3. FUNDAMENTOS TEOLOGICOS DEL ECUMENISMO.
3.41.
3.2.
3.3.
3.4.
3.5.
La voluntad de Jesus.
“Que todos sean uno, Padre, como Ti y yo somos uno, para
que el mundo crea” (Jn 17,21).
La Iglesia como ‘nuevo Israel’ llamado también a vivir como
un solo pueblo que da testimonio de todo cuanto Dios ha
obrado en Jesiis y en su Iglesia para que a través de ella
sean bendecidas todas las naciones
Dimension trinitaria.
"Que sean uno como Tu y yo somos uno’. El punto de
referencia es la conversién a la unidad trinitaria, que es
auténtica comunién.
No es un acto de voluntarismo: en la medida en que las
Iglesias buscan a Dios en Cristo crecen en la comunién y
descubren la comunidad que constituyen. Esta comunidad
tiene su centro en el compromiso comin con Jesucristo.
Es una realidad dindémica y relacional: la unidad como un
tejido vivo de creyentes unidos por lazos personales e
institucionales de comunién porque estan enraizados en la
propia vida de Dios que fluye en ellos
El Espiritu, fuente de unidad y diversidad: la unidad
como don y tarea
El Espiritu crea la unidad y la comunién (Ef 4,1-6) y
distribuye multitud de dones y carismas en los miembros de
la comunidad (1 Cor 12). El proceso ecuménico como
aprender a vivir en epiklesis (Emilio Castro)
Dimensi6n sacramental de la unidad.
La unidad como ‘signo” para que el _ mundo crea. La Iglesia
es un signo que apunta mas alla de ella misma, al “misterio
de Cristo”, el “misterio revelado” de la voluntad salvifica de
Dios de unir a todas las gentes y a todas las cosas en Cristo
a través del anuncio del Evangelio y la respuesta a él.
Dimensién misionera de la unidad.
En la unidad estd en juego la credibilidad de la mision. La
division es un profundo enigma, un escdndalo (K. Barth).
Documento El reto del proselitismo y la llamada al testimonio
comun (1995): No se trata sdlo de no vivir enfrentados, sino
de dar un testimonio comin del evangelio, de ofrecer
conjuntamente testimonio del plan salvifico y reconciliador de
Dios en el mundo de hoy.Todo el interés de
‘mantener al ‘Nuevo
levee!" en Bu unidad,
tiene ya sus races en
cl intonto del ‘primer
Israel" de mantonerse
‘como pueblo elegido.
BASES BIBLICAS DEL MOVIMIENTO ECUMENICO
1. LAUNIDAD DEL PUEBLO DE ISRAEL
A. Dios elige a su pueblo para vivir en unidad y fidelidad
El libro del Deuteronomio nos deja el hermoso testimonio de la lamada de Dios al pueblo
de lsrael a vivir como un Unico pueblo consagrado a Dios, para conducirse en fidelidad a sus
mandatos, cumpliendo la alianza de Yavé con su pueblo, y para ser el pueblo de Dios, aque!
‘que recuerda todo cuanto Dios hizo por él, y que vive segiin sus preceptos. Un pueblo, en defi-
ritiva, unido por la fe en el nico Dios, Yavé. La Iglesia neotestamentaria viviré con la con
ciencia de ser el ‘iuevo Israel, lamado también a vivir como un sélo pueblo, que da testimo-
nio de todo cuanto Dios ha obrado en Jesis y en su Iglesia.
“Escucha, pues, Israel, y cuida de poner en practica lo que ha de traerte felicidad y pros-
peridad en esa tierra que mana leche y miel, como lo prometié Yavé, Dios de tus padres.
Escucha, Israel: Yavé, nuestro Dios, es el Unico Dios. Amara a Yavé, tu Dios, con todo tu cora-
76n, con toda tu alma, con todas tus fuerzas. Graba en tu corazén los mandamientos que yo
te entrego hoy, repiteselos @ tus hijos, habla de ellos tanto en casa como cuando estés de
vigje, cuando te acuestes y cuando te levantes. Grébalos en tu mano como una sefial, y pon-
telos en la frente como tu distintivo; escribelos en las jambas de tu puerta y a la entrada de
tus ciudades. Y cuando Yavé te haya llevado a la tierra que juré darte (..) no te olvides de Yavé
que te sacé de Egipto” (Dt 6, 3-10.15)
“Eres un pueblo consagrado a Yavé, tu Dios. Yavé te ha elegido de entre todos los pue-
blos que hay sobre la faz de la tierra para que seas su propio pueblo. Yavé se ha ligado a ti y
te ha elegido, no por ser el més numeroso de todos los pueblos, al contrario, eres el menos
‘numeroso. Més bien te ha elegido por el amor que te tiene y para cumplir el juramento hecho
a tus padres” (Dt 7, 6-8).
