You are on page 1of 20
ANA Maria MORALES MEXICO FANTASTICO Antologia del relato fantastico mexicano El primer siglo TONE citer DELO FANTASTICO EN MEXICO. I. Lo fantastico Hacer antologias de literatura fantéstica —de cual- quiera— puede ser una labor laberintica que implica discriminar y discernir, aceptar y dejar fuera muchos textos, algunos de ellos queridos, otros consagrados. Esta labor debe tener, entonces, su punto de partida en criterios consistentes que se transformen en un apoyo sustancial para la revi- sion de los textos y en guias confiables para orientar Ja seleccién. Es por ello que, en el caso especifico de esta antologia del cuento fantistico en México, es importante encarar primero lo fan- tastico y su especificidad, siempre amenazada por los territorios fronterizos y las modalidades afines. Aceptando las metéforas espaciales, me gus- tarfa, ante todo, acotar que en mi planteamiento concibo Io fantéstico como una modalidad espe- cifica dentro de un modo discursivo mas general que es lo maravilloso, En esta ocasion uso el tér- mino “Maravilloso” para englobar el conjunto de modalidades literarias que se caracteriza por re- presentar en los textos un paradigma de realidad 1 Para esta introduccign, empleo libremente las ideas que he ex- presado en otros trabajos como “Lo fantastico sus fronteras” Y "Transgresiones y legaidades” que, a los fines operatives, puede entenderse ex ‘ratextualmente —en el momento en que el texto se ‘genera como aceptable, funcional y cotdiana, y que configura una realidad altemnativa o esboza un siste- ‘ma de inconsistencias que apuntan a la irrealidad, también representada textualmente, La combina- cién de distintos elementos que conforman las obras y su ordenacién particular harén que un texto abandone una modalidad especifica y se reconozca como perteneciente a otra.” Por ejemplo, el condicionar el discurso de lo milagroso a un sistema de reglas de naturaleza que incluya la posibilidad féctica de la intervencion de una vo- Tuntad numinosa responsable del ordenamiento del mundo y por ende de sus leyes; o bien el de lo exético, que da cuenta de una aparente confron- tacién entre dos étdenes o dos ideologias, pero que se estructura en la aceptacién de los. sistemas alternatives y paralelos y parece dar paso a uno dual, en el que las leyes de los dos érdenes se acomodan cada una en su propio Ambito y no invaden el del contrario en un respeto casi com- pleto de las fronteras. Cosa que no sucede en lo fantéstico, donde, por el contrario, al aparecer las manifestaciones del sistema alternativo, las reglas de ambos érdenes se entrelazan en un sélo sistema que deviene inestable, y cada fenémeno anémalo se convierte en un invasivo revés que altera la confianza en que el sistema de leyes aceptado sea suficiente para explicar el mundo; por ende, en ugar de aceptar las anomalias como alternativas, su presencia atenta contra la regularidad delmun- do textual y lo fractura. Esto obliga a pensar en las fronteras por las que lo fantastico se escapa hacia otras modalidades. 2 Fle ahonidado en este problema en “Lo fantésticoy sus fronte- rs, pero sobre todo en algunos trabajos destinados a eaclarecet ‘aractersticas de lo maravlloso medieval que cio en la bie DBliografia, viii Y es que hablar de fantéstico siempre crea expectativas sobre las delimitaciones; hablar de lo fantastico es, de una u otra manera, hablar de fron- teras, de destindes, de limites entre dominios, entre estéticas, entre modos discursivos, incluso —por en- gafiosa que pueda resultar tal postura— entre ‘maneras de apreciar un fenémeno desde distintas perspectivas. Tematicamente, las fronteras —sean entre el suefo y la vigilia, entre la vida y la muerte, la realidad y la apariencia, entre lo real y lo imaginario o la cordura y la locura, 0 bien aludidas preponderantemente por medio de los umbrales— signan casi todo intento por acercarse a lo fan- tastico y encontrar su especificidad. Ast, lo fantésti- co pareciera crearse siempre en el territorio evanescente y limftrofe en el que conviven dos ‘6rdenes que, al ponerse en contacto, conjuran una franja conflictiva dentro de cuyos estrechos limites se crea la sola oportunidad posible para hablar de fantastico, pero que, dependiendo del desenlace, el enfoque o el transcurrir narrativo, puede aban- donarse facilmente para caer o situarse en algin