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BATE socieoap Luego de volver a sus raices ashdninkas, Edwin Chota CoCo eRe Mees ee MCont eet en cee Saweto hasta que unos traficantes de madera lo asesinan a PoC ee Sete oer eee de Cajamarca, se resiste a abandonar la que considera su Pos ee ate ion cree eres ces Caos ann re ne UA ees ee ee cee eet On neCaeo noha ce ieee ets Ronco Rene eee eas cn oe PMc nieubaae ett Fares oa ec ee ee een Cera eon sate eae cE een ee Ortega y Gasset 2016 y el Premio Gabriel Garcia Marquez 2018— no solo buscan denunciar las guerras sociales, Recon Tem Ore ae Ma ete eae nes eet interior del Perd. También iluminan las guerras personales, Peo eee eon oO emt ere rere eter acetate sare Perec netstat monte tee nee ee ee Ce reece te es Brteloretrs init sceic oks cere es [een en nee eS ra eb ee EMME REP El) Guerras del interior JOSEPH ZARATE TPN (ERY ©2015, joseph Zirte 1 2018, Penguin Random Hous Gropo tito S.A Avena Ricardo aloe 34, Obi S04, Mito, Lins, Ber Debatecsun leit de Penguin Random House Grup Editor. A, ISN sresi2-era.0 ‘Hecho dept ep nla Biotec Nacional el Perk 209-0897 Taps de Proyecto Eitri N” 3150221909613, Primera empresa julio de 2019 Tis: 100 semplares Disa engin Random Hout Gree tari /Apll Stadio pres enel er. Pited in Pru ‘Setermin emprimiren ode 2019 en Industri Gris image SA. Pane Sant ova M0, Ate Lima, Per Todosos derechos reserva. sa publican no puede ser epredcd, erecaperacin de informacion. en ninguna fro i por ningin mado, sex meine otoquimioelecrinic, magpie letra, por Foca unk ot, snl penis previ por esto del elit | Bote | | Grupotitoriat | Ala memoria de Lili Tuanama Noiiiez, mi abuela materna, ¥y de Vistoso, una desaparecida comunidad de la selva peruana donde nacié y a la que no pudo volver. AVioleta y Pepe, mis padres, cada una de mis palabras. ‘La civilizacion humana redujo alas plantas —una forma de vida de 400 rnllones de aios— a tres cosas: alimento,medicina y madera.En nuestra implacable y cada vex mis intensa obsesién por obtener mis volumen, potencia y vatiedad de esas tres cosas, hemos devastado los sistemas ecoldgicos vegctales hasta un extremo que millones de aos de desastres naturales no pudieron aleanzar How Janne, La memoria sereta de tas hajas ‘Vista desde el aire, la selva se ondula debajo de las nubes, pacifica en apariencia, pero eso es solo una ilusién, porque en su ser més intimo, a naturaleza nunca es pacifica. Incluso cuando s¢ la desnaturaliza, cuando se domestica, sabe devolver el golpe a los domadores y los degrada al nivel de animales domésticose. Werner Hexzoc, ‘Conquista de Jo imitit #©Y mas que nada suenan los pasos de los animales que uno ha sido antes de humano, los pasos de las piedras y los vegetales y las cosas que cada humano ha sido. ¥ también lo que uno ha escuchado antes, todo eso suena en la noche de la selvan, Ciisan Catvo, Las tres mitades de Ino Moxo y otros brujs de la Amazonia Quienes lo conocieron dicen que Edwin Chota tenia una sonrisa amplia, exagerada, contagiosi, con un agujero visible por la falta de uno de los dientes delanteros. Alberto Chota Tenazoa,su padre, cuenta que dos aos antes de que mataran al mayor de sus seis hijos, Edwin Chota habia perdido ese diente comiendo un plato de tallarines con tortuga, sMordié tun pedazo de caparazén —recordari el anciano—, pero solo se rio, tind eldiente y siguié comiendov.El cazador ashninka Jaime Arévalo,micm- bro de la nacién mis numerosa de la selva peruana, se acordé de aquel dente ausente cuando desenters6 el crineo de su amigo. Llevaba toda la imafiana sumergido junto a unos policias en un pozo de agua marrén, cerca de la frontera con Brasil, hasta donde un rio habia arrastrado el cadiver de Edwin Chota devorado por gallinazos y Iagartos. De aquel ozo de siete metros de profindidad, Arévalo —un cutarentén bajito, buen. nnadador y de brazos recios— sacé un fémur, unas costilla, tina camiseta hecha jirones, una bota de jebe agujereada y una pulsera de semillas de colores todavia unida al hnueso de la muiieca, Bran los restos de uno de sus cuatro compafieros asesinados dos semanas antes en una quebrada cercana, Lo confirmé por un detalle: al crineo le faltaba un dente, [A pesar de sus cincuenta y tres afios y de ser flaco como una rama, Edwin Chota era un agricultor tenaz y un habil cazador con la escopeta. ‘Tenia la nariz aflada como de Aguila, el cabello sin un asomo de canas, y la piel tostada por el sol. Imitaba el canto del gorrién y el rugido del tigrillo, jugaba bien al ftbol, y bailaba huaynos de S6simo Sacramento y forré brasileio moviendo su escualido cuerpo como una marioneta. Cuando Edwin Chota sonrefa, ese diente perdido, su incisivo superior derecho, era lo mas notable en su rostro. Pero también lo era cuando protestaba. Como jefe de Alto Tamaya-Saweto, una comunidad de la Amazonia con mas de treinta familias, Chota —el nico adulto que sabia leer y escribir alli —se enfurecia y levantaba los puiios cuando denunciaba a os taladores ilegales que explotaban a los ashéninkas saqueando el bosque donde vivian, ta el finico momento en que estaba serio —dira 7 (GUERRAS DELINTERIOR, Julia Pérez, su viuda—. Después era un bromista. Si sonreir es a veces ‘un acto de diplomacia, Chota munca arqueaba los labios fiente a un trafieante de madera. Pata it hasta Pucallpa, la segunda cindad més grande de la selva peruana, donde habia nacido y crecido, Edwin Chota debia viajar siete dias en bote a teavés de un rio serpenteante. Ali visitaba a su padre le~ ‘indole motelo,una tortuga de patas amarillas, de carne tierna y sabrosa, que se habia convertido en su comida favorita. La dltima vez que se vvieron, en el Dia del Padre, Chota le conté que irfa a Lima para ver si por fin hacian caso a sus demuncias, Las amenazas de muerte eran cada ‘vez mis frecuentes. Su padre le rogé que se quedara con él —No puedo —e dijo—. De alld yo he de salir muerto Dos meses después, la mafiana del 1 de setiembre de 2014, unos smadereros asesinaron a Edwin Chota junto a otros tres drigentes ashi- ninkas —Jorge Rios, Francisco Pinedo y Leoncio Quintisima— en