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Docente westigador del Centro de Estudios en Historia (Cots) dela Universidad Bxrernado de Colombia (Bogocé) y becario posdoctoral del 1Pea (Instieuro Francés de Estudios Andinos) Historiador de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medella(pregrado), la Universidad de Borgoria (DEA) y la Universidad Pars 1 Panceén-Sorbona (doctorado). Es aurr, entre otros, del Iibro Un meso vena: gergrafla pltica, patime y diplomacia darante liner an Nusws Granada, ‘Universidad Externado, 2010 y editor de las acts de los Colegios Blecrorales y Consticuyences de Candinamarea y Antioquia, 1811-1812, Lar asamblsconttnents dela Indsendenia, Universidad Bxternaco!Corte Consteucional, 2010, Resumen Entre la Repsiblica de Colombia (1819-1831) ¥ los gobiernas revolucionarios de Haité no exis- tieron propiamente relaciones que puedaa Ll smarse diplomsticas. Por ello, més que tecons- truir los pormenores de aquellos vinculos difases, este ariculo busca explicar una lejania {que puede resultar a primera vista incompren- sible. Para lograrlo, se analiza comparativamente ‘a parurleza de amas evoluciones, sf como las cstrategias empleads por uno y oto eégimen en, la bisqueda del reconocimienro de Estados ‘Unidos y las pocencias europea Palabras clave: Revolucién de independencia, Replica de Colombia, Hs Fecha de secepcin: noviembre de 2010 dliplomacia, eeconocimiento, Fecha de acepeacdns ‘enero de 2011 Colombia and Haiti: History of a Misunderstanding (1819-183 1) Daniel Gutiérrez Ardila Research professor at che Center for Historical Scadies (Cet) ae the Universidad Extermado de Colombia (Bogots) and ira (Instituto Francés de Escudios Andinos) post-doctoral grant holdet. Obeained a B. A. in history from the Universidad Nacional de Colombia, Medellin campus, DEA from the Universidad de Borgotta and a Ph. D. from the University of Paris 1 Pancheéa- Sorbonne, Publications include Un muta rei: gugrafspaltica, pacisma 9 diplmacia chante inte. ‘rego on Nasa Granada, Universidad Exeernado, 2010 and editing che minutes of che Colegios Electorles y Constcuyentes de Cundinamarca y Antioquia, 1811-1812 (Ler asamblascnstitger- ‘es de la Independencia, Universidad ExteroaCorte Constitucional, 2010). Abstract [Relations between the Republic of Colombia, (1819-1831) and che revolutionary govern- ments of Haiti were noe precisely diplomatic, ‘Therefore, rather than reconseructing the details of eos diffuse links, cis acicl seeks co explain adistance chat mighe soem incomprehensible st firs sight. To this end, it compares the navure ofthe ewo revolutions, as well a che strategies employed by che two regimes in the seach for recognition by the United States and the European powers. Key words: Independence revolution, Colombia, Hait, diplomacy, recognition, Final submission: "November 2010 Ac 7 January 2011 Colombia y Haiti: historia de un desencuentro (1819-1831) Daniel Gutiérrez: Ardila LUN DISTANCIAMIENTO PARADOJICO acia mediados de 1819 las auto- Hiss de la repiblica de ‘Venezuela establecieron comuni- ‘acién con la corte del rey Christophe. En efecto, el 9 de agosto el vicepresidente Francisco Antonio Zea comunicé al mo- narca de Cabo Haitiano la decisin que habya tomado “acerca de que alli fuesen Jntroducidos los afticanos” que aprehen- dlicran los buques de guerra y los corsarios del Estado, No obstante la respuesta posi- tiva obtenida poco después, el Congreso condené aquella iniciativa por considera ‘que, lejos de ser titi, “iba a comprome- ter la Repiblica con varias naciones, y par ticularmente con rancia”." Asimismo, tun testigo califcado asevers que el cuerpo mas aguerrido de los que participaron fen la liberaci6n de Nueva Granada (el batallén Rifles) estaba compuesto en su ‘mayoria “de negres franceses de Santo Do- ‘mingo”.