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dean Baudrillard Edgar Morin | haha et La violencia del rounda wwwpaidos.com Ten iil i 4 ° | | au Prdinasterac! 3 Jean Baudrillard y Bégar Morin {Como interprotar, tras los primeros comentarios La violencia del mundo formulados bajo el impacto, los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York? {iCusl esl significado deesta espectacular ‘manifestacién del terrorismo en suelo americano? Jean Bauetrillard y Edgar Morin, en estas dos conferencias pronunciadas en el Institut du monde arabe, recontextualizan el acontecimiento en el palsaje actual de a wglobalizaciom» Para Baudrillard, la arquitectura arrogante de as Torres Gemelas noes jena a su destrucci6n yal derrumbamiento simbélico de un mundo consagrado al poder econémico yal liberalismo triunfante. Edgar Morin, en un texto puntuado por los grandes temas de su reflexién, rememora las condiciones histéricas que posibilitaron las acclones terroristas yapela a una toma de conciencia global para inventar un futuro dstinto. Dos interveneiones esenciales para comprender ‘el sentido dl terrorismo contempordneo el estado de un mundo donde puede nacer esta Violenela absoluta Edgar Morin es autor de libros como Elcine ‘oethombre imaginario y Los siete saberes necesarios para ia educacidn del futuro, amis publicados por Paidés, RAISE Sac or Bonu Pent db Aba ‘Quoton gure probes in i tricin xe do irs oprah ast acne aebnson sys, repro el Stari deter anger eso oprecesmae, omeee ‘ner ess emai oan pa {sete tol as eicones oe pana Depa ep Be Impose Gruen Inge apa Print Spa Sumario Apropisito dota vslnsia ‘si mnd, Mant Robbo! 9 1a vilencla do mundi, ‘han Baudrilard 1. Prdogo ia ntervencion eudgar Morin, ‘rangas LYoomes 45 plsnetara, gr Morin 1 Debate con Edgar Morin 83 A propésito de la violencia del mundo Distanciarse de los sentimientos de odio y contra-odio, de la dicoto- mia entre el bien y el mal, generado- resdeamalgamas y reducciones, comprender la l6gica y la estética del letal juego especular en- treel «yo» y el «otro», interrogar ala globalidad dela violencia consustancial a nuestro mundo caido en desgracia... Tales son, entre muchas otras, las preguntas que quisimos plantear sin tapujos, con firmeza y singularidad, en los Jue- ‘ves del IMA, acompaiiados por Jean Baudrillard y Edgar Morin, tras los siniestros atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York. Sus reflexiones en torno a esa hecatombe contrastan, cada una a su modo, con aquella, ° tan sumaria como reductora, de los pseudoes- pecialistas o de los autoproclamados pensado- res sobre el islam, el islamismo y «la cuestion terrorista». Los textos de Jean Baudrillard y Edgar Mo- rin nos invitan a reflexionar y a asomarnos ala arqueologia de lo arcaico, a descifrar sus resi- duos inconscientes asi como los territorios di- fusos y fértiles situados més allé de naciones y fronteras. Y en este sentido, su pensamiento no es coyuntural, sino temporal y complejo, dind- mico y global. Maart Kappat! 1. Periodistayescrtor organizador delos Jueves del Institut au monde arabe 10 La violencia de lo mundial Jean Baudrillara! 1, Nacido en 1929, soci6logo inclasifcable y l6sofo intem- pestivo de originales actitudes, durante mucho tiempo profe- for dela Universidad Paris X Nanterze dean Baudrillard es ino {dos intelectuales franceses mas conocidos en el extranjero. Des le aparicign desu primer libro, Le Syme des objets en 1968 (rad, eas Fl sitema de las abjeas, México Siglo XX, 19), ‘ha sido autor dea abundante obra, prineipalmente publicada tn francés por editions Galle, (X:dele) El tema es la violencia de lo mun- dial, los acontecimientos del 11 de septiembre, pero yo comenzaré por las Torres Gemelas y su arquitectura, porque los atentados del 11 de septiembre también atafien a laarquitectura. Ha sido destruido uno de los edi: ficios mas prestigiosos de Nueva York, y con ello, se ha golpeado a una cierta arquitectura asi co- ‘moa todo un sistema de valores occidentales ya un orden del mundo. Nada tiene de superfluo, ‘pues, empezar con un analisis historico y arqui- tectnico de las Torres Gemelas para entender el, significado simbélico de su destruccion. Y en primer lugar, por qué las Torres Ge- melas? 