodia es
sientifica en su estructura, ast como la fondtica 7 la filologia
O.bieh la critica literaria es cientifica,-o bien todos estos
eruditos sumamente capacitados e inteligentes estén perdiendo
Sit tiempo en una especie de seudociencta, como la frenologia:
No obstante, uno se ve obligado a preguitarse si los espe-
Gialistas se dan cuenta de las implicaciones del hecho de que
su labor es cientifica, En las crecientes complicaciones de
las fuentes secunderias uno echa de menos ese sentido de
Progreso consolidado que caracteriza a la ciencia. La investi
gacidn comienza en lo que se conoce como “trasfondo” y
21cabria esperar que, a medida que avanza, comenzara & orga-
nizar igualmente el primer plano, Decir lo que se debe saber
sobre liserature deberia resoluerse en decir algo acerca de lo
ue ella es. Tan pronto como Hega a este punto la erudicidn
parece quedar bloqueada por una especie de barrera y refluye
hacia otras proyectos de investigacion
‘De modo que para “apreciar” [a literatura y lograr un
contacto mis directo con ella acudinsos al eritico piblico,
@ Lamb o Hazlitt 0 Arnold 0 Sainte-Beuve, quien representa
@l piblico lector en su aspecto més experto y juicioso. Es
tarea del critico piiblico ejersplificar cémo un hombre de gusto
utiliza y evatita le literatura, mosirando asi cémo ta literatura
ba de ver absorbida por la sociedad. Pera agui ya no conta-
mos con el sentido de un cuerpo impersonal de conocimiento
consolidado, El critico piblico tiende.a formas episbdicas co-
smo Ia conferencia y el ensayo habitual, y su labor no es una
ciencic sino otra clase de arte literario. Ha espigado sus‘ideas
en un estudio pragmético de la literatura y no intenta crear
tuna essructura’tedrica m? introducirse en ella, Ex 1a critica
sbakesperiana tenemos magnificos monumentos del gusto neo-
elésico en Jobnson, del gusto roméntico en Coleridge, del
gusto victoriano en' Bradley. Tenemos la impresién de que el
critico ideal de Shakespeare tendria que evitar las limitacto-
nés y prejuicios neo-clisicos, roménticos y victorianos de Jobn-
son, Coleridge y Bradley, respectivamente, Pero no tenemos
vingura clara nocién de progreso en materia de critica de
Shakespeare o de cmo un critico gue bubiese leido a todos
sus predecesores podrla, a resultas de ello, convertirse en algo
nds que un monumento del gusto contemporéneo, con todas
sus limitaciones y prejui
En otras palabras, no se sabe atin distinguir lo que es
critica auténtica y que, por lo tanto, avanza bacie la com-
pleta inteleccién ‘de la literatura, de lo que slo pertenece a
la historia det gusto y que sigue, por consiguiente, las jluce
tuaciones del prejuicio de moda. Voy a dar un ejemplo de
esta diferencia entre ambas cosas, que conduce 4 wn chogue
frontal. En una de las tantas notas raras, brillantes 9 atolon-
dradas de Munesa Pulvis, Jobe Ruskin dice:
22
“De los nombres de Shakespeare bublaré mas adelante con
mayor deterimiento; han sido curiosa y, a menudo, bérbara-
mente extraidos de diversas tradiciones’y lenguas. Ya se seRa-
laron tres de los mds claros om significado. Desdénona —“dys-
daimonia”, fortuna miserable— es también barto simple, Othe-
Ho es, seaiin creo, “el cuidadoso”; toda la calamidad de la
tragedia arrance de una sinica falla y error en su fuerza
magnificamente concentrada, El nombre de Ophelia, “dispo-
nibilidad en servir", la verdadera, la perdida esposa de Hamlet,
indica su origen griego gracias al nombre de su hermano
Lacrtes; y se alude una vez, de manera exquisita, a su sig-
nificado en las tltimas palabras gue su hermano dice de ella
‘yen que su noble valia se cantrapone a la ineficacia del clero
burdo: “Angel auxiliador serd mi bermana, cuando yazcas td
aullando”.
Sobre este pasaje Matthew Arnold hace el siguiente co-
mentaria:
“En realidad jgué trozo de extravagancia es todo esto! No
diré que el siynificady de los nombres en Shakespeare (dejo
de lado el problema relativo ¢ la exactitud de las etimologias
del sefior Ruskin) carezca de importancia y que pueda ser
enteramente desecbado; pero otorgarle grado tan prontinente
es dar rienda suelta al propio capricho, olvidar toda modera-
cidn y proporcién, perder por completo el equilibrio de la
propia mente. Significa mostrar en la propia crilica un carée-
ter de provincialismo, en grado superlative”.
Ahora bien, tenga'o no Ruskin razén, intenta hacer critica
auténtica, Trata de interpretar 2 Shakespeare en térntings de
un marco conceptual gue pertenece sinicamente al critico y
gue, no obstante, se vincula solamente con las obras, Arnold
fiene toda la razén al percatarse de que éste no es el tipo
de material que el critico piblico puede utilizar directament.
Pero no parece siquiera sospechar la existencia de una critica
sistemdtica distinta de la bistoria del gusto. Aqui el provi
Giano es Arnold. Ruskin aprendié su oficio en la gran tra
cidn iconoldgica que desciende de la erudicién cldsica y bibli-
ca hasta Dante y Spenser, a cada uno de los cuales habia
estudiado cuidadosamente, que esti incorporada a las cate-
23drales medievales que 6 habla examinado con tanta, minucia
‘Amold presupone, como ley universal de la naturaleza, cier-
‘tos axiomas criticos del “sentido comin” de los que poco se
habla oldo hablar antes de la época de Dryden y que segu-
tamente no ben de sobrevivir a los tiempos de Freud 3 Jung,
de Frazer y Cassirer.
Lo que basta agit se nos ofrece es, por un lado, el “estudio
de la literatura”, la labor del erudito que irata de hacerlo
posible, 9, por otro, la labor del critico publico que da por
descontada que aguél existe, Y, entre anbas cosas, la litera-
ura misraa, coto de caza por donde vaga el estudioso con su
inteligencia innata como inica guia. La hipétesis parece ser
que el erudito y el critico piblico- estén vinculados por un
interés comin en la sola literatura, El erudito deposita sus
materiales a las puertas de la literatura: como otras ofrendas
hechas a consumidores invisibles, gran parte de esta erudicién
parece ser el producto de una fe mis bien conmovedore 0 a
beces sdlo la esperanza de que algin critico Mesias sintetien
dor la encuentre sil en el futuro, El critico piiblico 0 vocero
de la actitud critica impuesta sélo es capar de bacer uso
jortuito o aleatorio de este material; a menudo, de hecho, tra-
sando al erudito como Hamlet trato al sepuliurero, baciendo
caso omiso de todo aquello que éste desenterraba, salvo de
una insignificante calavera que podia recoger y ala que pudo
sacarle moralejas.
