La pandemia de los sesgos
inconscientes
Por Marlene Molero Sudrez
CEO de GenderLab
Lo que pasa en casa, pasa en el trabajo. Esto era claro desde antes
de la pandemia, pero ahora es geograficamente evidente. Los
periodos de cuarentena estricta, la educacién en casa y la presencia
de familiares enfermos lo acentiian, y la forma en la que distribuimos
las tareas del hogar y del cuidado ha cambiado.
Este cambio no lo experimentamos todos por igual y, si, tiene
un claro corte por género. De un dia para otro, las mujeres tuvieron
un aumento de su carga de trabajo total en proporciones que
afectan su bienestar personal. Y si las empresas no toman medidas,
en el mediano y el largo plazo generaré un problema de talento
femenino.
~Cémo se distribuyen las tareas del hogar y del cuidado en
este nuevo contexto? ¢Y cémo afecta esa distribucién el empleo
y las condiciones bajo las cuales hoy se trabaja en casa? Un estudio
realizado por GenderLab responde a estas preguntas.
Una brecha en aumento
Antes de la pandemia, dos premisas eran las mejores posicionadas
entre los empresarios pro igualdad —y motivaban muchos de los
esfuerzos por incorporar practicas de conciliacién de la vida36 / EMPRESARIGS VS. COVID-19
familiar y laboral—: que las mujeres tenfan una carga de trabajo
total semanal (trabajo remunerado y no remunerado) de nueve
horas mas que los hombres, y que su tiempo de dedicacién a las
tareas del hogar y de cuidado era mayor. Con la crisis sanitaria
esta brecha se amplio.
Hoy las mujeres le dedican quince horas semanales mas que
los hombres a gerenciar el hogar, cocinar, limpiar y cuidar a los
otros miembros de la familia. Y lo hacen con jornadas de trabajo
equivalentes a las de los hombres. Antes de la pandemia, el 29 %
de las mujeres realizaba parte de las tareas del hogar y del cuidado,
el 19 % contrataba a un trabajador o una trabajadora del hogar,
y el 17 % tenia a su cargo la mayor parte de las tareas. Con la crisis
sanitaria, el 30 % de ellas asume esta mayor parte y solo el 5 %
cuenta con la ayuda de un trabajador o trabajadora del hogar.
Si bien con la pandemia los hombres también han incrementado
las horas que les dedican a estas actividades, el porcentaje de los
que declara asumir la mayor parte de ellas apenas llega al 11 %
(antes de la pandemia era el 7 %). Sin embargo, tienden a pensar
que han logrado una distribucién equitativa (el 42 % lo hace), lo
que no és cierto.
Esta brecha de quince horas hace que las mujeres tengan menos
tiempo para formarse profesionalmente o trabajar a cambio de
ingresos, y también menos tiempos para relajarse, lo que no es
menos importante. En suma, su bienestar es menor que el de los
hombres, lo que no impacta solo en su esfera personal, sino también
en su espera laboral.
Las mujeres reportan en mayor medida que sus responsabilidades
en casa interfieren con sus obligaciones laborales y que no cuentan
con espacios para trabajar sin interrupciones. Cuando en casa hay
un escritorio o un espacio acondicionado, suele ser utilizado por
los hombres. Ellas terminan deambulando, laptop y café en mano,
en busca de un espacio para instalarse.LA PANDEMIA DE LOS SESGOS INCONSCIENTES / 37
Roles y sesgos inconscientes
Este contexto incrementa los niveles de ansiedad y pone en riesgo
a productividad de las mujeres. Sin duda, no son aspectos ajenos
alos hombres —ellos también experimentan un cambio de dindmica
en esta nueva normalidad—, pero la forma en la que se gestionan
en casa y la (falta de) respuesta que reciben de sus empresas
impactan més sobre ellas.
¢Por qué? Porque tenemos roles de género tradicionales fir-
memente instalados en nuestra sociedad. Y asf como el COVID-19
nos mostré nuestras carencias en salud, educacién y digitalizacién,
también nos mostré lo lejos que estamos de construir sociedades
mAs igualitarias.
A ello se suma el contexto que nos toca afrontar: no estamos
trabajando desde casa, estamos en casa intentando trabajar. Es
istinto. La idea de trabajar desde casa esta més cerca de la figura
del home office, esa estrategia pensada para conciliar la vida familiar
y laboral en la que esperébamos encontrar el espacio para trabajar
algunas horas de la semana lejos de las interrupciones del dia a dia
laboral. Nada més lejos de la realidad de hoy.