1B ¢Por qué dos torres en el World Trade Center? ‘Todos los grandes rascacielos de Manhattan se habian limitado a enfrentarse en una verti- calidad competitiva, cuyo resultado era un pa- norama arquitecténico a imagen del sistema capitalist, una jungla piramidal cuya célebre imagen se perfilaba cuando se llegaba por mar, Esta imagen se modificé en 1973 con la cons- truccién del WTC. La efigie del sistema pas del obelisco y la pirémide a la tarjeta perfora- da y el grafico estadistico, y este grafismo ar- quitect6nico ya no encarna a un sistema com- petitivo, sino digital y contable, en el que la competencia ha desaparecido en beneficio de las redes y el monopolio. Perfecto paralele- pipedo de 400 metros de altura, sobre una base cuadrada, vasos comunicantes perfectamente equilibrados y ciegos —se dice que el terroris- mo es ciego, pero las torres también lo eran—, monolitos, que no se abren al exterior y se someten a un acondicionamiento artificial. Que haya dos significa el fin de toda referencia original. De haber s6lo una, el monopolio no se encarnaria a la perfeccién: s6lo la redupli- u nacién dramatica y,a la pos- |La violencia de tre, de desaparicion de esta |1o mundial pasa forma de arquitectura y,ala | también por vez, del sistema mundial que | 1a arquitectura ella encarna. En su pura mo- delizacién informatica, bancaria, financiera, contable y numérica, las torres eran en cierto modo su cerebro, y, golpeandolas, los terroristas han golpeado el cerebro, el centro neurdlgico del sistema. La violencia de lo mundial pasa también por la arquitectura y, por lo tanto, la oposicién vio- lentaa esta mundializacion también pasa por la destruccién de esa arquitectura. En términos de drama colectivo, podria decirse que el horror, para las cuatro mil victimas, de morir en esas torres es inseparable del horror de vivir en ellas, el horror de vivir y trabajar en esos sarc6- fagos de hormigén y acero. Esos monstruos arquitecténicos, como el centro Beaubourg, siempre han ejercido —al igual que las formas extremas de la tecnologia moderna en general— una fascinacin ambi- gua, un sentimiento contradictorio de atrac- 16 caci6n del signo pone verdadero fin a aquello que designa. Existe una fascinacion particular en esta re- duplicaci6n. Por altas que sean, las dos torres significan pesea todo una detencién dela verti- calidad. No son de la misma raza que los demas rascacielos, culminan en el reflejo exacto la una de la otra. Los rascacielos de Rockefeller Center todavia reflejan sus fachadas de cristal y de ace: roen una especularidad ilimitada de la ciudad. Las torres, en cambio, no tienen fachada, no tie- nen rostro, Al mismo tiempo que la retorica de la verticalidad, desaparece la retorica del espejo. Queda s6lo una suerte de caja negra, una serie cerrada en la cifra dos, como sila arquitectura, a imagen del sistema, solo emanara ya de la clo- nacién o de un cédigo genético inmutable. ‘Asi pues, Nueva York es la tinica ciudad del mundo que resigue, a lo largo de toda su histo- ria, con prodigiosa fidelidad, la forma actual del sistema y todas sus peripecias. Habra que suponer, pues, que el hundimiento de las torres —evento dinico en la historia de las ciudades modernas— prefigura una forma de culmi- 16 cion y repulsién, y, por ello, en algdn lugar, un secreto deseo de verlos desaparecer: En el caso de las Torres Gemelas, a eso se agrega un ele- mento particular: precisamente, su simetria y su gemelaridad. Sin duda, en esa clonacion y enesa perfecta simetria hay una cualidad esté. tica, pero también una especie de crimen per- fecto contra la forma, una tautologia de la for- ma que puede acarrear, por una repercusion violenta, la tentacion de romper esa simetria, de restituir una asimetria y, por lo tanto, una singularidad, ‘Su destruccién misma respeté la simetria de las torres: doble agresién con pocos minutos de intervalo. Suspense entre los dos impactos, Después del primero, todavia es posible creer en unaceidente, S6lo el segundo impacto confirma elacto terrorista. Y en la caida de un Boeing en ‘Queens, un mes después, las televisiones queda- rona la espera, en elaire (por lo menos en Fran- cia) durante més de cuatro horas, aguardando un eventual segundo impacto en directo. Como