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ESTUDIO Doc . 262 A favor de las nifias El sexismo en la literatura infantil El cambio social experimentado por la mujer en las tiltimas décadas ha sido espectacular, y ello se ha reflejado en la literatura infantil y juvenil de calidad, sobre todo, en la producida *,. a partir de & ; los aftos 70, comprometida en favorecer valores sociales no discriminatorios. Sin embargo, transcurridos casi veinte afios desde los primeros cambios deliberados en la produccién de la literatura infantil en favor de la mujer, la autora del articulo se por Teresa Colomer* “e pregunta acerca del alcance real de estas transformaciones. A fin de obtener algunas respuestas, ha analizado un total de 150 titulos, sancionados ‘ por la critica como los mejores publicados en Espana desde los afios 70, y nos ofrece Jas conclusiones en este articulo, «A favor de las nifias», que toma prestado el titulo de una coleccién de cuentos de las autoras A. Turin y N. Bosnia de marcado. carécter Seminista, traducidos y publicados por la editorial Lumen. “my 7 Giusy SOD THY no de los aspectos mas transparentes de la fun- cién educativa de la lite- ratura infantil y juvenil a lo largo de su historia ha sido el de la transmision cultural de los modelos femeninos y masculinos. Atin, en décadas cerca- nas, los lectores infantiles Sabian. por ejemplo, que las obras de Verne esta~ ban destinadas a los chicos, y que Mujercitas, en cambio, era un libro para chicas, independientemente del hecho de que muchas nifias robaran El viaje al centro de ta tierra de los estantes de sus hermanos, 0 de que sintieran como una injusticia incon- creta que el personaje de Jo perdiera su viaje a Europa como castigo por su falta de sometimiento y afabilidad femenina.' Numerosos estudios sobre esta lite- ratura han destacado la discrimina- cién de género presente en os libros infantiles, tanto en el campo histori- co de fa literatura infantil y juvenil,? como en el anadlisis de los subgéneros actuales de esta literatura, tales como Jos cémics 0 la novela rosa:? mientras que, desde otro punto de vista, tam- bign se ha denunciado fa militancia antisexista de las obras de los afios 70 adscritas a la corriente denominada antiautoritaria.* Efectivamente, los cambios producidos en nuestra socie- dad a lo largo del presente siglo y el predominio de la intencién didactica alo largo de décadas de literatura in- fantil en el caso de ta revisidn histori- ca, el reforzamiento de los estereoti- pos que acostumbra a darse en la produccién de menor calidad litera- ria, y la propuesta ideolégica ingenua- ‘mente explicita de los aos 70 son fe- némenos que permiten detectar con bastante nitidez las diferencias exis- tentes en los valores propuestos a am- bos sexos. El anélisis de estas obras, por lo tanto, constituyé un primer paso ineludible en el estudio sobre el sexismo en la literatura infantil y juvenil. Podria pensarse, sin embargo, que este tipo de discriminacién es un he- ESTUDIO CUADRO | Protagonistas en la Lid (porcentajes segiin edades lectoras) se Taw Pon | mis | Tow aos | anos | anos | anos Protagonistas femeninos | 32,2 | 28,6} 21,1 | 40.5 | 29,5 Protagonistas ambos sexos| 9,7 | 81 | 7.7 | 5.4] 7,7 Protagonistas masculinos | 581 | 63,3 | 71,2 | S41) 62,8 100 | 100 | 100 | 100 | 100 CUADRO 2 Desglose de los protagonistas femeninos y masculinos (porcentajes segtin edades lectoras) 5-8 | 810 | 10-12 | 12-15 | Total afios | alos | ako | anos Ninas 19,4 | 18,4 | 15,4 | 32,4 | 20,7 Mujeres 64] 41] 0 Bl] 4 ‘Ancianas 64] 61] 57] 0 4a Nifos 38,8 | 38,8} 44,2 | 21,7 | 36.7 Hombres 42,9 | 204} 27,0 | 32,4 | 23,7 Ancianos 64] 41} 0 0 24 Nifios y nifias 97} 81] 77] sa] 77 100} 100 | 100 | 100 | 100 cho que permanece acotado a esos campos y que, en lo que se refiere a la literatura infantil y juvenil actual y de mayor calidad, puede darse por de- saparecido. No en vano el cambio so- cial experimentado por la mujer en las tiltimas décadas ha sido realmente es- pectacular, la educacién mixta es un hecho incuestionable en todos los ni- veles del sistema educativo, y la lite- 8 — CLISS7 ratura infantil y juvenil de calidad producida a partir de los afios 70 se muestra activamenie comprometida en favorecer valores sociales no discri- minatorios.’ Cualquiera de nosotros podria citar répidamente una nutrida lista de libros repletos de princesas in- trépidas, dragones pacificos y pandi- Has esmeradamente equilibradas, como ejemplo contundente de que ka literatura infantil y juvenil que se fo: mena desde fos sectores educativos en la actualidad es una literatura que ha tomado partido a favor de las nits.” No hay duda de que, desde tos pa- metros educativos de Mujercitas, se ha progresado en este sentido. Pero ya Orquin (1989Y" aplice a ta literatura infantil una divisi6n por etapas en el desarrollo de las subculturas literarias emenina, feminista y de la mujer— para sefalar certeramente que la ma- yoria de iniciativas de los afios 70 po- dian situarse en la segunda etapa, ca- racterizada por una simple inversion de roles. Es decir, los valores mascu- linos no eran cuestionados, sino que simplemente se reivindicaba su pose- sién por parte de las mujeres. Trans- curridas casi dos décadas desde los pri- meros cambios deliberados en la pro- duccién de la literatura infantil en favor de la mujer, podemos preguntar- nos dénde nos hallamos actualmente, La denuncia de los anus 70, gha vido para consolidar avances sustan- tivos?, zha profundirado ideotégica y Jiterariamente sus planteamientos, 0 Ta resistencia al cambio se ha hecho evi dente en la década siguiente? Para respondernos, hemos anal do la literatura infantil y juvenil san- cionada por la critica como los me- Jores libros publicados en Espaia desde finales de ta década del 70, por- que puede suponerse que ellos ofre- cen la propuesta mejor y mas repre- sentativa del cambio operado en los 9 CLISS7 modelos masculinos y femeninos. He- ‘mos seleccionado algunos aspectos re- lacionados con los personajes de la narracién, ya que la presuncién de identificacién del lector con los per- sonajes narrativos les convierte en uno de los indicadores mas claros del mo- delo de conducta asignado socialmen te a cada sexo, tal como ha sido senta- lado repetidamente. Asi pues, observar cémo se repar- ten los personajes femeninos y mas- cculinos la posicién central o subsidia- ria del relato, quiénes encarnan la posicidn de adversario del protagonis- ta, y qué caracteristicas profesionales 0 de cardeter les son atribuidas, pa- recen aspectos relevantes para saber qué expectativas pueden formarse los nis y las nifias sobre su papel en la sociedad a partir de su imaginario li- terario. En los resultados pueden ha- larse datos bastante sorprendentes en este terreno, datos que inducen a pen- sar que los progresos no son tan ob- vios como puede suponerse y que la tercera fase petmanece sumida en el desconcierto. Sobre los hombres Los protagonistas A la vista de los resultados obteni- dos se puede afirmar que la primacia del protagonismo masculino continiia siendo evidente en la literatura infan- til y juvenil actual. En el Cuadro puede apreciarse que, de los libros con protagonismo humano (0 claramente asimilable) analizados, casi los dos ter- cios (62,8 %) tienen un personaje mas- culino como protagonista, los dos se- XoS comparten protagonismo en ‘menos de una décima parte (7,7 %) y s6lo un tercio del conjunto (29,5 %) tiene un protagonismo femenino.. El dominio masculino no se produ- ce s6lo en el cémputo global, sino también en su desglose por edades: en todos los subgrupos lectores estable- cidos por la critica, los protagonistas ESTUDIO TOW O€ MOA OLNER BUTTON ES UNA NEMA LL ABOXD. MON 62 masculinos estén por encima del 50 %9. Los resultados del primer estu- dio realizado en este sentido por la Universidad de Princetown en los afios 70 sobre quince colecciones in- fantiles arrojaron un porcentaje de 72,5 % de protagonismo masculino, frente a un 27,4 % de femenino, y aunque los datos no sean estrictamen- te comparables, su semejanza no deja de resultar desalentadora. Dentro del universo masculino, tos nifios son los protagonistas principa- Jes con un 36,7 % de los libros anali- zados (Cuadro 2). El mundo es suyo en todas las edades, excepto en la preadolescencia, donde ceden prota- gonismo a los hombres y donde la frontera entre protagonista adolescen: te y joven adulto se hace a menudo muy difusa. El protagonismo de los nintos y muchachos abarca libros de todo tipo de tematica, ya que los ni- hos como personajes han ampliado sus posibilidades narrativas a temati- cas antes reservadas al protagonismo femenino. Asi, no reducen su presencia a las aventuras reales o fantasticas, ala in- tervencidn activa y al viaje iniciatico, puesto que, a la luz de los nuevos va- lores, la literatura infantil y juvenil de- fendera su derecho a las légrimas (cQuién Hora?) 0 a