dean
Baudrillard
Edgar Morin
| haha et
La violencia
del rounda
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Prdinasterac! 3
Jean Baudrillard y Bégar Morin
{Como interprotar, tras los primeros comentarios La violencia del mundo
formulados bajo el impacto, los acontecimientos
del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York?
{iCusl esl significado deesta espectacular
‘manifestacién del terrorismo en suelo americano?
Jean Bauetrillard y Edgar Morin, en estas dos
conferencias pronunciadas en el Institut du monde arabe,
recontextualizan el acontecimiento en el palsaje actual
de a wglobalizaciom»
Para Baudrillard, la arquitectura arrogante
de as Torres Gemelas noes jena a su destrucci6n
yal derrumbamiento simbélico de un mundo consagrado
al poder econémico yal liberalismo triunfante.
Edgar Morin, en un texto puntuado por los grandes
temas de su reflexién, rememora las condiciones histéricas
que posibilitaron las acclones terroristas yapela a una
toma de conciencia global para inventar un futuro dstinto.
Dos interveneiones esenciales para comprender
‘el sentido dl terrorismo contempordneo el estado
de un mundo donde puede nacer esta Violenela absoluta
Edgar Morin es autor de libros como Elcine
‘oethombre imaginario y Los siete saberes necesarios
para ia educacidn del futuro, amis publicados por Paidés,RAISE Sac or Bonu Pent db Aba
‘Quoton gure probes in i tricin xe do irs
oprah ast acne aebnson sys, repro el
Stari deter anger eso oprecesmae, omeee
‘ner ess emai oan pa
{sete tol as eicones oe pana
Depa ep Be
Impose Gruen
Inge apa Print Spa
Sumario
Apropisito dota vslnsia
‘si mnd, Mant Robbo! 9
1a vilencla do mundi,
‘han Baudrilard 1.
Prdogo ia ntervencion
eudgar Morin,
‘rangas LYoomes 45
plsnetara, gr Morin 1
Debate con Edgar Morin 83
A propésito de la violencia
del mundo
Distanciarse de los sentimientos
de odio y contra-odio, de la dicoto-
mia entre el bien y el mal, generado-
resdeamalgamas y reducciones, comprender la
l6gica y la estética del letal juego especular en-
treel «yo» y el «otro», interrogar ala globalidad
dela violencia consustancial a nuestro mundo
caido en desgracia... Tales son, entre muchas
otras, las preguntas que quisimos plantear sin
tapujos, con firmeza y singularidad, en los Jue-
‘ves del IMA, acompaiiados por Jean Baudrillard
y Edgar Morin, tras los siniestros atentados del
11 de septiembre de 2001 en Nueva York.
Sus reflexiones en torno a esa hecatombe
contrastan, cada una a su modo, con aquella,
°tan sumaria como reductora, de los pseudoes-
pecialistas o de los autoproclamados pensado-
res sobre el islam, el islamismo y «la cuestion
terrorista».
Los textos de Jean Baudrillard y Edgar Mo-
rin nos invitan a reflexionar y a asomarnos ala
arqueologia de lo arcaico, a descifrar sus resi-
duos inconscientes asi como los territorios di-
fusos y fértiles situados més allé de naciones y
fronteras. Y en este sentido, su pensamiento no
es coyuntural, sino temporal y complejo, dind-
mico y global.
Maart Kappat!
1. Periodistayescrtor organizador delos Jueves del Institut
au monde arabe
10
La violencia de lo mundial
Jean Baudrillara!
1, Nacido en 1929, soci6logo inclasifcable y l6sofo intem-
pestivo de originales actitudes, durante mucho tiempo profe-
for dela Universidad Paris X Nanterze dean Baudrillard es ino
{dos intelectuales franceses mas conocidos en el extranjero.