Hoy estamos en casa, un lugar donde confluyen el trabajo, los
estudios, la familia y el ocio. En este punto es probable que todos
hayamos experimentado més de una reunion virtual en la que
vemos aparecer en cémara a los hijos de nuestros compafieros y
compafieras, o que ya estemos acostumbrados a esos extraiios
fondos de pantalla que intentan hacer borrosa una realidad que
esta muy presente.
E] estudio de GenderLab muestra que esta confluencia de
espacios no es pacifica, sino que genera ansiedad. Y esa ansiedad
las mujeres y los hombres no la experimentamos igual. Las mujeres
estén m4s preocupadas por mostrarse siempre disponibles y con
capacidad para asumir mds trabajo, y por la percepcién que puedan
tener sus jefes sobre cémo ellas equilibran sus responsabilidades
familiares y laborales.38 / EMPRESARIG@S VS, COVID-19
Aqui hay varios sesgos inconscientes que operan en simultaneo.
Por un lado, esta la constante necesidad que tienen las mujeres
de probar una y otra vez su capacidad y su competencia. Esa
necesidad se exacerba hoy, cuando los espacios laborales y familiares
que las mujeres siempre estuvieron llamadas a conciliar estan en
un mismo lugar. Por otro lado, esta el sesgo de maternidad, que
impone un velo de sospecha sobre aquellas que son madres y
cuestiona su capacidad para cumplir con los retos y las respon-
sabilidades del momento.
«Buscamos chicas solteras porque las mamés piden permiso
por sus hijos» es la triste frase denunciada a mediados de setiembre
en redes sociales que muestra la discriminacién expresa —muchas
veces encubierta— que sufren las mujeres. Y ellas lo saben. Por
eso estén mds pendientes de estar disponibles. Por eso, cuando
sus hijos aparecen en cémara o tienen que interrumpir una reunion,
su preocupacién va més all4 de solucionar la distraccién del
momento.
Por supuesto que los papds también experimentan estas
incursiones. Pero no es igual. Y no lo es porque todavia hoy nuestra
sociedad asigna mayoritariamente el rol de cuidado a las mujeres.
La Encuesta Nacional de Relaciones Sociales (Enares, 2015) nos
muestra que la mitad de los peruanos y peruanas considera que
toda mujer debe cumplir primero con su rol de madre, esposa o
ama de casa, y después realizar sus propios suefios. Un tercio
coincide, ademas, en que a las mujeres les corresponde realizar
todas las tareas del hogar.
Por eso, cuando el pap aparece con su hijo en cémara no nos
preguntamos cémo hace para organizarse y mucho menos si podra
cumplir con las expectativas laborales por sus responsabilidades
en casa. Enel caso de ellas esta pregunta aparece constantemente.
De hecho, aparecia ya mucho antes del COVID-19.LA PANDEMIA DE LOS SESGOS INCONSCIENTES / 39
No lo dejemos pasar
Necesitamos estar mas pendientes de estos sesgos. Asegurémonos
de tener mujeres sentadas en la nueva mesa virtual. Las empresas
y los lideres empresariales ya han dado algunos pasos en este
sentido. Algunas practicas que comienzan a ser comunes consisten
en preguntar sobre las mejores horas para tener reuniones y poner
limites horarios. También algunas empresas vienen haciendo
arreglos para acomodar las necesidades particulares de quienes
tienen hijos en edad escolar en casa 0 quienes necesitan realizar
tareas del hogar entre semana.
Ahora hay que dar un paso mas: hagamos que estas buenas
practicas sean accesibles y lleguen a quienes deben llegar, sin costos
colaterales de por medio. El estudio de GenderLab sugiere que
no es asi. Un 22 % de mujeres indica que su empresa brinda fle-
xibilidad horaria alos padres con hijos en edad escolar. En el caso
de los hombres, el porcentaje es de 40 %. ¢Son ellos los que estan
mas en este proceso? No. De acuerdo al Ministerio de Educacién,
las mujeres (70 %) acompafian mayoritariamente a sus hijos en el
programa Aprendo en Casa.
Cuando la discrecionalidad se impone y nos establecemos
reglas claras y objetivas, quienes acceden a los beneficios son los
que estan en mejor posicién para hacerlo y no quienes deberian
hacerlo. Son ellos los que tienen mds confianza para pedirlos y
los que no perciben riesgos de tomarlos.
Aqui hay una mirada de mediano y largo plazo: estemos mds
atentos que nunca a los sesgos inconscientes y mantengamos el
progreso en la igualdad de género que tanto esfuerzo nos viene
costando lograr.