* Gracias a Paul Verna se sabe que * Actas del Congreso de Venezuela del 22 de coctubeey del 15 de noviembre de 1819, en Actas, 1988, pp. 238-289 y 256-257, * Bareio a Simano, Papa, 19 de lio de 1819, en ride, Batalla, 1969, pp 89-87. Ta presencia de los ines ena rops que combatiron en Boyack ‘Secuencia (9) Juan Bautista Arismendi, entonces vice- Presidente de Venezuela, escribié al rey Christophe el 14 de septiembre de 1819. solicitando su proteccién y anunciando el despacho de una misién diplomatica que iba a ser confiada al coronel Mariano ‘Montilla. Arismendi enuncié claramente en su oficio el rumbo que debfan tomar las relaciones que entonces se procuraba entablar convenientemente: a amisady comerco con todos los Estados, pero especialmente aquells que se han esca~ blecido en esta pare del globo descubiesra por Colén {,.] son a la verdad los canales por donde podemos adquisie recusos para terminar la guerra desoladora que nos hace €l gobierno espaol, quebrantande rocas las leyes, usos y pricticas canonizadas entre los pueblos culos civilizados> A finales del afi las autoridades de la recién creada Repiiblica de Colombia con- tinuaron su “correspondencia oficial” con «5 confirmada por un ofcio de Garcia Vallcilo ‘ey, Cartagena, 10 de octubre de 1819, en iid, p. 289-291. 5 Arismendi as maja ey de Hit, Angos- crm, Ide septiembre de 1819, en Verna, Pan, 1970, pp. 390-393. nim, 81, septiombre-diciembre 2011 el Reino de Haiti. Asi lo anuncié José ‘Rafael Revenga en el mes de noviembre a Fernando Pefalver y a José Maia Vergara, guienes hubian pasado a Londes con in de promover los asuntos del nuevo Estado en Europa. El gobierno de Angos- tara continua alimenrando enconese proyecto de enviar un “plenipotenciario” ‘ala corte de Christophe en busca de auxi- lios pecuniarios, armas y municiones.* Fue despachado efectivamente el agente Ge Colombia a Cabo Haitiano? Ninguna informacién ha sido hallada al respecto. Sea como fuere, el suicidio del monarca én octubre de 1820 fruste6 la consolida- cin de cualquier tipo de alianza entre ambos Estados. Como se veri a lo largo de este arti culo, el entusiasmo demostrado por los revolucionarios de la Tierra Firme en 1819 cedié pronto su lugar a una distancia es- ‘tratégica que se mantuvo durante los diez afios de existencia de la Reptiblica de Co- Jombia, En consecuencia, las autoridades de Bogotd prescindieron de establecer re- laciones oficiales con los haitianos, y elo a pesar de la solidaridad que cabia espe- rar entre unos regimenes revolucionarios fronterizos, casi contemporsineos y que enfrentaban dificultades muy parecidas en Ia biisqueda del reconocimiento de su independencia por parte de las potencias ceuropeas. Desde el comienzo de la revolucién en la Tietra Fitme, Haiti habia ofrecido a los insurgentes neogranadinos y venezolanos “ Revenga a Pesaler y Vergara, Angoscrs, 16 {e novembre de 1819, en Azcivo General de Na ‘in de Colombia Bogor (en alan Ac), fondo ‘Ministerio de Relaciones Exteriors (ns), Dele ‘cies, Tensferencia 2 (en adelante D2), . 300, £33. 70 un reixgioestratéigico y un buen mercado ‘para la compra de articulos militares. To- do indica que ello fue asf hasta 1820, cuando el aprovisionamiento de armas se ‘A partir de entonces, los éxito de los revo- Iucionarios en la guerra contra los espa~ fioles suscitaron una transformacién en la ‘manera de encarar las relaciones exteriores de la replica. El acrecentamiento del poder de los independentistas y la regula~ rizacién de su gobierno llev6 a estos a rehuir alianzas que, como la de Haiti, eran ‘ms propias para ayudar a sobrellevar una ‘guerra irregular que para consolidar inter- rnacionalmence un ségimen. Fllo explica «que las autoridades colombianas desistie~ ran de oficializar sus relaciones con Puer- to Principe y se concentraran mas bien en a biisqueda del reconocimiento diplo- mético por parte de Estados Unidos y Europa, Cotom1a ¥ LA CUESTION DEL RECONOCIMIENTO EUROPEO La fundacién en 1819 de la “colosal repai- bblica” de Colombia -como la llamé Fran- cisco Antonio Zea en un fumoso discurso— mareé el comienzo de una transformacién ‘mayéscula en la politica