campo vecino, Igualmente, en ocasiones Ia men- ci6n de las fronteras sélo sirve para mostrar qué rasgos son comunes y qué diferencias existen entre los dos lados del umbral de la realidad codificada por los textos. Apenas una somera mencién de algunos importantes intentos por dilucidar este Itmite seria una eficiente demostracién de cémo lo fantéstico casi intrinsecamente pertenece a las fron- teras: Todorov habla de lo fantastico como algo que para surgir necesita de la confrontacién entre dos ordenes: el de lo sobrenatural y el de lo natural —y, tramposamente, de real y fantéstico—; Barre- nechea habla de normal y anormal; Vax de real e imaginario; Castex de racional e irracional; Irene Bessiére —haciéndose eco de Sartre— de tético y no ‘ético; Reisz de Rivarola de posible e imposible; yo lo hago de legales ilegales, etcétera. Siempre dos lados de una suma imposible y aberrante, de un territorio no permeable, sino sus- ix ceptible de irrupcién y transgredido; y siempre con fronteras, Fronteras, umbrales y confines, transgre- siones, violaciones e infracciones son palabras que abundan tanto en los relatos fantésticos como en los acercamientos tesricos dedicados a ellos. En los, textos ficcionales aparecen Jo mismo enunciadas que representadas —horas entre horas, crepaiscu- los, niebla, rios, puentes, suefios? suefios, dobles, espejos, locura‘— y son siempre la huella que re- cuerda que lo fantéstico vive mejor liminalmente, ‘en los resquicios y umbrales que permiten entrever otzos mundos y realidades y, en ocasiones, atra- vyesar de uno a otro y enfrentar la evidencia de que, para que exista lo fantéstico, tiene que aparecer, ‘manifiestamente a veces, criptica otras, el testimo- rio de que se estén confrontando dos concepciones del mundo. Sin embargo, y basico en lo fantastico ue ha sido tan abusado por lecturas simplistas que imaginan una literatura siempre realista —y, lo que peor, muchas veces correlativa de lo real y que consideran Ja ficcién, no fingimiento, sino false- dad, hay que atender a que estamos trabajando con palabras, no con hechos o sucesos culturales; ‘que no hablamos de realidad, sino de ficci6n, y que para representar Ja realidad, la literatura siempre es parcial: “toda ficcién implica un proceso de seleccién de posibles” (Campra, “Los silencios..”, 52). Toda frontera, todo confin, cada espejo, cada puente, cada lugar liminar en un texto fantastico es ‘un enunciado, y, como tal, es un término que for- ma parte de un discurso narrativo. El truco de lo fantéstico pareciera ubicarse en que los significan- tes de cada una de esas palabras y construcciones 5 Umbra cscs proverientes de una wadcén que mats nia al manda apenas separ del Oe Mando y ue marae ts onterancon eemeron cones quinn ct tes peor aboe qu w habla cata de clge de fundamen deed «Qo alr seria nr formas de enunciation en tee don mundo, ere never fica duno ya peepeon alterada que da vida a otro. » lingQfsticas minan la certeza y la convencién dis- cursiva de significar univocamente y se presentan permeables, capaces de enuunciar oximoros, de ser paradéjicos con la mera induccion de sentides que pparecen excluirse desde una légica lineal y con de las leyes aceptadas de funcionamiento de la mate- ria, el espacio, el tiempo o la causalidad. ¥ la critica debe enfrentar justamente este juego de lenguaje en el cual se utilizan como parte de la poética fan- tastica, como parte del cbdigo aceptado por el texto, que las declaraciones pueden expresar una cosa u otra, en ocasiones lo opuesto, o insinuar ¥ configurar, entonces, los eripticos eédigos de los blancos del texto, de los espacios de indetermi- nacién dando origen a un uso casi secreto del lenguaje, a declaraciones que juegan a ocultarse en los silencios y vacios del texto, en lo no dicho, las omisiones y las ausencias* Las palabras mismas Entiendo indeterminacion tal cual Iser la formul6 rola condndola con Ia estructura apelatva, pero en un sentido més “ntatextual —con receptores implfcios que deben llenar los sentdas que el texto calla; es decir, elementos del texto que provecan mis que tna reaccién en tn receptor que sion la ‘ecesidad de interveir para completa los sentilos, ambigne- clades y varias poiiidades de explicacion, mismas que surgen de las limitaciones propias del lengusje al expresar Ia realidad conte, ya quer “un objeto Hamada literaro