no se produjo, jamas sabremos si se trat6 de un accidente ode un atentado. ” EI hundimiento de las |E1 hundimiento torres es el acontecimien- | de las torres es to simbélico capital. Ima- |el acontecimfento ginen que no se hubieran | simbético capital hundido o que sélo lo hu- biera hecho una: el efecto no habria sido en mo- do alguno el mismo. La prueba patente de la fragilidad del poder mundial no habria sido Ja misma. Las torres, que eran el emblema de ese poder, lo siguen encarnandoen sudramatico final, que se asemeja a un suicidio. Viéndolas caer por si mismas, como por implosién, se tenia la impresién de que se estaban suicidan- do, en respuesta a los suicidios de los aviones suicidas. iLas Torres Gemelas fueron destruidas 0 se de- rrumbaron? Me explico: las dos torres son al mismo tiempo un objeto fisico, arquitecténico, y un objeto simbélico (simbélico del poder fi- nanciero y del liberalismo mundial). E1 objeto arquitect6nico fue destruido, pero el verdadero objetivo, lo que se queria aniquilar, era el obje- to simbélico. Quizés alguien piense que la des- 18 rismo, Es tan légico como | Incluso en su inexorable queelaumentode | fracaso, tos poder del poder exacerbe la | terroristas voluntad de destruirlo, Pero | tuvieron éxito hay més: en algin lugar, él |al fallar el mismo es complice de su pro- | golpea pia destrucciéon, a Casa Blanea Las innumerables pelicu- las de catastrofes son un testimonio de ese fan- tasma, conjurado a través de la imagen y los efectos especiales. Pero la fascinacién que ejer- cen es el signo de un paso al acto que siempre anda cerca: la denegacién de todo sistema, in- ‘cluyendo la denegacién interna, tanto mas inten- sa cuanto mas se aproxima ala perfeceion y ala ‘omnipotencia. Se ha dicho: «El propio Dios no puede decla- rarse la guerra». Y bien, si que puede. Occiden- te, en la posicién de Dios (de omnipotencia divi na y de legitimidad moral absoluta), se vuelve suicida y se declara la guerra si mismo. Podrfamos ir mas lejos y decir que, incluso en su fracaso, los terroristas tuvieron éxito més alla de sus esperanzas, al fallar el golpe 0 trucci6n fisica fue la causante del derrumba- miento simbélico. Pero, de hecho, nadie —ni siquiera los terroristas— contaba con la des- trucci6n total de las torres. De modo que, en realidad, fue su derrumbamiento simbélico el causante de su derrumbamiento fisico, y no al revés Como si el poder que sostenia esas torres perdiera repentinamente toda su energia, toda su fuerza, como si ese poder arrogante cediese bruscamente bajo el efecto de un esfuerzo de masiado intenso: precisamente, el de querer siempre ser el tinico modelo del mundo. Asi pues, las torres, fatigadas de ser ese sim- bolo demasiado pesado de soportar, se derrum- baron, esta vez fisicamente, del todo. Sus ner- vios de acero se partieron, se desplomaron verticalmente, sin fuerzas, ante las estupefac- tas miradas del mundo entero. El derrumbamiento simbélico se produjo, asi pues, por una especie de complicidad impre- visible: como si el sistema entero, por su fragili- dad interna, participara en el juego desu propia liguidacion, y por lo tanto en el juego del terro- a la Casa Blanca al tiempo |S6lo deberia que acertaban en las torres | construirse més alld de sus objetivos. Al | aquello que sea fallar el blanco White House, | digno de ser mostraron involuntariamen- |destruido te que ése no era el blanco esencial, que el poder politico no significaba enel fondo gran cosa, y que el poder estaba en otra parte. En cuanto al problema de qué deberia re- construirse en lugar de las torres, es irresolu- ble. Simplemente porque no cabe imaginar nada equivalente que valga la pena destruir, que sea digno de ser destruido. Valia la pena destruir las Torres Gemelas: no puede decirse lo mismo de muchas obras arquitect6nicas. La mayoriade Jas cosas no son dignas de ser destruidas o sa- crificadas. Sé6lo las obras de prestigio merecen serlo, porque es un honor Esta proposicién no es tan paradéjica como parece, y plantea una cuestin fundamental ala arquitectura: sélo deberia construirse aquello que, por su excelencia, sea digno de ser destrui- do, Hagan la lista en funcién de este interro- a gante radical, y veran qué sucede: no mucho re- sistiria