exterior de los > José Manuel Reseepo refiere que a medals 4d 1819 el mexicano Miguel Sunramaria regres de Js misin que lo rebeldes de Veneouca le aban confiado en Hait con un cargamenta de 1000 fis les, Restrepo, Hii, 1838, pare rerers, cP. 1 Paul Vera da cuens, asimismo de as ds comisio- tet que sei el inglés Juan Berto Elbers del gobierno colombiano pars pasur a Posto Principe y guts fuses y peovisiones para el eecito, Veen, Pest, 1970, pp. 394-397 Dawe Guniénnez ARDILA revolucionarios de la Tierra Firme. De- Cisivos triunfos en la guerra contra los «spatioles permitieron la unificacién pro- sgesiva, bajo un mismo gobierno, de un territorio verdaderamente extenso, con poblacién y recursos significativos. Bl quiebre qued6 plasmado en uno de los capitulos de las instrucciones otorga~ das por el secretario de Relaciones Ex- teriotes de la repiblica a finales de dicho afio a los agentes en Estados Unidos y Europa: ‘a cuesti6n de Ia independencia de una raciGn es una cuestin de hecho: cuando un pueblo puede hacer resperar sus instiucio- es exterior ineriormence y que su gobie- no sei en eercicio de todos los ateibucos de la soberania, aquet pueblo es, sin dud, inde- ppendient yes nacin. Entrar en pactos con ella, arreglar su comunicacién reciproce, consti ali personas que peotean les ince reses dela nacin que conscicaye y la epre= sence ante magistrades de dicho pueblo, someterse a una necesidad a que da lugar el comercio que haya o pueda haber entre los dos pueblos, proveer su propia convenien- cia par lo fueuro , como civilizads, exten der la sociedad de las naciones. Las anigues smandbatarios del pueblo elevado a nacién, no tienen mis derecho de quejarse de In exis fencia de aquellos pacts y arreglos que de su incapacidad pata impedir que aquel pue- bio encease en ejrccio de la soberania, Todo gobierno esc obligado a promover Ia pros- peridad de sus constiayenes y aquellos pc tos cooperan a ello. Su estipalacién se lama reconocimiento de Ia nueva nacién y una estipulacién no debe ser motivo de gue- ‘a justa, De modo que al demandar vues- ‘a excelencia aquel reconocimiento de pare de as naciones, adonde va dipurado, deman- dla solamence la declaracidn de una cues- ‘6a de hecho y que puede importar al que declara® Como la existencia politica de Co- ombia no depenclia de los favores de nin- guna potencia, era natural que a la hora de solicitar su reconocimiento en el ex- ‘tranjero sus autoridades descartaran con~ ceder cualquier privilegio susceptible de deslucit Ia dignidad a que se habia ele- vvado la repablica. Bn consecuencia, los iplomticos colombianos se abstendrian de negociar tratados de comercio que no tuvieran por base "la igualdad!” en cuanto fuere posible y “la reciprocidad més es- tricta’. Tanto Francisco Antonio Zea como Manuel de Torres fueron notificados de quella diteceriz que debfa convertise con el tiempo en una coherente politica de Estado. En vircud de sus instrucciones, ambos quedaron en la imposibilidad de conceder privlegio de ninguna clase ni dis- ‘minuciGn de derechos, ni faculeades con res- pecto a matineros, desertores, ni aunilios a baques mercantes 0 de guerra, ni ninguna cosa que no sea comin, reiproca y relati= vamence jgual a ambos contratances y que ‘no conviniese 2 Colombia conceder 0 ex- tender a las demés naciones con quienes No obstante, las autoridades de Co- Jombia no fueron verdaderamente conse- ‘cuentes con sus protestas de acministrar ls relaciones exteriores con base en una * Inseraccones dada a Francisco Antonio Zea « instucciones adicionalescomunicadas « Manvel “Torres, Angosura, 24 de diciembre de 1819 y junio 14 de'1820, en AON, mat, D2, «244, £ 315, 7 ©1236 19s "Wid ‘CoLoMeis y Hart: HISTORIA DE UN DESENCUENTAO (1819-1831) a éetita reciprocal sino hasta después dl fracaso de la importante misién remi- tida a Espafia en 1821. En efecto, para asegurar el éxito de aquella misién verda- deramente capital el gobierno revolucio- nario se mostré dispuesto a quebrantar