no alancavia nunca tl final de sus determinaciones” (ser, “La estructura apelatva”, 4104), zo tanto hago para hablar de los Blancos y Ios silencio, sin embargo, atiendo sobre todo alas puntualizaciones y modi- ficaclones que de estos conceptos hace Sardifas, en su aticulo acerea de laindeterminaelon en “La eaida de la Casa Usher", ‘cuando Tos aplica al anslieis de textos fantasticos y que com. pleta el uso de Ia indeterminacion para los textos fantsticos om el principio de constraccion de Tynianav y la intenciona- lidad de los elementos de una obra; es decir, abre Ia puesta 2 las convenciones genéricasy a las convenciones de verosimi- liud que cada modalidad discusiva wiliza para decir 0 callar dlistintos elementos En relacin a los “slencios” del texto y la foncién de lo “no dicho" en la conformacion de lo fantistio son ineludibles los textos de Rosalba Campra: Teritoridellafnzione y “Los slene cios del texto”. En este ultimo artiulo, Campra expone: “Bristen sin embargo, silencio incolmables, cuya imposiil- dad de resolucion es experimentada como una carencia por xi con que un texto crea Ja ambigitedad necesaria ara que el umbral ola transgresion se codifique se convierten entonces en los vocablos te6ricos utii- zados para caracterizar al tipo de texto que es fantéstico y demarcar su especificidad; “escéinda- lo” e “imposibilidades flagrantes” emplea Caillois; Vax, “erisis’, “fronteras”? y “ruptura’; término, este altimo, que repiten Carla Benedetti y Maurice Levy; “limites” aparece en Bessiére; “irrupcién” y “tertitorios vecinos”, por parte de Todorov -que configura casi espacialmente los limites de las mo- dalidades y las convierte en géneros-; Campra y Jackson emplean -desde posturas muy diferentes “transgresién”; Ceserani, “perspectivas encontra- das’, y Barrenechea “coexistencia problemética” Pareciera constatarse que el texto fantistico, cen la necesidad de que la fractura de sus leyes sea Jo més evidente posible, crea una ilusién de rea lidad, un efecto de realidad, acumulando detalles que por ser miméticos contribuyen a hacer sélido el mundo que se plantea como cotidiano dentro del texto. Y, sin que importe que a esto deban afia- dirse las coordenadas social, econémica, sexual, etc, en la medida en que ese mundo intratextual se presenta no sélo como verosimil, sino también como ‘cretble y posible, es que le asignamos un sistema de leyes de funcionamiento de realidad estable y conocido, paralelo al que pudiera aplicarse a la realidad extratextual y por ende casi tan exclu- yente y determinista como nos puede parecer este Ailtimo, A su vez, dependiendo de lo inflexible de este sistema de leyes, es que surge la posibilidad parte del lector, y gue estructuran el cuento en sus caracte- aticas gentricas. Ete es el tipo de silencio que encontramos fen el cuento fantstico: un silencio cuya naturaleza y funcion coralaten precisamente en no poder set enado” (2),'Una ver mds constatamos la idea de que las conwvenciones de lo fantastico descansan en esta obligatoriedad de la explicacion Insafciente 7 Termino que se repite en tantos tedcicos que hacer un recuento levara mas espacio del que dispongo. Fe nee de que cualquier ruptura, cualquier excepcién cau- se un escéndalo y sea vista como una transgresion. El fenomeno necesita considerarse ilegal para que constatemos que las reglas existen, y el sistema legal no se puede intercambiar con otro ni permitir adecuaciones al caso. Como dice Bessiere, “le récit, fantastique est celui de I'ordre, qui ne décrit point illegal pour récuser la norme, mais pour la confirmer”. (28) Y sin embargo, adondequiera que conduzca esta experiencia de los limites, que parece ser la tinica especificidad constante de lo fantastico, no deberia sera la ternatizacién de lo narrado y la enunciacion. de lo que no puede existir —dentro de cada sis- tema ideol6gico—; sino a los cuestionamientos que se plantean a la ficcién desde el lenguaje y, quiz, a los que se pudieran hacer de las convenciones ge- néricas, seménticas y sintécticas que en cada distinta poca son diferentes, pero que siempre establecen un c6digo de lo que no puede expresarse sin caer en lo ilegal y excluyente. La ilegalidad, entonces, puede ser una categorfa que ayude a entender lo ‘mismo el mas decimondnico de los textos que los més ‘modenos —signados por la elusién de la verbali- zacién y la no