conductas poco varoniles (Oliver Button es un nena). Ya que el modelo social basico de los hombres se halla suficientemente de- finido, la literatura ha podido abor 10 — CLIS57 dar la ampliacidn de sus caracteristi- cas, y actualmente fos niftos también pueden ser los sujetos de temas inti- istas, posticos y de conflictos psico- Idgicos como ocurre en el caso de Ben (Ben quiere a Ana), Joan (La Muna Wen Joan), Julin (La ciudad de ta tiuvia), Nicolau (Anagndrise} 0 Jakob (Uukob detrds de la puerta azul El mundo es alin mucho mas mas- culino cuando los protagonistas son adultos, El 27,8 % de este conjunto se divide entre un 23,7 % de hombres yun exiguo 4,1 % de mujeres. Inclu- So en wn cierto numero de bros slo aparecen personajes masculinos (hom- bres solos, o bien hombres y nifios), de tal modo que ef mundo parece estar formado por personas de un solo sexo, ‘Al igual que ocurre con fos nifos, tam- bién puede senalarse una mayor pre- sencia de valores imaginativos, afecti- vos y humoristicos en las ‘figuras paternas (como la del padre de Anas- tasia Krupnik) que tienen una mayor presencia afectiva en el hogar. También se amplia la presencia de un modelo masculino caracterizado por un cierto toque de locura encant- tadora, ya existente en la tradicién Titeraria, a través de personajes inde- pendientes como los tios, pretendien- tes maternos 0 vecinos (L’home det sac de Obiols, Mi calle de De Vries), tos tradicionales abuelos (Mc abuelo CUADRO 3 Profesiones de los hombres ‘Tradici6n literaria 19,5 Poco cualificadas 27,8 Artisticas Cualificadas 47,2 . 100 % bo es pirata, No queremos dormir y otras obras de Stevenson, etcétera), 0 en fi- guras de creacidn mas moderna como los imaginativos narradores protago- nistas de Joles Sennell, pot ejemplo. De todos modos, esta ampliacion de las cualidades masculinas no parece ‘comprender en gran medida la asun- cién de las tareas domésticas. Asi, aunque en los personajes secundarios hallamos algunos padres que realizan quehaceres domésticos y cuidan de los ninos (como en El pequeio vampiro 0 Julieta estdte quieta), esta conduc- ta es mas la excepcidn que la norma También, a pesar de esta amplia- cidm hacia la ternura y la complicidad afectiva, los hombres contindan mo- vigndose y dominando esencialmen- te el terreno del poder y la aventura. No es itretevante observar que cono- cemos el oficio de casi todos ellos y que a menudo se les nombra por su profesién. Un cierto nimero de per- sonajes masculinos (el 19,5 M%, en el ‘Cuadro 3) se sitiia en el ejercicio de los papeles tradicionales del cuento popular: son reyes, labradores, solda- dos, trobadores, principes, vagabun- dos, etc. El resto encarna profesiones que, en su mayoria, son propias de la sociedad actual (contable, camionero, guia turistico, futbolista, técnico de television, etc.), propicias a fa aventu- ra (periodista, detective, ilusionista, capitan de barco, inventor, etc.) y/o de alta cualificacién social (director de empresa, médico, veterinario, ingenic- “1 — CLISS7 10, catedratico, ete.). En clara linea de continuidad con la propuesta de mo- delos masculinos infantiles, ellos lle- gardn alli donde no pueden hacerlo atin los nis protagonistas en st ex- ploracién del mundo exterior y en la realizacion de sus deseos y aventuras. Los adversarios Un aspecto que parece especial- mente significativo para la descripcion del universo masculino en esta litera- tuta es ef de la actual tipologia de los personajes negativos. Si bien puede sefalarse que en la fiteratura infantil y juvenil actual se da una gran ausen cia de personajes concretos malvados ESTUDIO iy en favor de los conflictos psicolégicos y los problemas sociales como prin- Cipales causas de infortunio, cuando el mal es encarnado por personajes humanos resulta bastante espectacu- lar constatar que éstos prdcticamente siempre son hombres. La teconversin de los animales peligrosos (lobos, co codritos, etc.), y de los seres fantésti- cos tradicionales (fantasmas, mons truos, etc), en personajes inofensivos, asi como la desaparicion de las figu ras femeninas malvadas (brujas, ma drastras, etc.), ha dejado la exclusiva del mal'en manos masculinas. Por una parte, ese mal —y el po- der que implica— continia ofrecién dose a través de prototipos ya trad cionales (ladrones, bandoleros, pira: tas, reyes tirinicos, generales, etcéte- ra). En la mayoria de estos casos, los personajes se limitan generalmente a cumplir un propésito narrative