B. Pero la tentacién de la division siempre acecha
| pueblo
Pese a la alianza que el pueblo realiza con Yavé, la Escritura nos da testimonio de las fre-
cuentes infidelidades del pueblo hacia Yavé, infidelidades que, en ocasiones, rompen no s6lo
Ja comunién con Dios, sino que generan también divisiones en el seno del pueblo.
La gran divisi6n del pueblo elegido, expresada en el primer libro de los Reyes, que dard
lugar a dos reinos -Israel al Norte y Judé al Sur- serd el germen de la divisi6n politica y reli-
giosa de los israelitas. Las palabras de Jeroboam, rey de Israel, tratando de establecer un culto
separado del templo de Jerusalén, son ejemplo de un pueblo dividido.
“Jeroboam construy6 santuarios en las lomas y establecié como sacerdotes a hombres
‘comunes que no eran de la tribu de Levi. También decrets une fiesta que se celebraba el quin-
‘ce del octavo mes, semejante a la que se celebraba en Jud y, en esta acasidn, 6! mismo subi6
al alter. Esto ocurrié en Betel, donde ofrecié sacrifcios a los teneros y estableci6 sacerdotes
para los santuarios de las lomas que habia levantado” (iRe 12, 31-32).a
@)
LA UNIDAD QUERIOA FoR Calsto
1. LAVOLUNTAD DE JESUS PARA SUS DISCiPULOS
‘A. “Que todos sean Uno”
El movimiento ecuménico siempre ha encontrado su fundamento biblico mas originario en
el pasaje de! evangelista Juan: “Que todos sean uno, Padre, como Ti y yo somos uno, para
ue el mundo crea” (In 17,21). Este texto, expresién méxima de la voluntad de Jestis hacia su
‘comunidad, ha inspirado toda busqueda de unidad entre los cristianos.
Si el tiempo y la costumbre llevaron a los cristianos @ ver la situacién de divisién como
‘normal, la aparicién del movimiento ecuménico significa tomar conciencia de la contradiccién
existente entre la voluntad de Jess expresada en este texto y la realidad de una Iglesia divi-
dida,
B. “Como Td y yo somos uno”
La unidad de fa Iglesia encuentra su fundamento més hondo en la unidad trinitaria, en la
brofunda comunién que existe entre el Padre y el Hijo, animada por el Espiritu. EI movimiento
ecuménico ha intuido desde sus inicios que la unidad a la que aspira no puede limitarse a una
Unidad meramente institucional sino que busca une auténtica comunién entre sus miembros,
cuyo fundamento y punto de referencia se encuentra en la comunién intratrnitaria, Porque el
retomo a la unidad de los creyentes es una conversion a la unidad de Dios (Mohler),
Como afirmaba K. Raiser en la Vill Asamblea del Consejo Ecuménico de Iglesias (Harare,
“La comunidad no es el resultado de un acto de voluntarismo por parte de las Iglesias.
Tiene su centro en el compromiso comdin con Jesucristo. A medida que les Iglesias buscan a
Dios en Cristo, descubren la comunidad que constituyen. Asi pues, la comunidad no es sim-
plemente el resultado de un acuerdo institucional entre organismos eclesiales organizados y
‘sus dirigentes. Es més bien una realidad dinémica y relaciona que abarca a las Iglesias como
manifestaciones del pueblo de Dios en toda su plenitud’.
En el intento por aleanzar una comprensién comtin de la naturaleza de la Iglesia, la koi.
‘nonia se ha revelado como un concepto clave, que ha eyudado a las Iglesias a caminar hacia
Una ectesiologia ecuménica con una mayor fundamentaciGn trnitaria, Esta nueva perspecti-
va, centrada en el Dios trnitario que en su mismo ser es Koinonia, conduce hacia una ecle-
siologia de comunisn.
