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APROXIMACION AL PENSAMIENTO JURIDICO Y¥ POLITICO DE ARTURO ENRIQUE SAMPAY Catolicismo, Peronismo y Socialismo Argentinos Por JUAN FERNANDO SEGOVIA (*) Hace un tiempo me prometi escribir una nota sobre la evolucién del pen- samiento jurldico y polftico de Arcuro Enrique Sampay (Concordia 1911- Buenos Aires 1977), uno de los més importantes juristas argentinos del pasa do siglo. Por diversos motivos fui postergando el escrito hasta que una reciente invitacién del Dr. Tulio Ortiz a exponer sobre Sampay en su Seminario Permanente de Historia de la Facultad de Derecho, en la Universidad de Buenos Aires, funcioné como el acicate que necesitaba para poner manos a la obra, Quizd sirva decir como formalidad que no emprendi la tarea hasta ahora porque otras preocupaciones ocupaban mi tiempo. Lo cierto es que la excusa no es vélida por completo. Me preocupaba, y me preocupa, descubrit que Sampay es muy argentino, demasiado argentino; que los registros de su vida estén escritos al hilo de las peripecias argentinas, no obstante poseer una dimensién universal. Y explicar esto a otros, siempre me parecié dificil, més atin si no son argentinos. ;Cémo ensefiar, al que no le conoce, qué es el pero- nismo sin caer en los lugares comunes del fascismo o del populismo vernicu- los? ;Cémo hacerles comprender que el nacionalismo fue en estos lares un movimiento politico intelectual de caracterfticas y finalidades -segin el momento y los expositores— diferentes 2 las de los fenémenos europeos? {Cémo explicarles que las evoluciones desde e! catolicismo al socialismo, comu- nes a Europa y América, tuvieron en mis pagos una fiereza prictica y una ver- tiente intelectual nada comin? “Tado esto rondaba mi cabeza mientras reflexionaba sobre Sampay. Tiene él re que trasciende lo argentino y le dota de un bien ganado prestigio (9) Universidad de Mendoza. 165 general. Pero, sin embargo, mantenerme en ese nivel no le hubiera explicado. La pintura de Sampay hubiese sido falsa por incompleta, al faltarle las rafces nnutrientes de sus primeras ideas, de sus fervientes adhesiones vitales y de los cam- bios asumides en el plano de las ideas para perseverar en objetivos politicos. ‘Creo que la modesta pintura que hago de Sampay no ha vencido todos los obsticulos que antes avizoré, pero puede tomarse como una introduccién a su pensamiento sin tener que escribir previamente una teorla del argentino. I PARTE, EL DESCUBRIMIENTO DE SAMPAY Me parece que seri oportuno comenzar este articulo explicando obmo conoct y frecuenté la obra de Sampay, acudiendo a fugaces referencias perso- nales, que creo necesarias, para luego incentar explicar qué aporta Sampay al saber politico-juridico argentino. Sampay en la Universidad de Mendoza Nunca conoci a Sampay en persona. Cuando él fallecié, en 1977, yo con- taba con veintitin afios y estaba concluyendo mis estudios de derecho. Pero ya sabia quién era Arturo Enrique Sampay. Mi profesor de derecho constitucional en la Facultad de Ciencias Jurdicas y Sociales de la Universidad de Mendoza, era el Dr. Dardo Pérez Guilhou. A él me haa ligado una larga amistad y estrecho discipulado intelectual, siendo mi maestro dentro y fuera de la Universidad, fundador del Instituto Argentino de Estudios Constitucionales y Politicos, que anima hasta hoy y del que soy miembro Bien, seguramente de Pérez Guilhou of por vez primera cl nombre de Sampay en sus clases, alld por 1975, porque explicaba el concepto de poder constituyente recustiendo al que Sampay dejara estampado en su Derecho Fiscal Internacional (1). También era Pérea Guilhou un convencido de la influencia de Sampay en Ia reforma constitucional de 1949; por eso exponia este capitulo de nuestra historia con los discursos de quien fuera miembro informante de la Comisién Revisora de la Constitucién de 1853, y que los edi- 6 inmediatamente de concluida la labor de la constituyente (2). (1). Lo publicé Ediciones Biblioteca Laboremus, La Plata, 1951. La editorial y Ia colec- cio Laboremus slid de la creatividad del propio Sampay, que la hizo el medio de dar 2 cono- cer su obra teérica y su earea como Fiscal de Estado de la Provincia All publicé numerosos trabajos. (2) Me refieo a Ja compilacién que el propio Sampay hiciera de sus discursos, Le refér- ma oti ape see ears nr ate 809, Dees Cal foe tn cjemplar de una edicién numerada, que he consultado en més de una oportunidad gracias 2 su sencrosdad. 166 ‘Ash, ya desde mi juventud el nombre de Sampay asociaba mentalmente el derecho publico y el peronismo. Esta asociacién entre el gran jurista y el movi- micnto politico siempre me impact6, y desde entonces se me ha hecho dificil concebir al peronismo como un fendmeno inexplicable, una suerte de marcha masiva segiin un decurso histérico inevitable, sin ingrediente intelectual, sin ‘motivos inteligentes, pura pasién, corazén sin cerebro, un aluvién del popula- cho como muchos todavia hoy lo creen. Cuando uno de los mejores publicis- tas de la Argentina milita activamente en el peronismo, es el abogado de la reforma constitucional peronista y, pese a su mala fortuna con Perén, continiia fiel a su creencia; cuando todo esto ocurte con Sampay, es delicado aceptar la ‘cortiente historiogrifica que dice que el peronismo es ayuno de ideas, como un bruto descerebrado o una pasién desenfrenada. ‘Vuelvo a mis secucrdos. El primer libro que tuve de Sampay fue su estu- penda Introduccin a la Teoria del Estado, en la segunda edicién, que me obse- quié un amigo, José Luis Martinez Peroni, el 20 de noviembre de 1980 (3). Yo era ya abogado con un afio en la profesién, y comenzaba a vivir los tiro- nes entre la vida de Tribunales y buféte que me hastiaba, y la vocacién inte- lectual que me aguijoneaba con tesoros y deleites que ninguna cuenta de hono- rarios podia colmar. Y cuando