‘A quienes s2 ocupan de las artes se les hace a menudo
preguntas, no siempre comprensivas, cobre el uso 6 walor de
To que estin haciendo. Acaso sea imposible responder directa-
mente a estas preguntas o, en todo caso, responder a quienes
las formulan. La mayoria de las respuestes, tales como “el
conociniento liberal es su propio fin”, de Newman, apelan
sencillansente ala experiencia de aquellos que ban tenido la
experiencia adecuada, De modo semejante, la mayoria de las
“dejensas de la poesia” son inteligibles tan s6lo pare aquellos
que se encuentran dentro de su propio campo. Por lo santo,
fa base de la apologia critica tiene que ser la experiencia
real del arte 9 para quienes se ocupan de literatura la pri-
mera pregunta que toca responder no es “zde qué sirve el
24
iis
estudio de la literatura?”, sino “equé se
que, sea posible?”
Todo aquel que beya estudiado seriamente la literatura sa-
be que el proceso mental inplicado es tan coberente y prow
gresivo como el estudio de la ciencia. Tiene lugar un apren-
dizaje del espiritu exactamente similar y se va configurando
sun sentido similar de la unidad de la disciplina. Si esta unidad
Proviene de la literatura misma, entonces [a literatura misma
debe canformarse como una ciencie, lo cual contradice la
experiencia que tenemos de ella; 0 bien debe poder extraer
agin poder conformador de un inefeble misterio en las
entraiias del ser, lo cual parece muy vago; o bien los bene.
ficios mentales. que de ella supuestamente derivan son ima
ginarios y derivan ex realidad de otros temas estudiados oca-
Sionalmente en conexién con ella.
Hasta aqui podemos egar si nos basamos en el supuesto
de que el erudito y el hombre de gasto estén vinculados tan
sélo por un interés comin en la literatura, Si este supucsto
fuera verdad, deberiamos encararnos bonradamente con el alto
porcentaje de pura futilexa que existe en toda critica, ya que
el: porcentaje-sélo puede aumentar conforme aguélla vaya co-
Brando bulto, basta que el acto de criticar se convierte, espe:
cialmente, en'el caso de los profesores universitarios, en un
simple método autoredtico de adguirir méritos, tal como dar-
le vueltas a un molinillo de oraciones, Pero se trate nada mds
que de un supuesto inconsciente —al menos, nunca lo be
visto afirreado como doctrina— y serta ciertantente una ven-
taja si resultara, al fin y al cabo, un desatino, El supuesto que
sirve de alternativa consiste en que los eruditos 9 los criticos
piiblicos estén directamente vinculados por una forma inter-
media de la critica, una teoria literaria coberente y compren-
Siva, ldgica » cientificamente organizada, algo de lo’ cual apren
le inconscientemente el estudioso a medida que se va per-
feccionando, pero cuyos principios fundamentales nos son toda.
via desconccidos, La evolucién de esta critica Wlevarta a cunt-
plimiento el elemento sistemético y progresivo de la investi
gacidr, asimilando su tarea a una estructura unificada del cono-
cimiento, como lo hacen otras ciencias. Al mismo tiempo esta-
igue del hecho de
25blecerta una autorided dentro de la erttica, vélida para el eri
tico pablico » para el hombre de gusto.
Deberlamas tener cuidado en reoarar lo que implica la
posibilidad de esta critica intermedia. Implica que en ningin
‘momento bay un aprendizaje directo de la literatura mitma.
La fisica es un cuerpo organizado de conocimientos acerca
de la naturaleza y quien la estudia dice que esté aprendiendo
fisica y no naturdlera, El arte, al igual que la naturaleza, debe
diferenciarse de su estudio sistematico, el cual constituye la
critica, Es, por lo tanto, imposible “aprender literatura’; uno
aprende acerca de ella, en cierto modo; pero lo que si te
transitivamente, es la critica de la literatura. De
os ilar Me Mific et ines enuitosiexperimentaien
ariliteratiira”“provicne'del ‘bechiideiueveito e¥ Tapo
Stritied dela literatura es%lo Stinicovque ‘puede vente.
fiarsesdirectamente, LAUR Ratna: 86 Se3216 pito sito Sabjelo
asesnadioP ele ie iesconsista:enspalabras, tomo \bentos
WLOPndkshacb con) unditla acon las edoeline nuerbaleratle
Swa*Lbe? Las bibliotecas rejlejan muestra Confusin a cata
logar Ia critica como una de las subdivisiones de la literatura,
Antes bien, IaHRcaer al arbelle wgucilanbisiorg wera,
adrcinyeitlanpilaso fara le: sabsd arta) Le taliedciSn erbalsd esp
oder ahanotprodioetoa eden Md WeiehOtaS DBI. Fo
como no bay nada que el fildsofo no pueda considerar filo.
L6ficamente y nada que el historiador no pueda considerar
histéricamente, asimismo el critica deberia ser capex de cons.
trai y babitar un universo conceptual propio, Este univers
erltico parece ser una de las cosas implicitas en la concepeiéy
que twvo Arnold de la cultura.
Por consiguiente, no estoy afirmando que actuclmente la
critica literaria esté haciendo algo equivocado y que deberta
acer alzo distinto. Lo que si digo ex que deberla ser posible
obtener una vision comprensiva de lo que en realidad hace
Es necesario que los erudites y los criticos publicos sigan
haciendo sus contribuciones a la critica. No es necesario que
aquello a lo que estin contribuyendo sea invisible, como lo
es al pélipo la isla de coral. En el estudio de la’ erudicion
Uiseraria, el estudioso se da cuenta de que une resaca Io arvan.
26
tra lejos de la literatura. Descubre entonces que la literatura
constituye el sector central de las bumanidades, con la histo-
ria de itn lado y la filosofia del otro, Como la literatura no
es en st misma una estructura organizada de conocimiento, eb
critica ha de dirigirse, on materia de acontecimientos, al mar-
¢o conceptual del bistoriador y, en materia de ideas, al del
filbsojo. Si se le pregunta en qué esté trabsjando, el crltico
diré invariablemente que estd trabajando sobre Donne, o el
pensamiento de Shelley 0 el periodo de 1640-1660, 0 dard
alguna otra respuesta que implique que la historia, ta filosofia
@ a literatura misma es a base conceptual de 14 erica En
el caso poco probable de que se ocupara de la teoria de la
critica, dirt que ext trabslendo. sobre tn topics “peneat™
Es claro que la ausencia de una critica sistemética ba creado
un vacto de poder » todas las disciplines colindantes se ban
instalado en él. De abi la importancia de ta falacia de Argué-
medes ya mencionada: Ia idea de que si nos plantantos c
suficienite solidez sobre valores cristianos, democrdticar 9 mar.
xistas seremos capaces de levantar de una ver la totalided de
la critica con una palanca dieléctica, Pero si los veriados
intereses de los criticos pudieran relacionarse con wn patrén
central » expansible de comprensién sistemética, desapareceria
aquella resaca y los intereses convergirian en la critica en vez
de alejarse de ella.