Des le aparicign desu primer libro, Le Syme des objets en
1968 (rad, eas Fl sitema de las abjeas, México Siglo XX, 19),
‘ha sido autor dea abundante obra, prineipalmente publicada
tn francés por editions Galle, (X:dele)
El tema es la violencia de lo mun-
dial, los acontecimientos del 11 de
septiembre, pero yo comenzaré por
las Torres Gemelas y su arquitectura, porque los
atentados del 11 de septiembre también atafien a
laarquitectura. Ha sido destruido uno de los edi:
ficios mas prestigiosos de Nueva York, y con ello,
se ha golpeado a una cierta arquitectura asi co-
‘moa todo un sistema de valores occidentales ya
un orden del mundo. Nada tiene de superfluo,
‘pues, empezar con un analisis historico y arqui-
tectnico de las Torres Gemelas para entender el,
significado simbélico de su destruccion.
Y en primer lugar, por qué las Torres Ge-
melas?
1B¢Por qué dos torres en el World Trade Center?
‘Todos los grandes rascacielos de Manhattan
se habian limitado a enfrentarse en una verti-
calidad competitiva, cuyo resultado era un pa-
norama arquitecténico a imagen del sistema
capitalist, una jungla piramidal cuya célebre
imagen se perfilaba cuando se llegaba por mar,
Esta imagen se modificé en 1973 con la cons-
truccién del WTC. La efigie del sistema pas
del obelisco y la pirémide a la tarjeta perfora-
da y el grafico estadistico, y este grafismo ar-
quitect6nico ya no encarna a un sistema com-
petitivo, sino digital y contable, en el que la
competencia ha desaparecido en beneficio de
las redes y el monopolio. Perfecto paralele-
pipedo de 400 metros de altura, sobre una base
cuadrada, vasos comunicantes perfectamente
equilibrados y ciegos —se dice que el terroris-
mo es ciego, pero las torres también lo eran—,
monolitos, que no se abren al exterior y se
someten a un acondicionamiento artificial.
Que haya dos significa el fin de toda referencia
original. De haber s6lo una, el monopolio no
se encarnaria a la perfeccién: s6lo la redupli-
u
nacién dramatica y,a la pos- |La violencia de
tre, de desaparicion de esta |1o mundial pasa
forma de arquitectura y,ala | también por
vez, del sistema mundial que | 1a arquitectura
ella encarna. En su pura mo-
delizacién informatica, bancaria, financiera,
contable y numérica, las torres eran en cierto
modo su cerebro, y, golpeandolas, los terroristas
han golpeado el cerebro, el centro neurdlgico
del sistema.
La violencia de lo mundial pasa también por
la arquitectura y, por lo tanto, la oposicién vio-
lentaa esta mundializacion también pasa por la
destruccién de esa arquitectura. En términos de
drama colectivo, podria decirse que el horror,
para las cuatro mil victimas, de morir en esas
torres es inseparable del horror de vivir en
ellas, el horror de vivir y trabajar en esos sarc6-
fagos de hormigén y acero.
Esos monstruos arquitecténicos, como el
centro Beaubourg, siempre han ejercido —al
igual que las formas extremas de la tecnologia
moderna en general— una fascinacin ambi-
gua, un sentimiento contradictorio de atrac-
16
caci6n del signo pone verdadero fin a aquello
que designa.
Existe una fascinacion particular en esta re-
duplicaci6n. Por altas que sean, las dos torres
significan pesea todo una detencién dela verti-
calidad. No son de la misma raza que los demas
rascacielos, culminan en el reflejo exacto la una
de la otra. Los rascacielos de Rockefeller Center
todavia reflejan sus fachadas de cristal y de ace:
roen una especularidad ilimitada de la ciudad.
Las torres, en cambio, no tienen fachada, no tie-
nen rostro, Al mismo tiempo que la retorica de
la verticalidad, desaparece la retorica del espejo.
Queda s6lo una suerte de caja negra, una serie
cerrada en la cifra dos, como sila arquitectura,
a imagen del sistema, solo emanara ya de la clo-
nacién o de un cédigo genético inmutable.