decidf abandonar la profesién ¢ ingresar el CONICET (4) siempre supe que alguna vez volverla a verme con Sampay. Sampay en la Universidad Nacional de Cuyo En 1983 ingresé al CONICET: Por entonces, ensefiaba derecho politico en mi Facultad y la Introduccién de Sampay me era un libro muy estimado, por poner a tono el saber tradicional de lo politico con la ciencia alemana del Estado, en boga en el pals y afuera. Seguf leyendo 2 Sampay en otros libros, como La filosofa del Ihuminismo y la constitucién argentina de 1853, que compré en julio de 1981 (5); 0 Constitwcién y pueblo, cuya segunda edicién adquist en julio de 1982 (6). Descubri algunos articulos suyos en la revista jurldica La Ley que me fueron de suma utilidad, especialmente uno dedicado al derecho politico como una rama del saber de la politica (7), que constituyé fuente principal de un ensa- yo m{o sobre el mismo tema (8). (3) La primera edicién de la Inraduccién fue de la Editorial Politeia en Buenos Aires, 1951; la segunda, una década desputs, es de Bibliogrfica OMEBA, Buenos Aires, 1961, {(@) El Consejo Nacional de Ciencia y Téenica, de Argentina (5) Ed. Depalma, Buenos Aires, 1941. (6) Cuenca Ed., Buenos Aires, 1974. La primera es de la misma editorial ¢|afo anteriot (7) Sampay, Aruso Enrique, «Origen y significado actual de la expresin “derecho poli- co"», La Ley. t. 100 (1960), seccién docu, pigs. 883-891. {)” Lo ewe wPervivencia del derecho politicos, y se public en EI Derecho, «113, de 1985. 167 Niétese que me he referido, hasta ahora, a tres grandes textos que parecie~ ran estar en otros tantos momentos o extremos doctrinatios. La Antroduccién a la Teorfa del Eado es wn intento de relacionar el saber politico legado por Santo Tomas de Aquino y las elaboraciones de los juristas y politélogos ale- ‘manes, inventores del Rechtstaat. La Filosofia del Iluminismo... es un estudio de historia de las ideas conscitucionales y politicas, que busca exponer el eras- fondo idcolégico del texto sancionado en Santa Fe para demostrar su caduci- dad un siglo més tarde. Y Constitucién y pueblo es un libro revulsivo, en el que se expone el tiltimo (0 antetiltimo) Sampay, retomando preocupaciones que siempre tuvo pero enfocindolas ahora desde una perspectiva que se asemeja ms al marxismo que a la filosofia perenne. Para entonces habfa comenzado a ensefiar en [a universidad piblica. En 1989 gané un concurso abreviado y obtuve la designacién como Profesor Titular Interino de la cétedra Historia de las ideas politcas y sociales contem- pordneas de la carrera de Historia de la Facultad de Filosofia y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo, que conservé hasta 2001. Estando ahf, un querido profesor de filosofla, el Dr. Padrén, me sale al paso una mafiana y me interroga sobre Sampay y mis conocimientos de él. Le dije que no pasaba de ser un lector de Sampay. Me comunieé que con eso era sufi- Giente y de inmediato me propuso ser jurado de tesis de un doctorando cor- dobés, que habia presentado su trabajo monogrifico sobre Sampay. Asi devine juez académico del licenciado José Ricardo Pierpauli, quien en noviembre de 1994 dio su clase puiblica sobre Teorta del Estado y Constitucién Jucrtdica, Fundamentos filosificos en la obra de Arturo E. Sampay, con la que, no sin cucs- tionamientos, alcanz6 el grado de doctor en filosofia (9). Sampay en los amigos Por algiin motivo que atin no descifro, Sampay esté pegado a mi desde los afios universitarios, como he dicho. Mientras me inclinaba hacia Ia investiga- ign de la historia del pensamiento politico y juridico argentino, la figura de Sampay segufa encantindome pues, més allé de las correcciones o desviaciones ideolégicas, y mas ac de su identificacién partidaria, su saber era soberbio, asombroso, vasto. No era un pensador ligero, liviano, desestructurado, post- moderno en suma, sino uno sesudo, de esos que dejan huella y a los que se vvuelve para recuperar lo aprendido. © ate s¢ publicé con el dtulo sArcuro E. Sampay: una fundamentacién iusna- turaisa en torno de la relacin entte ‘Teoria del Estado y constitucién juridiea, en Anales de le Fundacion Francisco Eas de Tjada, Made, abo V/1999, pig. 129-145. 168 Sin un plan determinado, como no fuese el de estudiar lo que atin no cono- cla de su obra, me propuse completar su bibliografia. En Mendoza habia con- sultado todas las bibliotecas y las librerias disponibles con resultados dispares pero que pueden calficarse de infructuosos. Por ejemplo, segufa sin encontrar tun ejemplar de uno de sus libros fundamencales, La evsis del estado de derecho liberal burgués, y esta carencia volvia infructuoso cualquier estudio serio sobre sus ideas (10). Aproveché varios viajes a Buenos Aires para visitar libresias de viejo y dejar iis sefias por si aparecia algiin tesoro de Sampay. En la de don Eduardo Lacueva, frente a Plaza Lavalle, pasé largas horas conversando y revisando libros sobre nacionalismo, peronismo y la obra de Sampay, hasta que sucedié tun milagro. Un dia don Eduardo le comenté de mi a.un cliente. Este le dejé su tarjeta con el encargo de entregirmela. ‘A mi viaje siguiente, visité la librerfa y me topé con el billete del Dr Leopoldo Frenkel, quien se ponia a mi disposicién para cualquier consulta que quisiera hacerle sobre Sampay y su obra. Tardé un poco en tomar contacto con I, pero una vex conocidos trabamos amistad. Leopoldo Frenkel sabia de algu- nos trabajos mfos y yo recordaba su libro sobre el justicialismo. Me he lucra- do de su amistad, porque en el trato que mantenemos hace més de cinco afios, he recibido del Dr. Frenkel opiniones, consejos, precisiones y observaciones ati- nadas sobre el peronismo y sobre la obra de Sampay; y, lo que no es menos importante, libros y trabajos de nuestro autor que sélo la gentileza de Frenkel ha hecho que hoy estén en mi biblioteca. Con su bibliograffa més