fun: cional, sin mayor acritud ni connota- ci6n negativa, Son simplemente aque- os que entorpecen los propésitos del protagonista 0 miden sus fuerzas con al, ¢ incluso pueden reconvertirse fi- nalmente a la bondad (como en cl caso de Los tres bandidos 0 de Gel- somino). Por otra parte, y de forma mas no- vedosa, se produce la extensin de un tipo de personaje masculino identifi- cado con la sociedad industrial en que vivimos, y que se caracteriza por st. 12 — CLII57 afin de riquera y poder politico. Ya ‘no son_mayoritariamente los reyes y los militares los que gjereen ta repre sentaeién del poder, sino gue la ima gon max difundida —como los hom bres Momo ~ seh modernizado y simplificato en sus tributes externos. Fl an de ts £4 rica, de la ofivina, cf conceial del ayuntamiento, et especulador urbanis. tico, ef delincuente de la eran ciudad. etc., aparecen ahora en todos los gru- ppos de edades como la envarnacién de {a auténtica maldad. Incluso una de sus caracteristicas may repetidas, la falta de imaginacién (de a que en cambio hacen gala los héroes positi- ¥os), es utilizada como yindnimo de no tener tiempo para soar, de estar absorbido por la moderna sociedad productiva. La oposicidn clasica en- tte la depravacién y el poder de la ri queza, por una parte, y la solidaridad y el saber disfrutar de la vida, por otra, se conereta ahora en la denun- cia por las formas deshumanizadas de vida de la sociedad industrial En resumen, pues, los hombres po- seen el protagonismo del poder y su perversién. Ellos son los directores de escuelas, de asociaciones no guberna- mentales pro tercer mundo, los alcal- des y los inventores. Y también, al mismo tiempo, los que chantaiean a los inmigrantes (La cinguena xricia de Collpelat), los que se vorrompen (Les ales roges), los que desvarian con sus artefactos (en tantas obras de cien- cia-fiecidn) y los que tienen la posi- bilidad de irse y abandonat a los pro: tagonistas infantiles (7or quant veus ésel mar, Mi padre vive en Brasit, Filo entra en accién, ec.). No es el poder el que es denosta- do, sino el mal uso de su cjercicio so- bre los debiles en todas sus formas. La exclusividad de los hombres en este protagonismo provoca gue la lucha por la riqueza y la jerarquia social aparezcan como atriburos esencial- mente masculinos, aunque algunas we- ees se demuncie el cardct vo que Lx competicion sper! tiene para los mismos hombres (como en el caso de los padres de Tivo se larga; Me importa un comino e! rey Pepino, Elhombrecitlo vestido de gris v otros cuentos, ef¢.), 0 aunque ed muchos lis bros se diluyan estos problemas en su consideracién como problemas que afectan «toda la socies.h Sobre las mujeres El papel de la mujer A pesar del escaso protagonismo que hemos seialado, lay mujeres tic nen una enorme presencia.en 10s | bros dirigidos a los ninos y nifas en- tre los 5 y 8 afos. E) abrumador protagonismo infantil de estas narra- ciones se complementa mayoritaria- mente con una figura materna —no siempre bajo forma humana como es normal en los lbumes de esta edad— que satisface sus necesidades fisicas y sui seguridad afectiva, Madres imaginativas y afectuosas como la de Osito; que no dejan de cejercer su autoridad como la de Max (Donde viven los monsiruos); dis- tantes como la de Fernando 0 Tristén wee Beet (Ahora no, Fer- Bs nando; Tristan encoge); enfermas como la de Roser (Jo les voliay, juguetonas como la de Tomas (El desayuno de Tomds), aco- gedoras como las viejas damas de Crictor © Quan plou de nit, desbor- dadas como la de Les tres bessones 0 El restaurante, ¢ incluso vocacionales madres adoptivas como las montafias de El catdlogo, alli estan ellas asegu- rando el pastel de cumpleaiios, la cena © el abrigo para el frio. Sin duda en fa mayoria de los casos son madres de nuevo estilo, llenas de calor e imagi- nacién, ¥ poco parece importar qué es lo que hacen mas alld de la vivien- da para su funcidn de sostén del pe- quefo protagonista que descubre ct mundo préximo, 13 — CLI57 Pero cuando el radio de accién de los protagonisias se amplia mas alla del jardin o las pesadillas, las muje- res desaparecen. La disminucién del tandem adulto-pequeio protagonista, en favor del protagonismo infantil in- dependiente o del protagonismo adul- to masculino, relega la figura de la mujer a un lugar mucho més secun- dario. En el primer grupo de edad, los hombres ostentaban va la representa- cién del mal y se insinuaban tambien como poseedores de la aventura