You are on page 1of 200
MEDITTACION SOBRE LA IGLESIA I eealersxenes Mons. RICARDO BLAZQUEZ HENRI DE LUBAC Meditacion sobre la Iglesia Nueva edicién revisada Presentacién de Mons. Ricardo Blazquez ENCUENTRO Titulo original Méditation sur VEglise © 1953 Editions Montaigne, Paris © 2008 Ediciones Encuentro, S. A., Madrid Traducci6n Lazaro Sanz Disefio de la cubierta: 03, s.l. - www.o3com.com Queda prohibida, salvo excepcién prevista en la ley, cualquier forma de reproduccién, distribucién, comunicacién publica y transformacién de esta obra sin contar con Ja autorizacién de los titulares de la propiedad intelectual, La infraccién de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y ss. del Cédigo Penal). El Centro Espafiol de Derechos Reprogréficos (www.cedro.org) vela por el respeto de los citados derechos. Para cualquier informacién sobre las obras publicadas o en programa y para propuestas de nuevas publicaciones, dirigirse a: Redaccién de Ediciones Encuentro Ramirez de Arellano, 17-10.*- 28043 Madrid Tel. 902 999 689 www.ediciones-encuentro.es {INDICE Presentacién de Mons. Ricardo Blazquez ................ 7 Capitulo I LA IGLESIA ES UN MISTERIO .............0..20005 37 Capitulo II LAS DIMENSIONES DEL MISTERIO ................ 75 Capitulo III LOS DOS ASPECTOS DE LA IGLESIA UNA ......... 109 Capitulo IV EL CORAZON DE LA IGLESIA Capitulo V LA IGLESIA EN MEDIO DEL MUNDO ............. 185 Capitulo VI EL SACRAMENTO DE JESUCRISTO ..........000008 226 Capitulo VII IGLESIA MADRE ...... 0.0.0... ccc cceee eee eeceeeees 259 Capitulo VIII NUESTRAS TENTACIONES RESPECTO DELAIGLESIA 2.0.00... 0.00. cceeee cece eeeeeee 300 Capitulo IX LA IGLESIA Y LA VIRGEN MARIA .....0.......0.05 335 Presentacién SIGNIFICACION PERMANENTE DE UNA «MEDITACION SOBRE LA IGLESIA» Mons. Ricardo Blazquez El padre Henri de Lubac murié a la edad de los grandes patriar- cas: colmado de afios y sereno fue a reunirse con el Sefior y los suyos. Habia nacido en 1896 y atravesé el umbral de la muerte en 1991. Su larga vida ha sido fecunda en trabajos y frutos, en dolores y esperanzas cumplidas. Durante las pruebas supo, en silencio y sin desfallecer, continuar buscando la verdad; y le llegé también el reconocimiento. Las crisis acrisolaron su autenticidad, ya que la verdad padece pero no perece (santa Teresa de Jestis). Existe una sabiduria genuinamente evangélica que consiste en saber esperar humilde y pacientemente, decidida y laboriosamente, ya que en la peregrinaci6n cristiana «todo consiste en saber esperar» (hermano beato Rafael Arndiz). «Todo el que se enaltece sera humillado, y el que se humilla sera enaltecido» (Le 14,11). 1. La persona y la obra Dos crisis marcaron particularmente su vida. La primera lo envolvid con dureza y oscuridad desde 1950 hasta 1953; fue pre- sagiada con ocasién de la Congregacion general de 1946 reunida en Roma para elegir prepdsito general de la Compaiifa, consumada Meditacion sobre la Iglesi en 1950 (la enciclica Humani generis es del 12 de agosto de 1950) y prolongada hasta 1953. En ese tiempo se le pidié cesar en toda actividad docente, no decir nada a nadie y proseguir su trabajo: «Es lo que hice», dira después él. Las tinieblas de estos aiios fueron iluminadas con el nombra- miento como perito de la Comisién teoldgica preparatoria del con- cilio Vaticano II. Por el periédico La Croix se enteré de su desig- nacién y de la del padre Y. Congar. Recuerda con ternura la carta de su madre, que murié también nonagenaria: «Ruego a nuestro Sefior que te conserve en la humildad»2, Padecié la segunda crisis a raiz del Concilio con el espectaculo de la «contestacién» y con las orientaciones preocupantes que algunos habian emprendido. A propésito de esta situacién diré en 1985: «En cuanto a la crisis de la que todo el mundo habla, creo que no podemos darla por terminada, a pesar del impulso verdadera- mente espiritual nacido del Concilio y a pesar de algunos prome- tedores despertares. Y digo esto por muchas razones. Una de ellas es tipica de toda crisis espiritual. Después de una primera fase anar- quica, destructora y