la selva del Alto Tamaya, mientras iban a una asamblea en el lado brasleio de h frontera para coordinar la defensa de sus territorios, Una bala de cescopeta calibre diecisés, especial para cazar venados y monos del monte, le atraves6 el pecho. Otra perford su cabeza. El cazador Arévalo, quien se habia adelantado a la reunién, regress por el mismo sendeto al ver ‘que sus compaiieros no legaban. Cinco dias después encontrs los cuetpos en una quebrada, a doce horas de camino de la frontera —donde mis, tarde, al volver con los policias, encontraria solo huesos—, y huy6 corriendo a su comunidad por miedo a que también lo mataran. Las cuatro viudas y los nifios de los dirigentes asesinados viajaron tres dias en bote hasta Pucallpa, sin detenerse, para hacer la denuincia, En Saweto no hay policias.El radio de dos eanales que tienen —su tinico contacto con el mundo— funciona mal. 1a Glkima vez que Edwin Chota viajé a Lima para denunciar a los taladores que lo amenazaban, llam6 por celular a su padre de ochenta y dos aios y prometié vistarl, Antes Te habia dejado wna fotografia suya como recuerdo: en una reunién de las tantas a las que asistia como jefe ashininka se le ve de pie, sin sonreir,con su cishna—una témica marrén, larga hasta los tobillos—, la cara pintada con Kineas rojas de achiote y su corona de plumas multicolores. «Para que, sialgtin dia me pasa algo, me ‘yeas, le dijo a su padre al dasle la foto, antes de despedirse. 18 El hombre que murié por la comunidad ashininka de Saweto no siempre fue ashininka, Cuando le contaron que su pacire era jefe de ma tribu indigena, Perla Chota pens6 que era una broma. Para ella la hija mayor, era imposible que el sefior que la habia dejado a los nneve afios con una tia en Lima, el _mediocampista estrella del batrio,elbailarin fanitico de los Bee Gees y John ‘Travolta, el mestizo de ciudad que jams salia de casa sin la camisa bien planchada ¥ los zapatos hstrados, ahora visiera tiniea, corona de plums y sandals y viviera en una choza de palos y hojas en medio de la selva Las hermanas de Edwin Chota estaban igual de sorprendidas Vivian en Ancén, un antiguo balneario y pueblo de pescadores de la costa norte de Lima. —No lo podiamos creer —diré Sonia Chota, ama de casa, en la sala de su vivienda prefabricada de madera—. Mi hermano hasta hablaba un. idioma taro Sus familiares hasta hoy no entienden por qué Edwin Chota decidié defender a un pucblo que no era el suyo, Cuentan que la muerte repentina de sui madre, cuando él tenia diez afios, lo volvi6 alguien preocupado por los dems. En una casa lena de nifios pero escasa de dinero, el futuro lider ashéninka que enfientaria a mafiosos del bosque era un chico reset ‘ado, sobresaliente en la escuela, que prestaba sus cosas para conseguir la simpatia de la gente, Sus hermanos y amigos repiten lo mismo: Edwin Chota ayudaba a otros para que lo quisieran. Sobre su juventud hay recuerdos incompletos. Se sabe que terminé la secundaria en Pucallpa, que dejé la chacra de su padre —un obrero ‘que perforaba pozos de petr6leo para una compafia estadounidense—y se volvié militar. Luché como infante de marina en el conilicto entre Perit y Ecuador a inicios de los ochenta, y trabajé instalando cables de alka tensi6n en Iquitos, capital de la selva peruana. Sus relaciones amorosis duraban poco. Mientras estuvo en las trincheras tuvo una novia de la ~ nacién huitoto, Luego tuvo dos hijos —que la familia Chota no cono- ‘ce—con una mujer mayor, miembro de una secta isaclita. Hay quienes ‘cuentan que en esa época Edwin Chota se dejé crecer la barba y predicaba la Biblia, Después se separd, tuvo a su hija Perla con una mujer que lo ddej6, y regres6 a Pucallpa, dicen, a empezar de muevo. Elva Risafol,su pareja cuando volvié a la ciudad —y con la que tuvo tun hijo que se llama Edwin y es policia antidrogas—, recuerda que una 19 ‘GUERRAS DEL INTERIOR amiga se lo present6 en una fiesta tropical: era un treinteafiero flaco, de ‘elena lacia, camisa celeste, jeans y zapatos de vestir. Con solemne cor- tesia, Edwin la sacé a bailar Sopa de Caracol, a hizo reir con sus pasos y eso le gusté a Elva, Bsa noche hablaron durante horas y entre vasos de cerveza le conté que era electricista, que su ex lo habia abandonado, que habia luchado en el Contlicto del Falso Paquisha y que deseaba volver a la selva algdin dia para hacer algo por las comunidades desprotegidis. Edwin formaba sus eastillos en el aire, y uno no vive de sueiios dice Risafol, que se separé de él en 1997, luego de cinco afios juntos—. ‘Yo era mis prictica. Yo le decfa, en broma, que si vivia con una nativa iba a ser feliz. Greo que me hizo caso. Luego de la ruptura, Edwin Chota desaparecié del vecindario, Cuatro aiios después, una madrugada, Edgar Chota escuchd que golpeaban la puerta de su casa-taller de soldadura-puesto de comida en Pucallpa, Era Edwin, su hermano mayor, que legaba de visita —Me alegré tanto al verlo —recuerda—.Todos pensibamos que se habia muerto Los recuerdos sobre lo que hizo durante esos cuatro afios tampoco son claros. Dicen que a finales de los noventa Edwin Chota llegé solo a la selva del Alto Tamaya. Dicen que fire con unos amigos para trabajar como pedn de chacra 0 maderero 0 vendedor de eucro de sajino. Dicen que lleg6 para olvidar sus facasos, que se quedé por amor a una nativa Lo cierto es que cuando Edwin Chota pisé ese territorio, la comunidad de Saweto —el nombre de un lorito verde parecido al guacamayo, pero de cola mis corta— ya existia.O al menos un cimiento de ella Los ashininkas llegaron desde la selva central del Pert hasta la frontera ‘con Brasil a comienzos del siglo XX, en pleno hoon del caucho; Europa y Estados Unidos compraban por toneladas el latex de los érboles para fabricar lantas de autom6vil, Los indigenas amazénicos lo conocian desde antes: siempre habian usado la savia del cauchuc —éebol que llora», en Jengua omagua— para fabricar pelotas y toscas jeringas para ingerir ‘arcéticos y purgantes, Pero con la llegada de los patrones caucheros a la selva, comunidades enteras serian esclavizadas para extract aquella ‘materia prima que modernizaba, por esos dias, el Primer Mund. 20 Mientras los barones del caticho transformaban Iquitos en una sucur sal de extravagancia europea, con casas adornadas de azulejos italianos pintados a mano, un teatro de épera y hasta una mansién de hierro disefiada por el ingenicro francés Gustave Eiffel; unos kilémetros de alli, quipado con una limpara de minero como linterna, el indigena se abria paso por la jungla a machetazos, trabajando de sol a sol, buscando Arboles de caucho, Luego, a su regreso, hambriento y afiebrado, pasaba horas encorvado sobre el fuego, inhalando humo nauseabundo, mientras cocia la goma sobre un asador hasta que coagulara. Tardaba semanas en. producir una bola del tama suficiente para ser vendida. Los ashninkas de Saweto cuentan que sus ancestros eran estafadlos una y otra ver en los, salarios, que eran pagados con licor barato que los mantenia embrute~ cidos, que las mujeres eran utilizadas como sirvientas para labrar las chacras sin sueldo alguno, Que cientos de nativos murieron de inanicién, disenteria y otras enfermedades. En una ocasién, a orillas del rio Putumayo, en la frontera con Colombia, los horrores infligidos a los indigenas fueron tan notorios que el Gobierno britinico inicié en 1910 una investigacién. La Peruvian Amazon Company, una de las empresas de caucho mas rentables de la época, habia cometido un genocidio al tratar de pacificar y esclavizar a las comunidades: castraron y decapitaron indigenas,los rociason de gaso- lina y les prendieron firego, los crucificaron boca abajo, los golpearon, {os mutilaron, los hicieron morir de hambre, los ahogaron y los convit- tieron en comida para perros. Los secuaces dela empresa violaron mujeres yyabrievon a golpes cabezas de nifios:Todo esto relaté Sir Roger Casement, ‘consul general britinico a cargo de la investigacién, y calculé que unos treinta mil indigenas murieron a manos de esta compaiia, conocida como sel paraiso del diablo»! 1 AGinales del siglo XIX, en la época victoria, exis la idea extend de que as sociedades amazdnicas se ubicaban en wna etspa inferior del dessratlo evelutiva, ‘que posblemente eran un veslabén perdido» en la cadena ente ef simio y el hom- ‘xe. En Le cnfad penile de Z (2005), David Grann, peviodsta de The Naw Yokes, relat que Richard Burton, cofundador de la Sociedad Antropoligia de Londres, postulaba que los indigenas consituian esubewpeces, Faucs Galton, en a teorla de a cugenesia—que cone entre aus adeptos con John Maynard Keynes y Winston ‘Churchill, swcuvo que ls ineligencis humana eta herediariaeinmutable,y que Jos pueblos indigenas del Nuevo Mundo eran smentalmente nos. 2 (GUERRAS DEL INTERIOR Tos ahininkas de Sawetoseran descendents de los naivos que habian Tegido durante esos fis hasta a fiontera con Brasil, con sus antiguos patro- nes, Cuando el caucho se acabé, pasaron a traficar piles de animales exSticos. Cuando las piles se acabaron, sigui6 la madera. Los materiales a depredar cambiaban, pero el sistema que esclavizabe alos indigenas permanecia Los lideres aghininkas denuncian que continia pasando lo mismo que hace décadas: los patrones venganchan» a los nativos dindoles cosas —ropa, escopetas, medicinas, motores para el bote, radios, viveres— a cambio de cientos de troncos de drboles. Como la mayoria no sabe leer ni escribir los estafan con las cantidades y los precios y acaban endeu- dados, obligados a talar més madera para pagar los productos que reci~ bbieron como adelanto, Cuando legan los madereros los animales huyen por el rugido de las motosierra, Los comuneros deben caminar mis dias por el monte para poder cazar algo para comer, ya veces no consiguen nada, Los troncos arrastrados por el suclo vuelven la tierra inservible para sembrar, como hacen los ractores en su avance por el bosque. Los made~ reros contagian alos indigenas enfermedades que jamis padecieron. Hubo épocas en que decenas de nativos morian por un simple resfriado. La amenaza terrorista abritia, mis de cineuenta afios después, ot capitulo de sangre. El Partido Comunista del Pert-Sendero Luminoso les a mediados de os ochenta con el propésito de controlar toda a selva central, Juego de enftentar alos militares en Ayacucho, en la serra sur del pis. Los terrorists saqueaban hs chacras, quemaban posta médiexsy oficinas muni~ cipales. Levantaban campamentos de trabajo forzoso en la expesura del bosque donde tenian cautivos a cientos de ashininkas durante meses, Los bligaban a wabajat la tierra, a cocinar para los mandos terrorsts,a aban- ddonar su lengua para hablar quechua o espafiol.Acuchillaban o ahoreaban alos ebeldes delante de sus fmilas.Violaban a las mujeres. Secuestraban 2 Jos nifios para adoctrinasos y convertslos en combatients. El pueblo ashininka fue la nacién amazénica mis castigada por la guerra entre las Fuerzas Armadas y Sendero Luminoso,segin el informe final de la Comision de laVerdad y Reconciliaci6n: mis de treinta comu~ nidades desapatecicron, tos diez mil indigenas fueron desplazados, cinco al scouestrados y seis mil asesinados, cera del diez por ciento del total de muertes registradas. Aunque para el antropélogo Oscar Espinoza, autor del capitulo del informe dedicado a la masacre de los ashininkas, esos 2 datos no lo cuentan todo, Cuando se hizo la investigacién, recuerda él, no hubo presupuesto ni botes para ir a todas las comunidades amazénicas. Se recorté el mimero de piginas,se eliminaron detalles, anécdotas, casos. Los familiares de las victimas no quisieron hablar. —Una madre ashiininka no puede nombrar a su hijo muerto. Cree que, silo hace, no dejaré que su espiritu vaya al cielo —me contaria Espinoza una mafana,en su oficina de la Pontificia Universidad Catélica del Per—.A los ashaninkas no les gusta hablar de sus muertos, A diferencia de otros pueblos que conguistan territorios, los ashé- ninkas son guerreros defensivos: ellos aprenden desde nifios a esquivar Ja fechas antes que a lanzatla. Pero cuando son atacados, cuando invaden sus tierras, tienen la reputacién de ser los guerreros mis fieros —los mejores con el arco y la flecha— de