You are on page 1of 187
Es dificil comprender Ia historia del siglo xx sin ee CN UR ae en més influyentes y de mayor agudeze intelectual PP CeCe Pn eC Luo co Pea c Peete ce Rea eee kao Poe etn ee eC a a eee ee Ue ae ee oa Ajmatova; y el analisis de la cultura en Rusia, Seek tL Oe POMOC eu eas acontecimientos de 1989 en el que, al tiempo eee ee a eee Ra ct ee Ses NER Cee NM eee te eee CR ee ee Peet ne eS ee una nueva barbarie, pero en el presente no Ree Oe aL ere ce eg ere eee ee) Pee Ce ea Pee eee eS et enna (iil 0 Ctreulo de Lectores il ica Muu mera a Ly 3 rae La mentalidad soviética La cultura rusa bajo el comunismo rer i Cireulo de Lectores Isaiah Berlin cy La mentalidad soviética La cultura rusa bajo el comunismo Edicién de Henry Hardy Prélogo de Stcobe Talbott Glosario de Helen Rappaport Traduccién de Gemma Deza Galaxia Gutenberg (Cireulo de Lectores Para Pat Utechin El eportero grafico estadounidense James Abbe se anot6 un éxi- to editorial en 1932 tras unas feetieras negosiaciones con el XKeemlin que le permitieron realizar una sesion forogeéfica con Stalin en privado. Entre los resultados figuraba esta insta ima- gen del dirigente sovitico, tomada en una época en la que st Vida tendia cada vez mas a la ceclusin. La labor del educador comunista consiste [...] ante todo fen ser un ingeniero de Stalin, es decir: en modelac al indi- viduo de modo que tan s6lo se plantee preguntas para las ‘que ya existen respuestas predeterminadas y crezca de tal modo que encaje de manera natural en la sociedad con las minimas fricciones. [...] La curiosidad gratuita, el afan de investigacién individual e independiente, el deseo de crear ‘© contemplar algo bello por mero placer, la basqueda de la verdad por simple iniciativa, y la persecucién de objeti- vvos por ser lo que son y satisfacer alguna inquietud perso- nal estén [...] castigados, porque pueden hacer aflorar di- ferencias entre las personas y entorpecer la evolucién armoniosa de una sociedad monolitica. TsaraH Bertin «Democracia, comunismo e individuo», conferencia impartida en el Mount Holyoke College, 1949 Indice Prélogo, de Strobe Talbott, Prefacio, de Henry Hardy « LA MENTALIDAD sovréTICA Las letras y of arte en la Rusia de Stalin... Visita a Leningrado .... Un gran escritor raso CConversaciones con Aimétova y Pasternak. Boris Pasternak . El porqué del aislamiento voluntario de la Unién Soviética. La dialéctica artifi EL generalisimo Stalin y el arte del gobierno Cuatro semanas en la Unién Soviética....... La cultura de la Rusia soviética La supervivencia de la inteliguéntsia rusa. ..... +++ Glosario, por Helen Rappaport Bibliografia recomendada .. oe Indice onomastico y de conceptos ......+++ B 3 55 89 105 19 159 175 203 217 263 269 345 3st Prélogo Isaiah Berlin concedia una gran importancia a las ideas, no sélo por ser productos del intelecto, sino también por su capacidad de generar sistemas, definir pautas y politi- ‘cas gubernamentales, y servir como inspiraciones cultura- les y motores hist6ricos. Ello lo convierte en una figura ic6nica para la Brookings Institution y otras instituciones de indole similar con sede en Washington. Al margen de sus distintas metas, todas estas organizaciones difunden Ja relevancia que las ideas poseen para la vida piblica. Abordan los problemas més arduos que airontan nuestra sociedad, nuestro pais y el mundo en general, y les buscan soluciones. Por ello se las conoce como gabinetes estraté- sicos, los famosos think tanks*. Probablemente a Berlin se le ocurrieia algéin sarcasmo acerca de estos equipos (y de su apelativo}, cuando menos porque contemplaba con escepticismo la tipica presun- cin yangui de que existe una respuesta para cada pregun- tay una solucién para cada problema. Pese a ello, Berlin habria disfrutado realizando alguna visita esporddica a muestra sede en el n.° 1775 de Massachusetts Avenue. Se hhabria sentido en casa; no en vano, entre 1942 y 1946 él +. La Brookings Institution es una organizacin privada sn smo de luo dedicada ala investgaci6n, Ia educacion y la difusiGn de aspecros importants de la politica interior y exterior. Su objet- ‘vo primordial es apoztar datos sobre problemas politicos actuales 0 Jatentes, Salvo indicacion contraria, todas las notas on del editor.) * Think tanks, literalmente stanques de pensar. (N. deta T,) 14 La mentalidad sovittca mismo trabajé unos portales més al norte de esta misma calle, en el n.