revolucionaria, en la que soplan vientos de ' Henri de Lubac, Memoria en torno a mis escritos (ed. original Namur 1989), Ediciones Encuentro, Madrid 2000, p. 151. «Durante todo el asunto, que he expuesto a grandes rasgos y que duré tantos aiios, jamés fui interrogado, no tuve una sola entrevista sobre el fondo de las cosas con ninguna autoridad romana de la Iglesia o de la Compaiiia. Nunca me comunicaron cargo alguno de que me acu- saran. Aparte la firma que puse al pie de la misiva al Papa, enviada por el claustro de profesores de Fourviere en 1951, en las condiciones que ya he dicho, nunca me pidieron cosa alguna parecida a una ‘retractaci6n’, explicacion o sumisién concre- ta» (pp. 167s. cf p. 239). Cf. H. U. von Balthasar, Henri de Lubac. La obra orgd- nica de una vida, Ediciones Encuentro, Madrid 1989, 13s. 2 Memoria en torno a mis escritos, 383. Lo mismo le habja comunicado cuan- do fue elegido miembro del Instituto de Francia. H. de Lubac ¢ Y. Congar serian mas tarde nombrados cardenales; y ambos pidieron no recibir la ordenacién epis- copal, impartiendo asf una nueva leccién de eclesiologia, ya que dada su edad pro- vecta no podian desarrollar el ministerio correspondiente. Presentacién locura, sobreviene una segunda fase, en la que la revoluci6n, ya ins- talada, se hace autoconservadora, bloqueando el camino para un futuro mejor orientado. Duefia de numerosas posiciones, comien- za a segregar estructuras de autoconservacién», También percibié, al final de su vida, signos de superacién de la crisis posconciliar. «Veo la esperanza no ya como un deber, sino como una primavera»*, La clarificacién doctrinal del pontificado de Juan Pablo II es un factor muy importante para el presente y el futu- ro de la Iglesia; y el ambiente general es de mayor sosiego. Por otra parte, la experiencia pastoral va mostrando qué caminos son fecun- dos para transmitir la fe y los valores cristianos, y qué reivindicacio- nes, aunque sean grandilocuentes, van seguidas de la esterilidad. En el inicio de la actividad de H. de Lubac como escritor tedlo- go hay una obra sefiera, que posee las caracteristicas de anticipo y primicias: Catolicismo. Aspectos sociales del dogma. Un amigo fiel y discipulo genial escribira a este propésito: «Al comienzo aparece Catholicisme (1938), libro programa concebido como una obertu- ra, y que reviste de hecho este significado. De sus diferentes capi- tulos van a nacer, como de su tronco, las ramas que constituyen las obras principales publicadas en lo sucesivo»’. La idea organica de lo catélico esté presente como una fuerza viva y operante. En el marco de la solidaridad universal y de la historia 3 Didlogo sobre el Vaticano IT, Madrid 1985, 91s. * Memoria en torno a mis escritos, 376-377. «Ya surge del fondo de mi cora- z6n el cAntico del viejo Simedn» (Didlogo sobre el Vaticano II, 134). Distinto era el tono al concluir su diagnéstico y lineas de superacién en 1970. «¢Cémo termi- naré la crisis? Mientras dure el mundo, no hay por qué esperar un desenlace final definitivo, En cuanto a la tempestad que sopla actualmente, seria poco razonable pensar que pronto dejar de sacudir al pueblo cristiano, El que se aproxima a su fin, posiblemente no tendré la felicidad de verla apaciguarse. No por eso dejar de entonar, en la alegria, su Nunc dimittis, porque aunque no espere contemplar con sus ojos carnales ni poser en sus manos la salvaci6n, se apoya, sin embargo, en la Palabra infalible: ‘Felices los que no vieron, y han creido’. Felices los que no vie~ ron, y han esperado» (La Iglesia en la crisis actual, Santander 1970, 86). 