las cincuenta y un naciones ama- zénicas que existen en el Perit. ‘Cuando Edwin Chota lleg6 a Saweto en 1999, Sendero Luminoso ya habia sido derrotado en la selva central por los militares y el ejército ashéninka: un batall6n de guerseros indigenas armados con escopetas, arcos y flechas que hacfan asaltos sorpresivos a los eampamentos sende- ristas, Por esos dias, un grupo de familias ashininkas de Saweto, junto a Ia frontera con Brasil, también habia decidido terminar con la explotacién de los madereros y querfa ser reconocido por el Estado como comunidad Y titular su territorio, Ese era, para ellos, el camino a su liberacién, Los patrones de la madera, a inicio, decidieron apoyarlos: pensaron que continuarfan talando frboles y explotando a los ashininkas, esta vez, sobre su territorio legalizado, Pero al ver los avances en los trimites legales yy la organizacién de Saweto, liderada por Edwin Chota, la titulacién se volvié una amenaza para sus intereses.Y no iban a permiticl. Diana Rios no recuerda todos los detalles, pero sf que tenia nueve anos cuando conocié a Edwin Chota. Recuerda que lo vio Hegar a Saweto 2 Los ashininkss de Saweto, conocidos como sashininkas del Gran Pajonas, 6 reco rnocen también como ashéninkas. Son parte del pueblo ashéninka pues tienen una historia y una lengua comin (Con algunas variants) y porque tradicionalmente se ubicaron en la misma reién: la selva central del Per. Desde finales de 2017, la lengua ashéninka esi en proceso de serreconocida por el Estado como lengua originara, 23 (GUERWAS DEL INTERIOR solo, laquisimo, cargando su mochila, y que se quedé a vivir en una choza de palos junto ala de su madre Engilia Rengifo, la mujer que doce aiios después seria la dltima en verlo con vida, or esos dis la comunidad estaba en proceso de ser reconocida por el Estado, Habian decidido, por primera vez, aprovechar su bosque y acceder 1 algo mis preciador una escuela bilingiie para nis. como el forastero Edwin Chota sabia leer y escribir, rSpidamente consiguié la simpatia de los ‘emis ashininkas por su caricter voluntarioso, Lo lamaban mathari aco. ‘Un dia de 2002, as trenta familias de Saweto hicieron una asamblea para elegir al nuevo jefe de la comunidad. Al momento de votat, la rmayorfa levant6 el brazo por el candidato Chota. Le dieron wna parcela para que hiciera su chacra. Ast lo aceptaron como uno de ellos, —Antes viviamos dispersos, pero Edwi ‘unimnos para que no nos engaien —recuerda Diana Rios, ventiaiiera robusta, de cara redonda y ojos sasgados, hija de uno de los tes dirigentes, asesinados junto con Chota—. El nos enseiiaba a leer, a escribir, me Ilevaba a capacitaciones de mujeres indigenas. Ahora sé mis derechos. No cera como otros. Era alegre, conversador, tenia el carifio de un hombre. nos decia que debiamos Por eso me enamoré de él Los ashninkas no tienen rituales de matrimonio, Tener hijos, para ellos, equivale a casase. Asi que podemos decir que Diana Rios se cas6 ‘con Edwin Chota cuando tenia quince afios. La pateja tavo wn bebé al {que Ilamaron Kitoniro, que al crecer se convertiria en un chico despa- vilado y terco como su padre. Debido a los roles prefjados en su cultura, Rios criaba al niio, cocinaba, mantenia la casa, Chota cultivaba la chacra, salia de caceria y traia carne para la familia, y se iba de viaje durante ‘semanas para hacer gestiones ante las autoridades Diana Rios solia acompafiar a su exmarido a poner reclamos en las oficinas del Gobierno regional de Ucayali, nego de varios dias de viaje cen bote-Vestidos con cushmas y las caras pintadas de lineas rojas, esperaban, en la puerta durante dos, tres horas.A. veces las autoridades no los recibian, Como no tenian suficiente dinero para comprar comida en la ciudad, almorzaban el plitano o el pescado que les regalaban en el puerto, En un intento por proteger el bosque de los traficantes de madera, Edwin Chota present mis de cien cartas a diferentes instituciones del Estado peruano exigienclo la titulacién de su comunidad: ochocientos 24 MADERA kilémeteos cuadrados de selva —casi la cuarta parte de Lima— penetrada por rios se negaba: ya habia entregado el ochenta por ciento de ese territorio a ddos madereras pervanas. En 2002, un afio antes de que Saweto fuera reconocida por ley como comunidad, un funcionario, desde su escritorio en Lima, cedié por veinte afios eas tiertas sin averiguar qui fe se extienden hasta la frontera con Brasil. Pero el Gobierno ahi. Los lotes entregados en concesi a eas empresas y el territorio de Saweto se superponfan como una mano encima de la ota Para que Saweto recibiera el titulo de propiedad, el Gobierno debia annular 0 reubicar esas concesiones maderenss. Mientras eso no ocurriera, Jos ashininkas no tenfan legalmente el derecho de evitar que ous saqueen cl bosque que habitan, No era un reclamo exclusivo de ellos. Mas de seiscientas comunidades indigenas —la mitad de tod las que existen en Jasclva peruana— siguen sin ser las duefiaslegales de ss eras. Un estudio de World Resources Institute, realizado en quince paises de Asia, Aftica y ‘América Latina, demuestra que el proceso de legalizar un terrtorio indi- jgena es extremadamente complejo, costoso y lento, y obliga, en varios ‘xs0s,a que las Familias abandonen sus tierras o piendan sus derechos sobre cl agua, plants medicinaleso alimentos. Mientras as comunidades deben afrontar procesos que pueden tardar mis de trenta aos, las empresas que solicitan concesiones en estas mismas tierras stelen obtenerlas en solo trcinta dias,a lo mucho, en cinco afios. Los pueblos indigenas y las comu- niidaces rurales ocupan mis de la mitad de las tierras del planeta, pero solo poseen legalmente el diez por ciento de las tierras a nivel mundial. En el Peri hay mafiosos que sacan ventaja de esto: offecen a os indigenas hacerse cargo de los gastos que supone titular sus territorios —unos diez mil lates, sin incluir coimas a fancionarios— a cambio de talar sus drboles Cuando Edwin Chota llegé a Saweto, varias familias trabajaban con Jos maderevos ilegales. Las comunidades pueden subsist de la caza, la pesca y