confrontacién con la realidad. Sabemos que todo texto construye su propio xradigma de realidad. En ocasiones éste se mues- pleno de elementos téticos y por ello se finge cercano a la realidad extratextual, y es ese motivo oor el que lamamos realistas a estos escritos. Sin -mbargo, aun los sistemas textuales basados en jementos no téticos, se haya expresado o no la nterpretacién mimética de la realidad, representan su propio paradigma mediante convenciones ge- néricas y epocales que pueden reconstruirse dentro los propios textos y que documentan interna- mente los limites deniro de los cuales es posible overse sin cuestionar el sistema de reglas de fun- onamiento de realidad establecido. Hay textos {que no juegan con estos presupuestos, que abierta- mente aspiran sélo a la verdad artistica, y su xiii realidad jamés entra en conflicto con la idea de la realidad; hay otros que, por género, presentan un sistema legal tan flexible que la transgresion ape- nas se muestra -y cuando aparece lo hace para ser solucionada casi de inmediato-; pero hay otros que, preparindose para la confrontacién, constru- yen sistemas tan s6lidos que, casi fatalmente, se desbaratan ante los ataques de fenémenos a los que no les ha abierto espacio. Es por ello que un texto como el fantéstico gusta de un paradigma de realidad fundado en los elementos téticos, sélida- mente construido sobre la mayor equidistancia posible entre lo narrado y el receptor promedio, Por més que su lenguaje sea rico en sugerencias ominosas. Asi, sin pretender crear una definicién dnica ni univoca de lo fantéstico, sino justo lo contrario, empleo como herramienta de andlisis la identi- ficacion de unidades minimas de significado que corresponden a distintas estrategias con las que la ilegalicad se hace presente en los textos, Este plantea- Iiento sobre lo fantéstico arranca de la especificidad de un discurso, no de un tema, un género 0 una ‘categoria estética, que prefiere algunos temas; recore distintos géneros, épocas, tradiciones e incluso dis- tintas hibridaciones; aparece correlacionado con otras categorias, pero se construye siempre en el ‘momento en que el lenguaje del texto da cuenta de Ja ilegalidad, del momento en que alguna instancia ‘textual —narrador, personajes, receptores implictos— manifesta desaz6n, extraheza por un fenémeno que bien se enmascara como aceptable, bien irrum- e explosivamente en un entorno textual que lo excluye por haberse planteado como sélido e in- flexible. Igualmente, un texto fantéstico requiere de un juego de perspectivas y focalizaciones del discur- 50 que ayude a construir la expectativa de que lo narrado se insertaré en un mundo construido para ser crefdo como féctico, no sélo aceptado por el ‘compromiso de lectura. Se tratara de focalizar la narracion en puntos que hacen que otros queden como ciegos, © como evidentes ciertos detalles in- quietantes, e importaré enunciar desde la menor distancia narrativa posible’ Finalmente, las expli- caciones que los propios textos se regodean en ofrecer ante la aparicién de un suceso ilegal, siem- pre serén parte de una eliptica manera de entreabrir las conclusiones del texto, pero también son el testimonio de que el paradigma de realidad del texto fue amenazado, No me interesa tanto que el desenlace sea abierto o que la crisis no se resuel- ‘va; prefiero que el ruido provocado por el suceso ¥ tegistrado como desaz6n permanezca en sordina, apenas incémodo, por mas que se haya explicado por causas naturales, sobrenaturales, normales, extratias, logicas 0 a-logicas las causas del desor- den en el mundo textual; prefiero la explicacién insuficiente. ‘Tras esto, solo creo importante destacar la ne- cesidad de abandonar Ja postura tematica y la confusién de nombrar fantésticos motivos y argu: mentos que incluyen elementos que podriamos agrupar bajo el rubro de sobrenaturales? y que, una y otra vez, son registrados como fantésticos. Mi postura conlleva enfrentar esta modalidad dis- cursiva como un sistema textual, una sintaxis narrativa especifica que, en la medida en que crea el ordenamiento artistico de los elementos esta- blece una pretensi6n de ambigtiedad, elabora una ret6rica que pone énfasis en secuencias imposibles ¥ no aceptables dentro del paradigma de realidad que el texto ha planteado y que, por consecuencia, se formulan como ilegales dentro del sistema