5H. U. von Balthasar, Henri de Lubac, 31. Meditacién sobre la Iglesia aparece la Iglesia como sacramento de unificacién de la humanidad y como esencialmente misionera. Su accién consiste en colaborar al trénsito de la promesa al cumplimiento: tanto en la relacién entre Antiguo y Nuevo Testamento, como entre la aspiracién del hom- bre y la gracia de Dios, como entre las religiones no cristianas y la Iglesia, pueblo de Dios. La obra teoldgica del padre de Lubac no es sistemitica, aunque posea una abarcadora preocupacién de fondo. Nunca pretendié una obra de sistematizacién filoséfica ni de sintesis teolégica. Sus escritos han surgido al hilo de circunstancias muchas veces impre- vistas: conferencias, encargos de todo tipo, tareas pastorales. Por ejemplo, se adentré en el budismo en un tiempo en que no podia hacer teologia; estudié y publicéd sobre Teilhard de Chardin por encargo de sus superiores. Con detenimiento estudié la historia y las relaciones entre la gracia de Dios y la libertad humana. Le acompafié durante muchos aiios la aspiracién a escribir una gran obra sobre la mistica cristiana, que siempre le resultd huidiza y poco a poco imposible. Su modo de hacer teologfa es comparti- do por otros como B. de Solages, Congar, Chenu, Mouroux, Chavasse, etc. No es disparatado pensar que esta manera de unir exégesis, liturgia, patristica, historia, reflexién filoséfica... ha deja- do también sus huellas en el estilo de los documentos conciliares del Vaticano II. Asi describe H. de Lubac la intencién que ha presidido sus tra- bajos: «Lo mio es... apelar a la gran tradicién de la Iglesia, entendi- da como experiencia de todos los siglos cristianos, procurando ilu- minar, orientar, ampliar nuestra raquitica experiencia individual, protegerla contra las desviaciones, profundizarla en el Espiritu de Cristo, abrirle los caminos del futuro»®, Con hondura, bello estilo, 6 Memoria en torno a mis escritos, 374. Cf. H. de Lubac, La fe cristiana, Madrid 1970, 9-15. 10 Presentacion rigor, paciencia, finura de andlisis que hace saltar chorros de agua en medio de la aridez, sugerentes detalles y perspectivas amplias... va sumergiendo al lector en la tradicién secular de la Iglesia. Este queda prendado tanto por la riqueza de las notas a pie de pagina como por las reflexiones del texto. En cuanto historiador y te6lo- go va alumbrando los fecundos veneros de la vida de la Iglesia. Confiesa que después de Exégése médiévale quisicron los medie- valistas meterle «a toda costa» en su sociedad. En el centro de su obra teolégica mas reciente se encuentra sin duda la eclesiologia. Antes estaba presente la Iglesia en sus escritos como la realidad que se presupone légicamente y que acompaiia el pensamiento, aunque no fuera desarrollado reflejamente. «Una mirada retrospectiva al conjunto de su obra impone la conviccién de que la Iglesia es realmente su hogar; es el punto de encuentro del mundo divino que desciende y del mundo de los hombres que asciende hacia él’. 2. Escritos eclesiolégicos Dos momentos han estimulado a nuestro autor a tratar los temas eclesiolégicos. «Primero el Concilio, al que de Lubac —ya plenamente rehabilitado en su autoridad como tedlogo— aportd 7 HU. von Balthasar, Henri de Lubac, 103. «Ella (Ia Iglesia) viene a ser para nosotros como el lugar en que confluyen todos los misterios»: H. de Lubac, Meditacién sobre la Iglesia, Madrid 1980, 26 (Prélogo de R. Blizquez, pp. 7-21), p. 41 de esta edicidn (en lo sucesivo, las citas de Meditacion sobre la Iglesia se toman de la presente edicién, a la que se refieren también las indicaciones de pagi- nas), «Si no existe entre ellos (los Padres de la Iglesia) un tratado particular de cclesiologia, es precisamente porque la Iglesia se encuentra en todas partes en su pensamiento. La Iglesia es para ellos el marco obligado de toda su reflexién como de toda la vida cristiana» (H. de Lubac, Las Iglesias particulares en la Iglesia uni- versal, Salamanca 1974, 19). La misma observacién es pertinente durante bastan- te tiempo a propésito de nuestro autor. 