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SRR ereerreerreerreern etre tere tere teTEnTTErOTETITEnEE Giorgio Agamben vida indisociable de su forma, y en todas partes que se ‘muestra la intimidad de esta vida inseparable, en la mate- rialidad de los procesos corporales y de los modos de vida habiuales no menos que en la teoea ally 6lo alt, hay ppensamiento, ¥ es este pensamiento, esta forma-de-vida {que al abandonar la vida desnuda al “hombre” y al “ciu- cdadano”, que la visten provisionalmentey la representan ‘on sus “derechos”, debe convertirse en el concepto-gula yyel centro unitario dela politica que viene, Mis ALLA DE LOS DERECHOS DEL HOMBRE 1. En 1943 Hannah Arendt publicaba en una pequesia revista judta en lengua inglesa, The Menorah Journal, un anculo que leva por teu "We refugees” [°Nosotos, los refugiados”| Al final de este breve pero signifcativo es- cto, eas haber esbozado polémicamente al retrato del Se ‘Cohn el judi asmilado que luego de haber sido alemén 1 150%, viens al 150%, francés al 150%, con amargura por fin se da cuenta de que on ne parviens pas devs fois [no se Hega dos veces), Arendt invierte la condicién de refugado y de sin patria -condicidn que ella misma estaba viviendo-, para proponerla como paradigma de wna nueva conciencia histérica. El refuglado que ha perdido todo de- echo y sin embargo deja de querer asimilarse a cualquier precio a una nueva identidad nacional, obtiene, a cambio de una segura impopulatidad, una ventajainapreciable: ara él la historia deja de ser un libro cerrado y Ia po- Iiica no es ya el prvilego de los gentles. be que la prosctipein del pueblo judo en Europa ha sido seguida td inmediaeo por la prosripeién de la mayorta de los ‘Tied. cast: *Nowotos Jo eld, en Una resist del tri jeg orp td de gel Cael, Bae ies Pi, 2005 (N. AT Fy —V—_—_— Giorgio Agamben pacblos europeos. Los refugiados expulsados de un pals tras otro representa fa vanguard de sus pueblos. abe reflexionar sobre el sentido de este andisis, que cen la acualidad ya tiene cincuenta afi, pues nada ha per- dido de su vigencia. El problema no slo se presenta, en ‘Europa fra de ella, con gual premure, sino queen la de ‘eadencia ya imparable del Estado-nacin y en la corrosion. general de las eategoriasjuridico-polticastradicionales, el refugiado es, tal vez la snica figura del pucblo en nuestro tiempo que puede ser pensada,y, al menos hasta que no haya conclude el proceso de disolucién del Estado-nacién y de su soberania, también la tinica categoria en la cual hoy se nos permite entrever las formas y los limites de ‘una comunidad poltica por ven Incluso es posible que si quisiéramos estar la eltura de las tareas absolutamente nuevas que fenemos ante nosotros, engamos que decdir- ‘nos a abandonar sin reservas los conceptos fundamentales com los cuales hasta ahora hemos representado a los sujetos delo politico (el hombre y el ciudadano con sus derechos, pero también el pueblo soberano, el trabajador, etétera) ya reconstruir nuestra filosoffa politica partiendo de esta ‘inica Bora. 2, La primera aparicién de los refugados como fend- reno de masas tiene lugar al inal de la Primera Guerra “Mundial, cuando la clda de los Imperios ruso, austrohin- {aro y otomano y el nuevo orden creado por los tatados cde paz altera profundamente el ordenamiento demogréfico 4 Madioe sin 6 y territorial de la Europa Central y Oriental. En poco tiempo se desplazan de sus paises 1 500000 rusos blancos, 700.000 armenios, 500000 bilgaros, 1000000 de gregos, cientos de miles de alemanes, hiingaros y rumanos. A estas masas en movimiento, debe agregérsele la situacin explosiva determinada por el hecho de que aproximads- ‘mente un 30% de las poblaciones de los nuevos organis- ‘mos estatales creados por ls tratados de paz siguiendo el ‘modelo del Estado-nacién (por ejemplo, en Yugoslavia yen Checoslovaquia) constirufan minorfas que tuvicron aque ser ruteladas a través de una serie de tratados interna- clonales (los asi lamados Minority Treaties (Tratados de ‘inorias)), que de ordinario quedaron en letra muerts. ‘Algunosafios ms tarde, las eyes raciles en Alemania y la ‘Guetra Civil en Espafia diseminaron por Europa un nucvo «importance contingence de refugiados. Estamos acostumbrados a dferencar entre apétridas y refugiados, pero la diferenciacién no era sencilla y ampoco lo es ahora, como a primera vista puede parecer Desde el inicio, muchos refugiedos que récnicamence no eran apdttdas, optaron por ese status antes que regresar a sus patria (eel caso de los juios polacos y rumanos que se hallaban en Francia 0 en Alemania al final de la guerra