tex ‘ual, Ast, los elementos que considero primordiales para el reconocimiento de lo fantastico no son la 5 Reseato aqut las observaciones de Todorov acerca de los narradores en primera persona y afiado In casi condicidn de ue sean infrascientse intradiegéticos. En la concep mas laa del érmino:sobrenatural es aie exeapa ala claificacén y el reconocimiento de In rel emplsicamente comprobable. lo (ad aparicién de seres sobrenaturales, la violentacién. er sey escandalosa de reglas de naturaleza o la elipsis. Desde mi planteamiento, son los registros de desazén y extrafieza esparcidos a lo largo del texto y que dan pie para reconocer que se ha cons- truido un texto que testimonia que el sistema legal de lo narrado ha sido atacado, en ocasiones con brutalidad, en ocasiones sutilmente y que su orde- namiento se ha hilvanado sobre la necesidad de tuna explicacion a la que en ocasiones se alude, en otras se ofrece e incluso, se elude, pero siempre se evidencia en el texto Es entonces que, pata mi, texto fantastico es aquél que, habiendo construido el mundo intra- textual cotidiano como representacién mimética de una realidad extratextual, presenta fenémenos que violan el oédigo de funcionamiento de realidad que serfa esperable y aceptado como cotidiano y fehaciente en su interior. La aparicién de este fené- ‘meno anémalo (segtin las reglas establecidas como operativas de la realidad en el interior del texto y constatables por el discurso de distintas instancias textuales) provoca una reaccién representada (sor- presa por parte de algin personaje o el lector implicto, ineredulidad, versiones divergentes entre narrador o personajes, etc.) que constituye la veri- ficacién de que lo sucedido se rige por un cédigo de funcionamiento de realidad diferente o alterna- tivo al expresado con anterioridad. Es decir, para ser fantastico un texto tiene que dar testimonio de que por momentos han convivido dos cédigos excluyentes de realidad y que tal convivencia no ha sido del todo pactfica Ahora bien, como todo discurso que pretenda el reconocimiento en las formas y no sélo en la teorfa, lo fantastico necesita analizarse a partir de un corpus ~en ocasiones arbitrario— que una tra- dicién ha considerado fantéstico y debe haber disposicion para entrar en una discusién contra un 1uso establecido que, en el caso de lo fantastico, plantea sobre todo alejarse justamente del enfoque temético y aceptar que muchos textos, por més que 0s gustara ampliar el campo de estudio, estén construidos dentro de sistemas discursivos de lo maravilloso —entendido como un conglomerado ie maneras de expresar en literatura los distintos registros de la irrealidad y lo posible, una unidad {yor =, pero no de lo fantastico, propiamente di- 10 —un subconjunto o modalidad especifica—. Es r ello que, en una doble perspectiva, la dia- nica y la sincropica, lo fantastico s6lo cobra su ‘etdadera dimension en un recorrido histérico que Gé cuenta de evoluciones, transformaciones, cam- 8 y Tupturas de sentidos y valencias culturales y ermita constatar que el aire de familia sub- te en los textos a pesar de las metamorfosis que 05 temas y los motivos sufren, a pesar de los cam- 05, sutiles © no, del marco que cada texto ancla su realidad extratextual y que construye la elimitacién de cuando un fenémeno es lo sufi- sientemente anémalo para poder ser sancionado 7 ese sistema de leyes como no aceptable. Las formas en que esta modalidad ha aparecido en la literatura pueden ser diversas, pero son, también, mnstataciones puntuales de cémo de tema en tema y de frontera en frontera, quiz4 la constante més evidente sea que lo fantastico se crea casi siempre ena intima conciencia de que los narradores son. oxxiv, 2001). Leer "Feimar” sin recordar a Lovecraft, Machen y Howard, pero con el prisma de los com- piladores de la Antologia de I literatura fmtistica, es perderse la mitad del cuento. Pifia es una buena muestra de cémo el cuento fantastico més clésico el que se toma en serio lo ominoso y esta hecho Ge referentes literarios y dialoga con una buena parte de sus antecesores— no s6lo no est muerto, sino que goza de excelente salud en México. Otro “borgeano” es Pablo Soler Frost, narrador exqui- sito y preciso, que en “Siempre hubo tigres” (EI nisterio de los tigres (2002]) conduce al relato fan- ‘éstico mexicano a China para enfrentar la rebelién, de