as casechas si sus bosques esti intactos. Aun asi, necesitan cosas ‘como ropa, jbén y medicinas,y para muchos la tala —o aceptar dinero para dejar entra alos taladores— es el ‘nico modo de adquirir esos bienes ‘Chota intentaba disuadie 2 los ashininkas de cometer tal destruccién, En directo y s algunos hablaban mal de buenos sitios —recuerda Diana Pos, que aunque nunca creyé en esos alaba a los jefes ashninkas corruptos. Por eso . decian que se iba a Lima, que comia en 25 ‘GUERRAS DELINTERION, rumores, decidié separarse del dirigente después de cuatro afios de rela ciGn debido a sus prolongadas ausencias, ‘Edwin Chota ocup6 asi doce afios de su vida, Demarcar el territorio ¥y definir sus limites era su prioridad, Por eso, ademis de las denuncias y reclamos al Estado, se preocupé de que Saweto tuviera también algo tan sencillo como-un-mapa. Ante empresas y gobiernos acostumbrados a negat o minimizarla depredacién, Chota creia que los ashaninkas debian ar el lenguaje de la cartografla —coordenadas, hitos, fotografias aéreas— como un arma para defender Io que consideraban suyo, uti “EL Per, Je llaman dentro y feta de sus fronteras. Aunque en términos de exten- sién geogrifica es, sobre todo, un pats amazénico. Después de Brasil, Prd pposee la mayor tea de bosques en América Latina: casi cl setenta por ciento de su supetficie esti cubierto de selva, Pero si alguien mirara el rapa de concesiones a companias extractivas, notaria que desde hace casi medio siglo toda la Amazonia peruana esti dividida en decenas de rectingulos lamados lotes, que son cedidos a empresas madereras, petro eras y mineras para ser explorados y, eventualmente, explotados, ce el lugar comin, es un pafs andino. eLa tierra de los Incas», Si un distraido se guiara solo por ese mapa podria pensar que ali, cen la selva,solo hay érboles,rfos y animales. Es decir: un espacio sin gente, sin pueblos, sin culturas, El cartégrafo Brian Harley explicaba que esos sespacios vacios» en los mapas son, en realidad, «silencios: informacion que el mapa deliberadamente oculta. Un mapa no es un dibujo inocente: concentra un mensaje politico. David Salisbury es un doctor en geografiay profesor de la Universidad de Richmond, Estados Unidos, que conoci6 a Edwin Chota y lo ayudé a hacer conocida su lucha fivera del Pert. Durante los afios que vivi6 en. ha selva, Salisbury, un tipo rubio y espigado de voz amable, ascsoraba a ‘comunidades ashininkas para que puedan identificar, a tavés de mapas, las zonas deforestadas que amenazan su territorio y su cultura. Saweto fie una de ella, —En los mapas oficiales no aparece la realidad amazénica —me cexplicé por Skype el gedgrafo Salisbury—. Las comunidades nativas no aparecen en la cartografia oficial-Y los pueblos que no aparecen en esos 26 ‘mapas son quienes mis sufren Ia tala ilegaly la violaci6n de sus derechos Altitulary crear un mapa de Saweto se protegia a la comunidad, su bosque y todo lo que hay en él. Los madereros ya no podtrian hacer lo que les diera Ja gana. Chota alteraba el status quo. Por eso lo querian muerto. La histotia de los paises demuestra que el trazo de wna Kinea a través de un mapa puede condicionar las vidas de millones de personas. Un ‘mapa es un instrumento de poder-Y hoy, por lo general, Jos expertos en ‘mapas en el Peri suelen trabajar en instituciones del Estado que propor- ionan esos instrumentos a quienes ostentan el control econémico y politico. Son poco conocidos, pero ellos generan informacion detallada, sobre los rfs, las montafas ylos bosques que hay en el territorio nacional. Seiscientos aos atri las cartas de navegacion convirtieron en imperios 1 Espaita, Portugal e Inglaterra. Hoy ese mismo conocimicnto sirve, muchas veces, para favorecer los intereses de poderosos conglomerados cempresariales. En el Perd, estos mapas suelen ser disefiados por entidades espec lizadas —como el Servicio Aerofotogrifico Nacional y el Instituto Geogrifico Nacional— y utilizados por distintas oficinas estatales —como el Ministerio de Agricultura y el Servicio de Inteligencia—,pero también, por empresas mineras, madereras y petroleras que tienen permiso del Gobierno para explotar recursos naturales. Estas compaiias suelen pagar miles de délares para encargar una minuciosa cartografia de zonas de la sierra y la selva que les interesan. Mapas que, durante diez aios,se n tienen por norma en poder de estas compaitias. —;Te imaginas Jo que podrian hacer las comunidades nativas con cea informacion? Podrian trabajar planes de desarrollo, vigilar mejor su territorio —me habia dicho Wendy Pineda, ingenieta geogrifica de Rainforest US, oenegé que brinda asesorfa legal a las viudas de Saweto para resolver el caso de sus maridos asesinadas—. Cuando preguntas por {qué esos mapas no se comparten con los indigenas, el Estado te dice: sellos porn accedera esa data dentro de unos aos. Pero eso casi nunca sucede-¥ si sucede, ya es tarde porque las terms de las comunidades ya estin siendo explotadas. La informacién llega primero a quien mas paga El setenta por ciento de selva del Perd esté repartida entre estas comp: s extractivas. Mientras que en algunos mapas de concesiones las empresas son poligonos —extensas demarcaciones de territorio—, a7 (GUERRAS DELINTERION, Jas comunidades nativas estin representadas por puntos, como pequeiios archipiélagos dispersos. — Pero las comunidades también son poligonos! —me explicé Pineda, limefia de pelo largo, piel oscura y ojos atentos, que Tego de la muerte de Edwin Chota capacit6 a comunidades ashininkas en Ucayali para que elaboren:sus propios mapas usando drones y GPS—. El Estado has dibuja con puntos para que todo lo que esti fuera de ese punto se considere libre para explotars. [No importa si hay un pueblo viviendo durante generaciones én el mismo tertitorio, Para la ingeniera Pineda y el profesor Salsbury, la logica histériea de muchos gobiernos es perversa y simple: lo que no esti en €l mapa no existe. Los ashininkas evitan el conflicto, Cuando un nativo se enfada con su vecino sucle ir solo al monte para calmarse y luego regress a conversa Para un