y, en la actualidad, el de los perseguidos politicos y el de aquellos para los cuales el regreso a la patiasig- nifica la imposibilidad de sobrevvi). Por otra parte, los nuevos gobiernos sovitico,rureo,etcétera, ripidamente desnacionalizaron a los refugiados russ, armenios yhin- gares. Fs importante sefialar cmo, a partir de la Primera 8 GiowgioAgaben Guerra Mundial, muchos Estados curopeos comenzazon a introducirleyes que permitian la desnaturlizacién y la esnacionalizacién de sus propios ciudadanos. Francia dio el primer paso, en 1915, respecto a los eudadanos naturalizados de origen “enemigo"; en 1922 Bélgica si- ‘ui el ejemplo, que al revocar le naruralizacién de los Ciudadanos que hablan cometido actos “antinacionales’ durante la guerra; en 1926 el régimen fascista sancioné luna ley andloga respecto de los ciudadanos que se habian ‘mostrado “indignos de la cudadanta italiana’; a Ausra le Hegel rurno en 1933, y asi sucesivamente, hasta que en 1935 las Leyes de Néremberg dvidieron alos ciudadanos alemanes en ciudadanos de pleno derecho y ciudadanos sin derechos politicos. Estas leyes -y el apatridismo de ‘masas que de ella result6~ marcan un punto de inflexi6n decisivo en la vida del Estado-nacién moderno y su def- nitiva emancipacién de las nociones ingenuas de pueblo y de ciudadano, Este no es el lugar para volver a hacer la historia de los diversos comités internacionales mediante los ‘cuales los Estados, la Sociedad de las Naciones y, més adelante, la on buscaron enfrentar el problema de los refugiados, desde el Bureau Nansen para los refugiados eu- sos y armenios (1921), pasando por el Alto Comisionado para los préfugos de Alemania (1936), e! Comité Intexgu- bernamental para los Refugiados (1938), la Organizacién Tntemacional para los Refgiados de la ony (1946) hasta el actual Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (1951), euya actividad, sein su stato, 26 Metis sn fn no tiene cardcter politico, sino s6lo “humanitatio y so- cial”, Lo esencial es que, en cada ocasiéa en la cual los refugiados ya no representan casos individusles, sino un fenémeno de masas (como sucede entre as dos guerras y nuevamente ahora), tanto estas organizaciones como los Estados individuales, a pesar dela solemne invocacién a Jos derechos inalienables del hombre, han demostrado scr absolutamente incapaces no sblo de resolver el problema sino simplemente de afrontarlo de modo adecuado. Axi, toda la cuestién se transfirié alas manos de a poiciay de las organizaciones humanitarias. 3, Las razones de esta impotencia no radican sélo en la impotencia y en Ia ceguera de los aparatos buro- crdticos, sino también en la ambigitedad de las propias, nociones fandamentales que regulan la inscripeién de lo nativo (es deci, dela vida) en el ordenamiento juridico del Estado-nacién. Arendt titulé “La decadencia del Estado-nacién y el final de los derechos del hombre” al capitulo noyeno, dedicado al problema de los refugiados, cn la segunda parte ~"Imperialismo"- de su libro Los origenes del rotalitariomo3 Es necesario tomar en serio, [a formulacién propuesta en el titulo del capitulo, que vyincula indisolublemente la suerte de los derechos del hombre la del Estado nacional modemo, de modo que cl ocaso de este implica por fuerza que aquellos se vuelvan obsoletos. Aqui la paradoja reside en que precisamente we ol waar, sade Gllerme Solana Dee Madi, Tar, 1998 (N. el]. GepoAgmiben 1a Gigura el refugiado~ que habria debido encarnar por cexcelencia lot derechos del hombre sefala, en cambio, Ia crisis radial de este concepro. “La concepciéa de los derechos del hombre -escrbe Arendt basada en la su- puesta existencia de un ser humano como tal, se quebré en el preciso momento en que quienes afrmaban creet en ella se enfrentaron por primera vez.con personas que ciertamente habjan perdido todas ls dems cualidades y relaciones especificas excepto que seguian siendo humma~ nos~’, En el sistema del Estado-naci6n, los as lamados derechos sagrados e inalienables del hombre se muestran ddesprovists de toda tutela desde ef momento mismo en cl cual ya no ex posible configurarlos como derechos de Jos ciudadanos de un Estado. Lo que estéimplicto, si se teflexiona bien, en la ambigiedad del titulo mismo de la Decaracibn de 1789: Déclaations des droits de Uhomme eta ciznyen (Declaracién de los Derechos del Hombre y del indadano), donde no queda caro si los dos términos ‘nombran dos realidades distintas o forman, pore contra- to, una hendiadis, en Ia cual el primer témino siempre ‘esti, en rigor, ya contenido en el segundo. ‘Que en el ordenamiento politico del Estado-nacidn ‘no