‘Asi pues, Nueva York es la tinica ciudad del
mundo que resigue, a lo largo de toda su histo-
ria, con prodigiosa fidelidad, la forma actual
del sistema y todas sus peripecias. Habra que
suponer, pues, que el hundimiento de las torres
—evento dinico en la historia de las ciudades
modernas— prefigura una forma de culmi-
16
cion y repulsién, y, por ello, en algdn lugar, un
secreto deseo de verlos desaparecer: En el caso
de las Torres Gemelas, a eso se agrega un ele-
mento particular: precisamente, su simetria
y su gemelaridad. Sin duda, en esa clonacion y
enesa perfecta simetria hay una cualidad esté.
tica, pero también una especie de crimen per-
fecto contra la forma, una tautologia de la for-
ma que puede acarrear, por una repercusion
violenta, la tentacion de romper esa simetria,
de restituir una asimetria y, por lo tanto, una
singularidad,
‘Su destruccién misma respeté la simetria de
las torres: doble agresién con pocos minutos
de intervalo. Suspense entre los dos impactos,
Después del primero, todavia es posible creer en
unaceidente, S6lo el segundo impacto confirma
elacto terrorista. Y en la caida de un Boeing en
‘Queens, un mes después, las televisiones queda-
rona la espera, en elaire (por lo menos en Fran-
cia) durante més de cuatro horas, aguardando
un eventual segundo impacto en directo. Como
no se produjo, jamas sabremos si se trat6 de un
accidente ode un atentado.
”EI hundimiento de las |E1 hundimiento
torres es el acontecimien- | de las torres es
to simbélico capital. Ima- |el acontecimfento
ginen que no se hubieran | simbético capital
hundido o que sélo lo hu-
biera hecho una: el efecto no habria sido en mo-
do alguno el mismo. La prueba patente de la
fragilidad del poder mundial no habria sido
Ja misma. Las torres, que eran el emblema de
ese poder, lo siguen encarnandoen sudramatico
final, que se asemeja a un suicidio. Viéndolas
caer por si mismas, como por implosién, se
tenia la impresién de que se estaban suicidan-
do, en respuesta a los suicidios de los aviones
suicidas.
iLas Torres Gemelas fueron destruidas 0 se de-
rrumbaron? Me explico: las dos torres son al
mismo tiempo un objeto fisico, arquitecténico,
y un objeto simbélico (simbélico del poder fi-
nanciero y del liberalismo mundial). E1 objeto
arquitect6nico fue destruido, pero el verdadero
objetivo, lo que se queria aniquilar, era el obje-
to simbélico. Quizés alguien piense que la des-
18
rismo, Es tan légico como | Incluso en su
inexorable queelaumentode | fracaso, tos
poder del poder exacerbe la | terroristas
voluntad de destruirlo, Pero | tuvieron éxito
hay més: en algin lugar, él |al fallar el
mismo es complice de su pro- | golpea
pia destrucciéon, a Casa Blanea
Las innumerables pelicu-
las de catastrofes son un testimonio de ese fan-
tasma, conjurado a través de la imagen y los
efectos especiales. Pero la fascinacién que ejer-
cen es el signo de un paso al acto que siempre
anda cerca: la denegacién de todo sistema, in-
‘cluyendo la denegacién interna, tanto mas inten-
sa cuanto mas se aproxima ala perfeceion y ala
‘omnipotencia.
Se ha dicho: «El propio Dios no puede decla-
rarse la guerra». Y bien, si que puede. Occiden-
te, en la posicién de Dios (de omnipotencia divi
na y de legitimidad moral absoluta), se vuelve
suicida y se declara la guerra si mismo.