o menos completa, una vex lefda, acabé por tener una impresién general de Sampay, que he ido puliendo mentalmente con el correr de los afios. ¥ son estos todos los titulos que puedo hacer valer hoy, frente a ustedes, para decieles por qué hay que estudiar 2 Sampay. I PARTE. LAS ENSENANZAS DE SAMPAY Sampay, :constitucionalista? La primera impresién que sc tiene es que Sampay fue un constitucionalis- ta, un especialista en derecho consticucional. Creo que esta opinién se ha de prolongar en el tiempo en la medida que las facultades de derecho del pats climinen los estudios politicos de su curricula, especialmente el viejo derecho politico. (10) Este libro dave para la comprensién de Sampay tuvo una sola edicién, por la Ed. Losada, Buenos Aires, 1942, 169 En efecto, si se tiene una perspectiva sesgada de Ia produccién de Sampay, se cae en la tendencia de ponerle el rétulo de constitucionalista, y nada mas Iejos de la verdad. Por lo pronto, no es un constitucionalista como los de hoy, cencetrado entre textos supremos y sentencias méximas, entre la dagmética y la ‘exégesis, En todo caso, fue Sampay un cultor del derecho constitucional en tanto que convergencia, punto de encuentro o cruce de caminos, de la histo- ria politica e institucional, como sostén, y la filosofia politica y la teoria del Estado, como cabezal. Sampay concibe el derecho piblico, incluso el privado (distincién que no aprobaba sino con reservas), teniendo los pies en la realidad de su tiempo, que se aprende por medio de la historia y la experiencia, y estirando las manos hhacia el cielo de las ideas que presiden los hechos, al que se llega por la filo- sofia, Veamos algunos ejemplos que nos permitirén comprender lo dicho. {Cul es la estructura conceptual y metodolégica de La crisis del Estado de derecho liberal-burguée La obra, por cierto, no es de derecho constitucional en sentido estricto, aunque culmine con un anilisis de la organizacién juridico- politica de los regimenes fascista italiano, comunista sovietico, nacionalsocialis- ta alemén y el corporativismo del Portugal de Salazar. Mas estas nuevas formas de Estado sélo se vuelven asequibles de modo cabal desandando previamente el camino tebrico ¢ histérico. Teérico, porque no se puede saber el significado de ellas si no se aprende a ubicar al Estado como ente de cultura (11), en fnti- ma relacién de la politica con la teologia, porque el Estado acaba siendo expre- si6n de una determinada concepcién det mundo. Histérico, pues el Estado como ente de cultura es un producto hist6rico, una forma de vida nacida en tuna época precisa, la modernidad, constivuida sobre el subjetivismo de la liber- tad. En este sentido, no se sabria el por qué de las nuevas formas de Estado si no se pudiese descubrir que ese estatuto filoséfico y politico moderno ha entra- do cn crisis en el siglo veinte por el advenimiento de la democracia radical de masas. Estd claro que, en este texto fundamental, el derecho constitucional es el vénice en el que se muestra la crisis del Estado liberal como resultante de una teorfa politica tributaria de la modernidad que se ha vuelto decadente a la luz de la experiencia histérica contempordnea. Del mismo modo, su estudio La constitucién de Entre Rlos ante la moderna ciencia constitucional (12), no es un libro seco, pagado de normativismo érido, sino un ejemplo de cémo poner el reciente texto de su provincia argentina en (11) No sélo segtin el clisico léxico aristorico-tomista (Sampay, La criti. cits pgs 3 sino tambien sone nis moderne, groin, de Dthey dom page 38°34), A en ede cf. un aon sey: La comprentn dl Exado en Dilheys, en Sapientia, La Placa, Ne 2 (12) Lo publies la Edlitora Casa Pedrass, Parand, 1936. 170 el marco de la historia local y f contexto més inmediato de las mutaciones politico-constitucionales del siglo, Donde un constitucionalista del comin hhubiera leido el texto nuevo a la luz de los debates de 1a convencién, incluso, si mucha fuese su osadia, atendiendo a la historia constitucional de la provin- cia; allf donde un constitucionalista vulgar hubiérase visto encerrado entre letsas y articulos, Sampay supo mostrar la salida al normativismo positivista: bucear en Ia historia contemporinea para encontrar las causas que explican los procesos histéricos; penetrar en la filosofia y su historia para ganar una visién clevada del tiempo y las épocas, llegando a principios generales, si no univer- sales, que revelan las lineas que sigue el curso histérico hasta el presente. Incluso Constitucién pueblo, que pertenece a otto periodo de la produc- cién de Sampay, puede leerse siguiendo estas coordenadas. Reveniendo que se trata de un texto compuesto en diversos momentos y de articulos diferentes que han sido cosidos a un tinico ejemplas, es Iégico que no todas sus partes continécn cl mismo método, Pero sf la obra en general, por cuanto la teoria cconstitucional reinterpretada en una nueva clave politica (13), es el eslabén que permite jugar el desajuste constitucional argentino desde una lectura histéri- co-politica (14) y valorar las medidas de corte econémico que reaccionan con- tra la crisis del Estado de derecho que pareciera no admitir su terminal enfer- medad (15). Porque nuevamente, la constitucién concreta_o nacional (argentina, chilena), es relefda a la lux de la teoria y del devenir histérico. Es &ste, y no otro, ef motivo por el cual Sampay rescata la figura de Nicolés Maienzo dentro de las escuelas constitucionalistas argentinas. Fue Matienzo, segin Sampay, un momento clave en la interpretacién nacional 0 popular de la constitucién, esto es, siguiendo la maxima de Cicerén, omé como ley supre- ma el bienestar del pueblo (16). ¥ lo dice a propésito de un escritor positivis- ta normativista, con rasgos historicistas, liberal confeso, que defendia el texto del 53 contra nuestros pobres habitos