® 3100, en la embajada britdnica. Siendo como era un conversador prodigioso y exuberante, es pro- able que la cafeteria de la primera planta le hubiera pare- cido un espacio particularmente acogedor. Cada dia, entre las doce y las dos del mediodia, el lugar se abarrota de eru- ditos de la Brookings y otras personas de las distintas es- calas de los gabineres estratégicos, quienes se reiinen para ‘comprobat sobre el terreno sus tiltimas ideas a la hora del almuerzo, Habria sido divertido contar con sir Isaiah en- ‘tre nosotros, entre otras cosas porque para él la diversion era un ingrediente més de la vida (y también de la vida del pensamiento), y lo dispensaba y apreciaba en los demés. Su yerno, Peter Halban, recuerda cémo Berlin lo instruy6 en la versién rusa del juego de las pulgas. Le encantaban los juegos de palabras, contar historias y cotillear, Sus opi- niones acerca de la condicién humana acostumbraban a ser audaces y Berlin también habrfa pasado tiempo en la biblioteca de la tercera planta. Creia que las ideas, como las civiliza- ciones, los estados y los individuos, deben mucho a sus an- tepasados. Esas ideas perviven en los libros. Sola descri- birse no como filésofo, sino como historiador de las ideas. Se concebfa a sf mismo no tanto como promulgador de ideas nuevas cuanto como estudioso, eritico, condensador y relator de viejas ideas. Otorgaba suma importancia a la ‘eradicién, al andlisis de las pruebas empiricas, a la refle- xin sobre la obra realizada previamente por otcas perso~ nas y a la evaluacién de las repercusiones que ésta habia tenido en su propio tiempo y en el nuestro. Una cualidad que todo aque! que conocié a Berlin, ya fuera en persona 0 a través de sus eseritos, le atribuye es su imparcialidad. No s6lo respetaba la opinin de los de~ més, sino que también percibfa la complejidad de Ia reali- dad... y de la moralidad. «Pluralismo» era uno de los ra- 10s términos con ese sufijo que en su vocabulario tenia connotaciones positivas. Por lo general emplazaba los is- 15 ‘mos en algsin punto intermedio entre la sospecha y el ana- tema, Defendia la apertura de espirita y la tolerancia, atributos que en una comunidad, ya se trate de un sal6n de actos universitario, una reunién de ciudadanos o una nacién, alientan la pluralidad y divergencia de ideas en ‘cuanto @ lo que debe considerarse bueno, verdadero y co- recto. La tiltima vez que vi a Berlin fue en 1994, aproximada- mente dos afios antes de su muerte. Por aqtel entonces yo trabajaba como funcionario del Departamento de Estado yy habia acudido a impartir una conferencia en Oxford so- bre la difusién de la democracia como objetivo de la poli- tica exterior estadounidense. Me desconcertaba verlo desde cl atril alli sentado, en primera fila, con su toga, la mirada fija en mf y las cejas enarcadas. Cuando hube concluido, se me acereé y, tras dedicarme varios halagos, me ofreci su consejo preferido, pronunciado por alguien que, sos- pecho, no era su estadista favorito: Talleyrand. «Surtout pas trop de zéleo*, me recomendé. No tuve la sensacién de que me estuviera recriminando nada, més bien me hacia participe de lo que él consideraba una verdad desa- gradable sobre las acciones de Estados Unidos en su pric- tica toralidad, y en especial en el ambito de la politica ex- terior. Lo que Berlin denominaba «la inevitabilidad de los fi nes conflictivos» era la «tinica verdad que he descubierto por mf mismo»', «Algunos de los Grandes Bienes no pue- den vivir juntos. (...] Estamos predestinados a escoger, y cada eleccién puede entrafiar una pérdida irreparable*.» Es el Lipo de conclusién propia de su visién del pluralismo y del liberalismo. + Sobre todo, no excederse en el celo.r (N. de la 7) x, Carta a Jean Floud, 5 de julio de 1968, ctada en Michael Ig- nate, Isaiah Berlin: una vida, Mads, Taurus, 1999. 2. sla persecucion del ideal», en Isaiah Berlin, El fuste torcido de la humanided, Barcelona, Peninsula, 2002

You might also like