Podrfamos ir mas lejos y decir que, incluso
en su fracaso, los terroristas tuvieron éxito
més alla de sus esperanzas, al fallar el golpe
0
trucci6n fisica fue la causante del derrumba-
miento simbélico. Pero, de hecho, nadie —ni
siquiera los terroristas— contaba con la des-
trucci6n total de las torres. De modo que, en
realidad, fue su derrumbamiento simbélico el
causante de su derrumbamiento fisico, y no
al revés
Como si el poder que sostenia esas torres
perdiera repentinamente toda su energia, toda
su fuerza, como si ese poder arrogante cediese
bruscamente bajo el efecto de un esfuerzo de
masiado intenso: precisamente, el de querer
siempre ser el tinico modelo del mundo.
Asi pues, las torres, fatigadas de ser ese sim-
bolo demasiado pesado de soportar, se derrum-
baron, esta vez fisicamente, del todo. Sus ner-
vios de acero se partieron, se desplomaron
verticalmente, sin fuerzas, ante las estupefac-
tas miradas del mundo entero.
El derrumbamiento simbélico se produjo,
asi pues, por una especie de complicidad impre-
visible: como si el sistema entero, por su fragili-
dad interna, participara en el juego desu propia
liguidacion, y por lo tanto en el juego del terro-
a la Casa Blanca al tiempo |S6lo deberia
que acertaban en las torres | construirse
més alld de sus objetivos. Al | aquello que sea
fallar el blanco White House, | digno de ser
mostraron involuntariamen- |destruido
te que ése no era el blanco
esencial, que el poder politico no significaba
enel fondo gran cosa, y que el poder estaba en
otra parte.
En cuanto al problema de qué deberia re-
construirse en lugar de las torres, es irresolu-
ble. Simplemente porque no cabe imaginar nada
equivalente que valga la pena destruir, que sea
digno de ser destruido. Valia la pena destruir
las Torres Gemelas: no puede decirse lo mismo
de muchas obras arquitect6nicas. La mayoriade
Jas cosas no son dignas de ser destruidas o sa-
crificadas. Sé6lo las obras de prestigio merecen
serlo, porque es un honor
Esta proposicién no es tan paradéjica como
parece, y plantea una cuestin fundamental ala
arquitectura: sélo deberia construirse aquello
que, por su excelencia, sea digno de ser destrui-
do, Hagan la lista en funcién de este interro-
agante radical, y veran qué sucede: no mucho re-
sistiria esta hipotesis extrema.
Llegamos por este camino a la que deberia
ser la cuestién fundamental dela arquitectura,
¥ que los arquitectos nunca plantean: la de
aquello que no es normal erigir ni construir.
Debemos reservarle a esta empresa su cardcter
absolutamente anormal, insolito, problemati-
co, y cuya tinica excusa seria que aspira a bo-
rrarse y volverse invisible.
‘Todo esta en el primer instante. Todo se en-
cuentra conjugado de inmediato, en el choque
de los extremos. Y si eludimos ese momento de
estupor, de admiracion —inmoral, es cierto,
pero que condensa, a través de la inmoralidad
de la imagen, la asombrosa intuicién del acon-
tecimiento—, si rechazamos ese momento, per-
demos toda posibilidad de comprender. Si el
primer pensamiento es el de decir: esto es mons-
truoso, esto es inaceptable, entonces toda la in-
tensidad, todo el impacto del acontecimiento
se pierde en consideraciones politicas y mora-
les, Todos los discursos nos alejan irrevocable-
2
onto por delegacién. Esta visibili-
dad de sustitucidn es la estrategia misma dela
informacién, es decir, en realidad, la biisqueda
de la ausencia de informacién por todos los me-
dios. Del mismo modo que la guerra actual es la
busqueda de la ausencia de politica por otros
medios.