esta hipotesis extrema. Llegamos por este camino a la que deberia ser la cuestién fundamental dela arquitectura, ¥ que los arquitectos nunca plantean: la de aquello que no es normal erigir ni construir. Debemos reservarle a esta empresa su cardcter absolutamente anormal, insolito, problemati- co, y cuya tinica excusa seria que aspira a bo- rrarse y volverse invisible. ‘Todo esta en el primer instante. Todo se en- cuentra conjugado de inmediato, en el choque de los extremos. Y si eludimos ese momento de estupor, de admiracion —inmoral, es cierto, pero que condensa, a través de la inmoralidad de la imagen, la asombrosa intuicién del acon- tecimiento—, si rechazamos ese momento, per- demos toda posibilidad de comprender. Si el primer pensamiento es el de decir: esto es mons- truoso, esto es inaceptable, entonces toda la in- tensidad, todo el impacto del acontecimiento se pierde en consideraciones politicas y mora- les, Todos los discursos nos alejan irrevocable- 2 onto por delegacién. Esta visibili- dad de sustitucidn es la estrategia misma dela informacién, es decir, en realidad, la biisqueda de la ausencia de informacién por todos los me- dios. Del mismo modo que la guerra actual es la busqueda de la ausencia de politica por otros medios. De modo que la guerra de Afganistan no es una guerra, pero lo que nos cuentan de ella los medios de comunicacién tampoco es informa- cion. Todo se iguala, el juego es igual. Elhecho de que no haya informacién compensa en cierto mo- doel hecho de queno haya guerra, en una especie deanulacion mutua comoaquella de la que habla Bertolt Brecht en sus «dislogos de exiliados», ‘Asi pues, en el régimen normal de los me- dios la imagen sirve de refugio imaginario con- trael acontecimiento. Es una forma de evasién, de conjuro del acontecimiento. En este sentido, es una violencia ejercida contra el aconteci miento. En el caso del WTC, en cambio, hay so- brefusi6n de los dos, del acontecimiento y de la imagen, y la imagen misma deviene aconteci- mental. Asimismo, en un acontecimiento tan u mentedelacontecimiento | Habitualmente, en y Jamas podremos volver | nuestro universo aacercarnos a él, noms | meditico, la queal BigBangoalcrimen | imagen esta ahi original. en lugar del Asi pues, a un aconte- | acontecimiento cimiento tinico le corres- ponde una reaccién tinica, inmediata e inapela. ble. Una reaccién que emplee en cierto modo la energia potencial del acontecimiento, puesto que cuanto le seguir, guerra incluida, no ser més que una forma de dilucién, de extenuacion progresiva. De ahi la dificultad de regresar in. definidamente al comentario: seria un poco co- mo pedirle a los terroristas que repitieran su acto a cémara lenta, llave en mano y con ma- nual de instrucciones. Elacontecimiento est ahi en primer lugar: El acontecimiento y la imagen estén ahi en primer lugar, simultanea, inextricablemente. Aconteci- miento-imagen. Imagen-acontecimiento. Habi- tualmente, en nuestro universo mediatico, la imagen esta ahi en lugar del acontecimiento. Lo sustituye, y el consumo de la imagen agota 2 excepeional, hay sobrefusi6n dea realidad y de la ficeién. No hay, pues, pérdida de realidad, si- no, porel contrario, un plus de realidad ligadoa un plus deficcion, ¥en cierto modo estamos an- te un hecho simbélico total, al igual que Mauss hablaba del hecho social total. En este estadio extremo, tanto la imagen co- mo el acontecimiento se vuelven inimagina bles. Esoes, por otra parte, loque todo el mundo se dijo cuando vio derrumbarse las torres: jes inimaginable! ¥, en efecto, no hay representa- ion posible de este acontecimiento. Es irrepre- sentable para todo discurso o interpretacién, sean éstos politicos, econémicos 0 psicol6gicos. En tanto que acontecimiento puro, esta mas alla de todo eso. Y sino es representable, es que noes real propiamente hablando:es, ala vez, no real y mas que real. En lugar de producir in- formacién o generar una informacién llamada «ceaby, produce incertidumbre, una inmensa incertidumbre, porque justamente rompe la sucesién lineal de los hechos «reales» y la su- cesién lineal, ininterrumpida, de las imége- nes. Incluso en mitad del tropel de aconteci- 2s ‘mientos insignificantese imé- | Un incremento genes banales con que