La prueba de que existe realmente la comprensidy siste
mitica de un tépico es la capacidad de éscribir un libro de
texto elemental exponiendo sus principios fundamentales, Se-
via interesante ver qué contendria este libro sobre la critica
No comenzaria con una respuesta clara a la primera de todas
las preguntas: "ZQué es literatura?”. No poseemos ningin
criterio real que nos permita distinguir una estructura verbal
que es literaria de una que no lo es, asi como tampoco Id
més minima idea de qué hacer con la vasta penumbra de los
bros que la literatura puede reclamar como propios porque
estén escritos con “estilo” 0 porque resultan icles como
“trasfondo” o simplemente porgue se han incluido en wh curso
universitario sobre los "grandes libros”. Descubrimas, pues,
que wo poseemos una palabra que corresponde a ‘“poema?
27en la poesta o a “play” (“obra de teatro”) en el drame,
para. describir una obra de arte Uiteraria, Muy bien pudo
decir Blake que generalizar es hacer el idiota, pero cuando
fos encontramos en una situacién cultural de salvajes que
Henen palabras para fresno 9 sauce, pero no para érbol, cabe
preguntarse si no existe algo ast como un exceso de defi
ciencia en la eapacidad de generatizar
“Hasta aqui Wega la primera pagina de nuestro mansal. La
phgina dos seria el lugar adecuado para explicar lo que
‘parece ser el hecho literario de mayor alcance: la discrimi-
nacidn del ritmo entre verso y prosa. Pero al parecer, el dis
fingo que cualquiera puede hacer en la practice todavia no
bay critico que pueda hacerlo en la teorta. Seguimos pasando
répidamente paginas en blanco. La eiapa siguiente consiste
an delinear las categortas fundamentales de la literatura,
tales como drama, epopeya, ficcién en prosa otras seme-
jantes. Esto, en todo caso, fue para Aristételes el primer
aso evidente en materia de critica. Descubrimos gue la teo-
Ha critica de los géneros se ha quedado estancada precisa-
mente donde la dejé Aristoteles. La misnea palabra “género”
resalta en una frase inglesa como algo exirafio € impronun-
ciable. La mayoria de los esfuerzos criticos por mancjar
Lerminos tan genéricos como “epopeya”’ y “novela” son ante
todo interesantes como ejemplos de la psicologia de los
rumores. Gracias a los griegos, podemos distingnir 1a tragedia
de la comedia en ef dranza, y de este modo todavia tende-
mos a suponer que cada una de las dos mitades del drama
consiste en aquello que no es la otra. Cuando nos toca ocu-
parnos de formas tales como la mascarada, la pera, el cine,
el ballet, el teatro de marionetas, los autos medievales 3
sacramentales, la commedia dell’arte y ef zauberspiel, nos
encontramos en una situacidn parecida a le de los médicos
el Reneciniento. que se negaben a rater la siflis porque
Galeno nada habia dicho acerca de ella
Diftcilmente necesitaban los griegos elaborar una clasifi-
cacién de las formas en prosa. Nosotros st, pero nunca lo
hemos hecho. No poseentos, como de costumbre, una pala-
28
bra que designe a Ia obra de ficcién en prose, de modo que
Ie palabra “novela” sirve para todo, perdiendo asi su nico
significado real como nombre de un género. La diferencia
que establece Ia biblioteca circulante entre ficcién » lo que
no es ficcién, entre libros que traten de cosas decididamente
no verdaderas y libros que tratan acerca de todo lo demas,
es, al parecer, lo suficientemente exhaustiva para los criticos.
Si'se les preguntara a qué forma de ficcién en prosa perte-
nece Gulliver's Travels, pocos criticos bay que, de poder dar
la respuesta “‘sitira menipea", la considerarian corto cono-
Gimiento esencial para tratar del libro, aunque cierta idea
de aguello en que consiste una novela es, de seguro, 11
requisito previo para ocuparse de un novelista a carta cabal.
Otras formas en prosa se encuentran todavia en peor situa.
ci6n. La literatura occidental ha recibido més influencias de
a Biblia que de cualquier otro libro, pero a pesar de todo
su respeto por las “fuentes”, el erttico sabe de esta influen-
cia poco mas que el hecho de que existe. Ta tipalagia biblica
es, en la qctualidad, un lenguaje tan muerto que la mayorta
de los lectores, incluyendo a los eruditos, no puede analizar
el significado superficial de ningtin poema que lo utilice. Y
ast ocurre con todo. Si alguna vez la critica pudiera conce-
birse como un estudio coberente y sistemético, cuyos princi-
pios elementales pudieran explicarse a cualquier joven
de diccinueve afios, entonces, desde el punto de vista de
esta concepcidn, no bay critico hoy en dia que sepa algo
acerca de la critica. Lo que actualmente practican los criticos
es una religion de misterios sin evangelio y son iniciados
que sélo entre si pueden comunicarse 0 disputar.
Una teoria de la critica cuyos principios se aplican a la
totalidad de le literatura y dan cuenta de todo tipo valido
de procedimiento critica es, segin creo, el significado que
tenia la poétice para Arist6teles. Me parece que Aristételes
enfoca la poesia del mismo modo en gue un bidlogo enfocaria
ua sistema de organismos, clesificando sus géneros y espe-
cies, formulando las leyes generales de la experiencia litera
ria 'y, en resumidas citentas, escribiendo como si creyera en
29la existencia de una estructura de conocimiento totalmente
inteligible en lo que a poesia se refiere y que no es la poesia
wisma ni la experiencia de ella, sino la poética, Cabria ima.
ainar que, después de dos mil aitos de actividad literaria
Posterior a Aristételes, sus puntos de vista sobre la postica,
al igual que sus puntos de vista sobre la generacion de los
animales, podrian reexaminarse a ia luz de nuevos testino-
ios. Mientras tanto, las palabras que dan comienzo a la
Pogtica siguen constituyendo una excelente introduccién al
tema y describen la clase de enfoque que yo mismo be tra-
tado de tener en mente
““Siendo nuestro t6pico Ia poesta, me propongo hablar no
silo del arte en general, sina también de sus especies y de
sas aptitudes respectivas; de la estructura de la troma que
sun buen poema requiere; del nimero y naturaleza de las
partes constituyentes de un poema; y asivaismo de cuales.
quiera otros asuntos en la misma linea de indagacién. Siga
mos el orden natural y comencemos por los bechos pri.
mordiales”
Por supuesto, la literatura es sélo una entre muchas artes,
pero este libro se ve abligada a soslayar el tratamiento de
los, problemas estéticos ajenos a la poética, Todo arte, sin
embargo, necesita su propia organizacién critica y la poética
ha de convertinse en una parte de la estética tan pronto co-
mo la estética se convierta en la critica unificada de todas
as artes, dejando asi de ser io que abora es.