en los escasos titulos que se adentraban en esta tematica. El peligro y la aventu- ra avistados desde aquellos libros pa- san a ser la realidad dominante en fos titulos dirigidos a los nifios y nifias en- tre los 8 y los 12 aftos. Si la educacion tradicional de las nifas las dirige ha- cia el conocimiento de las relaciones personales y la gestién de recursos hu- ‘manos, estos temas resultan poco ap- tos para la accién, mientras que la conquista del poder social y la consi- deracin de mundos posibles que se generaliza en las tematicas de estas edades otorgaran un protagonismo in- discutible a los hombres, tradiciona- les receptores de este mensaje. Relegadas, pues, de las teméticas predominantes y sin constituir ya la figura adulta de referencia, el papel de la mujer viene otorgado en algunos t- tulos simplemente en funcién de su re- lacién con el marido. Son la esposa silenciosa de El tinico rebelde; la viu- da del inventor de El lapis fantastic, a Tuietes casada con el hombre del saco (L’home del sac), etc. ¥ en las narraciones que siguen el modelo del cuento popular, continiian ofrecién- dose basicamente como premio al hé- roe, como ocurre en el caso del prin- € reformado de L’alquimia del cor © la reina de las hadas de Patancras Xinxolaina. El trabajo de la mujer Respecto a las tarcas sociales ejer- cidas por las mujeres secundarias en los libros de estas edades, sorprende CUADRO 4 Profesiones de las mujeres Tareas domésticas 69,2 Poco cualificadas 13,2 Axtisticas 14 Cualificadas 10,3 100 % ESTUDIO ver que la inmensa mayoria de ellas (un 69,2 %, en el Cuadro 4) continua dedicdndose a los quehaceres domés- ticos casi mas alld de lo que el avance de la mujer en la sociedad actual per- mitiria esperar. Incluso en el caso de mencionarse algiin trabajo, éste apa- rece siempre como secundario en re- lacién con el trabajo del hogar que realizan, efectivamente, en la narra- cién. La mayoria de las muchas ma- dres que aparecen en las obras de Nés- linger o Haertling, la madre de Meg (On verano para morir), de Elvis Karl- ‘sson 0 de tantos otros personajes, in- ‘cluso mujeres fuertes como la de To- davia quedan fantasmas, 0 una de nuestras escasas protagonistas —La Sefora Cucharita—, se dedican prio- ritariamente a asegurar el bienestar fi- sico de la familia. En el caso de que la mujer trabaje fuera del hogar, esta caracteristica se utiliza a menudo para destacar unas condiciones dificiles de vida —en al- _gunos casos provocadas por el aban- ah CLISS7 dono del marido, y, por lo tanto, de la desaparicién det sustento— y se re- fiere a trabajos no cualificados (de- pendienta, criada, modista, etc.), El hecho de que las mujeres trabajado- tas se sitiian sobre todo en oficios que no requieren estudios puede compro- barse en el Cuadro 5 comparando su proporcién (de 1 a 2) con los hombres de ese mismo grupo, mientras que en- tre los profesionales con estudios (pro- fesiones cualificadas) la proporcién entre hombres y mujeres se sitia en una relacién de 1 a 5 a favor de los hombres. En otros casos, la profesién es con- notada positivamente, pero discurre en gran medida por los caminos dela artesania y el arte: la madre de Mi ca- We confeeciona y vende muftecas; a tinica que trabaja en Filo entra en ac- cidn posee una tienda de fanas; la ma- dre adoptiva de Konrad... teje alfom- bras; lade Cua de cavall de Obiols es actriz; la de Anastasia Krupnik, pit- tora, ete. Casi tinicamente fas nume- iCurdaa, rosas maestras y una bibliotecaria le- lizmente protagonista (El secuestro de 1a bibliotecaria) parecen haber de cado algiin tiempo a cursar estudi que les permitan ejercer una profesion més cualificada 0 menos dependien- te de su talento artistico, Ese impac- tante 10,3 % del total de mujeres (Cuadro 4) que ejercen trabajos so- cialmente cualificados (en contraste con el 47,2 % del total de los hom- bres en el Cuadro 3) se sitta ademas en profesiones habituales en el mun- do femenino, profesiones asistencia- les 0 de ejecucién, y siempre en car- gos subordinados, mientras que se mantiene la exclusiva masculina para las profesiones de saber académico, direccidn y jerarquia social elevada.