De modo que la guerra de Afganistan no es
una guerra, pero lo que nos cuentan de ella los
medios de comunicacién tampoco es informa-
cion. Todo se iguala, el juego es igual. Elhecho de
que no haya informacién compensa en cierto mo-
doel hecho de queno haya guerra, en una especie
deanulacion mutua comoaquella de la que habla
Bertolt Brecht en sus «dislogos de exiliados»,
‘Asi pues, en el régimen normal de los me-
dios la imagen sirve de refugio imaginario con-
trael acontecimiento. Es una forma de evasién,
de conjuro del acontecimiento. En este sentido,
es una violencia ejercida contra el aconteci
miento. En el caso del WTC, en cambio, hay so-
brefusi6n de los dos, del acontecimiento y de la
imagen, y la imagen misma deviene aconteci-
mental. Asimismo, en un acontecimiento tan
u
mentedelacontecimiento | Habitualmente, en
y Jamas podremos volver | nuestro universo
aacercarnos a él, noms | meditico, la
queal BigBangoalcrimen | imagen esta ahi
original. en lugar del
Asi pues, a un aconte- | acontecimiento
cimiento tinico le corres-
ponde una reaccién tinica, inmediata e inapela.
ble. Una reaccién que emplee en cierto modo la
energia potencial del acontecimiento, puesto
que cuanto le seguir, guerra incluida, no ser
més que una forma de dilucién, de extenuacion
progresiva. De ahi la dificultad de regresar in.
definidamente al comentario: seria un poco co-
mo pedirle a los terroristas que repitieran su
acto a cémara lenta, llave en mano y con ma-
nual de instrucciones.
Elacontecimiento est ahi en primer lugar: El
acontecimiento y la imagen estén ahi en primer
lugar, simultanea, inextricablemente. Aconteci-
miento-imagen. Imagen-acontecimiento. Habi-
tualmente, en nuestro universo mediatico, la
imagen esta ahi en lugar del acontecimiento.
Lo sustituye, y el consumo de la imagen agota
2
excepeional, hay sobrefusi6n dea realidad y de
la ficeién. No hay, pues, pérdida de realidad, si-
no, porel contrario, un plus de realidad ligadoa
un plus deficcion, ¥en cierto modo estamos an-
te un hecho simbélico total, al igual que Mauss
hablaba del hecho social total.
En este estadio extremo, tanto la imagen co-
mo el acontecimiento se vuelven inimagina
bles. Esoes, por otra parte, loque todo el mundo
se dijo cuando vio derrumbarse las torres: jes
inimaginable! ¥, en efecto, no hay representa-
ion posible de este acontecimiento. Es irrepre-
sentable para todo discurso o interpretacién,
sean éstos politicos, econémicos 0 psicol6gicos.
En tanto que acontecimiento puro, esta mas
alla de todo eso. Y sino es representable, es que
noes real propiamente hablando:es, ala vez, no
real y mas que real. En lugar de producir in-
formacién o generar una informacién llamada
«ceaby, produce incertidumbre, una inmensa
incertidumbre, porque justamente rompe la
sucesién lineal de los hechos «reales» y la su-
cesién lineal, ininterrumpida, de las imége-
nes. Incluso en mitad del tropel de aconteci-
2s‘mientos insignificantese imé- | Un incremento
genes banales con que trata- | de violencia
mos, significa una detencién | no basta para
brutal de la imagen, una de- | abrirnos
tencién violenta del mundo, |a1a realidad
una detencién violenta en la
cadena de la informacién.
Al igual que no existe representacion posi-
ble, no existe propiamente hablando difusion
de semejante acontecimiento. Es a la vez espec-
tacular y clandestine. No hay difusién, sino una
especie de difraccién (como un fenémeno frac-
tal), de destilacion, de silenciosa eficacia que
or supuesto todos tratan de diluir en los co-
mentarios, que son como sus metastasis.
En el fondo, en tanto que acontecimiento
puro, este acontecimiento ya ha desaparecido
((como Bin Laden!). Su destino es desaparecer en
un inmenso trabajo politico e ideolégico de mis-
tifieacion, que de hecho es un trabajo de duelo.
Es preciso borrarlo, Es preciso que todas las
consecuencias sean borradas por el discurso.
Es preciso regresar al curso normal de las cosas,
del cual la guerra forma parte.