haya ningin espacio aurénomo para algo semejante al puro hombre ens es evidente cuando menos por ef hecho de que el estas de refugiado siempre ha sido considera- do, incluso en el mejor de ls casos, como una condicién provisional, que debe conducir bien ala naturlizacién o bien a la repatracién, Un estatusestable del hombre en concebible en cl derecho del Estado-nacién. Mediog si in 4. Yacs tempo de dejar de contemplar ls decaracio- nes de los derechos desde 1789 hasta la actualidad como proclamaciones de eternos valores metajuridicos,rendien- tes a vincular al legislador al respeto de dichos valores, y consideratlas conforme su funcin real en el Estado mo- derno, Los derechos del hombre representan, en efecto, jnaria de la inseripeién dela vida nacin. Aquella vida desnuda (la creatura humana) ~que cencl Ancien Régime [Antiguo régimen] pertenecia a Dios yen el mundo clisico, se diferenciaba con claridad (como ‘20d de a vida politica [bis] ahora entra en primer plano en cl cuidado del Esado y se vuelve, por asi decitlo, sa hace del hecho de haber nacido, dl naci de la vida desnuda humana) el fundamento de su propia soberan‘a, Es este el sentido (que ni squiera esd demasia- 0 oculto) de los primeros tes articulos de la Decaracién pouiria habersectefdo, de una transformacion y a dt casa) io del ado de x= {Gn y dela ley marcia. Esto es iin més evidente para al Lager {campo de concentracia] nazi, acerea de cuyo trigen y efgimen juridico estamos bien documentados, Bs eabido que la base juridica de I internacién no era cl derecho comin, sino la Schuszhaf (iteralmente: custo protector), una insttuién justia de devivacion pro- que los jurists nals clasifcan a veces como un pevela de poliia preventiva, en cuanto permit “poner tj cusvodia’ a los individuos independientemente de camlguler contenido relevane en lo pena, nicamente fines de evita un peligro paa la seguridad del Estado, Pero cl origen de la Schutshaf esti en la ley prusiana del 4 de junio de 1851 sobre el estado de sito, que se enablecis tr 1871 en toda Alemania (con excepci6n de Bavier). fedavia antes en la ley prusiana sobre la “proteccion de ls ed ign (N. de. ra Mediog sin fa libertad personal” (Schutz der persinlichen Fribel| del 12. de febrero de 1850, que encontraron una muy considers- ble aplicacién en ocasin de la Primera Guerra Mundial. Este nexo constitutive ente estado de excepcin ycam- po de concentracién no podria ser sobrevalorado para una correcta comprensin dela nasuraleza del campo. La “pro- teccién” dela liberad que est en cuestin en la Schusshaf- incamente, proeccién contra la suspensin de a ley que caracttiza a la emergencia. La novedad es que esta Instucién se desprende del esado de excepeién sobre el cual se fundaba y se la deja vigente en la situacién nor- imal. Elcampo ese epacio que se abre cuando el etado de pen cen a deer el. En ol ead de ‘excepcién, que era esecialmente una suspensién temporal dclondenamien, gue un onenepcal permanente que, como tal, permancce, sin embargo, constantemente fuera del ordenamiento normal. Cuando en marzo de 1933, en coincidencia con la celebracién de las elecciones que llevaron a Adolf Hider al lugar de canciller del Reich, “Heinrich Himmler deidiserear en Dachau un “campo de concentracin para prisioneros politics”, este fue iame- diatamente confiado a las SS y, a través de la Schutz puesto fuera dela eps del derecho penal y del derecho carcelario, con los que, ni entonces ni después, jamé tuvo nada que ver. Dachau, como los otros campos que se le sumaron enseguida (Sachsenhausen, Buchenwald, Lichtenberg), permanecicron virtualmente siempre en fanciones: lo que variaba era la cancdad desu poblacién (que, en ciertosperiodos,en particular entre 1935 y 1937, a Gry Agamben ames de que comentzara la deportacién de los judi, se reducta a7500 personas) Pero el campo como tse habla ‘juelto en Alemania tna realidad permanente, TEs nccesatio rflexionas sobre el estaruro paradéfico del campo en cuanto espacio de excepcién: se ata de tina parezla de teritorio a la que se coloca fuera del frdenamiento juridico normal pero no por eso es si plemente un espacio externo, Lo que alli dentro etd P reluido es, egin e significado etimolégico del vérmino xcepeién [e-eapere, puesto fuer, incuso 2 través dest propia exclsin. Pero as, lo que es ante todo caprurado ei el ordenamicnto es el propio estado de excepeién. Bl Campo es a estructura en la cual el estado de excepeién, Sobre cuya posible deisia se funda el poder soberano, ie ealiza en forma estable. Hannah Arendt obser alguna tea queen los campos emerge a plena lux el principio que tige