* Por poner tin ejemplo evidente, en el repetido caso de las maestras, el di- rector de la escuela siempre es un hombre. Finalmente, podemos constatar también la marginacién de la mujer en la produccién social en el abanico CUADRO 5 Clasificacién comparativa de las profesiones ejercidas por ambos sexos en la Lid Profesiones Mujeres | Hombres | Total Tareas domésticas 33,6 0 33,6 Profesiones poco cuali- ficadas 64 143 207 | Profesiones artisticas 3.6 2.8 64 Profesiones cualificadas 5,0 243 29,3 Profesiones de tradicion Titeraria 10,0 10,0 : 100 % 15 — CLI57 ESTUDIO de posibilidades profesio- breproteccién filial asoc nales de uno y otro sexo. daa las madres hogarenas Solo una cuarta parte de (en diversas obras de Nos. Tas cosas que se pueden ser tlinger, por ejemplo), 10 (de entre las mas de sesen- cual constituye el tiniee re- ta profesiones citadas) pa- trato matizadamente ne recen estar al alcance de gativo de la mujer que la tas mujeres, mientras que literatura infantil y juvenit Jos hombres pueden optar parece atreverse a abordar por las tres cuartas partes ‘en esta etapa donde la ma- y s6lo en unos pocos ca- yor novedad es el modelo 80s (maestros, campesinos de mujer que las niias no © pintores) 10s dos sexos deberian ser. ‘comparten profesion. Ademds de la imagen de madres acogedoras 0 sobreprotectoras, las mu- jeres han dispuesto siem- pre de un doble modelo de seres practicos y encanta- dores, Las eficaces espo- sas maternales de maridos sabios y ocupados se per- pettian en titulos como Un verano para morir, mientras que su encanto, belleza, magia c irraciona- lidad pueden encarnarse, tanto en esa misma madre como en la de Los secues- tradores de burros, dedi- cada a secar flores en- una valoracién positiva de simismaddmente en lugar mantenimiento del clima de cumplir sus supues- afectivo en el hogar e in- tas_obligaciones hoga- cluso de proteccin res- “WLcNTin Cnut NASTAM ARLPNI BARCELONA ALOMA. wr Feflas. En este segundo pecto del poder masculino (Me im- porta un comino el rey Pepino). Pero también muy a menudo se produce la denuncia de la neurastenia y la so- Las caracteristicas de las mujeres Si en las _primeras edades las mujeres de la literatura infantil se carac- tetizaban, més innovado- ramente, por el humor y la imaginacién, su relega- ‘cidn en fos restantes gru- os acentiia la atribucién de caracteristicas tradicio- nalmente asociadas a la mujer. Su papel de madre protectora puede recibir 16 — CLIS7 kaso, estoy aspeetoy abocun com siempre a la infanulizacidn de be av jer. la mirada humoristica » com prensna det narrador raciomal practice. Para ka cara profunda de ka mes pars encarnar Ia sabidtri de ky antuividn ¥ et 20 turaleca, la mujer como personae 1h. ne wn gran competidor en ot10> per sonaies de su mismo sexo: lay ancianas. Viejas que poseen los secre tos de tos elfos como en El jardin de Ja bruja, que saben combatir a las bres (en Las Brisas). aque saben vo- lar como las hadus ¥ leer en Tos tats Jes (en Margot, wt conte amb fils) © que se aventuran en carminos magicos (La vella, ef gat i Vespigar), ete. las ancianas parecen emerger como per- sonajes positivos, reducto de la femi- nidad tradicional, pero libres de la tension ideoldgica que, en el mejor de los casos, atenaza la descripcién de las mujeres mas jovenes y obliga at na- rrador a introducir multiples justifi- caciones 0 eriticas, Cabe argiir que probablemente el reiraio de la mujer resulte condicio- nado por diversos factores que diticul tan su modernidad. Los libros de te- matica histérica 0 autobiogritica (Cuando Hitler rob6 el conejo rosa), {os modelos del cuento popular ya c tados. 0 incluso la moderna traduc- cién de obras escritas en la década los 60 y principios de los 70 (como £ pequeno Nicolds, muchas obras de Dahl o la citada de Durrell), pueden contribuir a crear una imagen feliz- mente desfasada en los libros mas mo- dernos. Pero no es menos cierto tambié que, independientemente de las cau- sas, exe es el modelo literario ofreci- do a los fectores de los aftos 80 y 99, sin conciencia de su condicién de ek sicos literarios o de libros sujetos a la verosimilitud narrativa, y, 10 que es mais decisivo, sin que resulten equili- brados por una produccidn més com- prometida con una deseripeién no dis- chmmadora de ta mujer. ancestral acta: con han Las nihas Si el modelo de mujer results. pues, cuando menos problematico, tx iden” tificacién directa con los personajes femeninos infantiles no permite pro- agresar demasiado en Ia falta de diseri- minacién. Lo que las nifas lectoras pueden esperar de las nifas de tos li- bros es su predominio en tos libros le 47 CLIS57 cardcter intimista, su papel secunda- rio en los restantes en relacién al pro- tagonismo masculino, la falta de de- finicién de sus