civicos y flaquezas institucionales (17). Entonces, podriamos decir que Sampay es ‘constitucionalista en la medida que es un jurista. No un cxegeta de textos hermenduticamente cerrados en sf mismos, sino un incérprete del derecho en su dimensién histérica real, hodier- na, ¥en su trasfondo teolégico, filoséfico, politico y econémico. El derecho para Sampay, lejos de ser un fragmento de la realidad, pulido y purificado para (13) Es el polémico texto «La eonstitucién como objeto de ciencia politicn, que abre Consisucin y pueblo, cits pgs. 6-100. (14) «Qué constiacién tiene la Argentina y cudl deberfa tener», ibidem, pigs. 101-134, (13) Me refiero especficamence al capitulo a reforma de la consieuciéu ce Chile y el arciculo 40-de la consttucin argentina de 1949, dbidem, pigs. 169-188. (16) Arturo Enrique Sarpay, lntroduccién a José Nicolis Maticnzo, eLa doctrina Monroe y la constitucin argentina on la obra colectiva El deveco y ls soberania argentina, Jukes Ed, Buenos Aites, 1969, pigs. 35 y ss. (17) _Personalmente no comparto la opinién de Sumpay sobre Matienzo, por la ligera des- cripeién de sus ideas que acabo de hacer en el texto. m1 mirar desde él la realidad toda; el derecho es una dimensién de la vida huma- nna conectada con todas las otras que pueden descubrirse o decirse del hombre. Por cso cn algtin momento le fue de utilidad recordar que la constitucién, antes de ser norma, era una «decisi6n politica fundamentals, como decfa Carl Schmitt, constituyente de sla unidad y ordenaci6n politica de un pueblo, con- siderado en su singular forma de existencia» (18). Previo a ser la ley méxima de una nacién, la constitucién expresa el ethos de un pueblo, su cosmovisién. La sola perspectiva constitucional normativa, propia del Iluminismo, tiene el inconveniente de chocar con la historia nacional y seguir desacomodindose a cada vuelta de la realidad, para quedar inerme monumento juridico sepultado por la dinamicidad de las relaciones de poder y estructuras econémicas (19). Sampay y la constitucién argentina Ubiquémonos ahora en el tiempo que vivid Sampay. Fue un hombre del siglo XX, al que pertenecié de lleno (20). Nacié en 1911 y fallecié en 1977. Estudié derecho en La Plata, egresando en 1932. Viajé por Europa tomando cursos con un discipulo de Hermann Heller (Dietrich Schindler) en Zilsich, con Monsefior Olgiati y Amintore Fanfani en Milén, y con Jacques Maritain y Louis Le Four en Paris, entre otros. Cuando promediaba la II* GM suceden dos acontecimientos significativos en a vida de Sampay: en 1942 aparece su celebrado libro La crisis del E:tado de derecho liberal-burgués, de muy buena acogida en el palsy y en 1943 se pro- duce el golpe militar que encumbraré a Perdn y cambiard la historia argenti- na, Al afo siguiente, Sampay, que hasta entonces vivia en su Entre Rios natal, se incorpora a la citedra de derecho politico en la Facultad de Ciencias Juridicas y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata. Las coordenadas de su vida indican que Sampay ctecié y se desenvolvié en un ambiente politico, cultural, institucional, econdmico, social e intelectual de grandes cambios, de hondas transformaciones. Su adolescencia y vida universi- taria trascurren durante la primera posguerra, con el declinar del liberalismo en [o intelectual y lo politico, con el advenimiento de los movimientos de ‘masas autoritarios y totalitarios, con la esperanza de una democracia renovada, (18) Sampay, La eris.. cit, pag. 37. (19) Estas la leeisn que se-extrae del eseudio preliminat eLa evolucién consttucional augentinae, que encabeza la Fecoplacién de Areuro Sampay, Las consiucions argentina, Eldeba, Buenos Aires, 1982. (20) "Los datos biogrficos ls he tomado de Alberto Gonzélex Anzac, Sempay y a consti- ‘acin del fro, Peal, Buenos Ait 19825 dl mano, «Nota premises en la com pilacién de Arcuro E, Sampay, La consiuciin demoortica, Ciudad Argentina, Buenos Aires, 1999, pgs. 7 y $5. 172 popular y to meramente institucional o literal, que tomara lo bueno de las reacciones antiliberales y se ajustara a la defensa del pueblo como suprema ley (21). Formado en el catolicismo, abrevando en la metafisica de Santo Tomds, auestro autor estuvo siempre abierto a recibir Ia influencia beneficiosa de otras cortientes y de diversos escritores que, sin conservar la recta ortodoxia de la filosofia perenne, proponian teorfas y lecturas filoséficas e histéricas que le aban luminosidad al oscuro siglo veinte. Como sabfa leer bien alemén, inglés, francés ¢ italiano, Sampay no tuvo inconveniences en asimilar las ensefianzas de Heller, Weber, Jaspers, Maritain y muchos otros, hasta la notable aparicién de Marx en las iiltimas décadas de su existencia (22). En todo caso, entre la rigidez escolar y la visién miope de la realidad, opt Sampay conscientemente por la heterodoxia (sin abandonar por ello, y del todo, el fondo tomista). Prefirié el desacuerdo con la filosofia perenne para no ener que lamentar la pérdida de una lectura coherente de las coordenadas de su época. Ya fuera por mantener una comunidad lingiifstica con los hombres de su tiempo, intelectuales u obreros; ya fuera porque crefa al tomismo inefi- caz para entender los hechos contemporaneos; fuera por lo que fuese, en Sampay es evidente la actualizacién dudosa del corpus atistorélico-tomista, decisién intelectual que le parecié lo més sabio para entender la vida cotidia- na, y, por cierto, mAs prictico que la inactualidad del escoléstico universitario. Ya volvert a este aspecto. Viviendo una época critica, Sampay se enrola ~inorginicamente, al comien- 20% desde el peronismo, luego- en la corriente de intelectuales y hombres cat6- licos que reaccionan ante el desmoronamiento del edificio liberal, buscando en sus ruinas alguna grieta que permita penetrar en su fracaso y descubrir cl sue- lo sobre el que fundar nuevas formas