ashininka —nombre que en su lengua significa nuestros her- ‘manos»— no hay nada peor que odiar 0 matar a un familiar, Los ashéninkas comparten la comida. Si uno llega a casa de otr0,s¢ le-sirve masato—chicha de yuca fermentada con saliva— y alimenco sin que lo pida. Ellos cubten el ochenta por ciento de su dieta con plitano, maiz, eacao, camote y fiijol, entre otros alimentos que cultivan en sus hhuertos. Donde ellos viven, nila tierra ni los sitios de caza o pesca tienen dueiio. La idea de propiedad privada individual les es ajena. Los ashdninkas son tios o primos 0 sobrinos entre si. Tados son familia. No importa que pertenezcan a otra comunidad o que no com- partan el mismo apellido. No hay linajes ni clases. us apellidos occiden- tales —Arévalo, Pérez, Rios— vienen de los antiguos patrones de las tierras donde trabajaban y de los misioneros que los bautizaban ast para reconocerlos con mayor facilidad. Los funcionarios de Registros Pablicos también solian cambiarles el nombre y el apellido por comodidad Los ashéninkas tienen jefes en sus comunidades. Suele ser un hombre aque lidera al resto por la fuerza de su caticter y su persuasién. —Para ser jefe no importa si no eres ashaninka, solo debes tener amor por nosotros, por nuestra cultura —dice Ergilia Rengifo, exsuegra yy vecina de Chota—. Lo que tiene un hombre, tiene el otro hombre. 28 E] electricista Edwin Chota no hablaba ashininka con fuide, pero logré organizar a su comunidad para que tuviera mucho mas que el paquete de alimentos de programas sociales que legaban al caserio vecino. ‘Durante los primeros afos de su liderazgo, Saweto consiguid electricidad con paneles solares, un radio de dos canales para comunicarse con la ciudad, un tanque elevado para el agua y una escuela inicial. Los comu- netos recibieron, por primera vez, documentos de identidad: ahora exis ‘ian como citdadanos. Antes de morir, Chota gestionaba la construccién de um local para la escuela prim: ‘que hasta ese momento fimcionaba «en su casa Ellie ashaninka logré todo eso graciasa gestiones persstentes ante la Municipalidad, el Gobierno regional, el apoyo de distintas orga~ nizaciones ya la alianza que entabl6 con los ashininkas de la comunidad de Apiwbxa, del estado de Acre, Brasil, para vigilar el bosque en ambos, lados de la frontera. Chota también deseaba tener Io mismo que los {ndigenas brasilefios: un criadero de huevos de tortugas y otro de peces, tun jardin de flores para exportar y bosques reforestados. Apiwtxa era, para él,un ejemplo de edesarrollo» ero no confiaba su trabajo solo a su carisma para conseguir aliados nia su tenacidad para exigir. Bl antropélogo ambiental Mario Osori quien hizo su tess ce maestria sobre Saweto para la Universidad de Kent, Inglaterra, ecuerda que dias antes de salira hacer trimites, Chota ayunaba 'y tomaba ayahuasca, sla soga de los espirituss. Decia que esa planta alu- cindgena, sagrada para los pueblos amaz6nicos, lo ayudaba a conectarse con Ia selva 1 Edwin, la proteceién de los bosques era una lucha espiritual —reenerda el antropélogo Osorio, quien se hizo amigo de Chota durante los meses que vivid en su cabafia. Osorio le ensei a usar Word y a enviae ‘e-mails. Chota le enseis las coxtumbres de su pueblo. Los ashininkas ereen profundamente en el poder del mal. Edwin Chota habia aprendido de ellos que en el mundo hay enemigos invi- sibles que también debia doblegar. Los ancianos los llaman kamdri demonios. Espiritus que se esconden en el bosque, en las cuevas. Seres ‘malignos que trituran los huesos, que chupan los ojos. Pueden matar un recién nacido o al guerrero mas fuerte. Pueden poseer a una persona, ashéninka o no, y obligarla a eliminar a su propio hermano sin remordimiento. Kaméri es la esencia del mal y los traficantes de 29 {GUERAAS DEL INTERIOR ‘madera, como los terroristas en el pasido, son algunas de sus encarna- ciones mis recientes. (GBB por ser demasiado consciente del riesgo, Edwin Chota habla- ‘ba muy poco de su otra familia, la que dejé en la ciudad. Durante los doce afios que duré su lucha, solo su circulo més intimo —Ios lideres de su junta ditectiva,st mujer— sabian que habfa tenido otra vida. Chota habia partido su realidad en dos: en la ciudad estaban sus hijos Perla y Edwin; en la comunidad, Kitoniro (Alacrén) y'Tsonkiti (Picaflor). Era iejor asi, Los traficantes de madera lo acechaban. No queria ponerlos en peligro. —Pero a veces también nos deca: «Qué hacen suftiendo acé. Ea la ciudad, si no se compra, no se come. En el monte, en cambio, hay todo animales, yuca, pescado. Ali no les faltaria nadar —recuerda st padre—. Nos queria evar para que también seamos ashiininkas. Se molestaba si hablabas mal de ellos. Una noche Edwin Chota se seunié con sus hermanos en Pucallpa para ira una fiesta a bailar cumbia, Llegd acompatiado de dos mujeres, ashininkas que vestian cushmas y estaban descaleas. Sus hermanos se enojaron con al —Edwin nos reclamé, nos dijo que todos somos iguales, que acep- temos nuestra raza, que nosotros también éramos indigenas —recuerda su hermano Edgar—.£1 amaba esa cultura ‘Chota decia que habia tenido un profesor ashininka en la secundaria aque le ensefi6 a no avergonzarse de sus raices. También juraba que una de sus abuelas naci6 en una comunidad amazénica de Iquitos, pero sus familiates no lo reconocian, Lo que més rabia le daba era darse cuenta ‘de que la gente —Ios gobernantes, los empresirios, los ciudadanos, su propia familia— creyera, muy dentro de si, que ser indigena significa ser salvaje, pobre e inferior. Perla Chota supo cunto Ie importaba a su padre ser ashininka cuando lo volvié a ver en Pucallpa a sus dieciocho afios, vestido como jefe indigena, «Mi reaccién fie mirarlo e ignorarlo», recuerda Perla —delgada, pelo teiiido de castalo, ojos negros y vivaces— quien por esos dias era mesera en un restaurante de pollos a la brasa. Cuando se reencontraron en casa de un familiar, éwin Chota le pidié perdén «por haber sido un mal padzes y abandonarla con una tfa cuando era 30 MADERA nifla, Quiso que ella comprendiera que se habia marchado «para luchar por algo