Las ciencias comienzan normalmence en un estadd de ine
duccién ingenua: tienden, en primer lugar, a considerar como
datos los fendmenos que les toce interpretar. Ast, la fisica
comenzs considerando las sensaciones inmediatas de la ex.
periencia, clasificadas como calientes, frias, biimedas y se.
cas, como principios fundamentales.
Finalmente, la fisica dio un giro y descubrié que su fun-
cién real eva més bien explicar la naturaleza del celor y de
la bumedad. La historia comenzé canto crénica; pero Ta
diferencia entre el antigo cronista y el historiador moderno
esiriba en que para ef cronista los acontecimientos que re
gistrabe eran tambiés la estructura de su historia, mientras
30
ee ee
que el bistoriador contempla estos acontecimientos en tanto
que fendmenos histéricos, que han de conectarse dentro de
in marco conceptual no s6lo mas amplio sino diferente por
su forma de aguéllos. De modo semejante, toda ciencia mo-
derna ba tenido que dar 10 que llama Bacon (si bien en otro
contexto) un salto inductivo, para ocupar un nuevo terreno
ventsjoso, a partir del cual ‘pueda considerar sus datos an-
teriores como novedades que exigen su explicacion, Mientras
os astrénamos consideraron los movimientos de los cuerpos
celestes como la estructura de la astronomia, naluralnente
tuvisron que considerar su propio punto de vista como fijo.
Una vez que se pensd gue el movimiento mismo era expli-
cable, la teoria matemdtica del movitiento se convirlib en
wx marco conceptual y, de esta manera, quedd el camino
abierto hacia el sistersa solar beliocéntrico 4 la ley de grave-
dad. Mientras la biologia pensé que su tOpice consistia en
las formas de vide animales y vegetales, las diferentes ramas
de la biologia fueron, en gran parte, esjuerzos de catalo-
gacidn. Tan pronto como lé que tuvo que explicarse jue la
exisiencia misma de las formas de vida, la teoria de le evo.
lucién, las concepciones de protoplasma y de célula penetra:
ron en la biologia y Ia revitalizaron por completo,
Se me ocurre qite la critica literaria se encuentra ahora en
el mismo estado de induccion ingenua que ballamos en la
ciencia primitiva. Sus materiales, las obras macstras de la
literatura, no se consideran todavia como fendmenos que ban
de explicarse en términos de un marco conceptual que sélo
posee la critica. De algiin modo se considera que constituyen
asimismo el marco 0 estructura de la critica. Sugiero que
ya es bora de que la critica dé un salto hacia un nuevo
terreno desde el cual pueda descubrir cudles son las formas
de organizacién y contenido de su marco conceptual La
«ritica parece tener suma necesidad de un principio coordi.
nador, de una bipdtesis central que, al igual que la teorla
de la evolucién en Biologia, considere como una totalidad
los fendmenos de que se ocupa
E! primer postulado de este salto inductivo es el mizmo
que se da en cualquier otra ciencia: el supuesto de una co.
31i
t
herencia total. Aungue este supuesto parezca simple, una
Giencia tarda mucho en descubrir que constituye un cuerpo
de conocimientos totalmente inteligible. Mientras no haya
hecho este descubrimiento, no ha nacido como ciencia int
dividual sino que sigue siendo un embrién dentro: del cuerpo
de otra disciplina, El nacimiento de la fisica « partir de la
“qilosofia natural”, y de la sociologia a partir de la “filoso-
fia moral” ejemplifican este proceso. Tarspoco deja de ser
verdad el becho de que las ciencias modernas te bayan des.
arrollado en orden de proximidad a las mateméticas Asi,
la fisica y la astronomia comenzaron a cobrar forma moderna
en el Renacimiento, 1a quimica en el siglo dieciocho, la
Biologia en el diecinueve 9 las ciencias sociales en el veinte.
Si la critica es una ciencia, es claro que se trata de una cien.
cia social y aunque sélo se esté elaborando en nuestros dias,
el becho, al menos, no constituye un anacroniomo. Mientras
tanto la miopta de la especializacién sigue siendo parte in-
separable de la induccién ingenus. Desde tal perspectiva es
imposible bumanamente ccuparse de las eucstioner “gencren
es” porgue implican “‘cubrir” un campo pavorosamente
vasto. El critico se encuentra en la situacién de un matemé-
fico que tuviera que ocuparse de cifras tan intcensas que lo
tendrlan garrapateando digitos hasta la préxima era glacial,
incluso si los escribe em su forma convencional de integrales,
Tanto ef eritico como el matemético tendrén que inventar,
de algiin modo, una notacién menos incdmoda,
induccién ingenua considera la literatura enteramente
ett términos de la bibliografia enumeratioa de la literatura
es decir, considera la literatura como un inmenso agregado
2 ciinulo miscelineo de “obras” discretas. Salta a Ia vista
que sila literatura no es nada més que esto, cualquier dis,
ciplina mental sistemstica basada en ella se bace imposible
Sélo sn principio organizador se ba descubierto basta, hoy
en la literatura: el principio de la cronologia. Este lta
broporciona ta palabra mégica “tradiciOn”, que significa que
cuando vemos al cimulo misceléneo colgado de tina cusda
cronclogica, se ofrece cierta coherencia par el mero hecho
de la serie deda, Pero ni siquiera la tradicién responds a
32
i
todas nuestras preguntas. La historia literaria total nos da
un vislumbre de la posibilidad de considerar la literatura
como la consplicacion de un grupo relatioamente limitado
simple de férmulas que pueden estudiarse en ia cultura pri
mitiva, Luego nos damos cuenta de gue [a relacion de la
literatura posterior com estas firmulas primitivas no es, en
absaluto, una relacién de simple complicacion, al desenbrir
gue las formulas printisivas reaparecen en los més gran
dlisicos —de hecho, por parte de éstos parece haber wna
tendencia general a volver a ellas. Esto coincide con un sen.
timtiento que todos hemos tenido: de que el estudio de In
obras mediocres sigue siendo una forma ocasional y perife.
rica de la experiencia critica, mientras que la obra niacsira
Profunda wos lleva a un punto a partir del cual parece que
contemplemos una enorme cantidad de patrones convergers
tes de significado, Comenzamos a preguntarios si no po.
driamos considerar la literatura, no slo como si se compli-
cara en el tiempo sino como si ve extendiera en el espacio
conceptual a partir de una especie de centro gue la critica po.
dria localizar.