polfticas democriticas. En este sentido, ‘comparte Sampay las aspiraciones de diversos grupos catélicos (23) y numero- 505 sectores identificados.como nacionalistas (24), aunque no pertenecié espect- (21) En este sentido es tetimonio fil la wlntroduecién» que el propio Sampay escriicse 4 bo La oman de nr ln is igs 11 (22) Su bidgrafo Gonzilex Arzac no ha resltado esta tim influenciz, pero ha sefialado amy bien fmol seimo mecaficoregoso, constuivo de sa mental se seen Sampay un nacionalismo y dirigismo econémieos (aprendido en los testicos germanos, princl- palmens) yuna confianza onl pucho (ue ven de sur janesimpate para con el adn lismo de Yeigoyen). Gonailez Arzac, Sampay y la constircidn del future, ct, pig. 35. (23) Los ha estudiado Ezequiel Abésolo, El derecho de wn nucvo orden social citiano. Les caclios argentinas frente a la criss del rigimen juridico bberal (1928-1957), Educa, Buenos ‘Aires, 2006, GA) A pesar de los aos, sigue send insuperable al clisco libro de Entique Zaleta Alva- sez Hl naciontn argentino, La Bail, Baenor Aa, 1973, 2 coros, ina pasa punto de los problemas tebric-histrios, istoriogréficos, del naconalismo argentino, en mi libro Beraca 3 la banalzaciin del nacionalisn, lnsttaco Bibliogrifico Antonio Zisny, Buenos Aites, 2006. 173 ficamente a ninguna de las vertientes militantes nacidas de estas dos co- sientes. No podia entonces sino juzgar como capital error de la cultura moderna el paso de la teologfa catélica a la liberal, del tefsmo al deismo agndstico, de la moral natural objeriva a la libre subjetividad ética individualista, de la ontolo- gfa tomista al sacionalismo atom{stico liberal. Pero cuando él observa y esc be ese cambio, la teologla liberal esta ya en decadencia: las reacciones ant berales que dan forma a nuevos Estados autoritarios y/o totalitaries, son la censura a la incrédula democracia liberal, aunque no necesariamente — (32). (29) Sampay, La cri... cit, ply. 69. Su corselato en la constitucién de la Argentina es cx ens Rag el eins cs pig. 3753 a (GO) Sampay, 14 flosofla del ihaminisme... cic pig, 81 Gi) Sampay, La refrma contsucional, Gt, pig. 35. G2) Sampay, La flsofla de iluminisme,.. city pig. XI. 176 Para Sampay solamente se podeé recuperar la legitimidad constitucional cuando el estamento y Ia organizacién polfticos se funden en la ética cristiana. No necesariamente habré que inventar insticuciones que la constitucién actual desconoce, ni copiar o imitar esquemas o sistemas hasta ahora no practicados. Si bien Sampay haba manifestado en La crisis... una opinién favorable al cor- porativismo salazarista (33), ahora tiene prioridad el restablecimiento de un Principio de legitimidad politica trascendente a lo consticucional. Sampay y el iusnaturalismo catélico Lo dicho hasta aqui nos pone en el ojo de la tormenta, Sampay no es posi- tivista; es catélico, a no dudarlo, y cree en una fuente natural (originada en otra sobrenatural) legitimante de las instituciones juridicas y polfticas. Pero, jes su iusnaturalismo fiel al escolAstico clisico, sintetizado en Santo ‘Tomds? Esto fue lo que discut{ con Pierpauli hace més de una década y, en contra de su tesis, insisto en que Sampay fue 0 tuvo un momento tomista orvodoxo, pero que, como su interés no estaba en la rectitud filosdfica sino en a orien- tacién politica, en el servir desde la teorla a la praxis (34), vir6 hacia el esta- tismo de corte germénico y deambulé préximo a ciertos esquemas marxistas socialistas. No quiere esto decir que Sampay fuese un pensador acomodaticio, que jus- tificara sus cambios por los que se operaban en la época. Sampay no era un pragmético © un utilitarista. Como intentaré demoscrar, siempre hubo en Sampay una misma y constante inquietud por los problemas contempordneos G3) El libro concluye con estas palabras: «Escapa ala fnalidad de este capftulo de mucs- tro libro hacer Ia valoracién de cada una de las estructura estatales estudiadas; pero no obs- tante elo, queremos destacar que las fuerzas gremiales en el Estado portugués ~en fuerte con- trate con los Erador toalitatios que se consderan sindicalimas integrates tienen una doble Fanciéa: activa la una, cuando fuera de le actividad politica obran como agentes de la auto- inci de os interes especie,» secundaria I oa andorra el Ciara Corporativa acrian como cuerpo consutvo del poder leyislatvo, es deci sin intervenis franca dices y eee en It formacin dela voluntad exe. Un elemento insrumenca lateral, oblicuo, como es el ceondmico, no puede plasmar por si solo, la voluntad normativa dal Estado, que es siempre, necesriamente, funcién politica. Solamente en fs visién materia: lista del burgués y del marxista~anwverso y revero de la misma medalla~ fue posible conc ficar unilreralmente los fines del Esado y considerar posible su reduccién a una empresa eco- is enna gros ce x Hombre aminoacid ls as el proceo de produccibm, como lo efirmaba Engels con palabras totnadas del candoraso Ci dde Saint Simons. Sampay, La evti.. ct pig. 375. (G4) En una conferencia de 1964 decia que si hacla las veces de filésofo era «no aca hr absent gu cl liad co lg sin pra sr content ean. dees pana la velucm de muecroviempe en la Argentina Jost Pa, Buenos Aes, 1968, ig. 5. 