importantes. Perla recuerda que hablaron durante horas, que lloraron abrazados y que fueron a cenar. Al dia siguiente, Chota la Hev6 a una aldea ashininka, en la otra orilla del rio Ucayali, donde solia ‘quedarse cuando hacia gestiones en Pucallpa. Alli le presenté a sus hermanos pequefios, —Camina conmigo —recuerda que le dijo su padte. Perla no entendié bien a qué se referia, pero estaba contenta de estar juntos de nuevo, Aunque la reconciliacign duré poco. Dias después ‘mientras Chota almorzaba con unos extranjeros, vio pasar a su hija por Ia calle y la lamé para presentarla. Perla andaba distraida, dice, no lo escuché y sigui6 caminando. Horas mis tarde, cuando se vieron, su padre le seproché: «Te avergiienzas de mi porque soy ashéninkae, Se gritaron. Discutieron. Ella le devolvié la pulsera de semillas multicolores que le habia obsequiado y se marché sin despedirse. Ocho afios después, en una avenida gris de Lima, mientras subia pasajeros a la combi de la ruta Villasol-Santa Anita donde trabaja como cobradora, volvié a tener noticias, de dl. La Iamaron al celular. Su padre habfa salido en tos noticieros. Nunca se preocupé por mi, pero saber todo lo que hizo me hace sentir bien —me dijo con voz quebrada Petla Chota, de veintstis aos, ‘madre de tres nifias, cuando la conoci—. «Tu padre va a ser grandes, me decia él. Tavo que morir para que eso sucediera Desde finales de los noventa, Edwin Chota y los ashininkas de Saweto vefan con impotencia como grupos de taladores armados con machetes, yy excopetas se sobaban sus Srboles. Se los llevaban desde las cabeceras de Jos rfos Alto Tamaya y Putaya, navegando por més de una semana, hasta, Jos aserraderos en Pucallpa. Cuando Chota los denunciaba, las autoridades le decian que los inspectores investigarfan solo si él les pagaba el bote, la ‘comida y la gasolina para ir hasta la selva de stu comunidad. —:Quién vaa defendernos? ¢Quién vaa defender mestto bosque? —reclamaba Chota ante unos periodistas de The New York Times, que habian legado hasta un asertadero, para indagar sobre el trfico de made- ni—. Estamos amenazados de muerte, Bienvenida la nmuerte. Aqui no hay ley. No hay dinero para investigat. Solo hay dinero para destruir. 31 GUERRASDEL INTERIOR, Hubo un hombre que lo conocié ¢ intenté hacer justicia, Una amaiiana de abril de 2013, Edwin Chota aparcci6 en el despacho del fiseal Francisco Berrospi para denunciar que mis de ochocientos troncos de shihuahuaco y cedro habian sido extrados ilegalmente de su comunidad Y que estaban en un aserradero del puerto de Pucallpa. Berrospi —abo- gado nacido en Husnuco, region de nevados, cilidos valles y cejas de selva— recuerda que cuando conocié al lider ashininka entendié que su trabajo de fancionario iba mis alli de reunir pruebas para acusar alos traficantes de madera ante un juez —Edwin tenia una conexién muy intensa con el bosque —me contd ¢l exfiscal, de taje oscuro, lentes de carey y mentén prominente, una tarde en un café del Centro de Lima—.¥ sabfa cémo transmit ‘Aguella maftana de 2013 en su despacho, Berrospi, qe apenas tenia cinco meses como fiscal ambiental de Ucayali la regién con mis aserra- dros en el Peri, decidi6 prestar atenci6n a Chota Se levanté de su escri torio, se colgé al cuello su insignia de fiscal ysalieron juntos al puerto. —Tacalo—le dijo Chota,en el aserradero, mientras posaba su mano sobre un enorme tronco de shihuahuaco, especie que puede vivir hasta setecientos aos y que hoy corre peligro de desaparecer—. No sientes como si un familiar se hubiera muerto? ora tande,al regresr aa fscalia luego de decomisar toda esa madera, cl dirigente ashininka enconté a un hombre enfurecide esperindolo, Era Hugo Soria, supuesto dueio de ls troncos incautados, Un sawetino ‘va a morir —lo ret6 el maderero ante una fiscal, que luego registré en tun acta la amenaza— y te voy a denunciar por narcotraficante». Asi emperaron a correr varios rumores sobre Chota. Que venfa del ‘Vraem, ese valle de la selva central amenazado por narcotervoristas. Que «en Saweto mantenia cultivos de hoja de coca y pozos de maceracién de pasta bisica. Que traficaba droga hacia Brasil y que la policfa federal de «ese pais lo perseguia, Que compraba casas en Pucallpa con dinero ilicit. Que envenenaba el rio para matar el ganado de sus opositores. Que explotaba a los ashaininkss. Que era él quien traficaba madera, Que Edwin ChotaValera no era su verdadero nombre, que se lo habia cambiado para eludir a la Justicia. De todo eso lo acusé ante la Fiscalia Penal de Ucayali tun representante de Ecofusac, una de las concesiones en las tierras de Saweto, como venganza por las denuncias del lider ashaninnka La fiscalia 2 yy la policia antidrogas investigé a Chota durante un afio. No hall nada, El caso fe archivado en junio de 2014, pero las amenazas de muerte y tas calumnias continuaron. Edwin Chota habia empezado a fastiiat a las mafias. Fl trifico de madera podria ser la versin forestal del narcotrifico, salvo por un detalle: como actividad, talardrboles no esti prohibido, como silo esti producit y trficar cocaina, Lo tinico que necesita para ser legal es contar con documentos que certifiquen que la procedencia de la adlera lo es. Una vez caido el érbol solo hay que certficar que es de a fuente permitida, Lo grave es que esos procesos son susceptibles de tuna profanda corrupci6n, En su informe La méguina lavadora, publicado en 2012, la Agencia de Investigacién Ambiental (BIA por sus siglas en inglés), especializada en delitos ecolégicos, deta cmo funciona este sistema. Segtin las nor- mss forestales peruanas, cada afo las empresas madeteras deben presentat un inventario de los Arboles que existen en la tierra que el Estado les entrega en concesién y que planean talar durante ese periodo. Pero es frecuente que esas listas incluyan arboles que crecen en territorios ale- datios y que estas empresas reciban la aprobaci6n para vender cientos de metros ciibicos de madera que no les pertenecen. Como nadie los con- trola en el bosque, el mecanismo es seneillo:declaran Ia tala de una especie certificada, pero en sus