Claro esté que la critica no puede ser un estudio sistensée
fico, a menos que haya en la literatura wna cualidad que le
permita serlo. Tenemos que adoptar, entonces, la bipdtesis
de gute, del mismo modo en que existe un orden de le natie
raleza detrés de las ciencias naturales, tampoco la literatura
es un agregado 0 ciimulo de “obras”, sino un orden de
palebras. En todo caso, la creencia en un orden de la nati
raleae es una inferencia que se hace a partir de la inteligibi.
fidad de las ciencias naturates; y si alguna ver las ciencias
naturales Uegaran a demostrar completamente el orden de
44 naturaleza, es de suponer que agotartan su tema, De mode
femsjante, la critica, de ser una ciencia, ba de ser totalmente
inteligible; pero 1a literatura, en la medida en gue consts
tuye el orden de palabras que hace posible la ciencia, ex en
Ja medida ex que poderos saberlo, juente inagolable do
nuevos descubrimientos criticos y seguirla siéndolo aunque
dejaran de escribirse nuevas obras literarias. De ser ash
Pues, resulta equivocada la brisqueda de un principio limi.
33‘dl n literatura con el fin de oponerse al desarrollo
ie Fact cbsaede formula cuantitativa de la titica,
a afirmacién de que el critico deberia linitarse @ "sonse-
carle” a use poemia exactamente aguello que vagamente se
Sapane' que a posts se bane peratado de "ber pues
abt”, es uno de los tantos actos de ignorante dejadez que la
sasencia de tna ertiea sstemities ba permiido prolifera.
Eva teorla cuantitation censtituye la forma litercria de lo
que, puede Wamarse 1a falacia de [a teleologia premstura
En las ciencias naturales corresponde a la afirmacion de que
un fendmeno es como es porque la Providencia, en su sabi-
duria inescrutable, lo ha decretado asi. Es decir, se supone
(que él critico no tiene un marco conceptual: su trabajo es
Simplemente tomar un poema en el cual un poeta ha em-
Butldo una especifica cantidad de bellezas o efectos y extra.
con complacencia, uno por uno.
Wet pee eee ealde dee on ta a elaborar una
poétice auténtica consiste en reconocer la critica insignif.
cante y deshacerse de ella, asi como de toda discusién sobre
lteratura que sea incepan de contribuir ¢ la consiracciSn de
luna estructura sistemdtica de conocimiento. Esto inclaye
todo el absurdo sonoro que fan a menudo encontramos en
las generalidades criticas, los comentarios reflexivos, jas
erengas ideoldgicas 7 otras consecuencias del becho de adop-
lar ion amplio punto de visla sobre un t6pico desorganiuado
Incluye también todes las listes de loz “mejores” pocmas 0
novelas o escritores, sea su particular virtud la exclusividad
o bien la inclusividad. Incluye todos los juicios de valor
accidentales, sentimentales y preconcebidos, y todo e! po-
lique literario que determina ef alza 9 la baja de la reputacién
de los poetas en una bolsa imaginaria. El rico inversionista
Eliot tras hacer caer a Milton en el mercado, lo vuelve a
comprar abora; Doxne ba aleanzado probablemente su tope
Yeoman decendr, puede que se price cere
agitacién con Tennsson pero, en todo caso, las acciones de
Shelley siguen mosérando tendencies a la baja. Este tipo de
situacién no puede formar parte de ningin estudio sistemé-
Hico porque un estudio sistemético sél0 puede progresar
34
4
i
|
todo lo que titubee, vacile 0 reaccione no es mas que babla-
durias de gente acomodada. La historia del gusto no es parte
de Ia estructura de la critica, asi como no es parte de la cen.
cia bioldgica el debate entre Huxley y Wilberforce.
Creo que si este distingo se mantiene y aplica a los cri-
ticos del pasado, lo que han dicho acerca de la critica real
ha de mostrar un esombroso grado de concordancia, gracias
al cual comenzertn a aparecer las lineas fundamentales de
un estudio coberente y sistemitico. En la bistoria del gusto,
donde no bay hechos y donde se ban fraccionado todas lat
verdades; « la manera hegeliana, en semiverdades, a fin de
filer sus bordes cortantes, tel vex sintamos que ‘el estudio
de Ia literatura es demasiado relativo y subjetivo para poder
fener nunca wn sentido coberente, Pero como fa bistorke del
gusto no tiene conexién orgénica con la critica, pued? sepa-
rarse de ella facilmente. El ensayo de Eliot, ‘The Function
of Criticism, comionza asentando el principio de que los
morumentos existentes de la literatura formen un orden
idea! entre si y no son simples colecciones de escrito: de
individuos. Esto si que es eritica y de la més fundamental
Gran parte del presente libro intenta servirle de comentario,
Su solidez se manifiesta por la coberencia gue tiene con wn
centenar de otras afirmaciones que podrian extracrse de los
mejores criticos de todos los tiempos, Luego sigue un debe
4e ret6rico que hace de la tradicién y de su contrario fucrtes
personificadas y en contienda, dignificada la printera con los
Wtalos de catdlica clésica, ridiculizada Ia segunda con el
epiteto de “liberal”. Esto es algo que se presia fécilmente
4 confusion basta gue nos damos cuenta de cudn sinaple
resulta cortarlo y desecharlo. El debate se mantiene contra
Middleton Murry, de quien se babla con aprobaciSn porque
“al se da cuenta de que bay que adoplar posiciones defini.
das y de que, de vez en cuando, bay que rechasar redmente
algo y seleccionar otra cosa”. No se adoplan posiciones de.
firides en quimica ni en filologia, y si han de adoptarse on
4a critica, ésta no constituye entonces un campo de suber
genuino. Ya que en cualguier campo de saber genuine, le
‘nica respuesta sensata al desafio de “adoptar posiciones”
BSfa de Falstalf: “ash lo hago, contra mi voluntad”. La pro-
Sid dered ncte” esta deta propia flaquezs ta fuente de
la propia susceptibilidad al error 9 al prejuicio, 9 el becho
de ganar adeptos 4 une posicién definide sélo sirve para
propagar la propia flaqueza como si fuera una infeccién,
El paso siguiente consiste en darse cuenta de gue la critica
tiene ‘vecinos muy diferentes y de que el critica debe esta.