7 cl imperio de la economia y los aparatos econémicos de dominacién- y con- servé permanentemente la misma respuesta —un Estado fuerte, ditigista, domi- nador de las variables cconémicas que influyen sobre la suerte del pueblo o la nacién. Y es as{ porque su punto de partida (35) no esté en la ontologla poli tica de Santo Tomds sino en la concepcién alemana de la teorfa del Estado y ‘en sus detivaciones continentales. En virtud de esta adhesion, su preocupacién es de sociologta polttica, para usar las expresiones del mismo Sampay al asumir las ensefianzas de Heller, ‘conectando primariamente con la prudencia politica, pues se trata de un saber préximo al obrar, aunque suponga siempre otto saber normativo que viene de la ciencia politica (36). Es el propio Sampay quien decide ubicarse en un esca- én mas bajo de la reflexién politica: no en el saber de los primeros principios y de las causas tltimas del ser politico, sino en el «conocimiento integral de un status concreto histérico, desde el estrato més profundo de la concepcién del mundo que lo sostiene, hasta las instituciones estatales jurfdicamente orga- nizadas y las fuerzas politico-sociales que vivifican esas instituciones» (37). Con estas palabras Sampay precisa el objeto de la Teoria del Estado: un saber de los hechos politicos, auxiliar de la ciencia politica, tanto en la faz normativa (0 moral) como en la ontolégica (38). Podria decirse que Sampay pregona y enriquece el iusnaturalismo tomista, como afirma Pierpauli, aunque no en el sentido que éste le da. En efecto, pata Pierpauli hay en Sampay una continuidad entre la ontologfa y la gnoscologia politicas heredadas de Santo Tomds de Aquino (39), por un lado, y la teoria juridica y constitucional, por el otro (40); mientras que, a mi juicio, no hay tal continuidad, sino que es precisamente en ese punto en el que se produce el quiebre o la cesura o Ia separacién, como se quiera, de aquellos fundamen tos escolisticos, Porque 1a concepcién juridico-constitucional de Sampay no responde inmediaramente a la ontologia del Aquinate sino a la sociologia polt- (G5)_ Panto de parca explicit, en tanto fundamen prari de sus exon. Porque hay también um pant departs la mayor de as veces imply un fundamen lcin 2h sus eases, qu come tasondo~ rece al arity al romiomoy base des elabor ‘G9 Sampay,foroducon «la Torta del Ena, cit, pi, 9. GI) Teider, pig 30. 88) Tbiem pig. 31, na G9) Yoque se hice prsnteen la mentadaInroduecién a le Tra el Fao, lo miso uc en oor tevtos brews ametions, Cundamentorgnovoloics de una tear ela dl radon Rena de. ls Universidad de Denar re 8 G44 sOntologt dl Eada, eo Onrdavia, Senor Aires, 8 (1944; cLa nocedad de Ia Tora cl Eaaden, en. Reine de Te Unteriad de Bena tire 2 (1946) (G0). En cto le sigue “emo gue arcamente su macs Albeo Carli, quien lo dee caopiamente Geen wu apy a proio Tiel, Vewe a vos de fbi oo 1 gensma 1600-2000, Ciudad Argentina ners del Sabvedoe, Bucnor Aire, 3001, ply 508309 178 tica ya descripta, esto es, 2 la Teoria del Estado de corte germénico, e impreg- nada de las tendencias del Estado nuevo nacido de las experiencias colectivis- tas europeas. Y en esto es consecuente con su interpretacidn, ya expuesta, de que una organizaci6n politico-hist6rica, una forma de Estado, sera siempre tri- butaria de una cosmovisién, de una concepcién del mundo (41). En efecto, el Estado como organizacién politica modema -no el Estado entrevisto ontolégicamente- y la constitucién como andamiaje normativo de la organizacién estatal -no como derecho positive permeado del natural~ no se iguen de la filosofia politica tomista sino de la cosmovisién de la modernidad, claborada por la critica al tomismo y Ja rupcura con el catolicismo. Es un hecho evidente que el propio Sampay ha denunciado. Y, conscience de su pro- cedencia filoséfica dispar, Sampay decide igualmente aprovechar al Estado y la constituciOn estatal para sus fines politicos (42). De haber conservado la senda del tomismo, Sampay hubiera tenido pre- venciones de todo tipo contra el peligro del estatismo, la infileracién del poder estatal en diversos setos sociales, el dirigismo econémico, el creciente socials mo en el vientre de la democracia liberal, etc. (43); lo mismo que hubiera repudiado el modo de constitucién juridico estatal, porque desconoce el dere- ccho natural catélico y trata de sustituirlo poniendo una norma artificial en la ctispide de la legitimidad del derecho y del dominio del Estado (44). Sin ‘embargo, Sampay no sélo no recusa las modernas teorfas del Estado y de la constitucién, sino que usa de ellas como instrumentos de un fin popular y nacional. En este sentido, la observacién de Sampay de que hay en el Estado una econstitucién primigenia» no dice lo que Pierpauli pareciera entender (una alu- sidn a cierta directiva providencial o a alguna prescripcién juridica natural). Porque esa constitucién original, definida por la geografia, es la constirucién natural (fisica) del Estado que influye en el modo de ser de un pueblo, pero no se confunde con el modo de ser de él. Quiero deci: la mencién de Sampay 1o recalca sino una consideracién tan vieja como la politica misma, y que pue- (Al) Sampay, La ers. ety pig 37. 42} Mhuminador de esta perspectiva es el ensayo de Sampay «Nocién del Estado de dere- chor, La Ley. 14 (1939), seecién doctina, pig. 64-69, en a que reformula Ie nocién eur pea de procedencia germana agregando el derecho natural coma fundamento del extatal 0 posi- tivo. (43) _ As, por ejemplo, un eatdico definidamente ortodoxo, como cl padre Meinville, veia ‘en ese estatismo una forms de socalsmo, por lo que condenabe, en nombre de los principios ‘audlcos, a la constitucién de Perén de la gue Sampay cra principal mentor. Véase Julio Meinville, Poltica Argentina 1949-1956, Ed, Trafae, Buenos Altes, 1956 (44) He tatado de estos aspectos en dos pensadores argentinos, Juan Femando Segovia, ‘La legitimidad entre la teologiay Ia politica. Reflesiones sobre el orden politico catslico en Meinville y Castellani (1930-1950), Anal de la Fandaciin Francico Blas de Tijads, a60 1/2004, pigs. 83-117. 