camiones transportan los troncos dle otra especie en extincidn, Dicen que talan en un bosque permitide, pero en realidad lo hacen en una comunidad nativa, Cortan setecientos srboles y solo declaran la mitad. En el Perd existen ocho millones de hectireas de bosques concesionadlos para la extracciénscasi tanto como siete millones, de canchas de fitbol juntas, Un informe de la revista Scientific Reports aseguta que mis del sesenta por ciento de las concesiones otorgadas por el Estado peruano sirven de fachada pata blanguear la madera" 3. Eninforme Ef momento des veal (2018), el EIA confima que, apes del avance fT lucha contra Ia tla legal, el blanquco y el trifien internacional de madera peru, [a conrupeignsistemiciea sigue sendo abromadors. La industria maderera, Inautorida regoladora principal Servicio Nacional Fossa y de Fauna Silveste) Y otras encidades del Esado han negido o minimizado el problems. Han inentado debiltar las instituciones que implementa ls norms, Han distin idm de datos y han cambiado los roquistos para exportar, haciendo cai rasteat a madera y verficar la legalidad de so origen 3 (GUERRAS DEL INTERIOR, —Ta tala sucede en todas partes excepto donde segin la ley debe ocurrir —dice Julia Urrunaga, directora del Programa Perit del ELA— ara robarte es0s drboles has tenido que violar los derechos de mucha gente. En la capital, can lejos det bosque, a nadie le imports es. El blanqueo de madera sucede todos los dias con el permiso de ls autoridades. Los documentos con que se lava Ia madera son permisos bficiales Henos de informacién fusa,y filles de comprar en el mercado | negro. Las micas maderas rstreables bajo los actuales requisitos de la ley ‘peruana son las que estan en peligro de extincién —eomo el cedroy la caoba, con las que se fabrican los muebles finos en Estados Unidos— ‘gracias ala informacion declarada para obtener los petmisos de expor- tacién. Pero cuando se tata de otras especies de alto valor ~-como el cumaru que compra China, principal consumidor de madera ilegal pperwana, para hacer pisos de parquet—no existe forma de rastrearlas. Si bien los exportadores deben proweer informacién sobre el origen de la madera de todas las especies, en la prictica no es un zequisito obligatorio para la exportacién y,por tanto, muchos empresarios no lo hacen. Cuando ‘esos irboles Ilegan a la aduana trozados en tablas,investigar su origen es como rastrear huellas de hormigas. “No podemos vet si todos los cargamentos de madera son legales porque no tenemos recursos —admiti6 el ingeniero Marcial Pezo cuando visite su oficina en las afueras de Pucallpa—. Si la madera tiene docu mentos oficiales, pasa. No puedo ser adivino. En los exteriores de la Direccién Bjecutiva Forestal y de Fauna Silvestre de Ucayali, ls instituci6n que Pero dirige y que se encarga de cemitirlicencias maderérss, hay cientos de troncos decomisados —copaiba, catahua, moena, cashimo, ishpingo, capirona y otros drboles de nombres ncestrales— pudriéndose con la humedad y las lluvias, Parte de esa tnadera es devuelta a los supuestos duedios cuando estos legan con sus J sapapeles en reglav para sacatla En la oficina de Pezo —a donde Chota acudia para tramitar sin éxito la titulacién de Saweto— hay un par de sillones hechos con cedro decomisado. Hasta 2014, afio en que Edwin Chota fue asesinado, l presidente regional de Ucayali, Jonge Velisquee, tenia mis de cien denuncias por malversacién de fondos. Su vicepresidente era un empresario maderero maltado por el Estado por lavar madera ilegal. Los inspectores forestales deinmnciados por firmar permisos fraudulentos seguian en sus puestos. Que las denuncias portal ilegal —mueve de cada dice de las que Megan ala fiscalia— terminen archivadas es solo el resultado exitoso de un sistema corrupto.El ochenta por ciento de la madera que exporta el Perit tiene origen ilega, de acuerdo a informes del Banco Mundial. La Interpol ‘yla Organizacién Mundial de Aduanas hicieron un operativo contra la tala ilegal en el pais en 2014 y solo en tres meses decomisaron tantos troncos como para llenar casi setecientos camiones de mudariza. Durante el operativo, as exportaciones de madera se desplomaron a la mitad, El Peri pierde cada afio unos doscientos cincuenta millones de délares por Jos impuestos que evaden las madereras ilegales. Bs mis de lo que gana Ja industria forestal que opera dentro de Ia ley. —_Lavar madera es un negocio rentable, Con excepcién del wansporte, Jos costos son bajos y no hace falta preocuparse por salarios decentes 0 ‘pticticas amigables con la naturaleza. Tambar un érbol grande de Ia selva _peruana produce tos tres metros ciibicos de madera de calidad de expor- tacién, Los mafiosos, felices,sc ffotan las manos: un metwo cibieo de caoba, rl stecientos délaes, Uno de ced, mil délares.¥ endo esa madera “J Mega al mercado de Estados Unidos, esos precios se trplican. Bl teinta por ciento de la madera que se comercializa en el mundo es ilegal.Se tata de un negocio que —segtin el Programa de las Naciones Unidas para el _ Medio Ambiente— mueve hasta ciento cincuenta y dos mil millones de dolares al aio:el doble de lo que Apple, Google y Facebook ganaron juntas ‘en 2017,Y es menos ariesgado que la bolsa-un estudio en Brasil, Filipinas, Indonesia y México descubrié que la probabilidad de que el crimen de tala ilegal sea castigado es de 0.084 por ciento.Fsto sucede sobre todo en pats ineficientes, corruptos o victimas de violencia politica a tala ilegal no tiene, en apariencia, a impronta criminal del nar “cotrifico. Mientras la cocaina produce adiccién, la madera de ka Amazonia, __sirve para fabricar casas, mesas, silas y otros tipos de mobiliario. Pocos s¢ ‘enteran de que en la selva del Alto Tamaya, como en otras zonas de la jungla peruiana, hay nativos cortando madera en condiciones cercanas a ‘Violadas por los taladores; que los jefés indigenas y funcionarios son _amenazados y asesinados por no aceptar sobornos, Ls Naciones Unidas gonsidera al trifico de madera similar af de Jos ediamantes de sangres, 35

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