Blecer con ellos relaciones tales que garanticen su propia in-
dependencia. Acaso quiera informarse acerca de las ciencias
naturales, pero no necesita perder tiempo intitando sus mé.
todos. Tengo entendido que anda por abi una tesis doctoral
que establece un catélogo de las novelas de Hardy basado
an el orden de los porcentajes de melancolia que contienen,
pero no creo que este tipo de procedimiento debiera acon-
sejarte, Acaso el critico guiera informarse acerca de las cien-
cias ‘sociales, pero no puede haber algo asi coma un “enfo-
que” socialdgico de la literatura. No bay razén por la cual
tun sociélaga na deberta' trabajar exclusivamente con mate-
riales literarios, pero siasi lo bace no ha de prestar ninguna
atencidn a los valores de la literatura. En su campo, es muy
posibie que Horatio Alger y el autor de los libros sobre Elsie
Sean més importantes que Hawthorne o Melville 7 que un
solo niimero del Ladies’ Home Journal valga todo Henry
James. De igual manera, el critico no tiene ninguna obliga.
cién para con los valores socioldgicos, dado que las condicio-
nnes sociales que favarecen la produccién del gran arte no
son necesariamente aguellas bacia las cuales tienden las cien-
ias sociales. Puede que el eritico necesite informarse acerca
de la religién, pero, segin las criterios teoldgicos, wx poema
religioso ortodoxo ‘daré expresién mas satisfactoria de su
contenido que uno herético: esto en la critica es absurdo y
nada se gana confundiendo los criterios de las dos disciplinas
Siempre se ha reconocido que la literatura es un producto
comerciable, siendo sus productores los escritores creativos
¥ sus consumidores los lectores cultos, con los criticos.a la
cabeza, Desde este punto de vista, el critico, segin la me-
tdfora de nuestra pagina inicial, no es mds que un interme.
diario, Tiene algunos privilegios del mayorista, tales como los
36
ciemplares gratis para las reseas, pero su funcidn, en ta
medida en gue se diferencia de la del librero, es esencialmen-
te una forma de la rebusca del consumidor. Reconozco una
segunda divisién del trabajo en la literatura, la cual, como
otras formas de construccién mental, tiene su teoria
prictica, El profesional de la literatura ¥y el productor de li
teratura 20 son precisamente lo mismo, aunque bastante se
traslapan; el tedrico de la literatura el consumidor de
teratura no son en absoluto lo mismo, aun cuando coexis-
tat en la misma persona. El presente libro presupoie que la
teoria literaria es fundamentalmente una actividad humanis.
tica 3 liberel, asi como lo es su practica, Razén por la cual,
aungue dé por sabidos ciertos valores literarios, plenaments
establecidos por la experiencia critica, no se ocupa directa.
mente de jnicios de valor. Esto reguiere una explicacion, -ya
que, a menudo, se considera el juicto de valor, 9 tal vez con
razén, como la caracteristica que distingue a la actividad
bumanistica y liberal,
Los juicios de valor son subjetivos en el sentido de que
pueden comunicarse indirecta pero no directamente, Cuando
estén de moda o gozan de general aceptacién, parecen obje.
Hivos, pero nada més. El juicio de valor demostrable es la
cuadratura del circulo de la critica literaria y de toda nueva
moda en le critica, como la moda actual de elaborado and.
isis retérico, se ba visto acompaiada por una creencia en
gue la crttica ha descubierto finelmente una técgica defini
iva para separar lo excelente de lo menos execlente, Pero
esto resulta ser siempre una ilusién de la historia del gusto
Los juicios de valor se fundamentan en el estudio dela Ii
teratura; el estudio de ia literatura nunca puede fundamen:
tarse en los juicios de valor, Decimas que Shakespeare fue
uno de ux grupo de dranraturgos ingleses que ejercieron su
oficio alrededor de 1600 y también uno de los nds grandes
poetas del mundo. La primera parte de esta proposicion es
na afirmacién de becho, la segunda un juicio de valor, tan
uninimemente aceptado que pasa por ser una afirmacién de
hecho, Pero no lo es. Sigue siendo um juicio de valor y a 2
no puede adberirse ni siquiera un dpice de eritica sistemética,
a7Hay dos tipos de juicios de valor, los comparativos y los
positives. La critica que se fundamente en los valores com
parativos se divide en dos sectores principales, segtin s2
considere la obra de arte como producto a como posesién, El
primero elabora la critica Biogréfica, la cual relacione pri-
mordialmente la obra de arte con el hombre que la escribié,
Podemos Uarsar al segundo critica tropoldgice y se ocupa
primordialmente del lector contemporineo. La critica biogré.
Fiea se interesa ampliamente en las cuestiones comparativas
de la grandeza y de la qutorided personel. Considera el
poema como Ia oratoria de su creador y se siente més segu-
ra cuando reconoce una personalidad definida, de prejerem
cia beroica, detrés de la poesta. Si no puede descubrir dicha
personalidad, trataré de proyectarla a partir del ectoplasma
retdrico, como lo hace Carlyle en sa ensayo sobre Shakes.
peare como poeta “heroico”. La critica tropoldgica trata
comparativamente del estilo y de la hechura, de la compleji-
dad del significado » de la esimilacién figurativa. Tiende a
desaprobar y empequetiecer a las pnetas oratorio: apennes
si puede tratar de la personalidad beroica En lo esencial,
anbas son formas retérica de la critica, ya que una trata de
la retérica del discurso persuasive y la’ otra de la retérica
del ormamento verbal, pero cada sina desconfia del género
de retorica de la otra
Los juicios de valor retéricos estén intimamente vincula-
dos con los valores sociales y se despachan, por lo comin, a
iravés de una aduana de metiforas morales: sinceridad, ec
oma, sutilexa, simplicidad y otras parecidas. Pero a causa
de que la pottica estd insuficientemente elaborada, surge la
felacia de la extensin ilegitima de la retdrica @ la teoria
fiteraric, La seital invariable de esta falacia es la trediciin
selecta, que ejemplifica con gran claridad la teorla de la
“oiedra de toque” en Arnold, donde procedemos a partir de
Ja intuicién de valor representada por la piedra de toque
asta un sistema que gradda a los poetas situdndolos en cla.
ses. La prictica de comparar a los poetas gracias al método
de pesar sus versos (no se trata de una nueva invencidn, ya
gue Aristéfanes la ridiculiza en Las ranas) sirve tanto @ los
58
i
inn easy
criticas biogrificos como a los tropoldgicas con et fin, princi-
palmente, de negarle el primer puesto a los poetas que el otro
grupo favorece.
Sin embargo, cuando examinanos la técnica de la piedra
de toque en Arnold surgen ciertas dudas acerca de su mo-
tivacién. El verso de ‘The Tempest: “In the dark backward
and abyss of time” (“En el oscuro fordo y abismo del tiem-
po") servirie muy bien como piedra de toque. Uno adivina
que el verso: “Yet a tailor might scratch her where'er she
did itch” (“Con todo, un sastre la rascaria alli donde le pi-
cara”) por alguna razon no serviria, aungue es igualmente
shokespeariona y es igualmente esencial a la misma obra. (Cla-
ro que una forma extrema de esta misma clase de critica ne-
goria esto, insistiendo en gue el verso ba sido interpolado por
un vulgar tinterilo), Salta a la vista que aqui esté actuando
un principio que es mucho mis altamente selective de lo que
serla una experiencia puramente critica de la obra.