trata- | de violencia mos, significa una detencién | no basta para brutal de la imagen, una de- | abrirnos tencién violenta del mundo, |a1a realidad una detencién violenta en la cadena de la informacién. Al igual que no existe representacion posi- ble, no existe propiamente hablando difusion de semejante acontecimiento. Es a la vez espec- tacular y clandestine. No hay difusién, sino una especie de difraccién (como un fenémeno frac- tal), de destilacion, de silenciosa eficacia que or supuesto todos tratan de diluir en los co- mentarios, que son como sus metastasis. En el fondo, en tanto que acontecimiento puro, este acontecimiento ya ha desaparecido ((como Bin Laden!). Su destino es desaparecer en un inmenso trabajo politico e ideolégico de mis- tifieacion, que de hecho es un trabajo de duelo. Es preciso borrarlo, Es preciso que todas las consecuencias sean borradas por el discurso. Es preciso regresar al curso normal de las cosas, del cual la guerra forma parte. 26 Esta violencia terrorista no es, pues, un rebro- te de realidad, ni tampoco de historia. Esta vio- Iencia terrorista no es «real», Es peor, en cierto sentido: es simb6lica. La violencia en si pue- de ser perfectamente banal ¢ inofensiva. Slo la violencia simbélica genera singularidad. Y en ese acontecimiento singular, en esa pelicula de catistrofes en Manhattan, se conjugan al maxi- ‘mo los dos elementos de fascinacién de masas del siglo xx: la magia blanca del cine y la magia negra del terrorismo; la luz blanca de la imagen ylaluz negra del terrorismo. En este sentido, el acontecimiento es siem- pre primero e imprevisible, Asi, el de Nueva York fue muchas veces ima- ginado como guién (E! coloso en llamas...) por Hollywood o por la CIA, pero nunca imaginado como posible. Se mantuvo, por lo tanto, total- mente imprevisto. Los guiones virtuales son capaces de agotar todas las eventualidades, pe- ro nunca el acontecimiento en si. Ahora bien, reales o eventuales, la mayoria de las cosas no constituyen acontecimiento. Son del orden de Ja continuidad de las causas y los efectos. El 8 Elhundimiento de las to- | Loreal rres del WTC es inimagina- |se agrega ble, pero eso no basta para |a1a imagen convertirlo en un aconteci- | como una miento real. Un incremento | prima de terror de violencia no basta para abrirnos a la realidad. La realidad es un prin- cipio, y ese principio es lo que se ha perdido. Lo real y la ficcién son inextricables, y la fasci- naci6n del atentado es en primer lugar la dela imagen: las consecuencias simulténeamente ju bilosas y catastréficas son en si ampliamente imaginarias, Eneste caso, pues, lo real se agrega a la ima- gen como una prima de terror, como un estreme- cimiento mas. No s6lo es terrorifico, ademas es real. No es que la violencia de lo real esté ahi en primer lugar y se le agregue el estremecimiento de la imagen, sino que la imagen est ahi en pri- mer lugar y se le agrega el estremecimiento de lo real. Algo asi como una ficcién de mas, una ficci6n que supera a la ficcién. Ballard (siguien- doa Borges) hablaba de reinventar lo real, como la Gltima y mas temible de las ficciones. n acontecimiento, por su parte, en sentido propio, es del orden de la discontinuidad y la ruptura. En este sentido, todo acontecimiento digno de ese nombre es terrorista. Es una forma de paso al acto simbélico y por ello es fuente de una fas- cinacién singular. El equivalente de un atractor extraio. Se ha dicho que los acontecimientos del 11 de septiembre constituian un retorno en toda regla de lo real en un mundo devenido virtual, con una especie de nostalgia por los viejos va- lores seculares de lo real y de la historia, aun- que sea violenta, pero no se trata de eso. No se trata en absoluto de a irrupeién de lo real, sino de lo simbélico, de la violencia simbélica des- rita por lo que yo denominaria el intereambio imposible de la muerte. Existen diferentes hipétesis posibles sobre el terrorismo, de la hipotesis cero ala que yo de- nominaria soberana. Salvo esta ultima, todas ellas tienden a atribuirle un sentido historico, politico, religioso, psicol6gico y, de este modo, a borrar su singularidad. 