rnotablemente sus principios diploméci- 0s. Ello e explica por las ventajas incom- parables que podian obtenerse de un ave- rnimiento con Espatia: el reconocimiento de la independencia por la corte de Ma- dlrid habia de significa no s6lo el fin de la _guerra onerosa e incierta que arruinaba al ‘pais, sino también la entrada inmediata cle Colombia ala comunidad de las nacio- nes. En efecto, las potencias todas enta~ blarfan prestamente relaciones oficiales con la repiblica, una vez que la antigua metrépoli hubiera sancionado debi- dlamente su existencia. Bl gobierno de Bogota conseauiria asf de golpe y en con- junto lo que de otro modo podlia costarle miiltiples negociaciones particulares, inmensos sactificios y un tiempo dilatado. Tas circunstancias de la misién a Es- ‘pafia eran ciertamente propicias: en 1820 Ja revolucién de Riego habia restableci- do la Consticucién de Cidiz y frustrado el envio de ejécitas de refuerao a América Ademis, los creadores de Colombia podian fundadamente esperar legar a un acuerdo con los liberales espafioles, _maixime tras la firma de un armisticio de seis meses de duraci6n y de un tratado de regularizacién de la guerra en la ciudad de Trujillo el 27 de noviembre del afio ‘mencionado.* Por la importancia de los resultados que podia arrojar la misién cerca de la corte de Madrid, es compren- sible que el gobierno revolucionario se * Restrepo, Historia, 1858, pare tercers caps. 1 y2 ‘mastrase dispuesto a hacer sacrificios de envergadura. Las instrucciones otorgadas por Bolivar y su ministro a los enviados José Rafael Revenga y Tiburcio Echeverria, ‘demuestran que el Libertador estaba dis- [puesto a ceder eventualmente a Espaia el *depattamenco de Quito” o el istmo de Panam a cambio de un tratado de paz “honroso y glorioso”, esto es, de un reco- nocimiento expreso, de In absoluta independencia, iberead y soberania de Colombia como una replica 0 Estado perfectamente igual a codos los demés Estados soberanos e independien- tes del mundo, con la renuncia expresa y bien significada de parte de la Espaiia, su pueblo y gobierno por si y sus sucesores a cualquiera titulo, derecho y pretensidn de propiedad o soberania sobre el todo y cada tuna de las pares que forman la replica de Colombia? En consecuencia, las autoridades revo- lncionarias se mostraron contearas a entrar en cualquier clase de federacién con la corte de Madrid, mas no descartaban la firma de un tratado de confederacién defensiva y ofensiva con ella. A cambio de la paz y el reconocimiento, el gobierno colombiano estaba dispuesto, asimismo, a.conceder grandes ventajas comerciales & Espafia e incluso a abseenerse de inmis- cuise en las contiendas del continente, reconociendo y garantizando la soberania, dela peninsula sobte México y los dems paises americanos que no alcanzaren la paz ¢ independencia por si mismos."° ° Las insrecones para amis a pai, 24 de nero de 1821, se encseneran en AGN, MAE, BT2, 115, 6.713. Did. Dawe GuméAnez ARDLA La importancia de las instrucciones confiadas por Simén Bolivar a Revenga y Echeverri saltaa la vista. Fllas muescran, de un lado, que la parce suscantiva de Colombia era aquella compuesta por los departamentos de Cundinamarca y Vene zuela, y, del otro, que atin a comienzos de 1821 se crefa posible una cohabitacién pacifica enere la reptiblica y los reinos Americanos ligados a Espatia Los pormenores de la infructuosa mi- sin cerca de la corte de Madrid no serén analizados aqui." Baste decir que los agentes de Colombia llegaron a Cadiz el 14 de mayo de 1821 y que permanecieron fen la peninsula hasta el 2 de septiembre del mismo aiio, fecha en que emprendie- ron su viaje a Bayona tras ser expulsados del reino.'