Esta comprensién de la unidad como kainonia permite igualmente una visién dinémica de
‘a unidad que va mucho més alld de lo institucional, buscando una auténtica comunién entre
sus miembros. Aso expresa M. May: “Los aspectos personales y de relaci6n son més impor
tantes que los aspectos institucionales y de organizacién. Claro, sin los aspectos instituciona-
les, los aspectos personales y de relacién se dificultan. Pero no podemos crecer en la unidad
'@ menos que esa unidad sea resultado de un crecimiento en las relaciones personales a cada
nivel de la vida de la Iglesia. Las actitudes personales y de relacién son el tejido vivo de nues-
‘Ta unidad y el signo de que nuestra unidad esta enraizada en ta propia vida de Dios que fluyo
en nosotros2. “PARA QUE EL MUNDO CREA”
A. La dimensién sacramental de la unidad
La biisqueda de la unidad no s6lo debe mantener una dimensién teolégica, buscando la
misma comunién existente entre el Padre y el Hijo. Debe estar también animada por una vision
sacramental, que le impulse a convertise en signo respecto al mundo. Ast, la unidad deberd,
no sélo ser profunda ¢ intima como las retaciones que existen en el seno del Dios trinitario;
‘también debe ser significative, para que el mundo crea en Cristo.
EI concilio Vaticano 11 ha recogido esta dimensién de signo de la Iglesia, definiéndota
como “sacramento y signo universal de salvacién”: “La Iglesia es en Cristo como un sacra-
mento o signo € instrumento de la unién intima con Dios y de la unidad de todo el género
humano” (LG 1).
El documento /glesia y mundo de Fe y Constitucién explica el significado de la Iglesia como
‘signo’: “..Todo el discurso de la iglesia como ‘signo’ es posible solo si esta directamente rela-
cionado con el ‘misterio’ de Cristo, el ‘misterio revelado' de la voluntad salvifica de Dios de
Unir a todas las gentes y a todas las cosas en Cristo a través de la predicacién del evangelio
y de la respuesta a él. Ast, la Iglesia es un signo que apunta mas allé de ella misma hacia
Cristo, con quien ella esté al mismo tiempo intimamente unida como su cuerpo"
B. La necesidad de testimoniar en comin el evangelio
El émbito misionero es el espacio en el que el movimiento ecuménico ve la luz. El testi-
monio contradictorio de unos cristianos que, predicando a un mismo Cristo, vivian sin embar-
go enfrentados, constituyé un fuerte obstéculo para la misién, impulsando a los cristianos a
abrir caminos de acereamiento mutuo.
El te6logo K. Barth expresa de este modo la profunda contradiccién que entrafia esa
situacién de divisi6n: *..No hey duda de que en tanto la cristiandad esté formada por Iglesias
diferentes que se oponen entre sf, ella niega practicamente lo que confiesa teolégicamente:
Ja unidad y la singularidad de Dios, de Jesucristo, del Espiritu Santo. Pueden existir buenas
razones para que se planteen estas divisiones. Puede haber serios obstéculos para poder eli-
minarlas. Puede haber muchas razones para explicar esas dhvisiones y mitigarlas. Pero todo
«eso no altera el hecho de que toda divisién, como tal, es un profundo enigma, un escéndalo’.
Las Iglesias han comprendido la necesidad, no sélo de no vivir enfrentados, sino de dat,
‘en la medida en que sea posible, un testimonio comin del evangelio. El documento El reto del
proseltismo y la lamada al testimonio comdn (1995) declaraba como finalidad del documento
“animar a todos los cristianos @ seguir su vocacién para dar conjuntemente testimonio del
plan salvfico y recanciliador de Dios en el mundo de hoy y de ayudaries en el ejercicio de su
rmisin, a evitar cualquier competicién que contradiga su vocacién comin’.Al
La unidad de fa Iglesia
es fruto de la accién
del Esphytu; en ese
sentido es don, Pero
‘es también fruto do fa
‘cooperacién humana;
por ello, es también
‘area.
EL ECUMENISMO COMO DON Y TAREA
1. ELDON DEL ESPIRITU
A. El ‘soplo ecuménico’ del Espiritu
La aparicién del movimiento ecuménico en el siglo XX es obra del Espiritu Santo, Solo gra-