26
Esta violencia terrorista no es, pues, un rebro-
te de realidad, ni tampoco de historia. Esta vio-
Iencia terrorista no es «real», Es peor, en cierto
sentido: es simb6lica. La violencia en si pue-
de ser perfectamente banal ¢ inofensiva. Slo la
violencia simbélica genera singularidad. Y en
ese acontecimiento singular, en esa pelicula de
catistrofes en Manhattan, se conjugan al maxi-
‘mo los dos elementos de fascinacién de masas
del siglo xx: la magia blanca del cine y la magia
negra del terrorismo; la luz blanca de la imagen
ylaluz negra del terrorismo.
En este sentido, el acontecimiento es siem-
pre primero e imprevisible,
Asi, el de Nueva York fue muchas veces ima-
ginado como guién (E! coloso en llamas...) por
Hollywood o por la CIA, pero nunca imaginado
como posible. Se mantuvo, por lo tanto, total-
mente imprevisto. Los guiones virtuales son
capaces de agotar todas las eventualidades, pe-
ro nunca el acontecimiento en si. Ahora bien,
reales o eventuales, la mayoria de las cosas no
constituyen acontecimiento. Son del orden de
Ja continuidad de las causas y los efectos. El
8
Elhundimiento de las to- | Loreal
rres del WTC es inimagina- |se agrega
ble, pero eso no basta para |a1a imagen
convertirlo en un aconteci- | como una
miento real. Un incremento | prima de terror
de violencia no basta para
abrirnos a la realidad. La realidad es un prin-
cipio, y ese principio es lo que se ha perdido.
Lo real y la ficcién son inextricables, y la fasci-
naci6n del atentado es en primer lugar la dela
imagen: las consecuencias simulténeamente ju
bilosas y catastréficas son en si ampliamente
imaginarias,
Eneste caso, pues, lo real se agrega a la ima-
gen como una prima de terror, como un estreme-
cimiento mas. No s6lo es terrorifico, ademas es
real. No es que la violencia de lo real esté ahi en
primer lugar y se le agregue el estremecimiento
de la imagen, sino que la imagen est ahi en pri-
mer lugar y se le agrega el estremecimiento de
lo real. Algo asi como una ficcién de mas, una
ficci6n que supera a la ficcién. Ballard (siguien-
doa Borges) hablaba de reinventar lo real, como
la Gltima y mas temible de las ficciones.
n
acontecimiento, por su parte, en sentido propio,
es del orden de la discontinuidad y la ruptura.
En este sentido, todo acontecimiento digno de
ese nombre es terrorista. Es una forma de paso
al acto simbélico y por ello es fuente de una fas-
cinacién singular. El equivalente de un atractor
extraio.
Se ha dicho que los acontecimientos del 11
de septiembre constituian un retorno en toda
regla de lo real en un mundo devenido virtual,
con una especie de nostalgia por los viejos va-
lores seculares de lo real y de la historia, aun-
que sea violenta, pero no se trata de eso. No se
trata en absoluto de a irrupeién de lo real, sino
de lo simbélico, de la violencia simbélica des-
rita por lo que yo denominaria el intereambio
imposible de la muerte.
Existen diferentes hipétesis posibles sobre el
terrorismo, de la hipotesis cero ala que yo de-
nominaria soberana. Salvo esta ultima, todas
ellas tienden a atribuirle un sentido historico,
politico, religioso, psicol6gico y, de este modo, a
borrar su singularidad.
2»La hipétesis cero es que el acontecimiento
terrorista no tiene una particular importan-
cia. Es insignificante, no hubiera debido exis-
tiry, en el fondo, no existe. No es mas que una
peripecia accidental en el trayecto mundial ha:
cia el bien y la felicidad. Coincide en este pun-
to con la vision teol6gica, segtin la cual el mal
noes mas que una ilusién,
‘Segunda hip6tesis: son locos suicidas, fand-
ticos de una causa pervertida, psicépatas asi.
milables a serial killers y que deben ser elimi-
nados como tales (ya vemos, por otra parte, la
suerte que han corrido en Guantanamo). Es la
tesis mas general de una manipulacién de los.