11 Meditacién sobre la Iglesia una colaboracién muy activa, y luego la agitacin provocada a raiz del Concilio por las distorsiones, mutilaciones o deformaciones que no podfan dejar de preocupar profundamente a este gran uni- versalista y forzarle a aplicar a la coyuntura actual de la Iglesia las perspectivas esenciales que antes habia elaborado... Si las obras de su madurez fueron las de un autor afectado por la hostilidad que habja perseguido en el pasado a hombres de Iglesia, las més recien- tes son las de un cristiano que sufre por el estado actual de toda la Iglesia», Antes de detenernos en la obra genial Meditacién sobre la Iglesia publicada en 1953, apuntemos algunas perspectivas de Paradoja y misterio de la Iglesia y La fe cristiana, que repiten y despliegan lo que habia sido escrito en aquélla. Una idea reiterada y muy fecunda en de Lubac es la de «para- doja», que aplica, apoydndose en Pascal, a la comprensién del hombre, al encuentro entre Dios y el hombre, y a la realidad de la Iglesia’. La paradoja no es contradiccidn ni dualismo, sino dualidad en tension. Al hombre pertenece la paradoja como signo necesario de su verdad; aspira desde el fondo de si mismo al encuentro con Dios, pero ese encuentro sélo puede acontecer en la donacién libé- rrima de Dios y en la entrega confiada del hombre. Dios es al mismo tiempo para el hombre plenitud afiorada y don inmerecido. Con palabras de P. Claudel: «El insaciable sdlo puede acercar su boca al Inagotable», si quiere apagar su sed. La Iglesia es una gran paradoja con muchas dualidades que no deben ser niveladas ni convertidas en mutuamente excluyentes, sino * H. U. von Balthasar, Henri de Lubac, 103-104. Al segundo momento per- tenecen Paradoja y misterio de la Iglesia, Salamanca 1967; La Iglesia en la crisis actual, Santander 1970; La fe cristiana, Madrid 1970; Las Iglesias particulares en la Iglesia universal, Salamanca 1974, » Repetidas veces traté acerca del alcance y significado de las paradojas para entender respetuosamente la complejidad de lo real. Paradoxes (1944), Nouveaux paradoxes (1954) y Paradoxe et mystére de l’Eglise (1967). 12 Presentacién. mantenidas en sintesis viva y dindmica. A nuestro autor, avezado a pensar la realidad en su riqueza compleja y complementaria, re- pugnaban especialmente las rupturas, los reduccionismos, los empobrecimientos simplistas, la alergia a la «catolicidad», «el vér- tigo de las disociaciones». La Iglesia es al mismo tiempo visible e invisible, realidad acce- sible al estudio sociolégico y misterio sélo captable por la fe, «Ecclesia de Trinitate» y «Ecclesia ex hominibus», histérica y esca- toldgica, itinerante por los caminos del mundo y con la morada en los cielos. «Nosotros confesamos en efecto que nuestra Iglesia es santa —credo sanctam Ecclesiam— y que es la Iglesia de los santos, Ecclesia sanctorum: lo que significa, no que todos sus jefes sean jus- tos, ni que no haya pecadores en su seno; sino que, siempre mediante una referencia a Aquel que es el tinico ‘Santo’, ella es por una parte la Iglesia santificadora y por otra la Iglesia santificada por el Espiritu Santo. O la Iglesia de los santificados, es decir, de los ‘llamados a ser santos’ y lo han sido en efecto en Cristo. Ella es la Iglesia que concede el bautismo de regeneracién, y la Iglesia que lo recibe. Es una sociedad jerarquica, algunos de cuyos miembros, en virtud de una eleccién que no es de Dios sdlo, son puestos ‘en posesion de poderes sagrados’, de manera que se perpetiien entre nosotros las funciones mismas de Jesucristo; pero ella es también una comunidad de gracia, en la que existe otra ‘jerarquia’, total- mente interior y fruto solamente de la eleccidn divina, la jerarquia de la santidad. Es un poder de reconciliacién, y es la familia de todos los reconciliados. Es un doble misterio, de comunicacién y de comunién: por la comunicacién de los sacramentos, de las cosas santas (sancta), es la comunion de los santos (sancti). Es un redil, y un rebafio. Es una madre, y es un pueblo: la madre que nos hace nacer a la vida divina, la reunién de todos los que, al participar en esta vida a diversos niveles, forman el ‘Pueblo de Dios’. La Iglesia €s, pues, nuestra madre, y es nosotros mismos. Es un seno materno, 13 Meditacién sobre la Iglesia y es una fraternidad»'*. Los cristianos nos ensefian lo que han aprendido en la Iglesia y transmiten lo que han recibido. El libro La fe cristiana contiene una serie de estudios en torno al simbolo apostélico de la fe. Al hacer memoria el padre de Lubac sobre el contexto en que fuc escrito, sefiala la preocupacién por el «

You might also like