A todas luces, la “clevada seriedad” de Arnold giuarda es
trecha relucién con el punto de vista segitn ef enal la epopeya
y la tragedia, por tratar de figuras de la clase dominante y
exigir ef alto estilo del decoro, son los aristécratas de las
formas literarias. Todas sus piedras de toque que se refieren
a la Primera Clase proceden de la epopeya 7 la tragedia, y se
juzgan segun sus criterias, Razén por la cual su reduccién de
Chaucer y Burns a la Segunda Clase parece estar afectada por
un sentimiento de que la comedia y la sétira deberian ran-
fonerse en el lugar gue les corresponde, al igual que los crite.
rios morales y las clases sociales que’ simbolizan. Comenza-
mos a sospechar que los juicios de valor literarios son proyec-
ciones de los sociales. ¢Por qué quiere Arnold establecer
rangos entre los poetas? Dice él gue acrecentamos nuestra
admiracién por aguellos que logran permanecer en la Primera
Clase tras haberles becho mary dificil allt la cabida. Como es
un absurdo palpable debemos ir més all4. Cuando leemos: “en
poesia, la distinciéa entre lo excelente y ta inferior... es de
suprema importancia... en raxén del alto sentido de la poesia”),
comenzumos a descubrir una clave, Vemos que Arnold estd
intentando crear un nuevo canon escriturario a partir de la
39poesia para que sirva de guia a aquellos princibios soci
64 guslera gue Ia cana reatba dele bigiGie tt ‘ORs
El tratamiento de la critic idm de
spel est rest aro. naar to ge ee tt
wvacio de poder en la critica. El estudie :
sour ls epde ot Ua critica El estudio sitomiico vole
fe erica, el anilisisretbrico proporclona parts de ia,
Fea retiiee la teorla de la critica, deberta ter la contropucie
ictiva, no baber poética, el crit :
tretuci eden ae ‘ritico vuelve @ caer en el
cosa que wna premisa mayor,
un iceber;
No es dif ver Préjuicios en Arnold porque sus puntos de
uste bon caducado: 5 un poco mis diffe aks le “clevae
da seriedad” se convi
2 convierte en “madurez” i
das en 22” 0 en algiin otro po.
fe Reaiimino de persuasion de la erica rtérias a ope
Has tule aiin mids diftcl cuando Ia vieie pregunta de
Salon dander tl 8 isla deere pasa de ag fuego
: tenece, a integrar una costose babii
sil ibliotecs
Sebieslamente consti el canon eserimears ce eae
comigg ices. Los niciot de valor retérleos gives wees
eH Forno a cuestiones de decor concepcié;
tral det decoro estriba en le diferencie arat (o7ePeiOn cen.
"Que yo
radamenite
bor el poder comunicativo de ciertos autores, por el becho de
que sean oxcuros u obscenos, nibilistes 0 reccionarios, 0 cual-
Guier otra cosa, resultan ser, por lo general, disfraces del sen
Himiento de que las opiniones sobre el decoro gue sostiene la
clase social 0 intelectual en ascenso ban de mantenerse o bien
ponerse en tela de juicio. Estas obsesiones sociales cambian
constantemente como un ventilador que gira ante una luz y el
cambio inspira la creencie de que la posteridad acabard des-
cubriendo toda la verdad sobre el arte
Asi pues, todo enjogue selectivo de la tradicién Heva siem.
pre disimulado a algin burlén ultracritico. No se erata de
aceptar Ia totalidad de la literatura como base de estudio,
pero si de abstraer una tradicién (0, por supuesto, “la tradi
cid”) y de adjudicérsela a los valores sociales contempord.
neos para luego utilizarla com el’ fin de documentar a estos
valores, Se invita al lector que tiene sus dudas a probar el s
guiente ejercicio. Témense al azar tres nombres, elabdrense las
ocho combinaciones posibles de promocién » degradaridn
(tobre una base simplificada, 0 de dos clases) y defiéndase
cada una a sit vez. De este modo, si los tres nombres esco-
gidos fueran los de Shakespeare, Milton y Shelley, la agenda
rezaria asi:
1. Degradar a Shelley, en base a que es inmaduro en the-
nica y en profundidad de pensarsiento comparadé con los
demas,
2. Degradar a Milton, en base a que su oscurantismo re-
Ligioso y su denso contenido doctrinal perjudican la ésponta-
neidad- de su expresi6n.
3, Degradar a Shakespe
cién por las ideas hace de sus dramas un reflejo
mds bien que un intento creative de mejorarla.
4. Promover a Shakespeare, en bare a que conserva una
integridad de visiOn postica que en los otros se ve ofuscada
por la didéctica
5. Promover a Milton, en base a que su penetracién en los
misterios mds elevados de Ia fe lo sitsa por encinia de la inal-
erable mandanidad de Shakespeare y de la ixexperiencia de
helley,
fo base «gue su desprecape
te la vida
416. Promover a Shelley, en base a que su amor de le li-
bertad babla més inmedtatamente al corazén del hombre mo-
derno que los poetas que aceptaron valores sociales o religion
0s caducos,
7. Promover a los tres juntos (para esto se requiere un
estilo especial que podemos llamar el estilo de la peroracién).
8. Degradar a los tres juntos, en base a le falta de pulcri-
td del exprsn inglés cnando se lo examina com eriterios fran.
ceses, clésicos 0 chinos.
Puede que el lector simpatice con alguna de estas lamadas
“posiciones” mas que con cualquier otra + se deje seducir por
el pensamiento de gue una de ellas debe estar en lo cierto 9
gue es importante saber cuél. Pero mucho antes de haber
concluido su tarea se dard cuenta de que todo el procediraien-
to implicado es una neurosis de angustia impuesta por un
censor moral » que carece enteramente de contenido. Por
supuesto, ademés de los moralistas, se da el caso de poetas
que s6lo consideran auténticos a quienes suenan como ellos
ismus, se da et caso de criticos que disfrutan baciendo cam-
patias religiosas, antirreligiosas 0 politicas con soldados de
juguete Namados “Milton” 0 “Shelley”, mas de lo que disfru.
tan con el estudio de la poeste; se da el caso de estudiantes
que tienen razones urgentes para volver superflua la mayor
cantidad posible de lecturas edificantes.
Asi pues, la dialéctica social que se aplica externamente a
la critica constituye, dentro de la critica, uma seudodialéctica
@ falsa retorica. Queda intentar definir ta verdadera dialéctica
de la critica, A este nivel, el critico biogréfico se convierte en
critico histérico. Buoluciona del culto al béroe hacia la acepte.
cidn total e indiscriminada: nada bay “en su caripo" que n9
etd dispuesto a leer con interés. Sin ensbargo, desde un punto
de vista puramente historico, los fendmenos culturales han de
leerse en su propio contexto, sin aplicaciones contempordneas.