? Entre tanto, la incorporacién ‘de Maracaibo a la replica y a batalla de Carabobo, asi como la expedicién de la Constitucién de Ciicuta habian consoli- dado la posicién de los revolucionatios. De hecho, al enterarse de aquellos triun- fos capitales, el ministro de Relaciones Exteriores Pedro Gual escribi6 a Reven- gay Echeverria —que suponia atin en ‘Espafia— pam indicarle que habia cesado el tiempo de hacer “sacificios onerosos a la repiiblica”: en adelante, los agentes debian dar a conocer los progresos de las armas libertadoras y limitarse a pedi el tecono- cimiento de absoluta independencia de Colombia, sin comprometer esta vez la integridad del territorio, “comprendido cn toda la extensién de la antigua capica- "1 Vease, al respecto, Zubieta, Apumtacion, 1924, "2 Revenga y Echeversa al ministro de Estado y Relaciones Exteriors, Cid, 16 de mayo y Bayona, 18 desepiembse de 1821, en AGN, ME, 2,115, 58 796. CCoLomeis ¥ HAMT: HISTORIA DE UN DESENCUENTRO (1819-1831) nia general de Venezuela y virreinato de ‘Nueva Granada”."? ‘Como puede apreciarse, la nueva situa- ‘cién militar y diplomatica de la repablica significé el comienzo de una nueva era en sus relaciones exteriores. José Rafael Re- ‘venga lo comprendié también ast y a su segreso de Europa describis el fenémeno con gran agudeza: Por foreuna han cesado aquellas circunstan- cas en que para disminuit los males de la _guereay para hacerla con mayores ventas ‘os era forzoso retary proponernegociacio- nes que, aunque rada en realided prometie- sen de si, aunque nos hiciesen retrogradar cen ls estimacion de las naciones, presentin- cdones como menesterosas de elas, produ- ‘ian otos bienes de no menor importancia, Concluida nuestra guerra, como ya debe considerarse, y concluida sin auxilo ningu- no extrafo, nuestro reposo y nuestra Futura prosperidad requieren que no formemos fttos eratados que aquellos cuya utilidad fuaere de suyo evidence." Helga decir que, a partir de enton- ces, el gobierno de Bogoti se mantuvo fiel alas directrices que se habia impuesto en sus relaciones con el exterior. En efecto, Ja conclusién de los tratados de amistad yy comercio con Estados Unidos (1822) y ‘Gran Bretafa (1825) se consiguié sin otor- ‘gar unilaceralmente favores parciculares ‘ni sacrificar en nada la estricta recipro- cidad deseaca, En cuanto a Espafia, es menester indicar que la Reptiblica de Gual a Revenga y Beheverra, Rosario de ‘Cécwa, 15 de ocebre de 1821, en ii, 305, " Revengs al seceatio de Eso y Relaciones LExteriores, Honda, 8 de marzo de 1822, en ibid, £283 73 Colombia, fel a sus principios, evité casi sisteméticamente toda negociacién inde- corosa, lo que la Ilev6 a prefri la rupeura ‘un reconocimiento indigno. Y digo casi Porque en 1828 Simén Bolivar autoriz6 1 José Femnéndez. Madrid, a la sain emba- jador en Loncles, a oftecer a Fernando VII, nombre de todas las repsiblicas ameri- canas y a cambio del reconocimiento, 20000 000 de pesos fuertes para su bol- sillo ecteto. El proyecto era de la aucoria de mister Lamb, agente brténico en Ma- dtid, y fue reromado por el Libertador quien por supuesto prescindi de venti- lar el asunto con los gobiernos del con tinente— en momentos en que Colombia estaba sumida en una profunda crisis. En ‘aso de que no fuera secundado en su ini- Ciativa, el gobierno ce Bogoté estaba dis- ppuesto a gascar en la transaccién hasea 6 000 000 dle pesos." Siguiendo las ins- teucciones que Je fueron confiadas, José Ferndndez Madrid encargé la negocia~ cidn secreta al diplomitico estadunidense ‘en Madrid Alexander Everett, quien se ‘entrevist6 para tal efecco en dos ocasiones con el ministro don Manuel Gonzalez Salmén y le sometié la propuesta del mo- do siguiente: BI ministro colombiano en Londees me ha pedido que intime a vuestraexcelenciacon- ° Feenioder Madea Alexander Eveect,Lon- rs, Bele orb de 1828, y estes agul, Mai, 30 de diciembre de 1828, en Archivo Restrepo -Bogo- ‘h(n adelane at), fondo 1, vol 12, fe 87-88 y 92-96; Fenndex Madrid l ministo de Relaciones terior de Colombia, Londres, enero 21 de 1828, 1 AGN, NE, DT2, 307, £161; Thomas Farmer a Fernindee Made, Madi, 12 de noviembre de 1828, en iid, Delegaciones,Tanfeenca 8 (en a= lane tr) x 508, carpets 15, f. 69-66 74 fidencialmente hallarse dichos Estados dis: puestos en