179 de deberse a la lectura de Aristételes, de Montesquieu, de Santo Tomés, de Friedrich Ratzel o de Edmund Burke. En la medida que no se identifica con la constitucién juridica, esa constitucién primigenia subyace a ella, manticne segiin Sampay- autoridad sobre los habitos y las costumbres populares. Lo mismo ocurre con la constitucién real 0 social, que indica qué clase social es la dominante y cémo efecria ese dominio. Para Sampay, la constiucién ple- na, que llama wconstitucién global», resulta de la consideracién de la ineerac- cién teciproca de esos tres segmentos: el de la geografia, el de la clase domi- ante y ol del derecho escrito (45). Y aqut se ve cémo lo decisivo no es la reflexién metaflsica, tampooo la lec- tura filoséfica de la realidad ~que existe, por cicrto~ sino la observacién socio logica y prudente de los hechos inmediatos; la prioridad no la tiene la teorla, aunque adhiera a las ensefianzas tomasianas en ese nivel, sino la proximidad de la operacién, de la praxis politica. Y en ésta hay que valerse de lo que se tie- ne: el Estado y ef derecho, especialmente el constitucional, que son herra- mientas claves para lograr el bien del pucblo. Existen entonces, por lo menos, dos argumentos que matizan esta versién ortodoxa del iusnaturalismo de Sampay. El primero, las propias miras de nues- tro autor, que ha decidido reflexionar desde un escalén teorético inferior al filoséfico, la Teoria del Estado como sociologfa politica. HI segundo, el dudo- so cardcter tomista de esta teoria del Estado de ralz germana y del derecho constitucional de ascendencia ilustrada francesa. Hay, ademés, otro argumento que hemos ido desarrollando cangencialmen- te, pero que ahora viene a cuento de modo cabal: el propio Sampay cambié de éptica, y creyé més acertado a su obra politica el método marxista que el tomista, Sin embargo, debemos ser cuidadosos cuando abordamos esta cues- ‘én, porque Sampay era lo suficientemente inteligente para evitar quedar pren- dado del craso matetialismo de Engels y los epigonos de Marx. No conozco ningdn texto suyo que afirme expresamente la adhesin al materialismo dia- léctico 0 al materialismo histérico, 0 que lo implique de modo técito. No, cuando menciono el marxismo de Sampay quiero referirme a un aspecto més vulgar y cientificamente menos preciso. La evoluciin ideoligica de Sampay No puede desconocerse que en los afios sesenta en la Argentina como en tanto otros pafses del llamado tercer mundo- el marxismo era una ideologia (45) Picspmul trea colacin cl concepro de consitucién natu (Arturo E.Sampey. cits, pig. 142), pro no le da el Inga que tiene en a cocina de Samapays ev uno de los tes fegmentos de fa constrain cabal, Véae Artaro E. Sampay, La legtinidad de a consti. iad mice ae ma de 192) He 9 ym smb oLa on Giga como abjto de cena poliian, cit, gn 70-7 se donde Surpay posels une tcf Sign dels corvoeén deste'ou lida. totes biennial pele 180 politica y, a la vez, una escuela de andlisis histérico-politico. En este tltimo sentido puede predicarse el marxismo de Sampay: el marxismo fue un método de estudio de la realidad y una herramienta explicativa de los fenémenos con- tempordneos; una gula epistemolégica que daba cuenta de la primacta de lo econémico-social en ef orden de las realidades précticas. Al mismo tiempo, ese marxismo académico metodolégico, permitla una aproximacién comprensiva al campo de lo nacional y popular, del que provenia y cn ol que permanccla Sampay, politicamente hablando. Por tiltimo, contenia un programa politico- econémico, el socialismo, como remedio concreto a nuestros males. Fue un proceso de doble atraccién, que uvo peculiar acogida en la Argentina: fa ia descubre al peronismo como cuna de lo popular, & intentar subyugarlo; mientras los sectores nacionalistas y peronistas descubren cn la izquierda un discurso més explicativo de la nueva realidad y més revolu- cionario desde el campo de fo popular (46). El propio Sampay describe el sen- tido profundo del marxismo de la siguiente forma: «un mézodo para propul- sar por nuevos carriles el cambio que en Europa se estaba operando en el modo de producir bienes de consumo», esto es: el cambio de direccién de la revolucién industrial (47). Es cierto que notaba una incompatibilidad entre la idea marxista de felicidad y la concepcién cristiana de la felicidad eterna, pero so no significaba tener que repudiar el aporte marxista al aceleramiento de la revolucién cientifico-econémica, més atin si se consegufa conjugar el protago- rismo politico de la clase trabajadora, con la organizacién centralizada de la produccién y la reparacién de las justicias sociales (48). En codo caso, no le disgustaba que Ie llamarap filocomunista, porque sabia que era un mote con ol que se trataba de inhibir todo cambio de estruccuras y censurar a quienes lo preconizaban incluso con buenas intenciones. Crefa Sampay que, més alld de las etiquetas al uso, sus propuestas se basaban en la (46) Exe punto requerita de usa exhaustiva exposicién que auf no puedo encarar Remit, entonci ins Blog clemental pars que intersio profundicttr hue de texto, Oscar Terin, Nuestros ais seas, Hl Cielo por Asukto, Buenos Airs, 1993, y Silvia Sigal, Intelectuales 9 poder en la dévada de! sesente Pontosut, Buenos Aires, 1991, muestran ol renovado atrctvo intelectual del marsismo, Federico Nicburg, Lor inelecuales 7 a invencion del peoniono, Alanca, Buenos Aives, 1998, especialmente en el capitulo sobre el etawto cien- Ufieo adquirido por la sociologia,ensefa {a conexidn entre fos extudios de clase, e peronismo y cero tipo de marzismo; y juan Carlos Portntiero y Emilio de Ipola, «Lo nacional-popular ¥ los populismo realmente exstentes», 1981, en Emilio ce Ipola, /mvesigaciones politica, Nueva Visién, Buenos Aires, 1989, pigs. 21-36, discuren esas artculaciones de modo concreto. También Catlos Alamizano, Peonismo 7 cultura de iequierda, Temas Geupo Edivorial, 2001, pigs. 49 y si, cata de ese mucuo encancilamiento. Una visén gruesa de las ideas poliias del periodo en Juan Femando Segevis, «Fl. pearamiento politico (1943-1983), en Academia Nacional de la Historia, Nueva Historia Argentina, Planeta, Buenos Aires, VII, pigs. 433-471. (47) Arcuro Enrique Sampay, Le Argentina en la revolucién de nuestro tiempo, Ed. Pamnps ¥ Ciclo, Buenos Aires, 1964, pig, 26. (48) Idem, pigs. 26-30. 