caracteristicas propias (© su simple desaparicion narrativa, Asi, muchos de los mejores perso- najes femeninos de la literatura infan- til y juvenil actual se caracterizan por su vinculacién con la magia y la inti- midad (como Momo 0 Miinia) 0 por su interés por la complejidad de Its relaciones humanas (como Susy 0 Anastasia Krupnih). sta adecuacion de los personajes- nihas a tos libros de reflexidn psico logica provoca un cierto aumento de su presencia en los titulos dirigidos a lu preadalescencia, va aienude su descripcién resulta menoy sujet @ las limitaciones de los estereotipos feme- ninos. Su posicién ante el amor. por ejemplo, es mas activa, y sus expec: ESTUDIO tativas de futuro parecen comprender ka posibilidad de ejercer una profesin (en titulos como El tigre de Mary: Pie: viglis; Un viernes enrbrujado: en las obras de Balzola y Nostlinger, etc.) En los libros de accién, en cambie, a presencia de las nidias, aunque real, continiia siendo eevtsa en rel: 160 la de los nis. Muy a menude se si tian en un lugar secundario, integra das ea las pandillas de Sorribas 0 de La Mano negra," 0 como hermanas CLI5S7 mas o menos participantes: de las aventuras de fos nis protagonistas © bien, cuando dirigen la accién, lo hacen desde Ii asuncisin de los valo- res dominantey (como en cl caso de Julie los tnbos, va senalado por Orquinn Ahowt bien, nadie podri decir que su limitado procagonismo aventurero se justitique por su caracterizacion psicolézica 0 tisica. Las aifas de los libros actuales son tan valientes, de- cididas y alborotadoras como cual- quier pifio tradicional. Mais bien pa- rece que en este tipo de libros se hayan eliminado cuidadosamente todos los rasgos que podrian diferenciarlas de los valores masculinos, Curiosamente, podemos observar cémo jamés aparecen narraciones protagonizadas exclusivamente por ni- fhas (con alguna excepeién, como la de las terribles mellizas de Les tres bes- sones), sino que el protagonismo de ‘rupo incluye necesariamente a los ni- ‘tos. Ni siquiera hay parejas de nitas ‘amigas (mientras que si aparecen pa- rejas de nifios) como si causara apren: sion la tradicional relacion de amigui- ‘as entre las niftas Ia concordancia de valores entre la renovacién pedagégica en nuestras es- ‘suelas y la produccidn de literatura in- fantil y juvenil de eatidad explica ta amplia voincidencia de estos datoy con las conclusiones de ta investiga ign de Subirats y Brullet (1988)" so- bre la discriminacién femenina en ta escuela actual cuando sefalan que: Las nifas son cada ver mas inclu das en las actividades de Tos niNos: pero, al mismo tiempo, se produce un mayor menosprecio de las actitudes comsideradas tradicionalmente femeni- fas [J El modelo es el masculino, in- cluso en sus aspectos ansgresores. Et modelo femienino tradicional no tiene cabida en el orden docente: quedan de €1 algunos rastros que permiten com probar que los docentes no ignoran que [as niias no son nifios, pero que trata de olvidarlo pare poder educar- Jas en fa forma correcta. Y, sin embargo, los datos obtenidos nos han mostrade que no es certo que nitos y nas sean tratados igual 1 Tas nitas son tratadas como mifios de segundo orden, por asi decit. ELeste- Teotipo de la diferencia sigue actuan- do, aunque sea a niveles inconscientes del profesorado, Los nis estan des- tinados a ser fos protagonistas de la Vida social, y se les prepara para ello estimulando su protagonism en Iaes- cuela, Las nias reciben un mensaje able: podrén partcipar en el orden colectivo pero no ostentar el protago- smo (pp. 145-146) Sin duda, el hecho de que muy a menudo sepamos que se nos esta ha- blando de una nina sélo por el nom- bre que se le atribuye obedece a una voluntad deliberada de emancipacién femenina,"™ Pero este propésito pare- ce abocar a resultados que podemos calificar, cuando menos, de ambi- guos, si conduce a que las nifas dela literatura actual terminen siendo de- finidas mayoritariamente por nega- cidn: no son femeninas al estilo tradicional, ni for- man grupos de st propio exo, ni son protagonistas exclusivas de la aventura. En ese no ser respect al modelo establecido se si- ta también la inversion de los estereotipos tra sionales de princesas. Pero si en el primer caso hay que plantearse 1a conve- niencia de la asimilacion ‘otal de las nifias a los mo- delos tradicionales de con- ‘ducta masculinos, en el se- gundo vale la pena recordar que la subversion de los tépicos sélo funcio- nna por la