2» La hipétesis cero es que el acontecimiento terrorista no tiene una particular importan- cia. Es insignificante, no hubiera debido exis- tiry, en el fondo, no existe. No es mas que una peripecia accidental en el trayecto mundial ha: cia el bien y la felicidad. Coincide en este pun- to con la vision teol6gica, segtin la cual el mal noes mas que una ilusién, ‘Segunda hip6tesis: son locos suicidas, fand- ticos de una causa pervertida, psicépatas asi. milables a serial killers y que deben ser elimi- nados como tales (ya vemos, por otra parte, la suerte que han corrido en Guantanamo). Es la tesis mas general de una manipulacién de los. propios terroristas por parte de algun poder maléfico, la tesis del complot. Esta tesis se pro- longa en la idea de que el terrorismo se limita- ria a explotar el resentimiento y el odio de to: dos los pueblos oprimidos para justificar su violencia y su furia destructiva. ¥ la idea rea- parece, si bien de forma inversa, en la tentati- va de justificar el terrorismo como expresién real de la desesperacién de los pueblos opri- midos de toda la tierra. Hipétesis maxima, en 30 humillacién. Todo lo cual | EI sistema seria puede acarrear una denega- | el eéncer y el cién violentaen forma de re- | terrorismo presalias, por asi decir, fren- | su metastasis te a ese exceso de realidad, Enel fondo, tal vez la desesperacién se encuen- tre en los dos bandos. ‘También existe la posibilidad de reconocer en el terrorismo una forma de accion politica y de afirmaci6n de la voluntad propia, como un proyecto y una pretension justificada de opo- nerse al orden mundial. En tal caso, sin embar- 0, se denuncia acto seguido su fracaso y la ma- nipulacién por parte del propio sistema. Es la versi6n, entre otros, de Arundati Roy, la escri: tora india que al denunciar ese poder mundial denuncia simulténeamente al terrorismo co- mo su hermano gemelo, gemelo diabélico del sistema, donde el sistema seria el cancer y el terrorismo su metastasis, Asi pues, el terrorismoes visto esta vez como doble cémplice, como mecanismo de feedback, fuerza de oposicion practicamente necesaria en una dialéctica perversa que fundamenta al 32 tanto es la Ultima tentativa de | Esta tesis darle al terrorismo una espe- | condena al cie de causa objetiva y, por lo | terrorismo tanto, de razon historica. Pero |aser un gesto silomiramos con detenimien- |de impotencia to, esta tesis basada en la de- sesperacion es, a su vez, desesperada, Condena al terrorismo a ser un gesto de impotencia, una confesi6n de impotencia que representa la miseria mundial solo para dinamitarla en un gesto definitivo. Por otro lado, si hubiera que encontrar una causa 0 una condicién objetiva de posibili- dad del terrorismo, entonces la dominacion del resto del mundo seria, ciertamente, una de ellas, pero también el sofisticado sometimiento —el nuestro—a una tecnologia integral, al su: perdesarrollo que hace de cada existencia individual un objeto de total indiferencia, e in- cluso de odio y contratransferencia. Y eso en los paises superdesarrollados. Puede darse ahi un rechazo de esa realidad virtual aplas- tante, de esa supremacia técnica y artificial, también vivida como dominacién y secreta si imperio, como maquina infernal y movimiento perpetuo. El poder del mal como regenerador del poder divino. Otra vez ahi, en el fondo, una proposicion casi teolégica, Se puede Hegar al extremo de imaginar que si el terrorismo no existiera, el sistema lo habria inventado, y ver en los atentados de Nueva York, como se ha he- cho, un golpe de la CIA. Dialéctica asimismo desesperada, pues equivale a suponer que nada puede constituir acontecimiento contra el sis tema, que toda denegacién y toda violencia es a priori cémplice del curso de las cosas, del curso ‘inexorable de la globalizacién. Es negar toda la singularidad, toda la violencia especifica y el ‘momento mismo del acontecimiento. Es desca- lificar no s6lo las intenciones de los actores sino aquello que su accién pone en juego. Es juzgar y devaluar la accién en funcién de su re- sultado, de sus asi Iamadas consecuencias objetivas, y nunca en si misma, en su poder simbélico puro. Podriamos, por otra parte, darle la vuelta a esta dialéctica y decir igualmente que el orden ‘mundial es el que genera su propia denegacién 33

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