los animales de los espejos. En “Alta montafta” podemos ver a Patrocinio Greene internindose en «1 Popocatépet! y asistimos a su dudoso rapto por parte de seres increfbles que parecen guardar un lugar de oftendas antiquisimas. Leer este cuento es recordar a Fuentes, a Pacheco, a Garro, pero tam: bién a un nutrido grupo de escritores que se dejan seducir por las posibilidades que brinda la oposi- cin entre dos mundos culturalmente opuestos que se acechan mutuamente y se atacan a la menor oportunidad, En 2005 Adriana Diaz Enciso publicé Cuentos de fantasmas y otras mentiras, un pequefio volumen donde retne cuentos que escribié mientras dirigia un taller de literatura de terror en la Ciudad de Mexico. Transitar por este libro es hacerlo por una historia de la literatura fantéstica, reconocer moti y tradiciones que normalmente identificamos como suyas, y reconocer el giro que los hace nue- vos, "Siguiendo sus pasos” —tal vez. el mejor de los cuentos del libro— da cuenta de Ia fragilidad de lo cotidiano cuando se enfrenta a lo imposible. Valiéndose de un argumento caro a lo fantastico ~el lugar, calle, casa que son borrados del mundo real del protagonista del cuento— Ia narracién conduce ala incredulidad, a la angustia, a la persecucién y, finalmente, a la constatacién de que no es posible alcanzar lo vedado sin perder todo en el intento. Es evidente que en un recortido tan breve co- mo ha sido éste no se puede menos que dejar fuera a muchos autores, a muchos textos, a grandes li bros de la literatura fantéstica en México. Para evitar que este trabajo fuera una mera relacion Dibliografica, he tenido que omitir mencionar a Jo- sé Garcia Rodriguez, Juan de Dios Peza, Ignacio Rodtfguez, Galvan, Rafael Delgado, José Ferrel y Félix, Rubén M. Campos, Carlos ‘Toro, quienes texto a texto deberian revisarse para compietar el Panorama del cuento mexicano en siglo xix. Igual- ‘mente, del siglo xx, he tenido que resignarme's no nombrar a Elvira Bermddez —a quien la iteratura fantéstica mexicana debe més que su antologia—. Ignacio Solares, Guadalupe Duefias —donde se con. firma que lo fantastico surge con la conciencia del cuerpo, René Rebetez, Salvador Elizondo —y la espiral eterna que confunde a mariposa y hombre, Sofiadores y soRados—, Emiliano Gonzdlez —raro, oscurs, exquisito—, Sergio Pitol ~exotico, mistetioso, Macabro y melancélico—, Guillermo Samperio, Mario Gonzélez Suarez, Agustin Monsteal, Fabig Mordbito -otro raro en la literatura mexicana, Mauricio Montiel Figueitas, Héctor de Maulesn, Emilio Carballico, Sergio Galindo, Francisco Hine, josa, Alvaro Uribe y Javier Garcia Galiano entre un largo etcétera. Sin embargo, més alla de los nom. bres que podiian acumularse en un intento por justificar un trabajo sobre lo fantéstico en México, el propésito no es probar que la literatura fantisticg existe en nuestro pafs, sino que es una corriente nitida pero subterrdnea. Es verdad que la literatura fantastica (muchas veces ligada a los relatos sobre supersticiones © précticas no consideradas moder, nas) pudo no corresponderse con el ideal de nacién que intentaban reflejar en su literatura los escri- {ores roménticos y realistas del siglo xix, pudo no ser la que hablara del México nuevo de la Revol, clon, 0 el México profundo del conflicto inmediato, En otra parte he dicho que quiza por eso la liters, ‘ura fantéstica fuera la que tuvo la mayor difusion © el reconocimiento més inmediato en México. soi | | Pero tampoco hay que olvidar que la literatura fantistica, hasta antes de que escritores tan pres- ‘igiosos como Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares la colocaran dentro del canon de la gran ‘eratura, era considerada un mero entretenimien- ©, obras menores, meros escarceos imaginativos sn importancia para los autores y menos atin para eftcos que se consideraban serios. Empero, creo gue es evidente que, a pesar de todas estas razo- nes, y de que en la literatura fantéstica —el cuento tastico en particular— muchas veces no se refle- imagen que la literatura mexicana suefia de sf 8 imagen que la critica desea de esa literatura, existe, y existe con muchas caras, con vertientes ssospechadas y es una de las de mayor vitalidad n espanol. UL Esta antologia Esta no es la tinica antologia de cuento fantés- 0 en México; es solo una que, aunque en onsones pita textos ya consagrados