vigencia y la ac- twalizaci6n de los modelos transgredidos. Es decir, tuna princesa activa e inte- figente se sostiene litera- ciencia det lector de que las princesas son, como vorma de referencia, hijas y prometidas pasivas de los autént cos protagonistas. La vigente denuncia de los anos setenta El andlisis de [a representacion de fa mujer en fa literatura infantil y ju- venil actual muestra que la militancia antisexista de obras como La rebelin de las lavanderas no etraron al detec- tar los elementos mas consolidados de discriminacién sexista ¢ iniciaron ca- minos muy hollados posteriormente. Efectivamente, podemos observa cémo algunas de las caracteristicas de esta obra podrian servir para sinteti zat rasgos aqui sefalados sobre el es tado de la cuestién en los libros infan tiles y juveniles actuales. En comin con ia mayoria de libros, esta obra presenta una voluntad no discrimina- toria plasmada en una simple inver- 49 — CLIJ57 ‘sién de estereotipos, mas que en una creacién afirmativa de personajes, unos personajes femeninos tan acti- ‘vos y transgresores como cual- quiet personaje masculino po- dria serlo, y un adversario mas- culino encarnado en el amo de su em- presa. Sin embargo, otros de sus ras- ‘gos constituyen atin una excepei6n tan notable, que pueden servir para des- tacar algunas de las ausencias que he- ‘mos sefialado aquf: sus protagonistas, son mujeres adultas; no una sola sino un grupo de ellas; poseen un oficio que las define; pueden aterrorizar y veneer; y sus maridos comparten el trabajo extemo y el del hogar. Sin duda tanta excepcién obedece a una ‘opcién educativa rupturista que no analizamos aqui en su acierto litera- tio o efectividad ideolégica. Lo que importa es sefialar su valor represen- tativo, por norma 0 excepcién, de la situacién de los modelos de género presentes en los libros infantiles y ju- veniles. Sin nuevds modelos de mujer El anilisis de Ia produccién actual ‘que mas puede suponerse que se preo- ‘cupa por la no discriminacién sexista ESTUDIO ALTWA CMU, ANASTASIA RUMOR, AACELONA: ALOHA, ‘nos ha procurado un retrato harto complejo. Realmente, puede afirmar- se que ha desaparecido por completo la defensa de la atribucién diferencia- da de roles, y se constata una volun- tad equilibradora respecto a los aspec- tos discrimina- torios més ex- f ternos. Sin em- £ bargo, también H& resulta bien pa- fente que ain 3 hay mucho que cobjetar sobre la igualdad de los modelos ofreci- dos a los nits y nifias lectores, Mientras que el modelo de ni- fos y hombres actiia en perfec- ta _consonancia y no hace sino CLISS7 prende el camino que atin falta por re- correr en los aspectos cuantificables y socialmente mds asumidos de la igualdad de la mujer, tales como el niimero de protagonisias femeninos 0 el retrato profesional de la mujer. Por otra parte, el imaginario literario pro- puesto parece sujeto a un modelo masculino del mundo a niveles mas sutiles e inconscientes. En el conjun- to de libros analizados, la educacién fermenina ha abandonado sus objeti- vos tradicionales, pero las nifias pa- recen abocadas a una asuncién limi- tada del estereotipo masculino y carecen de nuevos modelos positives de mujer. En el andlisis por edades, parece producirse un trato més igualitario en la personalizacién de los personajes del primer grupo, mientras que, entre los 8 y los 12 aftos, parece evidente et desarrollo de un modelo de socializa- cidn y de aprendizaje literario fuerte- mente deudor de la concepcién tra ciona! masculina. Finalmente, en ba preadolescencia vuelve a acentuarse una cierta innovacién ideotogica, pro- bablemente a causa del reciente desa- reollo de los modelos literarios de la novela juvenil. Asi, el auge de los te- mas psicoldgicos tanto otorga aten- vién a las chicas, como amplia st ra- dio de accion’ inctuyendo alos muchachas. 0 bien, Ia posibilidad de tuna descripcidn social mas compleja en estas edades, inevitablemente reco- ge en mayor medida algunos de los cambios sociales alcanzados por la mujer. La precariedad de este cambio puede observarse, sin embargo, en el hecho de que la defensa de nuevos 10- les para la mujer se hace a menudo en forma de discurso explicito por parte del mismo narrador 0 en boca de los personajes (como en Veva; Anagnorise 0 Mi padre vive en Brasil). Lareflexidn sobre las causas de este hecho se sitdia en un terreno de rela- jones multiples entre los modelos so-

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