la actualidad a hacer algunos sacrifcios pecuniarios para consegui este ‘objeto, que por tantas motives deben cesear ambas partes beligerances. Estos sacrifici no deberin oftecesse como indemnizacién de una soberania de que dichos Estados se consideran en posesin, y que tampoco el gobierno de su majestad miraria como un, objeto de ajusteo de compesicién, pero se hha como pagos, de a nauralea de aque los que suelen hacese los Estados indepen- dliences cuando se concluye una paz para ‘cubrr los gastos de a guere y para fcilcar el arreglo de ls condiciones." La sutil distinci6n que el ministro esta- dunidense se esfore6 por establecer entre indemnizacién y reparacién era mera- ‘mente retérica. En la prictica, el gobier- no vacilante de Colombia habia acepeado fn su ocaso comprar la paz y el reconoci- ‘miento de Espafia. No obstante, la sitwa~ Cin critica de Hispanoamérica en aquel entonces suscité en el gabinere de Madrid la esperanza de recuperar sus antiguos dominios y generé un rechazo tajante al proyecto." Tras aquel breve intento de indemni- ‘acién, las autoridades de Bogoré retoma~ ‘on sus antiguos principios de dignidad yy reciprocidad. La disolucién en 1831 de la “colosal reptiblica” no significé mayo- tes cambios en una politica que los gobier- race de cata de Evert al ministro Sal- ‘Mc 22 de diciembre de 1828, en A, feodo 1%, wo. 12,688, ° Reminder Mads al ministro de Relaciones Exteions de Colombia, 23 de febrero de 1829, en ii, 6. 91-92. Arial isereo en el Time del 3 de enero de 1829, en AGN, MBE, D8, caja 731, carpe- 233,686 Dante GuTIeRREZ ARDILA nos neogranadinos prosiguieron con una coherencia sorprendente. En efecto, s6lo hasta el 12 de agosto de 1881, cuando lun representance de los Estados Unidos de Colombia firmé en Paris un tratado de amistad con Espafia, se reanudaron los vvinculos con la antiga metrépoli® Asi, pparad6jicamente, el gobierno de Bogoti, «que habfa sido en la segunda década del siglo xix el centro de la diplomacia his rnoamericana y el primero en entablar rela- Aca del Conseo ondiaro de gblerno del 13 de marzo de 1826, Acnordss, 1988, p. 136, y "Colombia y Hail, Gost Cloie, in, 235, 16 de abel de 1826, Bogor Dacre del vicepesidente Senander del 6 de noviembre de 1826 y ofc de Juan Salvador Narez al secretario del Despacho de Guerra, Caragena, CCoLomats ¥ Harr: HISTORIA DE UN DESENCUENTRO (1819-1831) después falleci6 el coronel Narviez, apa- rentemente “por el precipitado viaje que emprendié desde Cartagena por Panamé y Buenaventura hasta Tunja en alcance del Libertador para presencarleel acta de quella plaza de 29 de septiembre” ”? COLOMBIA Y LA REPOBLICA HAITIANA En el Consejo Extraordinario de Gobierno del jueves 8 de julio de 1824, Pedro Gual, secretario de Relaciones Exteriores de la Replica de Colombia, ley6 una repre- sentaci6n dle Jean Desriviéres Chanlacte, «quien con el feulo de enviado del gobier” rho de Haiti acababa de llegar a Bogots. Educado en Francia y tras desempefarse ‘como secretario de Petién, el agente hacia las veces por aquel entonces de director de la Imprenta del Estado.” La intencién, del diplomatico era negociar una alianza ofensiva y defensiva, asf como arreglar las relaciones comerciales entre ambos Es- tados. Allentrar en contacto con las auto- sidades colombianas, Destvigres Chanlacte habia creido conveniente presentar varios documents en los que const que Si mén Bolivar, siendo jefe supremo de ‘Venezuela, habia buscado ya contraer tra~ tados de amistad y alianza, La cuestién fue juzgada por el Consejo de gobierno como en “extremo delicada”, pues la pro- puesta del enviado haitiano'no podia ser rechazada sin incurrir en una clara mues- ‘eae ingratitud, en vireud de los auxilios 7 de occubre de 1826, publicndos en Ia Gora de Colombia, nis. 265 y 268, nspectivamence, 12 de soviembrey 3 de diciembre de 1826, Bogoct St Necologa", Gade Calbia, rtm, 289, 29 de abil de 1827, Bogors 9 Vero, Pain, 1970, p. ALL. 83, ue el presidente Alexandre Petién habia