por la critica y otros resloger como fanning Lee tia oes caidada, menos personal de lo que me gustaria, pero por ello més representativa de lo que es lo fan- “astico en nuestro pais, También es la primera que responde en México a un criterio explicito y, espe- », sélido acerca de lo fantastico para justificar las cciones. Es una antologia surgida del estudio cumulativo de lo fantastico y del gusto por cons ‘atar que la literatura de México es fantastica. Consta de catorce cuentos, un texto por autor, pertenecientes al siglo xix y primeros afios del xx. lgunos de los cuentistas incluidos son muy cono- 408 otros de auténticos raros u olvidadas en la ‘eratura mexicana, Cada texto fue cotejado contra ‘istintas versiones, tanto originales como moder- ara ofrecer tn texto accesible; pero también saté de modernizar lo menos posible la ortografia, respetar la mayor parte de los lineamientos de la ‘ipogratia original y de conservar incluso grafias antiguas porque considero que de esa manera el lector tiene mayor oportunidad de acercarse a los cuentos tal como fueron presentados en sume. mento. Los textos se ordenaron de maneta cronolé- ica, segtin la primera fecha en que, hasta donde sabemos, fueron se publicaron, porque considero que ast se registra mejor el camino que lo fantastico ‘ha seguido en las letras mexicanas. Por lo mismo, traté de elegir textos que ilustraran las diferentes Corrientes, tematicas varias, distintas épocas y ten- dencias estéticas de la literatura mexicana, Esta antologia tardé muchos afios en ver la luz ¥ ahora lo hace gracias al apoyo del Fondo Nacio- nal para la Cultura y las Artes. Igualmente, sin Antonio Valle —editor de Oro de la Noche— que me convenci6 de participar en el concurso por esas becas, seguiria siendo un proyecto y recorriendo caminos Aridos y cajones oscuros, Me gustaria agradecer a todos y cada uno de quienes me han proporcionado en uno u otro mo. mento fichas valiosas, cuentos raros, fuentes desconocidas, comentarios atinades, No lo hago con nombres y apellidos porque no soportaria om tir por error a alguno, por lo que me disculpo de zo hacer una lista; pero si debo dar las gracias pablicamente a Cristina Mondragon, que dedics fiempo, esfuerzo, multiples revisiones y mucho nimo a este proyecto; igualmente sin la gentileza, meticulosidad, cuidado, correcciones y apoyo de Juan José Romero el libro no tendria la forma que ahora tiene, A todos, muchas gracias Finalmente, a José Miguel Sardifias —que me ini- i6 en el camino de las antologias— no puedo darle Jas gracias porque su apoyo incondicional a todos mis proyectos no puede agradecerse del todo sim- Plemente expresando algunas palabras, ‘Ana Maria Morales xxvii Obras citadas BARRENECHEA, Ana Maria, “Ensayo de una tipologia de la literatura fantdstica.” Revista Iberoamericana 38 (1972): 391-403. BENEDETT, Carla. “L’enunciazione fantastica come esperienza dei limit.” En: La narrazione fantas- tica, Eds, Remo Ceserani et al. Pisa: Nistri- Lischi, 1983. 289-353 : BERMODEZ, Marfa Elvira. Cuentos fantésticos mexi- canos. México: Universidad’ Auténoma de Chapingo, 1986. BESSIBRE, Irtne, Le Récit fintastique. La poétique de incertain, Paris: Larousse, 1974. . LOIS, Roger. “De la Féerie a la science-fiction. Anthologie du fantastique. T. 1. Pavis: Gallimard, 1966.7-24. CaMPRA, Rosalba, “Il fantastico: una isotopia della trasgressione.” Strumenti Critici (Torino) 15 (1981); 199-231. . “Los silencios del texto en la literatura ~~ fantéstica.” En: El relato fantéstico en Espaiia e Hispanoamérica, Ed. Enciqueta Morillas Ventu- 1a, Madrid: Siruela, 1991. 49-73, Territori della firzione. I fantastico in letteratura Trad Barbara orelivo, Rome, Carocei, 2000. CARBALLO, Emmanuel. EI cuento mexicano del siglo XX. México: Empresas Editoriales, 1964. CASTE, Piere-Georges. Le Conte jimtastigue on France de Nodier Maupassant. Paris: José Corti, 1951 ESERANL, Remo, Lo fintistico. Trad. Juan Diaz de Atauri, Madrid: Visor, 1999, CORRAL-RODRIGUEZ, Rosario Fortino. “La narrati- va fantéstica en México: época moderna.” Te- sis de doctorado. The University of Arizona, 2000. DUNCAN, Cynthia K. “The Fantastic and Magic Realism in the Contemporary Mexican Shozt Story as a Reflection of «Lo mexicano».” Tesis de doctorado, University of Illinois, 1983, “Roa Barcena y la tradicion fantéstica mexicana.” Escritura 15 (1990): 