181 justicia clisica y en las verdades précticas que abonaba la experiencia politica de su tiempo (49), Por cierto que este giro hacia la izquierda de Sampay fue moneda torrien- te en ambientes catélicos de los sesenta y los setenta. Incluso venfa promovi- do por una lecrura econémico-social de la Populorum progresio de Paulo VI, la enciclica sobre el desarrollo humano de 1967. Sampay, que era hombre de con- sulta de! Episcopado local y del Vaticano (50), tanto como un catélico atento a los cambios doctrinarios y las modas eclesiésticas que trajo el Segundo Concilio, no encontré inconvenientes para aplicar esas nuevas intelecciones a Ia realidad argentina (51). Esto descarca a hipdtesis sobre la influencia de Maurice Hauriou, que ha esgrimido Pierpauli para explicar porqué Sampay creyé ingenuamente que el proceso cientifico y econdmico industrial podfa ser enderezado hacia fines de justicia social (52), Primero, porque Hauriou no era una fuente predilecta de Sampay en estas cuestiones, aunque ocasionalmente le cite. Segundo, porque est conviccién, en Sampay, no viene de Hauriou particularmente, sino de una fir- me y constante linea interpretativa que se nutre principalmente de la lecrura de los procesos histérico-sociales hodicrnos. Jucgan aqu{ miiltiples razones, entre cllas: (a) su enfoque social catdlico orientado a la solucién de los problemas del ‘mundo politico-econémico; (b) su militancia peronista que le imponia la com- prensidn del problema obrero en toda su dimensién, especialmente desde la cal- da de Perén y la sucesién de gobiernos militares; (c) su mentalidad de jurisca ‘que le presentaba las potencialidades transformadoras del derecho y del Estado, abonadas en la préctica por la generalizacién del Estado de bienestar; y (d) su permanente estudio de la realidad nacional ¢ internacional, enriquecido por la diversidad de pablioos que le ofan y de los que aprendia. Si damos por descontado el enfoque social impulsado por su fe catélica; si incluso aceptamos que ese enfoque también esté sobrepujado por su militan- cia en el peronismo; y si, finalmente, vemos todo ello confirmado en su con- cepcién del Estado y de la Constitucién como herramientas transformadoras de la realidad; si asumimos estas tres explicaciones, nos queda la iiltima: el estudio de Ia realidad. Sampay y la teoria de Estado en funcién de la economia Casi sin queretlo estamos dando vueltas en circulo: partimos de alguna defi- nici6n teérica (de la constitucién, del Estado, de Ia crisis de valores, ete) y (9) Sampay, Idea... cic. pg. 11 (60) Testonio del Dt. Leopoldo Frenkel al autor. G1) _Sampay, «El Conciio Vaticano Uy ls regimenes econémicos socialists, en Ideas. iu, pgs. 11337. (62) Lo dice Pierpauli, «Arturo B. Sampay... cits, pigs. 129-130, noca. 182 recaemos en la observacién de la realidad en sus dimensiones histricas y socio- légicas. Asi aprendid Sampay una constante histérico-sociolégica que nunca abandonard: que el Estado es la herramienta para dominar el capitalismo y someter las estructuras econ6micas al servicio del pueblo. He aqut la coordenada determinante del pensamiento de Sampay, antes y después de 1949: la elaboracién de una tcorfa del Estado enraizada en la eco- rnomia, como defensa a la explotacién capitalista o imperialista. La reforma de «se afio fue para Sampay el producto de un sentido sespirieu anticapitalstay, triburaria del cristianismo reinterpretado por Perén (53). La derogacién en 1956 de la constitucién reformada nos retrotrafa a la situacién dominada en que nos encontrabamos anteriormente: privandonos de industrias propias, nos devolvia al campo, 2 los animales y sus pasturas, haciéndonos obligados com- pradores de los productos industriales y los combustibles que producian los paises dominantes (54). La constitucién garantizaba un Estado paladin de la independencia econdmica nacional, que el gobierno militar de curno, demolia para consagrar nuevamente nuestra condicién servil. Ello explica cémo pudo pasar Sampay del tomismo al marxismo, porque el problema central y la eterna preocupacién de toda su concepcién no esté, repi- to, en la ortodoxia filoséfica sino en la superacién de la dominacién econd- mica, cultural y politica de la Argentina por las naciones dominantes. En efec- to, si la teorfa sirve de algo es para encontrar el remedio al dilema central del siglo XX: wel gobierno de la economia moderna ~cscribié Sampay- esté siem- pre en manos de un poder cabalmente decisivo, slo varla el sitio desde don- de se lo ejerce: en ef Estado realmente democrético, haciéndolo servir al pro- sgreso social de la nacién, 0 en las organizaciones econémicas privadas, hhaciéndolo servis, en los paises indesarsollados (...) en la conservacién del status quo, 0 sea, de la situacién de atraso que padecen tales regiones del mundo» (55). Plantcado en tales términos el problema determinante de la politica y de su teoria, el marxismo deviene instrumento til para analizar y denunciar la explotacién econémica; y el socialismo se convierte en el sistema que permite la autoconstitucién de un capital nacional y publico de produccién funda- mentalv (56). Se entiende por qué, al final de sus dias, Sampay deposité su esperanza revolucionaria en el sistema de las empresas estatales 0 publicas, ~53)_ Sampay, Acro Enrique, -Espititu ancicapitalsta de la reforma consixucionas, 1945, npr on su lbw Le cnbacdnanentna de 1943 Ed Rel, Bach Ales 1963, pags. 105-121. (G4) "Arturo Enrique Sampay, «Razones de la derogacidn de la reforms constitucional de 190m ides pp. 11-89 sae Ang vis wy per plc eb ela ds mua tempo x ity (66) Sampay, «Los sindicaos obreos n la revolucén de nues tiempor, en ibidem, pig, 70. 183

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