Los estudianios como estudiamos los astros, contemplando
sus relaciones pero sin acercarnos a ellos. De abt que la critica
Rist6rica haya de completarse por una activided correspon
diente que nazca de la critica tropolégica
Podemos Wamarla critica ética, interpretando la ética no
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wisn
como una comparacién retérica de hechos sociales y valores
predeterminados sino como la conciencia de la presencia de la
sociedad. Como categorta critica, éste seria el sentido de la
presencia real de la cultura en la comunidad. La critica ética,
Por Io tanto, se ocupa del arte como de une comunicacion
del pasado al presente y se basa en la concepcién de la pose-
sidn total y simultinca de la cultura pasada. Una dedicacién
exclusiva & ésta, haciendo caso omiso de la critice histérica,
conducirta a una traslacién ingenua de todos los fendmenos
culturales a nuestros propios términos sin consideracién de su
carécter original. Como contrapeso de la critica bistorice esta-
via destinada a expresar el impacto contemporéneo de todo
arte, sin seleccionar una tradiciOn, Cada nueva moda en la
critica ha acrecentado el aprecio hacia ciertos poetas y depre-
ciado a otros, asi como hace unos veinticinco aiios of interés
areciente en los poetas metafisicos tendid a depreciar a los
roménsicos. A nivel ético podemos ver que todo aumento de
aprecia ha estado en In cierto » toda disminucién equivocada:
que la critica nada gana con reaccionar contra las cosas sino
que deberta mostrar un pausado avance bacia la comprensién
indiscrimineda. Dijo Oscar Wilde que slo un subastador podia
valorar igualmente toda clase de arte; por supuesto, tenia en
mente al critico piblico; pero incluso la tarea del critico pit-
blico, al poner los tesoros de la cultura en manos de la gente
que los quiere, es, en gran parte, una tarea de subastador. Y
si ello es cierto coms respecto a él, lo es a fortiori con respecto
al critico erudito.
Asi pues, ef eye aialectice: de tae
Siistpoleila
ca nie CORES
ionStOralsdé Tou sdatos-de“la Ucératiana: 3
conto’ el Btro laiace pration'total :de los'valores*potencidlei de
esol datos, Béte’es el nivel feal ‘de’ la'cultura'y'de'la edued-
cid libetal la iPecitdacién ‘de'la' vida ‘por.-él ‘estudioy-en él
cial tel progreso'vsistemético del saber “fluye@denityo de" ant
Progreso sistemético ‘del “gustoy del entendiniento. A este
nivel no se da la comezén por emitir juicios pesados, como
tampoco ninguno de los efectos perniciosos que resultan del
libertinaje dela cordura y que ban becbo de la palabra critico
un sindnimo de culta arpia. Los juicios de valor comparativos
3son en realidad inferencias —cuanto mas vilidas, tanto més
stlencosas— de la prdctig erica, no principe: delerados
‘que guian esta practica, El critica descubrird enseguida y sin
cesar que Millon es um pocta mis sugestivo y remunerador
que Blackstone. Pero a medida que esto salte mas a la vista,
menor serd el tiertpo que quiera perder insistiendo sobre et
tema. Ya que insistir sobre el tema es todo lo que puede
acer: cualquier critica motivade por el deseo de establecerlo
0 demostrarlo constituye simplemente un docamento més en
la historia del gusto. Sin duda, hay mucho en ta cultura det
pasido que tendré siemspre un valor coniparativamente tenue
ara el presente. Pero dado que la diferencia entre arte redi-
mible e irredimible se basa en la experiencia total de la cri-
tice, aguella nunca podré formularse tedricamente. Hay de-
masiadas Cenicientas entre los poetas, demasiadas piedras re-
chazadas de un edificio de moda que se han convertido en las
jachadas de la préxinca esquina.
Puede, por lo taxto, existir algo asi como unas reglas del
proceilimienta critica.» unas leyes —en el sentido de estruc-
turas de los fenémenos observados— de la practica literaria.
Han fracasado todos los intentos que ban becho los criticas
por descubrir reglas o leyes en el sentido de mandarsientos
‘morales que digan al artista lo que deberia hacer o baber
hecho para ser un auténtico artista, “La poesia”, dijo Sbelley,
“y el arte que profesa regular y limitar sus poderes no pueden
subsistir juntos”. No bay tal’ arte jamés to ba babido. La
Susliucién de la subordinacién +y de los uicios de valor or
la coordinacion.-y descripcién, la sustitucién ‘de “todos los
poetas. deberian”” por "algunos -poetas lo hacen” es solo un
signo de que atin no se han tomado en consideracidn todos
los hechos importantes. Las. afirmaciones criticas que Wevan
un “deben'’ 0."tienen que” en sus predicados son 0. bien
pedanterias 0 bien tautologias, dependiendo de si se tonan 0
no en serio. Asi, a un critica dramsético podrian entrarle ganas
de decir “todas las obras de teatro deben tener unidad de
accidn”. Si es un pedante, tratard entonces de definir la uni-
dad de accién en términos especificos. Pero el poder creador
es versitil y de seguro se encontrard tarde o temprano afir-
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mando que un dranaturgo perfectamente respetable, cya efi
cacia en escena se ha comprobado tina y olra vez, no presenta
a unidad de accion que aguél ba definido y, por consiguiente,
ino esté escribiendo en modo alguno lo que el critico considera
como obras de teatro. El critico que intenta aplicar tales
principios con espiritu mds liberal 0 més cauto, pronto ten-
des que aniplian ts concepcionss basta el punto, no, por ste
questo, de decir sino de tratar de ocultar el hecho de que esta
diciendo: “todas las obras de teatro que tienen unidad de
‘accion deben tener unidad de accién”, 0, més simple ¥ Hana-
‘mente, “todas las buenas obras de teatro ban de ser buenas
obras de teatro”.
En resumsidas cuentas, la critica y Ia estérica en general
deben aprender a hacer (0 que ya bio la ética. Hubo un
Hempo en que la ética podia adoptar la simple forma de
coreparar lo que el hombre hace con lo que deberia bacer,
con lo bueno. Lo “bueno” resultaba ser invariablemente
‘2quello alo que estaba acostumbrado el autor del libro y que
encontraba sancionado por su cumunidad. Los escricures elivos
de boy, aungue sigan teniendo valores, tienden a considerar
‘sus problemas de modo un tanto diferente. Pero un procedi-
miento que estd irremisiblemente fuera de moda en la #ica,
sigue atin en boga entre los escritores de problemas estéticos.
Todavia es posible para un critico definir como arte auténtico
todo aquello que le gusta y afirmar luego que aquello que no es
de su gusto no puede ser, en términos de esa definicin, arte
auténtico, El argumento tiene la gran ventaja de ser irrefi-
table, como to son todos lor argumentos circulares, pero es
sombra y no cuerpo.
‘Asi pues, las odiosas comparaciones de grandeza ban de de-
jarse a se propia suerte, ya que atin cuando nos sintamos
obligados a asentir en ellas siguen siendo lugares comunes
improductivos. La real preocupacidn del critico evaluador tiene
que ver con el valor positiva, con el hecho de que el poema
sea bueno o por lo menos genuino, mas bien que con la gran-
deza de su autor. Esta critica produce el juicio de valor directo
del buen gusto informado, la prueba del arte en el pulso, la
disciplinada reaccién de un sistema nervioso sumamente or-
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