el dominio totalitaro y que el sentido comin se niega Shstinadamente a admitir, es decs, el principio segin el unl “todo ex posible”. Sélo porque los campos cnsttuyen, tn el sentido ques ba vst, wn espacio de excepcién, en el ‘ual layed integralmente suspendide, todo en elo es de sents paible. Sino se comprende esta particular esac ura furidico-politica de los campos, cuya vocacién es precsamence lade realizar en forma estable I exespeién, Tp inerefble queen ellos ha sucedido permanece del todo ininteligible. Quien entrabaen cl campo se moviaen na ona de indistineién entre interior y exterior, excepcién y regl ico eilicito en lacus! toda procecci6n juridica se Fedluca al minimo. ¥ si dems era judo, ya habia sido “ Medios sn fn privado, desde ls leyes de Niremberg, de sus derechos de ciadadanos y posteriormente, en cf momento de a solucién final", completamente desnacionalizado. Ex cuanza rus babitanter ran desprovits de todo tatu plt- sicoyredacidesintegalmente a na vida desnuda, el campo cs también ef mds absolto espacio biapolitico que jamds ¢ ‘haya realizado, en el cual el poder no tiene frente a si sino a mds pura vida bioligica, sin mediacion alguna, Pos esto cl campo es el paradigma mismo del espacio politico, en el ;punto en que la politica deviene iopoliticayel homo sacer se confunde virtualmente con el ciudadano. La pregunta, ‘correcta respecto de los horrores cometidos en los campos 1 es, por lo tanto, aquella que interroga hipécritamente cémo fue posible comerer delitos tan atroces sobre seres humanos isonet, bead mis eh erin gar atentamente a través de qué procedimientosjuridicos icqudapostves palicos lowers humans pudeon ser tan integralmente privados de sus derechos y de sus prerrogaivas, al punto de que cualquier acto cometido én relacion a ellos nunca se consideraba un delito (en exe punto, de hecho todo se habia vuelto realmente posible). Si est es verdad, sla esencia del eampo consiste en Ja materializacién del estado de excepcisn y en la consi- sgnientecreacién de un espacio para la vida desnuda como tal, deberemos admitis,entonces, que nos encontramos virrualmente en presencia de un campo cada vez que una estructura semejante se cre, independientemente de la entidad de los crfmenes que allise cometan, y cualesquiera sean su denominacién y su vopografia especifica. Serd un * Giorgio Agamben campo tanto el estadio de Bari, donde en 1991 la policia italiana hacin6 provisoriamente a los inmigrantes clandes- ‘tinosalbaneses antes de enviarlos de vuctaasu pals, como cl velddromo de invierno en el que la autoridad de Vichy agrup6 a los judios antes de entregirselos alos alemanes; tanto el campo de préfugos en la zona fronteriza con spafia en el que murié preso en 1939 Antonio Machado ‘como ls zones cartente [sas de espera de los acropuertos internacionales franceses en las que permanecfan reteni- ds los extranjeros que pedian que se los reconociera con cl estatuo de refugiados. En todos estos casos, un lugar aparentemente anodino (por ejemplo, el Hocel Arcades cen Roisy) delimita en realidad un espacio en el cual el ‘ordenamiento normal es de hecho suspendido y en el cul ‘que se cometan ono atrocidades no depende del derecho, sino sélo de la cvilidad y del sentido érco de la poicia ‘que obra provisoriamente como soberana (por ejemplo, cenlos cuatro dias que los exranjeros pueden ser retenidos en la zone d'ttente [ona de espera] antes de la intervencién de la autoridad judicial). Pero inchuso cirtas periferias de las grandes ciudades posindusralesy as gated communities [barvios cerados] estadounidenses comienzan hoy a ase- jars, en este sentido, alos campos, en donde la vida desnuda y la vida politica entran, al menos en determina- ‘dos momentos, en una zona de absolutaindeterminacin. Bl nacimiento del campo en nuestro tiempo aparece ahora, desde esta perspectiva, como un acontecimiento ‘que mares de modo decisivo cl espacio politico mismo de la Modernidad. Se produce en el momento en que el sistema 50 Modis sin politico del Estado-nacién moderne, que se fundaba en el nexo funcional entre una determinada localizacién (el terrtori) y un determinado ordenamiento (el Estado), mediado por reglas automaticas de inscripcién de la vida (el nacimiento o a nacién), entra en una crisis duradera, y el Esrado decide asumirditectamente entre sus prop ‘areas el cuidado de la vida biolégica de la nacién. Sila sstructura del Estado-nacin es defnida por estos tes ele- :mentos ~teritorio, ordenamiento, nacimiento-la rupture dal vicjo némos no se produce en los dos aspectos que lo

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