propios terroristas por parte de algun poder
maléfico, la tesis del complot. Esta tesis se pro-
longa en la idea de que el terrorismo se limita-
ria a explotar el resentimiento y el odio de to:
dos los pueblos oprimidos para justificar su
violencia y su furia destructiva. ¥ la idea rea-
parece, si bien de forma inversa, en la tentati-
va de justificar el terrorismo como expresién
real de la desesperacién de los pueblos opri-
midos de toda la tierra. Hipétesis maxima, en
30
humillacién. Todo lo cual | EI sistema seria
puede acarrear una denega- | el eéncer y el
cién violentaen forma de re- | terrorismo
presalias, por asi decir, fren- | su metastasis
te a ese exceso de realidad,
Enel fondo, tal vez la desesperacién se encuen-
tre en los dos bandos.
‘También existe la posibilidad de reconocer
en el terrorismo una forma de accion politica y
de afirmaci6n de la voluntad propia, como un
proyecto y una pretension justificada de opo-
nerse al orden mundial. En tal caso, sin embar-
0, se denuncia acto seguido su fracaso y la ma-
nipulacién por parte del propio sistema. Es la
versi6n, entre otros, de Arundati Roy, la escri:
tora india que al denunciar ese poder mundial
denuncia simulténeamente al terrorismo co-
mo su hermano gemelo, gemelo diabélico del
sistema, donde el sistema seria el cancer y el
terrorismo su metastasis,
Asi pues, el terrorismoes visto esta vez como
doble cémplice, como mecanismo de feedback,
fuerza de oposicion practicamente necesaria
en una dialéctica perversa que fundamenta al
32
tanto es la Ultima tentativa de | Esta tesis
darle al terrorismo una espe- | condena al
cie de causa objetiva y, por lo | terrorismo
tanto, de razon historica. Pero |aser un gesto
silomiramos con detenimien- |de impotencia
to, esta tesis basada en la de-
sesperacion es, a su vez, desesperada, Condena
al terrorismo a ser un gesto de impotencia,
una confesi6n de impotencia que representa la
miseria mundial solo para dinamitarla en un
gesto definitivo.
Por otro lado, si hubiera que encontrar una
causa 0 una condicién objetiva de posibili-
dad del terrorismo, entonces la dominacion
del resto del mundo seria, ciertamente, una de
ellas, pero también el sofisticado sometimiento
—el nuestro—a una tecnologia integral, al su:
perdesarrollo que hace de cada existencia
individual un objeto de total indiferencia, e in-
cluso de odio y contratransferencia. Y eso en
los paises superdesarrollados. Puede darse
ahi un rechazo de esa realidad virtual aplas-
tante, de esa supremacia técnica y artificial,
también vivida como dominacién y secreta
si
imperio, como maquina infernal y movimiento
perpetuo. El poder del mal como regenerador
del poder divino. Otra vez ahi, en el fondo, una
proposicion casi teolégica, Se puede Hegar al
extremo de imaginar que si el terrorismo no
existiera, el sistema lo habria inventado, y ver
en los atentados de Nueva York, como se ha he-
cho, un golpe de la CIA. Dialéctica asimismo
desesperada, pues equivale a suponer que nada
puede constituir acontecimiento contra el sis
tema, que toda denegacién y toda violencia es a
priori cémplice del curso de las cosas, del curso
‘inexorable de la globalizacién. Es negar toda la
singularidad, toda la violencia especifica y el
‘momento mismo del acontecimiento. Es desca-
lificar no s6lo las intenciones de los actores
sino aquello que su accién pone en juego. Es
juzgar y devaluar la accién en funcién de su re-
sultado, de sus asi Iamadas consecuencias
objetivas, y nunca en si misma, en su poder
simbélico puro.
Podriamos, por otra parte, darle la vuelta a
esta dialéctica y decir igualmente que el orden
‘mundial es el que genera su propia denegacién
33