95-110, GLEAVES, Robert Milnor. “Fantasy in the Contem- Porary Mexican ShortStory: A Critical Study.” Tesis de doctorado. Vanderbilt University, 1968, HAHN, Oscar. EI cuento fantéstico hispanoamericano Cl siglo XIX Meso Premia, 362 'SeR, Wolfgang, EI acto de leer. Teoria del efecto «slético. Trads. J.A. Gimbernat y M. Barbeito, Madrid: Taurus, 1987. —— "La estructura apelativa de los textos.” En: En busea del texto, Teoria de la recepcién lieraria, Comp. Dietrich Rall. México: UNAM, 1963, 99-119, JACKSON, Rosemary. Fantasy: the Literature of Sub- version. London & NY: Methuen, 1981. LARSON, Ross. Fantasy and Imagination in the Mexi- can Narvative. Tempe, Arizona: Arizona State University Press, 1977. LEAL, Luis. Breve historia del cuento mexicano. Pue- Bla, Méx: Universidad Autonoma de Tlaxcala /Universidad Autonoma de Puebla-Centro de Ciencias del Lenguaje, 1990 [reed. de la de 1956], Lewy, Maurice. “Gothique et fant ” Ew 611 (1980): 41-48, eo MARTINEZ, José Luis. “Una mulata cordobesa y un motivo universal.” En su libro Airevimientos. Ensayos sobre narration veracruzana. Veracruz: Editora de Gobierno del Estado de Veracruz~ Lave, 2002. 131-150 ‘MONTERROSO, Augusto. “La literatura fantéstica en “México.” En: El relato fantastico en Esparia e His- panonmérica. Ed. Enriqueta Morillas Ventura Madrid: Siruela, 1991. 179-187, MORALES, Ana Marfa. “Lo fantastico y sus fron- {etas” Signs LiterrosyLingittieos 2.2000) “Transgresiones y legalidades. Lo fantés- tico en el umbral.” En: Odiseas de lo fantistco. Eds. Ana Maria Morales y José Miguel Sar- difias. México: Ediciones de los Coloquios Internacionales de Literatura Fantéstica, 2004, 537. "El cuento fantastico en México: los tltimos «incuenta atios.” AlterTexto 23 (2004): 67-79. __. “EI cuento fantastico en México, una cuestion de canon?” Moderna Sprik (Goteborg) 100.2 (2006): 328-345. ____. “Funci6n y cédigo de lo maravilloso en la literatura de caballerias: de la cancién de ges- ta al roman,” En: Lo fantdstico en el espejo. Eds. Marco Kunz, Ana Maria Morales y José Miguel Sardiftas. México: Ediciones de ios Coloquios Internacionales de Literatura Fantéstica, 2006. 29-48, ‘Credibilidad, percepcién y reaccién: los vaivenes de lo maravilloso a lo fantastico.” En: Ruuribos de to fantistico: actualidad e historia. Ed. ‘Ana Marfa Morales y José Miguel Sardifias. Palencia: Célamo, 2007. 155-177. _—.. “BI cuento fantistico en México: fin de si- glo, nuevo siglo.” En: Negociando identidades, traspasando fronteras: tendencias en Ia literatura y el cine mexicanos en torno del milenio. Eds. Tho- mas Stauder y Susanne Igler. Nimberg: Universitat Erlangen-Niimnberg, 2008. 194-205. , Rafael. En el reino fantistico de los aparecidos: Roa Barcena, Fuentes y Pacheco. México: El Cole- gio de México/Fondo de Cultura Econémica, 2004. 1ECO, José Emilio, Antologia del Modernis- ‘mo; 1884-1921. Introd., selec. y notas de México: UNAM/Era, 1999. SZ DB RIVAROLA, Susana. Teorfa literaria, Una propuesta. Lima: Pontificia Universidad Cat6- lica del Peré, 1986. POOT-HERRERA, Sara. “Fantastic-hitos mexicanos. Breve apunte bibliogréfico.” En: Lo fantastico y xii sus fronterns, Eds. Ana Maria Morales, José Miguel Sardifias y Luz Elena Zamudio, Pue- la, Méx.: Benemérita Universidad Auténoma de Puebla, 2003. 123-139. REBETEZ, René. “Lo fantastico en la literatura me- Xicana contemporénea.” Espejo 2 (1967): 7-12, SARDINAS, José Miguel. “Breve comentario sobre Edgar Allan Poe.” El Hilo de le Fala (Santa Fe, Argentina) 2 (2001): 103-111, ToLA DE Hasic, Femando y Angel Muoz Frr- NANDEZ, comps. Cuento fantastico mexicano. Si. slo XIX. México: Factoria Ediciones, 2005, ToDOROW, Tzvetan, Introduction & la littérature fae tastique, Paris: Editions du Seuil, 1970, Vanwna, Frida. Agonia de un instante. Antologia dl cuento fanttstico mexicano, Mexico: Quadrivium Editores, 1992, Vax, Louis. L'Art et la littérature fantestiques deme. éd. Paris: PUR, 1974, —— Ia Sédtuction de Uétrange. Etude sur la tine. ‘ature fantastique, Paris: Presses Universitaires de France, 1964, ‘VERDEVOYE, Paul. “Ayer y anteayer.” Rio de la Plata 1 (1985): 3-19, —— “Origenes y trayectoria de la literatura fan- tdstica en el Rio de la Plata hasta principios del siglo %." En: El relato fitastico en Espata e His- ancamérica. Ed. Enriqueta Morillas Ventura, Madrid: Siruela, 1991, 115-126, CUENTOS

You might also like