prestaco a la revolucin de la Tierra Fitme. Sin embargo, la suscripcién de tratados tid Acta del Consejo oninaio de gobierno del June 12 de jlo de 1824, en AGN, Libro manecr- tos, leg. 24, £ 117s. El oficio de Pedro Gual « Deativitres Chanlate, Bogor, 15 de julio de 1824, se encuentra en el AGN MRE, DT, «244, £82, Fae reproducido en la Gaza de Culombi, ain. 170, 16 de enero de 1825, Bagot, y Vera, Pei, 1970, pp. aud. Dawe Guménrez AROLA tividres Chanlatte pudiera resulta ttl al representante en Londres y facilitar sus sgestiones en Europa.” Asi, el rechazo a establecer relaciones oficiales con los hai- tianos debia demostrar la moderacién del gobierno de Bogota y su interés en ale- jarse de toda maniobea susceprible de enc- ‘mistarlo con las potencias europeas.™™ Esta actitud era concordante con la clase de la revolucién que “el partido de los libertadores” pensaba haber realizado cn la Tierra Firme y cuya imagen se esfor- zaba por difundir en el exterior. A este respecto resulta de sumo interés el oficio cen que Pedro Gual, ala sazén secretario de Relaciones Exteriores, instruy6 al agente confidencial de Colombia en Francia para aque difundieea “ideas exactas del origen, progresos y éxito” de la revolucién de la Tierra Fisme. Segtin el ministro, ella no habia debido su estallido “al amor ince~ sante de las novedades”, sino a la “robus- tez fisica y moral” alcanzada por la ‘América espafola y al vinculo degradante {que la metrépoli se habia empefiado en ‘mantener. Por ello, la revolucién que habia dado origen’a Ia Repiiblica de Colombia no habia suscitadoerastomos como los de Francia: > Gual a Manuel José Hureado, Bogoe, julio 19 de 1824, en AGN, nike, D2, 300, £ 90%. > Respraien a cea eriminacones baa por un peridico londinense, los edactors dela Gace Colla nega quel geen de Boots se bie resirdoa econocer Is independence hit. Sein expicaoo, las auoeidades de a sep blica se Iabian most contrarian soa ser bircon isla ue aliarzadefensiva. No obsane, os hechos posterioees dejan sin fandameno aquella dis- ‘inci espcioss entre reconacimiento alana, Pare no oficial” Gata de Cali, ie. 210, 25 de octubre de 1825, Bogons Ta expres es de Mejfa, Racin, 2007 El espanto que han dejado en Europa sqoe- los desérdenes ha hecho temer los mismos resultados de todas las revoluciones. Esto pod ser quiz4 aplicable a aquella parte del ‘mundo en donde se agian con calor las t0- sas més abstracts de libertad civil y eli- Bios. En América la dscusin de eseas teo- «fas esc cemplada por la dela independencia que es el objeto primero de la actual con- tienda, El deseo de asegurar esta iltima ha ‘induc alos pueblos americanos a adopear quella mocerada porcién de libertad de que los hacen susceptible el estado de su iustra- cidn y la experiencia de sus suftimientos peados Las autoridades colombianas se esfor- zaron por hacer coincidir la politica exterior de la repiblica con el tipo de revolucién que pensaban haber realizado, abstenién- dose siempre (con la notable excepcién de Ja guerra del Pert) de participar en con- flictos armados situados por fuera de las fronteras del pais. Ast sucedi6, por ejem- pio, eras la provocacién de las tropas hai- tianas del 21 de enero de 1822: en dicha fecha, y por orden del presidente Boyer, estas invadieron la ciudad de Santo Do ‘mingo, que desde el I de diciembre ance- rior se habfa declarado parte constitutiva ‘de Colombia.® Otro buen ejemplo de la Pedro Gual a José Maria Lanz, Bogost, 9 de noviembre de 1824, en AGN, MRE, D2, 250, 36. La noticia de la agregar dl Santo Doosin- _go espaol a Colombia se canoe en Bogor a prin ips cle enero. Apaenterente, ln toma de dicho teritoro por las eropas haitiaas so se conacé fe alment a rales del af, wwe Gate de Camb, rime 15 y 63,27 de enero y 29 de diciembre cle 1822, Bogoc. A este respecto resulta uy inceee- sane el olco que Jone Nair de Céceres dirgié ‘COLOMBIA Y HIT: HISTORIA DE UN DESENCUENTRO (1819-1831), 85,

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